Abstención y abstención diferencial

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Abstención y abstención diferencial. La abstención en las elecciones al
Parlament de Catalunya.
Joan Font, Jesús Contreras y Guillem Rico
L’abstenció en les eleccions al Parlament de Catalunya
Editorial Mediterrània, Barcelona 1998.
La discusión sobre qué clase de indicador deba ser el grado de
abstención (en general) en una democracia, está abierta. Quienes defienden
que la abstención, dentro de unos determinados límites, es una muestra de
estabilidad del sistema1 recurren a la constatación de la existencia de una
considerablemente escasa participación en las elecciones norteamericanas y,
también, al grado considerable y regular en la mayoria de los países europeos,
de abstención. Es más, en su reivindicación extrema, traen a colación, como
ejemplo
del
“peligro”
de
una
alta
participación,
las
“competitivas”
confrontaciones electorales de la República de Weimar , de la IV República
Francesa y de la II República Española.
Pero no es menos cierto que si valoramos la relación entre la
participación y la legitimidad de la representación resultante, determinados
grados de abstención pueden cuestionar esa legitimidad. El recurso a
considerar “a fortiori” que los abstencionistas estarían mostrando un genérico
reconocimiento (no contradicción) al funcionamiento del sistema no resulta
siempre convincente. Como vamos a ver, entre otros ejemplos, el ‘sistema’
puede no ser un ente monolítico, considerable sólo como una noción unívoca y
completa, sin diversos grados de percepción. Los diferentes niveles electorales
se producen, en principio, dentro de “un” sistema, y aparecen considerables
diferencias de participación, tanto cuantitativamente como cualitativamente
(voto dual, abstención diferencial) al comparar los distintos ámbitos de
confrontación electoral.
Por otro lado, la lectura “política” que se hace sobre la abstención viene
marcada por la parcialidad del lector, en los ámbitos mediàticos, y ha sido
escasamente analizada desde un criterio científico en nuestro país (con las
excepciones oportunas). Los medios de comunicación, desde su particular
1
“…es posible que la no emisión del voto constituya actualmente, al menos en las democracias
occidentales, un reflejo de la estabilidad del sistema… (Lipset,1981).
perspectiva, tienden a considerar ‘victima’ de la abstención a una u otra
posición política, con un cierto predominio, respecto a la abstención en
Catalunya, de la consideración que es la izquierda (el PSC) quien resulta
prejudicada por la poca participación. Pero esta no deja de ser una lectura
sesgada, demasiado simple, unidimensional
2
. Ciertamente esta posición
aparece confirmada en algunos estudios que cita José Ramón Montero (1986).
El caso es que en las elecciones ‘en’ Catalunya el interes se centra, más
que en el grado de abstención en sí mismo, en el hecho de que la abstención
pudiera representar un alto grado de explicación para la ‘alternancia’ de partido
ganador, entre CiU y PSC, según de qué elecciones se trate, según el ‘tipo’ de
elección. En todas las elecciones generales celebradas el PSC ha resultado
ganador en Catalunya, mientras que siempre ha obtenido más votos la
coalición CiU en las elecciones al Parlament de Catalunya.
Todo ello nos lleva a preguntarnos por la identidad de los
abstencionistas, dado que, o no son los mismos en las distintas elecciones, o
se reparten los papeles en ellas. Si detrás de la abstención se hallara un
comportamiento racional, con un componente de alienación y crítica hacia el
sistema la conclusión sería distinta de la que se produciría al explicar la
abstención como una muestra de satisfacción general que se traduce en
conductas apáticas (pág. 13). Pero esto aún no nos explicaría la diferente
relación entre abstencionistas y votantes que debería explicar esta ‘alternancia’
mencionada.
Se plantea una dificultad metodológica al intentar establecer si los
abstencionistas de 1982 son los mismos abstencionistas de 1995. Tanto esta
cuestión como las referidas a tantas otras variables propuestas como
explicativas, parecen llevarnos a la conclusión de la imposibilidad de la
configuración de un modelo, encontrando solamente explicaciones ad hoc,
puntuales.
Por otro lado, desde esta consideración, nos debemos plantear qué
relación se establece entre unos y/o otros abstencionistas con el poder. En el
caso de que los abstencionistas en general y para un àmbito determinado
electoral, formaran un ‘cuerpo’ diferenciado de aquellos que participan,
2
En las elecciones municipales del 13 de junio, CiU reclama para si la ‘penalización’ que representaria,
dicen, la abstención.
resultaría que los primeros estarían sometidos a unas políticas públicas que no
les tienen en consideración. Los abstencionistas no han elegido ninguna
representación.(Pudiera explicarse por los deficits relativos a la oferta política
correspondiente a un sector de votantes. (Soler Llebaria,1998)). Además, los
elegidos deberan ‘cuidar’ (convencer) a aquellos que son o sus electores o sus
posibles futuros electores.
