Estudios Latinoamericanos 3 (1976), pp. 207-216 ¿Fue la abolición de la esclavitud el fin del feudalismo en las Antillas? 7DGHXV]àHSNRZVNL* Las discusiones sobre la transición de una formación socioeconómica a otra, de un sistema económico a otra, se desarrallan desde hace tiempo y continuarán en el futuro. Lo mismo ocurre con la determinación, delimitación y característica de las fronteras entre las formaciones. Tado, claro está, depende del nivel de las generalizaciones, de la región investigada (de la civilización examinada), de la metodología aplicada por el investigador y de las formas que tiene el cronista de enfocar el mundo y la historia. En las discusiones a que aquí hacemos referencia se producen muchas polémicas, unas veces vinculadas con tal o cual palabra, Otras con los principios, con los hechos, con la larga duración o con las macrosistemas económico-sociales, clasistas y de la civilización.. Las discusiones más acaloradas tienen lugar entre los histariadores en cuanto al paso de las farmaciones precapitalistas al capitalismo. Los hombres han vivido en común la mayor cantidad de años en las formaciones precapitalistas. Tomando como punto de referencia la «duración más larga», vemos que el capitalismo es muy joven, hasta el punto de que en algunas zonas y regiones no es más antiguo que el socialismo. Al abordar los problemas del paso de las economías y sociedades precapitalistas (el feudalismo o los feudalismos, los sistemas familiares-feudales, los esclavistacoloniales, las formaciones en las que la economía no está basada en el trabajo asalariado, etc.) al capitalismo irrumpimos independientemente de nuestra voluntad - en cuestiones de ardiente actualidad, en acontecimientos de un ayer que sigue muy vivo en el presente. * Traducido del polaco por Jorge Ruiz Lardizabal Es índudable que en la época tardía del colonialismo en las Antillas (fines del síglo XVIII y siglo XIX) las fronteras que separan a las formaciones son borrosas y nebulosas. Sín embargo, existen y dividen las épocas que se entrelazan. Pero ocurre así porque las propias formaciones producen a los investigadores no pocos problemas. De esta manera hemos llegado a una cuestión extraordinariamente compleja, a la esclavitud moderna y colonial en las plantaciones. ¿Cúal es su esencia? ¿Es la esclavitud moderna una formación socio-económica especifica y «olvidada»? ¿Cúal es la relación existente entre ese sistema de la esclavitud que abarcaba una extensión tan enorme (desde Washington hasta São Paulo) y el feudalismo con sus diversas variantes o el capitalismo? Muchos autores (historiadores, economistas y otros) prefieren esquivar el problema y no dar respuestas generalizadas1. Además, la esclavitud moderna atravesó por distintas fases. Algunas de ellas no se parecían a ninguna formación. De ahí la inseguridad de los que desearían proclamar la existencia de una nueva formación: la esclavitud de las plantaciones capitalistas. Estas vacilaciones se ven acentuadas por el hecho de que ni Marx ni Lenin calificaron aquel fenómeno de formación aunque advirtieron las características específicas (su calidad de «modelo»), de la esclavitud vigente en el sur de los Estados Unidos en el siglo XIX2. Examinemos primero las plantaciones americanas, es decir las grandes empresas agrícolas (agro-industriales) tropicales que producían plantas alimentadas e industriales (así como semifabricados y productos acabados) destinadas para mercados lejanos. Los geógrafos diferencian las plantaciones basadas en la esclavitud y las capitalistas. Se trata de una maniobra muy singular 1 En la literatura científica polaca y, sobre todo, en manuales de estudio, no son abordados los problemas teóricos generales. En su libro (Problemy i metody historii gospodarczej [Problemas y métodos de la historia económica], Warszawa 1963), W. Kula dedica muy poco espacio (2 páginas: 269 - 291) a la esclavitud y principalmente a la de la antigüedad, no muy separada por él de la moderna. 