Pensar la Política Social: aportes desde Durkheim

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Estimados alumnos,
Con este material se complementa el apunte dejado en fotocopiadora sobre Durkheim.
El parcial abarcará los siguientes temas: Orígenes de la Sociología; Positivismo: Comte
y Durkheim.
El material adjunto y el de fotocopiadora se pueden ir leyendo.A la brevedad
enviaremos algunas indicaciones para facilitar el estudio.
Las dudas las pueden plantear a epighin@hotmail.com
Seguiremos en contacto.
Saludos, Profesora Eglé Pighin.
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http://www.ciudadpolitica.com/modules/wordbook/entry.php?entryID=259
Durkheim, Emile
Definición:
E. Durkheim fue el fundador de la escuela francesa de sociología, es
uno de los pocos clásicos de la Sociología y de las Ciencias Humanas
que no han cesado de ser citados y criticados copiosamente. Su
espíritu polivalente se interesa por las innumerables facetas de la
complejidad de los grupos, instituciones y sociedades que obran a lo
largo de la historia. Sus estudios rigurosos sobre los problemas que
afectan a los seres humanos, presentan siempre un esfuerzo teórico
aliado a la búsqueda de soluciones prácticas, en un empeño
fundamental por integrar dos grandes objetivo: ¬ Considerar los
hechos sociales como cosas, estudiarlos de manera positiva, como se
tratan las cuestiones técnicas, biológicas o médicas. Estudiar la vida
social de manera normativa, como se tratan las cuestiones filosóficas,
morales y religiosas. Las ciencias del hombre que trata de desarrollar
Durkheim tiene por misión revelar toda la realidad del ser humano,
una realidad constituida por hechos materiales pero que no puede
existir sin una relación constante a un ideal moral y a una
fundamentación trascendente. Este empeño por integrar ambas
perspectivas, constituye sin ninguna duda la principal fuerza de la
obra durkheniana, así como el principal obstáculo que ha impedido a
sus discípulos continuar su obra y el principal blanco de sus
numerosísimos comentadores críticos.
Francés, de Lorena, nacido en 1858, hijo y nieto de rabinos desde
ocho generaciones, Durkheim conoció una infancia movida:
laicización y abandono de su dedicación al rabinato; periodo de gran
expansión económica e industrial; pérdida de la guerra francoalemana y ocupación de su ciudad natal, Epinal, en 1870. Traslado a
París, preparó y obtuvo su admisión en la Escuela Normal Superior
(1876-1882). Diplomado en filosofía, fue nombrado profesor de liceo
y pasó luego a enseñar en la Universidad de Burdeos (1887) y en la
Sorbona (1902). Habiendo creado y mantenido con éxito una
prestigiosa revista de Ciencias Sociales, L’année sociologique (18981913). Durkheim tuvo la originalidad de rodearse de colaboradores
de talento en un plano multidisciplinar. Profundamente decepcionado
e inconsolable por la trágica desaparición de su hijo en el frente,
durante la guerra, murió en Fontainebleau el 15 de noviembre de
1917.
La obra durkheniana comprende un conjunto de trabajos que cabría
resumir en siete puntos básicos:
1. La solidaridad social. El primer trabajo importante, comenzado en
1884 y defendido como tesis doctoral, fue publicado con el título de
La división del trabajo social (1893). Se trata de uno de los libros
considerados entre los más importantes de la historia de la
sociología. Su objetivo central es doble: a. Explicar el nacimiento del
mundo moderno por medio de los conceptos de división del trabajo y
de derecho represivo o restitutivo, y b. Criticar su viabilidad
estableciendo la relación deseable y necesaria entre conocimiento
positivo y juicio normativo.
2. El afincamiento de la sociología. En sus escritos de juventud,
Durkheim estudia críticamente los precursores de la sociología
(Montesquieu y Rousseau, Saint-Simon y Comte, Spencer y Espinas)
y concentra sus análisis sistemáticos sobre la sociología de la familia.
