la edad del hierro i - Horarios de los centros asociados de la uned

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LA EDAD DEL HIERRO I
GENERALIDADES: EL INFLUJO ORIENTALIZANTE
La Edad del Hierro: parámetros
de una transformación.
Principales Culturas del Hierro I
en Europa.
Peculiaridades de la Edad del
Hierro I en la Península Ibérica.
El fenómeno del Orientalizante:
el ejemplo de Tartessos.
Elementos arqueológicos de los
pueblos colonizadores: Fenicios
y Griegos.
EL ORIGEN DE LA EDAD DEL HIERRO
GENERALIDADES
PLANTEAMIENTO
Las transformaciones que se venían produciendo en Europa desde la etapa del Bronce Final culminan en la transición entre el II y el I
milenio a. C., en que, el uso del hierro parece imponerse en todo Occidente y, en relación a él, se producen una serie de
transformaciones culturales que abren una nueva época en la que, además, se empieza a dejar notar una más amplia multiculturalidad
acentuada por el influjo de un nuevo elemento en el Mediterráneo: los grupos colonizadores.
ELEMENTOS Y PARÁMETROS DEL CAMBIO
• La metalurgia del hierro. Ciertamente, el origen del hierro –que, seguramente, está documentado desde
casi el IV milenio a. C. para el Próximo Oriente y que desde Hatii pasaría hacia Occidente, donde sería
impulsado por los pueblos colonizadores– es el hecho que hace de bisagra entre la Edad del Bronce y la Edad
del Hierro, sin embargo éste ya parece aparecer en el Bronce Final y su incidencia cultural no es tan
decisiva como la que habría tenido el cobre en el Calcolítico o el Bronce en los albores del Bronce Antiguo.
Las principales novedades de la metalurgia del hierro están ligadas a su calidad (es un material más duro y
más flexible) y a su acesibilidad (hay más vetas férricas que de otros minerales).
• La transformación del orden mundial. Efectivamente, como acentuación de lo que había sucedido a partir
del 1200 a. C. con el colapso generado por los “pueblos del mar”, la Edad del Hierro supone el traslado del
centro de gravedad desde Oriente –donde se debilitan los grandes Imperios– hasta Occidente, donde
aparecen dos nuevos elementos que unifican el espacio Mediterráneo: fenicios y griegos.
• La continuidad en la diversificación cultural regional. La Edad del Hierro I, que generalmente se venía
asociando a Hallstat, muestra en realidad una gran variedad cultural. Esa variedad cultural, ya anticipada en el
Bronce Final, prácticamente va prefigurando las distintas culturas que entrarán en contacto con Roma siglos
más tarde y que conservaron sus rasgos bien con una gran pureza autóctona (culturas de la Europa Nórdica,
de las Islas Británica) o bien influidos por los nuevos centros de poder (Tartessos es, quizás, el ejemplo
más característico de una sociedad del Bronce Final que evoluciona recibiendo el contacto con los pueblos
colonizadores).
• Respecto de las formas de vida y del desarrollo económico, asistimos a la especialización de algunas
sociedades que se enriquecen con actividades económicas puntuales (la cultura de Hallstat por la explotación
de la sal gema del entorno), con el control de explotaciones mineras (la Cultura de Vilanova, en Italia o de
Tartessos en la Península Ibérica) y que, en cualquier caso, desarrollan un activo comercio bien de estos
productos o de otros en cuyas rutas comerciales prestan gran atención (ámbar, vidrio…) o bien de algunos
sobre los que actúan como redistribuidores (los bienes de prestigio derivados del contacto con los griegos y
los fenicios).
LA EDAD DEL HIERRO I EN EUROPA
PRINCIPALES FOCOS CULTURALES
CULTURA CENTROEUROPEA: HALLSTATT
• Hallstatt es un complejo cultural que se extiende desde el Alto
Danubio, a través de migraciones progresivas, hacia toda la
Europa Central y aun del Sur de Francia. Por tanto, su difusión
ilustra muy bien el carácter de inestabilidad y migración de
esta época.