2 J. Ibarra: Sobre las posibilidades de una síntesis histórica en Cuba, «Revista de la Biblioteca Nacional José Martí», La Habana 1969, n° 2, pp. 90 - 91; el informe mimeografiado de C. F. S. Cardoso: Fundamentos historicos do problema negro no continente americano (problemas metodológicos do estudo comparativo) contiene la formulación modo do produção escravista colonial. - y probablemente inconsciente - ya que si bien es verdad que entendemos lo que significa el segundo tipo de plantación, no avanzamos nada calificando el primero con el adjetivo «esclavista». Al mismo tiempo, sin embargo, esos mismos geógrafos aplican otra división dicotómica de la historia de las plantaciones. El primer período se caracteriza por relaciones sociales patriarcales y por un lento fomento de la producción, mientras que el segundo acarrea una visible intensificación de la producción y, por consiguiente, también de la explotación así como surgimiento de una clase (grupo) específica de propietarios, la llamada plantocracia3. Veamos que en los dos periodos había algo común: la mano de obra esclavizada4 Un grupo importante de investigadores de los países directamente interesados por el problema de la esclavitud moderna atribuye rasgos capitalistas a la colonización (desde sus principios, es decir, desde el empalme de los siglos XV y XVI), a las plantacianes en tanto que organismos socioeconómicos, a la esclavitud, naturalmente y hasta a las relaciones posteriores al período de la esclavitud. La economía colonial era capitalista - dicen, aunque, según nos parece, hay muchos hechos que rebaten esta concepción. Es verdad que el capitalismo es concebido de una manera muy amplia e, incluso, «flexible». Nunca deja de ser capitalismo sin adjetivo aunque se hable de una economía con rasgos feudales, pero orientada hacia el mercado de la metrópoli, o del capitalismo comercial, o del mercantilismo, o del capitalismo de libre competencia. Por lo regular, los partidarios de la tesis sobre la colonización capitalista escriben mucho sobre el comercioy los mercaderes, relativamente poco sobre el lugar ocupado por los esclavos (o los obreros a contrato semiesclavizados) en el sistema de producción y en la estructura social y muy poco, o nada, sobre las comparaciones entre A. Dembicz: :Sá\ZSODQWDFMLWU]FLQ\FXNURZHMQD]DOXGQLHQLHLVLHüRVDGQLF].XE\>/DLQIOXHQFLD de las plantaciones de caña de azúcar sobre la densidad de la población y el asentamiento do los colonos en Cuba], Warszawa 1973 (ejemplar mecanografiado de una tesis doctoral), pp. 5 - 20. 4 H. Hoetink: Slavery and Race Relations in the America. Comparative Notes on their Nature and Nexus, Nueva York 1973, pp; 61 - 76. 3 la esclavitud moderna y el feudalismo tardío de la Europa central y oriental5. Creemos que las investigaciones comparativas permiten presentar la tesis que estipula una gran coincidencia - tomando en consideración la «familia de feudalismos» o de estructuras precapitalistas - entre la esclavitud moderna y el feudalismo moderno de la Europa central y oriental6. Los feudalismos europeos y, hablando con mayor precisión, los de la Europa central y oriental pueden ser clasificados y periodizados de tres maneras. En primer lugar se encuentra el feudalismo «clásico», es decir, el medieval y precapitalista. En segundo lugar está el feudalismo moderno que convivió con la fase temprana del capitalismo, la manufacturera y comercial. Se trata, en este caso, de un feudalismo dependiente de los centros europeooccidentales, «orientado hacia los mercados externos» y basado en las grandes propiedades de tierra y en la servidumbre. En tercer lugar está el feudalismo decadente, empapado de elementos capitalistas, el feudalismo que portaba en su seno el sistema capitalista cada vez más poderoso. No es difícil advertir que el «segundo» y «tercer» tipo de feudalismo responde con bastante precisión a la esclavitud mantenida en las Antillas en los siglos XVIII y XIX, es decir, a la etapa del apogeo de la prosperidad del sistema de las plantaciones, a la etapa de su crisis y a los comienzos de la abolición de la esclavitud. Agregaremos que el feudalismo «clásico» europeo se ve correspondido por la fase temprana de la esclavitud patriarcal y «artesanal»7 . 