LA EVALUACIÒN COMO JUICIO DE VALOR Y COMO MEDICION

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LA EVALUACIÒN COMO JUICIO DE VALOR Y COMO MEDICION
NUMAR ESTEBAN LEÓN GUEVARA1
MELISSA RUEDA MARTÍNEZ2
RESUMEN
El presente trabajo, resume algunos aspectos de las experiencias de aula llevadas a cabo
en el desarrollo de enseñanza - aprendizaje de la asignatura de Procesos y Prácticas de
Evaluación del sexto semestre - Programa de Licenciatura en Educación Básica con
Énfasis en Ciencias Naturales y Educación Ambiental de la Facultad de Educación de la
Universidad de Nariño, llevado a cabo mediante la estrategia seminario – taller el cual
parte, del concepto y significado general de la evaluación desde la década de los
cuarenta, reducida ésta a comparar objetivos y resultados, como una medición numérica.
Esta concepción fue replantea en la década de los sesenta al re conceptualizar el término
de evaluación con los aportes de Cronbach, Glaser, Eisner, Scriven, Stake y Stufflebeam
dándole a la evaluación una dimensión más cualitativa, donde los procesos tienen tanta
importancia como los objetivos y los resultados, empezando a hablar de una evaluación
formativa e integral.
Más adelante se trabajó en la comprensión en la que la evaluación gira en torno al
concepto de valor; donde todos los métodos, técnicas y procedimientos relacionados a
ella no tienen otro propósito que establecer normas y principios que permitan evaluar,
valorar, estimar, tazar o medir las acciones, trabajos, respuestas o actitudes de las
personas con respecto a las medidas establecidas como referencia; por ello, la evaluación
es el acto que consiste en emitir un juicio de valor, a partir de un conjunto de
informaciones sobre la evolución de resultados de los estudiantes, con el fin de tomar una
decisión con respecto al proceso educativo de los evaluados.
Palabras Clave: Evaluación, medición y valoración.
1
Universidad de Nariño/Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Naturales y
Educación Ambiental, e-mail: leonestevan@hotmail.com.
2
Universidad de Nariño/Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Naturales y
Educación Ambiental, e-mail: melissaruedamartinez@hotmail.com.
ABSTRAC
This paper summarizes some aspects of classroom experiences carried out in the
development of teaching - learning of the subject of Assessment Processes and Practices
of the sixth semester - Degree Program in Basic Education with Emphasis in Natural
Science and Environmental Education the Faculty of Education at the University of Nariño,
carried out by the strategy seminar - workshop which part of the overall concept and
meaning of evaluation from the forties, reduced it to compare objectives and outcomes, as
a numerical measure . This idea was raised again in the sixties to re conceptualize the
term with the contributions of Cronbach, Glaser, Eisner, Scriven, and Stufflebeam Stake
assessment giving more qualitative dimension, where processes are as important as the
goals and results, beginning to talk of a formative evaluation and comprehensive.
Later we worked on understanding where the evaluation revolves around the concept of
value, where all methods, techniques and procedures related to it have no other purpose
than to establish standards and principles to assess, evaluate, estimate, tazar or measure
the actions, jobs, answers or attitudes of people with regard to the measures provided for
reference, hence, the evaluation is the act that is to express a value judgment, based on a
set of information about the evolution of results of students, in order to make a decision
regarding the assessed educational process .
Keywords: Assessment, measurement and valuation.
