DOCUMENTO DE TRABAJO (No citar). LOS APRIORI Y APOSTERIORI: EN EL CONOCIMIENTO CIENTIFICO DE LA CONTABILIDAD. Preparado por: Edgar Gracia López1 Introducción. Parte de los desarrollos de la Contabilidad se sustentan en versiones que tienen que ver menos con razones filosóficas y de filosofía de las ciencias, y más con posturas relacionadas con visiones que adscriben los argumentos contables a criterios convencionales y de regulación derivada del imperio de la norma. En esta dinámica las contradicciones se han hecho presentes identificando una problemática que tiene relación con la racionalidad social y la científica. En los cauces de desarrollo de la contabilidad se logran establecer dos vertientes, claramente deslindadas, aquella que se relaciona con las posturas regulativas y otra que ha intentado recorrer los senderos de la fundamentación científica. En el campo de la regulación al identificar este proceso, se establece que las derivaciones obedecen a los contenidos demandados por interpretaciones más del corte jurídico que económico. En este sentido la contabilidad recorre los lugares de la institucionalización, la norma y el campo de la legitimidad política marcada por la presencia de intereses disimiles y contradictorios. Desde el campo de los fundamentos científicos, la contabilidad ha trasegado intentando digerir y conectar para su construcción y reconstrucción, con diversas corrientes metodológicas inaugurándose especialmente desde el siglo XX una tendencia de construcción teórica de la que aún—por su juventud, no se conocen los efectos. En este plano, se inscriben desarrollos que han tenido que ver con la axiomatización, la formalización de contenidos, el lenguaje y categorización de la ciencia contable. Por supuesto en el plano de la ciencia son variados los matices que se asumen, comprendiendo que con la ciencia moderna se desarrollan atributos relacionados con el 1 Miembro Académico del Centro de Investigaciones Contables, C-Cinco. control, la comprobación y la verificación. De facto, los factores relacionados con la medición y la concepción de la misma tomaron relevancia en la determinación y control de los objetos del mundo. La contabilidad que no escapó de estas determinaciones también ha pretendido la formalización de un cuerpo científico de conocimiento donde exista coherencia entre los objeto(s), el método, los conceptos y las categorías en relación con un saber que pretende (así parece) su clasificación desde el marco de la racionalidad científica. Desde luego en este escenario de la racionalidad científica, la contabilidad se debate entre el análisis de los hechos y la síntesis de los mismos, pues como afirma el profesor Pérez Soto, la racionalidad científica se caracteriza históricamente porque es una racionalidad analítica y atomista y la razón moderna es muy eficiente en el análisis y es siempre poco eficiente en la síntesis (1998: 164). En el marco de las discusiones sobre la racionalidad científica, la estructuración de teorías, el alcance del método, las metodologías empleadas, se encuentra la razón. Los argumentos y desarrollo Kantianos se muestran como aquellos que en grado sumo permiten explicar la disyunción entre subjetividad y formalismo, al parecer las dos direcciones fundamentales que históricamente se han presentado en la interpretación de lo a priori (SIERRA: 87). En tal sentido se justica el objetivo de: caracterizar desde el conocimiento, los apriori y a-posteriori que posiblemente se evidencien en la construcción de las teorías contables, permitiendo elaboraciones argumentadas sobre la naturaleza y alcance, de este especial saber. El Problema. En la actualidad continúan los debates sobre la contabilidad normativa y positiva, asunto que seguirá prevalente en las discusiones del presente siglo. Por supuesto en este debate se generan tensiones entre quienes defienden una u otra posición de la contabilidad. En este marco de discusiones, las vías metodológicas y metódicas sobre la construcción de las teorías contables se han visto fuertemente implicadas y cuestionadas, tanto, que caracteriza una especial problemática que se puede resumir como: la tensión entre lo cognoscitivo y lo epistemológico de la contabilidad. Desde luego, en el marco de los desarrollos positivos y normativos de la contabilidad se descubren racionalidades a la hora de las argumentaciones, las que hablan sobre el tipo(s) de pensamiento que acompaña actualmente a esta disciplina del conocimiento. Por una parte, una forma racional que prefija lo que se supone “debe ser” la contabilidad. En este pensamiento, las hipótesis como formulaciones deductivas prefijan los contenidos y regiones que observa y acota el saber contable. En este sentido, no se acepta nada de la contabilidad que no obedezca a las determinaciones expuestas desde el