Tejeiro Machado Antonio De Ola en Ola DE OLA EN OLA De ola en ola, de rama en rama, el viento silba cada mañana. De sol a sol, de luna a luna, la madre mece, mece la cuna. Esté en la playa o esté en el puerto, la barca mía la lleva el viento. Antonio Tejeiro Antonio Machado Pegasos, lindos pegasos, caballitos de madera... Yo conocí siendo niño, la alegría de dar vueltas sobre un corcel colorado, en una noche de fiesta. En el aire polvoriento chispeaban las candelas, y la noche azul ardía toda sembrada de estrellas. ¡Alegrías infantiles que cuestan una moneda de cobre, lindos pegasos, caballitos de madera! LOS CANTOS DE LOS NIÑOS Yo escucho los cantos de viejas cadencias que los niños cantan cuando en corro juegan y vierten en coro sus almas, que suenan, cual vierten sus aguas las fuentes de piedra: con monotonías de risas eternas, que no son alegres, con lágrimas viejas que no son amargas y dicen tristezas, tristezas de amores de antiguas leyendas. En los labios niños, las canciones llevan confusa la historia y clara la pena; como clara el agua lleva su conseja de viejos amores que nunca se cuentan. Jugando, a la sombra de una plaza vieja, los niños cantaban... La fuente de piedra vertía su eterno cristal de leyenda. Cantaban los niños canciones ingenuas, de un algo que pasa y que nunca llega: la historia confusa y clara la pena. Seguía su cuento la fuente serena; borrada la historia, contaba la pena. RECUERDO INFANTIL Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de lluvia tras los cristales. Es la clase. En un cartel se representa a Caín fugitivo, y muerto Abel, junto a una mancha carmín. Con timbre sonoro y hueco truena el maestro, un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano. Y todo un coro infantil va cantando la lección: "mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón". Una tarde parda y fría de invierno. Los colegiales estudian. Monotonía de la lluvia en los cristales. LAS MOSCAS Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas. ¡Oh, viejas moscas voraces como abejas en abril, viejas moscas pertinaces sobre mi calva infantil! ¡Moscas del primer hastío, en el salón familiar, las claras tardes de estío en que yo empecé a soñar! Y en la aborrecida escuela, raudas moscas divertidas, perseguidas por amor de lo que vuela -que todo es volar-, sonoras, rebotando en los cristales en los días otoñales... Moscas de todas las horas, de siempre... Moscas vulgares, de mi juventud dorada, de esta segunda inocencia que da en no creer en nada, de siempre... Moscas vulgares, que de puro familiares no tendréis digno cantor: yo sé que os habéis posado sobre el juguete encantado, sobre el librote cerrado, sobre la carta de amor, sobre los párpados yertos de los muertos. Inevitables golosas, que ni labráis como abejas, ni brilláis cual mariposas; pequeñitas, revoltosas, vosotras, amigas viejas, me evocáis todas las cosas. LOS SUEÑOS El hada más hermosa ha sonreído al ver la lumbre de una estrella pálida, que en hilo suave, blanco y silencioso se enrosca al huso de su rubia hermana. Y vuelve a sonreír porque en su rueca el hilo de los campos se enmaraña. Tras la tenue cortina de la alcoba está el jardín envuelto en luz dorada. La cuna, casi en sombra. El niño duerme. Dos hadas laboriosas lo acompañan, hilando de los sueños los sutiles copos en ruecas de marfil y plata. SUEÑO INFANTIL Una clara noche de fiesta y de luna, noche de mis sueños, noche de alegría -era luz mi alma que hoy es bruma toda, no eran mis cabellos negros todavía-, el hada más joven me llevó en sus brazos a la alegre fiesta que en la plaza ardía. So el chisporroteo de las luminarias, amor sus madejas de danzas tejía. Y en aquella noche de fiesta y de luna, noche de mis sueños, noche de alegría, el hada más joven besaba mi frente... con su linda mano su adiós me decía... Todos los rosales daban sus aromas, todos los amores amor entreabría. SOL DE INVIERNO Es mediodía. Un parque. Invierno. Blancas sendas; simétricos montículos y ramas esqueléticas. Bajo el invernadero, naranjos en maceta, y en su tonel, pintado de verde, la palmera. Un viejecillo dice para su capa vieja: "¡El sol, esta hermosura de sol...!" Los niños juegan. El agua de la fuente resbala, corre y sueña lamiendo, casi muda, la verdinosa piedra. PROVERBIOS Y CANTARES I Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria de los hombres mi canción; yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón. Me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar bajo el cielo azul, temblar súbitamente y quebrarse. XVIII ¡Ah, cuando yo era niño soñaba con los héroes de la Ilíada! Áyax era más fuerte que Diomedes, Héctor, más fuerte que Ayax, y Aquiles el más fuerte; porque era el más fuerte...