INTRODUCCIÓN
La evaluación concebida actualmente como un proceso que contempla la actuación y la
interrelación de todos los agentes que intervienen en el proceso de enseñanza aprendizaje de los estudiantes y de la formación que brinda todos los contextos sociales y
culturales hacia los individuos que constituyen una sociedad, entonces la evaluación
posibilita espacios de reflexión, inquietud y deliberación los cuales guiaran y brindaran
pautas para actuar, asumiendo compromisos frente a las situaciones y realidades que
fueron objeto de análisis; teniendo en cuenta que ha existido un error conceptual
asumiéndola como parte instrumental en la causa educativa, fragmentándola en
momentos parciales del transcurso pedagógico; por ello:
Tradicionalmente en el campo de la evaluación existe una peligrosa tendencia a
reducir el trabajo evaluatorio a sus niveles puramente instrumentales, sin ningún
referente filosófico o epistemológico que incluya los conceptos y los fundamentos
más generales sobre el qué, el cómo, el para qué y el dónde de un proceso
evaluatorio. O sea de una base teórica que de hecho se constituya en una
auténtica concepción sobre la praxis educativa y sobre la realidad donde actúa…
(Cerda, 2000, p.10).
Lo anterior se encierra dentro del paradigma educativo tradicional, el cual
contempla el acto de evaluar como una cultura que se reduce a calificar, sin tener en
cuenta todo los aspectos que ésta debe abarcar, ni la indagación crítica sobre el qué y por
qué evaluar, ni el fin constructivo que ésta presenta; por el contrario, la evaluación debe
ser acogida como un proceso complejo ligado a la enseñanza – aprendizaje y al
desarrollo integral humano, con el aspecto humanizante que la debe caracterizar.
Por lo tanto, la naturaleza de la evaluación gira en torno al concepto de valor,
fundamentada en un carácter cualitativo, atribuyendo un juicio valorativo a las cosas,
fenómenos o personas donde la emisión de estos asientos no sólo la proporcionan los
expertos, también la proveen todos los agentes que intervienen en la formación de los
estudiantes; la evaluación consiste esencialmente en una búsqueda de información que
habrá de proporcionarse a quienes deban tomar decisiones sobre la enseñanza. Por ello,
emitir juicios vislumbra las situaciones en las que tanto el educando como el educador
dan sentido a la labor pedagógica, reconociendo importancia a los sujetos evaluados. La
valoración la hacen seres sociales y no sujetos meramente individuales que expresan sus
emociones e ideas personales, se valora la calidad humana de los estudiantes, del
profesor, del contexto, la preparación del estudiante al finalizar la escolaridad, el progreso
de los estudiantes en proceso de desarrollo de enseñanza – aprendizaje, los valores
éticos de todos los interventores, entre otras.
Con las valoraciones emitidas, el educador toma y fundamenta criterios con los
cuales puede asignar una apreciación numérica, que servirá igualmente como motivante
para el estudiante, permitiendo una aproximación mutua entre educando – educador y, así
entender las situaciones de esos agentes para poder consolidar a la educación como un
acto integral que toque, mueva y sobre todo transforme todos los espacios del individuo y
se preocupe por su mejora continua. Es aquí donde la evaluación se torna en un proceso
que inicia, pero que no se termina debido a que, como seres humanos somos cada vez
superables por sí mismos; por ello, la integración y la interdisciplinariedad de este proceso
en la vida académica, formativa y en la vida cotidiana del ser humano toma como base
fundamentos cualitativos y cuantitativos.
A manera de ejemplo: en las experiencias de aula de la asignatura de Procesos y
Prácticas de Evaluación, se adopta un enfoque de evaluación desde una mirada holística
y global partiendo desde la noción de un proceso continúo, que proporciona pautas en el
camino de formación y humanización social – educativa para una concienciación
educativa - pedagógica.
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
LA EVALUACION COMO JUICIO DE VALOR
El conocimiento y los comportamientos humanos deben ser los referentes teóricos que
dan sentido global al proceso de hacer una evaluación, éste puede diferir según la
percepción teórica que guía este proceso, aquí está el sentido y el significado de la
evaluación y, como sustrato, el de la educación; según se entienda al hombre y a sus
conocimientos, esta continua vivencia formativa deberá tomar unos u otros caminos, es
por ello que, el acto de atribuir o asignar valor a un sujeto humano implica la participación
de tres elementos íntimamente vinculados entre sí: el valor atribuible (juicio de valor), el
objeto valorado (acto, fenómeno o proceso) y el sujeto que valora (evaluador).
