GUSTAV KLIMT Por Samuel Rodríguez Rodríguez

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GUSTAV KLIMT
Perspectivas estéticas en torno a la
mujer de fin de siglo
Por Samuel Rodríguez Rodríguez
GUSTAV KLIMT: PERSPECTIVAS ESTÉTICAS EN TORNO A LA MUJER DE FIN DE
SIGLO
RESUMEN. El artículo plantea un estudio estético de la figura femenina en la época de
fin de siglo a través de diferentes arquetipos artísticos desarrollados en las obras
pictóricas de Gustav Klimt. Al mismo tiempo, se analizan las relaciones entre estos
arquetipos pictóricos y otras artes, fundamentalmente la literatura y la música, así como
su influencia posterior en el arte del siglo XX.
GUSTAV KLIMT: AESTHETIC PERSPECTIVES ABOUT THE WOMAN OF THE END OF
THE CENTURY.
ABSTRACT. This article presents an aesthetic study on the female figure at the period
of the end of the century through different artistic archetypes developed in the paintings
of Gustav Klimt. The relationship between these archetypes in painting and other arts –
mainly literature and music – and their subsequent influence on the art of the twentieth
century are also analyzed.
Palabras clave:
Klimt, estética, mujer, pintura, música.
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La castidad es en algunos virtud,
mas en otros es puro vicio
Friedrich Nietzsche
Gustav Klimt (1862-1918) nace en Baumgarten, en los alrededores de Viena,
hijo de un dorador artesano. A la edad de 15 años se inscribe en la
Kunstgewerbeschule (Escuela de Artes Aplicadas) de la ciudad. Su hermano
Ernst le sigue al año siguiente, de hecho se ocupará
posteriormente de la realización de algunos de los marcos
de los cuadros de su hermano como Palas Atenea (1898) o
Judith I (1901). Esta formación en torno a lo decorativo
será crucial en el estilo ornamental de su pintura posterior,
donde los elementos geométricos juegan no sólo un papel
decorativo sino, a menudo, de tipo simbólico (véanse los
triángulos amenazadores que apuntan hacia el sexo de la
protagonista de Esperanza I o las líneas ondulantes y
sensuales y los adornos de las sedas de Judit I y Dánae).
En 1883 Gustav Klimt y su hermano fundan con su
compañero Franz Matsch un taller propio. Entre 1886 y
1887 Klimt se consagra a la decoración de la escalera del
Burgtheater de Viena. Debido al éxito de este trabajo
reciben el encargo de la realización de los frescos del
Kunsthistorisches Museum de Viena (1890-1891). La
Universidad de Viena le encarga poco después tres pinturas
monumentales basadas en la Medicina, la Jurisprudencia y
la Filosofía. Aquí plantea alegorías enigmáticas que marcan
Klimt, Nuda Veritas (1899).
la incapacidad del ser humano para comprender la verdad
Viena, Österreichische
Nationalbibliothek, Óleo
sobre lienzo, 252 x 56,2 cm. frente al pensamiento positivista y racional de los
profesores, lo cual provocó una fuerte confrontación y
escándalo entre el artista y el público. Comienza a partir de ahora una nueva
etapa estilística en Klimt bajo la influencia de artistas simbolistas como Khnopff,
Klinger o Toorop, alejándose del academicismo. En 1897 se convierte en
miembro fundador de la Secesión vienesa junto a Koloman Moser (si bien se
apartará de la Secesión tempranamente), Carl Moll y otros artistas. La Nuda
Veritas (1899), obra inaugural de las exposiciones de la Secesión, marca también
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su alejamiento del historicismo tardío y su actitud autónoma de cara a la crítica.
La Venus representada en el cuadro sujeta una lupa que permite ver la verdad al
desnudo, sin tapujos; por lo tanto este arte se alza como un estandarte de la
expresión del individuo por encima de los convencionalismos, incluso cuando la
verdad que se muestre (como en el caso de los frescos de la Universidad de
Viena) sea desagradable. Esto entronca con todo un corpus de ideas que podemos
resumir en:
•
•
•
•
•
Importancia del instinto sobre la razón. Oposición Arte-Ciencia.
Visión purificadora del arte como único medio de alcanzar la felicidad
terrenal y el amor puro (friso Beethoven).
Arte como superación sublimada de la vida.
Artista como profeta, visionario.
Yuxtaposición de dos niveles psicológicos: la
experiencia directa y el significado de ésta (Judith
I, Alegoría de La Escultura).