entendimiento. Por esta vía, la racionalidad de la disciplina—parece, se adhiere a formalizaciones que evidencian patrones ligados a intereses de comportamiento del sistema social, en especial de las regularidades y comportamientos del capital. En buena medida, la racionalidad hipotético-deductiva que acompaña a la contabilidad, evidencia sentidos e intereses adscritos principalmente a la lógica de reproducción de las condiciones del capital, basadas en relaciones de propiedad privada. Esta racionalidad se evidencia en la estructura lógica que asumen los modelos contables como aplicaciones teóricas. El modelo de contabilidad nacional, por ejemplo, expresa relaciones funcionales entre los gastos y los ingresos, las financiaciones e inversiones, la determinación del producto interno de la nación y la forma como se distribuyen los excedentes de explotación; cálculos que se establecen desde objetivos que no tienen relación con posturas derivadas desde la concepción de patrimonio social y humano. El modelo contable de empresa igual registra deficiencias al no considerar de entrada la naturaleza y contexto de la sociedad a la que entrega informes y resultados. En el marco de esta racionalidad— parece, la contabilidad responde a finalidades referidas al control del dato por parte de la economía, limitando drásticamente sus formas de representación las que en la vía de la expresión sólo asumen una caracterización formal. Por otra parte, una forma racional que se relaciona con la presencia de prácticas contables en relación con las prácticas de gestión de las empresas. En este escenario, los artefactos de la contabilidad y desde lo empírico, intentan la construcción de conocimientos que respondan realmente al entorno en el marco de contextos caracterizados por el conflicto y los intereses particulares. La contabilidad desde la óptica del control es un buen ejemplo de las múltiples intenciones que se tejen a la hora de decidir sobre los asuntos del comportamiento de riquezas y patrimonios. En este sentido la contabilidad política trata de aquellas prácticas contables que en relación con la gestión apalancan la producción, distribución y consumo de riquezas y patrimonios considerados. En el marco de las racionalidades formales (hipotético- deductivas) y de prácticas sociales contables (contexto y entorno) se encuentra enredada la postulación y sentido que se le otorga a la razón y el razonar. En estos aspectos, se trata—como lo afirma Jürgen Habermas, de litigar contra la razón misma con el objetivo de descentrar ciertos arquetipos o estructuras conceptuales que reciben el valor exclusivo de verdad desde la posición explicativa del entendimiento estrictamente Kantiano. Al respecto, se abre el abanico de postulaciones entre al menos dos maneras de observar la razón: aquella que explica la razón como exclusivamente centrada en la cabeza del sujeto y la otra manera en relación con reconocer plenamente que la razón no está en la cabeza de los sujetos sino fuera, es decir en la sociedad misma y manifiesta a través de las formas comunicación. En uno u otro de los casos de la polémica emerge con fuerza el sentido otorgado a la experiencia. En este sentido, Kant advertía de como la razón se pierde cuando se aleja de la experiencia. En este plano de discusiones sobre la identificación racional, emerge con fuerza el sentido de experiencia a través del reconocimiento empírico. Al respecto es sugerente aquella posición que afirma, “lo que quiero dar a entender con la expresión empirismo mínimo es justamente la idea que media en el modo en que nuestro pensamiento es responsable ante como son las cosas, si es que queremos entender tal pensamiento precisamente como pensamiento” (McDOWELL: 1993: 18). En el asunto de la racionalidad, entonces, es posible identificar la necesidad de acudir a la experiencia como una manera de establecer con meridiana claridad las intricadas relaciones que se presentan entre las formas de representación teóricas (conceptos, categorías, enunciados) y los contenidos empíricos (la realidad misma) Por supuesto la racionalidad se descubre en los lenguajes y representaciones que se asumen al explicar el mundo. De tal manera, es menester indagar en las postulaciones y enunciados hasta ahora alcanzadas por la contabilidad, para establecer el sentido(s) bajo los cuales se presentan las categorías y estructuras teóricas, en relación con la manera como esta disciplina intenta dar respuesta a los problemas de la realidad. En este plano hay necesidad de aclarar supuestos que enmarcan las explicaciones que brinda la contabilidad como ciencia social. En el caso de la contabilidad se trata de entender las razones de comprensión de su mundo, como paso imperioso para ubicar en correcto la emergencia y sostenibilidad de este saber. De tal manera, se trata de entender