78 Atenea · Número 47 a n i v e r s a r i o por Aurelio Fernández Diz 1713·2013 En el tricentenario del tratado de Utrecht Artículo X.-El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen…” Gibraltar y las condiciones de su cesión C onocemos por la Historia que el Tratado de Utrecht, y otros tratados que se firmaron en la misma ciudad holandesa, fue el resultado de la paz del mismo nombre por la que las grandes potencias europeas de aquella época hicieron pagar al primer rey de España de la dinastía de los Borbón, Felipe V, nieto del Rey de Francia Luis XIV, los cuantiosos costes sufridos por las mencionadas potencias en la llamada Guerra de Sucesión, máxima expresión de la injerencia extranjera en los asuntos de España por Gran Bretaña, Francia, Holanda y Austria, principalmente. Por este tratado, España pierde oficialmente: Gibraltar (que había sido ocupado por la fuerza en 1704), Menorca, Sicilia, la parte que tenía de los Países Bajos, y concede al Reino Unido el ‘Asiento de negros’ y el ‘Permiso de comercio con América’ que hasta entonces habían sido exclusivos de nuestro país. No cabe, en los estrechos límites de este trabajo, hacer un relato pormenorizado de un pasado de sobra conocido y al alcance de cualquier persona aficionada a la Historia. Pero sí consideramos oportuno, apoyándonos en las condiciones y circunstancias del pasado, tratar de indagar las condiciones y circunstancias que podrían propiciar una solución estable a un grave problema del presente. DESVIRTUACIÓN La celebración del tricentenario de la firma del Tratado de Utrecht el 13 de julio de 1713 parece una buena oportunidad para recordar, por su vigencia y actualidad, el Articulo X del Tratado (cesión de Gibraltar) en un momento en el que el Reino Unido, apoyado por la interesada población local, trata de desvirtuarlo sobrepasando unilateralmente sus estrechos límites y calificándolo de reliquia del pasado, con el único objetivo de hacer y deshacer en la zona como si sólo de tierra conquistada se tratara. Porque, efectivamente, podemos considerar que el Tratado de Utrecht ha sido superado ampliamente y, en su mayor parte, por el simple curso de la Historia, pero su Artículo X, origen de un conflicto que todavía per- dura, todavía sigue vigente gracias a la voluntad y a la denuncia permanente de España. La reina Ana I de Estuardo, primera reina de lo que hoy se conoce como Gran Bretaña, apoyada por algunos miembros de su Parlamento, consideró que la guerra emprendida en 1702 contra Francia y España para apoyar al archiduque Carlos de Habsburgo como pretendiente a la corona de España, estaba resultando muy costosa. Este coste, y el nombramiento en 1711 del archiduque Carlos como emperador de Austria, terminan por ablandar la posición belicista de la Gran Bretaña que, en 1712, entra en negociaciones con Francia para terminar la guerra. Curiosamente, el Rey de Francia, Luis XIV, nuestro supuesto valedor y aliado, impide a los negociadores españoles llegar a Utrecht y participar en las conversaciones que terminarían en el tratado del mismo nombre. Se comprende perfectamente que Felipe V firmara con mucha desgana un tratado en cuya redacción no había podido intervenir y Atenea SIN TERRITORIo NI COMUNICACIones “Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra…” Artículo X del Tratado de Utrecht FOTO: ANDREW GRIFFITH FOTO: GIBRALTAR-INTRO.BLOGSPOT.COM Número 47 · procurara recuperar el territorio perdido desde el mismo momento de su firma. El Tratado fue presentado al parlamento británico para su aprobación pero no hay constancia de que haya sucedido nada parecido en el caso español. Todo ello ayuda a comprender que el pueblo español y sus sucesivos gobernantes perciban, desde entonces, un fuerte sentimiento de frustración y añoranza por un territorio tan injustamente perdido. En la parte superior, la bahía de Algeciras en 1704, por Louis Boudan; se aprecian en el istmo las paralelas del primer intento de reconquista de Gibraltar. Sobre estas líneas, el aeropuerto, construido sobre la zona neutral. 