5 Ante todo A. G. Frank y numerosos sociólogos latinoamericanos aunque también J. Le Riverend: Historia económica de Cuba, La Habana 1965. Totalmente distinto es el planteamiento que expone HQVXVWUDEDMRVVREUHODJpQHVLVSULQFLSLRV\HVHQFLDGHODFRORQL]DFLyQ00DáRZLVW9HUWDPELpQD M. Kossok: Feudalismus und Kapitalismus in der Kolonialgeschichte Lateinoamericas. Thesen zu etner aktuellen Polemik, «Asien, Africa und Lateinamerika», Leipzig 1973, n° 2, pp. 105 - 130. 6 En este campo desarrolla consideraciones muy interesantes aunque no concernientes a la esclavitud C. Kay: Comparative Development of the European Manorial System and the Latin America Hacienda System, «The Journal of Peasant Studies», Vol. 2, London 1974, n° 1, pp. 69 - 98. 7 Una interesante paralela - el Brazil de la esclavitud y la Polonia de la servidumbre - es desarrollada por M. Kula: 3RF]WNLF]DUQHJRQLHZROQLFWZDZ%UD]\OLL2NUHVJRVSRGDUNLFXNURZHM;9,- XVII w. [Los principios de La escLavitud negra en Brasil. El período de la economía azucarera, síglos XVI XVII], :URFáDZ Tanto en la literatura marxista como en la no marxista hay muchas definiciones del feudalismo, pero merece la pena basarse en una fórmula muy. general propuesta o, mejor dicho, recordada por Witold Kula que, por otro lado, según creemos, es adversario de la formulación de leyes científicas, demasiado generales que aparentemente rigen la actividad económica del hombre. El feudalismo es, pues, un régimen económico y social basado en la gran propiedad de la tierra y en las relaciones de dependencia personal entre el productor directo y: el gran propietario de tierras8. ¿No se nos impone aquí la tesis sobre el carácter común de las formaciones precapitalistas que se basan en la economía agraria? ¿No deberíamos, pues, incorporar a la misma categoría de regímenes socio-económicos: el feudalismo decadente de Europa oriental o sea el régimen de los países que fueron colonias de los grandes centros capitalistas y la esclavitud moderna precapitalista, en su esencia feudal, que funcionaba en las colonias o en las semicolonias estrictamente sometidas a las grandes metrópolis capitalistas? Sea como fuere, las coincidencias entre los distintos regímenes no pueden ser reducidas sólo al plano técnico-económico o al estatuto de la mano de obra empleada en la agricultura. Hay que tomar en consideración también las relaciones sociales e interclasistas, la cultura y mentalidad de la gente dependiente y de la plantocracia y terratenientes, el surgimiento de las comunidades nacionales (hay una interesante paralela: el papel del proceso de la liquidación de la servidumbre en Europa oriental y el de la abolición de la esclavitud en las Antillas en la maduración de los procesos de formación nacional). La crisis de los feudalismos euroorientales y de la esclavitud antillana tuvo ciertos aspectos afines (el aumento de la resistencia: la cimarronería, el bandolerismo, las rebeliones y levantamientos; la aparición de «hombres sueltos»; el aumento del papel de los sistemas y grupos marginales), incluidas las situaciones revolucionarias. Había también, sin embargo, rasgos diferentes (el 8 W. Kula: Teoria ekonomiczna. ustroju feudalnego. Próba modelu [Teoría económica del régimen feudal Ensayo de un modelo), Warszawa 1962, p. 12. campesino antes siervo recibía tierras mientras que los esclavos no; una enorme diferencia de situaciones resultante de causas raciales)9. De las reflexiones de naturaleza general ya es hora de pasar a aproximaciones concretas escogidas (dos «referencias» a Haití y Puerto Rico y un ejemplo: Cuba). Evidentemente que la elección de los países no es casual. Independientemente de las diferencias económicas que manifiestan los países citados aportan, también, tres géneros de abolición: la revolucionaria (en Haití), la reformadora decretada desde arriba (Puerto Rico) y la que contiene elementos de