la realidad social como construcción, para repensar el método y la verdad, con la posibilidad de construir conocimientos que tengan la potencia de intervenir la realidad. En este sentido, el examen de los a- priori y a-posteriori en un buen punto de partida para establecer la naturaleza y alcance del conocimiento científico contable, es decir lograr identificar ¿Cómo se manifiestan los a priori y a-posteriori, en los conocimientos contable? A Priori y A Posteriori: El significado otorgado a un a-priori se expresa en términos de previo-a (en latín previo a) mientras el dado a un a-posteriori se refiere como posterior-a (en latín posterior a). En otros términos, un a priori dice de un conocimiento postulado independiente de la experiencia. En contrario, a-posteriori refiere a conocimientos que de alguna manera derivan o tienen relación de dependencia con la experiencia. El examen de lo contenido y explicado como a priori o a-posteriori, conduce a precisar asuntos relacionados con: lo temporal, el pensamiento, la experiencia, el hecho, el conocimiento y la validez del mismo. Felipe Martínez refiriéndose a lo temporal, asegura que se debe distinguir en la cuestión del sentido de las expresiones <comienza con> y <procede de>. Este autor señala que es preciso aclarar el sentido de las tesis: todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia y no por ello todo él procede de la experiencia (1992: 11). De las precisiones explicativas dadas a estas dos tesis, según Martínez, se derivan consideraciones respecto de la distinción entre los conocimientos asequibles mediante la pura razón y los conocimientos obtenibles en relación con la experiencia. Desde este ángulo de reflexión, emergen posiciones respecto a las construcciones que se elaboran de acuerdo a la lógica de las razones y aquellas que se referencian desde una posición distinta basada en las razones de la lógica (razón pura). En un sentido aclaratorio de lo que significa a-priori y a-posteriori, D. Hume, señala que el conocimiento de causa- efecto sólo puede proceder de la asimilación de la experiencia y no y en ningún caso derivado del razonamiento propiciado por el a-priori. Hume dice, oso afirmar como proposición general que no admite acepciones, que el conocimiento de la relación causa-efecto, no es ningún caso, lograda a-priori, sino que surge por entero de la experiencia, cuando observamos que algunos objetos particulares se encuentran constantemente unidos a otros (ABRANNANO: 1998: 97). Todo parece indicar que la principal acepción de lo significado como a-priori, está ligado a la forma como se comprenda la experiencia. En términos de lo dicho, lo a-priori es con independencia de la experiencia; pero, surge entonces la pregunta ¿qué se comprende o que significa la noción de experiencia? Al respecto desde la noción de justificación apriori, se expresa, si la noción de experiencia es cualquier cosa que uno puede experimentar o vivenciar, entonces la distinción entre justificaciones a-priori y a-posteriori pierde todo valor, pues toda justificación vendría a ser posterior (ALVARADO: 2008: 99). Si se comprende que la experiencia está ligada a <hechos> o por algunos denominados como <hechos de experiencia>, el asunto de los a-priori es posible aclararlos y comprenderlos de una manera complementaria a lo anteriormente dicho. Es decir, los apriori se significan independientes de la experiencia, pero no de cualquier experiencia del sujeto que conoce, sino de aquella que se liga a la validez. En estos términos la experiencia no es que contenga un lugar fáctico sino que contenga una legitimidad. En este sentido la palabra conocimiento no designa un hecho, sino una legitimidad; no un factum sino un ius; la cuestión del conocimiento como tal no es un quxaestio fact, sino un quastio iuris. La validez o legitimidad tiene lugar no en la génesis fáctica, sino en la demostración o fundamentación (MARTINEZ: 1992: 12). En este plano entonces, la demostración será la que cargue el peso necesario e indispensable para decidir lo a-priori. En principio, un conocimiento a priori no es tal que se relacione con un conocimiento que se tiene antes de tener experiencia, sino aquel que en su demostración no ha de entrar como premisa dato empírico alguno (MARTINEZ: 1992: 14). Un elemento más para caracterizar los a-priori, nos lo entrega el profesor Rubén Jaramillo en su aclaratoria desde los dos sentidos otorgados por Kant. Según el profesor Jaramillo, son dos sentidos distintos: uno, eminentemente lógico que introduce para caracterizar los principios de la lógica formal y el otro, en el sentido epistemológico. En su acepción epistemológica, el concepto de a-priori en el pensamiento Kantiano tiene como función dar razón de la universalidad y de la necesariedad de los juicios de la ciencia. (JARAMILLO: 88). En