LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA PARA ALCANZAR EL DESARROLLO LATINOAMERICANO O UN NUEVO PARADIGMA EMANCIPATORIO I. INTRODUCCION Los recientes acontecimientos mundiales: "caída del Muro de Berlín", guerra del Golfo Pérsico, nueva Federación de Repúblicas Socialistas, creación de un mercado único capitalista mundial, etc; tienen como correspondencia en la teoría social el planteamiento de la crisis de paradigmas que llevada por Kuhn (1962) de las ciencias naturales a las sociales, se acepta sin discusión. Se presenta entonces la sustitución de un paradigma hegemónico (en éste caso se alude al marxismo) por la aparición de "nuevos paradigmas". Fin de las ideologías, de la historia, de las utopías y de todo aquello que el postmodernismo decreta como cancelado mediante una prueba irrefutable: "las profecías no se cumplieron". Trabajo presentado en el Seminario 'Implicaciones Socio-Económicas de las Nuevas Tecnologías': Diciembre, 1991. Desde un marxismo crítico queremos rescatar la pertinencia del paradigma (en la acepción Kuhniana ejemplarizante) marxista y más concretamente del materialismo histórico, aclarando que en las ciencias sociales europeas, norteamericanas y latinoamericanas, el paradigma marxista no ha ejercido ninguna hegemonía, que la "caida del stalinismo" como proyecto y acción política no debe presentarse como finalización del marxismo y que en las ciencias sociales a la luz de determinados acontecimientos históricos, los paradigmas existentes que comparten un espacio pluriparadigmático [para diferenciarnos de Kuhn (1962)] son igualmente susceptibles de atravesar momentos de auge, moda, redefinición, etc. Significa entonces que un trabajo profundo de autocrítica y reflexión al interior del marxismo, tiene vigencia y debemos hacer un esfuerzo por clarificar las ambigüedades conceptuales y categoriales; simultáneamente, mostrar en forma explícita y a partir de análisis de contradicciones, las realidades económico-sociales latinoamericanas y acompañarlo del estudio específico y particular del estado del pensamiento social que se ocupe de las mismas. No podía extrañarnos entonces que los estudios latinoamericanos respondieran fundamentalmente a esquemas teóricos de repetición de autores europeos y norteamericanos. Así, los trabajos propios de la esfera productiva o no se profundizaban o aparecían como ejemplos de la teoría. Si aceptamos con Perry Anderson (1983/86) que la crisis ha sido del marxismo latino porque se privilegió el estudio del marxismo teórico y se descuidó el estudio de las economías particulares para concluir en el proyecto político del eurocomunismo y los trabajos de Mandel (1972/ 80) acerca del capitalismo tardío que ya avizoraban el fracaso stalinista no se difundieron de la misma manera que se opacó la producción marxista del mundo anglosajón. En los ambientes latinoamericanos se propagó la producción del materialismo dialéctico (Althusser, por ejemplo) en desmedro del materialismo histórico.. En esta suerte de pensamiento social latinoamericano de postguerra, incursiona la CEPAL con Raúl Prebish (1952) como precursor, presentando una teoría de corte desarrollista que suponía a toda costa la posibilidad efectiva para los países latinoamericanos, de alcanzar el desarrollo. La corriente dependentista, además de profundizar la dependencia económica latinoamericana supeditaba su independencia a la derrota del capitalismo a nivel internacional. El modelo económico que sirvió de base para la discusión fue el de la "industrialización por sustitución de importaciones". A nivel de la situación económico-social y luego de tres décadas de pensamiento social latinoamericano, las constataciones de hecho no pueden ser más adversas: no se produjo la industrialización planteada, la marginalidad que se estudiaba corresponde en la actualidad a la Informalidad, la deuda externa, la inflación y la pobreza crítica caracterizan una situación distinta a la teorizada. Consideramos necesario un estudio profundo del desarrollo de las fuerzas productivas para conocer los efectos del modelo económico imperante. Se trata de tres décadas fracasadas y reconocidas en las autocríticas de Prebish (1.986) y André Gunder Frank (1988) para nombrar un cepalista y un dependentista. Se aplica ahora el Neoliberal "programa de ajustes económicos" con la finalidad de corregir los desequilibrios económicos, refinanciar las deudas, frenar la inflación y conducir al crecimiento económico. El paradigma Neoliberal no cambia la