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MAX WEBER Y LA SOCIOLOGÍA COMPRENSIVA
Lic. y Prof. Silvia Marcela HURTADO
Síntesis biográfica
Max Weber (nace en Erfurt en1864 y muere en Münich en 1920) de
nacionalidad alemana, perteneció a una familia burguesa donde las prácticas
de la abogacía y la política, por parte de su padre, y de la industria textil, por
parte de su tío, le permitieron estudiar las cuestiones económicas en su
ascendencia familiar.
Su formación amplísima en el campo del Derecho, de la Historia y de la
Economía, el manejo de datos de distintas culturas y épocas históricas, dan a
su obra un carácter singular. Trabajó en las universidades de Friburg, Berlín y
Heidelberg, donde ocupó la cátedra de Economía Política por muchos años. Su
holgada situación económica le permitió realizar numerosos viajes (a Italia y a
Estados Unidos, entre otros).
Hacia 1909 funda con Georg Simmel y Werner Sombart la Asociación
Alemana de Sociología. Participa como director de numerosas publicaciones y
dirige grupos de investigación en la universidad. Además de las lenguas
clásicas, las romances, el inglés, el hebreo aprende el ruso, lo cual le permite
servirse de documentos y estudios en esa lengua para realizar trabajos sobre
la política de Rusia.
Su tendencia a apasionarse por causas impopulares en su ambiente
social y a criticar abiertamente las posiciones con las que disiente, es una de
las características de su personalidad que continuamente lo comprometen en
querellas o en duelos por motivos de honor.
Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, Weber responde con pasión
patriótica al inicio de las hostilidades y va siguiendo los sucesos. Inscripto en el
Partido Democrático Alemán protestó contra la irrestricta guerra submarina.
Tomó parte a favor de las negociaciones internacionales por lograr la paz y por
ello interviene en la preparación de la llamada Constitución liberal de la
República de Weimar, fase que condujo al Tratado de Versailles (final de la
guerra).
En 1918 acepta una cátedra en la universidad de Viena, pero al año
siguiente lo convoca la de Münich donde desarrolla actividades de enseñanza
sin abandonar las actividades políticas y la publicidad. Allí lo encuentra la
muerte (a los 56 años) debido a una fuerte pulmonía, sin poder acabar una
serie de investigaciones. Su esposa Marianne Weber
va a trabajar
intensamente con sus borradores para publicar una serie de obras póstumas y
escribir su biografía.
Principales aportes
Tuvo gran influencia en la institucionalización de la Sociología en
Alemania. Sus estudios pretendieron dar una interpretación exhaustiva de la
historia de la cultura. Por lo que exigía una objetividad del saber dentro de las
condiciones históricas en las que se da un hecho determinado. Su
preocupación por la sociología descriptiva lo llevó a realizar importantes
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trabajos sobre la sociología de la religión, en donde estudió principalmente las
relaciones entre la religión y el ambiente socioeconómico. Fruto de estos
estudios es su libro: “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”. Pero se
considera como su obra fundamental: “Economía y sociedad” editada en 1922
en donde expone su pensamiento sociológico con mayor rigor intelectual.
Entre sus significativos aportes está el método comprensivo (vertehen)
que consiste en colocarse imaginativamente en lugar del otro. Con esta
apreciación el enfoque de los fenómenos sociales gana en profundidad de
análisis. Por otra parte, con su defensa de la necesidad de objetividad y
neutralidad de la Sociología, señalando los tortuosos caminos para conseguirla,
se resalta la necesidad de superar el etnocentrismo en las ciencias sociales.
Weber dio una definición de Sociología que puede considerarse clásica,
centrada en el esfuerzo por estudiar la acción social, con vistas a dar una
explicación causal tanto de su funcionamiento como de sus efectos.
“es una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para de esa
manera explicarla causalmente en sus desarrollos y efectos”
O sea, que el objeto de la Sociología sería en último término la acción social,
que es exactamente la consecuencia de todo acto del hombre con una
significación subjetiva y en la que se tiene en cuenta el comportamiento de los
otros.