Pero, parece ser que no se ha encontrado ninguna prueba empírica
(Miller, 1988) que demuestre que los abstencionistas sean diferentes de los
votantes, de lo cual se deduciría que la abstención tendría, seguramente, poca
incidencia sobre las decisiones de los gobiernos. Otra cuestión radica en las
pretensiones movilizadoras que puedan mostrar los partidos políticos ante cada
una de las campañas electorales. (Font,1992)
FRC no contemplan de una manera explícita la influéncia de la clase en
su análisis, y concuerdan en esta omisión con Soler Llebaria. Torcal (1995)
afirma, en cambio, (para la confrontación electoral a nivel nacional) que la clase
social ha emergido como la variable que explica la estructura de la competencia
partidista entre los dos partidos mayoritarios.3 Habría que esperar, pues, que la
clase (seguramente, para el caso de Cataluña, en algún grado, cruzada con el
eje de identificación nacional “español/catalán”) explicara también la posición
ante los dos partidos mayoritarios, con algunas salvedades: la debilidad de los
partidos de la oposición en el ámbito catalán, especialmente el PSC y el hecho
de que el voto de izquierda, en principio movilizado sobre el eje económico no
se hallaría motivado en la campaña autonòmica. (Soler Llebaria, 1998 y Molas
y Bartomeus, 1998).
La abstención autonómica.
3
El subrayado es mio.
Leyendo la prensa de los días posteriores a las elecciones autonómicas
de 1992 parece comprobarse que ‘el gran problema’ resulta ser la cifra record
de abstención.
Durante mucho tiempo se ha atribuido esta abstención a la emigración,
por la falta de un sentimiento de ‘integración política’ con Catalunya,con la
realidad catalana. Cada vez resulta más insostenible esta explicación, que de
hecho no resulta ya muy diferente a la de imputar la abstención a los jóvenes, a
los no creyentes, a los solteros… (Montero, José R., 1986). Pero, además,
¿cómo puede ser una cuestión de los inmigrantes si todos los datos nos dicen
que más de la mitad de los abstencionistas han nacido en Catalunya ? (página
19).
Para otras opiniones, los socialistas nunca habrían tenido una clara
voluntad de ganar las elecciones autonómicas, y, siendo ellos los más
afectados por la abstención, su desinterés en movilizar a sus bases naturales
(que deberian coincidir con aquella inmigración) acarrearia el alto grado de
abstención, facilitando la victoria de los nacionalistas. Nos encontraríamos ante
un bajo nivel de competencia (Soler Llebaria, 1998).
No hay que olvidar la posibilidad de que pueda explicarse esta
abstención en la falta de oferta partidaria en un determinado espacio político,
que correspondería a una izquierda ‘no nacionalista’ (españolista, según
algunas acepciones semánticas). Pero esta explicación tampoco resulta en sí
misma, demasiado convincente.
Los nacionalistas explicarán el grado de abstención por la falta de poder
real del Parlament, de las instituciones autonómicas. Pero esta explicación
choca con el hecho que los más nacionalistas no son los más abstencionistas.
Desde esta misma perspectiva se busca una explicación en la influencia de los
canales de información de ámbito estatal que dedicarían poca importancia a las
elecciones autonómicas y, por tanto, frenarían la movilización.
La relación del grado de abstención, para cada nivel electoral en
Catalunya, no es diferente, ni exclusivo de Catalunya, del grado distinto de
abstencionismo del resto de España. Este distinto grado de participación, en
general, se explica, entre otras muchas causas, también, por situaciones tan
‘elementales’ como la coindidencia o no de las elecciones autonómicas (u otras
de ‘segundo orden’ (Soler Llebaria, 1998)) con otra convocatoria electoral 4.
Coincidencia que parece concitar una mayor participación. También el grado de
competencia (política y administrativa) que represente una determinada
elección parece aportar explicación sobre la abstención.
Así pues, no hay otra posibilidad que intentar una explicación
multicausal a la abstención, sin olvidar el papel movilizador de los actores
políticos (Font, 1992)5 y el eco de las campañas en los medios de
comunicación. “La complejidad del fenómeno abstencionista, difícilmente
reducible a una sola causa, queda ya apuntada por la combinación de factores
políticos, estructurales, socio-culturales y electorales que se esconden tras las
tendencias evolutivas de cada Comunidad Autónoma” (Montero, 1986).