Junto a la división del trabajo, dos grandes obras lanzan
definitivamente la sociología durkheniana. a. Las reglas del método
sociológico (1895), un nuevo discurso del método que define los
principios epistemológicos de una ciencia positiva destinada a
sobrepasar los estudios abstractos de los precursores y a abordar el
conocimiento concreto de las sociedades humanas, “sea para exponer
hechos, sea para orientar su curso”. b. El suicidio (1897), un estudio
sociológico eminentemente estratégico destinado a probar que un
fenómeno tenido por puramente individual puede explicarse como
hecho social profundamente dependiente del grado de integración de
las instituciones sociales (religión, economía, familia).
7. La Religión. Profundamente influido por su educación en la
tradición judía y por su fe constante en “la religión de la humanidad”
(Saint-Simon, Comte), el autor De las formas elementales de la vida
religiosa presenta un monumento intelectual destinado a probar la
función decisiva del sentimiento religioso. “La religión consiste en
creencias y en prácticas relativas a las cosas sagradas”. Comprender
la religión como relación con lo sagrado, sin relación necesaria con los
conceptos de divinidad y de más allá, tiene una importancia extrema
para la ciencia del hombre: saber, en efecto, que la experiencia
religiosa no es un fenómeno especializado vivido solamente por
determinados individuos y culturas, sino un fenómeno universal. ¿
Por qué universal? Porque en toda ocasión, en todo tiempo, en toda
civilización y en toda cultura, tradicional o moderna, los seres
humanos necesitan una orientación trascendente, una relación con
una realidad absoluta o sagrada que les permita fundar y desarrollar
su búsqueda de identidad personal y colectiva. La religión es en fin de
cuentas una experiencia en sí respetable; una experiencia real y no el
fruto de un puro acto imaginativo; una experiencia cuyo objeto de
culto no tiene un carácter hipotético, sino sustantivo, puesto que la
causa objetiva, universal y eterna de la religión es la humanidad. Así,
una tarea clave de la ciencia del hombre es descubrir concreta y
críticamente cómo los diferentes grupos humanos sacralizan las
dimensiones individuales y colectivas que les constituyen.
Referencia: ©PoliticasNet. 2001.
http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89mile_Durkheim
Émile Durkheim
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Emile Durkheim
Emile Durkheim (Épinal, Francia, 15 de abril 1858 — París, Francia, 15 de noviembre
1917). Uno de los fundadores de la sociología moderna, junto a Max Weber y Karl
Marx. Fundador de la primera revista dedicada a las ciencias sociales, el Année
Sociologique, con el cual también se identifica al grupo de estudiosos que desarrolló su
programa de investigación sociológica.
Biografía [editar]
Nació en Épinal, Francia, el 15 de abril 1858 en la región de Lorena. A pesar de ser hijo
de una familia profundamente religiosa (era hijo de un rabino), Durkheim tuvo una vida
completamente secular. Desde joven se sintió atraído por el método científico, que se
oponía a su educación basada en la religión. En muchos de sus trabajos, de hecho,
estuvo dedicado a demostrar que los fenómenos religiosos provienen de factores
sociales más que divinos. Sus antecedentes judíos, sin embargo, moldearon su
sociología, y muchos de sus estudiantes y colaboradores fueron compañeros judíos o
parientes de sangre. Durkheim entró a la École Normale Supérieure (Escuela Normal
Superior), en 1879. Su generación fue una de las más brillantes del siglo XIX y muchos
de sus compañeros de clase, tales como Jean Jaurès y Henri Bergson se convertirían en
importantes figuras de la vida intelectual francesa. En la ENS (Escuela Normal
Superior), Durkheim estudió con Fustel de Coulanges de su generación cuando se
graduó en filosofía en 1882. En 1887, es nombrado profesor de pedagogía y ciencia
social de la Universidad de Burdeos.Comienza con sus enseñanzas en sociología y fue
el primero en enseñar esta ciencia en Francia. Como consecuencia de los pesares que le
causó la muerte de su único hijo, murió en París el 15 de noviembre de 1917.
