Página 1 de 3 INFORMACIÓN Temas, artículos,notasynoticiasdeinteréscorporativo Gentileza de Link Consultores Empresariales Página 2 de 3 Nuevos documentos de interés · * (ver notas al pie 1 y 2) Cualquier tema que resulte de su interés puede consultarlo complementariamente en nuestras oficinas o coordinar una reunión para verlo con nuestros consultores. * Individualmente, puede consultarlos siguiendo cada uno de sus vínculos LA DEFRAUDACIÓN, UN ILÍCITO TRIBUTARIO QUE EN ESTOS DÍAS ESTÁ EN LA PRENSA Para imputarse defraudación debe probarse la conducta y la intención de defraudar, presumiéndose dicha intención en determinados supuestos establecidos legalmente. Introducción: infracción e ilícito penal Coexisten en el ordenamiento jurídico nacional la infracción de defraudación prevista en el artículo 96 del Código Tributario y el delito de defraudación regulado por el artículo 110 del mismo cuerpo normativo. Las similitudes existentes entre ambas figuras son innegables. No obstante, mientras en la infracción la sanción es de carácter pecuniario, el delito prevé sanciones privativas de libertad, que pueden ir hasta los seis años de penitenciaría. El presente trabajo se centra en la figura de la infracción tributaria, a la cual le son aplicables los mismos principios y limitaciones del Derecho Penal, por tratarse en ambos casos de una manifestación del poder punitivo de Estado. La infracción de defraudación (art. 96 CT) La defraudación consiste en todo acto fraudulento realizado por el contribuyente con la intención de obtener para sí o para un tercero, un enriquecimiento indebido a expensas de los derechos del Estado. El mismo artículo 96 CT conceptualiza el fraude como todo engaño u ocultación que induzca o sea susceptible de inducir a los funcionarios de la Administración Fiscal a reclamar o aceptar importes menores a los que correspondan, o a otorgar franquicias indebidas. De la normativa se desprende dos grandes cuestiones que conviene al contribuyente conocer (entre otras tantas que no serán objeto de desarrollo en esta oportunidad): En primer lugar, no debe confundirse defraudación con la mera omisión en el pago de impuestos. La defraudación requiere una conducta activa por parte del contribuyente, la realización de maniobras para engañar al fisco y así pagar menos. 1 Somos equipo! Estamos atentos a sus necesidades. Ninguno de Nosotros es Mejor que Todos Nosotros Juntos 2 Nota de referencia institucional: Blog: Cartelera: Revista … Artículos Eventos http://blogs.montevideo.com.uy/bloghome_21003_1_1.html http://linkconsultores.com.uy/index.php/servicios/cartelera http://linkconsultores.com.uy/index.php/publicaciones/linkempresarial http://linkconsultores.com.uy/index.php/publicaciones/articulos-de-interes http://linkconsultores.com.uy/index.php/eventos Página 3 de 3 Pero no todo engaño constituye infracción de defraudación. Se trata de un engaño calificado, que requiere aptitud del medio escogido para poder logar la finalidad de obtener un enriquecimiento indebido a expensas de los derechos del Estado, y que no abarca el error en el que incurre el funcionario fiscal por no actuar con la diligencia debida. Como lo ha señalado el Tribunal de lo Contencioso Administrativo en oportunidad de revisar resoluciones de la administración tributaria impugnadas por los contribuyentes, el engaño debe tener cierta trascendencia, debe ser idóneo para inducir a los funcionarios de la administración tributaria en error. En segundo lugar, para que haya defraudación deben verificarse tanto la ocultación y engaño que requiere la norma legal, como también el aspecto subjetivo, dado por la intención del contribuyente de realizar esa conducta, la intención de inducir en engaño a la administración. El Código Tributario establece presunciones de la intención de defraudar que constituyen lo que técnicamente se conoce como presunciones simples, es decir, admiten prueba en contrario por parte del contribuyente. Entre esas presunciones se encuentra, a vía de ejemplo, la verificación de una contradicción evidente entre las declaraciones juradas presentadas por el contribuyente y la documentación en base a la cual éstas fueron formuladas; la exclusión de bienes que impliquen una disminución de la materia imponible; el incumplimiento de la obligación de llevar o exhibir libros y documentación; o la existencia de dos o más juegos de libros para una misma contabilidad con dos asientos, por mencionar algunas. Existe una inversión en la carga de la prueba. Siendo de regla que la Administración es quien debe aportar prueba fehaciente de la existencia de la defraudación y de la intención de defraudar, verificada la existencia de una de las referidas hipótesis, la carga de la prueba pasa al contribuyente, quien deberá probar la inexistencia del dolo de defraudar. Asimismo, en muchos casos la administración considera que existe defraudación al verificarse alguna de dichas presunciones, lo que no se ajusta a la normativa legal, que exige que además se pruebe que se verificó la ocultación o engaño, ya que la defraudación es un ilícito que requiere de ambos elementos (la ocultación o engaño (fraude) y la intención. Cabe culminar señalando los problemas prácticos que ocasiona al contribuyente probar un hecho negativo como es la inexistencia de la intención de defraudar, lo que es necesario si quiere destruir la presunción de dicha intención. Es por ello que en el ámbito del derecho punitivo resultan cuestionables todas las presunciones, aún las simples, dada la dificultad natural de probar algo que no ocurrió. Sin perjuicio de ello, existen dichas presunciones, y por ello es muy importante controlar la contabilidad y documentación, para evitar inconvenientes futuros en el marco de una inspección. Fuente boletín Kpmg 526 el 26 de abril de 2013