situación de dependencia con respecto a Estados Unidos, antes más bien en este país ya se había aplicado un "programa de ajustes" para corregir los desequilibrios macroeconómicos y simplemente se traslada a los países latinoamericanos con las consecuencias que ya conocemos: "insurrecciones populares", entre otras respuestas. Actualmente a nivel mundial, Estados Unidos, Japón y Alemania con los países del sudeste asiático compartirán el mercado mundial capitalista con la Comunidad Económica Europea que se incorpora próximamente. Ya la hegemonía económica norteamericana no se hará presente por el cambio del patrón energético de producción a un nuevo patrón tecnoproductivo que, basado en la microelectrónica, aparenta favorecer a Japón. Los países del Este de Europa esperan ávidos las inversiones de capital para insertarse en términos competitivos y rentables. La incertidumbre está del lado de Africa, Asia y América Latina; ésta última debatiéndose en un proyecto integracionista con miras a formar un bloque económico que le permita participar. Aquí se inserta precisamente nuestro trabajo :Si la "industrialización por sustitución de importaciones" y "el programa de ajustes económicos" muestran unas economías latinoamericanas endeudadas, inflacionarias, de poca producción y de rezago tecnológico y ante el fracaso de las utopías mencionadas, emerge el paradigma de la ciencia y la tecnología como el último proyecto alternativo no sólo para alcanzar el desarrollo, sino además para colocarse al lado de los países desarrollados en los mismos términos del intercambio comercial. ¿Nueva ilusión? Vamos a investigar con la utilización de la categoría de fuerzas productivas de Marx (porque se le está usando últimamente sin especificar el contexto), vamos a acercarnos al modo de producción latinoamericano actual (reconociendo por supuesto las distancias que separan a unos países de otros), vamos a intentar caracterizarlo en función de la posibilidad real de participación en el mercado mundial que se avecina y vamos a ubicar el lugar de la ciencia y la tecnología latinoamericana a partir de sus producciones económicas. En síntesis, vamos a preguntarnos: Cómo es que si en Estados Unidos y Europa, el desarrollo económico marcha aparejado con las producciones científicas y tecnológicas, en América Latina la producción económica disminuye y en lo que concierne a la ciencia y a la tecnología permanecen en una esfera discursiva como promesas, como utopías de alto contenido emancipatorio, todo ello en un escenario de emocionalidad? II. PRECISIONES EN EL USO DE ALGUNAS CATEGORIAS No se va a tratar aquí de ofrecer un análisis teórico de las categorías en uso, nos acercaremos más bien a aproximaciones que tienen que ver con algunos autores que tratando las problemáticas involucradas en nuestro trabajo, en "algún lugar de su producción" las elaboraciones obtenidas nos acercan y nos permiten usarlas (en otros aspectos de sus obras, podemos tomar distancia) para poder mostrarles en qué sentido usamos los términos. Esa América Latina sobre la cuál nos hemos centrado es la misma a la que se refiere Armando Córdova (1991): "...existen suficientes elementos esenciales comunes que permiten hablar de una modalidad latinoamericana de la crisis global, que puede diferenciarse claramente de la forma que esta adopta en los países centrales y en otras regiones del Tercer Mundo". (1) Respecto a las fuerzas productivas, además de los señalamientos de Marx en el Prólogo de la contribución a la Crítica de la Economía Política (1859), El Manifiesto Comunista (1847) y la Ideología Alemana (1932); sin perder su contenido esencial y más modernamente en Fougeyrollas (1981): "Y Marx llama precisamente fuerzas productivas, aparte de las materias primas y de los instrumentos de trabajo a esos "saber hacer' y a esos saberes detentados por productos que los transmitían y los aumentaban de generación en generación ".