CONSECUENCIAS SOCIALES Y LABORALES DE LA INTEGRACION LATINOAMERICANAi Armando DI FILIPPO 1. PLANTEAMIENTO GENERAL En el presente escenario internacional de "regionalismos abiertos" (Comisión Económica para América Latina (CEPAL, 1993), en que los países latinoamericanos apuntan a acrecentar su competitividad en el mercado mundial y a desarrollar un proceso de integración que sea compatible con esta estrategia global, la armonización institucional y jurídica de sus regímenes laborales y de seguridad social es un componente importante de este tipo de estrategia. Respecto de los marcos institucionales y los regímenes jurídicos, el tema puede verse desde tres ángulos distintos. El primer ángulo de análisis atiende a la necesidad de acrecentar la competitividad internacional de las exportaciones latinoamericanas. Al respecto se han intensificado los esfuerzos por reducir el costo laboral que enfrentan los empresarios (requerimiento de competitividad) sin menoscabar los derechos y garantías conquistados por los trabajadores (requerimiento de equidad). Este tema de la reducción de los costos laborales ha traído aparejados dos tipos de consecuencias. Por un lado, ha generado reclamos de presunto "dumping laboral" por parte de las economías desarrolladas, y planteamientos de inclusión de una "cláusula social" en la normativa del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Por el otro, ha puesto en primer plano las deficiencias de los sistemas de seguridad social vigentes en la región, los cuales suelen encarecer injustificadamente los costos del trabajo. Emerge así, un campo de análisis y debate en torno a estos sistemas, que adquiere importancia para determinar la competitividad de los países latinoamericanos, tanto respecto del mercado mundial como en relación a los esquemas de integración en los que participan. También se plantea el conflicto entre una racionalidad económica que busca acrecentar la competitividad con otra racionalidad sociopolítica que busca preservar la equidad y los derechos humanos. El segundo ángulo de análisis examina los regímenes laborales en su conjunto atendiendo a la necesidad de aumentar la competitividad global y lograr una profundización sostenida de la integración de los mercados regionales. Se requiere de una transformación productiva que vaya diversificando la oferta exportable sobre la base de la creación de complementariedades recíprocas entre los países de la región. En muchos de ellos, esta reconversión productiva requiere de una flexibilización de los mercados laborales tendiente a aumentar la movilidad entre empresas, ramas y sectores. También aquí se hace necesario ecuacionar este objetivo con el del mantenimiento de los derechos y garantías básicos de los trabajadores involucrados e implica una consideración conjunta de las reglas de juego que puedan considerarse aceptables. El tercer ángulo de análisis atañe a la integración de los mercados de trabajo. A medida que se alcancen estadios superiores de integración regional -mercados comunes y uniones económicas- se acrecentará la necesidad de legislar sobre los movimientos migratorios de la fuerza de trabajo y sobre los derechos y garantías de los migrantes entre países suscriptores de un mismo acuerdo de integración. Cada una de estas tres áreas temáticas genera un importante campo de estudios y debates tendientes al logro de una creciente armonización de instituciones y regímenes, la que resulta imprescindible para un avance consolidado de la integración regional en el largo plazo. 2. LA ARMONIZACION LABORAL Y SOCIAL EN EL EJE NORTESUR Las preocupaciones de los países desarrollados respecto del denominado "dumping laboral" son bastante recientes, a pesar de que el bajo costo relativo de la fuerza de trabajo en los países en desarrollo es una ventaja comparativa ampliamente reconocida desde antiguo. Probablemente, las razones principales de esta renovada preocupación sean tres: primero, las tendencias, que aparentan ser crónicas, al mantenimiento de altas tasas de desempleo en el mundo desarrollado, y particularmente en Europa. Segundo, las nuevas reglas de juego del comercio mundial sancionadas recientemente en el GATT. Y tercero, las nuevas condiciones de la producción internacional compleja (Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), 1993). Respecto del primer factor mencionado, la actual revolución informática junto a los cambios en las formas organizacionales en las empresas han generado un escenario turbulento e incierto en materia de oportunidades de empleo. Este escenario se ha agravado con las tendencias recesivas de las economías desarrolladas, de las que está emergiendo Estados Unidos (EEUU), pero que aún aquejan a Europa, sobre todo a la luz del derrumbe económico de los regímenes planificados del Este. La preocupación por este tema ha llevado al presidente de EEUU a plantear la conveniencia de convocar una conferencia mundial sobre empleo, aunque esta iniciativa aún se encuentra a nivel de propuesta. Respecto del segundo de los factores mencionados, recientemente en la Ronda Uruguay del GATT los países desarrollados se han comprometido