historia del

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HISTORIA DEL
PENSAMENT JURÍDIC
Curs 1996-97 dedicat a la memoria del professor
FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE
Edició a cura de
Tomas de Montagut
Universitat Pompeu Fabra
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EL PENSAMIENTO JURÍDICO PRIMITIVO
Javier Alvarado Planas
Universidad Nacional de Educación a Distancia
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l. La lógica del pensamiento primitivo
Hoy ya no es posible sostener la teoría de la infe_rioridad intelectual del hombre
primitivo y, en general, de las llamadas sociedades antiguas o tradicionales. LeviStrauss aportó datos sobre la capacidad mental de individuos pertenecientes a
sociedades primitivas que eran capaces de distinguir 450 plantas beneficiosas, 75
clases de aves, 20 especies de hormigas, 45 clases de hongos, decenas de peces, "etc.,
mientras que, por ejemplo, denominaba al resto de las hierbas como "mala hierba" no porque sea incapaz de distinguirlas sino porque no le son útiles. También
antropólogos como Krause, Handy, Fox, Smith, etc., confirman que "el uso de términos más o menos abstractos no está en función de capacidades intelectuales, sino
de los intereses desigualmente señalados y detallados de cada sociedad".
Sin embargo, uno de los principales problemas con los que se enfrenta el investigador radica en el cúmulo de prejuicios de sus colegas hacia el índice de inteligencia y capacidad cultural del hombre primitivo, al que se sigue considerando
un salvaje. De alguna manera se pretende realzar al hombre moderno a base de
bestializar al hpmbre primitivo. Así, dice Evans-Pritchard, "se inventaron
teorías fabulosas como la de la horda atkinsoniana, el concubinato de Bachofen,
el grupo infanticida de M cLennan, la primitiva promiscuidad y matrimonio de
Morgan y ]ohn Lubbock, etc.". De esta manera, prosigue el citado autor, "si
nosotros somos racionales, los pueblos primitivos son prelógicos y viven en un
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mundo de sueños y ficciones, de misterio y de terror; somos capitalistas, ellos son
comunistas; somos monógamos, ellos son promiscuos; somos monoteistas, ellos
fetichistas, animistas, preanimistas o lo que se quiera". Ahí siguen las teorías de
Robertson Smith y su horda primordial o el banquete totémico, que Freud tomó
para construir sus "novelas" de terror sobre el complejo de Edipo, o las teorías
de J. Frazer sobre la mística agraria.
Esto nos lleva al problema de la racionalidad y lógica del pensamiento primitivo. La mayor parte de nuestras ideas y teorías filosóficas, políticas, artísticas o
religiosas han sido, antes de ser "racionales", míticas. Jung opinaba que las grandes construcciones científicas como el principio de la conservación de la energía,
la teoría de la relatividad, etc. son expresiones de imágenes primordiales o arquetipos míticos. De hecho se ha llegado a afirmar que bajo muchos mitos hay
implícita una metafísica.
En definitiva, el hombre primitivo, por el hecho de serlo, no está menos dotado
mentalmente que el hombre moderno. Su discurso intelectual es lógico aunque
se base en premisas distintas a las nuestras. Así por ejemplo, cuando el hombre
primitivo dice "Si caigo enfermo es que la divinidad castiga mi pecado", enuncia
correctamente unos postulados:
a) Dios castiga los pecados enviando enfermedades.
b) Yo he enfermado.
e) Luego, es que he pecado.
O bien puede decir: "Si peco o delinco, Dios me castigará con una enfermedad o
desgracia", lo que se articula así:
a) Dios castiga los pecados enviando desgracias.
b) Yo he pecado.
e) Luego, sufriré pronto una desgracia.
Podrá discutirse si la divinidad castiga o no los pecados o delitos enviando desgracias, pero esta es una cuestión que atañe al terreno de las creencias religiosas y que no empece a que el razonamiento esté bien estructurado en sus premisas y conclusiones. Incluso aunque se refutara el argumento alegando que
las enfermedades no son consecuencia de agentes sobrenaturales sino procedentes de virus o bacterias, el hombre primitivo replicaría que no se le puede
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El pensamiento jurídico primitivo
demostrar que detrás de esos virus o bacterias no exista una voluntad sobrenatural actuando.