(2) La importancia que tiene para nosotros el planteamiento anterior es que involucra tres factores claves de nuestro trabajo: producción, técnica y ciencia. No vamos a dejar pasar sin referir la importancia del trabajo de Edgardo Lander (1990) porque contiene igualmente: fuerzas productivas, ciencia y tecnología. Si bien compartimos sus afirmaciones de que el socialismo no se diferencia de la sociedad capitalista reproduciendo su organización de trabajo lo cuál constituye un único proceso civilizatorio, tomamos distancia de otras afirmaciones que no por considerarlas incompatibles con la nuestra, debemos silenciar. Podemos citar cómo presenta la ambivalencia marxista ante las fuerzas productivas capitalistas: "Todo el análisis de la producción capitalista llevado a cabo por Marx está atravesado por una dualidad fundamental entre un aspecto de carácter claramente histórico -producto específico de la sociedad capitalista y sus condiciones de dominación y explotación- y un aspecto "natural", históricamente progresista, que puede ser separado de las condiciones históricas concretas que le dieron origen". (3)El planteamiento evolucionista, lineal y progresista asignado a las fuerzas productivas por Marx, representa un buen motivo para una discusión posterior. Si nos atenemos al uso nocional de tecnología podríamos aceptar con Bunge (1986) que resulta de la aplicación de los conocimientos científicos a la técnica que puede surgir independientemente de la ciencia. Aquí podemos acotar una crítica de Bunge: "Marx fue uno de los primeros en señalar la función de la tecnología en la expansión de la economía capitalista. Pero los marxistas, muy propensos a caer en el pragmatismo, no suelen distinguir la tecnología de la ciencia, y aún discuten si aquélla pertenece a la infraestructura económica o a la superestructura cultural".(4) Nos interesa el uso marxista de la tecnología que elabora Rocío Grediaga (1987): "Por otra parte, si concordamos con Marx en que la transformación tecnológica tiene un efecto sobre las relaciones sociales de producción, resulta fundamental en la constitución del objeto de estudio considerar el impacto o repercusiones de la innovación tecnológica en la organización y reproducción de la vida social. Este aspecto es el que considero tiene mayor relevancia como aporte de Marx, pues ubica el estudio de la tecnología como factor de desarrollo y cambio social".(5) Podría parecer contradictorio haber tomado a Bunge (1986) un connotado neopositivista para enfrentarlo a una acepción marxista de tecnología, pero no lo es tanto si enlazamos su postura con la concepción científica que se utiliza en los países desarrollados y que nos interesa particularmente resaltar. "Se trata del pensamiento cientificista fundado por Karl Popper, que ahora penetra América Latina y es transformado en el instrumento clave del control de las ciencias".(6) "En los estilos culturalmente dependientes la imagen de la ciencia es la misma que en el Hemisferio Norte: todo poderosa, universalmente válida, esencialmente única.(7) Pero para que no quede duda de la significación de la tecnología y la ciencia en los países desarrollados: "Esto es el objeto de la política científica de las naciones, ellas se ocupan principalmente de la puesta en juego de las instituciones necesarias para la producción y para la utilización de conocimientos además de la atribución de recursos necesarios y objetivos bien definidos. Paralelamente, se coloca el problema de la pertinencia de actividades científicas y tecnológicas consideradas en tanto que instrumentos puestos al servicio de actividades extracientíficas (el subrayado es nuestro) como la sobrevivencia y el desarrollo socio-económico de entidades nacionales o de grupos de naciones. (8) En el desarrollo posterior, podremos referirnos al resto de las conceptualizaciones, según se vayan presentando. III. DIFERENCIAS EN PRODUCCION, CIENCIA YTECNOLOGIA EN PAISES DESARROLLADOS Y LATINOAMERICANOS Después de la Segunda Guerra Mundial los países desarrollados convienen en mantener niveles de desempleo inferiores al 10% mediante una forma de producir y comerciar que los va a caracterizar. Las naciones establecen en sus territorios empresas empleadoras de mano de obra y protecciones para esas áreas productivas. Surge en 1947 el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio) para reglamentar el comercio entre las naciones industrializadas. Este tipo de comercio intraindustrial (Tussie, 1988) se caracteriza porque ambos procesos importación y exportación se realizan por igual entre los mismos países, la base del intercambio comercial es comerciar productos semejantes cuyas variaciones corresponden a diversidad de modelos y no a diferencias de precios. La incursión de empresas multinacionales beneficia la exportación de bienes y la movilidad del capital. Los países de comercio intraindustrial intercambian bienes y capital; en esos intercambios se desarrollan las tecnologías más sofisticadas que requieren grandes inversiones de capital. Ocurre entonces que la producción y el desarrollo alcanzado