La larga sombra de un vertido, el caso Exxon Valdez La larga sombra de un vertido, el caso Exxon Valdez El vertido de petróleo de un barco de Exxon fue la mayor crisis ambiental protagonizada por la actividad de una empresa El Exxon Valdez es uno de los buques petroleros más conocidos del mundo. El 24 de marzo de 1989 el petróleo que trasportaba se derramó al mar frente a las costas de Alaska generando un desastre ecológico de dimensiones desconocidas hasta el momento. El nombre del barco quedó para la historia y su propietario, la empresa Exxon Mobil, aún no ha conseguido dejar atrás las consecuencias del vertido. El 23 de marzo el barco petrolero Exxon Valdez recorría el Estrecho de Valdez y al superar este paso encontró en su trayectoria icebergs. Joe Hazelwood, capitán de la nave, ordenó desviar el barco para rodear el hielo, sin embargo, por motivos que aún no han sido esclarecidos, el Exxon Valdez acabó impactando en los primero minutos del 24 de marzo con el arrecife de Bligh en la bahía de Prince Wiliam. La bahía de Prince William se encuentra en el Golfo de Alaska, al Este de la península de Kenai, y la mayor parte del territorio que la rodea pertenece al Bosque Nacional de Chugach, uno de los más grandes de Estados Unidos. El lugar constituye un área de alto valor ecológico, un paraje idílico en la fría Alaska y una zona de muy difícil acceso a la que sólo se puede llegar en helicóptero o en barco. El Exxon Valdez, que transportaba 1,48 millones de barriles, derramó 37.000 toneladas de petróleo al mar bañando de marea negra 2.000 kilómetros de costa en Alaska. Para dar una visión de la dimensión del vertido baste recordar que el Prestige vertió 20.000 toneladas que alcanzaron 190 kilómetros de costa. La lucha contra el vertido se convirtió en una batalla colosal que puso a prueba, no sólo a Exxon Mobil como responsable del derrame, sino a la Administración norteamericana que nunca se había enfrentado a una tragedia ambiental de estas características. La Guardia Costera de los Estados Unidos asumió el mando de las actividades de limpieza y se coordinó con personal de las agencias federales, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA). Además, se trasladaron especialistas del Instituto Marino Hubbs de San Diego, y del Centro Internacional de Investigación Aviaria de Berkeley, ambos situados en California. Por su parte, Alyeska, la asociación que representa a las siete compañías petroleras que operan en Valdez, incluida Exxon, asumió la responsabilidad de la limpieza en coordinación con las autoridades y abrió un centro de comunicaciones de emergencia en Valdez y en la ciudad de Anchorage. En total más de 11.000 personas, 1000 barcos y 100 aviones trabajaron durante más de cuatro veranos para recuperar la zona. La respuesta de Exxon Exxon Mobil reaccionó inmediatamente para evitar mayores daños en su reputación. Con el fin de compensar a aquellos que habían recibido un impacto económico mayor la empresa pago 300 millones de dólares como indemnización inmediata y voluntaria a miles de ciudadanos y empresas de Alaska. En los años que duró la tarea de limpieza Exxon gastó 2.200 millones de dólares en este cometido, además de financiar numerosas investigaciones para valorar la recuperación de la zona. A nivel legal, se produjo un acuerdo extrajudicial entre el estado de Alaska, el Gobierno de los Estados Unidos y Exxon por el cual se establecían varios cargos penales y demandas civiles contra la empresa, al tiempo que también se establecía una responsabilidad civil para Alyeska. 1/3 La larga sombra de un vertido, el caso Exxon Valdez Exxon fue condenada a pagar 150 millones de dólares, la mayor multa impuesta hasta el momento por un delito ecológico a una empresa. El tribunal condonó 125 millones de multa en reconocimiento por la cooperación que Exxon había demostrado tanto limpiando la zona afectada como indemnizando a cientos de particulares. El resto del dinero pendiente fue donado a instituciones sociales. En cuanto a los cargos penales, la petrolera aceptó pagar a 100 millones más por los daños causados a la pesca, la vida salvaje y la tierras de la región afectada. Por último, en respuesta a su responsabilidad civil en los hechos, Exxon tuvo que pagar 900 millones de dólares en diez plazos. El último de los pagos se realizó en septiembre de 2001. En total 1.025 millones de dólares que se sumaban a los 2.500 pagados en las tareas de limpieza y en las indemnizaciones previas a la resolución judicial. El coste para la región se ha estimado en 2.800 millones de dólares. Como consecuencia del vertido del Exxon Valdez el Congreso de los Estados Unidos aprobó en 1990 la Oil Polution Act, una ley específica para afrontar y prevenir los vertidos de petróleo. La nueva legislación supuso un endurecimiento de la regulación para cargueros, propietarios y operadores del transporte de petróleo por mar, además de