4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Se les denomina primitivos, como a los italianos, por ser los creadores de una de las tradiciones pictóricas de mayor brillantez en la historia de la pintura europea. La pintura flamenca nació, como un arte urbano y burgués, en las ricas ciudades de los Países Bajos, en Brujas, Amberes, Gante, Ypres, Bruselas. La prosperidad económica de esta región se debía a una boyante agricultura, una floreciente industria de paños y un activo comercio internacional. El territorio estaba gobernado por los duques de Borgoña. La Iglesia, los propios duques y sobre todo la emergente burguesía eran los mecenas de la pintura flamenca. El contexto En el siglo XV, algunas ciudades de Flandes y sus cercanías (Brujas, Gante,Yprés, Tournai) se convierten en sedes de una importante escuela pictórica, que para muchos autores supone ya los inicios del Renacimiento o, al menos, uno de sus más claros precedentes. Tiene sus orígenes en el gótico internacional y su mayor aportación al arte europeo será su progresiva captación de la realidad, que se inspira en la escultura y que se verá favorecida por la nueva clientela: la burguesía (mercaderes, fabricantes, banqueros). El contexto En esta sociedad burguesa, lo práctico se valora cada vez más, incluso la religión adquiere un sentido pragmático. Por eso estamos en un período realista. A partir de 1420, la idea de que el espíritu divino se encarna en cada una de las pequeñas cosas (Tomás Kempis: Imitación de Cristo), hace que la representación de éstas adquiera una gran importancia, por lo que la realidad sensible y tangible adquiere un gran valor. Los objetos dejan de ser elementos secundarios para convertirse en protagonistas. La temática ya no es exclusivamente religiosa; el retrato, los cuadros de grupo, el ambiente costumbrista, coexisten con ella. 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Características del estilo El soporte que utilizan es la tabla, cuidadosamente seleccionada, curada durante años y con imprimación de blanco de plomo. 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Características del estilo La técnica es el óleo, en el que aglutinan los pigmentos con aceite de linaza o de nuez, a los que añaden un secativo. Su aplicación permite trabajar lenta y cuidadosamente y superponer los colores mediante veladuras. Para terminar el cuadro aplican un barniz protector. Consiguen obras de intensa brillantez y acabado perfecto como si fueran de esmalte. 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Características del estilo El colorido es de gran riqueza, con tonos vivos de infinitos matices, luminosos y translúcidos. 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Características del estilo Prefieren la temática religiosa, pero la novedad estriba en su tratamiento. Influidos por los gustos burgueses, afrontan los temas con un realismo directo y ambientan sus escenas como interiores de viviendas de la época. La temática religiosa suele ir acompañada de un marcado simbolismo que dificulta la interpretación de la obra. También pintan retratos y paisajes. 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Características del estilo La búsqueda de la realidad se manifiesta en el detallismo y en el interés por la tercera dimensión. El primoroso dibujo define las formas y los objetos con gran minuciosidad, captando cada detalle como en una miniatura. Las figuras tienen apariencia monumental ya que los abundantes pliegues de las vestiduras son acartonados, de acuerdo con la tradición escultórica de Klaus Sluter. Utilizan con mimo la luz para degradar los tonos y dar volumen a las figuras. Con el dibujo, la luz y el color consiguen una excepcional captación de las calidades táctiles de los objetos: paños, cristal, metales, joyas. 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Características del estilo El espacio gana profundidad mediante el empleo de líneas de fuga, aunque no emplean perspectiva científica sino intuitiva. Para fingir la sensación espacial usan también otros procedimientos como el efectismo de los espejos cóncavos o la asociación de dos espacios sucesivos (el interior se abre hacia un paisaje exterior profundo). Características del estilo flamenco La gran innovación técnica fue la invención y generalización de la pintura al óleo (aceite de linaza como aglutinante de los colores), que permitía realizar superficies muy lisas, haciendo que los cuadros ganasen en riqueza cromática, brillantez, luminosidad y transparencia (veladuras: superposición de diferentes capas de color). La técnica, además, permitía al artista trabajar de forma lenta y minuciosa, dando como resultado una obra de gran virtuosismo técnico. Desarrollo de la pintura sobre tabla, generalmente en pequeño formato, aunque también sobresalen algunos trípticos de gran tamaño. Jan van Eyck, Madonna entronizada (c. 1436). Óleo sobre tabla, 65,5 x 49,5 cm. Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt Características del estilo flamenco Introducción del retrato, a través de la imagen del donante. Jan van Eyck, La Virgen con el canónigo van der Paele (1436) Óleo sobre tabla, 122 x 157 cm. Groeninge Museum, Brujas Características del estilo flamenco Minuciosidad y gusto por el detalle (gracias a las posibilidades técnicas del óleo). Las obras se conciben para ser contempladas de cerca; por eso, se recrea detalles que, en ocasiones, casi resultan imperceptibles para el ojo humano. Características del estilo flamenco Valoración de la luz. La luz ya no es caprichosa. Cada objeto tiene ahora su propia y definida sombra; cada habitación su encuadre lumínico; cada paisaje, su tonalidad segura; cada elemento, su calidad reproducción exacta. Interés por la de los objetos de la vida cotidiana, como las escenas burguesas en interiores, con muebles, cuadros y diversos objetos. Los objetos representados están dotados, en muchas ocasiones, de un significado simbólico. Amor al paisaje, que se aprecia en las luces del horizonte o en los brillos de las aguas. Jan van Eyck, Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa (1434). Óleo sobre tabla, 82 x 60 cm National Gallery, Londres Características del estilo flamenco Naturalismo y realismo. Un enfoque cercano lleva a los pintores a una representación veraz de la realidad, captando todos los detalles. Creación de un espacio pictórico, como consecuencia del realismo y el naturalismo con que se realizan las obras. Jan van Eyck, La Virgen del Canciller Rolin (1435) Tabla, 66 x 62 cm. Musée du Louvre, París Características del estilo flamenco En conclusión: A pesar de que el manejo de la luz y del color anticipan los valores de la pintura renacentista, el estatismo de sus formas, la escasa relación entre las figuras, casi siempre frontales, el detallismo y el predominio de las partes sobre el conjunto, sitúan este estilo en la última etapa de la pintura gótica. Jan van Eyck, Madonna con el Niño leyendo (1433). Óleo sobre tabla, 26,5 x 19,5 cm National Gallery of Victoria, Melbourne 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Evolución de la pintura flamenca Es frecuente hablar de dos generaciones de pintores: La primera generación estuvo formada por Van Eyck, Campin y Van der Weyden. Según una tradición inexacta, los hermanos Van Eyck, Humberto y Juan, fueron los creadores de la técnica del óleo. Realizaron conjuntamente, para la catedral de San Bavón en Gante, el Políptico del Cordero Místico, aunque no se sabe cuál fue la aportación de cada uno, ya que el mayor, Humberto, murió antes de finalizada la obra. El tema del políptico es una compleja iconografía teológica en torno a la Redención. Jan Van Eyck, el hermano menor, trabajó al servicio del duque de Borgoña y de su corte. De él conservamos retratos como el excepcional Matrimonio Arnolfini y cuadros religiosos de la Virgen, acompañada de donante, como la Virgen del Canciller Rollin y la Virgen del Canónigo Van der Paele. En todas ellas nos muestra su maestría cromática y la precisión en la apariencia táctil de los objetos. Políptico de la Adoración del Cordero Místico, de Van Eyck Políptico de la Adoración del Cordero Místico, detalle El Cordero Políptico de la Adoración del Cordero Místico, detalle El Cordero La tabla central representa la adoración del cordero místico, cordero que simboliza a Dios y que es adorado encima de un altar, que simboliza la Eucaristía; dos semicírculos de personajes rodean la fuente, arrodillados en actitud de adoración, los profetas, junto con los patriarcas a la izquierda, los apóstoles a la derecha junto con Papas y obispos; destacables también son las tablas extremas de la parte superior, que presentan a Adán y Eva, desnudos pero tapándose sus intimidades tras el pecado original, son dos bellos y exquisitamente proporcionados desnudos, iluminados en contraste con un fondo oscuro; todas las escenas tienen como fondo un bellísimo y delicado paisaje con árboles de variadas especies, flores, prados y ciudades, todo ello extremadamente pormenorizado; por último mencionar las tablas intermedias, que contienen los ángeles cantores y los ángeles músicos, en los que resulta impresionante el tratamiento de los detalles en los ropajes, cabellos y rostros. El Matrimonio Arnolfini, de Jan Van Eyck Obra maestra de Jan Van Eyck;Van Eyck retrata a un acomodado matrimonio burgués del Flandes de la época; la escena aparentemente simple esconde algunas