79 00 Atenea · Número 47 A N IVERSARIO El Articulo X del Tratado de Utrecht es el único instrumento jurídico válido para regular el derecho de los dos únicos protagonistas del mismo, España y el Reino Unido, que no pueden actuar en la zona siguiendo únicamente su libre albedrío, atadas como están a los límites del Tratado, salvo que éste sea denunciado por incumplimiento de alguna de las mandatos de Naciones Unidas, habrá de hacerlo sujeta al estricto cumplimiento de lo firmado hace ahora trescientos años: utilizar la propiedad concedida para los fines militares que considere oportunos (doctrina Castiella) pero olvidándose de cambiar unilateralmente el estatus de la colonia con la esperanza de retenerla indefinidamente y lograr la financiación de la base militar a coste cero. De acuerdo con la doctrina aprobada por Naciones Unidas, en cualquier proceso descolonizador deben tenerse en cuenta los intereses de las poblaciones locales pero en ningún caso sus deseos. Es completamente inadmisible que a la actual población de Gibraltar pueda reconocérsele el derecho a mantener rota la integridad territorial de España, sólo para mantener determinadas prebendas materiales. PASIVIDAD FOTO: ANTIQUE MAPS OF SPAIN 80 Asedio a Gibraltar grabado por Johannes Covens en 1710 para el atlas de Cornelis Mortier. partes, como en 1966 hizo el ministro de Asuntos Exteriores Castiella, cuando el Gobierno español reclamó oficialmente la devolución del Peñón por primera y única vez a lo largo de su historia. El Artículo X del Tratado está plenamente vigente en todo aquello en que lo puede estar. Por ejemplo, España no puede renunciar de ningún modo al derecho de retracto para recuperar tanto el territorio cedido en 1713 como el no cedido e ilegalmente ocupado en años posteriores. Y si la Gran Bretaña quisiera retrasar la devolución de la colonia a su legítimo propietario incumpliendo sucesivos Pero es que el Tratado de Utrecht obliga también a España. La colonia se entregó a verja cerrada, sin comunicaciones ni comercio alguno por tierra. Para asegurarlo, hizo bien Felipe V en rodear, en 1730, la zona neutral, de soberanía española, de los fuertes de Santa Bárbara y San Felipe con una línea que se llamó de Contravalación. Pero no se hicieron bien las cosas cuando, en 1810, los ingleses destruyeron estos fuertes con la justificación de una supuesta aproximación de tropas francesas, o cuando, en 1908, los mismos ingleses instalaron una verja nueva para marcar el límite del medio istmo ilegalmente ocupado, o cuando, en 1938, en plena guerra civil española, se construyó en él la pista del aeropuerto, invadiendo 500 metros de aguas españolas. La pasividad, la desidia o la indolencia sólo ayudan a complicar la solución del problema, porque el Reino Unido respondió y responderá siempre, mientras su política no cambie, con la eficacia del hecho consumado. Atenea A la derecha de la foto, Fernando María Castiella, ministro de Asuntos Exteriores entre 1957 y 1969. Abajo, la zona del istmo en los primeros decenios del siglo XX. FOTO: ARCHIVO DEL BARRERO Hay otro aspecto del Tratado de Utrecht ante el que la postura española debe aclararse. Y es la cuestión de la soberanía. Si nos atenemos a la literalidad del Tratado, España cedió la propiedad de su fortaleza pero no su soberanía porque, si así fuese, no cabrían las limitaciones establecidas sobre las aguas que rodean al territorio cedido. Todo lo que sea entrar en negociaciones sobre una soberanía que el Reino Unido no tiene concedida plenamente, es dar señales erróneas a la parte contraria. No podemos decir que las aguas que rodean al Peñón son españolas y luego actuar como si no lo fueran. Consideramos que la diplomacia española debe aclararse en esta cuestión, así como distinguir entre las aguas que rodean al territorio cedido y las que rodean al no cedido, porque parece evidente que deben tener un tratamiento distinto. Los recientes hostigamientos