CASO DE ESTUDIO: LA CRISIS DE LOS MISILES Los siguientes materiales son de utilidad para todo estudioso de las relaciones internacionales. Es un caso paradigmático y fue el punto más álgido durante la guerra fría. Lo abordaremos desde diferentes ángulos, por ello te acerco los materiales para que juntos en clase veamos este caso. Lic. Susana Pereyra, septiembre 2008 Presentación: La crisis estalla el 16 de octubre de 1962. El Presidente Kennedy comienza a pensar en cuál será la reacción. De este modo se le plantean varios cursos de acción a tomar: bloqueo, bombardeo aéreo "quirúrgico" o masivo, invasión directa o negociación. El 18, elabora su decisión. Sólo dos pacifistas aparecen en el entorno de JFK, el embajador Llewelyn Thompson y el secretario de Defensa Robert McNamara. El 16 de octubre de 1962, en la Casa Blanca "McNamara dijo: ¿Qué cambia con la introducción de esas armas en Cuba en la situación militar de Estados Unidos frente a la URSS? No cambia nada. El problema no es militar, es político. CONSIGNAS DE TRABAJO PARA EL CASO DE ESTUDIO: CRISIS DE LOS MISILES A. CUADRO DE SITUACIÓN: A.1. IDENTIFICACIÓN Y DENOMINACIÓN DEL PROBLEMA: 1. Podría identificar, ¿cuál fue el problema al cual se enfrentó la Administración Kennedy en relación al caso bajo estudio? Por favor, defínalo en términos de obstáculos y objetivos. 2. ¿Porqué la situación, puede ser definida como una “situación de crisis”? A.2. IDENTIFICACIÓN Y CLASIFICACION DE LAS CAUSAS DEL PROBLEMA SEGÚN CRITERIOS ESPECIFICOS 3. ¿Podría identificar y clasificar las causas del problema según los siguientes criterios específicos: causas de orden político, causas ideológicas, causas sociales, causas estratégicas, y otras causas?. A.3. INDICADORES DEL EFECTO Y/O GRADO DE TRASCENDENCIA DEL PROBLEMA: 4. ¿Podría identificar los diferentes actores implicados en la cuestión, señalando cómo define cada uno el problema bajo estudio?. 5. ¿Podría luego, señalar algunos indicadores cualitativos y cuantitativos, con mención de la fuente para marcar la trascendencia del problema?. 6. ¿Qué mecanismo de toma de decisiones adoptó la Administración Kennedy? A.4. MEDIDAS FORMULADAS: 7. Podría mencionar las medidas formuladas por el “Gabinete de Crisis”, con vistas a la solución del problema. B. EVALUACIÓN 8. Por favor, evalúe cada una de las alternativas formuladas en función de los siguientes criterios específicos: FACTIBILIDAD VIABILIDAD APTITUD COSTO-BENEFICIO EFICIENCA 9. Podría explicar ¿qué curso de acción adoptó finalmente el Gobierno norteamericano? 10. Nos interesa conocer ¿qué decisiones incrementales se adoptaron en función de la crisis? 11. Podría responder, ¿qué mecanismos –norteamericanos como soviéticos- indicaron la voluntad del management de crisis y qué rol le cupo a la construcción de confianza? 12. Podría indicar, qué decisiones llevaron a una salida negociada? ¿Cuál fue la fórmula de negociación? ¿Hubo negociación o regateo implícito? 13. Finalmente, nos interesa conocer ¿cuál es la razón por la cuál se ha considerado a éste caso como un paradigma de crisis? C. PREGUNTAS COLATERALES: Las siguientes preguntas son opcionales. Las mismas suman puntaje, pero no restan. Si participó en las clases, donde proyectamos y analizamos la película “LOS MISILES DE OCTUBRE”, tendrá más elementos para responderlas. C.1. ¿Qué conflictos intra-organizacionales se manifestaron en el proceso de toma de decisiones norteamericano? ¿Cómo fueron superados? C.2. ¿Qué y cómo se fueron manifestando los estadíos de latencia, polarización, crisis y escalada a lo largo de la crisis? C.3. ¿Podría identificar las LEPAS y los APIS, para esta cuestión? La caldera del Caribe Clarín reprodujo en septiembre de 1997, dos documentos secretos: las conversaciones textuales de Kennedy con sus asesores durante la crisis de los misiles, de octubre de 1962 y el informe de Castro a la cúpula del PC cubano, en 1968, crítico de Kruschev y la dirigencia soviética. Ambos explican cómo el mundo estuvo a punto de ir hacia un holocausto nuclear y cómo se evitó. VINCENT TOUZE Estos son los fragmentos de las grabaciones realizadas por el presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy (JFK), a espaldas de sus colaboradores, durante la crisis de los misiles. La crisis estalla el 14 de octubre de 1962. A partir del 16, Kennedy comienza a pensar en la reacción: bloqueo, bombardeo aéreo "quirúrgico" o masivo, invasión directa o negociación. El 18, elabora su decisión. Sólo dos pacifistas aparecen en el entorno de JFK: el embajador Llewelyn Thompson y el secretario de Defensa Robert McNamara 16 de octubre de 1962, en la Casa Blanca "McNamara: ¿Qué cambia con la introducción de esas armas en Cuba en la situación militar de Estados Unidos frente a la URSS? No cambia nada. El problema no es militar, es político. JFK: ¿Qué puede pesar más sobre la Alianza (OTAN)? ¿Nuestro ataque contra Cuba? La mayoría de los aliados estiman que se trata de una fijación de Estados Unidos y no de una amenaza militar seria. Nos consideran un poco neuróticos en esa cuestión. (...) Un bloqueo no bastaría. No sabemos cuántos misiles hay. Robert Kennedy (RFK): Otro argumento contra el bloqueo, es que es una muerte muy lenta. Lleva meses y durante todo ese tiempo tendremos un máximo de agitación: inspeccionar barcos rusos, derribar los aviones rusos que intenten aterrizar... Thompson: Si hace el bombardeo, mata muchos militares rusos. Yo prefiero el bloqueo. Es dudoso que los rusos se resistan a un bloqueo contra las armas ofensivas. 