APROXIMACIÓN A LA SOCIOLOGÍA DE LA VEJEZ. EL PENSAR Y REFLEXIONAR SOBRE LA VEJEZ no es patrimonio del pensamiento moderno. Desde los tiempos primordiales el hombre ha percibido cómo su cuerpo se modificaba con los años, cómo sus fuerzas decaían en la batalla y en la cacería y, al mismo tiempo, advertía su sustitución por la generación más joven. A medida que transcurre el tiempo los pensamientos se aquietan, la actitud madura y los impulsos vitales se apaciguan. Para Séneca, la vejez es como un círculo que encierra otros círculos y cada uno de éstos corresponde a una edad. Hay un círculo que abraza a todos los demás y es el que corresponde a la vida, desde el nacimiento a la muerte. La vejez estaría incluida dentro de la vida. El viejo romano nos dice que la ancianidad le manda entrar en la reflexión y se pregunta qué parte de esa tranquilidad y suavidad de costumbres le debe a la sabiduría y qué parte a la edad. La vejez es un deslizarse lenta y suavemente de la vida al final de la cual se tendrá que enjuiciar “...sin ninguna trampa ni oropel”1 Este trabajo pretende introducir algunas nociones de la sociología de la vejez con el convencimiento de que la multidisciplineirad se hace indispensable para comprender este fenómeno que también tiene raíces sociales, 1 Concepto de Edad. Al preguntarle al diccionario sobre el concepto de edad este nos dice que edad es: el tiempo que una persona ha vivido, cada uno de los períodos de la vida humana, entre otras definiciones tales como: duración de las cosas materiales, conjunto de siglos, espacio de años que han corrido de tanto en tanto tiempo, equivalente a era, y otras definiciones más entre las que se menciona edades: adulta, antigua, media, avanzada, de bronce, de piedra, provecta, temprana, tierna, etc. Al igual que nos pasará con la vejez, no sabemos muy bien que decimos cuando hablamos de edad. Nos encontramos ante una ambigüedad conceptual producto del vacío de conocimiento. La edad es un fenómeno de difícil comprensión. Se vincula directamente con una variable que, a priori se nos aparece como objetiva y externa al individuo pero, a medida que nuestra reflexión se profundiza, descubrimos las múltiples conexiones que tiene con la vida. Esta variable es el tiempo cronológico. El ser humano es un ser histórico y está atravesado por esta variable temporal que se torna inevitable. Estas múltiples imbricaciones se entretejen en una red que conformará la urdimbre del tiempo vital y que será la que soportará el tiempo histórico. Entonces tenemos: un tiempo vital (apreciable en nuestro cuerpo biológico), un tiempo cronológico (medido este por el calendario) y un tiempo histórico. “La interacción del tiempo histórico con el tiempo vital ocurre en el contexto de una tercera dimensión: el tiempo socialmente definido. Cada sociedad está graduada por edades y cada sociedad tiene un sistema de expectativas sociales con respecto a lo que es apropiado para cada edad. El hombre pasa a través de un ciclo socialmente regulado desde el nacimiento hasta la muerte, y que es tan inexorable como el paso a través del ciclo biológico: una sucesión de edades socialmente delimitadas, cada una de las cuales tiene reconocidos derechos, deberes y obligaciones”2 1.1 Edad cronológica La edad cronológica se entiende como agrupaciones por años, lustros, décadas y considera que todos los sujetos nacidos en el mismo año tienen la misma edad, así como son miembros de la misma cohorte los nacidos en un lapso de uno a cinco años. La edad cronológica constituye un dato 1 2 Séneca. Cartas morales a Lucilo. Libro III Carta XXVI B. Neugarten. Dinámica de la transición desde la mediama edad hasta la vejez. Adaptación y ciclo vital. en Journal of Geriatric. PSCHY. NY. 1970. importante pero bajo ningún concepto determina la condición de la persona pues éstas no son todas iguales. La edad medida cronológicamente es una de las formas de calificar el status de los individuos y es la forma más común de medir la edad. Esta aparece entonces como una variable originaria o adscrita al igual que la raza o el sexo, es decir, no modificable por el ser humano. Como variable adscrita produce automáticamente una posición y valoración social con determinados derechos y obligaciones. La edad cronológica constituye una variable objetiva y esencial pero no es determinante de la condición del sujeto. 1.2 Edad biológica. La edad biológica esta determinada por el estado físico, la salud y la vulnerabilidad física frente al estrés y también por la disminución de la potencialidad de algunos órganos. Debemos mencionar que este concepto es muy complejo y de difícil medición aunque se intenta perfeccionar estos instrumentos. Presión sanguínea, capacidad visual y auditiva, memoria, tiempos de reacción ante diversos estímulos, etc. son algunas de las variables a medir para intentar precisar la edad biológica, pero nos parece que es un trabajo difícil de llevar a cabo. Cada organismo es único, como lo es su portador y es muy difícil realizar apreciaciones universales. Cada órgano es individual y estos están sometidos al proceso de envejecimiento, proceso que, insistimos, no es paralelo a otros órganos y a otros sujetos. “No existe un programa exclusivamente biológico universal predeterminado, lo biológico debe considerarse como interactivo. El sujeto es activo dentro de ciertos límites y dentro de un contexto, en términos de una ecología del desarrollo humano, donde se incluye la interacción humana y el mundo del significado”3 1.3 Edad social y edad legal. La edad social constituye aquella edad definida socialmente como “adecuada” para desempeñar determinadas actividades, por ejemplo: a los trece años (el ingreso al secundario aproximadamente), permiso de los padres para ir a bailar solo o salir con amigos. Una parte de la edad social comprende la edad legal en la cual el sujeto puede desempeñar determinados roles, por ejemplo, a los dieciocho años se los autoriza legalmente a conducir automóviles. La variedad de la edad social no se agota en la edad legal. En el ejemplo de la licencia para conducir, se superpone una edad cronológica, una edad social y una edad legal. Obviamente el concepto social “adecuado” no se ajusta cronológicamente y en forma exacta como la edad legal, antes bien, la definición de ella dependerá exclusivamente de normas sociales sancionadas ritual o culturalmente. La etnografía nos suministra innumerables ejemplos de cómo se ritualiza en diversas comunidades la edad social. La edad “adecuada” para asumir determinados roles específicos se define consensuadamente por la sociedad. Los ritos de paso, transición o iniciación legitiman socialmente esta edad. 1.4 La mediana edad. A la definición de esta edad por la que atraviesan los seres humanos, le cabe lo que enunciamos para la vejez. No es una fase que pueda definirse claramente sino que tiene diferentes significados según quien la utilice. La mediana edad es la época en que la mayoría de la gente ha encontrado un medio de subsistencia para si y para su familia. Ha finalizado la crianza de los hijos y estos comienzan a abandonar la casa paterna. Cronológicamente corresponde a los treinta y cinco años y hasta la vejez. Entre los treinta y los sesenta años se distribuye aproximadamente el 80% del total de los puestos políticos, militares, empresariales. Esta época también es conocida como “la flor de la vida” debido a que se alcanza determinado nivel de seguridad y se esta en adecuadas condiciones de salud. Por otro 3 Eva Muchinik. El curso de