Teoría sociológica [editar]
Hechos sociales [editar]
Teóricos anteriores veían a la sociología no como un ámbito autónomo de investigación,
sino a través de acercamientos psicológicos u orgánicos. Por el contrario Durkheim
concibió la existencia de fenómenos específicamente sociales ("hechos sociales"), que
constituyen unidades de estudio que no pueden ser abordadas con técnicas que no sean
las específicamente sociales. Asimismo redefinió a la sociología como la ciencia que
tiene como objeto el estudio de estos hechos sociales.
Durkheim definió los hechos sociales en Las reglas del método sociológico como:
"...modos de actuar, pensar y sentir externos al individuo, y que poseen un poder de
coerción en virtud del cual se imponen a él..." (E. Durkheim. les regles de la methode
sociologique 'Paris: Presses Universitarires de France, 1956,p. 5)
Dichos hechos existen con anterioridad al nacimiento de un individuo en determinada
sociedad; por lo tanto, son exteriores a él. Son colectivos porque son parte de la cultura
de la sociedad, y son coercitivos porque los individuos se educan conforme a las normas
y reglas de ella sólo por el hecho de nacer en aquélla. Durkheim afirmó: "si existían
antes es que existen fuera de nosotros" y menciona la lengua natal, la escritura y el
sistema monetario como ejemplos.
Durkheim también dijo que la sociedad era algo que estaba fuera y dentro del hombre al
mismo tiempo gracias a que este adoptaba e interiorizaba los valores y la moral de la
sociedad, de esto también deriva que unos se vean obligados a ciertos parámetros y
límites de los que ellos no están de acuerdo y se rebelan ante ella.
La división del trabajo social [editar]
En su tesis doctoral publicada en 1893, Durkheim considera el problema de la
solidaridad social. Su estudio se basó en la distinción de dos formas de solidaridad. Pero
primero deberíamos saber que la solidaridad es, para el autor, un hecho moral; por lo
tanto, sin la posibilidad de aparecer positivamente, como un hecho externo, debe
buscarse algún fenómeno que tenga esa existencia exterior, que sea tangible y positivo:
que represente o indique a ese elemento moral. Él encuentra esas condiciones en las
formas de la pena y éstas aparecen en las formas del derecho. La pena represiva,
expresada en el derecho penal, aparece en aquellas sociedades con fuertes estados de
conciencia colectiva, para las cuales el crimen es una ofensa a toda la sociedad. Es por
eso que se hace necesaria una dura pena. Esta característica se da en las sociedades
primitivas. En cambio, en las sociedades modernas, se encuentra instalada la pena
restitutiva, aquella que pretende volver las cosas al estado anterior a aquel en que fue
cometido el crimen. La ofensa no se comete contra toda la sociedad, sino que es un
problema entre las partes. En las sociedades modernas existen las formas de derecho
civil, de la familia, del comercio. Los hombres, al nacer distintos entre sí, son
diferentes, es por eso que existe gran división del trabajo social.
En las sociedades primitivas, la solidaridad surge de la conciencia colectiva y la
denomina solidaridad mecánica: la identificación con un grupo social se produce por
las condiciones de igualdad, está en boga la idea de comunidad en tanto los individuos
tienen "cosas en común", que producen un fuerte compromiso. En cuanto a la división
del trabajo, no hay especialización, pero sí ascenso (Durkheim da dos ejemplos de
sociedades primitivas en un contexto moderno: la Iglesia y el Ejército, fuertemente
verticalistas ambas). En las sociedades modernas, esa conciencia colectiva es más débil
y la solidaridad que existe en ellas es orgánica, puesto que surge de las diferencias
producidas por la división social del trabajo, que es en general la respuesta que el siglo
XIX da a la pregunta sobre el origen de todo hecho social. La solidaridad es, más
particularmente, por necesidad en este tipo de sociedades, en las que las pasiones son
reemplazadas por los intereses.
