HORA SANTA 4 DE MARZO 2008 Don Manuel: Testigo y Mensajero de Esperanza Introducción: Nos dice el Santo Padre Benedicto XVI en su Encíclica sobre la esperanza cristiana: “La vida humana es un camino. ¿Hacia qué meta? ¿Cómo encontramos el rumbo? La vida es como un viaje por el mar de la historia, a menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza. Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas las tinieblas de la historia. Pero para llegar hasta Él necesitamos también luces cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo así orientación para nuestra travesía...” (n. 49) Nos disponernos a adorar a Jesús presente en la Eucaristía, Luz de nuestra vida. Como signo de esta disposición interior, de nuestra escucha y apertura para dejarnos iluminar por el Señor, encendemos las velas del altar. Cantamos: Eres Tú mi luz. Silencio. Exposición del Santísimo. Canto: Aunque todos... D- Alabado sea Jesús Sacramentado. T- Por siempre sea bendito y alabado. Invocación al Espíritu Santo. Reflexión: A los pies de Jesús Sacramentado elevemos nuestra oración y acción de gracias por el don que nos ha dado un 4 de marzo de 1910, don para la Iglesia, que en sus miembros, con su vida, sus obras, sus palabras, continúan gritando que el Amor no es amado en la Eucaristía. Desde muy pequeño, Don Manuel se supo amigo de Jesús: “amigo en cuanto testigo, testigo en cuanto íntimo...” Ese roce habitual con su Corazón fue transformándole la vida, y las palabras del Evangelio fueron indicándole el camino por el cual dirigir sus pasos. Y es que, como dice el Papa Benedicto XVI, hablando sobre la Esperanza Cristiana, “El Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva” (Ibíd. n. 2) El Beato Manuel vivió el Evangelio y fue un hombre de esperanza. Nos lo manifiestan sus obras, y nos lo expresan sus palabras: “¡Qué gran favor y qué poderoso aliento para nuestra esperanza! Estos mis pies, mis manos, mi frente, mis mejillas, por ser pies, manos, frente y mejillas del Cuerpo místico de Jesús, estoy cierto, porque Él me da la certeza, de que un día, que será día eterno sin noche, despedirán fulgores de sol, y blanca blancura de nieve.” Esta certeza de la fe es la que le hizo exclamar a San Pablo: “Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Rm. 8, 38-39) Fe, esperanza y amor, fueron las palabras caídas por la gracia de Dios en el corazón de Don Manuel, palabras luminosas que transfiguraron su vida, cuyos destellos nos llegan hasta hoy... Palabras de vida que le ayudaron a mantenerse firme y a no huir, a pesar de los problemas y dificultades de la vida. Canto: No huiré. Silencio Breve. Acción de gracias: La alabanza brota de un corazón agradecido, que sabe que es mucho lo que gratuitamente ha recibido. Elevemos ahora nuestras acciones de gracias al Señor. A cada oración respondemos cantando: Te doy gracias Señor por tu amor, no abandones la obra de tus manos. - Por Jesús, Cordero de Dios y esperanza de los hombres, que se ha quedado con nosotros todos los días en su presencia eucarística, hasta el fin del mundo. - Por la Iglesia, portadora y mensajera de esperanza, por los pastores y fieles que como estrellas luminosas nos muestran a Jesús. - Por la familia eucarística – reparadora, que tiene hoy la misión y el desafío de “eucaristizar el mundo”, y lo hace con renovado entusiasmo y esperanza. (Se pueden añadir otras acciones de gracias). Demos gracias al Señor en esta tarde por compartir su vida con nosotros, por invitarnos a estar con Él, y renovemos nuestro deseo de no dejarlo abandonado. Canto: Te doy gracias por haberte quedado. Reflexión: Nuestro Fundador conoció profundamente a Jesús a través de su Evangelio y de su Corazón Eucarístico, y la certeza de su presencia lo convirtió en celoso apóstol, en ardiente misionero, en inquieto mensajero de esperanza. “De la esperanza de estas personas tocadas por Cristo ha brotado esperanza para otros que vivían en la oscuridad y sin esperanza.” (Ibíd. n. 8) De hecho, él mismo nos dice en sus escritos: “El Apóstol por su fe viva estará tan lleno de la visión de Jesús triunfante y del gusto anticipado de su posesión por su esperanza, que cuando la fe y la esperanza de los demás vacilen o desmayen al choque de los fracasos, de las tentaciones y de los desalientos, verá luz en las tinieblas, triunfo en la derrota y podrá gritar con la misma ingenua alegría de San Pedro en el Tabor: `¡Señor, qué bien se está aquí!.’ O con el gozo y la firmeza de San Pablo: ‘Nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos escándalo, para los gentiles insensatez’, ‘lejos de mí gloriarme más que en la Cruz de Cristo...’ en el cual está la salud, la vida y resurrección nuestra.” Silencio Breve. Texto bíblico: Dejemos resonar ahora en nuestro interior la Palabra del Señor: De la carta del apóstol San Pablo a los Romanos: “Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración...” (Rom. 12, 9-12) Silencio Breve Simbolos: Presentación de la lámpara. “Alegres en la esperanza”. En este día de inmensa alegría y renovada esperanza, ofrezcamos al Señor esta lámpara encendida, símbolo de nuestra vida que acoge el don de un carisma eucarístico-reparador. (Uno llevará el aceite, otro la lámpara y otro la luz. Se pone el aceite y se enciende la lámpara antes de presentarla, explicando los tres elementos). Esta lámpara representa la presencia permanente del Señor en la vida de Don Manuel y en los miembros de la UNER. Su llama encendida expresa la fe firme, clara y sencilla que nos convierte en el Apóstol de la Eucaristía. El aceite es el amor que, oculto y desde el interior, da fuerza. Amor que hizo latir el corazón de Don Manuel al ritmo del de Jesús. Es una lámpara de barro, frágil y pequeña, que manifiesta la gracia del Señor que hace obras grandes en la debilidad de sus amados hijos. Acompañemos este signo presentando también nuestras intenciones: Peticiones: - Te presentamos, Señor, a la Iglesia y a sus representantes, cimentados en la única esperanza que eres Tú, para que animen a todos los fieles a abrazar la fe y sabernos alcanzados por tu amor. Oremos. - Te presentamos, Señor, a la familia Eucarística-Reparadora, extendida por todo el mundo, haz que a ejemplo del Beato Manuel González, nos ocupemos no sólo de andar los caminos de Jesús sino de imitar el Corazón con que nos ama. Oremos. - Te presentamos, Señor, a los jóvenes, que imitando tu estilo de amor entregado hasta el extremo, sepan manifestar con sus vidas el amor que brota de la Eucaristía. Oremos. - Te presentamos, Señor, a los niños de esta gran familia, haz que en la sencillez de tu presencia, te descubran como el amigo que nunca falla. Oremos. - Y en esta oración, presentemos también nuestras propias vidas al Señor, pidiéndole que nos anime, aliente y fortalezca en la esperanza para ser testigos de su amor en el mundo de hoy. Gesto: Acerquémonos al Altar a recibir un pensamiento mientras cantamos. (De antemano se tienen tiras de papel con pensamientos del Beato Manuel González). Canto: Silencio Breve María, Estrella de esperanza: En este día de fiesta no puede faltar en medio de nosotros la presencia de Nuestra Madre Inmaculada. Nos dice el Papa: “¿Quién mejor que María podría ser para nosotros estrella de esperanza, Ella que con su “sí” abrió la puerta de nuestro mundo a Dios mismo; Ella que se convirtió en el Arca viviente de la Alianza, en la que Dios se hizo carne, se hizo uno de nosotros, plantó su tienda entre nosotros?.” (Ibíd. n.49) María es esperanza y refugio de todos los que peregrinamos en este mundo. A Ella le dirigió Don Manuel su oración, rogándole que, a pesar del cansancio y la fatiga del camino, su amor y su esperanza no desfallezcan... Terminemos este momento de oración rezando juntos esta oración: “Madre, que no nos cansemos...”