la vida y la historia de vida. en La vejez. Una mirada gerontológica actual. Op. Cit. Pág.315. lado, en esta etapa se constituye un “nicho ecológico”4. Las personas se han adaptado a un entorno limitado y su vida se ha rutinizado lo que les otorga seguridad y una menor dependencia. Dos características mas se suman a las anteriores y estas son la modificación en la percepción del tiempo y la personalización de la muerte. Aparece la conciencia de que el tiempo es finito, que se acaba justamente con la muerte. Esta cobra un significado diferente como consecuencia del fallecimiento de amigos, congéneres, etc. En la mediana edad, la muerte se convierte en una posibilidad real y concreta perdiendo los aspectos mágicos y lejanos que se tenían en la juventud. La toma de conciencia de la finitud del tiempo, la muerte del algún compañero/coetáneo, suele disparar las reflexiones íntimas y personales sobre nuestra propia finitud. Es la época en donde los hombres piensan en su trascendencia ya sea a través del linaje (hijos-nietos) o a través de su profesión y/o conocimiento (creación de los “herederos sociales”) Durante la mediana edad, las personas aprendemos las formas aprobadas del envejecer. Así entonces, podemos observar como, en la definición social del status, interviene un ordenamiento referido a la edad que provee de predictibilidad a la conducta humana. Estas formas aprobadas del envejecimiento, determinan que es lo que uno debe y no debe hacer en cada edad. Como toda forma de control social, se ejerce a expensas de la autonomía del individuo. Las normas socialmente consensuadas sobre la vejez se entretejerán sutilmente con la vida de las personas obligándolas a aceptarlas o respetarlas, son pena de ser marginados y excluidos. Un ejemplo muy frecuente se relaciona con la forma ejecutiva que pueden tomar algunos prejuicios, especialmente los prejuicios sexuales. La sociedad supone, generalmente, que los viejos no tienen sexualidad, en consecuencia se niega la conducta sexual de los senescentes. Pero, la realidad nos muestran que los viejos si tienen sexualidad y la ejercitan. Entonces para evitar que esto suceda, se consulta al médico y este, si no está bien informado y formado, reproducirá ese prejuicio y recetará tranquilizantes para “...calmar al abuelo”. 1.5 Generación. Por otro lado, tenemos el concepto denominado generación que nos ilustra sobre otra de las formas para categorizar el tiempo de las personas. Este concepto, una vez mas, se nos aparece como polémico ya que abarca diversas dimensiones. Por un lado se entiende por generación a las agrupaciones cronológicas, de esta manera existiría sinonimia entre generación y edad lo que genera un poco más de confusión. Designa a un conjunto de personas relacionadas con esta idea ya sea cohorte, clase de edad, grupo de edad por un lado y por el otro, las que se refieren a un determinado intervalo de tiempo que se relaciona con la edad, fase de la vida y periodización. El concepto generación lleva implícito una carga simbólica histórica, donde las representaciones colectivas hacen referencia a un tiempo social y a la memoria colectiva. La denominada generación del 80 representaba un conjunto de personas cuya principal manifestación ideológica se expresaba por un modelo de país agroexportador, la generación del 60 pasará a la historia como la generación de la paz y el amor, la generación hippie. En esta acepción del término se considera el predominio de las ideas en las que se enrolan las personas de una época. En definitiva, el término generación designa a un individuo por su pertenencia a un espacio social y a un tiempo histórico. Hoy día notamos como es utilizado este término para explicar determinados conflictos denominados intergeneracionales aludiendo a las discrepancias que pueden existir entre viejos y jóvenes o entre abuelos y nietos. También nos sirve para entender algunas parentelas denominadas familias plurigeneracionales que aluden a estructuras sociales determinadas por lazos sanguíneos y en donde conviven personas de diversas generaciones: padres, hijos y abuelos.5 1.6 Vejez 4 Sal varezza. ¿Que es la mediana edad? en Psicogeriatría. Teoría y clínica. Pág 40. Paidos. Bs As. 1996. 5 Podríamos seguir reflexionando sobre las generaciones, el intercambio generacional, el enfrentamiento generacional , la ruptura generacional, etc. pero desbordaríamos el objeto del presente trabajo. Queremos destacar la importancia para la investigación hist;orica de este concepto. En la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento realizada en Viena en el año 1982 se estableció la denominación de anciano para toda persona mayor de sesenta años de edad . Algunos autores6 dividen al grupo de personas de mayor edad en: Viejos-jóvenes: sesenta a setenta y cuatro años. Viejos-viejos: setenta y cinco años y más. Por otro lado, debemos diferenciar conceptos culturales como tercera edad, viejo, abuelo, de los términos biológicos/cronológicos tales como “nonagenario”, “octogenario”. El término tercera edad fue acuñado por los franceses para denominar a las personas de sesenta y cinco años. Los especialistas suelen utilizar la palabra geronte para definir a las personas mayores. Mi opinión es que todas estas denominaciones ilustran la ausencia de uniformidad terminológica como consecuencia del vacío de conocimiento sobre el proceso de envejecimiento. La sociedad recurre frecuentemente a eufemismos cuando no sabe precisar el objeto que estudia.7 La extensión de la vida humana ha provocado el surgimiento de fases en las edades de los hombres. Si, como pensamos, la jubilación es el ingreso oficial a la vejez, la etapa próxima posterior que le sigue será lo que conocemos como tercera edad coincidiendo con la definición viejos-jóvenes (60-75 años). Esta fase culmina cuando la declinación de la salud se convierte en lo central de la vida y es cuando aparece la dependencia. Si considerábamos el período posterior a la jubilación como la tercera edad, entonces esta fase siguiente de la vejez, caracterizada como digo por la declinación de la salud y el surgimiento de la dependencia, se la denominará la cuarta edad coincidiendo con la definición de viejo-viejo (75 y más). Se observan dos posiciones con respecto a la vejez (o a la viejos) que son contradictorias y que se van a arrastrar a lo largo de la historia en la cultura occidental. Estas dos posiciones están ilustradas en las consideraciones de dos filósofos griegos. Ellos son: Platón y Aristóteles. En el primero, aparece una consideración positiva que, sin llegar a ser un elogio, nos brinda una visión no apocalíptica de la vejez y el viejo. Hace una defensa incondicional del anciano y reclama para ellos poder social. Por el contrario, Aristóteles, no oculta su crítica a la ancianidad que lo lleva a recusar la gerontocracia espartana. Este autor hace a la vejez responsable de cuantos males encarnan en los humanos. Estas dos posiciones del pensamiento griego se pueden ver reflejadas en la historias de las ciudades-estados, pues mientras en Esparta perdura el poder de la gerontocracia, alabada esta por Platón, en Atenas la posición social de los ancianos será objeto de críticas y verán disminuidos su poder8 En otro orden podemos entender la vejez social como el resultado de la modernidad. Esta, con sus adelantos técnicos, ha logrado alargar la vida de los individuos. En las sociedades pretéritas el grado de envejecimiento, entendido como la proporción de viejos en una sociedad, estaba en relación con su