Autores como E. Evans-Pritchard, H. Frankfort o L. Levy-Bruhl han señalado
numerosos ejemplos de la racionalidad del pensamiento primitivo. Ante los sucesos de la vida, el hombre primitivo no se pregunta el cómo, sino quien y por qué.
"Si los rios no fluyen, el primitivo no se pregunta por la falta de lluvias en las montañas lejanas... sino por qué rehusa fluir. El rio, o los dioses, deben estar encolerizados con el pueblo que depende de la inundación. A lo mejor el rio o los dioses
tratan de comunicar algo al pueblo". El hombre moderno diría que el rio no lleva
agua porque no llovió suficientemente en las montañas, pero ese mismo hombre
arcaico se volvería a preguntar por qué no ha llovido suficientemente. Se le podría
contestar que la ausencia de lluvias se debe a causas climáticas, escasa evaporación
de agua del mar, cambios en los vientos, etc., pero es inútil; el primitivo seguiría
afirmando que todo ello no son sino medios a través de los cuales algunos seres
sobrenaturales quieren mostrar algo. Y es que estamos en el terreno de las creencias, no de la lógica interna o de la racionalidad.
Analicemos brévemente las características o elementos más definitorios del pensamiento jurídico primitivo:
JI. La participación con lo sagrado: la imitatio dei
El universo de ideas y creencias religiosas, filosóficas, jurídicas, etc. del hombre
descansa, en buena medida, en la interpretación que, en cada momento histórico, ha dado a los conceptos de ser y realidad. Para el pensamiento moderno tales
conceptos se definen por criterios sensoriales; cualquier cosa mensurable o tangible es racional y, por tanto, real.
Para el pensamiento primitivo, por el contrario, no todas ·las cosas o actos son
reales, es necesario algo más. La cosas son reales en la medida en que participan
de lo sagrado. Si las cosas son reales en la medida en que participan de la sacralidad, en rigor, tales cosas o actividades alcanzan dicha consideración no en
cuanto tales cosas o actos en sí, sino en cuanto que ahora son algo distinto. Como
diría Mircea Eliade, "un objeto se convierte en sagrado en la medida en que
incorpora (es decir, revela) algo distinto de él mismo". Para el pensamiento primitivo, prosigue el citado autor, "los objetos del mundo exterior o los actos
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humanos propiamente dichos, no tienen valor intrínseco autónomo. Un objeto o
. una acción adquieren un valor y, de esta fo?ma, llegan a ser reales, porque participan, de una manera u otra, en una realidad que los trasciende. Una piedra,
entre otras cosas, llega a ser sagrada y, por lo tanto, se halla instantáneamente
saturada de ser, por el hecho de que su forma acusa una participación en un símbolo determinado". Un árbol, un animal, un hombre, un concepto, no son reverenciados en cuanto tales, sino porque son concebidos como hierofanías, es
decir, como algo sagrado que se nos muestra por medio de ellos.
La aplicación jurídica de esta creencia es clara: Para el pensamiento primitivo, la
ley será más perfecta, es decir, más justa, en la medida que participe de lo sagrado.
¿Cómo se logra la participación con lo sagrado?. Para la mentalidad arcaica, la
participación con lo sagrado se adquiere por imitación. Un objeto o un acto no
llega a ser real más que en la medida en que imita o repite un modelo o arquetipo previamente establecido. Es decir, que la ley es tal en la medida en que participa de lo sagrado, y es sagrada cuando imita o reactualiza la ley revelada por la
divinidad.
Ciertamente que el hombre primitivo sólo se reconoce como ser histórico en la
medida en que imita a los dioses, héroes civilizadores o antepasados míticos,
dado que dichas conductas son valoradas como modelos o revelaciones sobrenaturales. Al ser los arquetipos lo único verdaderamente real, "vivir de conformidad con los arquetipos -dirá Eliade- equivalía a respetar la ley, pues la ley no
era sino una hierofanía primordial, la revelación in illo tempore de las normas
hechas por una Divinidad o un ser mítico".
En conclusión, la actuación de la Divinidad, al ser ejemplar, deviene en ley
suprema y modelo perfecto para ser imitado o reactualizado en otros planos de
la existencia. La ley humana será más perfecta y real, cuanto más se acerque o
imite esa ley primordial.