por los países industrializados lleva aparejado el desarrollo científico y tecnológico el cuál se da por la demanda del sector productivo y por las intensas inversiones de capital: "Muchas de las innovaciones tecnológicas son generadas en virtud de las demandas del sistema productivo de países desarrollados como respuesta a los requerimientos de sus mercados "(Contreras, 1990). Se vincula generación de conocimientos, transformación de la base tecnológica y ampliación de las actividades productivas para exhibir una base científica y tecnológica endógena (Díaz- Alejandro, 1986). Luego, esa misma tecnología genera un intensivo comercio intraindustrial. Las propias características del mercado mundial cambian hacia un aumento del comercio por encima de la producción. Las empresas multinacionales se intercambian bienes dentro de ellas, más que entre ellas; son empresas cuyos costos tecnológicos son tan elevados que no lo utilizan en un sólo producto, se diversifican, las empresas están interconectadas y los países se convierten en mercados de importación y exportación. La transferencia tecnológica se da en el intercambio intraindustrial, no se fomenta la rivalidad entre empresas más bien se constituyen empresas conjuntas: "...el arreglo dará a Hércules acceso a la nueva tecnología desarrollada por Montedison en unión de la Mitsui de Japón" (Tussie, 1988). Si a lo anterior sumamos las inversiones de los gobiernos y la industria comentaríamos con Contreras (1990) que en 1987 las inversiones norteamericanas se incrementaron en un 70% en relación a la década del 70, Alemania duplicó la cifra y Japón la triplicó para el mismo año. Es ante el panorama de inversiones científicas y tecnológicas de los países desarrollados que nos podemos preguntar: Qué ocurrió entonces para que estos países hayan disminuido sus inversiones de capital en América Latina? Estamos en vías de superación del antiguo paradigma basado en el petróleo y en la energía barata (Ominami, 1989). El desarrollo tecnológico de los países desarrollados hace que se dependa cada vez menos de recursos naturales, las inversiones que antes utilizaban los países desarrollados para comprar materias primas en América Latina, ahora son utilizadas para elaborar productos comerciables que se producen con poca energía y con ahorro de materia prima importada. Las economías latinoamericanas que exhiben una gama de recursos naturales que significaron atractivos en las décadas pasadas, tienen que enfrentarse a una constatación de hecho económica: el comercio ya es menos de materias primas que de productos tecnológicos, biotecnológicos, etc; el patrón energético es sustituido progresivamente por el patrón de la microelectrónica en términos del intercambio comercial. Los países de América Latina según el esquema anterior, tendrían un tipo de comercio interindustrial (Tussie,1988), o sea, basado en la producción de productos diferentes que constituyen el intercambio comercial. Los mercados nacionales son estrechos lo cuál disminuye la rentabilidad y la competitividad. Cuando en la década del 60 se instalaron las compañías transnacionales en A.L. con la finalidad de satisfacer un mercado reducido, exigieron protecciones a los Estados de los países: eliminación de aranceles y de impuesto sobre la renta. No se plantearon grandes inversiones en tecnología porque ante la estrechez de un mercado nacional no se podían reponer las inversiones tecnológicas con una demanda escasa de bienes producidos. El pensamiento social latinoamericano con Raúl Prebish (1959) como precursor y por medio de la CEPAL (Comisión Económica para el Desarrollo Latinoamericano) apoya el paradigma económico para evitar los términos del intercambio desigual de los países latinoamericanos: "la política de industrialización por sustitución de importaciones". Emerge el paradigma dependendista en oposición al cepalista. Los dependentistas estructuralistas conciben el desarrollo y el subdesarrollo como un único proceso y las desigualdades entre el centro y la periferia se reproducen a través del comercio internacional; de esta manera redefinen el paradigma cepalista. Los dependentistas marxistas por su parte niegan el carácter progresista del capitalismo en los países dependientes. Cristóbal Kay (1991) luego del balance de la Cepa¡ y la Dependencia concluye: "Lo que sostengo es que el desarrollo y el subdesarrollo están principalmente enraizados en las relaciones de producción y no en las relaciones de cambio". Para la Cepal y con la doble