productividad. Los viejos que eran una carga se sacrificaban por todos dejándose morir, en una especie de suicidio altruista, o aceptando su sacrificio en manos de sus hijos o de algún miembro de la sociedad. Al ir evolucionando la sociedad, la situación de los viejos se fue modificando. Al producir excedentes, la improductividad de los viejos pasó a un plano secundario y entonces no es necesaria su eliminación. Así, existiría una fuerte relación entre vejez y producción de excedentes. Esto no quiere decir que en las sociedades “ricas” la consideración a los viejos sea alta sino que la situación de los viejos está relacionada con el grado de producción de excedentes. A mayor producción de excedentes mayor probabilidad que la situación de los viejos mejore. Las condiciones de vida de los viejos en las sociedades están íntimamente ligadas a las estructuras geográficas (ambientes), sociodemográficas y socioeconómicas no descartando las políticas sociales que se implementan y que se descargan hacia el 6 Neugarten B, citado por Oddone y Knopoff en Los ancianos en la sociedad. Dimensiones de la vejez en la Argentina. CEAL .1991. pág 45 7 Por que este es visto como “vacío” de contenido. Lipovestky, G La era del vacìo.Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Cap 1º La seducción contìnua. Anagrama. Barcelona. 1991. 8 Algo similar ocurrirá con Efeso y Crotona, en Gnido y Corinto. colectivo ya sean estas positivas (políticas sociales propiamente dichas) o negativas (salarios decrecientes, marginación cronológica, ancianismo, etc.) 2. Consecuencias sociales del envejecimiento poblacional y la mayor longevidad. En un contexto social, el envejecimiento poblacional se pude considerar tanto como un logro como un desafío. Los cambios en la estructura de edad afectan diferencialmente las metas y las prioridades así como la asignación de recursos. Se debe destacar asimismo el efecto que produce el envejecimiento de las poblaciones, especialmente sobre el sistema de salud público y el sistema previsional. El envejecimiento poblacional altera profundamente la estructura interna de las sociedades pues crece la proporción de personas de mayor edad dentro de la población económicamente activa y, a su vez, aumenta la proporción de viejos-viejos dentro del total de personas de la tercera edad. Con respecto al sistema de salud pública, este se ve resentido por la mayor y creciente demanda por parte de los viejos de atención médica integral. El monto total de los recursos necesarios para satisfacer las necesidades de los más viejos es mayor que el correspondiente a otro grupos etareos y la inversión social necesaria es también superior. El aumento de los costos requeridos para el mantenimiento de la calidad de vida, radica especialmente en los gastos de salud derivados de la mayor prevalencia de las enfermedades crónicas. En otras palabras, la tasa de uso por personas del sistema de salud, aumenta con el transcurso de la edad. Se debe considerar entonces las especialidades en geriatría como uno de los factores a desarrollar. Esta consideración traerá aparejada en principio, una disminución en el costo de la salud como un eficiente uso del sistema público de salud. Hago mención especialmente a la sobremedicalización y a las sobreprestaciones que se realizan en virtud del desconocimiento del enfermo anciano como así también al recurrente interés mercantilista en algunos prestadores gerontológicos. La necesidad de contar con especialistas en geriatría traerá aparejado un aumento en la eficiencia de las prestaciones que redundará en un menor costo con respecto a la salud. En cuanto al sistema previsional, el aumento proporcional de la población senescente y su mayor longevidad unida al desempleo estructural que está afectando a los países en desarrollo, ha producido el colapso del sistema debiéndose proyectar alternativas novedosas para contrarrestar el efecto de dicho colapso. Este se traduce especialmente en la baja de los ingresos jubilatorios lo que determina una dependencia especial. La capacidad de los viejos para obtener ingresos que les posibiliten reproducir su cotidianeidad se ve drásticamente reducida y deben depender cada ves más de las llamadas rentas de transferencias (sustento por parte de los hijos/protectores). Como resultado directo de la mayor longevidad de las personas, amen de lo expresado anteriormente, encontramos en el ámbito familiar un considerable impacto. Es cada vez más frecuente encontrar familias plurigeneracionales que viven juntas por períodos cada vez más largos y que lo hacen en una misma unidad familiar. Podemos advertir como estos cambios afectan la estructura familiar y las relaciones al interior de ellas. Debemos mencionar empero que la familia como unidad socioeconómica básica de la sociedad continúa proporcionando, aunque con diferentes grados de dificultad, una amplia gama de servicios de apoyo y de atención a sus miembros senescentes. 3. La cultura de la ancianidad La cultura de la ancianidad está basada principalmente en la experiencia de vida de los viejos. Estos, por definición y por sentido común, son los que más han vivido, es decir, los que más tiempo de vida llevan en este mundo. Este es un hecho indiscutible. La vida actual, la llamada sociedad posmoderna, posee una característica que resalta: la velocidad y la cantidad de transformaciones sociales. En otras palabras, la sociedad cambia mucho y lo hace velozmente. Esta característica contrasta con el ritmo al que estos viejos estaban acostumbrados en su juventud. Estos dos factores, largo tiempo de vida y rapidez de los tiempos conforman las determinaciones de la cultura de la ancianidad. Un ejemplo: un viejo actual, residente en la ciudad, pudo haber nacido en un medio rural y haber migrado hacia ella en busca de trabajo, haber participado en la Segunda Guerra Mundial, haber presenciado los comienzos y el fin de la Guerra Fría, la conquista de la Luna y asiste casi pasivamente a la informatización de la sociedad, maneja un CD o una computadora, posee tarjeta magnética y una infinidad de mercancías que nunca hubiera soñado o imaginado en su “simple” mundo rural. Todos estos procesos ocurridos a lo largo de su experiencia de vida constituyen uno de los parámetros fundantes de la cultura de la ancianidad y la determinan. En este punto se hace importante destacar la presencia o ausencia de modelos. Cuando los viejos eran jóvenes el modelo a seguir estaba basado en otros valores donde el respeto a los ancianos y la formación de una familia eran de importancia. Hoy asisten asustados y preocupados a la dilución de estos valores con lo que se refuerza su aislamiento e incomprensión del mundo en que viven. Es evidente lo complejo que se les hace la existencia a aquellos que no están en condiciones de adaptarse a los nuevos ritmos y estilos de vida. La sencilla tarea de hablar por un teléfono público con botonera en vez de disco y utilizar tarjetas en vez de fichas se complejiza por la falta de comprensión en el manejo del aparato. Lo mismo puede suceder con las máquinas expendedoras de boletos, las puertas automáticas, los teléfonos inalámbricos y un montón de ejemplos que el lector conocerá. La irrupción de la tecnología del control remoto y los aparatos domésticos programados digitalmente pueden ser un jeroglífico difícil de desentrañar para aquellos socializados en las máquinas mecánicas con palancas y alambres donde la destreza manual podía sortear inconvenientes. Algunos informantes mencionan que podían reparar