Dossier sobre la Tasa Tobin

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Attac Moselle (Francia)
Traducción por Iniciativa Socialista
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inisoc@inisoc.org
¿Qué es la tasa Tobin?
Este documento, elaborado por Fabienne Dourson para ATTAC-Moselle, es una síntesis realizada a partir de diversos textos sobre
el tema, citados en la bibliografía. Más que un artículo, es un material de trabajo de gran utilidad.
En el preciso momento en que se derrumbaba el sistema monetario internacional surgido de los acuerdos de
Bretton Woods, James Tobin, un profesor americano de la Universidad de Yale, imagina una herramienta de
lucha contra la especulación financiera, denominada desde entonces “tasa Tobin” (Tobin Tax). En 1972,
durante un coloquio, este universitario keynesiano, premio Nobel de Economía en 1981, presenta por primera
vez su idea de crear un impuesto sobre todas las transacciones de cambio de divisas, “echando un grano de
arena” en estos mecanismos, para desalentar “las especulaciones que hacen viaje de ida y vuelta en pocas
semanas”.
1. La situación actual
En un reciente informe, la OCDE dice con cinismo: “Dada la creciente movilidad internacional de las inversiones financieras, se
puede hacer necesario disminuir la fiscalidad sobre las rentas del capital. Así, la mayor parte de la carga impositiva recaerá sobre el
trabajo, que es menos móvil”(1).
1.1 Una sucesión de decisiones desde los años 70
La liberalización y la desreglamentación son opciones tomadas
por los gobiernos de los países más ricos, impuestas
progresivamente a todo el planeta, bajo la presión del Fondo
Monetario Internacional (FMI).
- Abandono, por decisión unilateral de EE.UU., del sistema de
cambios fijos (1971) y adopción de un sistema de cambios
flotantes (1973).
- Fin de los controles sobre los movimientos de capitales:
Reino Unido (1979), después EE.UU. y más tarde Europa
continental.
- Liberalización y desreglamentación de los mercados de
obligaciones y acciones (años 80, varias etapas y diferentes
ritmos en los países de la OCDE).
- Extensión de estas modalidades en los países “en transición”
del Este europeo y de la antigua URSS, así como en los
“Nuevos países industrializados”.
1.2 Hegemonía de las finanzas y movilidad de
capitales
Diariamente, alrededor de billón y medio de dólares van y
vienen repetidamente, especulando sobre las variaciones en la
cotización de las divisas. Esta inestabilidad de los cambios es
una de las causas del alza de los intereses reales, que frena el
consumo doméstico y las inversiones de las empresas.
También profundiza los déficits públicos e incita a los fondos
de pensiones, que manejan cientos de miles de millones de
dólares, a reclamar dividendos más elevados a las empresas. Las
primeras víctimas de esta partida de caza en pos de la ganancia
son los asalariados, cuyos despidos en masa hacen subir la
cotización bursátil de sus ex-empleadores(4).
Para comprender la dimensión de estos movimientos, es
preciso tener en cuenta que el PIB francés se eleva a 8 billones
de francos anuales, alrededor de 1,4 billones de dólares; que el
montante total del comercio de bienes y servicios de 1995
equivale a tres días y medio de transacciones sobre el mercado
de cambios (1); que las exportaciones mundiales, incluidos
todos los productos, alcanzan cinco billones de dólares anuales
(9); que las reservas de cambio del G7 (siete países más
industrializados) son solamente medio billón de dólares (10);
que las reservas de cambio de todos los bancos centrales del
planeta sólo llegan hasta 1,2 billones de dólares (5). Esta
última cantidad demuestra que los especuladores institucionales
(*) detentan un poder muy superior al de los agentes emisores,
incapaces ya de luchar, individual o colectivamente, contra la
especulación. Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal
de EE.UU., ha reconocido que “la eficacia de los mercados
financieros permite transmitir los errores mucho más deprisa de
lo que habría podido sospecharse hace solamente una
generación”. La velocidad y el volumen de los cambios
previstos se ha multiplicado por diez desde 1987, por lo que los
riesgos de inestabilidad financiera han aumentado mucho, en un
mundo donde las economías nacionales se encuentran cada vez
más vinculadas entre sí a través de una red de transacciones
comerciales y financieras (5).
“Solamente una fracción ínfima de las operaciones, estimada
entre el 3% y el 8%, tiene como objetivo cerrar transacciones
comerciales internacionales o vehiculizar transferencias de
capitales destinadas a inversiones productivas [...]. Un 80% de
las transacciones corresponden a idas y vueltas de duración
inferior a una semana laborable [...], pero muchas operaciones
de compra y venta se realizan en plazos aún más cortos” (1).