18 de octubre de 1962, 11 hs. Ball: Creo que su posición dentro de la Alianza será más fuerte si le da a Kruschev la posibilidad de hacer algo. McCone: Me inclino por la idea de que Kruschev nos llevará a negociaciones y que quedaremos bloqueados... JFK: La única oferta que yo podría hacer para ofrecerle una salida sería (levantar nuestros) misiles de Turquía. Bundy: Eso es igualmente válido si bombardeamos por sorpresa. Pienso que sin duda es importante que Kruschev tenga en sus manos en ese momento un mensaje que diga que estamos dispuestos a desmantelar nuestra base turca. McNamara: Creo que debemos hacernos a la idea de que vamos a matar a varios cientos de ciudadanos soviéticos, ¿qué tipo de respuesta nos dará Kruschev? Sólo puede ser una respuesta contundente. El verdadero interrogante es éste: ¿estamos dispuestos a un precio bastante alto por librarnos de esos misiles? Costará caro (...) Ball: Desde acá, tenemos tendencia a subestimar las reacciones sensatas en los países aliados si actuamos por sorpresa. A Kruschev hay que dejarle una puerta de salida, aunque sea ilusoria. Actuar por sorpresa: es un nuevo Pearl Harbor. Es una conducta que se puede esperar de la Unión Soviética, no una que se espere de Estados Unidos. Esta advertencia de 24 horas a Kruschev es indispensable. Dillon: La única ventaja es que el resto del mundo lo vea con buenos ojos. Actúa "pour la galerie". JKF: Creo que hay que enviarle un mensaje a Kruschev y decirle que si la instalación de misiles continúa, nosotros por nuestro lado declaramos el bloqueo. Si no se detienen, los destruimos. No declaramos la guerra: no necesitamos una declaración de guerra si no hay invasión. Thompson: No creo que quiera iniciar una acción militar en Cuba. Es demasiado arriesgado para él. Podría asestarle un fuerte golpe a Berlín. Creo que está por jugar una apuesta que lo hace dudar desde hace cuatro años. JFK: Imaginemos que la situación se haya invertido y que haga, a propósito de los misiles de Turquía, una declaración parecida a la que haga yo. Si estamos dispuestos a ir, debemos pensar que la cosa sucederá de esta manera: mañana a la tarde anunciamos la existencia de los misiles y después convocamos al Congreso. Desde ese ángulo, no es un Pearl Harbour. Les habremos avisado a todos y después, bueno, vamos el sábado. Y los destruimos. Y anunciamos que los destruimos. Y si todavía quedan... -los tiramos a todos! Bundy: ¿Y los aeropuertos? JFK: Los aeropuertos también. Ball (incrédulo): ¿Destruiríamos mañana también los aeropuertos? JFK: Así es la carrera contra esos misiles. La ventaja es que todos estarán informados de que están ahí antes de que ataquemos y sea cual fuere la solidaridad (de nuestros aliados) que eso nos aporte... RFK: Creo que Ball planteó bien el problema: ¿qué clase de país somos? Rusk: Respecto de la Alianza, llevar en la frente la marca de Caín, es algo... RFK: Se lo hacemos a un país pequeño. Es una carga pesada para sobrellevar. Thompson: La ventaja de esta advertencia es que (Kruschev) tendrá que remitirse a sus colegas. Si rechazan toda negociación, juegan a la ruleta rusa que podría terminar en una Guerra Mundial. JKF: La invasión de la que hablamos es arriesgada, requiere equipos importantes, matarán a muchos americanos en Cuba y estaremos en un apuro mayor que si nos contentamos con bombardearlos. McNamara: Lo mínimo que nos costará una intervención militar es el fin de los misiles de Turquía e Italia porque los rusos los destruirán. Y corremos un grave riesgo de división dentro de la Alianza. Y ésa me parece la mejor situación que podría seguir a una acción militar. Para mí, la ventaja de un bloqueo es que a la Alianza le vendrá bien, que aceptará retirar algunos misiles de Turquía e Italia y que los soviéticos aceptarán por su parte retirar los suyos de Cuba. Bundy: Siempre pensé que (Castro) tenía tendencias suicidas, y hay que ayudarlo a que lo haga. RFK: ¿Les dejan construir los misiles? (Con el bloqueo) les dicen que pueden construir todos los misiles que quieran. McNamara: -Ah, no!. Lo que les decimos es: Vamos a establecer un bloqueo. Hay peligro para nosotros. Queremos poner las cosas en claro, tienen que ser desmantelados. (La noche del 18, durante otra reunión, la mayoría se inclina a favor del bloqueo: Thompson y McNamara ganaron y JFK tomó su decisión, que recién comunicará el 21 y 22 de octubre). Halcones y palomas 19 de octubre de 1962, 9:45 hs. (Reunión entre JFK y los jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas) JFK: Si atacáramos Cuba, estaríamos dándoles un buen pretexto para tomar Berlín. Nos juzgarían como los americanos de gatillo fácil responsables de la pérdida de Berlín. Nuestros aliados no nos apoyarían. Cuba les importa un rábano. General Le May: La única opción posible es una intervención militar directa. No comparto su punto de vista; si neutralizamos a Cuba, no tomarán Berlín. JFK: Para usted, ¿cuáles serán las