GENOMA 25 / página 42 NA AGRICULTURA QUE MERECE UN ELLO DE CALIDAD Desde Aapresid se lanzó la iniciativa de una “Agricultura Certificada”, que tiene como objetivo transitar un camino de mejora continua, con foco en la calidad del sistema de siembra directa. En diálogo con Genoma, Santiago Lorenzatti, Andrés Sylvestre Begnis y Agustín Bianchini presentan las claves del protocolo de Buenas Prácticas Agrícolas que estará listo en el próximo Congreso de la entidad. 43 N T nota de tapa TEXTO: DANIEL DÍAZ “La Agricultura Certificada (AC) es el resultado de una vieja idea que desde Aapresid se viene desarrollando. Nació buscando cómo medir el impacto positivo que el uso de la Siembra Directa (SD) provoca en el suelo, pensando en indicadores que tuvieran validez científica”, le explicó a Genoma, Santiago Lorenzatti, el joven ingeniero agrónomo santafesino que se encargó, primero desde su puesto de Coordinador General y hoy, como socio de la entidad, de acompañar esta iniciativa de Aapresid. El proyecto, que contó con el aporte del recordado Héctor Ordóñez, se presentó en Expoagro y se seguirá desenvolviendo hasta llegar al Congreso de Aapresid, en Rosario, con la primera versión del Protocolo, según comentó Lorenzatti. Por su parte, el actual Coordinador General de Aapresid, Andrés Sylvestre Begnis afirmó que “el potencial para certificar lo tendrá cualquier productor agropecuario que lleve adelante Buenas Prácticas Agrícolas . Los productores más desarrollados y también aquellos que se están iniciando en el sistema de Siembra Directa. Al partir de la base que otorga un Sistema de Gestión de Calidad, el productor irá viviendo el proceso, siguiendo sus propias metas, en el camino de la mejora continua. A su vez el protocolo será dinámico y se irá modificando a partir de la propia experiencia a campo de los productores y de los avances científicos en la materia”. Lorenzatti señaló que “hoy, la actividad productiva contempla el paradigma de las 4E: en alusión a los vocablos ingleses Economy, Ethics, Environment and Energy (economía, ética, ambiente y energía). En la sociedad de la información, el medioambiente es revalorizado por los servicios ecológicos esenciales que puede brindar. Y la agricultura no escapa a esta realidad. Sin embargo, el mayor porcentaje de la agricultura mundial no cumple con esos requisitos. Históricamente, agricultura es sinónimo de labranzas y, en consecuencia, de erosión hídrica, eólica, contaminación de cursos de agua y recalentamiento global. La contracara de este fenómeno es la agricultura que desde hace 20 años vienen practicando varios países de América del Sur (principalmente la Argentina y Brasil). A nivel nacional la Argentina tiene más de 16,5 millones de hectáreas sembradas bajo SD, sistema productivo que es considerado el máximo exponente de la agricultura de conservación. Así, la actividad agropecuaria argentina está conceptualmente mucho más cerca del paradigma de las ‘4E’ que los sistemas con labranzas”. Sylvestre Begnis, agregó que “la Agricultura Certificada es un proyecto que marca la evolución de la SD y sienta las bases de una nueva revolución en el sector (ver Hitos…). Hablamos de un Sistema en SD donde además de suprimir la labranza y contener en superficie residuos orgánicos en descomposición, necesariamente se incorporan un conjunto de herramientas que reciben el nombre de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA’s), don- HITOS DE LA AGRICULTURA Hacia 1964, la Siembra Directa cambió el paradigma de la agricultura al desterrar la idea de la necesidad inevitable de la labranza para implantar cultivos. Basado en la ausencia de laboreo, y en la presencia de una cobertura permanente del suelo vía cultivos y rastrojos, el sistema de SD propone una nueva agricultura, capaz de resolver la disyuntiva entre productividad y ambiente. Permite acceder a un uso racional y sustentable –y hasta recuperador- de los recursos básicos de los agro-ecosistemas como lo son el suelo, el agua, y la biodiversidad. Por otro lado, la SD cambia el paradigma respecto al uso de los suelos. Áreas consideradas marginales bajo el viejo paradigma -suelos no arables- pasan a ser aptos para la producción en SD- suelos “sembrables”. Se incorporan, así, nuevas áreas para la producción de alimentos, sin los riesgos destructivos asociados a las labranzas. Los primeros desarrollos que advirtieron sobre la posibilidad de prescindir de la