con pocas herramientas máquinas como el lavarropas, la televisión y que era un hobby para ellos pero ahora ni se atreven a manejar el lavarropas automático y programable que algún hijo les regaló. La ausencia de modelos y la incapacidad para construirlos se revela como otra característica de la cultura de la ancianidad. Ante esta ausencia la sociedad de consumo se hace presente y los genera de motu propio para su beneficio. Los nuevos modelos generados desde el exterior del colectivo están relacionados con el goce y la felicidad como derivados de las diversiones como finalidad vital. La vejez es un período de la vida cuyo fin es la diversión generadora de felicidad. Este modelo lúdico a la vez funciona como justificativo de los supuestos avances sociales; al fin y al cabo, la jubilación es un “premio” para los trabajadores y no una expulsión forzosa del mercado laboral. Coincidimos con Salvarezza9 cuando indica que “cada grupo cultural produce su propio tipo de envejecimiento, sus propios viejos y las cualidades que designan a este producto deberán ser leídas dentro del momento socio-histórico-político de su producción”. En otras palabras, cada sociedad produce un tipo especial de viejo que cobra sentido a partir de los determinantes socioculturales que ella misma impone. 4 Mitos y Prejuicios sobre la vejez Al estudiar la vejez, como otros temas sociales, abunda la confusión entre hechos científicos y mitos de la opinión pública. Los mensajes se hallan deformados por intereses que rigen la selección de noticias y por el desconocimiento de los auténticos hechos. La vejez se configura como un terreno apto para el desarrollo de algunos mitos, muchos de los cuales asumen un aspecto negativo. Entendemos al mito como un habla10. El mito no se define por el objeto de su mensaje sino por la forma en que se lo profiere. El mito es un sistema semiológico particular que se edifica a partir de una cadena semiológica que existe previamente, es, en términos de Barthes11 “...un sistema semiológico segundo”, es una especie de metalengua en la cual se habla de la primera. El mito cumple una doble función social: designa y notifica, hace comprender e impone, se presenta como una notificación y como una comprobación. El mito, a diferencia del significante del primer sistema (la lengua) es un concepto proveniente de un proceso que ya tiene una historia e, igualmente, un sentido. El mito postula, en si mismo, un saber, un pasado, una memoria, un orden comparativo de hechos, de ideas, etc. El mito es un habla que nos dice conceptos e interpretaciones 9 Salvarezza. Sociedad y Vejez. Una aproximación psicoanalítica en PSYCHE III N° 19. 1987 10 11 Roland Barthes Mitologias. Siglo XXI. México. 1997. “Lo que constituye el signo (es decir el total asociativo de un concepto y de una imagen) en el primer sistema se vuelve simple significante en el segundo” Recordemos que el signo es la relación asociativa entre dos términos: un significante y un significado. En el mito, el signo del primer sistema es el significante o sentido en el segundo. Barthes, R. Op. Cit. Pág.204 y ss. ya elaborados socialmente y en este devenir se inscriben procesos de múltiples significaciones, en el caso de la vejez, estas significaciones construidas socialmente revisten, en términos generales, connotaciones negativas que no necesariamente se comprueban empíricamente. Los mitos, por otra parte, son plásticos, ambiguos, pueden moldearse, alterarse, deshacerse y hasta desaparecer por completo. Precisamente como son históricos la misma historia puede suprimirlos. Esta inestabilidad del habla fundamentará el surgimiento de los neologismos, un surgimiento que es inevitable. A partir de la emergencia del neologismo se establece una de las dos funciones del mito: la primera es la de ilustrar u orientar la respuestas que nos podemos formular acerca de cuestiones trascendentales para nuestra vida, es decir, respondemos con nuestros mitos a las preguntas formuladas sobre el origen de la vida, la muerte, Dios, etc.; y, a su vez, el mito deforma el saber aprendido. El mito no oculta nada sino que deforma lo que se pretende saber. Descubriendo la significación de los mitos sobre la vejez estaremos en condición de reducir los efectos de los mismos. Por ejemplo, si un viejo se olvida las llaves de su casa creeremos que el viejo está perdiendo la memoria (mito del viejo desmemoriado) y hasta quizás consultemos a un médico para que lo medique . Comienza a operar un mito que nos informa que la vejez invariablemente conduce a la pérdida de la memoria. Si un joven extravía sus llaves solo diremos que es olvidadizo o no diremos nada ya que es normal que la gente pierda cosas. El mito “es una palabra robada y devuelta. Solamente la palabra que se restituye deja de ser la que se había hurtado: al restituirla, no se la ha colocado exactamente en su lugar. Esta pequeña ratería, este momento furtivo de un truco, constituye el aspecto transido del habla mítica”12 Se entiende por prejuicio un juicio anticipado o un juzgar antes de tiempo sin tener un conocimiento completo del objeto al que nos referimos; éste aparece teñido con sentimientos favorables o desfavorables. En el juicio predomina el razonamiento; en el prejuicio, el sentimiento, lo subjetivo e irracional. El juicio admite modificaciones en función de nuevos conocimientos en tanto que el prejuicio es mucho más difícil de cambiar. Los prejuicios son adquiridos durante la infancia y luego se van racionalizando durante el resto de la vida . “Generalmente son el resultado de identificaciones primitivas con las conductas de personas significativas del entorno familiar y, por lo tanto, no forman parte de un pensamiento racional adecuado, sino que se limita a una respuesta emocional directa ante un estímulo determinado”13 En el prejuicio prima el temor y la ignorancia. El temor de que la vejez nos puede afectar por lo tanto debemos levantar una muralla entre ellos y nosotros. La ignorancia nos priva de entender y conocer este proceso que inevitablemente nos afectará. Los prejuicios contra los viejos brindan la base para la institucionalización de la teoría de la desvinculación. El estereotipo tiene similitud con el prejuicio. Es una imagen global que no se funda racionalmente sino en forma irracional y pasional y pretende definir y caracterizar a la generalidad de los individuos, en este caso, los viejos. 4.1 Estereotipos negativos sobre la vejez En torno a la vejez existen estereotipos e ideas preconcebidas. Entre ellos encontramos: - Que la vejez es una enfermedad. - Que los viejos se vuelven niños. - Que los viejos no son adultos, es decir, no productores. - Que la vejez significa pérdida. - Que de la vejez no se sale. Es crónica. -Que los viejos se llevan mal con los jóvenes. Mito del conflicto intergeneracional. - Que ser viejo es ser dependiente. - Que los viejos no poseen saberes útiles. No pueden aportar nada. - Que los viejos son una carga y molestos. 12 Barthes, R. Op. Cit. Pág. 219 y ss. 13 Salvarezza Psicogeriatría. Teoría y Clínica. 