protección de los gobiernos imperantes, debía producirse en nuestros países, debíamos ser menos exportadores de materias primas y más elaboradores de productos nacionales. Sólo que ocurrieron dos cosas: se privilegió la "sustitución de importaciones" y se descuidó el lado exportador. Producir para el mercado interno los bienes que se demandaban condenaba a las empresas ensambladoras que fueron las que instalaron el parque industrial latinoamericano a una estrechez de producción porque no se incentivaba la exportación. Pero la atracción por la tecnología de las empresas multinacionales obligó a los gobiernos a presentar atractivos y luego de establecidas, contando con los proteccionismos nacionales, descuidaron el incentivo exportador: se adecuaron a los mercados nacionales de escaso consumo, pequeña inversión y escasa inversión en tecnología. "...se observa incluso un retroceso de la participación de los países en desarrollo en aquellas ramas más estratégicas, esto es: de mayor contenido y sofisticación tecnológica". (Ominami, 1989) A la dependencia económica tenemos que sumar la dependencia tecnológica pues la tecnología es transferible entre los mismos países desarrollados. No es posible hablar de desarrollo y progreso sin ciencia y tecnología propias. La base científica y tecnológica de los países latinoamericanos es exógena: "...la estrecha y creciente interrelación entre la ciencia y la tecnología por un lado, y los procesos económicos, políticos y culturales, por otro, hacen necesario un tratamiento integrado de las estrategias y políticas de desarrollo: ya no tiene sentido tratar los aspectos científicos y tecnológicos de manera independiente".(9) Pero esas mismas empresas que se establecieron en América Latina para favorecer el comercio interindustrial tienen el agravante de constituir plantas de producción rígidas inadecuadas a la flexibilidad industrial que exigen precisamente las nuevas tecnologías; entonces, otra condición necesaria para la aspiración a la participación en el mercado mundial se encuentra limitada por las características de las empresas latinoamericanas. Ya lo ha sido en los propios países desarrollados donde muchas empresas para poder acceder a las "tecnologías de punta" han tenido que reconvertirse. Otras contradicciones se unirán a las anteriores: deuda externa, inflación e integración latinoamericana. Al mismo tiempo que continuaban las producciones teóricas dependendistas comenzaba el endeudamiento progresivo de los países latinoamericanos. Sin pretender extendernos en el proceso de endeudamiento podemos resaltar la coincidencia de la contratación de deuda por parte de los gobiernos y la salida de los capitales al exterior. En la década de los 80 se hace tan crítica la situación que los problemas inflacionarios que se sucedieron obedecieron en gran parte a ese doble juego y a presentar la situación en forma invertida: "Aún antes de 198184, otros países, particularmente Argentina y Venezuela, parecen haber alentado los procesos paralelos: un endeudamiento progresivo con una acumulación sustancial de activos privados en el exterior. Esta combinación se expandió dramáticamente desde 1981, al punto que puede afirmarse, y no solamente en el sentido contable, que el crecimiento de la deuda alimentó la acumulación de activos privados en el exterior".(10) En cuanto a la inflación, una vez que se desata adquiere un carácter inercial (Díaz-Alejandro, 1986), los precios continúan subiendo por parte de un sector privado en decadencia que busca garantías y subsidios en el sector público. Deuda externa e inflación, indicadores indispensables para caracterizar las economías latinoamericanas de los 80 a los 90 y para significar que un continente que se nutrió de inversiones extranjeras, fundamentalmente de las provenientes de Estado Unidos para desarrollar la producción, tiene que enfrentar la preferencia que manifiestan los países desarrollados por invertir en el sudeste asiático y el compromiso obligante por los convenios de refinanciamiento de deuda externa, de transferir fuertes cantidades de capital a los países deudores. Esto constituye otro elemento desigual en términos del intercambio comercial y ubica a los países latinoamericanos con respecto al proceso de acumulación de capital del sistema capitalista mundial. Ante tal cuadro de obstaculización económica se adopta el otro paradigma económico: "el programa de ajustes económicos" con la finalidad de reducirla inflación y conducir al crecimiento económico. Sus