En esta obra aparece la primera formulación de una categoría que se instala firmemente
en el pensamiento de Durkheim: la anomia. Cuando comienza a analizar el
funcionamiento de las sociedades complejas, (o modernas) se encuentra con dicha
clasificación, entendiendo la anomia como una carencia de solidaridad social, dado que
las relaciones con los órganos no están reglamentadas dado el desajuste originado por la
permanente modernización. Particularmente, Durkheim encuentra en el contrato social
un factor de anomia, ya que no garantiza el orden.
La anomia será tratada en su obra El Suicidio, donde encuentra que el suicidio anómico
se debe a una repentina ruptura del equilibrio social. La anomía o anomía es el mal que
sufre una sociedad a causa de la ausencia de reglas morales y reglas jurídicas, es decir
es la ausencia de la norma. Esta ausencia se debe al desequilibrio económico y/o al
debilitamiento de sus instituciones, que implica un bajo grado de integración social.
Previa a la formulación del suicidio anómico, conceptuó otros dos tipos de suicidio
basándose siempre en la herramienta estadística tomada de Lambert Adolphe Jacques
Quételet. Ellos son: el suicidio altruista, el cuál ocurre al estar sobre-adaptado a la
estructura del sistema social (ej: kamikazes); y por otro lado el suicidio egoísta, el cuál
demuestra claramente lo contrario, el individuo se encuentra en un estado de alienación
de la norma. No es que la norma no esté explicitada en el sistema, sino que es el
individuo mismo quien no las registra.
Método de estudio de los hechos sociales [editar]
Durkheim propone estudiar los hechos sociales como "cosas" (no porque estos sean
cosas materiales propiamente dichas, sino por su característica de observables y
verificables empíricamente), pues plantea que pueden ser observados y contrastados por
medio del método científico, estableciendo tres reglas básicas.
La primera regla menciona lo necesario de desechar todas las ideas preconcebidas,
utilizando sólo aquellos criterios y conceptos construidos científicamente. El sociólogo
debe aislarse de sus creencias político-religiosas, porque podrían influir sobre los
hechos sociales que se estudian.
La segunda define previamente el hecho social y lo segmenta. Tras la definición, se
procede a la búsqueda y recopilación de datos acordes al caso estudiado, que permitan
llegar a la elaboración de conclusiones.
Por último, la tercera regla menciona que sólo se debe tener en cuenta aquellos
caracteres que tienen un grado de objetividad propio del hecho social. El sociólogo debe
alejarse de las sensaciones de carácter subjetivo.
El Estado [editar]
Según la visión durkheimiana, el Estado se define por las funciones que cumple, que
deben ser limitadas, ya que no tiene que manejar los lazos sociales ni la conciencia
colectiva. El Estado es un tipo de conciencia colectiva, pero no la concentra toda: es un
órgano de pensamiento social, y su función específica es elaborar ciertas
representaciones sociales para dirigir la conducta colectiva. Ante el creciente desarrollo
del marxismo en su época, que veía a la existencia de conflictos como propia de la
sociedad y del autodespliegue de la historia, es decir, como factor necesario para el
progreso; Durkheim entendía a los conflictos como anomalías dentro del avance hacia el
orden y el progreso, dos ideas centrales en las concepciones de la sociedad de aquella
época.
Principales obras [editar]

La división del trabajo social (1893). Su tesis doctoral.

Las reglas del método sociológico (1895). Desarrolla cómo abordar los hechos
sociales en forma sistemática y científica.

L'Année Sociologique (1896). Revista en la que se dan a conocer
investigaciones sobre sociología y antropología.

El suicidio (1897). Primera investigación sociológica basada en datos y análisis
estadísticos.

La educación moral (1902).

