ECOLOGÍA Y LA IMPORTANCIA DE LO INVISIBLE PATRICK VENAIL, MARTHA J. VIVES Fuente: http://www.britishlichens.co.uk/species/Parmotrema%20perlatum%20large.JPG Ecología y la importancia de lo invisible En la naturaleza, el papel de lo infinitamente pequeño es infinitamente grande. Louis Pasteur Patrick Venail Ph. D., profesor asistente de la Université de Genève, Institut F. A. Forel. patrick.venail@unige.ch Martha J. Vives Ph. D., profesora asociada del Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes. mvives@uniandes.edu.co Dos preguntas importantes en ecología: ¿por qué tanta diversidad? y ¿para qué tanta diversidad? La ecología es el estudio de las interacciones entre organismos vivos y de sus relaciones con el entorno. Su propósito es entender, entre otras cosas, la diversidad, la abundancia, la composición y el funcionamiento de los sistemas biológicos en relación con el medio que los rodea. Gracias a la ecología hoy sabemos, por ejemplo, que no solo las condiciones físico-químicas del entorno influyen sobre los organismos vivos y sus interacciones, sino que estos a su vez modifican su entorno. La ecología no es una ciencia exacta: está plagada de preguntas sin resolver y de hipótesis sin validar. En ciertos casos, y a pesar del esfuerzo de varias generaciones de investigadores, las preguntas siguen sin encontrar respuesta. Un claro ejemplo es lo que el ecólogo Hutchinson llamó, a mediados del siglo XX, la paradoja del plancton [1]; la paradoja consiste en la enorme diversidad de formas de vida que se observa en un entorno aparentemente sencillo, como un lago, cuando lo que se espera es que la competencia por los recursos sea feroz y que solo la forma de vida más “fuerte” logre imponerse, dominar y acabar con todas las otras. Una observación similar a esta fue hecha por Charles Darwin, setenta años atrás, cuando, durante sus viajes a la selva tropical brasilera se sorprendió con la diversidad de formas de vida que allí encontró. Hoy en día, entender la alta diversidad biológica de algunos sistemas, como la selva tropical [2] o la diversidad microbiana del suelo [3], sigue siendo una prioridad de investigación en ecología. Recientemente, dada la acelerada disminución de la diversidad biológica, en gran medida como consecuencia de actividades humanas, se ha generado un enorme interés por entender las posibles consecuencias para las sociedades humanas de dicha pérdida de diversidad [4]. A pesar de la falta de información sobre casos particulares, el mensaje es abrumador: los sistemas biológicos menos diversos son menos capaces de suplir las necesidades y de mantener las condiciones de vida óptimas para el desarrollo de las sociedades humanas. De seguir erosionando la biodiversidad de nuestro planeta como lo venimos haciendo, pondremos en peligro nuestra subsistencia, ya que la pérdida de biodiversidad tendría efectos negativos comparables, e incluso superiores, con los ocasionados por el cambio climático [5]. Por esto es imperativo reunir información experimental convincente, con información cuantitativa del impacto, que demuestre la importancia de conservar la diversidad. Este tipo de experimentación no es fácilmente realizable con organismos conspicuos como animales o plantas. Estudios ecológicos con microorganismos como modelo Mucho de lo que sabemos hoy en día sobre los mecanismos que explican la diversidad de las formas de vida y sobre las consecuencias de la pérdida de biodiversidad proviene de estudios cuyo modelo 60 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, número especial, 2013 Figura 1. El investigador sostiene un cultivo en el que se observan alrededor de 100 colonias de una especie de bacteria. Las colonias se hacen visibles tras repetidas divisiones celulares de una única célula bacteriana inicial. Cada colonia puede albergar cerca de 1.000 millones de células. Fuente: fotografía de Patrick Venail. experimental son los microorganismos, sean algas, bacterias, hongos o virus. A pesar de las críticas y la reticencia de muchos ecólogos [6] (¿macroecólogos?), esta área de investigación tiene en los microorganismos un gran aliado y una herramienta muy valiosa para seguir aportando elementos de respuesta a algunos de los grandes enigmas de la ecología. Entre las ventajas ofrecidas por los microorganismos para realizar estudios en ecología se cuentan su tamaño, que permite manejar grandes poblaciones en un espacio reducido (figura 1), con la consecuente facilidad para realizar experimentos con múltiples réplicas y repeticiones, y la vasta información que se tiene sobre su material genético y su actividad metabólica [7, 8]. La utilización de microorganismos en ecología presenta, igualmente, ciertas limitaciones, entre las que sobresalen su aparente simplicidad