Notarios versus registradores

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Notarios versus registradores
La inscripción, con todos sus efectos jurídicos, no es prueba de dominio, no convierte
en legítimo propietario al adquirente de mala fe ni convalida un título nulo
Alguien puede estar en posesión de una propiedad, sin ser propietario, como otro puede ser
propietario y no estar en posesión de aquello que le pertenece. En el Ecuador el 60% de las
propiedades no están inscritas en los Registros de la Propiedad, lo que no significa que no
tengan propietarios.
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Notarios versus registradores
“Derecho Registral y Notarial” con el subtítulo “Desvíos Conceptuales”, de René Durán
Andrade, es un texto magistral que aborda este conflicto antiguo que torna enojosas las
relaciones de notarios y registradores en los cantones ecuatorianos, en especial en Guayaquil
y Cuenca, donde los registradores habrían optado por arrogarse atribuciones para decidir a
voluntad quien es y quien no propietario de los bienes inmobiliarios sobre los que se solicita
inscripciones.
El libro proyecta luces desde su pasta: el derecho notarial y el derecho registral sustentan el
papel que obliga sin más a cumplir a cada una de las partes, pues de lo contrario “perjudican a
los ciudadanos y a la paz jurídica, a la paz social, llevados del criterio (los registradores) que al
inscribir un contrato de compraventa, por ejemplo, son ellos los únicos investidos de la facultad
omnímoda de autorizar o negar que el comprador sea el dueño del inmueble comprado”, anota
el autor, notario 23 años, con cursos de especialización, hoy Presidente del Colegio de
Notarios del Azuay.
Y desde la misma pasta proyecta, con ironía y contundencia, la intención de desbaratar la
actitud de los registradores que asumen conductas fuera de su competencia: “Diez
Antimandamientos del Registro de la Propiedad”. Si tan significativos conceptos constan de
entrada, en el curso de las 180 páginas del libro abundan las razones, pruebas jurídicas,
experiencias nacionales e internacionales, basamentos históricos y sociales, a través de los
cuales Durán coloca en su sitio el rol de los registradores.
Es un aporte significativo en el debate sobre el papel de los notarios y registradores, reforzado
con criterios de autoridades en la materia para rebatir barbaridades y desvíos que “harán
estremecer en sus veneradas y respetables tumbas a monseñor Larrea Holguín, al doctor
Hernán Coello García, a los autores del Código Civil Varas, Montt y Bello y a cuanto maestro
del Derecho Civil descansa en paz”.
René Durán pretende que esta publicación sirva para reclamar de los gobiernos que la
regularización de la propiedad de los inmuebles sea una política de Estado, así como para
“clarificar conceptos sobre el verdadero sentido, sobre la naturaleza jurídica, sobre el alcance
de las auténticas atribuciones y deberes del Registro de la Propiedad…”
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También aspira a que la Universidad ecuatoriana incorpore en el pensum académico de las
facultades de Jurisprudencia, la especialización notarial y registral –con el ejemplo de países
que han avanzado mucho en estos ámbitos-, “pues sólo mediante la investigación científica se
pueden desmitificar y solucionar errores que afectan –difusos- gravemente a la sociedad”.
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