1. Viejismo. Los prejuicios contra la vejez. Ed. Paidos. Bs As. 1996. Pág 24 - Que el viejo es feo, es decir, su cuerpo y su rostro no son bellos. - Que los viejos son avaros. Mito del viejo "Hucha". - Que los viejos son gruñones y malos. Mito del viejo brujo. - Que los viejos son degenerados sexuales. Mito del "viejo verde". - Que los viejos no deben sufrir ni enterarse de cosas negativas. Se los tiene al margen de la realidad, se les miente, se les oculta informaciones. - Que los viejos no pueden decidir por sí mismos. No saben ni siquiera administrar sus bienes...entonces se lo administramos nosotros. - Que son proclives a tener determinados accidentes, entonces le prohibimos hacer determinadas actividades. - Que no tienen interés ni preocupaciones. Sus opiniones no valen. - Que les gusta estar solos. - Que no tienen necesidades personales, entonces se arreglan con pocas cosas. - Que no tienen vida sexual ni sexualidad. - Que no se enamoran. Está mal visto que se casen o que formen una nueva pareja. Estos estereotipos refuerzan la imagen negativa que se tiene de la vejez y colaboran para que los viejos sean marginados y construyan un sentimiento importante de ausencia de poder. De esta manera, estas ideas contribuirán a que se recluya a las personas viejas en geriátricos o en "ghettos de incomprensión".14 5 Intimidad a distancia La relación entre padres e hijos asume en la ciudad la forma de una intimidad a distancia. Se reconoce la naturaleza personalísima de la relación a través del término “intimidad”, pero se afirma también que entre adultos que respetan la independencia debe existir cierta autonomía o distancia. Como consecuencia de la multiplicación de la instalación de aparatos de teléfonos en la ciudad, muchos jubilados han conseguido tener el propio. Este adquiere una fundamental importancia como instrumento a través del cual se mantiene una relación emotiva y constituye una característica importante en las relaciones familiares. La llamada telefónica diaria de los hijos da una impresión de intimidad a la relación padres-hijos y sustituye las relaciones cara a cara. Es, a mi juicio, una de las formas atenuadas en que se constituye el abandono. El teléfono es una comodidad para el hijo que no va a visitar a sus padres y suple el tipo de relación íntima que necesita la persona envejecida. Muchos viejos esperan con ansiedad dicha llamada confiriéndole a este simple acto una trascendencia mayor. Asimismo, llaman varias veces por día a sus hijos por teléfono argumentando variadas razones. Conversar sin ver el rostro del interlocutor es perder algo de la fascinación que tiene la conversación humana, es resumir el acto del habla a una expresión meramente técnica. Todos sabemos que el rostro humano nos habla sin emitir palabras15. Esta forma de comunicación entre familiares se torna cada vez más frecuente en las ciudades y no parece colaborar para la realización de una sociabilidad adecuada ya que, como he mencionado antes, sustituye las relaciones cara a cara, primer paso en el abandono de los viejos. 6 Desarraigo social Los viejos viven en un contexto de desarraigo social, o sea, la rotura o disolución de la red social del anciano que termina separándose del grupo de pertenencia anterior sin adscribirse a ningún grupo.16 14 Este término es tomado de Moraga Manuel, Nuevas respuestas de cuidados a los ancianos. Escuela de enfermería de Bons Secours. Ginebra. En La tercera edad en Europa.Necesidades y demandas. INSERSO Madrid. Pág 260. 15 Los directores de cine y los fotógrafos saben muy bien como captar los gestos de los rostros humanos. Una mueca expresada en la distorsión de la boca nos indica el disgusto de la persona sin que esta haya emitido ninguna palabra. 16 Teoría de la desvinculación. El desarraigo es total cuando el viejo carece de familia o vive muy lejos de ella y no establece un contacto social íntimo con su contexto. El abandono en un geriátrico es un ejemplo de desarraigo social total. Este tipo de desarraigo representa la máxima disolución y deterioro de las relaciones sociales de la persona envejecida. Quiero destacar que el primer paso del desarraigo lo constituye la jubilación y el siguiente es la disgregación de la estructura familiar, muerte de familiares y amigos. 7 La familia PROPORCIÓN DE ENCUESTADOS SEGÚN ESTADO CIVIL ESTADO CIVIL Casado Pareja/unión Separado Viudo Soltero NS/NR TOTAL % 58,3 1,8 2,6 29,3 7,8 0,2 100 Fuente: La situación de los Ancianos en la Argentina OISS.SSTE El tipo de familia en la que viven la mayoría (60%) de los viejos en la Argentina, responde a la familia nuclear. PROPORCIÓN DE RESPUESTAS SEGÚN TIPO DE CONVIVENCIA. CONVIVE Cónyuge Hijos Nietos Otros Solo Hermano/s Pareja TOTAL % 35,3 27,1 13,1 12,3 7,2 3,5 1,5 100 Fuente: La Situación de los Ancianos en la Argentina.OISS.SSTE La información disponible no nos indica nada sobre la calidad de los vínculos sino una descripción de los mismo, pero podemos suponer según estos mismos datos, que más del 90% convive con alguna otra persona sea esta cónyuge u otro pariente destacando que el 13.1 % viven con sus nietos (ver el rol de abuelo)17 La estructura familiar constituye el principal referente y grupo de pertenencia que actúa en la cultura de la ancianidad. Es la primera vez en la historia de la humanidad que cuatro y hasta cinco generaciones conviven dándose el caso de que, en una misma familia, coexistan dos generaciones de jubilados; abuelos (75/80 años), padres (55/60 años) y nietos (25/30 años) en edades productivas y a su vez con hijos pequeños (0/10 años). En otras palabras, en la actualidad se da el caso de la 17 Es interesante hacer notar la situación particular de algunas regiones como Sgo del Estero donde se dá un elevado porcentaje de abuelos viviendo con nietos o sencillamente viejos con jóvenes. No se debe descartar en este fenómeno, razones de orígen cultural-económico ya que uno es soporte del otro. existencia de más abuelos y bisabuelos que antaño. La mayor expectativa de vida, entendida como el promedio de años que se espera sean vividos debido a los adelantos médicos, colabora para que así sea. Para los viejos, la familia, los hijos y los nietos son mucho más importantes que los amigos del club o los compañeros de edad. No debemos olvidar que han sido socializados en el respeto a los valores familiares. Es más, la formación y protección de una familia ha sido una de las premisas básicas de su vida. Muchos testimonios así lo prueban. Un ejemplo: si una mujer o un hombre no conseguía formar pareja y luego una familia con hijos de alguna u otra manera generaban una especie de lastima social que, si bien no lo marginaba, lo aislaba un poco de las relaciones sociales. La familia unida fue uno de los modelos que se trató de imponer desde las instancias estatales como aglutinadora de la nación. Por razones que todos conocemos y que sería extenso de desarrollar aquí, ese modelo de familia sucumbió y fue suplantada por la familia nuclear, la que a la vez, al fin del segundo milenio, parece entrar en crisis generando una nueva forma familiar aún en proceso de construcción. Hago mención a la nueva modalidad familiar donde la pareja duerme en camas separadas y hasta en casas diferentes, almuerza en diferentes horarios y sus hijos son atendidos por personal rentado. La TV propagandiza esta nueva modalidad adjudicándole el mote de familia moderna intentándole otorgar un significado nuevo a esta especie de hibridación de la familia que refleja su propia crisis. Este desajuste entre las expectativas desarrolladas durante la etapa de formación de la familia y la realidad actual familiar de los viejos constituye uno de los parámetros más importantes que se transforma en las vivencias de desarraigo y marginalidad, y este desajuste aludido cobra más fuerza en la ciudad donde la dinámica propia de las metrópolis colabora cada vez con más fuerza en la dilución de los lazos familiares. La cultura de la ancianidad, entonces, se centra principalmente en la estructura