ecológica y su reducido tamaño (¡considerado previamente como una ventaja!), que hacen que los resultados obtenidos se consideren difícilmente extrapolables a otros organismos o sistemas más complejos [7, 8]. El uso de microorganismos como organismos modelo para estudios ecológicos fue establecido en 1934 por G. F. Gause en sus trabajos pioneros sobre competencia y predación usando microcosmos conformados por bacterias, levaduras y protozoos [7]. Más recientemente sobresalen los trabajos experimentales con la bacteria Pseudomonas fluorescens que han permitido conocer mejor las condiciones necesarias para la generación y el mantenimiento de biodiversidad [9], pero se han explotado poco las ventajas de los microorganismos como modelos experimentales manipulables para probar hipótesis ecológicas y la actividad de dichos organismos como actores principales en el contexto ecológico. Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias 61 ¿Qué importancia tienen los microorganismos en el ambiente? Además de la utilización de los microorganismos como modelos ecológicos experimentales, estos cumplen papeles esenciales en los ecosistemas. La mayoría de la información sobre microorganismos que recibimos a través de los medios de comunicación y de entretenimiento tiene que ver con las enfermedades que causan. Sin embargo, los microorganismos patógenos (es decir, aquellos que causan enfermedades) representan una proporción pequeña en la enorme diversidad del mundo microbiano; la realidad es que la gran mayoría de ellos son irreemplazables en las funciones que cumplen para la sostenibilidad de los ecosistemas (figura 2). La historia de la vida sobre la Tierra inició con organismos unicelulares microscópicos, parecidos a algunas de las bacterias actuales. Son las formas más pequeñas de vida, pero constituyen en conjunto la mayor biomasa sobre el planeta: los cálculos del número de células microbianas existentes en la Tierra apuntan al orden de 5 x 1030 células. Fueron los microorganismos los responsables de sentar las bases actuales de la existencia de animales y plantas [10]; por ejemplo, los cloroplastos (organelos que realizan la fotosíntesis en las plantas) se derivaron de un grupo de bacterias fotosintéticas y, de la misma forma, las mitocondrias (organelos que producen energía en las células) provienen de un linaje de bacterias aerobias. A pesar de su omnipresencia e importancia, las bacterias y los hongos microscópicos no fueron descritos hasta el siglo XVII. El desarrollo de la microbiología requirió de mucho tiempo: inició en el siglo XVII, pero fue solo en el siglo XIX (conocido como el Siglo de Oro de la Microbiología) que tuvo su auge, representado en una gran cantidad de estudios desarrollados sobre bacterias patógenas, la ubicuidad de los microorganismos y sus funciones en los ecosistemas [11]. Esos trabajos fueron desarrollados por grandes figuras, como Robert Koch, Louis Pasteur, Sergei Winogradski, Martinus Beijerinck y Ferdinand Cohn. En el siglo XX se dio un desarrollo sin precedentes del uso biotecnológico de los microorganismos en diversos campos, incluyendo los primeros experimentos de ingeniería genética y la producción industrial de antibióticos. Hasta ese momento de la historia de su desarrollo, las investigaciones y aplicaciones de los microorganismos dependían directamente de su cultivo en el laboratorio. En la década de los setenta, el trabajo revolucionario de Carl Woese con el ARN ribosomal y su aplicación en ecología microbiana por Norman Pace [10] abrieron la puerta a los estudios cultivo-independientes, es decir, investigaciones en las que se estudia la diversidad y función de los microorganismos sin necesidad de cultivarlos en el laboratorio. Con ellos se dio paso a una nueva visión de la diversidad de los organismos y sus relaciones evolutivas [12], en la que la más alta categoría taxonómica de los reinos (Monera, Protista, Fungi, Plantae y Animalia) fue remplazada por el concepto de los dominios (Bacteria, Archaea y Eukarya). Nitrogeno atmosférico (N2) Plantas Asimilación Bacterias desnitrificantes Nitrato (NO3−) Descomponedores (bacterias, hongos) Bacterias fijadoras de N2 de las raices Amonificación Nitrificación Amonio (NH4+) Bacterias fijadoras de N2 del suelo Bacterias nitrificantes Nitrito (NO2−) Bacterias nitrificantes Figura 2. Ciclo del nitrógeno. El nitrógeno es un elemento esencial para los seres vivos, quienes lo requieren en grandes cantidades. Los seres humanos obtenemos el nitrógeno de los alimentos proteicos que consumimos: vegetales y animales; los animales carnívoros lo obtienen de otros animales y, los animales herbívoros de las plantas. Pero ¿De dónde obtienen su nitrógeno las plantas en un ecosistema natural? Los microorganismos juegan