(3) Gundlach. -r- C A T Á L O G O DE LOS MAMÍFEROS CUBANOS. 233 rojado la semilla después de comida la parte carnosa. Diré de paso que ninguna especie de las conocidas hasta ahora en los Estados-Unidos come frutas, y que todas son insectívoras. Tenemos géneros que de dia se esconden en hendiduras, v. gr., Molossns, Vesperus, y otros que se cuelgan en cuevas, almacenes, etc., por las patas posteriores, quedando la cabeza hacia abajo, v. gr., Chilonycteris, Mormops, A.rtibeus, Phyllonycteris. Los individuos de una misma especie viven en sociedad; y si existen varias especies en una cueva, se observará que cada especie ocupa un paraje distinto en esas habitaciones tenebrosas. Respecto al daño ó utilidad para el hombre, se nota que el daño consiste casi únicamente en la destrucción de frutas, pero se puede también poner en cuenta que ensucian con sus excrementos, que esparcen un olor desagradable, no contando con el horror que causan los murciélagos á muchas personas cuando entran en los cuartos ó dormitorios. Utilidad prestan por la destrucción de numerosos insectos, y cuando vuelan durante algún tiempo en una habitación, hay seguridad de que han destruido una infinidad de mosquitos y de moscas. Las personas que han visitado cuevas grandes, habrán notado en los salones habitados por millares de murciélagos un piso blando, aveces convexo. Este pisó está formado por los excrementos de los murciélagos; y como en la parte más alta del salón duerme mayor número de ellos que en los lados, ha caido en el centro del suelo más estiércol que en las orillas. Estos excrementos son, pues, una especie de guano, y se han hecho pruebas de usarlo como abono en iügenios y en vegas: el resultado ha sido satisfactorio. Aunque la isla de Cuba sea tan pobre en animales mamíferos indígenas de otros órdenes, tiene sin embargo un gran número de especies de murciélagos en comparación con otras tierras. El Dr. Alien, en su Monografía de los murciélagos del Norte de América (que forma parte de las Smitksonians Miscellaneous Collections), enumera en 1864 solamente veinte especies para todo aquel vasto territorio, cuando la isla de Cuba me ha ofrecido hasta ahora igual número de especies, que todas he podido observar en la parte occidental desde Cárdenas hasta San Cristóbal, porque las especies observadas en las otras partes de la isla eran las ya conocidas.