Desde hace diez años, se ha producido una concentración masiva
del poder financiero. El “especulador institucional” ha surgido
como poderoso actor, capaz de imponerse sobre los intereses de
tipo más tradicional, ligados, por ejemplo, a una actividad
¿Qué es la tasa Tobin? - Attac Moselle - 1
productiva. Gracias a diversos instrumentos, estos
especuladores institucionales pueden apropiarse de una parte de
la riqueza generada por los productores de bienes y servicios.
Actualmente, son ellos quienes dictan frecuentemente la suerte
de las empresas de Wall Street. Desvinculados de la economía
real, pueden, sin embargo, precipitar la quiebra de grandes
empresas industriales (5).
1.3 Disparidades e inestabilidad crecientes
Desde el final de la convertibilidad del dólar en oro, decidida por
Nixon en 1971, y desde la liberalización generalizada de los
movimientos de capitales -1974 en EE.UU., a partir de 1990
en el conjunto de la Comunidad Europea-, el mundo vive en
una total inestabilidad monetaria. Se ha desarrollado una
economía financiera puramente especulativa, cada vez más
disociada -o directamente hostil- de la economía real y de una
verdadera cultura industrial. El objetivo de conseguir
rentabilidad a corto plazo provoca crisis de sobreproducción
(industria del automóvil, electrónica, informática) en un lugar,
penurias (vivienda, educación, alimentación) en otro, así como
caídas de la productividad en muchos sectores (cereales básicos,
sistemas informáticos, etc.) (6).
La reestructuración mundial de las instituciones y de los
mercados financieros ha acelerado la acumulación de enormes
riquezas privadas, frecuentemente fruto de transacciones
especulativas. El “club de los kilomillonarios (**) del planeta”
cuenta con 450 miembros y posee una fortuna muy superior al
Producto Nacional Bruto acumulado de los países pobres, en
los que vive el 56% de la humanidad. A la vez, los ingresos de
la masa de productores de bienes y servicios -o sea, el nivel de
vida de la mayor parte de los asalariados- continúan
descendiendo, los programas colectivos de salud y educación
son revisados a la baja, la desigualdad crece. Según la
Organización Internacional del Trabajo, el paro afecta a cerca de
mil millones de personas en el mundo, alrededor de un tercio de
la población activa. Pues, dejando de lado la euforia
mundializante, el estancamiento es lo que, desde el krach de
1987, define mejor la situación de todas las regiones del
planeta. Se ha producido una contracción del poder de compra
mundial. Con excepción del floreciente mercado de los
productos de lujo, destinado al segmento socioeconómico más
favorecido, la aparición de nuevas empresas en el sector de
bienes de consumo corrientes es algo cada vez más raro. El
despegue de los valores bursátiles no tiene, pues, relación con
los movimientos de la economía real. Sin embargo, los
mercados financieros no pueden “vivir su vida indefinidamente”.
Pero cuando caen las cotizaciones, lo que se hunde o desaparece
sin previo aviso son los ahorros destinados a financiar una
jubilación, una educación o cualquier riesgo imprevisto (5).
2. Objetivos y efectos
Para Tobin y los economistas que han apoyado su propuesta,
el principal efecto y la principal ventaja de este filtro sería
devolver a las políticas monetarias nacionales un poco de la
autonomía que han perdido ante los mercados financieros. Este
impuesto permitiría, dentro de ciertos límites, sustraer la
determinación de las tasas de interés nacionales a la necesidad
de defender la paridad de la moneda. El segundo efecto de la tasa
Tobin sería crear una forma de impuesto sobre el capital que
tendría la ventaja, sobre todas las demás, de ser uniforme a
escala mundial (1).
Combatir en favor de la tributación de las transacciones en el
mercado de cambios, es afirmar la necesidad de desmantelar el
poder de las finanzas y de restablecer una reglamentación
pública internacional. Gravar fiscalmente a las operaciones de
cambio para penalizar la especulación y controlar los
movimientos de capitales a corto plazo, permitiría dirigir una
fuerte advertencia política a los principales actores económicos.
Así, se afirmaría que el interés general debe prevalecer sobre
los intereses particulares, y las necesidades del desarrollo deben
hacerlo sobre la especulación internacional (1).