Estas ideas se deben a diversas influencias, de las
cuales destacamos
a Hofmannsthal que insta al
descubrimiento del lado oscuro del hombre, el instinto, al
margen de principios éticos y morales. Hofmannsthal
exhortaba a los artistas a romper con los postigos oxidados
y hundidos del alma para mostrar lo que se esconde en
cada hombre. Esto también se relaciona con Nietzsche,
cuyo influjo alcanza el arte y la música de fin de siglo de
manera contundente en su concepto de arte dionisíaco, es
decir, de arte como liberador de las emociones convulsas
y ocultas del hombre frente a la represión que corrientes
como el cristianismo o la moral han inculcado. En este Klimt, Serpientes acuáticas I
Viena,
sentido las concomitancias con el compositor Richard (1904-1907).
Österreichische Galerie. Óleo
Strauss son evidentes, el cual tomó siempre como sobre lienzo, 50 x 20 cm.
referente filosófico a Nietzsche, con obras claramente influidas por éste como Así
habló Zaratustra u óperas que recuperan el valor de lo trágico como Salomé o
Elektra.
Dentro de esta concepción del mundo de lo dionisíaco y lo trágico
encontramos en Klimt una perspectiva estética compleja en torno a la mujer.
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Dentro de la visión que los contemporáneos tenían del
papel femenino conservamos testimonios interesantes
al respecto como el de Robert Pincus:
A la mujer se le atribuían roles estrictamente
compartimentados: a la mujer abominable y vulgar de
Baudelaire se oponían las criaturas ideales, las demoiselles
élues, santas damas, princesas de un país de porcelana,
impresas en la conciencia del público por Rossetti,
Swinburne, Burne-Jones, Whistler y Armand Point1.
Es la mujer abominable de Baudelaire la fuente
de inspiración de la mujer como origen del mal, una
Eva renovada que engaña a los hombres y los
embauca en una fina tela de araña de la que es
imposible escapar. Uno de los pintores que mejor lo
refleja es Klimt. La mujer ocupa en Klimt, al igual
Klimt. Judit I (1901). Viena,
que en numerosos artistas, el centro de todas sus
Österreichische Galerie. Óleo sobre
lienzo, 84 x 42 cm.
obras. Dado que hasta hace poco sólo los hombres
podían acceder hasta los altos pódiums de la cultura y
el arte es natural que las imágenes múltiples que conservamos sobre la mujer
hayan sido todas proyectadas bajo el prisma masculino. Mujeres tiernas, mujeres
delicadas, buenas esposas, devotas de imágenes en las paredes y complacientes
con sus esposos. Otras, las abominables, debían servir de ejemplo a las mujeres
decentes de lo que no debían hacer.
Podríamos establecer tres categorías de mujer en la producción de Klimt: la
mujer como objeto sexual, como vemos en sus muy numerosos dibujos eróticopornográficos y algunos de sus cuadros, como por ejemplo Serpientes I y II
(1904 y 1907) de inspiración lésbica o Dánae (1907-1908). Un segundo grupo
está representado por la mujer portadora de los males universales, tales como
Esperanza I y II (1903 y 1908), donde el embarazo marca el triunfo sexual de la
mujer; el niño que ella dará al mundo perpetuará los sufrimientos humanos. Es
origen de la vida y, por ende, del mal. Esta misma idea podemos verla, aunque de
manera más sutil, en Las tres edades de la mujer (1905) o Muerte y vida (1916)2.
En sus composiciones la mujer está en el centro de un mundo marcado por la
inestabilidad y la descomposición permanente. Finalmente, en el tercer grupo
encontramos a la mujer como instrumento de castigo o la encarnación del mal,
donde el hombre es casi siempre su impotente víctima (las pobres Süssel Mädel3
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devienen monstruos en manos de sus verdugos). Esta última categoría la vemos
reflejada en el Friso Beethoven (1902) o La jurisprudencia (1903-1907) pero
sobre todo a través de las dos versiones sobre el personaje bíblico Judith (1901 y
1909), una viuda judía de Betulia.
La historia cuenta que Holofernes, general
asirio, fue enviado por el rey Nabucodonosor I (tal
vez Sargón o Senacherib) con una beligerante
armada para someter a todos los pueblos vecinos,
incluida Israel. Cada vez que tomaba una ciudad
tenía por costumbre acabar con toda su población,
sin consideración de sexo o edad. Es por ello que,
una vez sitiada Betulia, Judith decidió arriesgar su
vida para salvarse a ella y a su pueblo. Partió, pues,
vestida con sus mejores galas que no llevaba desde
la muerte de su esposo, con un velo sobre el rostro.