este sentido, necesidad y universalidad estricta son, pues, señales seguras de un conocimiento a priori. En el conocimiento humano, hay realmente juicios necesarios y universales, en el más estricto sentido, juicios, puros a priori. Por ejemplo, todas las proposiciones de la matemática (GARCIA: 2009: 113). Desde luego en el sentido de los a priori y a posteriori se encierra una polémica entre empiristas y racionalistas. Kant intenta colocarse en medio de estas dos tendencias para posibilitar soluciones distintas a las planteadas por las dos corrientes. En el fondo, con Kant, emerge una nueva manera o perspectiva de formular las soluciones a los problemas que se plantean empiristas y racionalistas: esta nueva manera, parece, tiene que ver con la precisión de la distinción entre los juicios analíticos y juicios sintéticos. Kant no entiende por juicio el proceso psicológico de la creencia, ni tampoco la enunciación en palabras de una creencia. Juicio es la proposición expresada en un enunciado, el sentido de este enunciado (GARCIA: 2009: 48). Kant llama analíticos aquellos juicios cuya verdad se funda en el principio de contradicción. Según Leibniz, estas son las verdades eternas que se conocen a través de la razón que se apoya exclusivamente en principios lógicos: el principio de identidad y el de no-contradicción. Para Leibniz Las verdades de razón están contenidas necesariamente en la noción de una cosa, y se las puede conocer, por tanto, a priori, por la mera consideración de esa noción. Las verdades de hecho, para este autor sólo pueden conocerse a posteriori y de un modo experimental o histórico (MARIAS J: 2002: 113). Mientras que los juicios analíticos se conocen con la razón, los sintéticos precisan de la experiencia. La polémica entre racionalistas y empiristas, tal vez, se centre precisamente en la manera como se explican los hechos de que trata la ciencia. Para los racionalistas estrictos, los juicios analíticos son elementos constitutivos de las ciencias o bases enunciativas a partir de los cuales y por derivación se explican los fenómenos del mundo. Kant se aparta de esta explicación racionalista, porque si bien los enunciados analíticos son necesarios y auténticamente universales, estos en la práctica resultan triviales y por tal no pueden ser elementos constitutivos de las ciencias. Según Kant, la lógica por sí sola no nos basta para conocer el mundo, las relaciones lógicas entre nuestros conceptos no equivalen a todas las relaciones reales entre las cosas (GARCIA: 2009: 49). La distinción entre empirismo y racionalismo, nos la precisa el profesor Erasmo Bueno cuando dice: el empirismo tiende a fundamentar el papel decisivo de los órganos sensibles en la distinción de los objetos y fenómenos y la obtención de un conocimiento verdadero. En el caso de la escuela racionalista tiende a privilegiar el pensamiento lógico en la obtención del conocimiento verdadero. El racionalismo en este sentido pone el énfasis en las posibilidades gnoseológicas del pensamiento, las reglas que satisfagan la secuencia lógica y el manejo exacto de los conceptos en el conocimiento (2003: 9) Por supuesto que la distinción kantiana entre juicios a priori y juicios a posteriori no se queda sólo con la separación entre lo denominado como juicios analíticos (a priori) y juicios sintéticos (a posteriori); precisamente su posibilidad teórica toma relevancia cuando observa la presencia de una tercera clase de juicios. Estos nuevos juicios intermedios entre los analíticos a priori y los sintéticos a posteriori tendrán que gozar de la universalidad y la necesidad, pero igual tener la capacidad de ampliar el conocimiento. En este sentido serán sintéticos a priori. Esta aclaración se especifica al afirmar: la expresión sintético a priori parece a primera vista un oxímoron2. Si es sintético, proviene de la experiencia, es decir, es dado mediante una intuición; es, pues, a posteriori y no tiene los caracteres de la universalidad y la necesidad que distingue a lo a priori (GARCIA: 2009: 50). En síntesis inicial la demarcación a priori y a posteriori han servido para designar tres aspectos de importancia para las apreciaciones sobre la constitución de la ciencia: [a] La distinción que va de la causa al efecto y la que en contrario va del efecto a la causa. [b] La distinción entre los conocimientos asequibles mediante la pura razón y los obtenibles mediante la experiencia. [c] La distinción que debe hacerse entre lo tautológico y lo que realmente se constituye en verdades empíricas. Respecto de la distinción causa- efecto y efecto—causa [a], para su precisión, se retoma la distinción aristotélica entre: lo que por una parte “es anterior y más notorio por naturaleza” y por otra, “lo que es anterior y más conocido por nosotros”. Según Aristóteles lo más conocido por nosotros es la sensación. En este aspecto entonces, al decir Oxímoron: figura literaria que consiste en combinar en una misma estructura sintáctica de las palabras o expresión de significado opuesto, que originan un nuevo sentido (Diccionario de la Lengua Española). 