2.2 Los efectos esperados y sus límites
La tributación de las operaciones de cambio podría jugar un
doble papel. Por una parte, frenar la movilidad de los capitales
y reducir la inestabilidad monetaria internacional. Por otra
parte, crear un mecanismo de financiación que podría servir para
sanear la situación financiera internacional. Con un volumen de
operaciones en el mercado de cambios de 1,6 billones de dólares
por día laborable, unos 380,9 billones al año, una tasa del
0,1% procuraría 230.000 millones de dólares anuales, recursos
que podrían dedicarse a un fondo de desarrollo en beneficio de
los países del Sur y del Este(2).
Los límites de la tasa y su carácter de primer paso derivan de
que las monedas y los efectos monetarios a muy corto plazo (es
decir, los recursos líquidos) solamente son una de las tres
principales formas de los activos que constituyen la cartera de
los grandes inversores financieros: la moneda y los efectos
monetarios, las obligaciones (particularmente, las emitidas por
el Tesoro, esto es, la deuda pública) y las acciones(3).
3. La tasa Tobin, una herramienta entre otras
3.1 El principio de la tasa Tobin
La idea es crear un impuesto sobre las operaciones de cambio,
para frenar el paso de una moneda a otra y para, recuperando la
expresión de Tobin, “echar arena en los engranajes demasiado
bien engrasados” de los mercados monetarios y financieros
internacionales. La tasa debe ser baja, para penalizar solamente
las operaciones puramente especulativas de ida y vuelta a muy
corto plazo entre monedas, y no a las inversiones.
Supongamos, por ejemplo, que una tasa de un 0,1% se aplique
sobre toda operación de cambio y que el especulador tenga un
horizonte mensual. Como cada transacción destinada a obtener
una ganancia de cambio implica una ida y vuelta entre dos
monedas (dos operaciones de cambio), para que la operación sea
ventajosa el especulador debe esperar un rendimiento superior a
un 0,2% durante ese mes(2) [en caso contrario, la ganancia
obtenida con la especulación quedará absorbida por la tasa]. El
razonamiento sigue siendo el mismo si el horizonte
especulativo es un día (lo que es frecuente). Dicho de otra
forma, con una tasa del 0,1% la mayor parte de estos arbitrajes
¿Qué es la tasa Tobin? - Attac Moselle - 2
especulativos a corto plazo serían desincentivados, por deber
tributar en cada movimiento, mientras que las operaciones a
más largo plazo (un año o más) no serían tan perjudicadas, ya
que sólo tributarían al principio y al final de la operación.
3.2 Otros medios de acción (desarrollos
posteriores)
Otra posible tasa sobre el capital es el impuesto sobre las
inversiones directas en el extranjero (IDE): inversiones en
bienes inmobiliarios, sus equipamientos y las tecnologías
asociadas. Su articulación con la tasa Tobin está clara: si la
riqueza es absorbida por las transacciones financieras y las
inversiones directas son despreciadas, entonces las naciones se
exponen al riesgo que definía Keynes en los años 30, cuando
escribía que “no puede esperarse nada bueno de una situación
(...) en la que el desarrollo de un país se convierte en
subproducto de las actividades de un casino”. Tradicionalmente,
el impuesto sobre sociedades se aplica sobre los beneficios, lo
que ha sido eficaz durante varias décadas desde el final de la
Segunda Guerra Mundial, y ha permitido que los gobiernos
obtengan ingresos fiscales sustanciales. Pero hoy la
mundialización y la volatidad de los capitales han hecho
extremadamente difícil su recaudación(3).
- Un impuesto sobre las IDE debería contrarrestar tanto la
evasión fiscal derivada de la movilidad de capitales como la
erosión de los derechos fundamentales de los trabajadores en los
países que los acogen, sin privar a los países pobres del flujo
de inversiones ni imponer a las empresas en qué países deben
invertir. Esta tasa sería aplicable a todas las inversiones
directas, tanto en los países ricos como en los países pobres.
La tasa sería indexada según un baremo realizado por la OIT,
que tendría en cuenta el respeto de los derechos fundamentales
de los trabajadores (derechos sindicales, trabajo infantil, etc.),
pero no el nivel salarial. Los criterios para medir el respeto de
estos derechos podrían variar según el nivel de desarrollo. El
mensaje a las transnacionales sería claro: pueden invertir donde
quieran, pero tendrán que pagar mayores impuestos si eligen
hacerlo en los países donde menos se respeten los derechos
sociales(3).