111. El rito cosmogónico como ley primordial
¿Cual fue,. para el pensamiento primitivo, esa ley primordial arquetípica cuya
imitación garantiza la aplicación de la justicia y sus beneficiosos resultados?. La
respuesta es inmediata; la primera actividad de la Divinidad Suprema fue la ere-
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El pensamiento jurídico primitivo
ación del cosmos de acuerdo a un rito determidado (ritual de la creación). Tal
rito, al ser ejecutado por Dios, no puede ser imperfecto, sino al contrario, será la
fórmula más perfecta posible para realizar cualquier otro tipo de creación (por
ejemplo, la fundación de una ciudad, erección de un templo, sanción de las leyes,
entronización del monarca, consagración de instituciones sociales, etc.). Pero
además, el rito de creación del universo, al ser la primera actuación de Dios, y
por eso mismo ejemplar, es también la primera ley del cosmos. Toda ceremonia
de creación, fundación o constitución, habrá de imitar ese modelo o rito cosmogónico para llegar a participar de lo sagrado. Ello significa que si la creación
de algo (por ejemplo, la entronización del rey o la consagración de un matrimonio) no se ajustan al modelo preestablecido, se produce una peligrosa irrupción
del caos (un rito mal ejecutado puede alterar e incluso invertir sus efectos) y,
consecuentemente, será prohibido. Cualquier otra fórmula o conducta que no se
inspire o ajuste a los modelos prefijados por la Divinidad es peligrosa porque
conllevan la ruptura con el mundo sagrado de los arquetipos.
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Por tanto, todo acto legislativo, en cuanto. que supone creación de algo, ha de
estar inspirado en el rito cosmogónico para que goce de plenos y eficaces resultados. Únicamente así, la ley humana llega a ser una reactualización de la ley primordial y, por tanto, dejar de ser propiamente humana para convertirse en
sagrada.
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Por supuesto que el modelo transhumano corre el riesgo de agotarse y convertirse en una mera repetición hueca y sin sentido. Para evitarlo es necesario revitalizar periódicamente el mundo, nuestro mundo, mediante una ceremonia
anual: "las reactualizaciones periódicas de los gestos divinos -dirá E liade-las fiestas religiosas, están ahí para volver a enseñar a los hombres la sacralidad de los
modelos". .
Hay que insistir en la decisiva importancia que ha jugado en la Historia del derecho la capacidad remedadora del ser humano. Desde los tiempos más remotos el
hombre, indefenso en medio del drama de la vida, ha intentado anular su sensación de soledad e inseguridad considerándose una parte más de la naturaleza.
Sólo integrán4ose en la naturaleza, solidarizándose con ella, viviendo sus ciclos
de renacimiento y muerte, que los concebía como reactualización de otros sucesos a nivel cósmico, logró el hombre primitivo sentirse partícipe y protagonista.
Para ello buscó modelos que imitar, bien en la naturaleza, bien en las actitudes y
pensamientos de sus semejantes que, en todo caso, interpretaba como algo
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Historia del pensament jurídic
sagrado que se le revelaba con el fin de mostrarle un ejemplo a seguir. El hombre primitivo no sólo imita porque ello constituye la más básica y primitiva
forma de aprendizaje, sino porque la imitación de lo ejemplar es concebido
como el único medio de participación con lo sagrado. Certeramente opina Eliade
que "la mayoría de los actos que el hombre de las culturas arcaicas ejercita no son,
en su mente, sino repetición de un gesto primordial ejecutado al principio de los
tiempos por un ser divino o figura mítica. El acto tiene sentido sólo en la medida
en que repite un modelo trascendente, un arquetipo".