2 “absolutamente conocido” el enunciado se halla más alejado de la sensación. De tal manera, los objetos más alejados de la sensación son los universales y los más cercanos son los singulares. Según Alberto de Sajonia mencionado por ABBAGNANO (2007) la demostración es doble y la precisa de la siguiente manera: De la causa al efecto, el a priori (propter quid), en el sentido que se hace conocer la razón por la cual el efecto es. De los efectos a las causas, el a posteriori (quia), que se trata como una demostración imperfecta y nos hace conocer las causas por las cuales el efecto es. Ligado con lo anterior se explica la distinción entre conocimientos asequibles mediante la pura razón y los obtenibles por la experiencia [b]. Al respecto una de las primeras aclaraciones viene de Hume cuando niega que el conocimiento de la causa al efecto, sea a priori. Según este autor, el conocimiento no surge de la razón sino de la experiencia cuando observamos que algunos objetos particulares se encuentran constantemente unidos unos con otros. Wolff, complementa la reflexión afirmando que lo que aprendemos con la experiencia decimos conocerlo a posteriori, mientras que lo que es conocido por el razonamiento decimos conocerlo a priori. Desde la versión de Kant, a priori es el conocimiento independiente de la experiencia, pero al respecto efectúa una observación en sentido cronológico, o sea, independiente de la experiencia pero que no precede a la experiencia misma. Aclara Kant que existen conocimientos a priori puros, es decir, aquellos conocimientos que además de no depender de la experiencia están privados de todo elemento empírico. Ejemplo. “todo cambio tiene una causa” [es a priori, pero no es puro, porque “cambio” es un concepto que sólo puede ser obtenido a través de la experiencia] Un asunto importante de precisar es lo relacionado con forma y contenido, en este sentido. En Kant, a priori no constituye un campo o un dominio aparte de conocimientos sino la condición de todo conocimiento objetivo, es decir la forma, que en otros términos no es en sí mismo conocimiento, sino la función que condiciona todo conocimiento sea sensible, sea intelectual. De tal manera, el a priori es la forma como el a posteriori es el contenido. En este sentido los juicios sintéticos a priori son posibles, en virtud de las formas a priori de la sensibilidad y del intelecto (ABBANANO: 2007: 97). Respecto de la distinción entre lo tautológico y las verdades empíricas [c], la filosofía contemporánea niega por lo común la existencia de un a priori en el sentido kantiano. En esto, Popper reconoce un sentido menos técnico al a priori sosteniendo que toda observación corresponde a una esperanza previamente concebida que no permite a nuestra mente presentarse jamás como tabula rasa (p.98). Fundamentaciones a priori en Contabilidad. En el siguiente apartado se trata de caracterizar los a priori y a posteriori que posiblemente se evidencien en la construcción de teorías contables. Para el efecto es importante precisar desde lo cronológico, la ruta de examen. En tal sentido se comprenden dos periodos de la contabilidad en términos de un antes y un después. El antes caracterizado por la presencia de escuelas que a través de sus narrativas y prácticas contables, caracterizaron la contabilidad. La escuela personalista de cerboni, controlista de Besta, la escuela de las cuentas, son buenos ejemplos para caracterizar este denominado cronológicamente el antes de la contabilidad. En este periodo las narrativas y lenguajes cumplían estrictamente el propósito de verbalizar argumentaciones sobre las propiedades de las cosas. Un después en la contabilidad, caracterizado por la necesidad de dotar a este cuerpo de conocimientos de algún tipo de estatus que le permitiese al menos enarbolar requisitos en función del cumplimiento de los cánones estipulados para lo considerado como científico. En este después se pueden mencionar entre otros, los trabajos de Mattessich, Ijiri y Moisés García, quienes de alguna manera intentan explicaciones de la contabilidad desde concepciones adheridas a la ciencia moderna. Si bien existen diversas taxonomías cronológicas para observar el desarrollo y progreso de la contabilidad, es tal vez la presencia de lo que podemos denominar como paradigma económico-deductivo, el punto de inflexión a partir del cual se observe con mayor nitidez y demarcación, la presencia de factores ligados a la necesidad de construcción científica de la contabilidad. Tal vez no es equivoco afirmar que el primer paso para adentrar a la