COSECHANDO EL AGUA DE LLUVIA. El progresivo desarrollo urbanístico de los países ha afectado enormemente a las agua de lluvia. Estas eran originalmente retenidas en superficie por el mismo terreno o bien se infiltraban en el subsuelo, en mayor o menor medida, en función de muchas características propias del terreno: tipo, estado, usos, pendiente, permeabilidad, etc. La impermeabilización hace que las aguas no sean retenidas y, por tanto, circulen rápidamente hacia los drenes existentes, abandonando la zona donde han caído inicialmente. La urbanización le crea a las aguas los siguientes problemas, entre otros: Pérdida del recurso local, por no ser retenido y terminar saliendo de la zona. Menor recarga de aguas subterráneas, menor tiempo de persistencia del agua en los cauces, etc. Rápida concentración con otras aguas de la misma cuenca, incrementando los problemas causados por las avenidas (menos retención, más agua y mayor velocidad de concentración). Contaminación, al lavar superficies pavimentadas que en algunos casos han estado sujetas a la circulación de vehículos y en otros casos al polvo, u otros usos. La elevada velocidad de circulación provoca que el suelo no tenga el tiempo suficiente para retener toda o parte de la contaminación. Los gestores del agua ya conocen estas problemáticas y en los países más avanzados ya hay una gran actividad en este sector. Desde promulgación de normativa, manuales de buenas prácticas, y multitud de soluciones técnicas. Esta moderna tendencia se está nombrando como “Drenaje Urbano Sostenible” o Sustainable Urban Drainage (SUD), en inglés. La gestión de las aguas de lluvia aporta soluciones a los problemas mencionados anteriormente, proporcionando: Un nuevo recurso de agua local, a un coste muy asumible, seguramente muy inferior a los nuevos recursos que se están obteniendo actualmente como son los precedentes de la desalinización. Una mitigación de los efectos de las inundaciones, un grave problema en nuestro país. Una eliminación de una importante fuente de contaminación. Evitando la entrada de agua de lluvia a los colectores unitarios, típico en España, se evita o disminuye la descarga de aguas contaminadas. El aprovechamiento de este recurso hídrico ha sido acertadamente bautizado como “cosechando el agua de lluvia” (“harvesting stormwater”). La gestión del agua de lluvia es un elemento muy importante de la Directiva 2007/60/EC sobre evaluación y gestión de los riesgos de inundaciones y la Directiva 2000/60/CE, Directiva Marco del Agua. En la gestión del agua de lluvia se pueden distinguir tres etapas: a) Retención. Para todos los tipos de gestión de agua de lluvia lo primero que se debe de realizar es retenerla. Las balsas son el sistema más económico. Tienen un coste de construcción y mantenimiento bajo, pero ocupan superficies importantes. En zonas urbanas el coste del terreno y su disponibilidad pueden hacer inviable la retención de agua a un coste razonable. b) Depuración. Se debe obtener una calidad que sea adecuada al uso al que se destine el agua, por lo cual se deben aplicar los tratamientos necesarios. El agua de lluvia puede estar muy contaminada, en función de la superficie por la cual circula, y su depuración podría representar un importante obstáculo para su aprovechamiento. La fase de retención, diseñada adecuadamente, puede aportar un apreciable grado de depuración a un coste razonable, eliminándose con relativa facilidad materias en suspensión, sólidos, aceites i grasas. c) Almacenamiento y distribución. El agua debe de hacerse llegar a los usuarios, cuando la necesiten y en las condiciones adecuadas. LA RECARGA DE LOS ACUÍFEROS Una de las maneras más sencillas, más naturales y seguramente más eficaces de recuperar agua de lluvia consiste en la recarga de los acuíferos. La recarga de los acuíferos es un fenómeno que se realiza de manera natural y genera los recursos de aguas subterráneas, una fuente de recursos de extraordinaria importancia por muchos motivos y que se ha de preservar y potenciar. En muchas ocasiones los acuíferos se ven afectados gravemente por fenómenos de urbanización. La recarga artificial puede compensar este negativo efecto. La recarga de aguas de lluvia puede realizarse de muchas maneras, como pueden ser las balsas de recarga y los pozos de infiltración, entre otros. Cada una tiene sus ventajas e inconvenientes, y se debe elegir la que mejor se adapte a las condiciones locales donde se desea implementar. Es evidente que la recarga de un acuífero