a nuestros pesqueros son el resultado de esta indeterminación española cuando nuestra diplomacia se avino a discutir cuestiones de “soberanía compartida”. Nuestros negociadores actuaron como reconociendo que era la parte británica la que tenía que conceder a la española su parte de soberanía. Y es que si se reconoce que es el Reino Unido el que ostenta la soberanía plena sobre la colonia, es imposible no reconocer su derecho a promulgar un mar territorial que, por otro lado, el Tratado de Utrecht niega. Si España acepta ese planteamiento, desaparece todo el fundamento en el que España viene apoyando su reclamación. Y así lo debió de comprender el ex presidente Aznar, en su día, cuando dejó en vía muerta el acuerdo sobre la soberanía compartida que estuvo a punto de firmar con el ex primer ministro Blair. Y es que debemos reconocer que el Tratado de Utrecht es la clave para solucionar el contencioso y si, en el momento de su firma, representó una considerable pérdida para España, un grave problema, hoy podemos percibir es el haber mas impor- FOTO: BIBLIOTECA DIGITAL DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ DE HENARES Número 47 · tante con el que cuenta para solucionarlo. Afortunadamente, aún aceptando los altos y los bajos de la diplomacia y de la política exterior española en cuanto a Gibraltar se refiere, hay una línea de reclamación que, afortunadamente, siempre se ha mantenido y es la defensa de los límites que se definieron con toda precisión en el Tratado de Utrecht. Se puede decir bien claro y 81 00 82 Atenea · Número 47 A N IVERSARIO PASADO IMPERIAL Para el pueblo británico, Gibraltar es un trofeo heredado de su Historia que le cuesta mucho devolver porque lo ven como un símbolo de un pasado añorado. Con la desaparición de la guerra fría y con una Europa unida, Gibraltar apenas tiene valor militar para el Reino Unido. Pero, para los españoles, Gibraltar es un pedazo de su territorio, en parte forzadamente cedido y en parte Artículo X del anexionado por la fuerza cuya pérdida, Tratado de Utrecht hace hoy trescientos años, les hace sentirse víctimas, no sin razón, de una larga afrenta cuya reparación nunca dejarán de exigir. El Reino Unido no es moralmente condenable por lo que, en sí, representa el Tratado de Utrecht porque era así como se resolvían los conflictos, o se defendían los propios intereses, en la época que estamos considerando. Otra cosa es que el Reino Unido no quiera colaborar hoy con un fiel aliado, como es España, para resolver un contencioso, ya demasiado largo, y estimule a la población local a sentirse con derecho a formar un mini estado independiente que sólo podría subsistir perjudicando gravemente los intereses de España. En resumen, podemos considerar que el Artículo X del Tratado de Utrecht es la base sobre la que apoyar una solución lógica y racional al problema planteado. En el punto inicial de la negociación, las posibilidades de España son poder exigir el derecho de retracto, cerrar la verja y negar cualquier forma de mar territorial a la colonia ocupada. El Reino Unido podría mantener una base militar permanente en el Peñón, mientras sea de su interés, como ya propuso nuestro ministro de exteriores Castiella en el año 1966. Considerando la mencionada base militar como una infraestructura de la OTAN, incluso España podría participar en los gastos de mantenimiento de tal base, como puede suceder con cualquier otra infraestructura de la Alianza. Y los gibraltareños podrán recibir de España, como también propuso Castiella, la protección de los derechos que puedan haber adquirido, mediante la justa compensación económica y puedan abandonar así sus quiméricos deseos de vivir de actividades ilegales propias de un paraíso fiscal, parásito de la economía española. n Figuras en metal pintadas a mano COLECCIÓN COMPLETA *Sólo 100 unidades disponibles Distribuido por: MINIATURAS ANDREA, S. L. - C/ Los Talleres, 21 - Pol. Ind. 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