ATAQUES DE PÁNICO Lic. Tania Palacio1 ¿Qué es el Pánico? El pánico es considerado como una vivencia de miedo o terror intenso, con sensación de descontrol, desmayo o muerte inminente, que forma parte del cotejo de síntomas de una crisis o ataque de pánico. Su etimología griega nos recuerda al Dios Pan, un niño solitario, triste y taciturno, que solía esconderse en una caverna. Si algún extraño se acercaba a perturbarlo, lanzaba un grito espantoso que atemorizaba y hacía huir al intruso con un miedo intenso al que se llamó luego “pánico”. Desde el punto de vista la clasificación psiquiátrica – psicológica, se lo ubica dentro de los Trastornos de Ansiedad, lo que nos lleva a preguntarnos qué es la Ansiedad. La ansiedad es una respuesta común y universal del ser humano, que se encuentra presente a lo largo de toda su vida. Constituye una reacción emocional ante la percepción de una amenaza o peligro, y su finalidad, a lo largo de la escala biológica, es la protección del individuo. En el ser humano, frente a un ruido intenso o inesperado, como una explosión o gritos, se produce de manera automática e inmediata una respuesta de ansiedad, que prepara al individuo para la lucha o la huida. La diferencia con el miedo radica en el miedo se da ante estímulos concretos, ante situaciones objetivamente peligrosas, mientras que la respuesta de ansiedad se presenta ante la percepción o la anticipación de una situación amenazante o peligrosa. Una serie de cambios corporales ocurre mediante la respuesta ansiosa, pues al estar hiperviligante, el ritmo cardíaco se acelera, aumenta la presión sanguínea, se eleva el tono muscular y la frecuencia respiratoria se incrementa. Asimismo, disminuyen las funciones digestiva y sexual. Todo este conjunto de respuestas físicas preparan al individuo para huir, atacar o hacer frente a la situación amenazante y esta mediado por el sistema nervioso simpático. 1 Licenciada en Psicología Egresada de la Universidad Católica del Uruguay. Psicoterapeuta Cognitivo – Conductual Egresada de SUAMOC (Sociedad Uruguaya de Análisis y Modificación de la Conducta) Integrante honoraria del Equipo de Terapia Cognitivo – Comportamental del Hospital de Clínicas (2001 – 2007). Como vimos anteriormente la respuesta ansiosa se evidencia mediante un conjunto de manifestaciones que se pueden agrupar, según Peter Lang (1968) en tres áreas: 1. Fisiológico: palpitaciones o taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, náuseas, mareo, sensación de desmayo. 2. Cognitivo: pensamientos o imágenes negativas referidas a la situación, al propio sujeto, a sus respuestas de ansiedad y/o a sus consecuencias. 3. Conductual: inquietud o hiperactividad; parálisis motora o inmovilidad; movimientos torpes, temblorosos o desorganizados; comportamientos de evitación o alejamiento de la situación temida. En ocasiones, la respuesta ansiosa deja de ser adaptativa y resulta desproporcionada frente a la situación en la que nos encontramos, dando lugar a la aparición de lo que se denomina ansiedad patológica. Este tipo de ansiedad es aquella que resulta excesiva o desproporcionada respecto al estímulo que la provoca, aparece de manera muy frecuente o duradera y produce limitaciones de diversa índole en la vida cotidiana de quien la padece, restringiendo sus posibilidades de adaptación al entorno. Una de las manifestaciones de esta ansiedad patológica es la Crisis o Ataque de Pánico. ¿Qué es el Ataque de Pánico? Según el DSM-IV un ataque de pánico comprende la: Aparición temporal y aislada de miedo o de malestares intensos acompañada de 4 ó más de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión dentro de los primeros 10 minutos: 1. Palpitaciones o taquicardia 2. Sudoración 3. Temblores o sacudidas 4. Sensación de ahogo 5. Sensación de atragantamiento 6. Opresión o malestar torácico 7. Náuseas o molestias abdominales 8. Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo 9. Desrealización o despersonalización 10. Miedo a volverse loco o descontrolarse 11. Miedo a morir 12. Parastesias (hormigueos o entumecimientos) 13. Escalofríos o sofocaciones Como podemos apreciar los síntomas fisiológicos prevalecen durante la crisis de pánico, y la sensación de miedo o terror intenso domina el cuadro. Este predominio de los síntomas fisiológicos lleva al paciente a suponer que sus síntomas son más de índole física, por lo que es habitual que concurra a un servicio de emergencia, visite a un cardiólogo o a un médico general, con lo que inicia un largo peregrinar por diferentes especialistas, hasta contactarse con un profesional que le proporcione el diagnóstico adecuado. ¿Qué es el Trastorno de Pánico? Puede suceder que la persona experimenta alguna vez en su vida un ataque de pánico y nunca más vuelve a repetirse, pero en ocasiones se configura un Trastorno de Pánico. Para que exista un trastorno de pánico es necesaria la presencia de ataques de pánico recurrentes e inesperados, y al menos una de las crisis ha sido seguida durante un mes (o más) de uno (o más) de los siguientes síntomas: - Inquietud persistente ante la posibilidad de tener una crisis Preocupación por las consecuencias o implicancias de la crisis Cambio significativo del comportamiento relacionado con las crisis. Se estima que 1 de cada 10 personas tiene una crisis de pánico aislada a lo largo de su vida, sin que la misma vuelva a repetirse. Diferentes estudios epidemiológicos indican que la prevalencia del trastorno de pánico en la población general oscila entre el 2 y el 5 %. ¿Cuáles son las causas de los Ataques y del Trastorno de Pánico? Según el psicólogo estadounidense David Barlow, prácticamente una de cada 30 personas de la población general tiene el sistema de alarma del cerebro hipersensible, es decir, que en ella el umbral para que se dispare la respuesta de alarma es más bajo. Por ello, en algún momento de su vida la respuesta se gatilla espontáneamente, sin motivo aparente. Es decir, sin que existan condiciones de peligro real en el exterior, la alarma se activa en forma de falsa alarma. Se produce entonces una respuesta similar a la que habría en caso de una amenaza verdadera. Tanto el estrés producido, por ejemplo, por accidentes, cirugías, ciertas en enfermedades, o el causado por frustraciones, desgracias o pérdidas emocionales, suelen ser antecedentes frecuentes a la aparición de una primera crisis de pánico. Circunstancias reiteradas de estrés van estimulando crónicamente al sistema nervioso simpático. Hay una predisposición familiar a padecer el trastorno de pánico, que en parte es hereditaria y en parte tiene que ver con el aprendizaje de los modelos parentales a lo largo de la infancia. También pueden ser factores desencadenantes el estrés acumulado en los meses anteriores a la primera crisis (casamiento, divorcio, dificultades económicas, etc.). Lo habitual es que la persona suponga que su primera crisis ha ocurrido sin un factor desencadenante, dado que la relación entre el primer ataque y estos factores no es directa o inmediata. La primera crisis, generalmente, tiene lugar cuando los hechos ya han pasado, está todo en calma aparente y por lo tanto e necesario explorar qué ha sucedido en la vida en los meses anteriores. ¿Es el Trastorno de Pánico un problema Físico o Psicológico? Hoy se considera que es un problema neurobiológico que puede traer severas consecuencias psicológicas, si no se lo trata. Hay factores estudiados en profundidad que señalan la existencia de una tendencia familiar, tanto genético-hereditaria, como debida a influencias del aprendizaje infantil. Los únicos tratamientos para el Trastorno de Pánico de efectividad comprobada, a través de rigurosos estudios científicos y estadísticos, son la farmacoterapia específica y la terapia cognitiva – comportamental. Una crisis de pánico es una reacción física normal que ocurre en un momento inadecuado y sin un motivo aparente, dando lugar a una crisis espontánea o falsa alarma. La hipótesis médica más relevante con respecto a esta enfermedad es que el sistema de alarma cerebral de las personas que lo padecen está hipersensible produciendo descargas de noradrenalina y de adrenalina que llevan a la crisis de pánico o alarmas sin motivo. Modelo Cognitivo del Trastorno de Pánico de Clark (1986) El mismo propone que los ataques de pánico derivan de interpretaciones catastróficas equivocadas de ciertas sensaciones corporales. Se basa en que hay un procesamiento inadecuado de la información, de tal forma que de un estímulo externo o interno se generaría una interpretación de peligro o amenaza inminente que