contabilidad en el mundo de lo científico, se constituyó desde lo conocido como axiomatización contable. En este aspecto, es tal vez Richard Mattessich la persona que inicia con rigurosidad especial este entramado de enunciados axiomáticos y de postulación. Para algunos críticos de sus desarrollos como el profesor Moisés García3, este tipo de axiomatización formulada por Mattessich no generó nuevo conocimiento, lo único, Moisés García, afirmó: “los de mayor alcance teórico (Mattessich, Ijiri) y por tanto los más radicales, tratan de meter en un esquema axiomático formal el viejo cuerpo de doctrina (axiomatización contable) y aunque este esfuerzo formalizador lleva a ciertas abstracciones importantes (principio de dualidad) el propio objetivo limita enormemente los resultados del empeño (1986). 3 organizar este cuerpo de conocimientos para otorgar a la contabilidad un carácter de disciplina del conocimiento. Las formulaciones de Mattessich—en este sentido, se apoyan en el lenguaje matemático otorgando una formulación conjuntista de los denominados fundamentos contables. Desde las formulaciones de la matemática, entonces, procedió a la organización de este tipo de conocimiento. Desde luego el denominado antes en relación cronológica con un después, puede caracterizarse como de intensa búsqueda, periodo que igual puede señalarse como de construcción de los elementos principales de definición de la disciplina en el adentramiento de lo conocido como científico. Este periodo de construcción que cobija especialmente el siglo XX, encuentra su máxima expresión en la década de los cincuenta y los primeros años del sesenta, reconocida o calificada como “edad de oro de la investigación a priori en contabilidad”. Según Tua Pereda, se trata del florecer de un considerable volumen de hipótesis normativas, las cuales indicaron la necesidad de la investigación empírica. En palabras de este autor, la investigación empírica surge cuando la mayoría de los investigadores concluyen que ya no pueden construirse más teorías aceptables por el simple procedimiento de pensar sobre ellas (1990: 80) En mención a la construcción científica de la contabilidad y desde una posición de derivación de las enseñanzas kantianas—tal vez no sea equivoco afirmar que con el uso de la axiomatización se inauguró un nuevo sentido de lo considerado como a priori en contabilidad, en franca superación del periodo pre-científico de la misma. Esto es así, si se considera como lo afirma el profesor Jaramillo, que el concepto de a priori tiene la función de dar razón del carácter universal y necesario de las proposiciones de la ciencia (p.88). Cuando se ha agotado el procedimiento de formulación de hipótesis normativas en contabilidad lo que se declara es una insuficiencia por el examen de la experiencia que desde la observación dice asuntos contrarios a la argumentación contable. Desde la enseñanza de Kant, la insuficiencia de la experiencia para proporcionar un conocimiento que no sea probable, postula una facultad a priori de conocer en la cual se encuentran los fundamentos de la ciencia (p.88). En el anterior sentido es posible afirmar—para el caso de la contabilidad-- con la aceptación de la emergencia producida por la saturación de hipótesis normativas y el adentramiento en el cumplimiento de los cánones de la ciencia (caso Mattessich), en la práctica lo que se da es la inauguración de un siguiente periodo lógico- formal, caracterizado como de fundamentación científica, asunto que lleva a preguntar sobre ¿Cuáles son los nuevos a priori planteados por la contabilidad?, o de si en últimas lo que se vive en la actual contemporaneidad, es sólo la extensión del periodo apriorístico de la misma? En el caso de R. Mattessich, los a priori que fundamentan su teoría, en el sentido de generalidad de la misma, se refieren a lo denominado desde la versión conjuntista como: los valores, periodos, agentes económicos, objetos económicos asimilados a cuentas, transactores positivos (asimilados a los negociadores que adquieren el derecho de propiedad), transactores negativos (asimilados a los negociadores que ceden el derecho de propiedad), entidad (GARCIA: 1999: 11). Es posible que mediante este proceder desde la versión conjuntista, se haya inaugurado una nueva etapa de conocimiento de la contabilidad aún no precisada en cuanto sus alcances e impactos, sin embargo, igual es posible que los procedimientos apuntados sólo se inscriban dentro de la corriente denominada como de filosofía analítica, que cuando habla de los a priori lo hace, para referirse a aquellas proposiciones que no son una descripción de la estructura del mundo. Al no tener carácter de descripción del mundo no son juicios a posteriori. En este caso, igual es posible reconocer que se trata— parece, de solo una variante de corte positivista, de