¡Inocencias de la infancia! ¡Ah, cuando yo era niño soñaba con los héroes de la Ilíada! XXIX Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar. XLIV Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar; pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar. PARÁBOLAS I Era un niño que soñaba con un caballo de cartón. Abrió los ojos el niño y el caballito no vio. Con un caballito blanco el niño volvió a soñar; y por la crin lo cogía ... ¡Ahora no te escaparás! Apenas lo hubo cogido, el niño se despertó. Tenía el puño cerrado. ¡El caballito voló! Quedóse el niño muy serio pensando que no es verdad un caballito soñado. Y ya no volvió a soñar. Pero el niño se hizo mozo y el mozo tuvo un amor, y a su amada le decía: ¿Tú eres de verdad o no? Cuando el mozo se hizo viejo pensaba: Todo es soñar, el caballito soñado y el caballo de verdad. Y cuando vino la muerte, el viejo a su corazón preguntaba: ¿Tú eres sueño? ¡Quién sabe si despertó! GABRIELA MISTRAL (1889-1957) Lucila Godoy Alcayaga nació en Vicuña (Chile) el 7 de abril de 1889. Utilizó por primera vez el seudónimo de «Gabriela Mistral» en los Juegos Florales de Santiago que ganó con sus "Sonetos de la muerte" inspirados en el suicidio de su gran amor, el joven Romelio Ureta. Muchos de sus poemas los escribió para los niños. Su poesía es íntima y sencilla. Los niños de la escuela, donde trabajaba como maestra rural se convirtieron en los personajes de sus poemas. El 10 de diciembre de 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura. Fue la primera escritora latinoamericana en conseguir este reconocimiento. Falleció en Nueva York el 10 de enero de 1957. TODO ES RONDA Los astros son ronda de niños, jugando la tierra a espiar... Los trigos son talles de niñas jugando a ondular..., a ondular... Los ríos son rondas de niños jugando a encontrarse en el mar... Las olas son rondas de niñas, jugando la tierra a abrazar... EL ÁNGEL GUARDIÁN Es verdad, no es un cuento; hay un Ángel Guardián que te toma y te lleva como el viento y con los niños va por donde van. Tiene cabellos suaves que van en la venteada, ojos dulces y graves que te sosiegan con una mirada y matan miedos dando claridad. (No es un cuento, es verdad.) Él tiene cuerpo, manos y pies de alas y las seis alas vuelan o resbalan, las seis te llevan de su aire batido y lo mismo te llevan de dormido. Hace más dulce la pulpa madura que entre tus labios golosos estrujas; rompe a la nuez su taimada envoltura y es quien te libra de gnomos y brujas. Es quien te ayuda a que cortes las rosas, que están sentadas en trampas de espinas, el que te pasa las aguas mañosas y el que te sube las cuestas más pinas. Y aunque camine contigo apareado, como la guinda y la guinda bermeja, cuando su seña te pone el pecado recoge tu alma y el cuerpo te deja. Es verdad, no es un cuento: hay un Ángel Guardián que te toma y te lleva como el viento y con los niños va por donde van. CORDERITO Corderito mío, suavidad callada: mi pecho es tu gruta de musgo afelpada. Carnecita blanca, tajada de luna: lo he olvidado todo por hacerme cuna. Me olvidé del mundo y de mí no siento más que el pecho vivo con que te sustento. Y sé de mí sólo que en mí te recuestas. Tu fiesta, hijo mío, apagó las fiestas. LA MADRE TRISTE Duerme, duerme, dueño mío, sin zozobra, sin temor, aunque no se duerma mi alma, aunque no descanse yo. Duerme, duerme y en la noche seas tú menos rumor que la hoja de la hierba, que la seda del vellón. Duerma en ti la carne mía, mi zozobra, mi temblor. En ti ciérrense mis ojos: ¡duerma en ti mi corazón! DEVUELTO A la cara de mi hijo que duerme, bajan arenas de las dunas, flor de la caña y la espuma que vuela de la cascada... Y es sueño nada más cuanto le baja; sueño cae a su boca, sueño a su espalda, y me roban su cuerpo junto con su alma. Y así lo van cubriendo con tanta maña, que en la noche no tengo hijo ni nada, madre ciega de sombra, madre robada. Hasta que el sol bendito al fin lo baña: me lo devuelve en linda fruta mondada ¡y me lo pone entero sobre la falda! ME TUVISTE Duérmete, mi niño, duérmete sonriendo, que es la ronda de astros quien te va meciendo. Gozaste la luz y fuiste feliz. Todo bien tuviste al tenerme a mí. Duérmete, mi niño, duérmete sonriendo, que es la Tierra amante quien te va meciendo. Miraste la ardiente rosa carmesí. Estrechaste al mundo: me estrechaste a mí. Duérmete, mi niño, duérmete sonriendo, que es Dios en la sombra el que va meciendo. LA PAJITA Ésta que era una niña de cera; pero no era una niña de cera, era una gavilla parada en la era. Pero no era una gavilla sino la flor tiesa de la maravilla. Tampoco era la flor sino que era un rayito de sol pegado a la vidriera. No era un rayito de sol siquiera: una pajita dentro de mis ojitos era. ¡Alléguense a mirar cómo he perdido entera, en este lagrimón, mi fiesta verdadera!