familiar y en todo lo que ella implica respecto de la dependencia no sólo económica y física sino también afectiva y de compañía aunque los restantes miembros de la familia no suelen compartir con sus viejos las mismas expectativas. Frente a este desarraigo, el viejo retoma las relaciones horizontales con sus pares como una estrategia para combatir la soledad producida por la ausencia o alejamiento de sus familiares directos (no el abandono que se vive en forma diferente). En este momento de la vida, las relaciones horizontales cobran un nuevo e importante impulso y pueden ser explicativas del porqué de la concurrencia a los centros y clubes de jubilados y a la participación de estos en las movilizaciones referidas. Se debe hacer notar la importancia que adquiere la familia como estructura funcional para los viejos dependientes. La familia satisface para sus componentes una variedad de necesidades: físicas: alimentación, vivienda, protección en la enfermedad. psíquicas: afecto, cariño, autoestima. sociales: pertenencia de grupo, identificación. Debo destacar con respecto a la satisfacción física la importancia que asume la alimentación, principalmente las comidas. En la vejez, las necesidades fisiológicas de alimentación son muy importantes y la comida en familia mantiene la calidad de la dieta que con frecuencia es deficiente cuando los viejos viven solos. No comen equilibradamente, a veces mate con galletitas suplanta un almuerzo substancioso. Con la salud sucede los mismo. La familia cobra una fundamental importancia cuando el viejo se enferma. En los hospitales y sanatorios podemos observar cómo, al lado de la cama del enfermo, generalmente hay un familiar cuidándolo, higienizándolo, charlando con él; y no es menor el beneficio para la salud del que está internado. Pero debemos hacer notar la sobrecarga que puede significar cuidar a un anciano cuya dependencia sea grave. En esta situación, la familia se ve sometida a situaciones tensionantes y críticas, motivo que nos debe llevar a la comprensión y destacar la necesidad de desarrollar programas de apoyo y contención por parte del Estado. Estas ayudas pueden asumir la forma de subsidios o cursos de capacitación y ser desempeñadas por una variedad de instituciones tales como hospitales, centros de salud, ONG´S, municipalidades entre otras. Los viejos necesitan de hecho y materialmente a su familia y la suplencia de ésta por profesionales es causa de depresión y un indicador del desarraigo social al que son expuestos los viejos en la ciudad. Los viejos esperan que su familia se comporte como tal en los momentos de mayor necesidad. Y comportarse como tal significa que las expectativas que han ido construyendo a los largo de su existencia se vean satisfechas por la realidad que les toca vivir. La problemática se profundiza en el caso de las nuevas familias de un solo hijo (el caso de China) ya que estos no tendran parientes directos que puedan ayudarlos en su vejez. De tal manera que deberan recurrir a las relaciones laterales (amistades, congéneres o compañeros) para solucionar sus dificultades o el Estado tendrá que hacerse presente mediante la generación de políticas sociales. El desfasaje entre estas expectativas y su realidad suelen traer aparejados problemas de depresión que se suman a toda la problemática aludida precedentemente. 8 Matrifocalidad. La mujer en la vejez Una característica muy importante de la cultura de la ancianidad es el liderazgo de la mujer en el hogar. Con la menopausia, la mujer ingresa oficialmente a la vejez. Debido a la división sexual del trabajo, la mujer continúa realizando las tareas de la casa reproduciendo la domesticidad casi como si fuera joven. La mujer envejecida no se queda sin rol. La jubilación no entraña para la mayoría de las mujeres una reducción de las obligaciones hogareñas. De esta manera no se rompe la relación mujer-hogar tan importante para la personalidad femenina, mientras que al hombre le cuesta más encontrar su nuevo rol en la casa. Es frecuente que la mujer continúe con las tareas de limpieza, cocina, planchado de la ropa, como siempre, reservando para el hombre tareas menores como hacer los mandados, sacar la basura y pagar las cuentas. Por otra parte, la desaparición del cónyuge masculino, puede operar como una especie de liberación y es frecuente que viudas realicen actividades que hacía mucho tiempo habían olvidado. La subordinación de la mujer es ahora reemplazada por una especie de libertad que es aprovechada. Parece ser que la mujer soporta mejor la llamada depresión post-jubilación18, quizás porque ha construido a lo largo de su vida en el barrio, redes sociales no laborales ligadas al mundo de lo doméstico.19 Las charlas en la esquina, la recorrida por los almacenes, carnicerías, panaderías, contribuyen a fortalecer la sociabilidad presente en el barrio. El auge de los supermercados, los shoppings y de las compras por teléfono opera en contra de esta sociabilidad. El hombre se va incorporando lentamente al mundo doméstico femenino. El centro de jubilados puede funcionar como válvula de escape ya que en ese lugar se diluye, se oculta el liderazgo femenino doméstico. En el club, los hombres vuelven a hacer cosas de hombres reforzando los procesos de identificación. Las abuelas se encargan muchas veces del cuidado de sus nietos ya que su hija o su nuera deben salir a trabajar incorporando una actividad más a su día. Lo llevan al colegio, le dan de comer, le lavan la ropa siendo de gran ayuda para su familia, tarea que rara vez es considerada.20 Para la teoría de la desvinculación, la supervivencia femenina se debe a que el período de envejecimiento socialmente definido para las mujeres es más largo que para los varones. Para aquéllas, comenzaría con el inicio de la menopausia/climaterio en tanto que para los hombres, es la jubilación lo que los define socialmente como viejos. Esta prolongación de lo que se llama pre-vejez, permite a las mujeres una mejor adaptación psicológica a esta situación de vejez. Cronológicamente la mujer se jubila antes que el hombre lo que aparece como una contradicción demográfica ya que su esperanza de vida resulta mayor que la del varón. Por otra parte Quiero resaltar lo inexacto, desde la perspectiva psicogerontológica, de la denominación “depresión” para definir el estado post-jubilatorio. Los psicoanalistas dedicados a la clínica de la vejez, destacan los pocos casos de consulta como consecuencia directa de la jubilación. Además, la depresión está muy bien definida y estudiada y se relaciona con la perdida, es decir, con el duelo. El duelo no elaborado, se tornará patológico y de este tendrá orígen las llamadas depresiones reactivas. Definir el estado postjubilatrio como depresión, no hace más que profundizar los sentimientos negativos hacia ella. 19 Oddone Ma Julieta en Ancianidad, contextos regionales y redes de intercambio Medicina de la tercera edad Nº 5, Buenos Aires 1986 nos habla de redes de reciprocidad basadas en la teoría del inercambio (exchange theory). Esta teoría supone que la interacción entre los individuos puede caracterizarse como intentos de maximizar recompensas y reducir costos. 20 Ya lo hemos mencionado en el Rol de abuelo/a 18 quiero mencionar que, familiarmente, del trabajo doméstico la mujer nunca se jubila, es decir, que si bien el trabajo de ama de casa es una categoría previsional más, la mujer no se jubila de la casa hasta que su dependencia la obliga. 