a desmantelar gradualmente sus diferentes sistemas de protección, subsidio y regulación de mercados. Esto otorgará fuerza a las ventajas comparativas derivadas del bajo costo de la fuerza laboral por parte de muchos países en desarrollo. El tercero de los elementos que tienden a explicar la preocupación de los países desarrollados por las diferencias de costos laborales no se plantea en el ámbito comercial, sino en el de los movimientos de la inversión directa transnacional, cuya importancia en el volumen y orientación final de las corrientes comerciales internacionales ha crecido dramáticamente. Las estrategias productivas de las empresas transnacionales incluyen la localización de las fases de un proceso productivo en diferentes regiones atendiendo a cierto tipo de ventajas específicas, entre las que se cuenta el bajo costo de la fuerza de trabajo. Los países del norte visualizan escenarios prospectivos en que se reducen sus oportunidades de empleo, a medida que la economía mundial se integra sobre estas nuevas bases. Sin embargo la contradicción de fondo radica en los profundos desequilibrios que registra el desarrollo de la economía mundial. Las acusaciones de dumping laboral, y las demandas por la equiparación de los derechos sociales no siempre consideran debidamente este punto. Reclamar la imposición de estos derechos y garantías en niveles comparables a los de los países desarrollados para países con un precario desarrollo económico, social y político, resulta una pretensión vana. Una parte fundamental de las ventajas comparativas de estos países radica precisamente en el bajo costo de su fuerza laboral. Lo dicho hasta aquí se funda en consideraciones de racionalidad puramente económica. Sin embargo, también gravita una racionalidad sociopolítica fundada en la preservación de las garantías individuales y sociales gestadas en el desarrollo de las democracias occidentales. Así, es necesario distinguir, por un lado, los reclamos relativamente infundados de los países desarrollados por el bajo costo salarial de los países en desarrollo y, por el otro, las flagrantes transgresiones que puedan verificarse a los derechos y garantías sociales básicas. Las normas fundamentales a proteger incluyen la prohibición del trabajo forzado, del trabajo de menores, de las diferentes formas de discriminación en el disfrute de los derechos y garantías sociales así como de las restricciones a la libertad de asociación y de negociación. Estas normas básicas están siendo incorporadas por medio de cartas sociales en la Unión Europea (UE). También se ha discutido la posibilidad de introducir una cláusula social en el marco del GATT, que se haría efectiva al denunciarse su transgresión y podría dar lugar a sanciones comerciales. Esto otorgaría una función fiscalizadora adicional a la recientemente creada Organización Mundial de Comercio (OIM). La actual fiscalización y vigilancia de estas normas corre por cuenta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (CEPAL, 1994). Los escenarios a considerar se están transformando continuamente a medida que la presente revolución tecnológica sigue modificando las formas actuales de producción y consumo. En consecuencia los países en desarrollo harían bien en no jugar todas sus cartas a la ventaja competitiva espúrea de su bajo costo laboral. Esta opción no es socialmente sustentable a largo plazo y, además, será inexorablemente superada por la aplicación de nuevas formas organizacionales y nuevos procesos, especialmente los vinculados a la informática y la biotecnología (CEPAL, 1990). En el fondo se entrecruzan aquí dos racionalidades distintas. La primera, una racionalidad económica -instrumental y cuantitativa-; y la segunda, una racionalidad que podríamos denominar sociopolítica -sustantiva y cualitativa- orientada a la defensa de los derechos y garantías fundamentales. 3. LA ARMONIZACION LABORAL Y SOCIAL EN LA INTEGRACION LATINOAMERICANA También en América Latina el tema de la armonización laboral y social adquiere importancia para el progreso equilibrado de los procesos de integración en esta fase de regionalismo abierto (CEPAL, Documento de Conferencia, 1993). En primer lugar, desde el punto de vista del estadio a que están llegando los actuales acuerdos de integración -áreas de libre comercio y uniones aduaneras-, las diferencias de costo laboral afectan de dos maneras diferentes los intereses de los países miembros de esos esquemas. Por un lado, los afectan al incidir sobre la competitividad de las exportaciones dirigidas al mercado ampliado de que se trate. Por el otro, los afectan en su calidad de receptores potenciales de inversiones transnacionales directas maquilas, zonas francas, puertos libres, etcétera- orientadas a actividades o fases de agregación de valor, en las que resulte especialmente importante contar con costos laborales más bajos. Dada la importancia que ha adquirido la inversión directa transnacional en la expansión del comercio mundial e intralatinoamericano, este tema también ameritaría algún grado de armonización en el comportamiento de las economías de América Latina. Lo que se observa