Letizia, Reina de España Estudio grafológico Sandra M. Cerro Letizia Ortiz Rocasolano se convirtió en Reina de España el 19 de junio de 2014, y con ello en la primera reina sin sangre real de nuestro país. Su historia de amor con don Felipe de Borbón recuerda a la que, hace un par de siglos, protagonizaron Alfonso XII y María de la Mercedes de Orleáns, rompiendo la tradición de los matrimonios reales y casándose por amor, como cantaba el pueblo de Madrid, “como se casan los pobres”. Doña Letizia nació el Oviedo, el 15 de septiembre de 1972, y con 14 años se trasladó con su familia a Madrid. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense y un Master en Periodismo Audiovisual, que orientó su futuro hacia una exitosa carrera en televisión. Los biógrafos cuentan que el príncipe Felipe se enamoró de ella viendo las noticias y solicitó al periodista y amigo de la Familia Real, Pedro Erquicia, que organizara una cena para poder conocerla. El primer encuentro entre ambos tuvo lugar el 17 de octubre de 2002, y tras varias negativas de ella, el príncipe consiguió convencerla para vivir un noviazgo “invisible”, que duró un año entero. El 1 de noviembre de 2003 se anunció el compromiso matrimonial y la boda se celebró, en la Catedral de la Almudena de Madrid, el 22 de mayo de 2004. Fue entonces cuando Letizia se convirtió en Princesa de Asturias. De las firmas de doña Letizia, cuando era periodista y siendo después Princesa de Asturias, se desprende ante todo y sobre todo una extraordinaria inteligencia, sustentada por una notable agilidad mental, habilidad resolutiva y capacidad para proporcionar respuestas ágiles y prontas ante imprevistos. Se aprecia una mente abierta, de ideas claras y valores férreos, con una herencia de disciplina y sentido del deber muy arraigada. Las uniones altas entre letras nos hablan de capacidad de lógica, habilidad para hilvanar pensamientos y hacer surgir ideas de forma dinámica y espontánea. La barra de la “t” orientada hacia abajo remata el antes dicho sentido de la disciplina, dotándole además de tesón, persistencia, tenacidad para emprender y para llevar lo emprendido hasta las últimas consecuencias. Destacada mención merece el punto final en la firma inferior, como una forma de marcar distancia con los demás, e impedir el acceso a su intimidad con un tinte de desconfianza. (Firma de la Princesa de Asturias, Navidad 2013) Es llamativo el tamaño afilado de las palabras, con letras que van decreciendo de principio a fin de las mismas, signo de fina capacidad de observación, sagacidad, astucia e interés por todo lo que ocurre en el entorno. Destacan también las iniciales mayúsculas esbeltas para enarbolar el carisma, el orgullo y la seguridad en la propia valía personal, no sin ciertos toques de coquetería femenina. La dirección ascendente del texto en la firma nos habla también de sana ambición, espíritu entusiasta y marcado optimismo vital. Ambas firmas, la de periodista y la de princesa, se caracterizan por una línea que subraya la firma. Esta rúbrica sencilla, sin ostentación y sin ocultamiento, y con un simple gesto que eleva el nombre de la firmante en una especie de pedestal, tal solo pretende cierto reconocimiento de los propios valores y del mérito personal por parte de los demás. En este breve texto, recortado de la dedicatoria que la aún Princesa de Asturias escribió para felicitar a la revista Telva, por su 45 aniversario, se aprecia una escritura suelta y espontánea, que combina magníficamente la suavidad del trazo curvo con la fortaleza del ángulo, dando lugar a una personalidad tan serena y de trato afable, adaptable al entorno, comunicativa y social, como segura de sí misma, tajante en sus afirmaciones y exenta de todo atisbo de vulnerabilidad. El bucle inicial en el primer monte de la “M” mayúscula denota coquetería, indicio de una natural vanidad femenina. La puntuación es ágil y atenta, con algunos puntos de la “i” ligados a la letra siguiente o anterior, desvelando agilidad mental, y otros colocados puntualmente encima del correspondiente palote, en señal de capacidad de atención a los detalles, perfeccionismo y precisión en las tareas. A lo largo del escrito aparecen claros signos que denotan expansión y espontaneidad, capacidad de adaptación al entorno y flexibilidad de criterios. A esta espontaneidad se une una adecuada y muy medida capacidad para la comunicación, siendo ésta abierta o más comedida dependiendo de las circunstancias y destacando signos de reserva, prudencia, contención y capacidad para discernir cuándo comunicar o exponer un determinado hecho, o expresar abiertamente una opinión propia, es adecuado y cuándo no. No es una persona que se deje llevar por los impulsos con facilidad, es reflexiva y piensa las cosas antes de actuar, actuando a su vez con cautela, pero sí es entusiasta, se ilusiona fácilmente con las cosas, da valor a los detalles, y es pasional y sensible. Doña Letizia firmando en el Libro de Oro, en Totana (Murcia) - Foto: www.murcia.com Sus motivaciones se orientan hacia el área de contacto social y hacia metas intelectuales más que a cualquier otro interés. Tiene una mente brillante, capacidad perceptiva y de observación, y una gran imaginación que, unida a su sentido práctico, hacen de ella una persona creativa pero a la vez realista, con una visión del entorno objetiva y un gran sentido del deber y la justicia. Doña Letizia tiene una personalidad esencialmente social, de trato afable, pero sin tintes edulcorados. La firmeza y seguridad que imprime a sus actuaciones podrían dar la impresión de exceso de contención y tensión, aunque lo cierto es que no deja de haber naturalidad en su forma de actuar, así como amabilidad, afectividad, empatía y capacidad para comprender a los demás, sentido de la compasión y una sincera y franca intención de entrega. Predominan en su persona, sin duda, los sentimientos sobre la razón, y en sus decisiones como en sus relaciones afectivas el que manda es el dictado del corazón, al que ella sabe dotar de la necesaria cordura. La madurez, calidad y riqueza en matices positivos de la escritura de la reina es fiel reflejo de su personalidad: franqueza y honestidad, sensibilidad social, compasión y empatía, inteligencia racional y emocional, creatividad y objetividad, habilidades comunicativas con la debida prudencia, carisma y autoconfianza son, sin lugar a dudas, los valores que conforman el perfil de una Reina con mayúsculas. Sandra Mª Cerro Centro de Grafología Sandra Cerro www.sandracerro.com