Weber se oponía a la idea positivista de que a una causa le sigue un
efecto, como argumento suficiente en la sociología; más aún rechazaba la idea
de que una causa comienza en un momento dado e identificable para el
investigador. Para él un efecto cualquiera se extiende hasta el infinito, es
definitivamente inconmensurable. A su vez la cadena de efectos posibles no es
menos infinita que la de las causas de cualquier fenómeno social. La realidad
es infinita en extensión y comprensión, sostenía, y jamás se podrá llegar a una
comprensión exhaustiva del mundo. La esencia de la crítica sociológica es
analizar la pluralidad de causas y, a posteriori, señalar el peso de cada una de
ellas. Pero, se debe saber que esta distribución de pesos es siempre
provisoria.
Su metodología para estudiar la religión, los partidos políticos, la vida
económica, la burocracia, las clases sociales, etc. abre camino original en la
investigación social, denominada posteriormente como microsociología, por la
facilidad de separar los fenómenos que permite un acercamiento a la vida
cotidiana.
Este autor sostenía que la influencia de las ideas y los valores sobre el
cambio social es tan relevante como las condiciones económicas. Entre sus
diversos intereses cabe destacar el estudio de la sociedad y la cultura
occidentales en comparación con las otras sociedades y, por ello, dedicó
numerosos estudios a las sociedades de China tradicional, India y los países
del cercano oriente. De todos ellos se derivan muy importantes aportes a la
sociología de las religiones.
Otro de los intereses centrales de la obra de Weber es el estudio de la
organización social de occidente y en especial, el análisis de la burocracia., una
organización a gran escala dirigida y manejada por funcionarios expertos cuyas
decisiones se ponen en práctica sin consultar a quienes son afectados por
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ellas. Esto le brindó un diagnóstico sombrío: la sociedad moderna y capitalista
avanzaba en el perfeccionamiento de los procedimientos “racionales” en todos
los ámbitos de la vida social. Pero detrás de la eficiencia del racionalismo,
Weber veía egoísmo y afán de lucro, monotonía y desencantamiento de la vida.
El concepto de acción social
A diferencias de Durkheim, Weber tiene una concepción centrada en el
individuo y no en la sociedad. No se puede aplicar una ley general o universal
en el análisis sociológico, sino que la explicación parte de la sociedad como
una realidad histórica con elementos particulares. Por lo tanto Weber niega
toda esencia o regularidad que explique la multiplicidad de fenómenos sociales.
Weber puso como centro de la sociología a la acción social y no a los
hechos, es decir introdujo la dimensión subjetiva de los actores sociales, sus
intenciones y motivos. Su punto de partida es la comprensión de la cultura, que
es la que les da sentido a las acciones humanas. Weber piensa a la sociedad
como una realización práctica de los actores; una trama de acciones
individuales. De allí que es clave en su teoría el concepto de acción.
Intenta interpretar la “acción social” como una acción con sentido, ya que
aunque resulte obvio aclararlo, toda acción está dirigida hacia otros actores
sociales y tiene una direccionalidad. Así, pues, Weber entiende a la sociedad
como el resultado de acciones sociales realizadas por individuos y
subjetivamente orientadas en relación con los otros. Es decir que los
individuos actúan con una intencionalidad. En realidad lo que le interesa a
Weber es aproximarse a la motivación de los múltiples individuos que actúan
en la sociedad.
Le interesaba la dimensión subjetiva de las conductas humanas, es
decir, el significado que las acciones tienen para las personas que las realizan.
Según este autor, algunas de las acciones que llevan a cabo los individuos son
sociales, mientras que otras no lo son, he aquí su aporte: el concepto de acción
social.
La acción humana es la conducta a la que el individuo actuante concede
un significado subjetivo, interno. Cuando la conducta con significado está,
además, orientada hacia otras personas, esta conducta se considera una
acción social.