8.1 Viudas. Al hablar de matrifocalidad y de la condición de la mujer en la vejez, no podemos dejar de mencionar la existencia de un problema social que afecta a la mayoría de las sociedades como es el de las viudas. Estas están expuesta a mayores riesgos aún en los países desarrollados. De la aplicación del índice de vulnerabilidad21 se desprende lo siguiente: Los resultados parecen contradecir la idea tradicional de que las mujeres son más resistentes que los hombres y que viven en promedio más años que estos. Una explicación probable es justamente que por que viven más años lo que las coloca en una situación de vulnerabilidad biológica. A su vez, al enviudar quedan solas y, como el que trabajaba era el hombre, son más las viudas pensionadas que las jubiladas. Debemos mencionar que el monto de la pensión es inferior al monto de la jubilación lo que agrega un factor más que influye en el índice de vulnerabilidad. PROPORCIÓN DE ENCUESTADOS SEGÚN NIVELES DE VULNERABILIDAD Y SEXO. SEXO NIVEL 1 NIVEL 2 NIVEL 3 TOTAL M 56,8 35,5 7,7 100 F 44,9 45,5 9,5 100 TOTAL 50,1 41,1 8,8 100 Fuente: La situación de los ancianos en Argentina.1994. OISS. SSTE. “Los problemas de las viudas adquirirán una especial dimensión cuando por el aumento de la longevidad y la mayor mortalidad masculina, constituyan la mayoría de la población femenina anciana”22 9 Cambios en la familia a partir de la jubilación Para la mayoría de las personas la jubilación es un hecho esperable y se la experimenta con relativa ecuanimidad. Debemos asimismo advertir sobre el mito de la etapa postjubilatoria. Según indican algunos especialistas, es muy rara la visita al consultorio médico o psicológico a causa de la jubilación La mayoría de las personas que se jubilan realizan las mismas cosas que antes de la jubilación: comen, duermen, hacen el amor, charlan con amigos. La nueva estructura temporal les permite realizar actividades que no les era posible debido al trabajo. Esencialmente son las mismas personas ya que no se cambia de un día para el otro Cuando el marido se jubila, después de un tiempo de adaptación, el ritmo familiar sufre algunas alteraciones tanto en la vida cotidiana como en las relaciones sociales. Estas alteraciones no son necesariamente negativas. De pasar diez o doce horas fuera del hogar, se encuentra ahora todo el tiempo en casa tratando de ocupar el tiempo que mayormente lo aburre. Mira TV, escucha la radio, corta el pasto de su jardín o el del vecino intentando combatir el tedio o de encontrarle algún sentido a esta nueva forma de vida. Las relaciones familiares suelen sufrir algún desajuste como consecuencia de esta nueva realidad para la que no estaba preparado. 21 La situación de los ancianos en la Argentina. Op. Cit. Cap. X Resultado de la aplicación del índice de vulnerabilidad. Pág. 94 22 Asamblea Mundial sobre Envejecimiento. Viena 1982. Op. Cit. Pág 77. Las mujeres parecen vivir la permanencia del esposo también como una carga no pensada y deben hacer esfuerzos para mantener la armonía en el hogar. Esta conflictividad no aparece en todas las familias. Este proceso de adaptación a la jubilación también es un proceso que afecta diferencialmente a las familias. Contrariamente a lo que se sostiene, la transición del trabajo a la vida jubilada no está acompañada por impactos negativos en la salud. Para algunos geriatras la jubilación puede entrañar un mejoramiento de la salud. Al igual que la vejez, la jubilación afecta diferencialmente a las personas, quizás por que, como hemos dicho, la jubilación es parte de la vejez. Para aquellos hombres y mujeres que ocuparon una posición de prestigio y poder, la jubilación puede significar pérdida y su autoestima puede disminuir. Para los que han sido socializados en una ética del trabajo, una sensación de inutilidad social puede llegar a aparecer. Para la gran mayoría de los por mi entrevistados, la jubilación aparece como un descanso merecido de ese yugo virtual que es el trabajo en relación de dependencia, aunque extrañen algunas cosas del mismo. Lo que si aparece cuando uno se jubila son los temores. El principal temor es el que se relaciona con los ingresos monetarios. Estos disminuyen drásticamente poniendo, en algunos casos, la vida del jubilado en un delicado equilibrio. 10. Adaptación a la vejez Podemos entender la adaptación como uno de los pasos de la socialización.23 Esta no es sólo un proceso de inicio y aprendizaje de los roles sociales fundamentales sino que todos adaptamos nuestra conducta a nuevos elementos en el trabajo, en las relaciones sociales, en el ocio, etcétera. La adaptación social del viejo supone la aceptación de su nuevo rol (como viejo) y la acomodación a esta nueva realidad. Se realiza a través de los procesos de sustitución y reducción de actividades. En la sustitución se reemplazan las actividades perdidas por otras nuevas, por ejemplo, la actividad como miembro de la comisión directiva en un centro de jubilados. La reducción de actividades sucede cuando el viejo disminuye el número y la intensidad de sus ocupaciones. Notamos la pertinencia de las teorías de la actividad y la de la desvinculación en este apartado. La adaptación social ideal y satisfactoria incluye finalmente la asimilación entendida como la interiorización por parte del individuo de los valores sociales, los cuales incorpora permanentemente a su conducta, y la integración, última etapa de la socialización, que supone la interiorización total de los valores del grupo integrado. Debemos entender que el fenómeno de la adaptación en la vejez no incluye ni se agota en la asimilación y la integración. Un viejo puede estar muy bien adaptado a su condición y estar integrado parcialmente debido a su propio interés. No necesariamente debe querer integrarse totalmente a la sociedad de consumo y/o asimilar completamente sus patrones de conducta. El Estado y la comunidad deben estar presentes en los programas de ayuda e la vejez. Las políticas de bienestar social y desarrollo deben tomar consideración de los ancianos y de sus necesidades. De la amplia variedad de servicios que el Estado podría proveer se pueden identificar los siguientes: Asistencia a personas con problemas. Servicio de bienestar correctivos. Los que prevén la aparición de problemas sociales y adoptan medidas para evitar que se produzcan. Servicios de bienestar preventivos. Los que ayudan a crear condiciones que propicien el desarrollo positivo. Servicios de bienestar social de desarrollo de aptitudes.24 Los encargados de la formulación y puesta en práctica de las políticas con orientación social deben reconocer el talento y la capacidad de los viejos a fin de brindarles oportunidades para que continúen con su participación en la comunidad. La gerontología comprueba la relación existente entre vida activa e integración25 con la buena salud. Cuando más participa una persona y más integrado está, 23 Para socialización primaria y secundaria ver Berger P y Luckman Th. Op Cit. Según recomendación de la Asamblea mundial sobre envejecimiento. Viena 1982. Op.Cit. Pág 171 25 No confudir con la teoría de la actividad descrita oportunamente. 