Las formas elementales de la vida religiosa (1912). Libro en que analiza la
sociología de la religión y su relación con la teoría del conocimiento. Es un texto
fuertemente platónico.

Lecciones de Sociología (1912). Dicta lecciones acerca de: la moral profesional
(lecciones 1, 2, 3), la moral cívica (lecciones 4, 5, 6, 7, 8, 9), el derecho de
propiedad (lecciones 10, 11, 12, 13, 14) y el derecho y la moral contractual
(lecciones 15, 16, 17, 18).
Obra póstuma [editar]

Educación y sociología (1924). Ofrece su definición de educación y ahonda en
el carácter social de la misma. Establece relaciones entre la Pedagogía y la
Sociología.

La educación: su naturaleza, su función (1928) Explica el concepto de
educación a través de la función que cumple en la teoría de la reproducción
social.
Bibliografía [editar]

DURKHEIM, Emile. Escritos Selectos. Introducción y selección de Anthony
Giddens. [Trad. Ricardo Figueroa]. Buenos Aires: Nueva Visión, 1993.
Enlaces externos [editar]


Dosier Durkheim en catalán y en español
López, A.:Aporías del “sociologismo” de Durkheim en CCCSS febrero 2008.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89mile_Durkheim"
http://www.iigg.fsoc.uba.ar/grassi/textos/Artic20.doc
Pensar la Política Social: aportes desde Durkheim
Florencia Luci1
La “causa”: la división del trabajo y sus consecuencias morales
Como señalamos más arriba la sociología de Emile Durkheim nace con el
interrogante acerca de la naturaleza del lazo social habida cuenta de su
debilitamiento y crisis. Ahora bien, ¿cuál es la piedra de toque que postula
Durkheim para comenzar a elucidar las características y causas de esta crisis?
Sin duda no podríamos encontrar los orígenes de estos procesos en otro orden
de factores que no sean lo suficientemente visibles y generales como para ser
aprehendidos científicamente. Los hechos que estén dando cuenta de estas
transformaciones tan profundas no pueden ser otra cosa que sociales. Y no lo
son por el simple hecho de ser producto de la sociedad sino, antes que nada,
por ser imperativos, coercitivos, obligatorios. En efecto, existen grupos de
fenómenos cuya naturaleza no es modificable a voluntad y que se distinguen
por tener caracteres definidos, por existir por fuera de las conciencias
individuales e imponérseles.
De esta manera, Durkheim funda el método de la naciente sociología moderna:
tomar a los hechos sociales como cosas, es decir, como datos objetivos de la
realidad susceptibles de ser tratados científicamente. Aquí nos interesa
aproximarnos a una tensión fundamental que atraviesa la epistemología
durkheimiana y que se entrevé en sus “reglas”: detrás del Durkheim objetivista
que llama a descartar las nociones previas y definir el objeto-cosa de estudio a
partir de sus signos exteriores como “camino que se debe seguir para penetrar
más en el fondo de las cosas”2, encontramos al Durkheim preocupado por dar
cuenta de la representación colectiva. Y en definitiva, ¿qué es “el fondo de las
cosas” sino la sociedad en tanto acto ritual en donde se ponen en práctica las
1
2
IIGG/UBA-CONICET. E-mail: florluci@hotmail.com
Durkheim, Emile, Las reglas del método sociológico (1895), Madrid, Hyspamérica, 1986, p. 71.
creencias compartidas, en donde se revitaliza la idea misma del ser social? No
nos detendremos en este punto sobre el cual volveremos más adelante. Sólo
nos interesa dejar marcado desde el inicio este movimiento que transita la obra
de Durkheim, y que bien señala Emilio de Ípola3, ya que lo consideramos clave
para nuestro análisis de sus textos.