• En su asentamiento por distintas zonas europeas, Hallstatt
configura dos grupos seguidores de dos grandes tradiciones, la
Oriental, abierta a influjos autóctonos tracios, escitas…, y la
Ocidental, abierta a la colonización.
• Recuperación del rito funerario de la inhumación, al modo
como se había manifestado en las áreas pónticas. Se trata de
enterramientos “de prestigio” bajo túmulo y con abundantes
ajuares al modo de las tumbas principescas, que convive, eso
sí, con la incineración.
• Rica y diversa actividad económica que va desde la
explotación y comercio de la sal gema hasta la industria de
curtidos y pieles, la siderurgia, la orfebrería, el comercio del
ámbar, del estaño, los intercambios con los colonizadores…
• Hábitat en poblados fortificados, con un urbanismo a la
manera del que hemos conocido en la Edad del Bronce.
CULTURA MEDITERRÁNEA: VILANOVA
• Vilanova es una cultura de la Edad del Hierro I en la Península
Itálica, que se extiende por las zonas de Emilia, Etruria y parte
de Campania coincidiendo con lo que será luego el área de
presencia etrusca.
• Desde el punto de vista económico, se trata de poblaciones
que tienen su base de subsistencia en la agricultura y en la
ganadería, que complementan además con una activa
explotación de los recursos minerales y con el comercio,
tanto de productos propios como redistribuidos.
• Los asentamientos son siempre en altura o en zonas dotadas
de una buena defensa natural, en cabañas y siempre accediendo
estratégicamente a vías de comunicación y a tierras agrícolas.
• El mundo funerario es de incineración, al modo de la Cultura
de los Campos de Urnas, si bien las formas con las que se
forman las cistas que cubren las vasijas funerarias alcanzan
ahora parámetros de complejidad y decorativos muy
característicos.
LA EDAD DEL HIERRO I EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
RASGOS CARACTERÍSTICOS
PLANTEAMIENTO
La Edad del Hierro en la Península Ibérica, en su primera fase, manifiesta fundamentalmente dos tendencias que tienen a los Campos
de Urnas y al Bronce Atlántico –Culturas del Bronce Final– como ejes básicos. Así hay ámbitos geográficos donde perviven –con
ligeras transformaciones– elementos de la primera o de la segunda y otros en los que se mantienen rasgos propios del Bronce Final
pero evolucionados. A dicho panorama llegarán los elementos resultado del influjo orientalizante, que calarán de forma desigual en
cada una de esas culturas.
CAMPOS DE URNAS TARDÍOS
Se trata de poblaciones (fundamentalmente del área del
Ampurdán, Barcelona, Cataluña Meridional, Valles del Segre y
Cinca, Monegros, Bajo Aragón, y Ebro Medio) en las que se
practica la incineración al modo de los Campos de Urnas bien
practicándose ésta en el mismo lugar del enterramiento o a
través de grandes hornos para tal fin, denominados ustrina y que,
además, incorporan ajuar de fíbulas, botones, alifleres,
anillos…y, en ocasiones, grandes túmulos. Los poblados, que
viven de la agricultura y la ganadería, incorporan ya elementos
de un urbanismo abierto al agua y a las tierras de cultivo, con
pequeños muros de adobe, a veces con manzanas de casas,
generalmente rectangulares, agrupadas en torno de calles o
plazas. Al margen del ritual funerario sólo algunos kernoi y
thymateria informan sobre posibles actividades rituales o
religiosas.
CULTURA DE COGOTAS
En aquellas áreas alejadas de los influjos propios de los Campos
de Urnas parece seguirse una evolución cultural más
relacionada con las culturas propias del Calcolítico y del
Bronce. Así surge la Cultura de Cogotas, en la zona meseteña.
Es una cultura de poblados en altura, fortificados con grandes
muros de sillares y acrópolis. En ellos, no parece haber un
urbanismo tan lógico como el que se manifiesta en el valle del
Ebro, por ejemplo. La actividad económica más floreciente –
además de la textil manifestada en fusayolas y pesas de telar y
las lógicas agricultura y ganadería– es la de la metalurgia, de
hecho Cogotas es conocida por las espadas y puñales
característicos. El mundo funerario sigue siendo de
incineración.