represalias? Le May: Creo que no habrá, si se les dice que la situación en Berlín se mantiene intacta; si se mueven, lucharemos. (...) No veo más solución que una intervención militar directa e inmediata. Anderson: Pensándolo bien, una acción relámpago, positiva, decidida, que demuestre a Berlín la resolución firme, la potencia de los americanos, su confianza en sí mismos, pienso que eso disuadiría a los rusos de pasar a acciones más agresivas en Berlín. Si no atacamos lo tomarán como una señal de debilidad. JFK: Cabe esperar una reacción. No pueden quedarse de brazos cruzados mirando cómo destruimos sus misiles y matamos a centenares de rusos. Es evidente que van a tratar de tomar Berlín. Le May: Creo que la historia demuestra lo contrario. Siempre que se les mostró determinación, retrocedieron. Wheeler: Hasta ahora, Kruschev no nos hizo enfrentar directamente con el poder soviético. En otras palabras, no declaró a Cuba miembro del Pacto de Varsovia, pero puede dar ese paso en cualquier momento. Ya tienen ICBM (misiles balísticos intercontinentales) pero en número limitado. (...) Y por lo tanto, tengo la sensación de que desde un punto de vista militar, la acción menos peligrosa es la gama completa de acciones militares nuestras. Shoup: Lo que me preocupa, es que cada día somos un poco más vulnerables, nos obligan a movilizar en torno de este problema medios cada vez más importantes. Cada vez que deba actuar en Berlín, en Vietnam, en Corea, estará bloqueado por esa amenaza creciente en Cuba. Hay que ir por una victoria decisiva (puñetazo sobre la mesa) lo más rápida posible. JFK: El razonamiento lógico es que no es imprescindible invadir Cuba. Es simplemente el tipo de problema con el que debemos aprender a convivir en la vida, como convivimos con la Unión Soviética y China. Pienso que la existencia de esos misiles no crea peligros nuevos. 22 de octubre de 1962, 11.45 hs. (Kennedy anuncia en un discurso por televisión la presencia de los misiles rusos en Cuba y el bloqueo de la isla. El 22 de octubre de 1962, 17 horas: Kennedy informa a los líderes del Congreso. En respuesta a las preguntas parlamentarias McNamara detalla los planes de invasión). McNamara: Esta invasión debe ser precedida de importantes ataques aéreos. Sé que puedo contar con ustedes para conservar en secreto la cifra de 2.000 misiones de bombarderos. El Presidente nos dio la orden de preparar la invasión hace meses. Señor Presidente, creo que fue en noviembre pasado y elaboramos planes muy detallados. JFK: Si invadimos Cuba, debemos entender perfectamente que tomamos la hipótesis de que esos misiles apuntados a nosotros no necesariamente serán utilizados. Es una apuesta que debemos aceptar. El problema es que es riesgosa. Russell: Pero, ¿no prevé que algún día Berlín sea tomada como rehén? JFK: Sin duda. Russell: Podríamos igualmente retirarnos de Europa y ahorrar entre 15 y 25 mil millones de dólares al año... Fulbright: Lo que yo propongo es una invasión total lo más rápido posible. (...) JFK: Cuando habla de invasión, excluye el riesgo de que los misiles sean disparados. Hay allí siete u ocho mil rusos y habrá que dispararles. Y si (¿hablamos?) de una guerra nuclear, la escalada debería estar de todos modos bajo un mínimo de control. No importa lo que decidamos: en Estados Unidos siempre habría gente que diría: Vamos, bombardeemos; se soltarían las bombas y se borrarían quince ciudades del mapa aquí. Entonces considerarían que estaban equivocados. 24 de octubre de 1962, 10 hs. McCone: Señor Presidente, acabamos de recibir esta información: los seis barcos soviéticos identificados en aguas cubanas frenaron o dieron media vuelta. JFK: Si este informe es exacto, no haremos nada respecto de esos barcos frente a Cuba. No los vamos a interceptar. McNamara: No abordaremos ningún barco que no vaya rumbo a Cuba. JFK: Me parece que hay que dejarles la posibilidad de dar media vuelta. No queremos que en Moscú digan que en cuanto se dieron vuelta, les hundimos brutalmente un barco. Hay que mantenerse en contacto con el Essex (el portaaviones). Dígales que esperen una hora para ver si ese barco da vuelta. 26 de octubre de 1962, 10 hs. (La reunión se inicia con una discusión sorprendente sobre la invasión a Cuba, prueba de que todas las opciones están abiertas. Pero el resto de la reunión, marcado por las propuestas de Adlai Stevenson, embajador ante la ONU, muestra que Kennedy tiene una actitud muy moderada.) JFK: Deberíamos establecer un plan de emergencia en caso de que llegáramos a la invasión y ver de qué cubanos disponemos para un gobierno civil. Bundy: Las organizaciones paramilitares, el gobierno civil, todo eso es lo que debemos orquestar. JFK: También habrá que movilizar a la comunidad cubana en Miami, por ejemplo, los médicos que serían útiles en caso de invasión. Stevenson: Los objetivos (de la propuesta de la ONU) eran: interrumpir las entregas de armas a Cuba; frenar la construcción de las bases rusas y que nosotros suspendiéramos el bloqueo durante las dos o tres semanas de negociaciones. Lo que ellos podrían exigir a cambio es, supongo, una garantía de la integridad territorial de Cuba. Es posible que el precio que tengamos que pagar durante esas negociaciones