SERENIDAD En un mundo donde la prisa, el cambio, parecen convertirse en dioses del desarrollo, creo que hace falta más que nunca, serenidad. Tendríamos que aprender que esta carrera no se gana por llegar antes, sino que lo importante es andar, disfrutar del movimiento, disfrutar de lo que vemos. Comprender que la carrera no es solo mía, sino que es como una carrera de relevos en la que es importante entregar bien el “testigo” a los otros. A veces nuestra carrera es tan convulsiva que ni siquiera sabemos dónde vamos. La serenidad se alimenta del “abandono” que no significa dejadez sino que es un abandono que se alimenta de la esperanza y de la confianza. Hemos puesto en nuestras vidas tantos signos de desconfianza, tantas ataduras, que nos resulta difícil aceptar las palabras de Jesús como fuente de serenidad. Queremos “llenar” tanto el tiempo, que “perdemos” el tiempo. Hemos llenado nuestra “casa” de tantas cosas inútiles que trabajamos más para desalojarla que para disfrutar de lo que verdaderamente necesitamos. Tendríamos que elevar muchas veces los ojos al cielo y aprender que lo importante no es el tiempo, ni nuestros tesoros, sino la vida y que ese tesoro hay que recrearlo. Deberíamos saber mirar lo finito con los ojos puestos en lo infinito, quizá de esa forma nuestro que hacer diario sería más claro, menos agobiante, más sereno. Porque con los ojos puestos en lo infinito cobran sentido: la admiración, la bondad, el amor, que son fuente de vida y serenidad. Hay una frase que me resulta especialmente didáctica y decía algo así: “Cuando el dedo señala las estrellas, el “idiota” mira el dedo”. Os deseo y me deseo una “mirada a las estrellas” en este verano. Felipe perez de Eulate