un papel central en este (y otros) ciclo geoquímico de elementos. En el ciclo del nitrógeno participan un buen número de especies diferentes de bacterias, arqueas y hongos. El nitrógeno existe en la tierra en forma de rocas de sales de amonio (muchas veces inasequible para los microbios) y en forma gaseosa. La forma más abundante en la tierra es el nitrógeno gaseoso, N2, presente en la atmósfera; sin embargo, solo un pequeño grupo de procariotes es capaz de aprovecharlo: las bacterias y arqueas fijadoras de nitrógeno. El nitrógeno fijado es transformado en amonio (-NH4), forma de nitrógeno ya asimilable para las plantas y otros microorganismos. La degradación de la materia orgánica también libera amonio por medio de la actividad de microorganismos usualmente llamados descomponedores. Esta es la manera como obtienen su nitrógeno las plantas de forma natural. El amonio acumulado es transformado en nitrito (-NO2) y nitrato (-NO3) por las bacterias nitrificantes. Todas las formas de nitrógeno en cantidades excesivas pueden ser tóxicas, por lo que las bacterias denitrificantes juegan un papel fundamental al remover los nitratos, transformándolos en nitrógeno gaseoso, y cerrando así el ciclo del elemento. Además de estos procesos, que ocurren en presencia de oxígeno, también hay bacterias capaces de realizar transformaciones que generan amonio en condiciones anaerobias (no mostrado); esta ruta se conoce con el nombre de anamox. Fuente: elaboración propia. 62 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, número especial, 2013 El papel esencial que juegan los microorganismos en los ecosistemas fue postulado por Cornelius van Niel a mediados del siglo XX. Van Niel describió la fotosíntesis anoxigénica, proceso fotosintético que no genera oxígeno y que es exclusivo de microorganismos procariotes (organismos cuyas células no poseen organelos rodeados por membrana, como mitocondrias, cloroplastos, núcleo, etc.). Evidencias previas de otros procesos únicos en microorganismos, como la fijación de nitrógeno atmosférico y la degradación de lignina, lo condujeron a formular los siguientes postulados de la ecología microbiana [13]: a) Todas las moléculas que existen en la naturaleza pueden ser usadas como fuente de carbono o energía por un microorganismo que se encuentre en algún lugar de la biosfera. b) Los microorganismos se encuentran en todos los ambientes de la Tierra. Los postulados de Van Niel implicaban una extraordinaria variedad de especies microbianas capaces de realizar una gran diversidad de reacciones para producir energía, y no que todos los microorganismos se encuentren en todos los lugares, ni que una sola especie microbiana sea capaz de usar cualquier molécula. Los estudios en diversidad y ecología microbiana han demostrado que los postulados de Van Niel eran correctos y, efectivamente, los microorganismos habitan en todos los ambientes conocidos en la Tierra, y sumados son capaces de explotar como fuente de carbono y energía prácticamente cualquier molécula orgánica o inorgánica. Hoy se sabe que los microorganismos reciclan la materia orgánica en los ecosistemas terrestres y acuáticos, y la dejan en una forma nuevamente disponible para las plantas y los animales. Aunque invisible, esta actividad de reciclaje es esencial para nuestra sobrevivencia en el planeta, y de ella depende nuestra productividad agrícola. La geoquímica microbiana da forma a la biósfera global; por ejemplo, una sola especie de bacteria fotosintética marina, Prochlorococcus, aporta por lo menos el 50% de todo el oxígeno atmosférico [14]; las capacidades microbianas de degradación de desechos y contaminantes nos ofrecen una gran oportunidad para mitigar los efectos de la actividad humana [13], sin mencionar las alternativas biotecnológicas para la optimización de múltiples procesos. Los microorganismos y las relaciones ecológicas El uso de los cultivos puros de microorganismos, en los que cada especie es aislada y analizada en detalle, permitió avances fundamentales, principalmente en medicina, en el conocimiento del metabolismo microbiano y de los ciclos biogeoquímicos; pero tiene dos grandes limitaciones: primero, la proporción de microorganismos fácilmente cultivables es pequeña; varía dependiendo de la muestra, pero los ecólogos microbianos estiman que se cultiva solo el 0,5% de la diversidad microbiana total [10]; por lo tanto, los estudios dependientes de cultivo se restringen al pequeño porcentaje que se cultiva en el laboratorio, lo que limita la visión del mundo microbiano. Segundo, la metodología de cultivos puros (aislando cada especie para su estudio) elimina las relaciones ecológicas y, por lo tanto, se desconocía en gran medida la composición e interacciones de las comunidades microbianas. La