sea el desmantelamiento de nuestras bases en Italia y Turquía. McCone: No estoy para nada de acuerdo, Señor Presidente. Creo que el nudo del problema son esos misiles apuntados directamente a nuestros corazones. Es imprescindible que esa amenaza desaparezca. Si levantamos el bloqueo nunca más podremos volver a establecerlo. JFK: El bloqueo en sí no va a librarnos de las armas. Para eso, sólo tenemos dos soluciones: negociar su retiro o cambiarlas por otra cosa, y la otra es destruirlas. McCone: Cuidado, se trata de la seguridad de los EE.UU.: la situación estratégica evolucionó mucho con la presencia de esas armas en Cuba. JFK: Exacto. Lo que quiero decir, es que no vamos a librarnos de ellas con el bloqueo. No digo que haya que levantar el bloqueo. No sé qué debemos hacer, pero todos debemos entender que no vamos a librarnos de ellas así. Por lo que puedo entender, Stevenson propone que nos tomemos un tiempo para negociar su retirada. Tal vez seamos capaces de obtener ese punto, pero no veo cómo podríamos librarnos de ellas, salvo destruyéndolas. Bundy: No veo por qué nos privaríamos de mostrar una posición muy firme en el plano diplomático. JFK: Steven tiene esa propuesta que no le interesa a nadie. Pero el problema es que el bloqueo tampoco resuelve la cuestión. Por lo tanto debemos encontrar otras alternativas. ¿Qué se le ocurre además del bloqueo, que no resolverá el problema sino que nos acercará a una confrontación poco aconsejable? Transcripción de cintas Vincent Touze y John Hawkes (c) Le Monde/Vincent Touze. Traducción de Cristina Sardoy (c) Le Monde y Clarín, 1997. Los hombres del Presidente: Los participantes del Comité de Crisis de la Casa Blanca en sus sesiones durante la escalada de octubre de 1962 fueron: Kennedy, John Fitzgerald (JFK): presidente demócrata de los Estados Unidos, en ejercicio del cargo desde el 20 de enero de 1961 hasta el 22 noviembre de 1963, fecha en la que fue asesinado. Kennedy, Robert Francis (RFK): procurador general, ministro de Justicia. Fue asesinado en 1968, cuando era candidato demócrata a la presidencia. McNamara, Robert: secretario de Defensa. Nitze, Paul: adjunto al secretario de Defensa. Taylor, Maxwell: jefe del Estado Mayor General. Wheeler, Earle: jefe del Ejército norteamericano. Anderson, George: jefe de la Marina norteamericana Rusk, Dean: secretario de Estado. Ball, George: subsecretario de Estado. Bundy, George: consejero del presidente John Kennedy en Asuntos de seguridad nacional. Stevenson, Adlai: embajador norteamericano ante la Organización de las Naciones Unidas. Vinson, Carl: representante demócrata, presidente de la Comisión de las Fuerzas Armadas. Thompson, Lewellyn: ex embajador norteamericano en Moscú. Dillon, Douglas: secretario del Tesoro. Fullbright, William: senador demócrata, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. Gilpatrick, Roswell: subsecretario de Defensa. Russell, Richard: senador demócrata. Halleck, Charles: representante republicano Johnson, Ural Aexis: subsecretario adjunto de Estado Le May Curtis: jefe de la Fuerza Aérea. Shoup, David: comandante del cuerpo de Marines. McCone, John: director de la Central de Inteligencia Americana (CIA). Lundhahll, Arthur: especialista en interpretación fotográfica, que cumplía funciones en la CIA desde el año 1953. Sorensen, Theodore: consejero especial del presidente de los Estados Unidos. Las iras de la Guerra Fría MATILDE SANCHEZ Nunca en el siglo, el fin del futuro estuvo tan cerca como el 22 de octubre de 1962. La llamada "crisis de los misiles", que enfrentó a los Estados Unidos y la Unión Soviética en torno a cohetes nucleares emplazados en Cuba, instaló el escenario cierto de la guerra absoluta nuclear y constituyó el primer examen de la llamada "teoría de la disuasión", según la cual solo el equilibrio de los arsenales soviético y estadounidense podía alejar la amenaza de una confrontación. "El equilibrio del terror", como lo llamó el propio presidente Kennedy, en realidad funcionó de la manera contraria a lo previsto: no para disuadir un ataque masivo, sino para alentarlo. Fue Moscú la que dio el paso atrás. Desde 1959 Cuba constituía una avanzada del socialismo, "inadmisible" para Washington en el hemisferio occidental, el rehén de la lógica paranoica de la Guerra Fría, en virtud de un fatalismo geográfico que durante años intentó quebrar pero que siempre amenaza con imponerse. La apertura de los archivos Kennedy, a fines de 1996, produjo insospechadas revelaciones sobre el proceso de decisión en la Casa Blanca y la actitud del propio presidente en esos días febriles. Las sesiones del comité de crisis muestran a un Kennedy obrando como contrapeso de algunos "halcones" más dispuestos a patear el tablero del mundo. Lo que esas grabaciones ponen en escena es ni más ni menos que el laboratorio de la Historia, en momentos en que permanecía abierta la íntima cadena de hechos y azares que la tejen. La intervención de Fidel Castro ante el Comité Central del Partido Comunista cubano, fechada el 25 y 26 de enero de 1968, inédita hasta ahora, desnuda la verdadera brecha existente entre La Habana y el gobierno soviético tras el retiro inconsulto de los cohetes; y permite rastrear el resentimiento