Independientemente de que cada uno de éstos puede tener formas y significados
diferentes, debe existir correspondencia y unidad entre éstos, de lo contrario se puede
distorsionar la valoración; por lo tanto no existe un valor aislado, sino que todos los
valores confluyen en una ética que los actores que intervienen en el proceso evaluativo
deben tener para consigo mismo y para el entorno, es por eso que existe la necesidad de
ejecutar una interpretación profunda de las situaciones y de la información que se posee,
así como también la interpretación de la realidad, con ello, los juicios valorativos ocurren
en la medida en que se engloba los escenarios socio – culturales que afectan el
aprendizaje del estudiante.
Según Stufflebeam citado por Cerda (2000) “el acto de valorar es una tarea difícil y
compleja, aún cuando una información fiable, debido a la gran variedad de criterios que
existe en torno a un tema” (p.92). No hay que olvidar que es el sujeto el que valora, por
ello no sería posible si no se conoce el objeto o sujeto que se valoró. Atribuir implica
tomar en cuenta las condiciones concretas en qué, cómo y para qué se valora y el
carácter concreto de los elementos que intervienen en la valoración.
LA EVALUACION COMO MEDICIÓN
El paralelo entre el estudiante ideal y los estudiantes en formación o de un conocimiento o
un proceso ideal frente al que se está viviendo, hace que se tome ciertos patrones de
referencia como el camino que se debe seguir, entonces se hace necesaria la medición,
la cual proporcionará una asignación numérica o un valorativo que estarán dentro de
diversas escalas, obedeciendo a una orientación cuantitativa, siendo instrumentos para
indicar o señalar, mediante unos mecanismos básicos, que según Mario Bunge citado por
Cerda (2000) cualquier medición debe tener:
1. El mesurandum o propiedad del sistema concreto que hemos de medir. 2. El
concepto cuantitativo (métrico) del mesurandum, o sea, la magnitud que se
supone representa la propiedad objetiva; en la medida de lo posible este
concepto debe estar sumido en alguna teoría científica y debe analizarse
lógicamente a base de variables numéricas, con el objeto de no perder de vista
ningún aspecto relevante. 3. Una escala conceptual y una escala material sobre
las cuales puede registrarse o medirse la magnitud. 4. Una unidad de medición
que pertenezca a algún sistema de unidades coherentes. (p.105)
Naturalmente, lo que se mide no son objetos, fenómenos o personas, sino
propiedades o características de éstos; sin embargo, la medición nos acerca a la
comprensión de fenómenos, pero en pocos o en ningún momento sirven para una
caracterización en la totalidad holística de las vivencias educativas. Ello nos enseña que,
el objeto de la medición siempre es de una propiedad o un indicador, pero nunca la cosa o
la persona que la posee, no se puede medir actitudes, inteligencias o procesos complejos
como los de formación humana, sino algunos indicadores de esas propiedades.
CONCLUSIONES
La evaluación es entonces, el proceso adjunto a la labor pedagógica que a su vez hace
parte independiente del proceso formativo del ser humano como sujeto activo de la
sociedad.
La calificación numérica es solamente un subproducto de todo un proceso continuo de
valoración que motiva al estudiante.
Una evaluación integral debe soportarse en los paradigmas cuantitativo y cualitativo
dando como resultado un conjunto conformado por la enseñanza, aprendizaje y
evaluación como un todo académico.
BIBLIOGRAFIA
Álvarez Méndez, Juan Manuel (2001). Evaluar para conocer examinar para excluir.
Ediciones Morata, S. L.
Cerda Gutiérrez, Hugo (2000). La evaluación como experiencia total. Santa Fe De
Bogotá, Cooperativa Editorial Magisterio.
Tenutto, Marta Alicia (2.000). Herramientas de evaluación en el aula. Editorial
Magisterio del Rio de la Pata, Segunda Edición.
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