combinación de herramientas moleculares modernas con las técnicas de la microbiología clásica, sumadas al avance en los sistemas de microscopía, han permitido comprender mejor la importancia de los microorganismos, su impacto en los ecosistemas, sus interacciones con otros organismos y la biología de las comunidades microbianas. Los microorganismos establecen innumerables interacciones con otros organismos, y también entre ellos. Dichas interacciones se pueden clasificar, según el beneficio o perjuicio que reciben los individuos participantes, en relaciones negativas, positivas y neutras [12]. Sin embargo, la complejidad de las interacciones hace que esta clasificación no sea suficiente para describirlas, por lo que existen otros esquemas de organización expuestos en tabla 1 [13]. Tipo de interacción Efectos de la interacción Ejemplo Mutualismo Dos organismos crecen en íntima relación especie-específica, ambos participantes se benefician y es posible que no crezcan independientemente. Sinergismo Ambas especies participantes Bacterias del colon humano producen se benefician, pero se pueden H2 y CO2, que son convertidos en separar fácilmente y pueden metano por los metanógenos. crecer independientemente. Comensalismo Una especie se beneficia y la otra no, pero tampoco se ve afectada. Amensalismo Una especie se beneficia En la piel humana, Staphylococcus porque afecta a la otra, pero epidermidis produce ácidos grasos la relación no es específica. volátiles (AGV) que inhiben el crecimiento de otras bacterias. Parasitismo La especie parásita se beneficia a expensas de la otra (hospedera). La relación es usualmente obligatoria para el parásito. Líquenes (asociación hongo-alga u hongo-cianobacteria). Beggiatoa oxida H2S. La remoción de H2S beneficia a otros microorganismos porque es tóxico para ellos; Beggiatoa no recibe nada a cambio. Legionella pneumophila parasita a amebas en ambientes acuáticos y macrófagos en los pulmones humanos. Tabla 1. Interacciones que involucran especies microbianas. Fuente: tomado de [13]. Además de las interacciones descritas en la tabla 1, entre las interacciones positivas también se cuenta la metabiosis, situación en la que un organismo crea condiciones que favorecen o son requeridas para que otros organismos no relacionados puedan crecer [12]. La metabiosis agrupa relaciones complejas en las que no siempre es claro si hay coexistencia o sucesión (substitución) de las diferentes especies. La degradación de mezclas complejas de contaminantes, como el petróleo, por consorcios microbianos es un ejemplo de metabiosis. Biorremediación de petróleo por consorcios de microorganismos La biorremediación es el uso de procesos biológicos para eliminar contaminantes ambientales. Los microorganismos, en Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias 63 especial bacterias y hongos, tienen una gran versatilidad metabólica que les permite usar como fuente de carbono y energía sustancias que son tóxicas para cualquier otro organismo. Esta y otras características que confieren ventajas comparativas han hecho de la biorremediación microbiana una de las estrategias más utilizadas para la remoción de contaminantes del ambiente. El petróleo es una mezcla compleja de innumerables compuestos hidrocarburos de diversa naturaleza, por lo que el uso de una única especie microbiana sería insuficiente para su remoción, dada la enorme diversidad de rutas metabólicas que se requieren para atacar las diferentes fracciones del petróleo. Es por esto que se utilizan consorcios microbianos, es decir, la asociación de dos o más poblaciones microbianas, de diferentes especies, que actúan conjuntamente como una comunidad en un sistema complejo [15]. En la mayoría de los casos de estudio, los experimentos se basan en el aislamiento de (en lo posible) todos los microorganismos que se encuentran en un ambiente contaminado dado, se evalúan sus capacidades metabólicas de degradación y dichos microorganismos son usados para conformar el consorcio que será usado en la biorremediación; durante este proceso no se consideran las relaciones ecológicas que se puedan establecer entre ellos y que con certeza son esenciales para el éxito del proceso de biorremediación. de ensayo (a lo que llamamos diversidad taxonómica), así como su similitud genética (o diversidad filogenética), y medimos su efecto en la producción de biomasa bacteriana. Demostramos que las asociaciones de bacterias de alta diversidad filogenética, es decir, con poca similitud genética entre ellas, eran más productivas que aquellas asociaciones compuestas por bacterias con mayor similitud genética. Los resultados también mostraron que la naturaleza de las fuerzas subyacentes al efecto de la diversidad filogenética dependió del