guerra civil (Cuba). En nuestro libro sobre los principios del Estado y de la nación haitianos expusimos el proceso de agudización de la crisis del sistema esclavista en Santo Domingo. Aquella crisis tuvo muchas causas técnico-agronómicas, demográficas, económicas, sociales, raciales, políticas y culturales no advertidas frecuentemente por la gente ubicada en una realidad que pasaba por ser (y aparentaba serlo) el apogeo de la prosperidad. Quiero recalcar, aquí, sobre todo, el fenómeno de «feudalización» - en los bordes del sistema de los esclavos (es decir, su anhelo de convertirse en campesinos propietarios). Los mecanismos del proceso de abolición y la transformación del sistema que había durado cerca de 40 años (desde principios de la década del noventa del siglo XVIII), son fenómenos bien conocidos aunque, a veces, interpretados de diferentes maneras. Me refiero a las inquietudes suscitadas por la aceptación en las Antillas francesas de los principios de la Revolución Francesa (de su primer período), la revolución de los esclavos, la abolición, la, redistribución de la propiedad, la expulsión de los blancos del país, 9 Cosas interesantes sobre este problema escribieron, en relación con el Sur de los Estados Unidos, Ch. A. Beard, M. R. Beard: Rozwój cywilizacji ameryNDVNLHM >'HVDUUROOR GH OD FLYLOL]DFLyQ americana], tomo II: (UDSU]HP\VáRZD>/DHUD,QGXVWULDO], Warszawa 1961, p. 95.: «En el continente europeo los campesinos que habian recibido la libertad se convertían, por lo general, en propietarios o arrendatarios de las tierras que cultivaban. Otra era la situación en el Sur de los Estados Unidos. Aquí los esclavos estaban adscritos a sus propietarios y no a la tierra y por eso su liberación los colocó en un vacío social […]». Y más adelante: «Los esclavos no estaban acostumbrados a realizar en el campo ningún trabajo en común, semejante a las formas de convivencia corrientes entre los antiguos siervos europeos. Carecían del derecho histórico a la tierra y a la casa». la independencia de Haití, el intento de efectuar una segunda redistribución estatal e igualitaria de la propiedad, la búsqueda de un nuevo modelo socio-económico - desde las concepciones feudales10 y las diversas formas de aplicación de la mano de obra forzada y semiforzada, hasta la parcelación y «entrega» de tierras así como los intentos de crear un sistema general basado en la pequeña propiedad campesina. La abolición violenta de la esclavitud en el entronque de los siglos XVIII - XIX constituyó un indudable viraje. ¿Pero, cuál era su esencia real? ¿Fue la transición de una formación a otra? De una «inferior» a otra «superior»? Pero, a todas estas, ¿de qué formaciones se trata? La mayoría de los investigadores haitianos opina que Haití pasó del sistema esclavista de producción al feudalismo11. En resumidas cuentas, opinan que poco cambiaron las cosas ya que la esclavitud y el feudalismo (o como se decía antes, a veces en Polonia, el feudalismo agrario) son sistemas, bastante afines. Considero que, aunque se produjo un cambio de formación, éste no condujo a una formación «clásica». Haití fue una excepción. De la formación esclavista-colonial con tendencias feudales, Haiti pasó a una formación «intermedia» específica12 que unía el sistema feudal con el capitalista y con la economía campesina del pequeño productor seminatural. De una intensa producción desarrollada en condiciones de conflictos sociales y raciales extremadamente agudas pasó Haití, tras la revolución, a un prolongado estancamiento económico en los marcos de la nueva y «extraña» formación. Esta cuestión se planteó en Puerto Rico de una forma, se puede decir, totalmente opuesta. La intensidad de la producción era en los siglos XVIII y XIX sumamente baja y el sistema basado en la esclavitud y las plantaciones permanecía subdesarrollado. La isla, 10 En relación con el régimen existente en el reino de H. Christophe, los observadores británicos aplicaban el término de feudal: Public Record Office [Londres]. FO 35/1, p. 167. 