por ahora es una carrera acelerada hacia una máxima liberalización de los regímenes que regulan la inversión extranjera directa, en el contexto de las conversiones de deuda, de las privatizaciones, de las zonas francas y de otras modalidades orientadas a atraer este tipo de capitales. En segundo lugar, la profundización, a mediano y largo plazo, de la integración en los mercados de bienes y servicios requiere de una diversificación en las ofertas exportables que promueva cierta complementariedad recíproca. Este tipo de diversificación complementaria se manifiesta por ejemplo en el desarrollo del comercio intraindustrial donde adquiere sus mejores posibilidades. De manera más general, la transformación productiva orientada a ganar competitividad en los mercados regionales y mundiales implica reconversiones tecnológicas y organizacionales, acompañadas de una legislación laboral que no rigidice innecesariamente dichos movimientos de fuerza de trabajo entre empresas, ramas o sectores. Esta segunda temática se asocia no sólo con la legislación laboral en su conjunto, sino también con la recalificación de la fuerza de trabajo, y, por lo tanto, con una importante área de cooperación asociada a la capacitación técnica de los recursos humanos tanto en el ámbito empresarial como en el laboral. En tercer lugar, especialmente en los estadios superiores de integración regional -mercados comunes y uniones aduaneras-, emerge el tema de la integración de los mercados de trabajo, estrechamente vinculado al de las migraciones internacionales de fuerza de trabajo, en donde se revelan agudas contradicciones en la situación de los migrantes entre su doble calidad de portadores de fuerza de trabajo por una parte, y ciudadanos merecedores de mínimos derechos y garantías laborales y sociales, por la otra. En el resto de esta sección analizaremos someramente alguna evidencia respecto de cómo se han manejado estos temas desde la perspectiva de la integración latinoamericana. Prácticamente todos los ejemplos corresponden al Cono Sur, y en especial a los países que integran el Mercado Común del Sur (MERCOSUR). La amplitud y complejidad del tema se pone de relieve al repasar la agenda del Subgrupo de Trabajo número 11 establecido en el MERCOSUR con el objeto de abordar las relaciones laborales, el empleo y la seguridad social. La misma incluye el examen de las siguientes cuestiones: las relaciones individuales y colectivas de trabajo, el empleo y la libre circulación de los trabajadores, la formación profesional, la salud y la seguridad social, los costos laborales en el transporte terrestre y marítimo, los convenios con la OIT, y en dicho marco, la carta de los derechos fundamentales de los trabajadores. 3.1 Las diferencias relativas al costo laboral El ángulo desde el cual pretende examinarse el tema planteado, es el impacto de las diferencias salariales y de seguridad social sobre la competitividad relativa de los productos exportados por los diferentes países de América Latina, tanto los dirigidos a los mercados de los países desarrollados como los tranzados en el seno de los diferentes esquemas de integración. El costo laboral total para las empresas, incorporado en el precio de los productos que se exportan, tiene una importancia variable según la intensidad de uso y el grado de calificación del factor trabajo correspondientes a los productos de que se trate. En general podría afirmarse que las exportaciones de los países en desarrollo -incluso las manufactureras- tienen un mayor contenido en trabajo y en recursos naturales que las exportaciones provenientes de los países desarrollados. Entre las manufacturas que, de acuerdo con las tecnologías aún vigentes en los países en desarrollo, continúan haciendo uso intensivo del factor trabajo, pueden citarse confección, textiles, calzado de cuero, marroquinería, muebles, manufacturas de madera, plantas de ensamble automotriz, autopartes, ciertos rubros de la industria alimenticia y otros pertenecientes a la canasta familiar básica. El costo laboral que interesa considerar para fines de la competitividad internacional -cabe reiterarlo- es el que recae sobre el empresario. Según cual sea el peso de la seguridad social, este costo difiere del salario percibido por el trabajador. El término seguridad social abarca los seguros sociales (pensiones de vejez, invalidez, y supervivencia, así como enfermedad y maternidad, riesgos ocupacionales y compensación por desempleo), asignaciones familiares y programas de asistencia social y salud pública (Mesa-Lago, 1993: 1). En un estudio reciente (FIEL, 1992: 290-291) referido al MERCOSUR se presenta el cuadro que se reproduce a continuación, cuyos valores están expresados en dólares. R. NETA R. BRUTA CUT CTET 419,7 379,3 451,5 170,7 413,6 515,0 416,8 514,2 188,6 540,6 790,7 633,6 631,9 248,2 764,1 862,3 707,4 694,2 274,8 825,5 PAÍS Argentina Brasil Chile Paraguay Uruguay i Publicado por el CENTRO DE FORMACIÓN PARA LA INTEGRACIÓN REGIONAL TRAINING CENTRE FOR REGIONAL INTEGRATION (CEFIR) en compilación: "La Coordinación de las Políticas Macroeconómicas en los Procesos de Integración" DT 06 / 1994