24 más tiempo permanece sano y esto se traduce en una disminución en el costo de la salud pública. Menos ancianos enfermos, menos medicalizados y menos internados, significa mayores recursos para aquellos que realmente necesitan recurrir al sistema de salud y un mejoramiento en la eficiencia del mismo. Por otro lado, no debemos subestimar el papel que deben cumplir las ONG´S y las organizaciones religiosas en la formulación y prestación de servicios sociales. Es menester entonces, que los encargados de ejecutar y planificar las políticas sociales alienten a los viejos a participar en organizaciones a fin de utilizar sus conocimientos y aumentar así sus sentimientos de integración y utilidad. Es pertinente mencionar que existen muchos y variados programas de asistencia social para la población senescente y que se refieren básicamente a la vivienda, a la salud, al ocio, a los servicios personales. Me interesa destacar la necesidad de desarrollar estos programas haciendo hincapié especialmente en los programas preventivos a fin de impartir tanto a los viejos como a los jóvenes conocimientos adecuados y suficientes en materia de cuidados preventivos relativos a la vejez. Consideraciones finales “Todo escrito tiene más autores que el que empuña la pluma y lo redacta.” Eduardo Rinesi He intentado, a lo largo de este trabajo, esbozar algunas ideas y conceptos que la sociología de le vejez viene desarrollando en lo pertinente a su ámbito de estudio. Debemos comenzar por resaltar la necesidad y utilidad de realizar estudios longitudinales (historias de vida) en la investigación gerontológica. Este tipo de estudios nos permite seguir las acontecimientos durante un gran trayecto de la vida de las personas y comprender mejor los procesos vitales por las que ellas transcurren. En primera instancia hemos descubierto que algunas de las crisis que afectan a este colectivo son ajenas a él. Los viejos no pueden participar en la solución de sus problemas o bien porque son impedidos o bien porque ellos mismos no se interesan. Es así entonces que una de las crisis que más los afecta sea la económica. El desarrollo, como lo entiende la economía26 en su versión mercantilista, tiende a crear un tipo especial al separar al viejo como no-productivo del resto de la población. De esta manera, se crea un subgrupo particular sobre los que se descargan los procesos margindores/excluyentes. Esta marginación es una de las señales de un desarrollo disfuncional que lleva en germen tensiones sociales que mañana serán difíciles de solucionar. El desarrollo, en el sentido de un crecimiento deliberado de la economía, no contiene en si mismo ningún dispositivo interno de reajuste. Es deber del Estado, cualquiera sea la concepción que tengamos, evitar que se penalice a las personas más indefensas de la población, en particular a los viejos, quienes son víctimas de cambios contra los cuales les es muy difícil luchar. Los fines de la seguridad social así como el sistema previsional han colapsado y las expectativas demográficas junto con las de empleo, dos de las variables que definen todo el sistema, no aparecen halagüeñas. Los cálculos referidos al envejecimiento poblacional nos hablan de un sostenido crecimiento de la población mayor de sesenta y cinco años y el desempleo significa menor número de aportantes. Estas dos variables unida al aumento de la esperanza de vida (debida a los adelantos técnico-médicos, entre otros) suponen una mayor carga para los trabajadores o una disminución en los haberes previsionales. Es en este punto donde se deben aplicar políticas eficaces, coherentes e imaginativas que ayuden a los viejos a superar esta situación de dependencia económica. Creo que la imaginación tanto de los profesionales especializados y de los políticos debe aguzarse en busca de soluciones. El desarrollo del sector terciario puede acomodarse a una población que envejece. Este desarrollo va en el sentido de una sociedad post-industrial. Además, tiene la ventaja de permitir una adaptación a la necesidad de las personas y, en la medida que estas permanezcan activas, mantienen la demanda a un nivel relativamente alto. 26 Debería decir la econometría Por otro lado, la cuestión de los viejos no se resuelve simplemente con mayores recursos monetarios. El aumento del haber jubilatorio nos aparece como un acto de justicia y resolvería parte de los problemas, especialmente los relacionados con la subsistencia, pero no debemos creer que la problemática de la vejez en la ciudad se limita sólo a la dimensión económica. He apelado en este trabajo a un cambio de índole cultural. Se debe reconocer un rol social digno para los viejos, se debe fomentar una actividad social que modifique la consideración como clase pasiva, debemos crear juntos un nuevo rol para ellos y al hacerlo estaremos creando las bases para el desarrollo de nuestra propia vejez. No debemos olvidar que todos algún día seremos viejos. La vejez nos acompañará un largo trecho de nuestras vidas. Despreocuparnos de ella puede implicar una especie de suicidio colectivo. Debemos considerar la preparación para la vejez como una etapa importante para nuestro desarrollo como seres humanos íntegros. La colaboración de varias disciplinas científicas y asistenciales puede aportar muchísimo en esta cuestión. No debemos dejar solos a los viejos cuando están envejeciendo. Debemos aprender a convivir con ellos y la principal manifestación de la convivencia pacífica es el reconocimiento del Otro como igual a Nosotros, que en términos morales equivale al respeto. El colectivo expresado por los viejos está creciendo. La misma importancia de este factor determinará un cambio de comprensión de toda la sociedad para con ellos. Como fenómeno social presenta una condición novedosa que refuerza la necesidad de investigar la problemática que la afecta y las transformaciones sociales que induce. Debemos continuar estudiando los fenómenos relacionados con el envejecimiento humano a sabiendas que nosotros mismos, hoy jóvenes y adultos, nos beneficiaremos de los resultados. Este tipo de estudio, debe contemplar las diferencias que existen entre los países y aún, las diferencias regionales dentro de un mismo territorio. El fin de la escuela primaria, el fin de la escolaridad secundaria, dejar la casa de los padres, casarse, tener hijos, trabajar, lograr un título, la educación de los propios hijos, la jubilación, la menopausia, tener nietos, entre otros ejemplos, son los puntos decisivos normales, son los faros o mojones que se establecen a lo largo del ciclo vital de los seres humanos. Estos cambios no son por si mismo eventos traumáticos o críticos en la vida de las personas y su universalidad así nos lo demuestra. En algunas historias personales, estos eventos pueden generar una crisis, pero esta definición estará dada por la situación personal y especial de esa persona. Para finalizar, me parece muy importante encarar científicamente estudios que versen sobre la vejez. Existen varias disciplinas con tradición arraigada que pueden dar cuenta del fenómeno y colaborar para la solución de algunos de sus problemas. Los viejos del mañana ya han nacido. Es responsabilidad nuestra, como profesionales e intelectuales, demandar a la sociedad un lugar para los viejos a sabiendas que, al hacerlo, estaremos construyendo mejores condiciones para nuestra propia vejez. Gustavo Mariluz. BIBLIOGRAFÍA ALBA, Víctor: Historia social de la vejez. Laertes. Barcelona.1992 Asamblea mundial sobre el envejecimiento. Naciones Unidas. Viena. 1982. BARTHES, Roland. Mitologías. Siglo XXI. México 11ª edición. 1997. BEAUVIER, Simone: La vejez. Sudamericana. 1970. BERGER, Peter y LUCKMANN, Thomas: La construcción social de la realidad. Amorrortu. Buenos Aires. 1986. BOURDIEU, Pierre: Sociedad y Cultura. Gedisa. Barcelona. BROCKLEHURST, J.C: Tratado de clínica geriátrica y gerontológica. Ed. Panamericana. Argentina. 1975. 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