Cualquier actividad humana, desde la caza hasta la agricultura, pasando por la
danza o las pinturas rupestres, tienen un modelo mítico. La fuerza moral u obligatoriedad del modelo descansa, lo hemos dicho, en que fue llevado a cabo por
la Divinidad y reactualizado por dioses y Seres Sobrenaturales en otros planos de
la existencia. En última instancia la legitimidad que confiere la inmemorabilidad
o antigüedad de una norma se ampara en la suposición de que cuanto más antiguo es algo, más cerca estuvo del momento de la creación del mundo, cuando las
cosas fueron creadas puras y fuertes. Según Radcliffe-Brown, toda actividad
había de atenerse a un modelo "porque ha sido adoptado desde tiempo inmemorial". La antigüedad de una norma es, para el primitivo, una garantía de primer
orden pues, si había sido aplicada durante años con buen resultado ¿no significaba ello que tal norma participaba de la sacralidad que se supone fue conferida
por los dioses en el momento de su promulgación?. En definitiva, la perennidad
o vitalidad demostraba su vinculación mágica con el momento fuerte de los orígenes (el momento en que fue creada por los dioses o seres superiores), que participaba de lo sagrado, es decir, que era digna de ser imitada.
Pero lo importante de esta concepción primitiva es que aquella actuación que no
observa un rito o modelo ejecutado in illo tempore es rechazada no porque sea
injusta, inmoral, ilegal, irreverente o antisocial en sí misma, sino que es injusta,
ilegal, irreverente, etc. porque no ha observado el arquetipo preestablecido por
los seres superiores.
IV. La ejemplaridad de los ·modelos
El hombre primitivo concibe el universo como una intrincada red mágica que
pone en relación cualquier punto o plano con todos los demás. Entre uno y otro
plano o nivel existe una isomorfía en cuanto que tales redes o planos se configu-
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El pensamiento jurídico primitivo
ran a imitación unos de otros. Es decir, que no se produce acontecimiento cósmico que no se refleje de alguna manera en el plano terrestre. Y viceversa; todo
suceso humano encuentra un modelo primordial en un evento anterior acaecido
en un plano superior de la existencia.
Según esto, las ideas y creencias sociopolíticas o jurídicas del hombre primitivo
se basan en la naturaleza isomórfica del universo: El rey gobierna desde el centro de su territorio imitando o reflejando el orden que Dios mantiene desde el
axis mundi. Cada punto, institución, jerarquía social, etc. es reflejo de un modelo preexistente en un plano superior del cosmos. El espacio o territorio profano
es sacralizado u ordenado precisamente mediante la repetición del rito de la creación del mundo (rito cosmogónico) por el que Dios trasformó el caos en un cosmos ordenado.
E. Cassirer ha desarrollado extensamente el tema; el jefe o rey lo es en tanto
imita a los dioses y participa de su sacralidad. También el territorio será un reflejo del cosmos, la ley una hierofanía de la voluntad divina, etc. Las mismas casas,
templos (M. Eliade ha dedicado varios páginas a la asociación matriz-templocosmos}, ciudades (recuérdese el ritual etrusco efectuado por Rómulo delimitando el contorno de la ciudad a partir de un centro mágico}, serán construidas
de acuerdo a modelos previamente establecidos por los dioses o antepasados.
Las danzas sagradas será una imitación de los movimientos de los astros, la guerra es una reactualización del enfrentamiento de los dioses o antepasados míticos contra los monstruos primordiales (el enemigo es una versión del caos}, el
acto sexual es considerado como una modalidad de la hierogamia primordial y
modélica efectuada por el dios-cielo y la diosa madre.
Desde esta concepción reticular del universo se explican varias creencias de
alcance jurídico. Por ejemplo, si existe una relación o afinidad entre determinados p~ntos de la tierra y el cielo, no se puede afectar aquellos sin que repercuta
inevitablemente en éstos (pars pro toto ).
Si cualquier transgresión en este plano tiene una trascendencia a nivel cósmico
que compromete el equilibrio natural de las cosas, se comprende que toda circunstancia que rompa o debilite la participación con lo sagrado y, con ello, la vía
de acceso a la realidad, ha de ser eliminada. Se deduce de esto que la primitiva
concepción del delito fue su consideración como una modalidad de regreso al
caos primordial que, en cuanto amenaza directa contra el orden de las cosas y la
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labor cosmizadora de los dioses y seres sobrenaturales, se equiparaba a pecado
o error ritual solo redimibles mediante un ceremonial expiatorio o una sanción
cuya finalidad era la reintegración del pecador-delincuente con los dioses.