claves necesitadas de interpretación puesto que objetos vulgares son alegorías de virtudes, el perrito significa la fidelidad, estar descalzos la intimidad, la cama la vida conyugal, los frutos en la ventana los alimentos compartidos; la luz entra por la ventana de la izquierda e ilumina a los dos esposos; la lámpara es extraordinaria y el espejo, en el que aparece el propio pintor, nos da la visión completa de la estancia. El Matrimonio Arnolfini, detalle Giovanni toma la mano de Giovanna con lo que se promete a su novia; las manos juntas indican la unión de dos personas en una sola carne. Giovanni levanta su mano derecha representa un juramento sagrado. Giovanna pone su mano izquierda en el vientre, sugiriendo fertilidad. El vestido de Giovanna es verde, color de la fertilidad en aquella época. El Matrimonio Arnolfini, detalle El pequeño espejo rodeado de medallones con escenas de la Pasión es una costumbre de la Edad Media y también un símbolo de la Virgen: en calidad de speculum sine macula (espejo sin mancha), simboliza la virginidad y la pureza de la madre de Dios. Los hermanos van Eyck representados en el espejo son los testigos de la boda. La firma sobre el espejo es otro testimonio de la presencia de los testigos a la vez que la firma del cuadro. El Matrimonio Arnolfini, detalle Los zuecos de madera, colocados con aparente descuido en la esquina inferior izquierda del cuadro, pueden indicar la sacralidad del momento y del lugar del vínculo matrimonial, tal como se sugiere en el tercer libro del Pentateuco de Moisés. La Virgen del Canciller Rolín, de Jan Van Eyck Jan van Eyck introduce una nueva iconografía, la Virgen en lugar de estar entronizada en el centro aparece en una posición lateral, compartiendo a partes iguales con el donante la totalidad del campo con positivo del cuadro El cortesano Nicolas Rolín financió esta obra para la catedral de Autun. El canciller aparece arrodillado ante una Virgen monumental, con su Hijo sentado en las rodillas. Mientras que sobre el canciller aparecen alusiones a la propensión humana al pecado, sobre la Virgen figuran símbolos de la justicia. Las arcadas del templo de los cielos dan al jardín del paraíso y aun paisaje muy minucioso, que incluso en el horizonte más lejano muestra pequeños detalles. Virgen del Canónigo Van der Paele, de Jan Van Eyck 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Evolución de la pintura flamenca Robert Campin tiene un estilo más gótico que los Van Eyck, como queda de manifiesto en la deliciosa Santa Bárbara del Museo del Prado. 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Evolución de la pintura flamenca Roger Van der Weyden, discípulo de Campin, concibe las figuras con sentido escultórico en contraste con el escaso interés que muestra por los fondos espaciales, en los que emplea con frecuencia el oro. El Descendimiento del Museo del Prado es un excepcional ejemplo de sus composiciones cuidadosamente elaboradas y de sus figuras de intenso sentido dramático. La obra más monumental de Van der Weyden es el políptico del Juicio Final. El Descendimiento, de Van der Weyden La obra trata un tema religioso, en concreto, cuando están bajando a Cristo de la cruz tras haber fallecido. La escena plasma el fragmento de la Biblia que se encuentra en el evangelio según San Juan 19, 25-40: “junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo más querido, dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. El Descendimiento, de Van der Weyden Desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa. [...] José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero en secreto, por miedo a los judíos, pidió a Pilatos la autorización para retirar el cuerpo de Jesús y Pilatos se la concedió. Fue y retiró el cuerpo de Jesús. También fue Nicodemo, aquel que había ido de noche a ver a Jesús, llevando como cien libras de mirra perfumada y áloe. Envolvieron el cuerpo de Jesús en lienzos perfumados con aquella mezcla de aromas, según la costumbre de enterrar a los judíos”. El Descendimiento, de Van der Weyden Llama la atención el cuidadoso estudio de la composición de un numeroso grupo de figuras alojadas en un reducido y corto espacio; el conjunto parece cerrada por dos paréntesis, a la izquierda San Juan y a la derecha María Magdalena, sirviendo de eje la cruz y de centro de la composición las dos figuras paralelas, dispuestas en diagonal, de Cristo y María; el sentimiento de drama, y de contenida tristeza en el rostro de los personajes consagra a Weyden como uno de los pintores más trágicos de la escuela flamenca. El Descendimiento, de Van der Weyden El Descendimiento, de Van der Weyden 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Evolución