Para intentar conocer las causas, la naturaleza del abstencionista en las
elecciones autonómicas, FCR ensayan el análisis de la abstención
diferencial. Abstención que representa, en su variación entre autonómicas y
generales, que cambian de voto 1,2 millones de votantes (Soler Llebaria,
1998). La diferencia entre la abstención de un tipo de elección y de otro, según
Riba (1995). Aplicando un análisis de regresión, con diferentes factores
(segundo
orden,
simultaneidad,
convocatoria
excepcional,
elecciones
autonómicas, falta de competitividad) para conocer su efecto sobre la
abstención, concluyen que el factor “segundo orden” seria más influyente
(conclusión similar a la de Soler Llebaria,1998) que aquellos otros más
estrictamente autonómicos para explicar la abstención diferencial. (Pero ello
sigue sin explicar el alto grado de abstención).
En un análisis comparativo con el resto de España y con algunas
democracias europeas, se llega a la conclusión que la existencia de abstención
diferencial es absolutamente normal, pero, también que su intensidad resulta
muy elevada.
La innovación, quizás, en el trabajo de FCR reside en la utilización, en
su investigación, de los grupos de discusión. A lo mejor respondiendo a la
4
El concepto de “elecciones de segundo orden” se inspiraría en las elecciones al Parlamento Europeo. En
ellas se constatarían una serie de características claramente diferenciadas de las observadas en elecciones
nacionales generales: niveles de participación inferiores, pautas de comportamiento distintas en todos los
actores y en los mismos electores (Karlheinz Reif, 1985)
5
FRC anuncian en su trabajo una segunda parte especialmente dedicada al tema de la movilización, en la
que pretenden sugerir elementos para intentar reducir los altos niveles de abstención en las elecciones al
Parlament de Catalunya.
interdisciplinariedad que conforman los autores (politólogos y antropólogos) se
lanzan a buscar explicaciones directamente de los ‘abstencionistas’.
Los autores mismos adelantan algunos de los problemas que les han
surgido: parece evidente que declararse abstencionista sigue estando ‘mal
visto’. Y, aún con eso, el perfil buscado en las personas del grupo de discusión
respondía al siguiente criterio: abstencionistas sólo en las elecciones
autonómicas catalanas. Durante el tiempo que duraron las discusiones estaba
candente en Cataluña la discusión de la ‘ley del catalán’, sobre todo en los
medios de comunicación. Habria que ver la influencia que puediera tener ello
sobre el discurso de los miembros del grupo.
Del grupo de discusión, uno de los argumentos explicativos, más
interesante de la abstención radica en considerar que la política catalana es
monotemática y consensual; como si todos los partidos coincidieran en un
‘timing’ determinado (ver al respecto, el artículo de Vicenç Navarro en El País,
6.2.99).
Bibliografia citada:
Font, J (1992) L’abstenció metropolitana: els casos de Madrid i Barcelona,
Tesis doctoral, UAB.
Karlheinz, Reif, Ten second-order Elections, en Ten European Elections,
Aldeshot, Gower, 1985
Lipset, Seymour M, El hombre político. Las bases sociales de la política, Ariel,
Barcelona, 1981.
Molas, Isidre y Bartomeus, Oriol, Estructura de la competència política a
Catalunya, WP, núm 138, ICPS, Barcelona 1998
Montero, José Ramón, La vuelta a las urnas: participación, movilización y
abstención, en JJ.Linz y J.R. Montero, eds, Crisis y cambio:electores y partidos
en
la
España
de
los
años
ochenta,
Madrid,
Centro
de
Estudios
Constitucionales, 1986
Mota Consejero, Fabiola, Cultura política y opinión pública en las
comunidades autónomas: un examen del sistema político autonómico en
españa, 1984-1996, WP, núm 153, ICPS, Barcelona 1998.
Soler Llebaria, Josep, Las elecciones autonómicas en Cataluña (1980-1995),
en Manuel Alcantara y Antonia Martinez, eds, Las elecciones autonómicas en
españa, 1980-1997, CIS, Madrid, 1998
Torcal, Mariano y Pradeep, Chhibber, Elites, cleavages y sistema de partidos
en
una
democracia
consolidada:
Investigaciones Sociológicas, 1995.
España
(1986-1992),
Revista
de
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