labranza tuvieron lugar en Inglaterra en la década de 1940. La creación de los primeros herbicidas, en EE.UU, hizo factible la SD. Durante los años 1964 y 65’ se llevó a cabo, en nuestro país, un experimento que incluía la “no labranza” y que fue publicado bajo el título “Sistemas de labranza para el cultivo del maíz, en la región de Pergamino, provincia de Buenos Aires”, en 1974, por el EEA INTA Pergamino. Con la autoría del Dr. Marcelo Fagioli, éste fue consignado como uno de los primeros trabajos que hace referencia a la SD, en la Argentina. La fundación de Aapresid en 1989 fue la concreción de la acción que aquellos técnicos y productores venían llevando adelante, y el inicio de una actividad formal ligada a la comunicación, en la difusión de innovaciones en el agro. El otro hito, se da en 1996, con la biotecnología, a partir del conocimiento del metabolismo de los microorganismos, el uso de la biotecnología se ha expandido a diferentes ramas de la industria. Al sumarse la ingeniería genética, nace la biotecnología moderna que, a través de la transferencia de genes de un organismo vivo a otro, permite el mejoramiento de los cultivos, la producción de alimentos con cualidades superiores, de medicamentos, y de productos industriales biodegradables, entre otros avances. Ese año fueron inscriptas en el Registro Nacional de Propiedad de Cultivares las primeras variedades de soja resistente a glifosato y no sólo representa un hito por el desarrollo tecnológico, sino también porque marca una clara visión, señala hacia dónde se quiere ir. Posteriormente, le sucedieron cronológicamente los maíces Bt- también genéticamente modificados- que cuentan con protección frente a Lepidópteros, disminuyendo la necesidad de aplicar insecticidas, y logrando cultivos sin quebrado de tallos, que toleran mejor los vientos y pueden esperar el momento óptimo de cosecha. Actualmente, la tecnología de resistencia a glifosato y Bt también está disponible en maíz y algodón. de la rotación de cultivos, los cultivos de cobertura, el manejo integrado de malezas, insectos y enfermedades, la nutrición balanceada y restitución de nutrientes, el uso racional y profesional de insumos externos, el registro de las tareas y productos y la sistematización de esa información conforman las bases para un certificado de calidad de procesos y productos”. Para Lorenzatti es desde este enfoque amplio, sistémico e integrador, que “la SD cambió los paradigmas de la agricultura iniciando una nueva era. El concepto de BPA’s ha ido evolucionando con el tiempo, en un contexto rápidamente cambiante y complejo. El presente encuentra a la humanidad frente a un dilema, entre el fantasma de una hambruna generalizada, por una producción deficitaria de alimentos, y el peligro de la destrucción de los recursos naturales, necesarios para procurarlos. Y la coyuntura se complejiza. Por un lado, la sobre-explotación de la tierra, empujada por el crecimiento demográfico, podría llevar al colapso de las economías mundiales. Por el otro, el agravante histórico de que la agricultura extensiva se rige por el paradigma de la labranza; siendo algunas de sus externalidades negativas: la degradación de suelos, la erosión y la pérdida de materia orgánica, la desertización y salinización. La alternativa productiva viene de la mano de la agricultura de conservación en general, y de la SD en particular; siempre concebida con este enfoque sistémico, y no solamente como ausencia de laboreo. Este complejo permite incrementar los rendimientos y eficiencias en el uso de los recursos y disminuir los costos y externalidades negativas sobre el ambiente. En este contexto, desde Aapresid surge la iniciativa de desarrollar un Sistema de Gestión de Calidad Ambiental y Productiva en Agricultura de Conservación, con potencialidad de ser certificable”. “La Agricultura Certificada (AC) es el resultado de una vieja idea que desde Aapresid se viene desarrollando. Nació buscando cómo medir el impacto positivo que el uso de la Siembra Directa provoca en el suelo, pensando en indicadores que tuvieran validez científica”. SANTIAGO LORENZATTI, ASESOR GRUPO ROMAGNOLI. físicos, químicos y bioquímicos. No se incluyen indicadores biológicos en razón de que aún no hay un consenso científico sobre cuáles son los apropiados. Pero sobre ese punto, Aapresid está liderando un programa de investigación bajo el paraguas del FONCYT, perteneciente al Ministerio