cubano seis años más tarde. Lejos ya de la disputa por los misiles, los dichos de Castro reflejan el rencor en 1968, cuando los soviéticos se oponen al apoyo logístico cubano a una miríada de guerrillas en toda Latinoamérica, donde la política moscovita prefería subvencionar partidos comunistas opulentos y burocratizados. A lo largo de 1997 la política exterior cubana en ese período se encuentra bajo una tenue revisión histórica en La Habana, lo que explica que el estudioso francés Vincent Touze consiguiera la desclasificación de esos documentos, hasta hoy en poder de las Fuerzas Armadas. En abril de 1962, exactamente un año después de la fallida invasión norteamericana a Playa Girón, el primer ministro Castro planteó a Moscú el trauma de la indefensión territorial y recibió del premier Nikita Kruschev la oferta de cambiar el signo del arsenal cubano con misiles de ojivas nucleares. Para Moscú la perspectiva resultaba clave: permitiría una simetría con Berlín occidental y reforzaría su poderío allí donde la superioridad norteamericana en armas convencionales resultaba abrumadora. El acuerdo confería a los comandantes soviéticos capacidad in situ para lanzar misiles a los Estados Unidos sin autorización de Moscú. Así, la nueva cohetería daba seguridad a Cuba, aun al extremo de la propia inmolación. A principio de agosto los soviéticos comienzan a construir las rampas para los misiles. A esto se suman 50 bombarderos de reacción nuclear Ilouchine-18. Pero los emisarios cubanos -Ernesto "Che" Guevara y Emilio Aragonés, que viajan a entrevistarse con Kruschev en Yalta- insisten en un acuerdo abierto, en lugar del envío subrepticio exigido por Moscú. Finalmente se impone el sigilo, cuyo propósito es probar la eficacia de la inteligencia norteamericana. Con el dramatismo de una virtual declaración de guerra, el 22 de octubre Kennedy anuncia al mundo que cualquier misil nuclear lanzado desde Cuba contra cualquier país occidental "será considerado como un ataque soviético contra los Estados Unidos, lo cual requiere una réplica de represalia completa contra la URSS". Seis meses antes Robert McNamara, secretario de Defensa, había expuesto la estrategia norteamericana de "represalias graduales". En la conferencia de enero de 1992, en La Habana, Castro coincidirá con las versiones soviéticas sobre su verdadero arsenal nuclear en 1962: 20 de los 42 misiles ya instalados contaban con ojivas nucleares; seis lanzacohetes tácticos llevaban misiles con cabezas nucleares listos para ser utilizados. Mientras Washington había estimado en 12.000 los efectivos soviéticos emplazados en Cuba. Castro confirmó la cifra de 42.000 dada por el vicepremier Anastasis Mikoyan. El 28 de octubre, a espaldas de La Habana, Kruschev concede a Kennedy el desmantelamiento de los misiles nucleares, a cambio de la promesa de que la isla no será invadida. El acuerdo entre ambos jefes de Estado -que si alguna vez fue rubricado por escrito, jamás salió a la luz- fue posteriormente ampliado con el desmantelamiento de los misiles norteamericanos emplazados en Turquía. Concesión retórica de la Casa Blanca, dado que se trataba de armas obsoletas, cuya reemplazo ya había sido ordenado ante la llegada de submarinos Polaris. ¿Quién ganó en la pulseada de la crisis? El filósofo francés André Glucksmann observa que la primera ley de toda crisis nuclear es que su desarrollo no está sometido a ley alguna: "La crisis cubana no llevaba necesariamente a la guerra, pero tampoco conducía inevitablemente a la paz. Es una notable broma de la historia que Fidel sobreviviera a los artífices del acuerdo que selló su permanencia en el poder. Kennedy fue asesinado en 1963 y Kruschev, removido del poder un año más tarde. Ambas circunstancias no pusieron fin a la integridad territorial de Cuba, que conoció un desangramiento lento en el bloqueo pero no sufrió una nueva Girón". Cuba-URSS, un amor contrariado ROGELIO GARCIA LUPO Todo había comenzado el 9 de julio de 1960, cuando Nikita Kruschev anunció en Moscú que los artilleros soviéticos estaban preparados para defender a Cuba con misiles. Entonces, una sensación de seguridad invadió a los cubanos. Fueron muy pocos los que revelaron su temor por el estallido de una guerra atómica. La mayoría recibió la noticia como la confirmación de que Cuba no estaba sola en el mundo, justo en el momento en que los Estados Unidos suspendían las compras de azúcar y comenzaban el embargo del petróleo. Yo lo recuerdo bien porque en las oficinas de la agencia Prensa Latina, en La Habana, se produjo una situación inconcebible para un periodista. La frase de Kruschev fue aislada por el corresponsal de la agencia France Presse en Moscú y distribuida a todo el mundo antes de que concluyera su discurso. Pero Prensa Latina estaba atada a la agencia soviética Tass por un convenio que, basado en la reciprocidad, obligaba a distribuir noticias de Moscú sólo cuando eran redactadas por los periodistas de Tass, y noticias de La Habana exclusivamente, cuando procedían de Prensa Latina. Tass estaba transmitiendo el discurso de Kruschev carilla por carilla y, mientras la radio de Miami repetía el flash de la agencia francesa, en nuestra oficina se habían recibido más de 30 páginas del