Radcliffe-Brown ha estudiado algunos pueblos primitivos actuales para quienes,
al ser los dioses o fuerzas sobrenaturales los encargados de reprimir las malas
conductas de los hombres, las desgracias personales eran entendidas como castigos expiatorios enviados desde arriba para restablecer el orden alterado.
Inversamente, las cualidades más sobresalientes de los individuos (la inteligencia, fuerza, habilidad, oratoria, imaginación, etc.) eran atribuidas a la mayor o
menor participación de cada ser humano con lo sagrado. El pensamiento primitivo reconoce en tales diferencias de talento, fuerza, habilidad, etc. un privilegio
otorgado por los dioses. Como explica B. Malinowski, "la magia coincide también con el éxito, la habilidad, el valor y el poder mental personales", precisamente porque tales méritos son considerados dones divinos.
Hemos de suponer que en cada grupo humano hubo inicialmente jefes ocasionales (el mejor para dirigir la partida de caza, el guerrero más hábil, el anciano
con más experiencia, etc.) para funciones específicas y en cortos períodos de
tiempo, de modo que gran parte de los individuos del clan ocupaban la posición
de jefe en algún momento (ejemplaridad ocasional). Pudieron existir liderazgos
automáticos, est~ es, cuando se superaba alguna prueba iniciática en la que se
arriesgaba la vida. Pero cuando un individuo desempeñaba una función que era
considerada por todos como necesaria para la comunidad, muerto dicho individuo, el vacío funcional creado era ocupado por otra persona, convirtiéndose la
función social en institución. Ortega y Gasset dedicó varias páginas a demostrar
que los usos, costumbres y normas sociales fueron, en su origen, opiniones personales o actos individuales que, por su utilidad, fueron imitados por el resto de
la comunidad hasta llegar a alcanzar .el rango de usos fuertes, es decir, normas de
inexcusable cumplimiento.
Las costumbres populares son, originariamente, la cristalización de una inveterada repetición de estos actos afortunados. Las mismas leyes puede ser definidas como la institucionalización de una conducta u opinión personal ejemplar.
De hecho ¿que es la jurisprudencia sino la imitación de precedentes jurídicos?.
Y no solo la norma, sino también las instituciones parecen tener su origen en la
ejemplaridad de. individuos egregios. "Un hombre eminente -dirá Ortega- en
vista de su ejemplaridad, fue dotado por la muchedumbre dócil de cierta auto-
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El pensamiento jurídico primitivo
ridad pública. Muere aquel hombre y su autoridad queda como hueco social,
especie de forma anónima que otros individuos vendrán a ocupar, una veces con
mérito, otras sin él". Con el transcurso del tiempo ese hueco, al ser ocupado por
otras personas llega a convertirse en una institución. Añade Ortega que "las instituciones fueron originariamente el hueco que dejo un hombre superior con su
generosa y creadora actuación. A veces, como en el caso de César, el nombre de
la persona queda objetivado como nombre de la institución".
Esto nos lleva a otra característica del pensamiento primitivo: La memoria colectiva es ahistórica en el sentido de que todo acontecimiento individual, si resulta
ejemplar o digno de imitar, es despersonalizado con el paso de los años y convertido o asimilado a modelos sociales de conducta; los acontecimientos importantes son reducidos a categorías míticas o arquetipos. Por eso decía Eliade que
"la mentalidad arcaica no puede aceptar lo individual y solo conserva lo ejemplar".
V. Un ejemplo: el mito de Gárgoris y Habis
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El análisis comparado de los mitos proporciona ejemplos concluyentes de que la
ley es concebida por el pensamiento primitivo como la reactualización de una
ley primordial revelada in illo tempore por la divinidad. Como ya vimos, la primera ley del cosmos fue una fórmula sagrada ejecutada por Dios al crear el universo; el rito cosmogónico. Esta ley, por tanto, adopta la forma de rito o fórmula sagrada que es imitada por los demás dioses, seres sobrenaturales, héroes o
antepasados míticos al llevar a cabo su actividad en otros planos inferiores del
cosmos. Por eso, la ley también puede definirse como la institucionalización de
la hazaña ejemplar llevada a cabo por un ser sobrenatural al combatir contra el
caos o alguna de sus modalidades.