dispararía la activación del sistema nervioso: las sensaciones corporales activadas le “confirman el peligro” y generan interpretación más catastróficas. De esta manera se generaría más ansiedad en una espiral creciente y rápida. Estímulo Desencadenante interno externo Amenaza Percibida Tendencia a Interpretar Sensaciones Corporales Catastróficamente Aprensión Hipervigilancia Automática Sensaciones Corporales Interocepción Aumentada ¿Hay alguna patología asociada? Sí, dependiendo de factores sociales y personales, el individuo podrá desarrollar una asociación de miedo con estímulos ambientales, estableciéndose las bases para el surgimiento de la agorafobia. La agorafobia es la principal patología asociada a los ataques de pánico, desarrollándose como consecuencia del mismo en la mayoría de los casos. Anteriormente se la definía como el miedo a los espacios abiertos, de ahí su nombre, pues “agora” era la plaza o mercado de las ciudades griegas. Hoy se la define como: el miedo a sentirse solo, desamparado, sin escape e imposibilitado de recibir asistencia en caso de tener una crisis de pánico. Por lo tanto, el agorafóbico tiende a evitar alejarse de los lugares que considera seguros. Si se aleja, es probable que necesite de la compañía de alguien que considera protector. ¿Cuál es su tratamiento? 9 Farmacológico Los antidepresivos clásicos, como los tricíclicos y los IMAOSs, actúan sobre la noradrenalina del cerebro, aumentando sus niveles disponibles en la sinapsis nerviosa, (unión entre dos neuronas). Estos antidepresivos tradicionales también afectan la serotonina del cerebro, pero no slectivamente, es decir que los diferentes tricíclicos e IMAOs afectan a ambos neurotransmisores en distinto grado, siendo todos muy efectivos para bloquear las crisis de pánico. Los antidepresivos más modernos, como los ISRSs, no afectan a la noradrenalina directamente, pero aumentan selectivamente la serotonina en el cerebro y en la sinapsis nerviosas y producen el mismo efecto que los anteriores. También algunas benzodiacepinas son muy beneficiosas para acabar con las crisis de pánico. Actúan activando el sistema inhibitorio denominado GABAbenzodiacepínico y algunas de ellas, como el clonazepan, presentan además una acción serotoninérgica, que es también antipanicosa. 9 Cognitivo – Conductual El pilar fundamental es lograr que la persona comprenda que tener estas sensaciones, a pesar de ser muy desagradables, no son señales de peligro. El problema se resuelve con que la persona aprenda a minimizar la intensidad con que ellas aparecen, para que no sean tan molestas. Para ello se trabaja en: - Psicoeducación: explicarle al paciente qué es el Ataque de Pánico. - Relajación: consiste en respirar de una determinada forma que produzca relajación, con el fin de combatir los efectos autonómicos de la ansiedad. - Re-estructuración cognitiva: las técnicas cognitivas tienen como objeto que la persona preste atención, identifique y controle los pensamientos relacionados a la ansiedad, para reatribuir las sensaciones físicas a la ansiedad y no a una enfermedad física grave o a un cuadro psiquiátrico grave. - Exposición gradual a las situaciones temidas: el objetivo es exponerse gradualmente a las situaciones que producen ansiedad y a las sensaciones que se producen en el cuerpo, de modo que logre reconocer y comprender lo que está sucediendo en sus pensamientos y en su cuerpo. Con todo esto la persona logrará: 1) 2) 3) 4) 5) poner a prueba las ideas distorsionadas verificar que son falsas descubrir que no precisa huir desesperadamente en busca de ayuda reconocer que solo puede superar y resolver todo hasta que se calme reconocer que no necesita un acompañante para sentirse seguro Bibliografía • American Psychiatric Association. (1995). “DSM – IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”. Barcelona: Masson. • Cía, Alfredo (2000) “Estrategias para superar el Pánico y la Agorafobia. Manual Práctico de recursos terapéuticos". 2º Edición. Buenos Aires: El Ateneo. • Ladoucer, R; Fontaine, O y Cottraux, J. (1994) “Manual de Terapia Cognitiva y Comportamental”. Barcelona: MASSON • Rangé, Bernard. (1995) “Psicoterapia Comportamental e Cognitiva de Transtornos Psiquiátricos”. San Pablo: Editorial Psy Lic. Psic. Tania Palacio tpalacio@adinet.com.uy