no debe perjudicar la calidad de sus aguas, o dicho de otra manera, debe de asegurarse que las aguas recargadas tienen la calidad adecuada. La circulación de las aguas a través del terreno aporta una mejora en su calidad, dependiendo de las características del medio atravesado y la contaminación del agua. En medios granulares no saturados se dan procesos de tipo físico, químico y biológicos que eliminan materia en suspensión y algunos contaminantes disueltos como la materia orgánica. Evidentemente, cuanto mayor sea el espesor de la capa de terreno a atravesar, mayor será el efecto depurador y la protección de la calidad de las aguas del acuífero. La inyección mediante pozos requiere una calidad muy alta de las aguas, ya que no se produce la depuración complementaria que aporta el terreno, y en el caso en que el agua tenga un contenido apreciable de materia en suspensión se colmata el pozo y se debe limpiar con mucha frecuencia, incrementando así el gasto energético del bombeo y la pérdida de agua. Un acuífero permite almacenar el agua y distribuirla a los usuarios, quienes la pueden extraer mediante pozos. El acuífero actúa como sistema de regulación del agua, ajustando el recurso a la demanda. Para obtener un buen resultado en el aprovechamiento del recurso se deberá adaptar el sistema de gestión de las aguas del acuífero, incorporando a éste en el sistema general de gestión. De poco servirá intentar introducir agua al acuífero si éste se encuentra lleno en el momento en que se produce la lluvia. NUEVAS NORMATIVAS Varios países están promulgando normativas que obligan a la realización de una gestión de las aguas de lluvia. En algunos de estos países la conexión de las aguas de lluvia a la red de alcantarillado no es una opción automática i de hecho es necesario pedir una aprobación por parte de las autoridades competentes para los sistemas de drenaje sostenibles. Los responsables de nuevas urbanizaciones tendrán que analizar las diferentes alternativas para la gestión de sus aguas de lluvia, escogiendo la más adecuada. Algunos países están además estudiando la imposición de cánones o tasas que graven la evacuación de las aguas de lluvia. En Cataluña hay muchas ordenanzas municipales que obligan a los promotores a implantar sistemas de gestión de aguas de lluvia de las viviendas individuales. Otros países disponen de manuales de Buenas Prácticas para la gestión del agua de lluvia. Algunos de estos han establecido sistemas administrativos que regulan la infiltración de agua de lluvia en los acuíferos. UN EJEMPLO DE GESTIÓN. En Mao, Menorca, se llevó a cabo la ampliación de un gran polígono industrial de la zona, el cual se equipó con una red separativa de alcantarillado, posibilitando que las aguas de lluvia se viertan en el medio receptor y no pasen por la Depuradora. Las aguas de lluvia, tal como se mencionó previamente, no están totalmente limpias, sobretodo las correspondientes a las primeras lluvias, y por lo tanto se debía implementar un sistema que permitiese solucionar el problema de la contaminación y al mismo tiempo fomentase al máximo el aprovechamiento de las aguas de lluvia. Así se creó el proyecto del Filtro Verde. El sistema consiste en un depósito enterrado de retención de agua que capta las aguas de lluvia desde la red separativa, permite la retención de éstas y su limpieza por medio de decantación (complementado con un sistema lamelar). Las aguas limpias se conducen hacia una zona de infiltración, donde se recibe el agua en dos balsas que permiten la infiltración en el terreno. Este sistema no retiene el agua generada durante los primeros episodios de lluvia (la más contaminada), ésta se va directamente al sistema de depuración; las aguas siguientes en cambio son aprovechadas para la infiltración. El depósito cuenta con un sistema interno de auto-limpieza que permite sacar el material decantado y enviarlo a la depuradora, esta acción se realiza idealmente algunos días después del episodio de lluvia, cuando la depuradora está menos ocupada. En las siguientes figuras se puede ver un esquema del funcionamiento de Filtro Verde: En la primera figura, esquema de funcionamiento del depósito, las flechas indican el recorrido del agua dentro de él. Se puede apreciar cómo esta agua se infiltra tanto en el entorno del depósito como en la zona de infiltración. En la segunda figura se puede apreciar la zona de infiltración y cómo ésta también está conectada con el río. Verónica de la Cerda Gubler. Manuel Suarez Novoa.