En otro trabajo tuve ya la oportunidad de demostrar que la similitud de los
ciclos mitológicos de la antigüedad nos llevaba invariablemente a una carrera
her(>ica o ejemplar en la que el protagonista (un dios, héroe o antepasado mítico) tras luchar éontra alguna modalidad del caos, finalmente lleva a cabo su labor
civilizadora o cosmizadora. Numerosos son los ejemplos a citar: Rómulo funda
Roma, Habis da leyes al pueblo tartessio, Apolo funda Delfos, Moisés libera al
pueblo elegido y le entrega las tablas de la Ley, etc. Todos ellos, tras acabar con
un ser monstruoso o injusto (al igual que otros personajes como Ciro, Sargón,
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Historia del pensament jurídic
Heracles, Sigfrido, etc.) culminarán su tarea instaurando el orden: fundarán una
civilización o una ciudad, liberarán a una princesa originando una nueva
dinastía, salvarán al pueblo de la esclavitud o la barbarie otorgándole leyes,
conocimientos prácticos, etc. Este final supone la apoteosis del orden cósmico
vigente en el que la ley o el orden viene a ser la síntesis final de un proceso protagonizado por un ser sobrenatural que intenta prolongar el proceso de creación
del universo.
La imitatio dei es el mecanismo esencial en todos estos ciclos míticos. Los hombres se inspiran en los héroes tratando de emular sus hazañas para llegar algún
día a ser, ellos mismos, héroes. A su vez, los héroes imitan a los dioses para convertirse en tales. Y los dioses no hacen sino repetir y reactualizar el modelo cosmogónico primordial protagonizado por la ejemplar y sagrada hazaña del Dios
soberano cuando llevó a cabo su obra maestra: la victoria sobre el caos para crear
el cosmos. Según esto, cada mitología descansa en un argumento básico protagonizado por la divinidad suprema, que luego será revivido por entidades menores. Comprobamos que, en efecto, las gestas de Perseo o Edipo son una reactualización de las victoria de Zeus sobre Tifón y los titanes, como las de Sargón y
Ciro son una repetición de las del dios Marduck sobre Tiamat, etc.
Estamos, en definitiva, ante el conocido argumento del relevo en la soberanía.
Los pasos básicos de todos estos mitos son los siguientes:
1.0 Situación de caos o desorden personificado por un monstruo, dragón o ser
injusto (por ejemplo un rey tirano).
2. 0 El dragón-caos intenta aniquilar cualquier intento civilizador, incluso si es
protagonizado por su propia descendencia.
3.0 Una divinidad, héroe o ser sobrenatural, normalmente emparentado con la
personificación del caos, consigue enfrentarse y vencer a este.
4.0 El vencedor procede a recrear (civilizar, legislar, etc.) el mundo o "su"
mundo.
El mito hispano más antiguo que se conserva, el relativo a Gárgoris y Habis,
recogido por Trogo Pompeyo en su Historia Universal, y resumido por Justino
en su epitome, se basa en el mismo argumento de otros ciclos míticos. Según
Justino, "En el bosque de los tartessios, en el que se diría que los titanes guerrearon con los Dioses, habita el pueblo de los Curetes; su antiquísimo rey, Gárgoris,
inventó la costumbre de recolectar la miel Tuvo este personaje un nieto, nacido
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El pensamiento j11rídico primitivo
del incesto con su hija, y avergonzado, trató por todos los medios imaginables de
asesinar al niño. pero a consecuencia de diversas casualidades no solo salió indemne, sino que incluso la buena estrella le coronó rey, superados todos los peligros.
Fue el primero de todos cuando después de haberle mandado abandonar se le
encontró alimentado de la leche de distintas fieras, al disponer Gárgoris que se
localizase el cadáver. Llevado entonces al palacio, ordenó arrojarle a una estrecha cañada que servía de paso a las reses mayores, pues su desatada crueldad no
se conformaba ya con que su nieto muriese sin más, sino que quería asegurarse de
ello haciéndole pisotear por los animales. También allí permaneció indemne y
nutrido, y ante ello, intentó que sirviese de comida primero a perros mantenidos
sin alimento durante días y después a los cerdos. M as como no solo no le devoraban sino que le diesen de mamar, decidió, como último recurso, que se le arrojase al océano.