11 G.. Pierre-Charles: La economía haítíana y su vía de desarrollo. México 1965. 12 Para el siglo XIX es algo que responde, de manera sui generis, a los regímenes intermedios que existen hoy en el tercer mundo (M. Kalecki, M. Kula: Bolivia un «régimen intermedio» en América Latina, «Economía y Administración», Concepción 1970, n° 16). durante largo tiempo no logró salir de la etapa de la agricultura patriarcal. Como resultado, la abolición de la esclavitud transcurrió en Puerto Rico por vía reformista y sin problemas; por esta razón el take off capitalista se produjo sólo después de 1898, es decir, después de la ocupación de la isla por las tropas de los Estados Unidos. La reforma abolicionista llevada a cabo en Puerto Rico en 1873 tuvo lugar en una economía en la que el sistema esclavista de producción era marginal (en 1860 la población de la isla contaba con 583 mil habitantes de los que sólo 42 mil eran esclavos; en 1873 la ley abolicionista abarcó sólo ya a 30 mil personas) y en una sociedad que si bien conocía las prejuicios raciales carecía de mayores antagonismos clasistas y raciales resultantes del sistema esclavista13. Las autoridades coloniales y de la metrópoli no sentían miedo ante las consecuencias de la abolición y estaban en condiciones de llevarla a efectos con todas las de la ley. Además, en las sistemas más afines entre sí: el feudal-europeo y el agraria-patriarcal-esclavista (el caso de Puerto Rico) la frontera existente entre las formaciones estaba debilmente esbozada en la transición hacia el capitalismo y su sistema del trabajo asalariado. El señor de antes de la abolición (esclavos «patriarcales» y la mano de obra semiforzada) y el señor de después de la abolición (la mano de obra semiforzada) era el mismo y casi igual. Sólo la intensidad de la explotación aumentó un poco después de ser liquidada la esclavitud14. Es un hecho comunmente conocido que los historiadores y economistas cubanos consideran que, tanto la colonización como la esclavitud tuvieron en Cuba, desde sus comienzos, un carácter nitidamente capitalista y, desde fines del siglo XVIII, dos veces más. 13 . A. Morales Carrión: El centenario de la abolición: una visión histórica (mimiografiado), San Juan 1973, pp. 13 y 20. 14 T. Mathews: The Question of Color in Puerto Rico (informe mimiografiado), p. 7: «[...] as is well known the control of so-called free labor was tightened thus in a sense using the abolition of the slave system as an excuse for strengthening and broadening the subjection of the working man to his almost feudal patron». Las tendencias de la sacarocracia, es decir, de la plantocracia azucarera a conseguir beneficios máximos, el espíritu capitalista que la movía, sus vínculos comerciales con los centros capitalistas más importantes, la ofensiva de la mecanización de la producción de azúcar (las máquinas de vapor en los ingenios, las calderas al vado, etc.), iniciada en los años treinta y cuarenta del siglo XIX y el desarrollo del transporte (de los ferrocarriles) parecen probar el carácter capitalista-esclavista de la economía y de la sociedad cubanas a todo lo largo del siglo XIX (hasta la década del ochenta)15. ¿Qué advíerte el historiador en el siglo cubano del apogeo azucarero-esclavista (aproximadamente los años 1770/1790 1868/1880)? Advierte una economía multifacética, un «modelo complejo» tanto desde el punto de vista geográfico-económico como socio-económico y socio-racial. La Cuba de mediados del siglo XIX se divida en dos partes claramente distinguibles. La primera de ellas (la Cuba «A») es la región centro-occidental (las actuales provincias de La Habana y Matanzas y parte de las provincias de Las Villas y de Pinar del Rio). Esta era la gran fuente azucarera de Cuba, allí se alcanzaba una alta producción, allí estaba el 90% de la mano de obra esclava empleada en las plantaciones, allí se concentraba la mayoría de los capitales, allí la producción había alcanzado ya un nivel de mecanización bastante elevado, allí se habían desarrollado los ferrocarriles y la urbanización (La Habana, Matanzas, Güines y Cárdenas). La segunda Cuba, su parte mayor y más pobre (la Cuba «B») se componía de las provincias de Oriente y Camagüey y de gran parte de las de Las Villas y Pinar del Río. Esa Cuba era patriarcal y esclavista, de baja productividad (sin contar algunos islotes de alta concentración de las plantaciones), poco poblada, con pocos esclavos y parecida, en cuanto a su estructura económica y social a Puerto Rico16. 