Por lo tanto las características que diferencian a una acción social de
una que no lo es son:
 El otorgamiento de significado subjetivo
 La orientación hacia otras personas
Se dice que una acción es social cuando la persona, en su actuación,
toma en cuenta las expectativas y las respuestas que las otras personas
pueden tener al respecto. Por ejemplo una mujer va a comprar un tren
eléctrico de regalo para su hijo. Ella está realizando una acción social porque
compra un juguete que sabe que su hijo desea. Para esta mujer el significado
subjetivo, interior, es comprar un objeto porque el lo desea. Esta es su
intención, el objetivo de su conducta. Entonces, la acción que realiza (comprar
el tren) es social porque está dirigida a otra persona, su hijo.
Acciones no sociales son los siguientes ejemplos:
- las conductas de manipulación de objetos (encender una estufa)
- los diálogos que cada uno mantiene consigo mismo, sus sueños, etc.
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las conductas realizadas por muchas personas simultáneamente (todos
los transeúntes abren sus paraguas cuando llueve)
- los comportamientos por imitación (los gritos de los asistentes a un
partidos de fútbol)
La acción social, según Weber, es un comportamiento intencional,
premeditado, que se dirige a otros individuos. Por ejemplo un docente desea
saber si sus alumnos han comprendido su explicación sobre las guerras
napoleónicas y pide a los alumnos que confeccionen un mapa con las mismas.
El objetivo del profesor, expresado en su acción, es evaluar la claridad de su
explicación y la comprensión por parte de sus alumnos. Su acción es solicitar
la elaboración de un mapa, y es social porque está dirigida a otras personas,
los estudiantes.
Las personas despliegan su acción social en una determinada situación
social dentro de un contexto definido. Entonces, al analizar una acción social se
pueden diferenciar varios componentes:
 Las condiciones de la acción: es la situación en la que se encuentra el
actor social dentro de un contexto y que constituye el marco para el
desarrollo de su comportamiento.
 Los instrumentos de la acción: son los medios disponibles para realizar
la acción; pueden ser objetos materiales, otras personas o alguna
cualidad o característica de la misma persona que realiza la acción que
le es útil para lograr su objetivo. Algunos medios son más adecuados
que otros para alcanzar el fin que el actor propone, porque facilitan llegar
a los resultados que el actor social espera.
 La finalidad de la acción: es el objetivo que espera lograr el actor son su
comportamiento, con su acción.
Toda acción social tiene una parte observable y otra no observable. El
aspecto que se ve es la conducta o comportamiento del actor social., mientras
que el aspecto que no se ve es el significado que esa acción tiene para el
actor, que el observador puede deducir de la situación.
Las personas cuando perciben la acción de un individuo, deducen un
significado de esa acción que puede ser el mismo que le otorga el actor social
o un significado distinto. En muchas oportunidades, esta diferencia genera
problemas en las relaciones entre personas.
Los siguientes son ejemplos de diferentes tipos ideales de acciones
sociales:
- los jóvenes, varones y chicas, suelen saludarse con un beso
- un muchacho le grita enojado a su hermano menor porque éste usó su
campera nueva sin avisarle.
- Una mujer ayuda a un joven ciego a cruzar la calle
- El empleado que quiere ser promocionado en su trabajo hace un curso
de capacitación
La principal diferencia entre las acciones sociales de estos ejemplos radica en
la relación que existe entre el objeto de la acción y los instrumentos elegidos
para conseguirlo.
En el primer caso, los jóvenes que se dan un beso como parte del
saludo aunque no sean amigos, lo hacen así por costumbre, sin pensarlo, en
forma automática. La mayoría de las acciones que realizan las personas en su
vida diaria son de este tipo y se denominan acciones sociales basadas en la
costumbre (tradicional).
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En el segundo ejemplo, el objetivo del muchacho es expresar su
disgusto. El medio elegido, los gritos, es de origen emocional por eso se llama
acción social afectiva.
En el tercer ejemplo, el objetivo de la acción es ayudar al ciego a cruzar
la calle, expresando su solidaridad con una persona que tiene dificultades. La
solidaridad es un valor; el medio usado racionalmente, es acompañarlo a
cruzar la calle tomando las medidas necesarias para hacerlo con seguridad.