la creación de un fondo público para reaccionar ante este tipo de desastres. La vida tras el vertido Como en el caso de Galicia con el Prestige, la bahía de Prince William aún intenta recuperar todo su esplendor perdido. Los desastres ecológicos dejan un rastro muy difícil de borrar. Las tareas por recuperar el entorno dañado parecen interminables y el anhelo por volver a ver la postal de nuestro recuerdo un imposible. Parece que nada podrá volver a ser exactamente como antes, se ha cometido un daño muy difícil de subsanar y olvidar, especialmente, en el corazón de los que convivieron con aquel lugar irrepetible. Así, dieciocho años después del vertido la crisis aún no está totalmente zanjada. Exxon sigue protagonizando titulares de periódicos debido a este asunto y mantiene causas abiertas en los tribunales. Uno de los aspectos de la polémica se encuentra en el grado de recuperación de la bahía de Prince William. La EPA reconoce que el rescate de la fauna salvaje fue lento. Afirma que los recursos necesarios para este objetivo no llegaron con la suficiente velocidad. Según los investigadores de la Universidad de Chapel Hill en Carolina del Norte, Estados Unidos, en los primeros meses posteriores al vertido murieron 250.000 aves, miles de mamíferos y organismos marinos. La Guardia Costera dio por finalizadas las tareas de limpieza en 1992 y desde entonces la zona permanece bajo el constante análisis de distintas entidades tanto gubernamentales, civiles como científicas financiadas o no por Exxon. La compañía afirma que actualmente el medio ambiente de la bahía es ?sano, robusto y próspero?, rechazando como falso el argumento de los grupos ambientalistas que denuncian que el daño ecológico en la zona sigue siendo ?severo?. En 2003 la revista Science publicaba un estudio de la Universidad de Chapel Hill en el que se señalaba que aún persistía petróleo en ?cantidades sorprendentemente grandes? en la subsuperficie del Océano Pacífico. El Patronato del Vertido del Exxon Valdez, organismo formado por miembros de la Administración del estado de Alaska para supervisar la recuperación de la bahía, informa de que sólo seis especies se han recuperado totalmente después del vertido. Exxon rebate las afirmaciones en este sentido y defiende que la recuperación del entorno se basa en ?reestablecer las salud biológica de la comunidad y la presencia y el funcionamiento normal de las plantas y la fauna de esa zona?. Pretender regresar a las condiciones exactas de la bahía antes del vertido según la empresa ?no es realista?. Precisamente este debate mantiene viva una demanda del Gobierno de los Estados Unidos contra la empresa por 100 millones de dólares. En 1991 cuando Gobierno y empresa llegaron a un acuerdo que establecía una multa para la petrolera de 900 millones de dólares, la Administración americana se reservaba el derecho de reclamar a Exxon 100 millones más si en el futuro se demostraban daños ecológicos no previstos en el momento del acuerdo. Para el Gobierno los estudios demuestran que en las playas de la bahía permanecen residuos de petróleo que, fuera de lo previsto, continúan siendo tóxicos y generando un impacto en los recursos naturales. 2/3 La larga sombra de un vertido, el caso Exxon Valdez Mientras la compañía se resiste a aceptar este nuevo pago que elevaría la factura total del incidente Exxon Valdez a más de 3.600 millones de dólares. Argumentan que, si bien reconocen la existencia de residuos de los que había constancia 1991, no existe evidencia científica que demuestre que ese petróleo puede dañar a la población o los animales. Exxon ha procurado mejorar su gestión y disponer los recursos necesarios para evitar volver a ser la protagonista de un desastre ecológico. Afirma haber modificado las rutas de sus cargueros, invertido en nueva tecnología, formado a su personal y organizado un sistema de gestión en prevención de incidentes que incluye a 1000 empleados implicados en equipos de respuesta ante vertidos. De este modo, uno de los indicadores que cada año destaca la empresa en su Informe de RSC es su tasa de reducción en derrame de petróleo y asegura que esta tasa se reduce a una media del 10% cada año desde 2000. Sin embargo, desde 1989 su nombre arrastra la marca del Exxon Valdez y sigue sufriendo un gran desgaste público por este motivo. Obligada a convertirse en un paradigma en la prevención de vertidos, hace difíciles equilibrios con la naturaleza de un producto, el petróleo, esencialmente contaminante y con las exigencias de un negocio muy lucrativo pero socialmente cada vez más polémico. Para más información: www.valdezscience.com www.exxonmobil.com www.pws-osri.org www.evostc.state.ak.us responsables.biz © CCOO SERVICIOS 2015 Logos y marcas propiedad de sus respectivos autores Se permite la reproducción total o parcial de todos los contenidos siempre que se cite la fuente y se enlace con el original 3/3