En cuanto Holofernes la vio quedó prendado de su
belleza y prometió tomarla por esposa si conseguía
ocupar Betulia; por su parte, Judit se comprometió –
he aquí la trampa- a ayudarle en su empresa. Esa
misma noche Holofernes hizo una gran fiesta, en la
que Judit fue, evidentemente, invitada de excepción.
Pero una vez que Holofernes estuvo lo
suficientemente ebrio Judit tomó una espada y cortó
la cabeza del general asirio.
Klimt. Judit II (1909). Venecia,
Galleria d'Arte Moderna. Óleo sobre
lienzo, 178 x 46 cm.
Pese a ser una heroína entre los judíos por haberlos librado de la ocupación
extranjera, en el siglo XIX Judit pasó a formar parte del panteón de mujeres
malignas, seductoras y engañosas. Y esa idea precisamente es la que presenta
Gustav Klimt, una Judit triunfante, medio desnuda, impúdica, lujuriosa, que
disfruta macabramente de la decapitación de Holofernes, portando en su mano
izquierda la cabeza amoratada del difunto Holofernes.
En su segunda versión Judit ya no aparece como seductora sino como
depredadora absoluta del hombre, crispada, en actitud de danza. Es por ello que
se la identifica a menudo con otro personaje bíblico, Salomé. La madre de ésta,
Herodías, esposa de Filipo I, durante la ausencia de su marido fue tomada como
esposa por el propio hermano de éste, Herodes. Este hecho escandaloso e inmoral
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fue denunciado por San Juan Bautista, razón por la cual fue encarcelado a
instancias de su mujer Herodías. Ésta quería matarlo, pero Herodes, sabiendo que
Juan era un hombre justo y santo, lo guardaba a salvo. Sin embargo, en la fiesta
de cumpleaños del tetrarca Herodías actuó astutamente por medio de su hija y
consiguió lo que deseaba, tal como nos cuentan los evangelios:
Entrando la hija de Herodías, danzó y agradó a Herodes y a los que allí estaban
con él en la mesa; y el rey dijo a la muchacha: pídeme lo que quieras y yo te lo
daré. Y le juró: todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino.
Saliendo ella dijo a su madre: ¿qué pediré? Y ella le dijo: la cabeza de Juan el
Bautista4.
Como vemos, el nombre de Salomé ni siquiera aparece en la Biblia, aunque
debido a que no existe constancia de que Herodías tuviera otra hija que Salomé
(fruto de su matrimonio con Filipo) se ha dado por hecho que fue ella la que
bailó para Herodes. Su papel en el relato bíblico es más que parco, siendo su
madre la que soporta el peso moral de la ejecución del profeta. De hecho se sabe
que la Salomé histórica fue una mujer moderada, justa, sencilla, que se casó dos
veces, primero con su tío Filipo II, tetrarca de la Iturea y, tras la muerte de éste,
con Aristóbulo, rey de Calcis, con quien tuvo tres hijos. Salomé murió hacia el
año 72 d.C.
Por tanto, nada de perverso parece
hallarse en su personalidad. De hecho su
nombre proviene del vocablo hebreo
“salom” (“paz”), equivaliendo a “la
pacífica”. Cabe entonces preguntarse de
dónde viene el mito de la Salomé maligna
y caprichosa. Los orígenes debemos
buscarlos en el culto politeísta fenicioíndico, próximo al mundo judío, donde
existía una deidad maligna, en forma de
mujer, que simbolizaba el deleite y la
histeria, corrompiendo todo cuanto estaba
a su alrededor, cuyo nombre era
precisamente Salomé. Es esa Salomé la
que llega hasta nosotros, decadente, Stuck, Salomé (1906). Múnich Städtische Galerie im
corroída por el deseo, caprichosa, voluble, Lebenbachhaus. Óleo sobre lienzo, 115,5 x 62,5 cm.
sedienta de aquello que le es imposible poseer: el profeta San Juan Bautista.
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Numerosos artistas tomaron a Salomé para plasmar el mito de femme fatale.
