El perjuicio de quedar afuera de los acuerdos comerciales preferenciales Uruguay es un país abierto que promueve el crecimiento a través de su comercio exterior, pero lamentablemente está perdiendo la carrera con sus competidores internacionales en el acceso a mercados. Si bien hoy los productos uruguayos llegan a más de 170 mercados externos, en materia de condiciones de acceso nos encontramos algunos pasos atrás respecto a los países que han firmado acuerdos comerciales. Siendo un país con una población que apenas supera los 3 millones de habitantes, la cual no crece significativamente, producimos bienes vinculados a la alimentación que son suficientes para abastecer a 28 millones de habitantes, y tenemos potencialidad suficiente para abastecer a 50 millones de personas. Resulta ineludible acceder a mercados externos, dado que nuestro mercado interno es pequeño y limita seriamente el desarrollo y la creación de riqueza en base a los recursos que tiene el país, ya que las empresas requieren economías de escala suficientes para competir internacionalmente. Vendemos productos de alta calidad, lo cual es apreciado en los distintos mercados; es el caso de la carne vacuna, los productos del rubro ovino, el arroz, la miel, los vinos y los oleaginosos, entre otros. Dadas las barreras arancelarias existentes en el mundo, son muy importantes los acuerdos comerciales que faciliten las condiciones de acceso. Los diferenciales de aranceles que pagan las exportaciones uruguayas en los distintos mercados, les restan competitividad, frente a las que provienen de otros países que acordaron algún tipo de preferencia comercial con el destino en cuestión. Mientras Uruguay tiene firmados acuerdos con el Mercosur y sus estados asociados, y con México, lo que le permite acceder en condiciones favorables a un mercado que representa el 5% del PBI mundial, sus principales competidores comerciales como Australia, Nueva Zelanda, Chile, Perú, México y Colombia tienen varios acuerdos firmados con países que también son destinos de nuestras exportaciones. En ninguno de estos ejemplos el mercado ampliado al que acceden favorablemente representa menos del 25% del PBI mundial. Los importadores de nuestros productos en los diversos países de destino pagan a sus respectivos Estados cerca de 800 millones de dólares anuales, en concepto de aranceles. Solo en el caso de la carne vacuna, que se coloca actualmente en 120 países, la carga arancelaria es superior a 200 millones de dólares anuales. Quienes pagan los impuestos son los importadores en los países de destino pero al tratarse de un bien con un precio internacional competitivo, el impacto es en el bolsillo de los productores uruguayos que reciben menos por tonelada exportada. Por lo tanto, una reducción de aranceles a través de tratados impactaría directamente en un aumento en el precio de los productos que exporta nuestro país. El Acuerdo Transpacífico constituido por 12 países, con 800 millones de personas, representa el 40% del PBI mundial. En abril de 2016 entrará en vigencia el protocolo común de la Alianza del Pacífico, grupo conformado por Chile, Colombia, Perú y México, cuatro países avanzados en materia de “apertura comercial”. Por su parte, México posee acuerdos con 46 países; 11 son de libre comercio; 32 de inversión, 6 de complementación y 3 de alcance parcial. Recientemente, el Director de PROCHILE, Roberto Paiva, señaló que Uruguay cuenta con condiciones ideales para lograr acercamientos que permitan “acuerdos, aún en la diversidad, dados los condicionamientos que impone el Tratado de Asunción en materia de negociaciones bilaterales”. Esta es la línea. Pero ni el Uruguay ni el Mercosur han avanzado en nuevos procesos de negociación desde hace muchos años, lo cual hace cada vez más difícil acceder a mercados y precios internacionales que resulten competitivos y adecuados a nuestros costos de producción. Ni siquiera participamos de conversaciones previas, como las que se desarrollan en el marco del TISA. Al mismo tiempo, se debe mantener un equilibrio con la política exterior con nuestros socios del Mercosur, los que por razones geográficas, históricas y hasta de complementación productiva, siempre van a ser socios importantes para el Uruguay. Naturalmente no debe olvidarse que al negociar la apertura de mercados externos, también nuestro país debería abrirse a la competencia en su mercado doméstico. Esto lejos de ser un inconveniente, es un paso hacia una mayor competitividad global. Está ampliamente demostrado en la literatura económica que un arancel a las importaciones finalmente se constituye en un impuesto a las exportaciones. Confiamos también que mejores condiciones de acceso coadyuvarán a atenuar la alta concentración de nuestras exportaciones, tanto en productos como en países de destino. Resulta plausible entonces el reciente anuncio de las autoridades de la Cancillería de la República en el sentido de que Uruguay se propone aprovechar su presidencia pro tempore del Mercosur para lograr avances concretos en la agenda de negociación del bloque, así como en lo bilateral, profundizando los acuerdos con los cuatro países que integran la Alianza del Pacífico (con Chile, Perú y Colombia, a partir de los Acuerdos de Complementación Económica vigentes, y en el marco del Tratado de libre Comercio, en el caso de México). Además impulsar el intercambio de ofertas en bienes con la Unión Europea, y ampliar el acuerdo de preferencias arancelarias con India. El crecimiento y desarrollo de un país del tamaño y características del Uruguay, está inexorablemente ligado a la expansión, diversificación y modernización de su sector externo. Por consiguiente, la Inserción competitiva del país en la economía mundial se convierte en un elemento fundamental y prioritario de una política exterior de Estado.