Fundamentación sociológica Desde el punto de vista de la Sociología, la formación de la personalidad se asocia a las fuerzas motrices del funcionamiento de la sociedad, a la direccionalidad de su movimiento, a la finalidad de las conductas sociales, sean éstas las de la sociedad en su conjunto o de determinadas comunidades, a partir del carácter multiétnico y pluricultural que se expresa como punto de equilibrio y proceso transformador en la sociedad venezolana. En la introducción de la obra Tratado sobre luces y sobre virtudes sociales, Simón Rodríguez revela el carácter popular que le otorga a la educación en la que el sector público, según su opinión, debe jugar el papel fundamental al expandirla. Por tal razón, el Gobierno debe asumir las funciones de “padre común en la educación, generalizando la instrucción”. Simón Rodríguez insiste en la masificación de la instrucción en los niños a fin de vencer las tinieblas y generalizar las luces y virtudes, haciendo estas del dominio público, es decir, extendiéndolas a todos y todas, para que cumplan una función social. Esto se evidencia en la siguiente cita: “El hombre no es ignorante, porque es pobre, sino al contrario. Generalícese la instrucción de la infancia [y] ¡habrá luces [y] virtudes sociales!. Luces, virtudes hay… Pero… lo que no es general, no es público!, ¡lo que no es público, no es social!” La educación defendida por Simón Rodríguez se distingue por su carácter social, popular e igualitario, gratuito y obligatorio, público, experimental y nacionalista; expresado en: - Social, la educación es concebida como un elemento fundamental para la construcción de la nueva sociedad. - Popular e igualitario, radica en que la educación debe beneficiar a todos y todas. - Gratuito y obligatorio, por considerar que la sociedad no sólo debe poner al alcance de todos la instrucción, sino que está obligada a procurar los recursos para su implementación. - Público, siempre se mostró inclinado hacia la instrucción pública, fundamentada, organizada y financiada por el Estado. - Experimental, recomienda la incorporación de las ciencias útiles, prácticas en lugar de ciencias como teología, filosofía, derecho y medicina. - Nacionalista, sustituye el latín por el quechua, el cual abre el sentido nacionalista de la escuela robinsoniana. El pensamiento educativo robinsoniano4 presenta, entre otras, las siguientes características: • La importancia de la sociedad civil para el desarrollo de la República. • La importancia de la escuela para la consolidación nacional. • Sus praxis de la educación por el trabajo. • Su idea de enseñar a aprender. • Intencionalismo. • Creatividad y originalidad. • Concepción de la política como servicio público. • Pensamiento humanista, utópico y su praxis, orientados al logro de una sociedad más participativa, cooperativa y solidaria. Como lo afirma Rosario Hernández (2001), el pensamiento robinsoniano propone una escuela para la vida comunitaria, con el objetivo político estrechamente articulado a la formación de un ciudadano para una sociedad que se debate e intenta construirse sobre la base económica, científica y tecnológica, orientada por políticas nacionales. En las ideas sociológicas acerca de la educación en la obra de Bolívar se encuentran, entre sus fundamentos, los siguientes: a) aVisión integral de la educación: que va desde los conocimientos de la formación de la persona hasta la moral. Si bien son necesarios los conocimientos científicos, el hombre es un ser social y requiere de los buenos modales para vivir en la sociedad con sus semejantes. b) La educación para las niñas de todas las clases: como base a la educación de las familias. Luis Beltrán Prieto Figueroa6 es otra de las figuras centrales que nutre el pensamiento educativo bolivariano. Su tesis del Estado docente, presentada en la Convención Nacional del Magisterio, en la ciudad de Valencia en 1943, resume que en un país cualquiera, en una época cualquiera, es inconcebible que el Estado deje abandonada al capricho de las actividades particulares la orientación y formación de la conciencia de los ciudadanos. Prieto concebía la educación como un fenómeno colectivo, regido por normas establecidas por un grupo social, expresado como una totalidad y es por ello que el Estado determina los medios para satisfacerla. La educación es una función eminentemente pública, asignada por el Estado y la colectividad, que busca la formación del educando en correspondencia con el concepto general de ciudadano, de acuerdo con los intereses estadales como un ser humano con determinadas características. Una educación para la formación integral del hombre con énfasis en el desarrollo humanístico y acorde con un contexto social específico fue el ideal del maestro Prieto Figueroa, por el cual llevó a cabo luchas constantes en el campo de la educación. Correspondió al maestro definir un proyecto educativo para formar hombres libres con herramientas para desarrollarse económica y socialmente, lo que manifiesta la lucha contra un sistema que había excluido a un grupo de menor ingreso, manteniéndolos al margen de la sociedad del conocimiento y recluyéndolos dentro del analfabetismo. Supo definir una nueva idea de lo que debía ser la educación en el país y del papel del Estado como actor docente en la construcción de una sociedad más equitativa y democrática. Apostó a una Venezuela revolucionaria gracias a un nuevo modelo educativo, proyecto que se vio interrumpido por la dictadura que le envió al exilio por un período de casi diez años. Una mención imprescindible en el ámbito universal es el aporte del sociólogo francés Emile Durkheim, quien sentó las pautas de un concepto de educación, centrado en la necesidad de socializar al individuo. Para él la educación es una institución social, que aparece estrechamente vinculada con el resto de las actividades sociales y la define como la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Señala que el objetivo fundamental de la educación es precisamente el hacer social al individuo, que el medio social tiende a moldear al niño a su imagen, y que padres y docentes son los representantes o intermediarios en la conformación de esa imagen. Esta noción ha trascendido en el tiempo en el pensamiento pedagógico y sociológico y, de una manera u otra, ha sido asumida por muchos autores contemporáneos. El especialista Juan C. Tedesco plantea que no es hasta comienzos del siglo XX cuando la educación en cualquier sociedad estuvo siempre llamada a socializar a las nuevas generaciones; lo que implica prepararlas para vivir en sociedad y juntos; además, responsable de formar al ciudadano, a la persona en tanto individuo, capaz de cumplir funciones cívicas y dotado de un conjunto de valores, que le permitieran convivir socialmente con el resto de sus semejantes. Concibe la educación como una actividad sistemática, efectuada desde la escuela y orientada a formar a las personas en su condición de ciudadanos y ciudadanas. El doctor en Ciencias Filosóficas José R. Fabelo Corzo expresa que “educar significa socializar, es decir, transformar al educando en un ser social, en parte constitutiva de una comunidad humana particular, paso imprescindible y único modo posible para hacerlo representante y partícipe del género humano”.