discurso sin que apareciera el famoso párrafo, que por fin irrumpió entre aplausos incrustado en el contexto de un documento político que anticipaba el conflicto de la URSS con China. Fue en aquel día de 1960, sin embargo, cuando comenzó el único período en que los cubanos creyeron que podían contar con los soviéticos incondicionalmente. El Che se apresuró a recibir la oferta de Kruschev diciendo que, desde ese momento, "Cuba está defendida por los misiles de la más grande potencia militar de la historia". Castro prefirió rebajar la magnitud del compromiso señalando que se trataba de una metáfora. Esa etapa de las prolongadas relaciones entre La Habana y Moscú concluyó el 28 de octubre de 1962, cuando Kruschev anunció formalmente en Moscú que 40 misiles soviéticos iban a ser retirados de sus plataformas de lanzamiento en Cuba y viajarían hacia puertos de la URSS en los días siguientes. Fidel Castro mantuvo el secreto durante treinta años, y recién en 1992 comenzó a revelarlo. "Nosotros nos enteramos por la radio de que se había producido un acuerdo", dijo Castro, sin poder disimular el rencor que le causaba el episodio. Ese período de algo más de dos años estuvo apoyado en cierta ingenuidad de los cubanos sobre el alcance del respaldo de Moscú, que no estaba limitado por la fraternidad ideológica, sino por las mucho más terrestres leyes de la geopolítica. Fue recién en 1980, cuando Kruschev pertenecía al pasado, que otro líder soviético, Leonid Brezhnev, le dijo con crudeza a Castro que "nosotros no podemos combatir en Cuba porque ustedes están a 11.000 kilómetros de nosotros". Pero en la célebre cabezota de Kruschev fue el mismo pensamiento geopolítico lo que movió la negociación con Washington que garantizó que la isla no sería invadida a cambio de la salida de los misiles. Es que los soviéticos despreciaban la geopolítica como una falsa ciencia sustentada en obsesiones geográficas, pero cuando llegaba el momento también medían las distancias en kilómetros, anotaban las corrientes marítimas y disputaban el dominio de los océanos. "¿Vamos a ir a Cuba para que los estadounidenses nos rompan la cara?", le dijo Brezhnev a Castro en 1980. Castro conocía la respuesta desde aquellos días de la crisis de los misiles en 1962 y sabía que ante la agresión militar desde los Estados Unidos, Cuba iba a encontrarse dramáticamente sola. Después de la crisis, las relaciones de Cuba y la URSS no volvieron a ser las mismas, a pesar de que Washington instaló la imagen de una invulnerable alianza militar cubano-soviética. Es probable que Kruschev no haya conocido el significado exacto de las consignas que coreaban entonces miles de cubanos en las calles de La Habana: "Nikita mariquita, lo que se da no se quita". Unos treinta años más tarde, otro líder soviético, Mijail Gorbachov, repitió el gesto: anunció sin consultar a Fidel Castro que los militares soviéticos abandonaban la isla. Pero esta vez no hubo sorpresa en La Habana. La escalada 13 de agosto: El embajador soviético en Cuba, Alexander Alekseiev, remite a Castro el borrador del acuerdo para las bases misilísticas. 27 de agosto: Dos altos emisarios -Ernesto Guevara y Emilio Aragonés- se entrevistan con Nikita Kruschev en Yalta, para insistir en que se trate de un acuerdo público. Kruschev impone el secreto. 8 de setiembre: Llegan a Cuba los primeros misiles con cabeza nuclear en los buques Poltava y Omsk. A pesar de los informes de la CIA, que insisten en que sólo se trata de largos tubos, aviones espía norteamericanos detectan el traslado de armas. El Senado autoriza la movilización de 150 mil reservistas, mientras el Pentágono prepara un ataque aéreo. 14 de octubre: Finalmente un avión U2 obtiene tomas inconfundibles de una rampa con misiles tierra-tierra en San Cristóbal. El 17, Kennedy decide un bloqueo naval, una tregua para negociar. 22 de octubre: En un discurso, Kennedy denuncia la existencia de los misiles y amenaza con represalias. En Cuba, hay alarma de combate: se moviliza a la gente. 24 de octubre: Buques rusos se acercan a la frontera del bloqueo. A pocos kilómetros cambian de ruta. 26 de octubre: Fidel envía un desesperado mensaje a Khruschev temiendo la invasión. Ignora que empezaron las tratativas. 28 de octubre: Kruschev anuncia el retiro de los misiles, a cambio de garantías de que Cuba no será invadida. Fidel se "entera por la radio". Los EE.UU anuncian el retiro de sus misiles en Turquía e Italia. Las amargas confesiones de Fidel Durante doce horas, en enero de 1968 -seis años después de la crisis-, Castro informó a la cúpula comunista cómo los rusos habían ofrecido mil misiles para la seguridad de Cuba, sólo entregaron 40 y, además, pactaron a sus espaldas la retirada de las armas con los EE.UU. VINCENT TOUZE El documento cubano, del que publicó Clarín el 17 de septiembre de 1997 contiene largos fragmentos, es el proceso verbal de la intervención (de doce horas de duración) de Fidel Castro frente al Comité Central del Partido Comunista cubano el 25 y 26 de enero de 1968. En este documento inédito, Castro hace un análisis muy severo de la actitud de la URSS. "Los camaradas deben saber, por empezar, cómo fue tomada la decisión de instalar los misiles (...) Habíamos decidido