Este es un ejemplo de acción social basada en valores(o con arreglo a
valores).
En el último, el objetivo del joven es acceder a un mejor puesto de
trabajo (fin racional) y su medio es realizar un curso de capacitación (medio
racional), por ello este es un tipo de acción social racional en los medios y en
los fines (con arreglo a fines).
El cambio social
Max Weber dio importancia al desarrollo tecnológico que cambia la
economía de las sociedades; pero su perspectiva pone en relieve las ideas que
las personas tienen del mundo y deducir de estas ideas la clase de economía
que pueden tener las sociedades.
Los sistemas económicos y sus niveles de productividad pueden
explicarse atendiendo al modo en que los miembros de una sociedad “ven” el
mundo. Para desarrollar esta idea Weber comparó las sociedades tradicionales
con las sociedades modernas.
Por sociedades tradicionales entendía las sociedades unidas por un
conjunto de sentimientos y creencias que se transmitían de generación en
generación. La tradición era el referente, la guía de cualquier acción. Por tal
motivo, las sociedades tradicionales no tenían una visión del futuro, no estaban
interesadas en proyecto de mediano o largo plazo. Eran sociedades que se
reconocían mirando hacia el pasado: una acción era valorada como correcta o
incorrecta en referencia a los dictados de la tradición. Las acciones
tradicionales eran acciones cargadas de valor, de moralidad, de sentimientos
de fidelidad, derivados por lo general de creencias religiosas.
En las sociedades modernas, la tradición desaparece como la guía de
las conductas. En estas sociedades, fundamentalmente urbanas, la tradición
pierde valor como orientación para las acciones y las relaciones sociales. Al no
sentirse las personas parte de ninguna comunidad, los sentimientos de
fidelidad y el culto al pasado fueron perdiendo importancia como actitudes
centrales en la vida.
Según Weber, en las ciudades modernas los individuos toman
frecuentemente toman decisiones y actúan basados sobre la racionalidad con
arreglo a fines. Se pone así de manifiesto la aplicación de los tipos ideales de
la acción social planteados por Weber. Esta acción no está cargada de valores
morales, no descansa en algún dogma religioso, no responde a ningún
sentimiento de pertenencia comunitaria. Los individuos se vuelven
calculadores, previsores, interesados. Calculan que conviene hacer o dejar de
hacer para alcanzar sus objetivos propios.
La revolución industrial y el surgimiento del capitalismo eran las
evidencias más grandes de que, en realidad, fue la sociedad en su conjunto lo
que se racionalizó. El trabajo capitalista es racional desde varios puntos de
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vista: un contrato de trabajo, por el que el obrero recibía una remuneración
indigna, es la expresión final de los cálculos que hizo el contratista con el fin de
acumular más riquezas; la organización espacial en las fábricas, donde cada
obrero ocupa un puesto fijo de trabajo, obedece a cálculos tales como aligerar
el ritmo de trabajo, impedir la comunicación entre lo obreros, ahorrar energía,
no despreciar materias primas.
La adquisición de conocimientos técnicos por parte de los obreros no
obedecía a incorporar saberes para el desarrollo personal, sino al fin de estar
mejor capacitados para la competencia en los lugares de trabajo, competencia
que podía dejar sin empleo a otros semejantes.
Desaparecidas las
comunidades con sus vínculos solidarios, en el capitalismo, las mismas
personas son vistas como medios o instrumentos para la concreción de sus
propios intereses.
El afán de lucro es el sentimiento que se ha despertado en los hombres
de las sociedades capitalistas occidentales. Se trata de un sentimiento que no
puede saciarse jamás. Por eso la acumulación de riquezas hace que las
sociedades capitalistas miren hacia delante, a diferencia de las sociedades
tradicionales.
Para Weber la sociedad moderna era una “sociedad de organizaciones” .
