PAÍS: España FRECUENCIA: Mensual PÁGINAS: 34-35 O.J.D.: 251457 TARIFA: 54000 € E.G.M.: 272000 ÁREA: 1188 CM² - 200% SECCIÓN: REVISTA 1 Marzo, 2016 Nuevos tiempos En una atmósfera de consumo inmediato, los diseñadores plantean cambiar la forma de crear, producir y vender moda. Primer paso: reformular el calendario de los desfiles Texto Laura García del Río Foto Mirta Rojo P arece que, finalmente, la industria encara una disyuntiva que hace tiempo está en el aire. Los desfiles, tal y como se concibieron allá por 1943, han perdido su razón de ser –a saber, informar a la prensa y hacer negocios con los mayoristas–. Ante un sistema que la mayoría etiqueta de exhausto, obsoleto y roto, no son pocos los que apremian un cambio de enfoque. El primero, Tom Ford. Tras cancelar su presencia en esta semana de la moda, el diseñador explicó que mostrará la colección de o-i 2016 en septiembre, poniéndola a la venta inmediatamente después. Casi al tiempo, y con un comunicado global, Burberry anunció la adopción de una estrategia 34 SMODA similar, con efecto inmediato. El objetivo: «Reducir la brecha entre la pasarela y la disponibilidad para el cliente», explicó Christopher Bailey, director general ejecutivo y creativo del gigante británico. El precedente lo sentó Rebecca Minkoff, que ya en diciembre implementó un sistema de producción que le permitiría tener en las tiendas en un máximo de 45 días los productos que presentaría en la pasarela, haciendo coincidir la temporada de desfiles con la de venta. La última enseña en sumarse al movimiento, a cierre de este edición, ha sido Vetements, que ha anunciado que a partir del próximo enero mostrará en dos shows anuales sus colecciones, que llegarán a tienda en un lapso de dos meses, en vez de los seis habituales. PAÍS: España FRECUENCIA: Mensual PÁGINAS: 34-35 O.J.D.: 251457 TARIFA: 54000 € E.G.M.: 272000 ÁREA: 1188 CM² - 200% SECCIÓN: REVISTA FOTO: CORDON PRESS. 1 Marzo, 2016 En el epicentro de este terremoto sartorial se levanta la figura (estrella) del sistema: el comprador. «La forma en la que mostramos la ropa –no solo a la prensa, sino también al consumidor– ha cambiado», comenta Ford. Échenle la culpa a Internet. La Red y sus muchas ramificaciones –Instagram, Snapchat, Twitter– han dado al público acceso ilimitado a las pasarelas. Pero el lapso temporal entre el momento en el que ve el desfile y el momento en el que puede comprarlo, hace que todo el poder marketiniano del espectáculo caiga en saco roto. «Gastamos enormes cantidades de esfuerzo y dinero en crear estos shows, y no aprovechamos el entusiasmo que producen», explica el texano, que tacha el sistema actual de arcaico. Tener que esperar seis meses antes de poder echarle mano a esos zapatos le puede bajar la libido consumista hasta al más ávido de los compradores. «Resulta osado pensar que el comprador va a mantener el interés», coincide Guillermo Corominas, director de Comunicación de Mango. Especialmente en un mundo en el que los estímulos son continuos y constantes. «Al consumidor no le importan las temporadas. Cuando ve algo en Instagram, lo quiere. Y lo quiere al momento. No hay más», sentencia Ken Downing, director de Moda de los grandes almacenes Neiman Marcus y defensor de «un reajuste del uso actual de los desfiles». Los diseñadores de Proenza Schouler –que han embargado todas las imágenes de su línea pre-fall hasta su llegada a tienda, en julio– coinciden. «Tiene más sentido publicitar una colección al mismo tiempo que sale a la venta», defienden. «Parece que todo el mundo está de acuerdo en que centrar las pasarelas en el consumidor es una buena idea», comenta Diane von Furstenberg, presidenta del Consejo de Diseñadores de Moda de América (CFDA en sus siglas en inglés). El pasado diciembre la organización encargó a la consultora Boston Consulting Group un estudio para analizar los pros y los contras de una semana de la moda menos orientada hacia la indus- Sobre la mesa. «Si se unen más firmas a esta iniciativa, podría cambiar por completo la industria», dice Guillermo Corominas, director de Comunicación de Mango El desfile del 22/2 de Burberry será el primero bajo el nuevo orden de la marca. tria y más hacia el consumo. Muy a nuestro pesar, el secreto profesional ha impedido a la agencia compartir los resultados. Pero Von Furstenberg, quien ha tenido a bien aclararnos un poco la incógnita, explicó que la idea que se sopesa es mantener un calendario de citas para que las firmas presenten su producto a la prensa y a los mayoristas en un entorno más privado con los seis meses habituales de adelanto, y que luego, al inicio de la temporada, hagan un desfile, con toda su pompa, para el público a pie de calle. No son pocos quienes ven este movimiento como la victoria del sistema Inditex. Guram Gvasalia, CEO de Vetements, lo considera más bien una reivindicación de los valores del slow fashion. Empezando por la calidad, y siguiendo por la creatividad. «Los diseñadores necesitan tiempo para digerir, procesar y crear cada colección. Pero el calendario actual ejerce una presión desorbitada sobre ellos. Una vez genios, acaban siendo incapaces de cualquier actividad creativa», asegura el empresario. ¿Alusiones a Raf Simons y Alber Elbaz? Ellos son las dos últimas víctimas de «una maquinaria industrial que devora, mastica y escupe a sus creadores», condena el empresario. Y que, puntúa Von Furstenberg, «solo beneficia a quienes se dedican a copiar», que se encuentran con seis meses por delante para versionar lo visto en pasarela ajena. Los riesgos del cambio de modelo, reconoce Gvasalia, son tantos como las ventajas. Entre ellos, el hecho de apostarlo todo a dos colecciones preproducidas y sin la posibilidad de reponer el stock. Además de la necesidad de ajustar los sistemas de producción actuales. Pero, apunta Corominas, «en el mundo de la moda el único riesgo que no puedes tomar es el de no escuchar al cliente. No creo que el cambio vaya a ser inmediato, pero está claro que hay un germen. Si más firmas se unen, podría cambiar por completo el paradigma de la industria», comenta el experto • SMODA 35