Colegio Antil Mawida Prof.: Tamara Cepeda A. Filosofía 4° Medio Texto de Apoyo: El Estado en Marx Nombre: ____________________ Curso: 4° Medio ____ Unidad N° 4: Ética Social Objetivo : Analizar fundamentos que rechazan la existencia del Estado en su marco teórico. Karl Marx El materialismo histórico El materialismo histórico no es una prolongación del materialismo dialéctico en el terreno de la historia humana. Estas serían sus tres leyes básicas: “La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, de la misma manera que la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico. …Las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los seres humanos son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra forma de ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponde pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los seres humanos, desarrollando su propia producción material y sus intercambios materiales, cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la verdad, sino la vida la que determina la conciencia. a) La historia es explicable mediante leyes, no leyes trazadas de antemano sino basadas en la observación de la historia misma, hasta cierto Marx: La ideología alemana, I, A (la punto distintas de las físicas y biológicas, pues ideología en general y la ideología mientras éstas siempre son las mismas para todos alemana en particular). los hechos, las históricas se dan en libertad. b) En el Manifiesto del Partido Comunista se dice “toda la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases”. A lo largo de la historia encontramos por todas partes diversas divisiones de la sociedad en estamentos o clases diferente, cada una de las cuales posee una capacidad distinta para acceder a las riquezas y controlar los bienes materiales e ideológicos, por ejemplo, en Roma patricios y plebeyos, libres y esclavos; en la Edad Media, señores feudales y siervos; maestros y oficiales, etc. La lucha de estas clases entre sí constituye el motor de la Historia. La dialéctica histórica transforma la cantidad en cualidad a través de procesos de oposición y de rupturas, dando lugar a fases superiores de desarrollo histórico (por ejemplo, del feudalismo al capitalismo, de éste al socialismo…). Pero una vez que se alcance el estadio comunista, el proceso dialéctico llegará a su final y en este momento tendrá lugar la configuración definitiva e insuperable de la sociedad. c) Las fuerzas determinantes de la evolución (de la revolución) histórica son las fuerzas económicas y materiales de la vida humana, que constituyen su infraestructura. Economía e ideología en Marx El término “ideología” fue creado por el pensador francés Destutt de Tracy y con él designó la concepción científica que intenta estudiar “los conocimientos”, el conjunto de ideas que a una época, a un grupo de personas, o a un movimiento político, cultural o religioso; posteriormente, durante la época napoleónica, dicha palabra adquirió un significado peyorativo, viniendo a significar algo así como carencia de sentido práctico o falta de capacidad para captar el auténtico sentido de la realidad. En Marx y Engels se conserva este significado negativo; según estos pensadores una ideología es una falsa conciencia, es creer que los pensamientos, las ideas y las creencias de los seres humanos surgen de la mente debido a la actividad intelectual libre; es decir, consiste en creer que el pensamiento de los seres humanos es autónomo y no depende más que de las propias capacidades intelectuales, que la mente puede pensar y conocer por su cuenta y sacar de sí misma las ideas que reflejan objetivamente la realidad. Según dichos filósofos, ocurre, por el contrario, que las ideas y las creencias de todo tipo (la ideología) no son productos de un entendimiento ni de una conciencia incondicionalmente libres y autónomos; pues ni entendimiento ni conciencia son así de libres en su actividad ni habitualmente consiguen conocer de modo objetivo la realidad; sino que se encuentran fuertemente condicionados por la economía (por las relaciones de producción). Según estas opiniones, no es el pensamiento el que rige la realidad material (como creían “los pensadores idealistas”), sino la realidad (material) la que rige el pensamiento (no se piensa lo mismo en una chabola que en un palacio; pero quien vive en uno o en otro sitio lo hace por razones materiales, es decir, económicas). En consecuencia toda la