Advirtió que en el transcurso de pocos años, habían surgido numerosas
instituciones administrativas que tenían la función de “racionalizar”, de ordenar
muchos aspectos de la vida de las personas. Las oficinas de la administración
pública constituyen un ejemplo. Esto estaba neutralizando la capacidad
creativa de las personas, la vida humana estaba centrándose totalmente en el
cálculo y la racionalidad, en la eficiencia y el pragmatismo. Pensaba que el
mundo occidental, tan perfecto técnica y organizacionalmente, estaba
quedándose “sin espíritu” volviendo monótonas las vidas de los hombres.
La ética protestante y el espíritu del capitalismo
En 1904 Max Weber publica este libro. La obra indaga las razones por
las cuales el capitalismo se desarrolló exclusivamente en los países
occidentales: compara este desarrollo con los de otras sociedades como china,
India o Roma antigua y se pregunta por las causas del avance sustancial que
se produce en las economías europeas a partir del siglo XVII.
Sostiene que el deseo de acumular riquezas se encuentra en
civilizaciones muy diversas. La diferencia entre las distintas sociedades con la
occidental es la actitud de los comerciantes e industriales capitalistas. A esta
actitud Weber le llama “el espíritu capitalista” y consiste en una serie de
creencias y valores que apoyaban la acumulación personal de dinero no
utilizado para mantener un estilo de vida lujoso y ostentoso.
Para Weber , la religión configura “formas prácticas de conducta” que
condicionan las acciones de los hombres y también repercuten, en gran
medida, en la organización económica de las sociedades. El análisis específico
del régimen capitalista moderno se sintetiza en u na ética que subordina todo
en la vida al éxito.
Las reglas de la conducta y la ética económica del protestantismo
fueron, para Weber, el maraco espiritual propicio para el nacimiento del
capitalismo moderno. El sistema ideológico de la ética protestante no se vincula
a las “estructuras” del sistema capitalista, sino a su sistema de ideas, a su
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espíritu. La ética protestante que incluye el calvinismo induce a los sujetos a
trabajar para alcanzar la salvación. Así se valora el ser laborioso, el
aprovechamiento del tiempo, el aumento de la riqueza y el éxito económico, es
decir, el espíritu emprendedor y acumulativo. Según Weber, para el
protestantismo el afán de lucro queda así convertido en precepto divino. Esta
ética basada en la valoración del trabajo incesante tiene como consecuencia –
no buscada conscientemente por los calvinistas – la formación del espíritu
necesario para la expansión capitalista.
¿Qué es, según Weber, el capitalismo moderno?. Se trata de un
capitalismo orientado a la producción, que funciona por medio de empresas y
opera a través de mercado. Tiene las siguientes características:
 Capital fijo invertido en la producción de bienes de los cuales depende
la satisfacción de las necesidades cotidianas de las masas.
 Los medios de producción materiales y organizativos son propiedad
plena de los propietarios de capital
 Contabilidad racional del capital orientada al largo plazo a la producción
de ganancias y reproducción de ganancias.
 Orientación a las oportunidades presentes en el mercado
 Organización racional del trabajo y de la disciplina de la manufactura
 Tecnología racional.
Este sistema domina el horizonte económico moderno. El éxito de capitalismo
moderno se debe a su inigualada capacidad de racionalizar los procesos
productivos y distributivos, impuesta a las unidades económicas por la
necesidad de afirmarse en ele mercado, de remunerar a la mano de obra y a
los inversores.
El espíritu del capitalismo correspondía no sólo a autorizar moralmente
la aspiración de los individuos a la ganancia, sino también orientarla y obligarla
a expresarse a través de una actividad cotidiana. En general, este espíritu
debía ser considerado como un conjunto de reglas que se caracterizan por su
obligatoriedad que el individuo debía llevar a cabo para probar su fibra moral.
Esta ética había dependido también del carácter religioso y precisamente de la
reforma protestante que había permitido que las actividades económicas se
llevaran a cabo con una actitud moral más abierta a la innovación, más
enérgica y comprometida.
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