de Ciencia y Técnica. Uno de los objetivos de este Proyecto de Área Estratégica es el de encontrar los indicadores biológicos para incluirlos en versiones posteriores del certificado en SD. Del proyecto, titulado ‘Biología del Suelo y Producción Agraria Sustentable’ (Biospas), participan 11 equipos de investigación de diferentes universidades y centros de investigación públicos. Además de Aapresid, están los equipos técnicos de diferentes universidades como la de Quilmes; Buenos Aires; La Plata; Córdoba; del Nordeste; la Nacional del Sur y de organismos como el INGEBI, la Fundación Instituto Leloir y el Instituto de Suelos del INTA Castelar. Este proyecto cuenta con un co-financiamiento público/privado. Entre los privados: Rizobacter y La Lucía (Grupo Romagnoli). Al estado del conocimiento actual, la SD y su factibilidad de certificación se constituyen en la alternativa productiva que mejor conjuga los intereses - muchas veces contrapuestos – de alcanzar una producción económicamente rentable para las empresas, ambientalmente sustentable, socialmente aceptada y energéticamente eficiente” G: Santiago, contános un poco más sobre los beneficios de la Agricultura Certificada. SL: A corto plazo, están los de gestión. El punto de partida implica un cambio de visión: desviar la mirada del resultado de la cosecha para atender a todas las variables que intervienen en el proceso productivo. Tener en cuenta la no remoción, las rotaciones de cultivos, la nutrición balanceada, las estrategias de fertilización, el uso apropiado de agroquímicos y envases y el registro sistematizado de la información agronómica, como llaves de acceso a una Agricultura Certificada. Entre las consecuencias, entonces sí, se verán los mejores resultados en la producción. Pero ésa será sólo una porción de los beneficios que nos tocan a todos. Aapresid se encuentra elaborando el protocolo de GENOMA 25 / página 45 Genoma: ¿Y cómo será esa certificación? Santiago Lorenzatti: Por un lado, la certificación involucra el uso de registros y de información ordenada; que junto al relevamiento de los indicadores de calidad de suelo (ver Indicadores…), agregan valor a la gestión agronómica; tornándola más confiable, precisa y profesional. Por otro lado, será una herramienta que permita agregar valor, al internalizar la externalidad positiva que genera la SD, y transformarla en potenciales ingresos. Al estar basado en principios y estándares generales con adaptación local, el certificado permitirá generar la diferenciación del proceso. Actualmente, desde Aapresid se está trabajando en el desarrollo de los protocolos técnicos de BPA´s e indicadores de calidad ambiental que serán incluidos dentro del sistema de calidad. Agustín Bianchini, líder del Área de Prospectiva Tecnológica de Aapresid destacó que “se está validando la primera versión de una serie de indicadores edáficos en 30 lotes distribuidos en cinco provincias: Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Chaco y Tucumán. Inicialmente, los indicadores son GENOMA 25 / página 46 Buenas Prácticas Agrícolas (BPA’S), en base a indicadores de calidad edáfica. El resultado intentará ser un mecanismo de información resumida y precisa: la base para una mejor gestión agronómica, que le permita al productor describir y monitorear las variables productivas, a través de conocimientos de basamento científico, mensurados a campo. Estos indicadores- reunidos en un “tablero de comandos”- le permitirán al productor o asesor ir monitoreando la evolución del suelo y su salud. En la confección del Protocolo está prevista la realización y registro de las siguientes BPA´s: Ausencia o mínimo disturbio del suelo; implementación de SD continua; Rotación de cultivos con diversidad e intensidad, ajustada a la región agroecológica; Estrategia de nutrición balanceada, con la reposición de nutrientes requerida; incluyendo la fertilización y la fijación biológica como herramientas clave; Aplicación de criterios de “Manejo Integrado de Plagas”, con un uso apropiado de agroquímicos y envases y la Implementación de un registro digital sistematizado de información, que contiene la secuencia de tareas de manejo agronómico del sistema productivo, en tiempo real y georreferenciado. El uso cotidiano de indicadores de gestión nos permitirá tomar decisiones agronómicas con mayor sustento científico; conociendo de antemano el posible impacto de una decisión sobre la