La clarísima voluntad divina le depositó entonces a salvo delicadamente en la
ribera, no devuelto por la resaca, sino a semejanza de una nave entre las tempestuosas olas que chocaban con fuerza, y casi inmediatamente llegó una cierva y
amamantó al niño. Su convivencia con tal nodriza le dotó de extraordinaria agilidad y recorría los bosques y montañas en las manadas de ciervos con ligereza
similar a la de ellos. Todo concluyó cuando cazado a lazo fue ofrecido como regalo al monarca, pues entonces fue identificado como su nieto, tanto por el parecido, como por las marcas de las heridas que injustamente había sufrido e! niño.
Sobrecogido Gárgoris ante tales sucesos y aventuras, le designó su sucesor en el
reino.
Se le impuso el nombre de Habis y cuando llegó a reinar fue un monarca de tal
grandeza que se comprendió por qué la sabiduría divina le había preservado de
tantos peligros, ya que sometió a leyes al pueblo incivilizado, les enseñó a uncir
los bueyes al arado y a cultivar el trigo, asi como, por repugnancia a lo que él
había tenido que sufrir, les obligó a tomar alimentos condimentados en lugar de
comidas crudas... Además les prohibió los trabajos de esclavos y los distribuyó en
siete ciudades".
Analicemos los mitemas esenciales de la leyenda:
1.0 El rey Gárgoris comete incesto con su hija, lo que supone una mancha ritual
(fatum) que ofende a los dioses. Efectivamente, el elemento desencadenan te de
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Historia del pensament juridic
los argumentos mitológicos está marcado por un hecho especialmente trágico
(un monstruo que se opone a la labor creadora de la divinidad, un rapto, una
profecía-maldición, un situación de tiranía o esclavitud, desorden, etc.) que personifica la inercia del caos en continua oposición a la actividad ordenadora del
cosmos. En algunos ciclos míticos el fatum es el conocido argumento del relevo
en la soberanía; la divinidad, anciana y decrépita, presa de la nostalgia del caos,
ya no es capaz de mantener el orden y se convierte en una figura tiránica, negativa y recelosa de su propia prole que amenaza con destronarle. El exterminio de
la descendencia es la única solución posible.
2.0 Para ocultar el hecho y conjurar sus peligros Gárgoris decide matar a su hijo
exponiéndole a varios peligros (arrojándole entre animales salvajes hambrientos,
colocarle ante el paso de una manada de reses, etc.).
El odio a la propia descendencia es un tema extendido en varios panteones. En
el poema babilónico de la creación, el dios Apsú se queja del alboroto que causan sus hijos-dioses después de ser creados. "Insoportable me es su conducta. De
día no puedo reposar, de noche no puedo dormir. Voy a aniquilarlos para que
reine el silencio entre nosotros y así podremos dormir" (Enuma Elish 1,37).
Claramente aparecen los dos elementos antes mencionados; la nostalgia del caos
o sueño postcreacional y el deseo de exterminar a la prole como medio de regresar al caos. La mitología más acabada que conocemos, la griega, refiere perfectamente este proceso. U ranos, la divinidad más antigua, se distingue, según E liad e,
por su "fecundidad desmesurada y monstruosa, característica de las épocas primordiales". Uranos siente odio por sus hijos "desde su nacimiento" (Hesíodo,
Teogonía 175) por lo que los va ocultando en las entrañas de la tierra hasta que
su hijo Cronos se rebela y le emascula para heredar su potencia generadora. A
partir de ese momento Cronos reinará bajo el fatum o maldición por la que
"sucumbirá un día bajo los golpes de su propio hijo" (Hesíodo, Teogonía 463).
Para evitarlo, Cronos devorará a su descendencia hasta que será destronado por
un hijo más justo que él; Zeus. Los episodios del incesto y la aniquilación de la
propia prole para evitar la profecía según la cual "el hijo destronará al padre"
constituirán posteriormente argumentos principales de las hazañas de varios
dioses. o héroes griegos (Apolo, Heracles, Perseo, Edipo, etc.}, que tratarán de
imitar a Zeus.