ideología más que reflejar la realidad, tiende a desfigurarla, pues es dependiente de la situación económica concreta en que surge; se trata, por tanto, de una falsa conciencia… “La ideología es un proceso que se opera por el llamado pensador conscientemente, en efecto, pero con una conciencia falsa. Las verdaderas fuerzas propulsoras que lo mueven permanecen ignoradas para él… Se imagina, pues, fuerzas propulsoras falsas o aparentes… Trabaja exclusivamente con material discursivo, que acepta sin examinarlo, como creación del pensamiento, sin someterlo a otro proceso de investigación, sin buscar otra fuente más alejada y más independiente del pensamiento. Para él, esto resulta evidente, puesto que todos los actos cognoscitivos del pensamiento en tanto en cuanto sirven de mediador al propio pensamiento, tienen en éste su fundamento último”. Engels, F.: Carta a D. Mehring, 14-7, 1893. De este modo, puesto que la ideología es dependiente de la economía, quien controle ésta, tenderá a controlar aquélla. En cierta manera, Marx nos viene a decir que en todas las sociedades las clases económicamente dominantes, junto con las riquezas, poseen también “los laboratorios de ideas”, originando, de esta forma, una ideología concordante con sus intereses. Pero dado que en la sociedad capitalista la clase burguesa controla la economía, esta misma clase controlará también la ideología. Ahora bien ¿cuál es la función de la ideología? Justificar e intentar perpetuar la situación económica que la origina y que la sirve de base. Es decir, en la sociedad capitalista, la burguesía mediante la ideología intenta justificar, sublimar y perpetuar su favorable situación, procurando, al mismo tiempo, ocultar la auténtica realidad, a saber, el hecho de que dicha situación ventajosa es producto de una determinada forma económica de carácter temporal e histórico, meramente contingente y cambiable. Es decir, la propia situación económica propende a originar un falso pensamiento (ideología) que, a su vez, tiende a fortalecer su propia situación económica. A este respecto, Marx distingue entre infraestructura y supraestructura. Se entiende por infraestructura el conjunto de elementos materiales que resultan fundamentales en el funcionamiento y en la evolución de una sociedad; en el pensamiento marxista, la infraestructura se encuentra constituida por la economía. La supraestructura, en cambio, consiste en el conjunto de ideas y creencias de tipo social, político, religioso, jurídico, filosófico, etc., mediante las cuales se intenta organizar el conjunto de las relaciones humanas, defender el orden de las organizaciones sociales y la estructura (la infraestructura) económica; es decir, la supraestructura se encuentra constituida por la ideología. Y para Marx, de acuerdo con lo señalado anteriormente, la supraestructura depende de la infraestructura. Alienación e ideología Debido a las circunstancias indicadas, Marx señala que en la sociedad capitalista tanto la infraestructura como la “El poder social, es decir, la fuerza de producción multiplicada, que nace por obra de la cooperación de los diferentes individuos bajo la acción de la división del trabajo, se les aparece a estos individuos no como un poder propio, sino como un poder ajeno no dependiente de ellos, que nos aben de dónde proviene ni a dónde se dirige y que, por tanto, no pueden ya dominar, sino que se les impone y dirige su voluntad y sus actos. Con esta enajenación (alienación) sólo puede acabarse partiendo de dos premisas prácticas. Para que se convierta en un poder insoportable, es decir, en un poder contra el que hay que sublevarse, es necesario que engendre una masa de hombres como absolutamente ‘desposeídos’ y al mismo tiempo, un mundo de riquezas y de cultura y, de otra parte, un gran desarrollo de las fuerzas productivas constituye también una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella sólo se generalizará la escasez y, por tanto, con la pobreza comenzaría de nuevo la lucha por lo indispensable; sólo, pues, el desarrollo universal de las fuerzas productivas que lleva consigo un intercambio universal de los hombres, en virtud de lo cual, por una parte, el fenómeno de la masa ‘desposeída’ se produce simultáneamente en todos los pueblos (competencia universal), haciendo que cada uno de ellos dependa de la supraestructura, es decir, tanto la economía como la ideología, se encuentran alienadas. Pero ¿qué se