calidad de los recursos naturales involucrados. Es continuar por el camino de una agricultura sustentable, pero con mayor exigencia y rigor a la hora de la toma de decisiones. Es una profesionalización de la agricultura, de la mano de la ciencia, y de la experiencia de los productores. Se trata de un esquema dinámico y flexible que promueve la incorporación de los avances científicos en la materia, y la experiencia práctica de su implementación. El esquema propuesto no es una meta a alcanzar, es la invitación a transitar un proceso de mejora continua. Pues el eje es tender hacia una Agricultura Sustentable. G: ¿Y a mediano plazo? SL: A mediano plazo está la Certificación de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA’s). El Sistema de Gestión de Calidad Ambiental y Productiva en Agricultura de Conservación es un esquema que, se proyecta, brinde herramientas para realizar una agricultura de manera más precisa y responsable, tanto ambiental como productivamente (ver Gestionar…). El Protocolo de BPA’s e indicadores de calidad de suelos, contribuye a describir y monitorear las acciones y conductas productivas; permitiendo además certificar el proceso de producción agropecuaria. Además de contar con una herramienta que nos permita verificar que el proceso de producción se realiza de manera sustentable, podremos capitalizar esa información para avanzar en el conocimiento agronómico. Específicamente, nos focalizaremos en comprender la dinámica de los principales procesos que intervienen en el sistema de producción en Siembra Directa. Para certificar un proceso productivo se requiere de “estándares de calidad”. Estos deben surgir de variables simples, que analizadas entre sí, se constituyan en valores referenciales para los Indicadores de Calidad. Luego, la comparación de los valores in-situ con dichos estándares, en este caso ambientales, permitirá verificar de manera clara y objetiva, parcial o A nivel nacional, la Argentina tiene más de 16,5 millones de hectáreas sembradas bajo Siembra Directa, por lo que conceptualmente está mucho más cerca del paradigma de las 4E que los sistemas con labranzas. totalmente, si el proceso se encuadra dentro de la calidad que se quiere certificar. La definición de Indicadores de la Calidad surge de un conjunto de atributos seleccionados que, analizados en forma individual o conjunta, expresan lo que se desea evaluar. La selección de esos atributos y la metodología de cuantificación deben hacerse además con un criterio de fiabilidad, practicidad y bajo costo para asegurar la continuidad de los registros en el tiempo. El seguimiento de Indicadores tiene como finalidad reunir de manera ordenada y simple una serie de atributos del suelo, del clima y de los cultivos que refleje el uso y el manejo actual de la tierra, y que constituya la base para analizar y definir los valores de referencia, en los distintos ambientes productivos. De esta manera, por ejemplo, el análisis del carbono orgánico del suelo (COS), indicará si la rotación en uso cumple con el mantenimiento de los niveles adecuados, acorde a las características ambientales. El estudio secuencial de la biomasa aportada por los cultivos y la descomposición de sus rastrojos contribuirá a comprender la dinámica de estos procesos a fin de ajustar modelos de balance. Con el estudio de la dinámica de los nutrientes en el sistema suelo-cultivo, se busca comprender su eficiencia de uso y el posible impacto por ex- tracción, sobre todo en ambientes más vulnerables. Los parámetros físicos seleccionados guardan una estrecha relación con la funcionalidad y productividad del suelo, reflejando sensiblemente el efecto que el manejo cultural (rotaciones, laboreos, etc.) tiene, directa e indirectamente, sobre la dinámica de los procesos, en particular, con la eficiencia de uso del agua. Indicadores y estándares definidos adquieren confiabilidad y robustez al momento de establecer los umbrales para la certificación del proceso de producción. Los indicadores serán dinámicos. La ciencia evoluciona y dará a su paso nuevos y mejores indicadores, que iremos incorporando y evaluando. La experiencia en su uso, también nos permitirá ir ajustándolos; haciendolos más simples y prácticos. Incluso nos ayudará a eliminar aquellos indicadores que, si bien, a priori, nos podían parecer interesantes, al llevarlos a la práctica resultan engorrosos de medir, o no aportan demasiado valor. Se