interpretación empirista del saber con la aplicación compleja de los métodos matemáticos. En el anterior sentido como lo explican los partidarios del empirismo lógico, los métodos de argumentación elaborados por las ciencias matemáticas y los métodos experimentales de estudio del mundo, se presentaban a la reflexión filosófica como dos vías rivales en el conocimiento de la realidad. El empirismo lógico trata de unificar esta dicotomía, aunque ni la lógica, ni la matemática sirven para descubrir las estructuras del mundo extralingüístico (KOLAKOWSKI: 1981: 210) En Mattessich, el problema de la construcción teórico-científico de la contabilidad—al menos en sus trabajos iniciales, consistió en el uso de un enfoque fundamentalista. Esta afirmación es posible si se tiene en cuenta que este enfoque, según Rescher: a) comienza sus tareas epistemológicas con una pequeña colección inicial de verdades absolutas, ciertas, b) para el fundamentalista la materia de entrada son verdades indudables, c) el inductivismo fundamentalista adopta la sistematización (típica de la matemática) básicamente lineal del razonamiento, d) se parte de la consideración: presumiblemente conocido, entonces debidamente sistematizable (1981). En este plano de construcción teórica- fundamentalista en Mattessich, sólo cabe afirmar que las verdades de entrada a la construcción del edificio teórico, consistieron en los a priori, como tales alejados de la experiencia real, soportados en la versión de las razones determinadas por la lógica. Tal proceder axiomático y fundamentalista en Mattessich, le llevaría a aceptar apriorísticamente la presencia de un sistema teórico (el sistema como dado), igual, a aceptar sin mayor cuestionamiento las relaciones causa-efecto (a priori) y las de efectocausa (a posteriori). Esto en el sentido de adelantar razones sobre los efectos (causa-efecto, a priori) o en el sentido de conocer las causas por las cuales se dan los efectos (efecto-causa, a posteriori). Esto puede leerse en la formulación de los axiomas de pluralidad, doble efecto y axioma del periodo, planteados por Mattessich. En el axioma de pluralidad se expone que siempre existirán al menos dos objetivos que tengan una propiedad en común. Este enunciado parte de suponer por razonamiento a priori que efectivamente es siempre cierta la presencia de al menos dos objetivos con propiedades comunes. Es decir sólo si, la presencia de dos objetivos para que se determinen cabalmente las causas que identifican la pluralidad. En este axioma, se acepta como verdad a priori que son los fines los que identifican la pluralidad y no los medios. Desde un ángulo critico, resulta al menos no procedente aceptar que los medios sean unidimensionales y no igualmente plurales, como puede entenderse desde la posición de lógica de las razones. El axioma del doble efecto, igual cae en una versión apriorística cuando se acepta de primera mano y de manera intuitiva, que siempre se produzca un aumento en la propiedad de un objeto, se supone una disminución del mismo grado en la propiedad de otro. En este plano Mattessich se coloca en el sentido de las razones lógicas elementales, desconociendo que en el plano de los efectos estos son múltiples como múltiples las causas. En el carácter de la física teórica actual—por ejemplo, los asuntos se tratan menos como materia de objetos y más como sistemas de relaciones complejas, asunto que al parecer rebasa la concepción positivista de la ciencia en los términos planteados por la física mecánica de causas y efectos. En el axioma del periodo, el asunto no es diferente de los anteriores. Aceptar que los sistemas circulatorios y en consecuencia los sistemas contables se dividen en periodos de tiempo, es proponer apriorísticamente que la realidad se ajuste a los modelos propuestos para la definición de los balances. En este aspecto Mattessich asume a priori una convención formal-social, más que una apreciación de examen de la realidad como una realidad estructurada desde contextos específicos de observación y actuación. El axioma de pluralidad y doble efecto otorga piso al principio de dualidad a partir del cual Mattessich define los conceptos de transacción, sistema de circulación de operaciones, cuenta, entidad contable, sistema contable cerrado y abierto y operación de ,,saldar, de los cuales sólo para decir que por derivación resultan falsados o al menos de relativo poder de verdad. En este tipo de construcciones, la materia prima de entrada al edificio teórico se toma como verdades a priori absolutas y cuando estas no lo son, en este sentido, es fácil suponer el derrumbe de la arquitectura teórica formulada. En un sistema axiomático, un cambio en alguna parte se ramifica en todas partes. Toda la estructura es afectada cuando se falsea o se quita uno de los sustratos básicos. De