El mundo en su totalidad y las naciones y sociedades que lo

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CAMINANDO POR EL BORDE DEL ABISMO
Por Jorge Guldenzoph
El mundo en su totalidad y las naciones y sociedades que lo integran se enfrentan a una
coyuntura histórica de enorme gravedad. Tenemos poca conciencia de la inmensa peligrosidad
que la situación mundial encierra. Como quién debe desarmar una “bomba”, debemos saber
exactamente cuál es la “ruta” que nos conduce al “corazón” del dispositivo, y cuál es el “cable” que
debemos cortar para detener el mecanismo que irremediablemente conduce a la explosión.
Los últimos acontecimientos en Irak, con el brutal atentado del que fue objeto la sede las
Naciones Unidas en Bagdad, como los acaecidos en Jerusalén y Bombay, demuestran para
quienes aún mantenían sinceras dudas, el significado y el alcance de la terrible amenaza del
terrorismo fundamentalista islámico, que constituye sin duda un proyecto totalitario de alcance
global como lo fueron en su momento el nazismo y el comunismo.
En una época histórica como la que vivimos las frustraciones y las esperanzas se
entrecruzan, como se entrecruzan los peligros de una confrontación global de enormes
proporciones, con las posibilidades de pasar a un nivel civilizatorio superior, estableciendo una
auténtica comunidad global de naciones basada en la unidad de civilizaciones y religiones.
Como un profeta, el historiador británico Arnold Toynbee escribía en su “La Historia”
(compendio de su “Estudio de la Historia” publicado entre 1934-1961) sobre las posibilidades de
tal comunidad global que: “…el mismo acto de crear una unión política a escala ecuménica
confirmará la verdad moral de que la vida sólo es viable en la medida que se abarca como un
todo… En este sentido un futuro Estado Universal…lejos de estar predestinado a convertirse en
un monumento laico a una civilización a punto de desintegrarse, puede contener, desde el
principio, las semillas de un movimiento espiritual que ya se ha revelado en las religiones
superiores…” A la vez advertía: “Hoy no podemos permitirnos el lujo de esperar aprender esta
lección por repetición de la experiencia, de primera mano, de nuestros predecesores. Pues de
hacerlo así, las elecciones que se nos plantearán se reducirán a la alternativa entre una tiranía
mundial o el término de la vida misma.. Si nos cruzamos de brazos, nos encontraremos
arrollados por los acontecimientos, más allá de nuestros control”
Eso es lo que parece estar sucediendo actualmente. Muchos fenómenos y tendencias
mundiales parecen estar moviéndose sin control ni dirección llevándonos hacia un colapso. Si
tuviéramos que describir este escenario podíamos señalar siete asuntos relacionados entre sí.
En primer lugar, el círculo vicioso de guerra – paz – guerra. Durante todo el siglo XX la
humanidad se precipitó a guerras, las que trajeron un sufrimiento sin par. Al fin de las mismas
sobrevino un período de idealismo y deseos de establecer una paz duradera (Liga de las
Naciones; Naciones Unidas), etapa que duro poco, tras la cual se desencadeno un nuevo período
de enfrentamientos. Así sucedió también con el fin de la Guerra Fría, tras la que la idea de la
formación de un nuevo orden mundial convoco nuevamente la fácil ilusión de pensar que sólo por
medio de mecanismos políticos y económicos se podría alcanzar el objetivo.
En segundo término, la gravedad y extensión de la decadencia moral y social. Las
sociedades, en particular las que se ubican en la esfera cultural occidental, están sometidas a un
proceso de declinación de los valores morales; de destrucción de la familia y el matrimonio; de
desconocimiento absoluto del contenido espiritual y ético de la educación; y de expansión de una
cultura relativista y hedonista. Todo esto se manifiesta en mayor crimen, drogadicción, y violencia.
Fenómenos estos y otros que son de un peligro tal que ponen en entredicho el futuro de nuestras
sociedades
En tercer lugar, la interrelación e intercomunicación entre las civilizaciones, sociedades y
naciones es tal, que de la misma forma que es un medio nunca visto para expandir el bien, lo es
también para la rápida expansión y multiplicación de los fenómenos de decadencia y de las
amenazas, no pudiendo escapar nada ni nadie a las mismas.
En cuarto orden, la insatisfacción e ingobernabilidad de las sociedades es cada vez
mayor. Las luchas de poder entre derecha e izquierda, son causa y efecto a la vez, de esas
insatisfacciones y de esa ingobernabilidad. Las naciones se mueven, y en particular en América
Latina, en un permanente estado de conflicto e inestabilidad. Los pueblos exigen más y tienen
menos paciencia.
Lo anterior se relaciones con un quinto aspecto, la crisis y la desconfianza de los
liderazgos e instituciones políticas. Los liderazgos y las instituciones políticas que caracterizan a la
democracia, han caído en serios problemas de corrupción, abuso del poder, falta de visión y
valores. Todo esto ha generado, con razón o sin ella, un peligroso vació que en el siglo pasado fue
ocupado por despostas y tiranos.
En sexto lugar, las dificultades de las Religiones Mundiales en detener la decadencia
moral y social y obtener la Paz. Las Religiones Mundiales tienen dentro de sí los valores, la
sabiduría, y la experiencia de atender y resolver los aspectos espirituales y éticos de la actual
coyuntura mundial. No obstante sus enfoques reducionistas, cuando no sectarios, le ha impedido
aplicarse a su verdadero propósito, que es lograr que los seres humanos experimenten una mayor
unidad con Dios y por ende una mayor espiritualidad, moralidad y espíritu pacífico. Siendo la
solución muchas veces se han convertido en el problema.
En último término, el agravamiento de la Situación Internacional. Las Naciones Unidas,
parecen ser incapaces de conducir un proceso global de armonización y pacificación, y el enorme
poder hegemónico de los EEUU no es suficiente para alcanzar ese mismo fin. Nos movemos entre
el idealismo de Immanuel Kant expresado en su ideal de una Federación de Estados
Republicanos como sostén de la Paz Perpetua y el pragmatismo de Thomas Hobbes, en su
“Leviatán”, por el cual sólo un poder coercitivo fuerte podría poner límite al “hombre” que se
convertía en “lobo”.
Debemos pues revisar nuestra visión , principios, y prácticas, para revertir la decadencia
espiritual y moral y también alcanzar la paz. Necesitamos poner nuestra esperanza en un camino
basado en última instancia en el poder espiritual, por encima del material. Es que el camino para
desarmar la “bomba”, pasa primero por el corazón de los seres humanos.
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