ALTERACIÓN DE LOS CENTROS DE PODER
EL FENÓMENO ORIENTALIZANTE: TARTESSOS
TARTESSOS Y EL ORIENTALIZANTE
Hoy parece incuestionable que el desarrollo y la pujanza de Tartessos se debe a la transformación que sufre una cultura del Bronce Final
del Valle del Guadalquivir como consecuencia, a partir del s. VIII a. C., de los contactos e influencias fenicias, cada vez mayores y
que en el s. VII a. C generan una sociedad que es el paradigma europeo del fenómeno que denominamos Orientalizante y que se
entiende como el resultado de la recepción de elementos propios de las culturas de los pueblos colonizadores (fenicios y griegos)
por parte de sociedades de la Edad del Hierro I y que se dejó notar especialmente en comunidades abiertas a las rutas comerciales
practicadas por estos pueblos. Este fenómeno que se conoce también a través de Tartesos, también dejó huella de forma directa en la
Cultura de Vilanova y en la Cultura Lacial, si bien los elementos propios del influjo orientalizante también llegaron, a través de la
redistribución, a las áreas de la Europa Central, donde también Hallstat percibe los influjos de los nuevos pueblos colonizadores que
operan por el Mediterráneo.
ELEMENTOS PROPIOS DEL ORIENTALIZANTE TARTÉSICO
• Entrada de nuevas técnicas productivas. Quizás la más característica y de mayor incidencia
es la de la cerámica a torno, que en Tartessos se manifiesta sólo después del siglo VII a. C.,
precisamente en el momento de más intensidad del comercio fenicio.
• Sistema social y político de claros ecos orientales. Conocemos la figura del mítico rey
Argantonio, referido por Heródoto. Éste debía hacer cabeza en una sociedad diversificada en
función de su dedicación profesional –rasgo heredero del Bronce Final– pero en el que empieza a
marcarse la riqueza y el poder de una nobleza enriquecida como consecuencia del comercio con
los pueblos colonizadores.
• Generalización de los bienes de prestigio. Efectivamente, el ajuar funerario de la alta sociedad
tartésica incorpora abundantes préstamos derivados del contacto con los pueblos colonizadores.
Así, parece desarrollarse mucho la orfebrería, a través de técnicas como la del repujado o la
filigrana y que muestra sus momentos más sublimes en algunos de los conocidos tesoros
tartésicos. Junto con el trabajo metalúrgico se desarrollará mucho, como consecuencia del
contacto colonizador, el trabajo con el marfil, e incluso el desarrollo claro del trabajo con el bronce.
• Incorporación de la escritura, que introduce a estos pueblos en los albores de la Historia.
• Especialización económica tartésica en la producción de aquellos elementos y productos que
son ambicionados por los pueblos colonizadores. Esto convierte muchas veces a los pueblos que
reciben el influjo colonizador en redistribuidores de los elementos de prestigio que reciben de
éstos.
LA COLONIZACIÓN
RASGOS ARQUEOLÓGICOS DEL MUNDO FENICIO EN OCCIDENTE
LA COLONIZACIÓN FENICIA
Como continuación de una penetración por el Mediterráneo de la que hay testimonios en Grecia desde el siglo IX a. C., hacia el VIII a. C. y
como consecuencia de la perdida de mercados de los fenicios, éstos empezarán hacia el s. VIII a. C. una activa colonización por el
Mediterráneo Occidental que sucede a una fase de precolonización desarrollada durante los siglos XII al IX a. C. Seguramente, el
motivo principal de la misma fue la búsqueda de metales como materia prima. Para ello, se instalarán en la costa norteafricana, itálica y de
la Península Ibérica.