15 M. Moreno Fraginala: El ingenio, vol. 1, La Habana 1964; J. Perez de Riva: Una isla con dos historias, «Cuba», octubre 1968, pp. 32 - 34. 16 7 àHSNRZVNL :RMQD ']LHVL FLROHWQLD - L IRUPRZDQLH VL QDURGX NXEDVNLHJR [La guerra de los diez años (1868 - 1878) y La formación de La nación cubana], in: Wiek XIX, Warszawa 1967. El Haití prerevolucionario (Saint-Domingue) presentaba un «modelo puro» de régimen esclavista-colonial (pese a la feudalización gradual, pero marginal) mientras que Cuba tenía una estructura económica y social multifacética. Existía el sector campesino (los guajiros) y en el sector de las plantaciones (los ingenios) al lado de los esclavos había obreros asalariados y mano de obra semiforzada en base de contratos. En el plano socio-racial convivían grupos que pertenecían a la categoría capitalista (capitalistas y obreros asalariados urbanos; plantador es capitalitas y obreras agrícalas) y a la esclavista-feudal (esclavos y obreros a contrato, es decir, las llamadas culis chinos). Las capas medias, campuesta en su mayor parte por mulatos, oscilaban entre los servicios prestados: a. la sociedad esclavistafeudal y a la capitalista emplazándose, de esta forma, en las dos jerarquías sociales. En Cuba convivían españoles, cubanos (blancos y de color), africanos que no hablaban o conocían muy mal el español (negros bozales), chinos, indios de Yucatán, africanoscubanos, europeos (no españoles) y norteamericanos. En resumen, si hablamos de la transición de Cuba de una formación, a otra, tenemos que hablar de una Cuba determinada o también - tomando en consideración el fuerte carácter asincrónico del desarrollo - nos vemos obligados a extender la frontera transitoria a un período muy prolongado (1830 - 1886). Al asunto de las períodos aún volveremos. Ahora deseamos abordar la cuestión de la cultura y de la mentalidad omitida, por lo regular, en las reflexiones sobre las formaciones y modelos del, desarrollo económico-social. Las relaciones amo-siervo, los contactos culturales, pedagógicos (a través de las nodrizas, de las niñeras y de la servidumbre) y, sexuales entre los grandes y medianos propietarios (latifundistas, terratenientes, plantadores y hacendados...) por una parte y los campesinos siervos, las criadas y peones de las haciendas y los esclavos de «campo» y de «casa» por otra, tienen muchas características comunes. Por un lado la grande case o la casa grande, el palacio o la mansión (el esplendor de los feúdalesterratenientes y de los plantadores-esclavistas) y por otro los barracones o los bahíos campesinos y las casas de los obreros agrícolas… Estos extremos son simbólicos para las sistemas culturales de la sociedad precapitalista, a para las enclaves feudales en el seno de las .sociedades burguesas. Las relaciones paternalistas descritas con tanta amar en Lo que el viento se llevó (Gonewith, the wind) reflejan - pese a todas las falsedades que contiene el libro -la esencia del contenido de las relacianes socio-culturales del régimen de la esclavitud y de las plantacianes. La educación dada a las niños, la numerosidad de la servidumbre, el ritmo de la vida rural regulada por la naturaleza y el ciclo de los cultivos y la interdependencia existente en el plano cultural y costumbrista entre la subcultura de los amos y la de los campesinos, de lazos mutuos mucho más fuertes que los existentes entre la cultura urbana en su conjunto y la cultura rural dominante, hacían acercarse entré sí a la esclavitud y el feudalismo17. En lo que concierne a los terratenientes, fijémosnos que importancia empezó a