La Salomé de Franz von Stuck (1906) pone en relieve el carácter perverso de la
bailarina, que manifiesta su animado placer tras la decapitación del profeta. Este
artista posee muchos puntos en común con Klimt; al igual que éste Stuck fue
fundador de la Secesión, en este caso de Munich (1892), cuyas actividades eran
bien conocidas en Viena. Numerosas pinturas de Stuck suponen una mezcla de
erotismo y de tensión permanente. La visión de Salomé en la escultura de Max
Klinger, La nueva Salomé (1893) es, sin embargo, mucho más relajada e
indiferente que las de Klimt o Stuck. Hay que remarcar las versiones realizadas
por el ilustrador británico Audrey Bearsdley a propósito de la obra de mismo
tema de Oscar Wilde. Bearsdley, asociado al Art Nouveau, aporta una visión
totalmente perturbadora de la mujer. Retoma con una cierta ironía la temática de
la mujer fatal y castradora. Sin embargo, no refleja la angustia de sus
experiencias frustradas con las mujeres por el hecho de su condición
homosexual, a diferencia de Munch, que se representó incluso en un autorretrato
decapitado por la propia Salomé. En este contexto próximo al expresionismo
destaca la Judit y Holofernes (1916) de Koloman Moser. Éste, amigo de Klimt
desde 1893, se convirtió en miembro fundador de la Secesión junto a él. La
tendencia insinuada por Klimt hacia lo abstracto está ampliamente desarrollada
en Moser, y el lienzo de Judit da prueba de ello. Moser plantea además una nueva
pregunta: la lucha de sexos. La desnudez casi comprometida de Holofernes posee
un carácter humillante no disimulado al
cual se opone la provocación contenida en
la desnudez triunfante de Judit. Schiele,
muy próximo a Klimt, muestra también la
lucha de sexos rozando los tabús como se
parecia en el escandaloso cuadro Cardenal
y religiosa (1912), basado en El beso
(1908) de Klimt.
Beardsley, "The climax", de la colección Salomé
(1984). Colección particular. Litografía.
La difusión de esta iconografía fue
abundante no sólo en las artes plásticas sino
también en literatura y música, tales como
La caja de Pandora y El espíritu de la
tierra de Franck Wedekind, de la cual
Alban Berg se inspiró para su última ópera
Lulú. Friedrich Hebbel escribió otra pieza al
respecto. Freud hará de la mujer fatal, y en
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concreto de Judit, la representación del Tabú de la virginidad, de 1917, que
asimila la decapitación a la castración. A este respecto Freud también comentó a
propósito de El hombre de la arena del escritor E.T.A. Hoffmann que los ojos
arrancados a los niños equivalían también a la castración. Flaubert escribió
Herodías, pero en su relato se mantiene fiel a la trama bíblica y hace culpable de
la muerte de San Juan el Bautista únicamente a Herodías. Oscar Wilde escribió la
ya citada obra de teatro Salomé, que dará lugar a una de las primeras óperas
rompedoras por su estética expresionista, recuperando el fatum de la tragedia
griega, Salomé, de Richard Strauss.
En definitiva, la obra de Klimt participa de la expresión moral ambigua de
la sociedad vienesa en relación a la mujer, cuyo valor ideológico se asimila al
erotismo y, al mismo tiempo, al terror. Esta represión de los instintos –que tanta
relación guarda con pensadores como Nietzsche o Freud- ha aportado a la
Historia del Arte una estética innovadora, llena de complejidad, pero de un
simbolismo mucho más simple de identificar en relación a otros pintores
simbolistas. Quizás es gracias a ello que Klimt es uno de los pintores más
admirados tanto por especialistas como por el público aficionado.
BIBLIOGRAFÍA
-
Freud, S. (2001). Tabú de la sexualidad en Obras completas (Vol. 7).
Madrid: Biblioteca nueva.
Jaspers, Karl (1963). Nietzsche. Buenos Aires: Editorial sudamericana.
Kennedy, M. (2001). Richard Strauss. L'homme, le musicien, l'enigme.
París: Fayard.
Lemoine, S. y Zu Salm Salm, M. A. (directores) (2005). Vienne 1900:
Klimt, Schiele, Moser, Kokoschka. París: Réunion des Musées nationaux.
Metzger, R. (2005). Gustav Klimt, Dessins et Aquarelles, París: Hazan.
Schnitzler, A. (2004). Juventud en Viena: una autobiografía. Barcelona:
Acantilado.
Théberge, P. (1995). Paradis perdus: l'Europe symboliste. Montreal:
Flammarion.
Wedekind, F. (1993). Lulú. Madrid: Cátedra.
Whitford, F. (1991). Gustave Klimt. París: Thames & Hudson.
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NOTAS A PIE DE PÁGINA:
1
Théberge, P. (1995). Paradis perdus: l'Europe symboliste. Montreal: Flammarion, p. 385.
Whitford, F. (1991). Gustave Klimt. París: Thames & Hudson, p. 94.
3
Término utilizado por el dramaturgo Arthur Schnitzler en su obra Juventud en Viena: una
autobiografía a propósito de las jovencitas aparentemente inocentes, seducidas con dudosas
intenciones a manos de galantes caballeros.
4
Marcos 6, 22-24. Mateo 14, 6-11 y, más resumido, en Lucas 4, 16-30 ofrecen también el relato
de la muerte de San Juan el Bautista.
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