tomar medidas para asegurar la seguridad del país. En esa época, nos unía a la Unión Soviética más la confianza que la razón. "En esa época, hizo su aparición una delegación de militares soviéticos, presidida por un mariscal (el mariscal Biriouzov, comandante de las fuerzas nucleares). Su misión consistía en proponer la instalación de misiles estratégicos. Con todos los camaradas, nos pusimos de acuerdo para dar una respuesta inmediata, sin ningún tipo de vacilación. Manifestamos la posibilidad de firmar un acuerdo militar. "Bien. Enviaron, entonces, un proyecto de acuerdo que sería publicado en el momento oportuno en el que se anunciaría la instalación de los misiles. Y si hay algo que lamento es no haber conservado este documento, porque era la nulidad más increíble que alguna vez se hubiera escrito (...) Su documento, que no tenía nada de político, era la obra de burócratas estúpidos. Fuimos nosotros los que redactamos, de puño y letra mío, el acuerdo que luego se presentó a la Unión Soviética. Lo firmamos, pero ellos nunca nos lo devolvieron. Y nuestra confianza ilimitada resultó ingenuamente víctima de todas estas sutilezas que éramos incapaces de concebir... "Señores, todo esto es increíble. Todas estas vacilaciones, estas maneras de actuar, indecisas y dubitativas, conducen a problemas. No sabíamos ni cómo era un misil de este tipo ni dónde había que instalarlo. Si hubiéramos sabido cómo eran los misiles y si nos hubieran planteado el problema del camuflaje de todo el material, qué fácil habría sido camuflar todo. "Y lo peor es que los U2 (los aviones espías) volaban aquí y ellos no los derribaban ni escondían los misiles. Es tan impresionante que la gente se preguntaba si no lo hacían a propósito; yo puedo asegurarles que es completamente falso: fue un desastre, una falta total de previsión (...) "Frente a esta situación, había que adoptar una posición diferente y no esta política de mentiras: Enviamos a Cuba armas defensivas. Y frente a la actitud del imperialismo, segunda o primera debilidad, en lugar de responder que Cuba tenía derecho a armas apropiadas, optaron por hacer concesiones, declarando que eran defensivas. En resumen, la mentira; recurrieron a la mentira negándose tácitamente el beneficio de un derecho o de un principio. "Enviamos una delegación a la Unión Soviética -creo que, esta vez, fue el camarada Aragonés y el Che (en agosto de 1962)- para presentar nuestra opinión según la cual, si era necesario, había que publicar el acuerdo. "Kruschev les dijo: No hay problema, pero no. Yo envío en octubre la flota del Báltico y una carta a Kennedy, 24 horas antes; y los misiles están allá... -La flota del Báltico! (...) Comandante Raúl Castro: Cuando fuimos allá (en julio), no sabíamos nada de esta cuestión de la dimensión de los misiles. Me enteré entonces que medían 20 metros. Sabiendo eso, y la cantidad de efectivos (militares soviéticos) que venían, le informé a Fidel. Fidel entonces convino que lo único que le plantearíamos a Kruschev sería: Kruschev, hay un problema: ¿qué pasa si los yankees y si Kennedy se enteran antes que se haya hecho público el acuerdo?. "Kruschev (que era muy vulgar) dijo: No te preocupes. A Kennedy, en otras palabras, lo voy a agarrar de los cojones. Si se presenta este problema, les envío un mensaje que significaría que ustedes invitarían a la flota del Báltico para una visita a Cuba, en el caso de que descubrieran todo antes (...). Comandante Fidel Castro: Desde un punto de vista estratégico, era algo formidable para el campo socialista. La presencia de misiles aquí creaba un extraordinario refuerzo de la posición soviética. -Si hubieran podido instalar mil misiles! Es lo que le digo a Biriouzov: mil misiles. Le digo: Mira, si esto responde a los intereses y a la defensa de todo el campo socialista, aquí estamos dispuestos a que instalen mil misiles. Imaginen mi reacción cuando me dijeron que instalarían 80 misiles. "Comandante Raúl Castro: Primero 40, creo. Misiles terrestres, porque los submarinos también iban a tener misiles (...). "Comandante Fidel Castro: Cuando estalló la crisis, rápidamente estábamos en pie de guerra. Llegó la primera carta de Kruschev (el 25 de octubre). Allí decía: El gobierno soviético acaba de recibir del presidente de los Estados Unidos, Kennedy, el siguiente documento, del cual les adjuntamos una copia (...) Consideramos que esta declaración es una ingerencia sorprendente en las cuestiones de la República de Cuba, una violación de las reglas del derecho internacional. Rechazamos las exigencias desvergonzadas del gobierno norteamericanao para controlar el envío de armas a Cuba (...). "Dada la situación que se había creado, les damos instrucciones a los representantes militares soviéticos que se encuentran en Cuba sobre la necesidad de adoptar las medidas necesarias y de manifestar vigilancia en esta cuestión. (...) "Evaluábamos la posibilidad de una tentativa de bombardeo, de destrucción e, incluso, que tuviera éxito; nos reunimos con los representantes, el jefe del Estado Mayor (soviético), les planteamos los interrogantes. Luego convocamos, uno a uno, a los oficiales para darles la orden: tener listos los misiles tierra-aire (SAM) así como algunos misiles