- Otro aspecto de una reestructuración de los impuestos sobre el
capital: poner fin a la manipulación de los precios de
transferencia [facturación interna de un grupo que le permite
minimizar los beneficios donde deben pagar más impuestos, y
recíprocamente], calculando los beneficios de una manera nueva
e identificando los lugares donde son gravables. Esto podría
lograrse con un método que se inspira en la tasa unitaria
(unitary tax) existente en Estados Unidos. Se apoyaría sobre
categorías contables conocidas y difíciles de esquivar: beneficios
mundiales consolidados, facturación mundial consolidada y
facturación en un país dado. Para evaluar la base tributaria, se
obtendría la proporción entre la facturación nacional de una
empresa y su facturación mundial, aplicando el porcentaje así
obtenido a los beneficios mundiales consolidados, lo que nos
daría los beneficios imponibles en un país determinado.
Por ejemplo, supongamos que la multinacional Nike obtiene
1.000 millones de dólares de beneficio mundial consolidado. El
40% de su facturación proviene de los Estados Unidos. Por
tanto, a efectos fiscales, se consideraría que ha obtenido en
Estados Unidos un beneficio de 400 millones de dólares. La
ventaja de esta tasa unitaria es que resuelve el problema del
precio de transferencia y que es fácil de calcular y de cobrar,
siendo limitadas las posibilidades de evasión fiscal. Esta tasa
implica tanto al Norte como al Sur, y reduce las presiones que
sufren los países del Tercer Mundo para convertirse en paraísos
fiscales (3).
4. Los argumentos de los adversarios de la tasa Tobin
Aunque la tasa Tobin no puede considerase como una medida
radical, no suscita el entusiasmo de los gobiernos
socialdemócratas, actualmente en el poder en Europa, que, sin
embargo, deberían ser partidarios de ella.
4.1 El argumento teórico: el funcionamiento
actual es deseable
El régimen de cambios flotantes se apoya sobre mecanismos de
mercado en los que las decisiones de los participantes serían el
resultado de algunos parámetros “fundamentales” (tasa de
inflación, déficit presupuestario, deuda pública, balanza
comercial). Sin embargo, los criterios “esenciales”
corresponden a una óptica liberal y, además, los operadores
actúan frecuentemente en función de otros criterios, ligados a
las monedas en tanto que activos financieros. Por ese motivo,
el dólar goza, en casi todas las circunstancias, de una cotización
favorable que no siempre está justificada por el estudio de los
parámetros “fundamentales” de la economía. Le Monde del
12/10/1998 informaba de las palabras de Olivier Davanne
(encargado de un informe por parte de Lionel Jospin) que van
en ese sentido: “Lo que marca el funcionamiento actual de los
mercados es el muy corto horizonte de los inversores, del que
resultan demasiado frecuentemente comportamientos gregarios
[...] En definitiva, hay que admitir que la capacidad de los
mercados para analizar los parámetros fundamentales
económicos y financieros es muy limitada”.
El mercado sería autorregulador y optimizaría la utilización de
los recursos materiales, inmateriales y humanos del planeta: “el
mejor recurso, llegado del mejor lugar, para el mejor producto,
en el mejor mercado y en el mejor momento para el mejor
consumidor”. Sin embargo, hoy en día ningún economista
serio puede atribuir esas propiedades al mercado (7).
4.2 El argumento técnico: es irrealizable
En el contexto actual, la tasa Tobin puede parecer utópica. Sus
detractores dicen que sería esquivada y que sólo sería eficaz si
fuese adoptada por toda la comunidad financiera internacional.
Estas objeciones deben relativizarse. ¿Hay que renunciar a los
impuestos por el hecho de que toda carga tributaria sea objeto
de evasión fiscal? De hecho, la aplicación de esta medida
simbólica [pero no exclusivamente simbólica], que no bastaría
por sí sola para atajar la inestabilidad monetaria, es ante todo
una cuestión de voluntad política de los Estados, tanto más por
estar concentradas las operaciones de cambio sobre un limitado
número de plazas financieras. Un complemento a la tasa Tobin
podría tomar la forma de medidas de control sobre la entrada de
capitales, como las practicadas por Chile y Colombia (2).
En 1998, más de dos tercios del mercado estaba concentrado en
Londres (32%), New York (18%), Tokio (8%), Francfort (5%)
y París (4%), llegando al 82% de las operaciones si añadimos
otras tres plazas más: Singapur (7%), Hong-Kong (4%) y
Zurich (4%). Un pequeño número de sociedades especializadas
¿Qué es la tasa Tobin? - Attac Moselle - 3
aseguran técnicamente la interconexión mundial [...] En
consecuencia, esta concentración haría técnicamente posible el
cobro de esta tasa, lo que desvela el carácter esencialmente
político de las objeciones hechas a la propuesta (1).