tal manera, si los axiomas son falsos, las derivaciones por consecuencia también lo son. En el examen de la riqueza—por ejemplo, se suponen aumentos y disminuciones de la misma, más con base en el modelo como estructura formal, que como causa o consecuencia de un sistema de relaciones socio-políticas propias de los contextos y de los entornos de propiedad. Por ejemplo, en el modelo presupuestario postulado por Mattessich y reflexionado por Leandro Cañibano, se puede identificar: el a priori de los asuntos en cuanto la estructura formal del modelo, y el a posterihori en tanto se trata de los pretendidos isoformismos entre la representación y la observación de la realidad (después de). “una vez definida la estructura formal, basta alimentar la misma con unos datos de entrada para poder comprobar fácilmente si los resultados son apetecibles o no. El llegar a estos se convierte en el ejercicio de una serie de operaciones puramente mecánicas, respecto de las cuales no necesita conocer otra cosa que los datos a manejar pero no su conexión con la realidad” (CAÑIBANO: 1976: 165). Por supuesto al considerar la categoría riqueza, en el modelo contable aparece una nueva dimensión de juicios que de entrada pueden caracterizarse como de naturaleza sintética a priori. En cuanto a la forma la riqueza se constituye en el a priori necesario para aplicar reglas de derivación en cuanto al contenido de la riqueza, el que de alguna manera se traduce en el a posteriori, pues demarca la manera aparentemente legitima como se valida la tenencia o propiedad de cosas y relaciones. A manera de síntesis inicial se puede afirmar que la contabilidad en su tránsito por la constitución de lo científico ha debido asumir precisamente referentes que en general se identifican con las formas de validación de los cánones científicos. En este sentido, el conocimiento de los a priori y a posteriori se constituye en un paso inicial para develar la naturaleza de teorías que soportan la contabilidad. En estas teorías—las que manifiestan rasgos de la racionalidad moderna, se encuentra cuestionado el método científico es decir la razón misma. Desde el análisis de los a priori y a posteriori es posible indagar sobre el tipo de lenguajes que han servido para la construcción de teorías contables. Igual, para establecer la validez y legitimidad que al parecer tiene lugar menos en la génesis fáctica y más en las demostraciones o fundamentaciones. Mediante el sencillo examen de los axiomas empleados por Mattessich al formular su arquitectura teórica de explicación contable, es posible encontrar que en el caso de esta región de conocimientos, las aperturas han consistido más en formalizaciones que obedecen a razones lógicas y menos desde categorías con contenidos histórico-lógicos, asunto que demarca posiblemente una especie de contabilidad científica adherida fuertemente a la racionalidad matemática. En este sentido las aperturas podrían especificarse desde los a posteriori como asunto derivado del pleno conocimiento de lo significado como experiencia. ¿Contabilidad empírica? o ¿Contabilidad experencial? BIBLIOGRAFIA. ABBAGNANO Nicola (2007). Diccionario de Filosofía. Fondo de cultura Económica. México. ALVARADO M. José. Tomás (2008). La Noción de justificación a-priori. Revista discusiones Filosóficas. Universidad de Caldas. Colombia. CAÑIBANO Leandro (1976). El Modelo Presupuestario de R. Mattessich. Revista Española de Financiación y Contabilidad. Vol. V, n 16. España. MARTINEZ M. Felipe (1992). Releer a Kant. Anthropos. Barcelona. JARAMILLO Rubén. Aprioridad: ¿subjetividad o formalismo?. Universidad Nacional de Colombia. GARCIA Norro, ROVIRA Rogelio (2009). Inmanuel Kant. Crítica de la Razón Pura. Tecnos. Madrid. GARCIA G, Moisés (1986). Ensayos sobre Teoría de la Contabilidad. Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas. Madrid. MARÍAS Julián (2002). G. W. Leibniz. Discurso de la Metafísica. Filosofía Alianza – editorial. Madrid. BUENO Erasmo (2003). La Investigación Científica. Teoría y Metodología. Universidad Autónoma de Zacatecas. Tesis doctoral. TUA P. J. (1990). La Investigación Empírica en Contabilidad. Los Enfoques en Presencia. Revista Contaduría Universidad de Antioquia. No 17-18 GARCIA González M (1999). Formulación Conjuntista de los Fundamentos Contables. Revista Lúmina No XX. Universidad de Manizales. Colombia. KOLAKOSWSKI Leszek (1981). La Filosofía Positivista. Ciencia y filosofía. Ediciones cátedra. Madrid. RESCHER, N (1981). Sistematización Cognoscitiva. Siglo XXI. México. PEREZ S. Carlos Aurelio (1998). Epistemología de la Ciencia. Instituto de Educación y Pedagogía. Santiago de Cali. McDOWELL Jhon (1993). Mente y Mundo. Ediciones Sígueme. Salamanca. SIERRA Mejía Rubén. Aprioridad: ¿subjetividad o Formalismo?. Universidad Nacional de Colombia. Junio 16 de 2012.