OBLIGACIONES 375 cosa ajena como el usufructo o la superficie. Si era una casa, el conductor se llamaba inquilinus, y si era un fundo, colonus. El locator estaba obligado; y así mismo el conductor: Obligaciones del arrendatario: Conductor. El locator estaba obligado a hacer que el conductor no fuese perturbado en el disfrute de la cosa, pero el conductor era simple detentador en nombre del locator, y sin embargo, a él le estaba concedido, excepcionalmente, el interdictum de vi armata toda vez que hubiera, sido deiectus con la fuerza de las armas, del fundo arrendado. En todo caso él era titular tan solo de un derecho de obligación, que podía ejercitar exclusivamente contra el arrendador. Así es que si este vendía la cosa, el adquirente no estaba obligado a reconocer el derecho del arrendatario, el cual, sin embargo, podía actuar contra el arrendador, para el resarcimiento. Sólo en este sentido era verdadera la máxima emptio tollit locatum. Obligaciones del arrendador-locator. El arrendador estaba en efecto obligado a dejar al arrendatario la cosa por el tiempo convenido, que podía ser determinado o indeterminado, locatio perpetua, o también para siempre locatio in perpetum, a responder por la evicción de la cosa, a mantener la cosa en condiciones de servicio normal, sin cambiarlos, y a pagar los impuestos. El arrendatario estaba obligado a pagar el precio pactado, que tratándose del arrendamiento de un fundo, podía consistir en una parte de los frutos, pars quota, o en una cantidad preestablecida de víveres pars quanta. En el primer caso tenía la colonia partiaria que más propiamente se asemejaba al contrato de sociedad. El arrendatario debía usar de la cosa con la diligencia de un buen padre de familia, y restituirla al finalizar el contrato, sin deterioros que no fueran derivados del uso normal. Respondía también de la custodia. En el derecho clásico si abandonaba el fundo sin una causa justa antes del plazo, estaba obligado al pago total del daño realizado. Hacía suyos los frutos de la cosa con la percepción si el arrendador era propietario; podía subarrendar si no se había pactado lo contrario; tenía derecho al resarcimiento en el caso de que no llegara a gozar por una causa imputable al arrendador y a la remisión o al reembolso del precio en el caso de un impedimento derivado de fuerza mayor. En el derecho clásico tenía facultad para ser reembolsado por los gastos necesarios, y en el derecho justinianeo aun por aquellos que fueron considerados útiles.