Entonces, ¿cuál es el hecho social que permite dar cuenta de las
transformaciones que sufren las sociedades a fines del siglo XIX? Durkheim
encontrará la respuesta la en las profundas mutaciones en la división social del
trabajo. Efectivamente, a medida que la modernidad avanza el trabajo se divide
y complejiza crecientemente, llegando a niveles de especialización antes
inimaginados. En definitiva, Durkheim está siendo testigo del paso de un tipo
de sociedad a otro, en donde se evidencia para el sociólogo la transformación
del tipo de lazo que mantiene firme la trama social. Y es en la división social del
trabajo donde pueden apreciarse estas alteraciones que repercuten sobre todo
en la manera en que los hombres de relacionan entre sí, en su particular forma
de construir subjetividad, en su ser moral.
De este modo, Durkheim va a preguntarse “cuál es la función de la división del
trabajo”, “a qué necesidad corresponde”4. Su respuesta va a creer descubrir las
leyes de funcionamiento y transformación de la sociedad con lo que se
considerará la primera teoría del lazo social. Y es que, en efecto, la división del
trabajo no es sólo un fenómeno económico de especialización de las industrias,
de las funciones económicas y los capitales sino que es ante todo un fenómeno
moral. “Un hecho semejante no puede, evidentemente, producirse sin afectar
de manera profunda nuestra constitución moral”5. Así, la división del trabajo “es
y llega a ser cada vez más, una de las bases fundamentales del orden social”6.
En este punto, Durkheim se aleja de quienes ven en el avance de la
modernidad un mal que hay que detener, su mirada no será romántica como la
de Bonald y De Maistre. Durkheim es consciente de las profundas
transformaciones ocurridas al nivel de la sociedad y no considera que la
modernidad conlleve per se ausencia o ruptura del lazo sino más bien implica
la conformación de uno de nuevo tipo.
¿Cómo deviene la división del trabajo en fuente de solidaridad social? Aquí
Durkheim deja planteada la paradoja de que a medida que las sociedades y
sus funciones se especializan progresivamente los hombres, más autónomos
en apariencia, se necesitan aún más. Lo que ha ocurrido, según el sociólogo
francés, es el pasaje de un tipo de solidaridad, que denominará mecánica, a
otro, que llamará orgánica.
La primera, característica de las sociedades tradicionales, deriva de la
proximidad y semejanzas que existen entre los hombres viviendo en común. La
conciencia colectiva, entendida como el conjunto de creencias y sentimientos
comunes de los miembros de una sociedad, se extiende uniforme en todos los
sujetos dejando poco espacio para la conciencia individual. La solidaridad
orgánica, por otra parte, se desarrolla con la división del trabajo y tiene por
base el hecho de que los hombres difieren entre sí, que tienen esferas de
“...la actualidad y el interés del pensamiento durkheimiano residen esencialmente en ese movimiento
pendular entre la estructura y la representación, lo objetivo y lo subjetivo, que marcan silenciosamente su
obra.” en De Ípola, Emilio: Las cosas del creer. Creencia, lazo social y comunidad política, Buenos Aires,
Ariel, 1997, p. 44.
4 Durkheim, Emile, La división del trabajo social (1893), Buenos Aires, Planeta, 1993, p. 67.
5 Ibíd., p. 60.
6 Ibidem.
3
acción propias ligadas a su desarrollo profesional. Esto permite que, existiendo
campos de interés particulares, la conciencia individual y la personalidad se
desarrollen de manera superpuesta a la conciencia colectiva.
Siguiendo a Nisbet: “la división del trabajo en la sociedad moderna cumplía la
función de integrar a los individuos mediante su búsqueda de especializaciones
complementarias y simbólicas, haciendo posible -por primera vez en la historiaacabar con los mecanismos tradicionales de coerción social”.7 Sin embargo, es
interesante en este punto superar esta aparente versión “objetivista” de
Durkheim y rescatar la tensión que enunciábamos antes, pensando que estas
dos solidaridades más que superarse una a la otra temporalmente, conviven,
permitiendo pensar el tema del lazo social en términos más complejos,
manteniendo la experiencia de la comunidad aun en sociedades modernas.
