Las reliquias del Albert Thomas

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Interés general
La Plata, domingo 2 de julio de 2000
Envidia. El Colegio Nacional guarda tesoros que cualquier coleccionista quisiera tener
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Sala de profesores. En el Industrial se conserva intacto el escenario de reuniones de antaño
y sus tesoros
forman parte de la historia de nuestra ciudad. En torno a ellas
las actuales generaciones de alumnos puedan apreciarlos
relojes que datan del siglo XIX.
Reconstruir la historia
La labor de indagar y estudiar el pasado y los orígenes de la fundación de una escuela, en muchos
casos para marcar el presente y proyectar el futuro,
son tareas iniciadas por muchas instituciones educativas locales.
En este contexto, no son pocos los establecimientos que con enorme esfuerzo fueron montando pequeños salones especiales para coleccionar los elementos que alguna vez formaron parte
de la vida cotidiana y que hoy se mantienen “entre
algodones”.
En estos museos escolares pueden encontrarse
antiguos mapas, sellos y secasellos, bolilleros para
la toma de exámenes, sillones de principio de siglo
XX, espejos, cómodas y percheros.
Uno de los colegios que más atención (y cuidados) le presta a sus tesoros es el Nacional. Sus autoridades acondicionaron una sala exclusiva para
conservar en en buen estado el archivo y los materiales pedagógicos, reliquias que forman parte de la
historia de este prestigioso y tradicional establecimiento educativo platense.
Así, tanto los alumnos y como los visitantes pueden observar dos episcopios (para proyectar fotos
contra la pared) marca “Leitz”, fabricados en alemania en 1940, y un antiguo mimeógrafo “Gestener” del mismo año. También hay varios relojes,
cuyas cajas fueron construidos por los primeros
carpinteros, que a su vez eran alumnos de la escuela pocos años después de su fundación.
También, en ese lugar pueden observarse dos
viejas butacas de madera, que antiguamente eran
utilizadas en el Salón de Actos del colegio, y una
larga mesa, que hace mucho tiempo servía de escenario para las reuniones entre docentes y preceptores.
“El objetivo del museo escolar y archivo histórico es impedir que los objetos y textos que forman
parte de la memoria institucional desaparezcan o
se pierdan”, le contó a este medio Marcelo Rimoldi, responsable del espacio destinado a las antigüedades e integrante del centro de graduados del
Nacional.
Otra de las escuelas históricas, que conservan valiosos tesoros de nuestra ciudad, es el Albert Thomas. Su director, Jorge Omar Mattia, explicó que
“los chicos aprenden con los viejos tableros eléctricos”, y señaló que “el principio de funcionamiento
de los más modernos equipos es el mismo que en
1930, pero los antiguos son los más didácticos”.
A la vez, diseminados en toda la sala de electricidad, también pueden verse antiguos relojes de
medición y hasta un generador eléctrico “Siemens” que fue donado por Alemania en 1930
(ver aparte).
Esta última reliquia electromecánica fue admirada por el propio Bonn Siemens, quien en 1985 viajó desde Alemania, porque según el director de la
escuela “no podía creer que un aparato de tantos
años continuaba en perfecto estado de funcionamiento”.
La historia de La Plata está presente en cada colegio, en cada aula y en cada despacho educativo.
Son sitios a los que habitualmente no se les presta
demasiada atención, pero que forman parte de esos
pequeños ladrillos que ayudan a reconstruir el pasado. La suma de todos esos elementos conforman
el patrimonio más preciado que tiene nuestra
sociedad.
Recuerdos que funcionan. Maquinaria que en el Albert Thomas aún hoy se usa
Las reliquias del Albert Thomas
Nuestra ciudad estaba a punto de cumplir
sus primeros 28 años, cuando en 1910 se creó
la Escuela Industrial Superior de La Plata, actualmente conocido por todos como el “Albert Thomas” (1 entre 57 y 58).
En esos primeros pasos institucionales, el
entonces director del colegio, José Sagastume, sabía que el acto de colocación de la piedra fundacional del predio educativo sería recordado con orgullo por la ciudad, sus alumnos y docentes.
Por tal motivo, Sagastume cuidó celosamente el cucharín y otros elementos que fueron utilizados para ese evento y que hoy son
el patrimonio mas preciado de la institución.
Además de esos tesoros, las autoridades de
la escuela conservan el sello, secasellos, tintero, la pluma y el acta de fundación de la escuela. Todo eso puede verse en una sala que
está perfectamente acondicionada.
Las distintas oficinas de ese prestigioso colegio guardan la calidez que brindan los muebles de estilo neoclásico, construidos en roble
de Eslovenia, que hacen juego con el antiquísimo reloj de pie, marca “Siemens” que data
de la década del 40.
El delicado aparato, denominado “reloj patrón”, que se encuentra en el despacho del director de la escuela, está conectado al resto de
los relojes de las distintas oficinas y de los corredores de la escuela. Es decir, la hora exacta
del colegio depende del reloj principal.
Otras de las antigüedades que el viejo colegio platense conserva, son las maquinarias y
herramientas de los años ‘30. En sus grandes
talleres pueden verse tornos “Santos Vega”,
viejas resistencias, motores y generadores de
electricidad de incalculable valor sentimental.
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