4.3 El producto del impuesto
El producto de la tasa Tobin dependería de la magnitud de la
tasa -entre el 1% y el 0,1%, según las diversas propuestas- y de
la importancia de los movimientos de capitales que la tasa
debe, precisamente, reducir: de 100.000 a 720.000 millones de
dólares. Con una tasa de 0,25%, se recaudarán cerca de 290.000
millones de dólares; al 0,1%, generaría 166.000 millones de
dólares al año; incluso con una tasa tan baja como el 0,05%, la
recaudación sería de unos 100.000 millones de dólares. Claro
está que hay una fuerte carga de incertidumbre en estas cifras,
pues, por definición, el montante total de las operaciones de
cambio debería bajar. Falta por saber en qué proporciones (8).
Tanto la recepción como la utilización del producto de la tasa es
un debate político importante al que hay que dar respuesta. Si
bien la Banca Mundial y el FMI deberían ser descartados, por su
subordinación a EE.UU. y por su liberalismo, numerosos
interrogantes muy concretos merecen la reflexión de todos y
todas.
¿Quién percibirá la tasa Tobin? ¿Un organismo internacional?
¿Los Estados donde se desarrollan las operaciones? ¿Quién
controlará la recepción y cobro de la tasa Tobin? ¿Quién
decidirá el reparto? Estas “pequeñas” interrogantes quedan
sometidas a la reflexión de cada cual [seminario internacional de
ATTAC, 25/01/99].
Conclusión
Los tres impuestos - tasa Tobin, impuesto sobre las IDE e impuesto unitario sobre beneficios - constituyen un mosaico en el que
pueden apoyarse las opiniones que aspiran a más justicia e igualdad. Las “élites” utilizan la modernización y la mundialización
para atacar a los sistemas de seguridad social, a los pobres de los países desarrollados y a los aún más pobres de los países en
desarrollo. Ha llegado el momento de demostrarles que las fuerzas que les oponen resistencia también saben utilizar las mismas
armas de la modernización y la mundialización (3).
Una acción resulta sobre el mercado de cambios abriría una brecha en el fatalismo aún demasiado extendido en cuanto al carácter
pretendidamente “irreversible” del actual estado de cosas [seminario internacional de ATTAC, 25/01/99].
(*) “Especuladores institucionales” : bancos, aseguradoras, fondos de pensiones, fondos especulativos (Hedge Funds), denominados
“inversores institucionales” (zinzins, en la jerga económica).
(**) N.T.: El original francés usa el término milliardaires. En francés milliard quiere decir mil millones, así que el texto habla de
poseedores de miles de millones. Aunque el término millardo (mil millones) está reconocido por la Real Academia, hemos
preferido utilizar la expresión kilomillonarios a algún forzado derivado de millardo.
BIBLIOGRAFÍA Y ACLARACIONES
(1) François Chesnais, “Tobin or notTobin : une taxe internationale sur le capital”. L'esprit Frappeur n° 42
(2) Dominique Plihon, “Les taux de change” (p. 108), Collection Repères, éd. la Découverte (Principe de la taxe, rôles, faisabilité)
(3) M. Wachtel, “Trois taxes globales pour maîtriser la spéculation” - Le Monde Diplomatique, 10/1998, p. 20
(4) Ignacio Ramonet, “Désarmer les marchés” - Le Monde Diplomatique, 12/1997, p. 1
(5) Michel Chossudovsky, “Une frénésie spéculative qui ébranle les économies réelles” - Le Monde Diplomatique, 12/1997, p. 13
(6) Riccardo Petrella, “Une machine infernale” - Débat public, 5/1997
(7) Bernard Maris, “Lettre ouverte aux gouroux de l'économie qui nous prennent pour des imbéciles” - Albin Michel, 1999
(8) Ibrahim Warde, "Le projet de taxe Tobin, bête noire des spéculateurs, cible des censeurs" - Le Monde Diplomatique,2/1997, p.
24
(9) Le Monde, 12 mai 1999, Enquête de la BRI.
(10) CEPII, "L'économie mondiale 1999" - Coll. Repères, éd. la Découverte.
(11) Christian De Brie, "Taxer les revenus financiers" - Le Monde Diplomatique, 2/1996, p. 17 (Privilèges fiscaux)
Observación : La sintesis francesa comporta un léxico no traducido.
Fabienne Dourson, Attac Moselle, Francia
Traducción por Iniciativa Socialista
“Nos lo grato disponer de este traducción en español para introducirla en el sitio ATTAC
con el fin de que todos los hispanohablantes puedan consultarla o utilizarla traducida”
Attac Moselle
¿Qué es la tasa Tobin? - Attac Moselle - 4
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