Retomaremos esto.
Ahora bien, la división del trabajo puede avanzar sin que necesariamente
devenga en solidaridad social. La especialización de las funciones se acentúa
sin que los hombres perciban que son parte de una obra común, ahogándose
el espíritu de conjunto. La crisis moral se evidencia cuando el sujeto, a pesar
de hallarse en estrecha dependencia con sus semejantes, no siente relación
con el interés común. Este estado de cosas, que Durkheim caracteriza como
anomia, es producto de la falta de reglamentación en las sociedades
modernas. Sin embargo, en la concepción durkheimiana, la “regla” no crea el
estado de dependencia mutua sino que se limita a expresarlo. Las costumbres
y las relaciones de los individuos cristalizan en pautas de conducta y no al
revés. En este sentido la regla no es una normativa coactiva que se encuentra
por fuera del estado mental de la sociedad sino que es producto de cada tipo
social. Entonces, si hablamos de anomia hablamos de dislocación entre los
sistemas normativos y las necesidades reales de la vida social, discordancia
que no permite regular la armonía de las funciones.
De esta forma, la división del trabajo se vuelve coactiva manifestando que la
ordenación social no se condice con la verdadera naturaleza de las cosas y se
sostiene por la fuerza. Lo que debería ser una moralidad espontánea que lleva
a los hombres a contar con otros, es apreciada más bien como una
compulsividad artificial.
Es interesante, por otra parte, advertir cómo se complejiza esta mirada acerca
de lo social observando la visión de la composición y transformación social que
plantea Durkheim en Las reglas del método sociológico.
En ese libro, Durkheim llama al sociólogo a indagar en las características del
medio social las propiedades que pueden ejercer una acción sobre el curso de
los fenómenos sociales. Encuentra en las sociedades dos series de caracteres
que las describen: el volumen de la sociedad y su densidad dinámica. El primer
factor da cuenta del número de unidades sociales que componen una
sociedad, el segundo, habla del grado de concentración o unión moral que
relaciona a los individuos. De la particular interrelación de estas dos series de
caracteres va a resultar la específica conformación de la vida colectiva de un
cuerpo social, así como la forma en que esa sociedad va a resolver sus
problemas de cohesión social.
Aquí, nos remitimos a citar en extenso a Durkheim “... si cada agregado parcial
forma un todo, una individualidad distinta separada de las demás por una
7
Nisbet, Robert, La formación del pensamiento sociológico 1 (1966), Buenos Aires, Amorrortu, 1996, p.
117.
barrera, es que la acción de sus miembros en general permanece localizada
allí; si por el contrario estas sociedades parciales están confundidas en el seno
de la sociedad total o tienden a confundirse en ella, es que el círculo de la vida
social se ha extendido en la misma proporción”8.
Aquí, nuevamente, en el envés de una primera lectura funcionalista de
Durkheim, se percibe su profunda preocupación por el rol de las
representaciones colectivas en tanto experiencias coaligantes del cuerpo
social. Detrás de lo que podría parecer una visón orgánica y fisiológica de la
composición del cuerpo social, entendido como agregados interdependientes
en cantidades y concentraciones determinadas, se evidencia la inquietud por lo
efectivo del vínculo que mantienen los individuos como un proceso dinámico
que constituye en definitiva su tipo moral, su vida colectiva, su comunidad.
Se entiende entonces cómo El Suicidio, concebido no como un fenómeno
psicológico sino en tanto fenómeno social, viene a testimoniar en qué sentido
los caracteres constitutivos de la sociedad han sufrido modificaciones. Las tres
tipologías de suicidio evidencian un tipo diferente de situación desviada en la
cual el individuo se encuentra unido de manera patológica a la sociedad.