Esta es, en forzada síntesis, la interpretación del incesto de Gárgoris; es una
acción funesta que supondrá la ruptura con el mundo iniciático de los curetes y
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El pensamiento jurídico primitivo
la retirada de la protección divina que ahora pasará a Habis. Gárgoris representa, por tanto, la inercia del caos, o más concretamente, el agotamiento del proyecto creador de un monarca incapaz de superar el estado de barbarie y tiranía.
Sin embargo, Habis saldrá ileso de todos estos peligros de modo que Gárgoris
decidirá abandonarlo a su suerte.
3.0 Desde un acantilado, Habis es arrojado al mar. Sin embargo las olas lo devol-
verán suavemente a la orilla, en donde una cierva lo recogerá para encargarse de
su cuidado y alimentación. Este mitema es también frecuente en la carrera épica
de dioses y héroes civilizadores o legisladores. Osiris, Ciro, Sargón, Moisés,
Perseo, Rómulo, Lug, etc., al igual que Habis, serán arrojados al agua (símbolo
del poder disolvente del caos, pero también de su capacidad de regeneración) y
salvados del anegamiento. El algunos de estos episodios, el infante es introducido en una cesta-arca (símbolo de la matriz, lo que sugiere la idea de gestación
sobrenatural del nuevo héroe civilizador}. El hecho de la salvación milagrosa y
de ser alimentado por un animal {¿totémico?) viene a reforzar que el personaje
ha sido elegido o está destinado a vencer al caos {la cierva de Habis se emparenta con la loba de Rómulo y Remo, la cabra a-maltea · del lactante Zeus que
Cronos creía haber devorado, etc.).
Habis será cuidado por la cierva hasta que, años después, será capturado por
Gárgoris quien, comprendiendo que la prodigiosa infancia de Habis es prueba
de la protección de los dioses, le nombrará su sucesor en el trono.
4.0 Tras suceder en el trono a su padre, Habis emprende una labor claramente
civilizatoria; enseña a uncir el arado, a condimentar la comida, a cultivar el trigo,
otorga leyes escritas, organiza la población en siete ciudades o clases, etc., en
definitiva, entroniza un orden más justo y sometido al derecho.
El estudio comparado de los principales argumentos mitológicos nos lleva a la
conclusión de que el ciclo épico de Habis se asemeja al de otros héroes legisladores o civilizadores que, tras vencer a las diversas modalidades del caos, instauran el ordt:n y la justicia.
Como se ve, todos estos mitos vienen a reafirmar que el origen de la ley y de la
civilización, la fundación de una ciudad, la liberación de un pueblo esclavizado,
etc., son acontecimientos llevados a cabo por héroes o seres sobrenaturales
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Historia del pensament jurídic
siguiendo un ritual-modelo que se cree preestablecido in illo tempore y cuya
observancia garantiza efectos beneficiosos. Tal ritual implica, en última instancia, vencer a las tinieblas del caos en cualquiera de sus modalidades.
Efectivamente, en numerosas mitologías, el origen de los elementos civilizadores, la ley, la consagración de los límites de una ciudad, etc. implican el sacrificio
de una víctima (personificación del monstruo del caos) cuya sangre sirve para
dar vida al nuevo orden (sancionar, etimológicamente, viene de sancire, dar sangre, es decir, vida).
En definitiva, que toda labor legisladora equivale, para el hombre primitivo, a la
repetición de una cosmogonía.
Sin embargo hay que recordar que, para el pensamiento primitivo, todas las
manifestaciones de la cultura, no sólo el derecho o la política, sino también el
arte, la economía, la propia religión) están inicialmente enlazadas en la conciencia mítico-religiosa. Es la religión, o más propiamente lo sagrado, lo que constituye, en última instancia, el substrato más profundo de la conciencia humana.
Tal conexión entre las diversas manifestaciones de la cultura ha sido señala por
E. Cassirer; "La conciencia teórica, la práctica y la estética, el mundo del lengua-.
je y del conocimiento, del arte, del derecho y de la moral, las formas básicas de la
comunidad y del Estado, todo ello está como enlazado inicialmente en la conciencia mítico-religiosa".
Y es que, en definitiva, y como concluía M. Eliade, "lo sagrado es un elemento
de la estructura de la conciencia, no un estadio de la historia de esa conciencia".
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