estratégicos, tener preparada la aviación, tener todo dispuesto; además, había misiles tácticos, armas atómicas tácticas. "Les expliqué entonces que había que estar alerta -a causa de los vuelos de baja altura- y no podíamos admitir que nos volaran sobre la cabeza; debíamos (...) tomar medidas extremas para no dejarlos volar (y podíamos impedirlo) considerando que podrían destruir algunos de estos misiles. No debíamos dejarlos en sus emplazamientos, había que camuflarlos, lejos de estos emplazamienos e, incluso después de un eventual bombardeo, debíamos disponer de una reserva de misiles estratégicos para que no los destruyan todos (...) "Defendíamos estos misiles con un afecto, con un amor increíbles. Luchábamos por primera vez, casi de igual a igual, con un enemigo que nos había agredido y provocado incesantemente, y nos sentíamos realmente motivados por esta nueva situación, gracias a esta carta llena de resolución, de principios y de derechos. Estábamos ebrios por este extraordinario espíritu internacionalista proletario, tal como lo habíamos soñado. "Entonces, cuando imaginamos la posibilidad del ataque aéreo, convencimos a esta gente (los militares soviéticos) de poner en funcionamiento los radares de baja altura para defendernos de los aviones en vuelo rasante. Les preguntamos qué pensaban hacer si ellos atacaban. Hablamos de armas estratégicas, de armas tácticas -suponíamos, obviamente, que cualquier utilización de estas armas debía ser ordenada por la Unión Soviética-. Les pregunté a propósito de las armas tácticas, si en caso de invasión estaban dispuestos a utilizar las armas tácticas; me hicieron comprender que era necesario, iban a utilizar las armas atómicas tácticas en caso de invasión. Los disparos (contra los aviones norteamericanos) comenzaron cerca de Candelaria y en estos lugares, toda la mañana, el día en que fue abatido el U2. Carta de Fidel a Kruschev "Era de noche, y entonces me dije: voy a enviarle una carta a Kruschev para darle coraje. Tuve miedo de que esta gente cometiera un error histórico. (...) Había que mantener nuestra posición con firmeza y me decidí a escribirle una carta a Nikita, en ese momento, para darle coraje y exhortarlo a que no flaquee (Risas). (El siguiente texto es sobre la carta enviada por Fidel a Kruschev el 26 de octubre de 1962, donde Fidel recomienda un ataque nuclear en caso de invasión estadounidense) "Escribía esta carta con un cuidado y unos escrúpulos terribles, porque lo que iba a escribir era particularmente osado y audaz, y debía cuidar la forma. Mi opinión era que, en caso de invasión, había que enviarles una andanada masiva y total de misiles nucleares. No le decía dispárenlos, pero si atacan, si invaden, es una situación tan dramática, tan difícil de enfrentar, que no debemos perder tiempo en estupideces, ni en darle tiempo al enemigo de lanzar el primer ataque. En ese momento, le presenté una suerte de condolencia, verdaderamente, porque él estaba metido en esta mierda y me dije: Este hombre (Kruschev) debe estar triste. "En esos momentos no considerábamos la posibilidad de que pudiéramos desaparecer. Es un hecho muy interesante, porque, en realidad, estábamos en la antecámara del holocausto y nosotros nos contábamos chistes. Sabíamos que nos iban a hacer jugar el papel del muerto: estábamos decididos a aceptarlo. "Todavía no se sabe cómo se produjeron las circunstancias que condujeron a la destrucción del avión (U2). Si fue el resultado de la reunión de la víspera (con el Estado Mayor ruso), o la decisión del oficial responsable de la batería de misiles tierra-aire, o si se debía a los disparos de nuestros propios antiaéreos. "Al comenzar a perder la fe en la política soviética, empezamos a modificar nuestra táctica. Y si en un momento luchábamos para que los aviones y las tropas se quedaran, luego decidimos que -frente a un aliado en total retirada e, incluso, más allá de la capitulación- era necesario, al menos, intentar salvar algo. "Comenzó así una nueva fase en nuestras relaciones con la Unión Soviética, caracterizada por las circunstancias particulares en las cuales nos encontrábamos: frente a nosotros, un enemigo agresivo y arrogante, un aliado que se retracta, nuestro deseo de conservar las armas y, finalmente, la decisión de impedir que las relaciones con este aliado se degraden al punto de llegar a una ruptura. "Sean cuales fueran los errores cometidos por la revolución rusa, creemos sinceramente que impregnó durante un período prolongado al pueblo soviético de un profundo espíritu de solidaridad. Pero ignoramos cuánto tiempo más, bajo la influencia de las nuevas circunstancias, podrá mantenerse este espíritu. Cuba no conocía ninguna crisis hasta el momento en que empezó esta historia de los misiles. "Cuba se opuso al modo en que se abordó el problema y estuvo en total desacuerdo con la manera en que se le puso fin. Es cierto que existe el argumento de que -Cuba vive! Pero nosotros también vivimos desde que nuestras madres trajeron al mundo a cada uno de nosotros. -Y ellas no tienen nada que ver con los misiles soviéticos!". (c) Le Monde/Vincent Touze. Traducción de Claudia Martínez. (c) Le Monde y Clarín, 1997. figura 1 figura 2 figura 3 figura 4 figura 5