proyectan estos indicadores en su utilidad para que cada productor pueda tomar mejores decisiones agronómicas, basados en la observación, el registro sistematizado, el análisis y la interpretación de los indicadores de calidad edáficos y de sistema planteados. El desafío es ser parte del proceso de validación de indicadores así como de su propia transformación. No basta con medir y registrar. Hay que interpretar los SISTEMA DE PRODUCCIÓN CONDICIÓN OBJETIVOS Revertir el proceso PARÁMETROS Porosidad RECURSOS MÉTODO Inmovilizar el suelo de deterioro de los suelos GENOMA 25 / página 48 Sustentabilidad Capacidad SIEMBRA DIRECTA Nutricional y alta productividad Recomponer su Biología del suelo estructura teniendo como parámetro de Infiltración residuos vegetales orientación los suelos vírgenes Cubrir el suelo con Materia Orgánica “El potencial para certificar lo tendrá cualquier productor agropecuario que lleve adelante Buenas Prácticas Agrícolas (BPA’s)”. SYLVESTRE BEGNIS, COORDINADOR GENERAL DE AAPRESID. ferencial a mercados. Se abre también la posibilidad de generar negocios, por contrato con empresas que, por sumarse a la Agricultura Certificada, logren diferenciar su producto. A la vez, como Sistema de Gestión de Calidad Ambiental y Productiva, la Agricultura Certificada le permitirá al consumidor conocer las características del proceso de producción y a la sociedad, reconocer sus beneficios tangibles. “Certificar”, siguiendo un Protocolo de Buenas Prácticas Agrícolas, permitirá mostrar a la sociedad cómo son los procesos de producción de alimentos y energía; posibilitando a la vez capturar el valor de la externalidad positiva que la Agricultura Certificada supone sobre el ambiente. Hablamos de un modo de producir que redunda en mejores suelos, un uso más eficiente de agua dulce (recurso escaso, no solamente para la agricultura), en cursos de agua de mayor calidad (por el menor riesgo de erosión y contaminación), una mejor atmósfera (por la menor liberación de CO2) con impacto positivo en el cambio climático, una menor presión sobre áreas frágiles (por aumento de rindes), y la posibilidad, a la vez, de producir en áreas más frágiles sin los riesgos conocidos bajo Labranza Convencional. La Agricultura Certificada plantea una manera precisa y estandarizada de someter los procesos productivos a una auditoría, al transparentarlos en una suerte de “trazabilidad agroecológica”. Y una vez más, es esperable que esto genere utilidades adicionales, al ser reconocida INDICADORES DE CALIDAD DE SUELO Estos son algunos de los indicadores edáficos que Aapresid está validando para el desarrollo de la primera versión del Protocolo de BPA´s. Estos indicadores de calidad ambiental se encuentran en constante revisión por lo que su inclusión dentro del sistema de calidad, será dinámica y flexible. ¿Qué miden? Evolución de la materia orgánica y sus fracciones (balance); Balance y evolución de los principales nutrientes presentes en el suelo; Fertilidad física (Índice S); Actividad biológica e Índice de erosión. Los indicadores directos son: Dotación de C orgánico: Total y Particulado, a distintas profundidades; Producción de MS/ha/año; Dotación de N: Total y Orgánico Particulado; Dotación de P; Lámina de Agua Útil; Infiltración; Densidad aparente y Porosidad Total y Aireación. Mientras que los indirectos son: Diversidad e Intensidad de rotación. Balance de C; Balance de N orgánico; Balance de nutrientes (N, P, S). “Estos indicadores nos permitirán conocer diferentes eficiencias de nuestro sistema. Ya sea en el uso del agua (en producción de MS y en producción de grano, carne o leche); en el uso de nutrientes y la eficiencia energética del sistema”. GENOMA 25 / página 49 indicadores, mejorarlos, cambiarlos, e incorporar nuevos. Por eso decimos que la Agricultura Certificada no es una meta, sino un camino. G: ¿Y cómo harán para establecer ese valor diferencial? SL: Ésa será una tercera etapa. Certificar un proceso o un servicio significa cumplir con ciertos requisitos que le confieren valor agregado en las transacciones comerciales, nacionales e internacionales. Además del valor que la Agricultura Certificada agregará a la gestión técnica de la empresa- en la toma de decisiones de manejo agronómico y el análisis de la evolución del sistema-, es de esperar que, a largo plazo, la certificación tenga también beneficios directos sobre el negocio agropecuario. Por un lado, porque