ELEMENTOS ARQUEOLÓGICOS
• Urbanismo. La ocupación fenicia constó de colonias (Gadir en la Península Iberica, por
ejemplo) y de factorías desde la que explotar la riqueza minera y presumiblemente agrícola de
los alrededores. Generalmente son asentamientos con un urbanismo de doble muralla y viviendas
con estancias abiertas a un patio interior. Los asentamientos, además, incorporan espacios
subsidiarios de la actividad económica desarrollada: fondeaderos, almacenes, puertos…
• Templos. Además de los clásicos templos tripartitos fenicios (con tres estancias, al modo
griego pero con abundantes capillas y pequeñas edículas particulares), son conocidos los tophet,
espacios cultuales al aire libre en los que se ofrendaban cadáveres de niños en urnas de barro.
• Necrópolis. La tipología de los enterramientos fenicios es muy variada, utilizando
prácticamente todas las variantes. Así tenemos documentada la incineración en hoyo (bustum), la
incineración en urna, las tumbas de fosa, las tumbas de cista, las tumbas en sarcófago, o las de
pozo y cámara, bien atestiguadas en la Península Ibérica.
• Cerámica. Uno de los elementos básicos de la cultura fenicia –que, además, ejerció una gran
influencia sobre las comunidades que quedaron sometidas a su influencia– es la cerámica. La
caracteriza su fabricación a torno, su característico engobe rojo o la decoración por medio de
bandas rojas y negras, así como la abundancia de formas entre las que destacan las páteras,
los oinokoes, las jarras trilobuladas, los ungüentarios, los pebeteros…
• Adorno y Artesanía. En este terreno el mundo fenicio se especializó como sabemos por los
restos de estos materiales con que se ha contactado en el estudio de Tartessos y de otras
sociedades sometidas a la influencia de Fenicia. Se conocen brazaletes, anillos, diademas,
cuentas de collar, figuras de terracota, huevos de avestruz, idolos de oro, objetos de vidrio…
LA COLONIZACIÓN
RASGOS ARQUEOLÓGICOS DEL MUNDO GRIEGO EN OCCIDENTE
LA COLONIZACIÓN GRIEGA
Como consecuencia de la proverbial stenochoría (“sed de tierras”) del pueblo griego, a partir del s. VIII a. C., en que parece se
vive un conflicto social y un crecimiento demográfico, el pueblo griego inicia una expansión hacia Occidente donde, primero
hasta Italia y después hasta la Península Ibérica, va haciéndose con el control de las rutas comerciales.
ELEMENTOS ARQUEOLÓGICOS
• Urbanismo. La colonización griega distinguió entre las apoikíai, asentamientos
agrícolas para la explotación del territorio y en los que había convivencia con
indígenas, y los emporia, pensados a modo de grandes centros comerciales para
el intercambio. Normalmente los asentamientos coloniales se hacen eco del
sistema urbanístico hipodámico, de retícula ortogonal y con el ágora como
centro urbano. Estos centros urbanos incorporan, además, espacios religiosos y
templos de culto, así como abundantes aras y pedestales repartidos por distintos
sacella. Los centros no coloniales, o simples factorías, mantienen muchas veces
el urbanismo típico de las sociedades indígenas del momento.
• Cerámica. Sin lugar a dudas, es el elemento más característico del panorama
arqueológico griego. Caracterizada por sus distintos tipos decorativos (figuras
negras y rojas), presenta además una gran variedad de formas. Así, son
conocidas las cráteras, los kylikes, las ánforas, los aríbaloi, los oinochoes, los
lekythoi, orientados y especializados en diversas funciones. Así, las cráteras y los
kylikes son para beber en la mesa, las ánforas para el transporte de vinos y
aceites, los oinochoes para el escanciado de bebidas, los lekythoi para ofrendas y
ungüentos funerarios…
• Otros elementos. La colonización griega ocupó puntos muy diversos dentro del
espacio Mediterráneo (Magna Grecia y Sicilia; Ponto Euxino; Norte de África; Sur
de Francia y Península Ibérica). Por todo ese espacio se manifiestan algunos de
los productos típicamente griegos como los elementos de bronce, las monedas,
las esculturas bien de factura helénica o como resultado de las imitaciones obra
de los pueblos indígenas.
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