entiende por alienación? Alienación, de modo primario y principal, significa desposesión, pérdida de algo que nos pertenece y por extensión falsa conciencia o conciencia errónea respecto a la realidad en que nos encontramos. La alienación en la economía capitalista significa, de modo primario y fundamental, que el obrero es desposeído del fruto des u trabajo; el objeto que el trabajador produce no le pertenece a él, sino que pertenece al propietario de los medios de producción, al dueño de la fábrica o de la tierra. Ahora bien, si el obrero es desposeído de su objeto, por la misma razón es desposeído de su actividad, pues, en la situación a que le somete la cadena productiva capitalista, la actividad del trabajo no constituye un ejercicio libre y voluntario del trabajador mediante el cual busca realizarse, sino una actividad desagradable a la que el obrero se siente obligado para poder comer, para poder subsistir. De esta manera, el trabajador se convierte en un medio más del sistema productivo, en mera fuerza de trabajo, como cualquier otro animal, instrumento o máquina, es decir, sus cualidades o valores humanos no cuentan, sólo cuenta su fuerza, su utilidad, su capacidad transformadora. Pero, si, como se ha indicado en el apartado anterior, la ideología depende de la economía, si ésta es alienada, también aquélla lo será y, consecuentemente, consistirá en determinadas creencias y formas de conciencia no subjetivas, sino deformadas, que no reflejan y explican la realidad, sino, al contrario, que la deforman y ocultan; en este sentido, Marx nos viene a decir que en la sociedad capitalista todos los productos culturales, Filosofía y Religión, Arte, Teoría Política, Derecho, Literatura, etc., no constituyen más que diversas manifestaciones de una ideología unitaria (la ideología capitalista) cuyo único objetivo será el de justificar su mundo económico y perpetuar la dominación de la burguesía sobre los proletarios. Formas de alienación: Resumiendo las ideas que hemos señalado, podemos distinguir las siguientes formas de alienación: Infraestructural y supraestructural o ideológica, a su vez, en ésta podemos distinguir entre una alienación social, política y religiosa. a) La alienación económica consiste, pues, en la explotación del obrero, en el hecho de que el obrero: a) es desposeído (despropiado) de los objetos que produce; b) no es dueño de su actividad ; c) y su mundo se transforma en un mundo deshumanizado, en donde el reino de los valores humanos es suplantado por el reino de las cosas. El objetivo de Marx a este respecto, consiste en la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. b) La alienación social consiste en la división de la sociedad en clases: clases superiores y clases inferiores. En la sociedad capitalista, los seres humanos, iguales por naturaleza, quedan clasificados de acuerdo a los bienes materiales que poseen. El objetivo marxista, pues, consistirá en la eliminación de todas las clases. c) Alienación política. De acuerdo con la división de la sociedad en clases, el Estado se estructura en una clase política que manda y en otra que obedece: el Estado, de este modo, en lugar de ponerse al servicio de la sociedad tiende a esclavizarla en provecho de los intereses de los propios gobernantes. En una sociedad capitalista, el objetivo primero del Estado inevitablemente consiste en administrar la explotación del proletariado, de ahí que Marx señale, con frecuencia, que el obrero no tiene patria o que el estado consiste en la supraestructura creada por el capital para dominar al trabajador y, en último término, predique el internacionalismo proletario: “proletarios de todos los países, uníos”. Desde este punto de vista, la aspiración última de Marx consiste en poder eliminar toda clase de Estados y convertir el mundo entero en patria de la humanidad. d) Alienación religiosa. Consiste en la evasión de la realidad hacia un mundo trascendente, hacia creaciones ilusorias, que sirvan de consuelo y de esperanza para una situación mundana tremendamente desgarradora e injusta. En este aspecto, Marx rechaza todas las religiones y niega toda trascendencia, según él, Dios no existe y la “religión es el opio del pueblo”, pues tiende a adormecer la lucha revolucionaria y la liberación de los seres humanos. La religión, como el resto de la ideología, se encuentra inevitablemente al servicio de la clase dominante. Cartel Marxista de la España del 36.