involucra el uso de registros y de información ordenada; que junto al relevamiento de los indicadores de calidad de suelo, agregan valor a la gestión agronómica; tornándola más seria, precisa y profesional. Por otro lado, es la herramienta que permite agregar valor, al internalizar la externalidad positiva que genera la SD- planteada como sistema de producción sustentable-, y transformarla en ingresos. Basado, como está, en principios y estándares generales con adaptación local, el Certificado permitirá generar la diferenciación del proceso; capturar valor al mejorar la gestión agronómica, brindando posibilidad de nuevos negocios, y potencialmente, un diferencial de precio o acceso pre- GESTIONAR CALIDAD En los tiempos que corren, la capacidad de adaptarse a los cambios, enfrentar las amenazas y aprovechar las oportunidades que se presentan, resulta fundamental para permanecer en el mercado y satisfacer a clientes y demás partes interesadas. Implementar un Sistema de Gestión de Calidad es una muy buena forma de desarrollar esas capacidades. La “mejora continua” no es otra cosa que una actitud. No existen fórmulas, ni productos ni herramientas tangibles que asegu- GENOMA 25 / página 50 ren la mejora continua. Sólo se realiza cuando se asume una actitud proactiva, que tiene como fin estimular, de modo permanente y sistemático, el hábito de hacer las cosas cada vez mejor. Y esto abarca tanto aspectos de eficacia como de eficiencia. socialmente. A largo plazo, certificar el proceso de producción agropecuaria puede derivar en usos potenciales, asociados a negocios existentes o fácilmente accesibles. La Agricultura Certificada podría comportarse, en un futuro, como un elemento de diferenciación del inquilino o como exigencia del propietario en contratos de arrendamiento; operar como garantía en la compra de campos cuya historia agronómica esté certificada; ser un aspecto a favor en la evaluación para la toma de créditos (Balance ambiental y de producción), o un condicionante para acceder a desgravaciones impositivas. También puede ser una oportunidad para hacer negocios con empresas que lleguen al consumidor con productos que incluyan entre sus materias primas a derivados de la agricultura, y que quieran diferenciarse bajo el signo de la “responsabilidad ambiental”. El mismo ejemplo es válido para empresas de insumos agropecuarios. Por ejemplo, los semilleros que apliquen los estándares e indicadores en su proceso de obtención de semillas a campo, lograrían diferenciar, así, su producto. También los estados provinciales, pueden capturar el valor de estimular la adopción de una Agricultura Certificada, al asegurarse que sus recursos naturales (principalmente el suelo y el agua) están siendo manejados de manera responsable; preservándolos para las generaciones futuras. Si de ir lejos se trata, podemos imaginar que, así como la SD se impuso en nuestro país hasta cubrir más del 70 % de la superficie cultivada; posibilitando que la Argentina deviniera un referente a nivel mundial, producir de acuerdo a los parámetros de la Agricultura Certificada podría corolar para nuestro país una nueva “Marca país”. La de ser un lugar de referencia mundial no sólo en la provisión de alimentos; sino también en el hecho de producir de manera responsable con el ambiente y en sintonía con el aumento poblacional. Son muchos los que participan de este proyecto. Nombres como los de Rodolfo Gil, del INTA Castelar que está guiando académicamente el proceso de indicadores, o Luis Wall, decano de la Universidad de Quilmes, cabeza del equipo científico, Agustín Bianchini, líder del área de Prospectiva Tecnológica en Aapresid, Andrés Sylvestre Begnis, sucesor de Lorenzatti como Coordinador General en la institución, son sólo parte de un largo listado de productores y empresarios que están recorriendo el camino de capturar valor para la SD argentina. “Si hacemos una mejor agricultura, en un mundo altamente demandante, seguramente alguien estará dispuesto a pagarlo. El Protocolo es el primer paso. Y estará listo en el próximo Congreso para quien decida continuarlo. A medida que participen más, obviamente, se retroalimentará. Es un proceso dinámico. Por eso no es está cerrada la participación a nadie. Por eso está presente la gente del INTA y por eso, también, lo hemos compartido en reuniones informales con entidades como , organizaciones de cadena, y empresas”, concluyó Lorenzatti.