de la pintura flamenca Es frecuente hablar de dos generaciones de pintores: Con Joachim Patinir una de las características más relevantes es el especial protagonismo que concede al paisaje en sus composiciones; el argumento y las figuras de sus cuadros resultan accesorios, son un mero pretexto para desarrollar sus luminosos fondos y sus amplias y bellas panorámicas. Entre sus obras destacan El descanso en la Huida a Egipto, de temática religiosa, aunque excusa de un estupendo marco paisajístico; y La Laguna Estigia, de idénticas características, aunque combinando motivos cristianos y paganos. La Laguna Estigia, de Patinir El tema principal de la obra de Patinir no es la figura humana, sino el paisaje. A la izquierda ha situado el artista los Campos Elíseos, poblados por figuras de ángeles y construcciones de naturaleza cristalina; queda el Tártaro al otro lado, bien guardado su acceso por el Cancerbero. Caronte surca con su embarcación las aguas de la laguna, llevando al infierno el alma de un difunto. El conjunto, cuyo análisis en detalle revela los primores de su ejecución, ofrece además un concepto cromático muy personal que comporta una curiosa oposición y gradación de colores de gamas frías. La Laguna Estigia, de Patinir 4.3. Los primitivos flamencos (siglo XV) Evolución de la pintura flamenca Es frecuente hablar de dos generaciones de pintores: El más importante de este segundo grupo fue El Bosco (14501516). Aunque fue un creador original, de imaginación desbordante, enlaza con las tradiciones medievales. Sus temas iconográficos, llenos de seres fantásticos, cuya apariencia irreal anticipa el surrealismo, son deudores de los bestiarios. Era un técnico formidable de colorido delicado y cuidadosa ejecución. Los temas moralizadores, apoyados en figuras caricaturescas y seres monstruosos, le sirven para hacer crítica religiosa y social. En el Museo del Prado se encuentran la mesa de los Pecados Capitales, el tríptico del Carro de Heno y el tríptico del Jardín de las Delicias. Los siete pecados capitales, de El Bosco Esta tabla, concebida como tablero de mesa, se caracteriza por una tipología y una composición únicas. En el círculo central se muestran los siete pecados capitales, ilustrados con gran viveza por medio de pequeñas escenas de género. Las imágenes, rotuladas con títulos latinos, simbolizan, en el sentido de las agujas del reloj: la gula, la pereza, la lujuria, la soberbia, la ira (abajo), la envidia, y finalmente la avaricia. En el centro aparece Cristo. Los siete pecados capitales, de El Bosco La representación en forma de ojo, así como las inscripciones, recuerdan que nada escapa al ojo divino. Los cuatro medallones exteriores describen las llamadas postrimerías: la muerte, el juicio universal, el infierno y el cielo. El Jardín de las Delicias, de El Bosco Esta es la pintura más famosa, la más estudiada, y también la más enigmática y difícil de interpretar de las que pintó El Bosco; en la tabla de la izquierda se presenta la creación del hombre; en la central los placeres y pecados del mundo; y el castigo infernal a todos esos pecados en la de la derecha; se considera una sátira moralizante sobre el destino de la naturaleza humana. El Carro del Heno, de El Bosco El tema del tríptico es el destino del hombre, que oscila entre el paraíso (tabla izquierda) y el infierno (tabla derecha). La tabla central representa el tiempo presente y está dedicada a las vanidades del mundo, perseguidas por los civiles y por los eclesiásticos. En el centro figura el carro de heno, símbolo de los bienes del mundo, tirado por las fuerzas animalescas hacia la derecha, donde espera el castigo a los pecadores, por su poca fe. El tema alude a un versículo de Isaías: “Toda carne es como el heno y todo esplendor como la flor de los campos, el heno se seca, la flor se cae”. El Carro del Heno, de El Bosco Por tanto estamos ante una alegoría de lo efímero de los bienes y placeres materiales y de lo pasajero de todo lo de este mundo; a la felicidad terrenal y material, representada por el carro, quieren subirse todas las clases sociales, reyes y obispos, pueblo llano; a los pies del carro vemos los pecados capitales; la riqueza de detalles es sobrecogedora. Pervivencia del estilo flamenco En la segunda generación de pintores flamencos, que se extiende a lo largo de la segunda mitad del siglo XV y principios del siglo XVI, destacan pintores como: Memling, Gerad David, y El Bosco. Esta segunda generación es contemporánea ya del Renacimiento, pero su estilo y temas todavía están más cerca de la generación anterior que de lo que se está haciendo en Italia. El Bosco, El carro de heno (1500-02) Óleo sobre panel, 135 x 100 cm Museo del Prado, Madrid