conceder a la sacaracracia cubana y, en general, los propietarios a los títulos nobles y aristócratas, es decir, a aquella decoración prestigiosa de nítido espíritu feudal, desde fines del siglo XVIII, o sea, desde el nacimiento del gran siglo del azúcar y de las plantaciones18. La cultura de la sociedad agraria, feudal-esclavista; con su patriarcado y construcción bipolar creaba dificultades en la formación de las comunidades nacionales, pero ayudaba a consolidar las tradiciones de las naciones compuestas por un solo estamento (por ejemplo, la «nación noble» en Polonia) y monoraciales (por ejemplo, la nación blanca cubana). La transición al capitalismo no significó, ni mucho menos, la desaparición inmediata de las costumbres y del clima cultural de la sociedad agraria y esclavista, aunque los modelos antiguos iban muriendo inevitablemente (en Cuba de manera particularmente visible desde la Gran Crisis). 17 Algunos rasgos de la cultura, de la época de la esclavitud perduraron vivos en Cuba hasta los primeros años del siglo XX: R. Mendez Capote: Memorias de una cubanita que nació con el siglo, La Habana 1964. 18 F. Portuondo del Prado: Historia de Cuba, vol. 1, La Habana 1965, p. 243. El período de la transición entre las dos formaciones se enmarca en Cuba en los años 1840/1850 - 1870/1880. Su agudización fue provocada - dejando de lado otros factores económicos internos y externos - por la creciente actividad de los esclavos deseosos de conquistar la libertad (las fugas, la creación de poblados «salvajes» en las montañas, los levantamientos locales, etc.). El período de transíción se caracterizó tambíén por un constante crecimiento de la importancia del trabajo asalariado en todos los sectores de la economía. Al mísmo tiempo aumenta el «caos social», el bandolerismo, el bandidaje, aumenta el número de personas «carentes de un modo de vida estable», gente del márgen social, gente desplazada de la antigua estructura social por el avance de la revolución técnica19. La guerra de independencia iniciadá en 1868 por la clase poseedora «feudal» de la Cuba «B» se convirtió a la vez en insurrección nacional y en revolución social. Se produjo la auto aniquilación de la plantocracia y - en muchas y extensas zonas - de las antiguas estructuras sociales. La esclavitud fue de hecho derrocada en los años 1878 - 1879, antes de que en 1880-1886 fuese liquidada de iure20. De estas consideraciones no hay que extraer conclusiones demasiado amplias. Tratamos estas consideraciones como un conjunto de observaciones sueltas, como una pequeña contribución dada a la discusión sobre los feudalismos y los capitalismos, sobre la esclavitud moderna en tanto que sistema económico y social y en tanto que civilización especifica, asunto este con demasiada frecuencia eludido. Nuestras consideraciones no constituyen un todo cerrado y definitivo. Pero no ocultamos, como ya lo señalamos más arriba, que al desenvolvernos entre muchas hipótesis, suposiciones y paralelas nos inclinamos por percibir más semejanzas entre el feudalismo (y particularmente el decadente y 19 J L. Franco: Cuatro siglos de lucha por la Libertad: Los Palenques, «Revista de la Biblioteca Nacional José Martí», La, Habana 1967, n° 1; M. Barnet: Biografía de un címarrón. La Habana 1966; J. S. Saco: La vagancia en Cuba, La Habana 1946. 20 Muchos de los problemas que apenas rozo en este esbozo son comentados detalladamente en un trabajo mayor que está siendo terminado y que está dedicado a la nación y cultura de Cuba del siglo XIX. eurooriental) y la esclavitud moderna (principalmente la antillana aunque también la del «algodón y del tabaco» en los Estados Unidos y Brasil) que entre ésta última y el capitalismo. Por esta razón opinamos que si bien la abolición no significó el fin del feudalismo (pese a la apariencia esto no dice mucho) si fue equivalente a en primer lugar, la frontera entre las formaciones y, en segundo lugar, la transición de una formación precapitalista con muchos rasgos feudales y algunos capitalistas al capitalismo.