número de tipos de bacterias presentes. Cuando tan solo dos tipos bacterianos estaban presentes, el efecto positivo de la diversidad filogenética se debió a una mayor influencia de bacterias altamente productivas y que dominaron los cultivos a medida que las asociaciones contenían bacterias genéticamente menos similares. Por otra parte, cuando cuatro tipos de bacterias estaban presentes, parecían complementarse mejor (¡o interferir menos!) entre sí, haciendo que la productividad total aumentara en la medida en que eran menos similares genéticamente [16]. A pesar de la importancia evidente de las interacciones entre especies en cualquier ambiente, estas relaciones y los efectos de la diversidad han sido poco estudiados en contextos de remoción de petróleo debido principalmente a las dificultades asociadas al trabajo con un sustrato que no es soluble en agua, de difícil homogeneización y cuya cuantificación requiere de técnicas sofisticadas, sin mencionar las limitaciones intrínsecas de los estudios de las comunidades microbianas. Sin embargo, es esencial dedicar esfuerzos para comprender las relaciones microbianas en este contexto con el fin de optimizar los procesos de biorremediación y la recuperación de ambientes contaminados. En uno de nuestros trabajos sobre biorremediación de petróleo, publicado recientemente en la revista Ecology [16], y realizado con el apoyo técnico de María Camila Orozco y Ángela Holguín (estudiantes de maestría y doctorado, respectivamente, del Departamento de Ciencias Biológicas), nos dimos a la tarea de explorar justamente el impacto que puede tener la diversidad bacteriana en un contexto de degradación de contaminantes en el que el petróleo haya sido utilizado como única fuente de alimento (fuente de carbono y energía) para las bacterias; esto implica que solo las bacterias capaces de consumir componentes del petróleo lograrán sobrevivir y reproducirse. En este trabajo experimental, llevado a cabo en el Centro de Investigaciones Microbiológicas (CIMIC), manipulamos directamente la diversidad biológica de bacterias degradadoras de petróleo, que habían sido aisladas previamente de dos sitios contaminados en los Llanos Orientales colombianos: manipulamos simultáneamente el número de tipos distintos de bacterias presentes en tubos 64 Hipótesis, Apuntes científicos uniandinos, número especial, 2013 Figura 3. Microcosmos y placas de petri inoculados con la bacteria Pseudomonas fluorescens. Esta bacteria habita en el suelo y favorece el crecimiento de las plantas. Fuente: fotografía de los autores. Dada esta interacción entre diversidad taxonómica y diversidad filogenética, los resultados de este trabajo subrayan la importancia de incluir múltiples facetas de la biodiversidad para llegar a entender los efectos de esta sobre el funcionamiento de los ecosistemas. Este estudio representa apenas la primera etapa de un largo proceso al final del cual esperamos reunir la información que nos permita obtener una óptima degradación del petróleo utilizando métodos de bajo impacto ambiental. Las perspectivas futuras para el trabajo se centran en aumentar la diversidad filogenética en los consorcios mediante el uso combinado de bacterias y hongos, y en complementar nuestros datos de productividad con datos de remoción de petróleo. Conclusión La diversidad de los organismos presentes en un ecosistema es fundamental para el funcionamiento del mismo. Los experimentos con microorganismos generan datos que permiten cuantificar el impacto de su diversidad en el aprovisionamiento de servicios tales como la remoción de contaminantes. Por ello, su estudio Figura 4. Cultivos in vitro de algas verdes microscópicas provenientes de los grandes lagos norteamericanos. Fuente: fotografía de los autores. contribuye a la mejor comprensión de las relaciones que se establecen entre organismos que realizan funciones únicas y esenciales. Los microorganismos aún no han revelado todos sus secretos. Referencias [1] Hutchinson GE. The paradox of the plankton. The American Naturalist 1961; 95(882): 137-145. [2] Pimm SL, Brown JH. Domains of diversity. Science 2004; 304(5672): 831-833. [3] Zhou J, Xia B, Treves DS, Wu LY, Marsh TL, O’Neill RV et al. Spatial and resource factors influencing high microbial diversity in soil. Applied and Environmental Microbiology 2002; 68(1): 326-334. [4]Cardinale BJ, Duff JM, González A, Hooper DU, Perrings C, Venail P et al. Biodiversity loss and its impact on humanity. Nature 2012; 486(7401): 59-67. [5] Hooper DU, Adair EC, Cardinale BJ, Byrnes JEK, Hungate BA, Matulich KL et al. A global synthesis reveals biodiversity loss as a major driver of ecosystem change. Nature 2012; 486(7401): 105-108. [6]Carpenter SR. 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