Así, el suicidio egoísta manifiesta cómo la mayor o menor cohesión de los
grupos sociales de los cuales participan los individuos es un elemento
fundamental en cuanto a la profilaxis que brinda el sentimiento de integración
que sienten los sujetos al pertenecer a un colectivo. “El suicidio varía en razón
inversa del grado de desintegración de los grupos sociales de que forma parte
el individuo”.9 La modernidad conllevaría al debilitamiento de los lazos sociales
coaligantes como consecuencia de producir en los hombres una individuación
creciente preponderando los fines propios por sobre los colectivos.
Frente a esta individuación desintegradora, su antítesis, una individuación
insuficiente también puede ser causa social de suicidio. Este tipo de suicidio,
que llamará altruista, consiste en la fuerte ligazón que sienten los sujetos hacia
su sociedad de pertenencia, la cual se encuentra indivisa del propio sujeto. La
personalidad individual ocupa poco lugar en la vida colectiva y cualquier acto
que ofenda gravemente esa relación tan estrecha con la sociedad puede ser
causal de suicidio.
Un tercer tipo, anómico, se basa en la suposición de que existe una relación
entre la forma en que la sociedad regula los sentimientos y las actividades de
los individuos y el porcentaje de suicidios. Así, en las situaciones de crisis, la
ruptura del equilibrio social produce en los individuos desestructuraciones
normativas que les impiden establecer normalmente qué desear y qué no.
Estas perturbaciones del orden colectivo, como pueden ser las crisis
financieras o industriales, desenfrenan las pasiones y los hombres, sin saber
frente a que límite de su deseo detenerse, descontentos con su suerte, deciden
terminar con su vida.
El suicidio pone de manifiesto el esfuerzo de Durkheim en avanzar en las
características de la crisis del lazo social que se abría paso en las sociedades
modernas. Se propone indagar en el hecho aparentemente más íntimo, como
es el deseo de acabar con la propia vida, instituyéndole causas sociales,
llevándolo a la categoría de hecho social. Encontramos en este libro una honda
preocupación por escudriñar qué es lo que efectivamente está aconteciendo en
el medio social con consecuencias morales tan severas como lo son la
8
9
Durkheim, Emile, op. cit., 1986, p. 136.
Durkheim, Emile, El Suicidio (1897), México DF, Coyoacán, 1994, p. 176.
desintegración de los individuos de sus colectivos de pertenencia y la falta de
normas que regulan el mundo social.
En suma, hasta aquí tenemos un primer manojo de elementos para entender la
sociología de Durkheim y que nos servirán para avanzar en nuestro objetivo de
pensar desde este autor la política social. Las sociedades se encuentran en
transición y por ello las normas y valores que sustentaban los tipos anteriores
comienzan a entrar en crisis. Lo que ha sucedido, entre otras cosas, es una
compleja transformación del mundo social que regula la vida del trabajo,
entendiendo que esto excede las funciones económicas, y que implica además
la forma en que los sujetos organizan su mundo en común. Interesa observar
cómo, a pesar de que la vida social se especializa más, esto no
necesariamente tiene que derivar en crisis de lazo social sino que lleva a la
formación de uno nuevo, basado en la interdependencia y complejización de
las funciones. Ahora bien, esto no está ocurriendo y Durkheim cree saber por
qué. Pero su respuesta será más compleja de lo que aparenta. En este punto
nos interesa desdoblar esa “respuesta” en dos direcciones que de ninguna
manera son opuestas y que dan cuenta de esa tensión que enunciáramos pero
que, por conveniencia analítica, es dable separar. Por un lado, el rol que
Durkheim asigna a los grupos profesionales como medio de reencauzar esta
relación debilitada de los sujetos según su grupo de pertenencia, en definitiva
el Durkheim que nos permitiría pensar la relación con la política social de una
forma más pragmática. Pero, por otro lado, aquel “último” Durkheim que en Las
formas elementales de la vida religiosa -pero que como decíamos
subrepticiamente en toda su obra- lleva a primer plano la importancia de la
acción de los hombres actuando en común, la religiosidad que implica el
construir sociedad en tanto comunidad moral y simbólica.
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