ingredientes de Privatización, reformas al impuesto sobre la renta e impuesto al valor agregado (con ligeros matices en los distintos países) y sus consecuencias de crecimiento del sector informal de la economía, predominio de actividades financieras por encima de la productividad, disminución de las exportaciones y pobreza crítica. En tres años aproximadamente de su aplicación no han logrado los gobiernos latinoamericanos convencer a sus poblaciones de las "bondades" del Fondo Monetario Internacional, de las "ventajas" del refinanciamiento de las deudas y de la "necesidad" de corregir los desequilibrios macroeconómicos de sus economías. Y si de continuar siendo dependientes se trata, no olvidemos que antes de implantarlo en América Latina, Estados Unidos adoptó "un programa de ajustes" para solucionar sus problemas de balanza de pagos. El proyecto integracionista latinoamericano no puede plantearse en los términos "ingenuos" de una obstaculización por posiciones empresariales ola adopción de una u otra política económica de un país particular. Quisimos mostrar algunas de las contradicciones de la infraestructura económica latinoamericana que hasta hoy impiden otra forma de participación en el mercado mundial: Tras treinta años de esfuerzo de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI) por incrementar las relaciones comerciales e industriales entre los países latinoamericanos y de veinte años del Acuerdo de Cartagena para hacer posible la integración subregional, los resultados políticos han sido escasos, los logros económicos han resultado mínimos y los efectos sociales no se han producido".(11) Si ya los tardíos planes de integración latinoamericana se encuentran entorpecidos por estas políticas económicas es que podemos entender que los empresarios de la región prefieran la incorporación al GATT, en disminución de la ALADI. Es todo este conjunto de contradicciones que soportan las economías latinoamericanas lo que marca la asimetría de su participación en el próximo mercado único mundial capitalista: "Creciente rezago tecnológico, que impide a nuestros países participar competitivamente en la economía mundial, lo que significa la progresiva pérdida de sus ventajas comparativas y una creciente vulnerabilidad frente al manejo de las variables económicas".(12) "El 90% o más de la tecnología que se utiliza en nuestra actividad económica tiene su origen en la estructura productiva de los países desarrollados, lo que significa que la mayoría del conocimiento tecnológico contenido en patentes, secretos industriales, know how, constituyen monopolios cuyo dominio pertenece a grandes empresas transnacionales".(13) De los obstáculos que señalamos anteriormente, Armando Córdova (1991) ubica a la transferencia de capitales y a la deuda externa como los responsables más significativos de la crisis latinoamericana de producción. Martner (1986) aporta un elemento importante que vale la pena destacar, se refiere a las redes de comercialización, transporte y financiación comercial: "...en gran parte dominadas por empresas transnacionales de los EE.UU., Europa Occidental y del Japón. Sustitución de importaciones y política económica Neoliberal incidieron negativamente de una manera directa en la actividad productiva. Y como para acceder a las tecnologías se requieren mayores niveles de inversión, ello actúa a su vez sobre la producción . "Esto significa que hoy en día se requieren mayores niveles de inversión para lograr un incremento de la producción". (Mertens, 1990). Nos confiamos demasiado en la posesión de materias primas para que los países desarrollados incrementaran su producción mediante la utilización de nuevas tecnologías, precisamente ahorradoras de energía y recursos naturales. IV. CIENCIA Y LATINOAMERICANO TECNOLOGIA: PARADIGMA EMANCIPATORIO Resulta paradójico que en situaciones históricas de incertidumbre y pérdida de fe en las utopías nos encontremos con la particularidad latinoamericana de un nuevo paradigma emancipatorio: La ciencia y la tecnología como vías para alcanzar el desarrollo. Diríamos que la significación emancipatoria sólo cambió de lugar, ante la imposibilidad constatable de "sustituir las importaciones" o de "alcanzar el crecimiento sin inflación". Este nuevo paradigma tecnocientífico constituye ahora el refugio para continuar disertando acerca de" la posibilidad de alcanzar el desarrollo latinoamericano": "Necesidades-Producción-Técnica se refuerzan recíprocamente en el seno de la racionalidad dominante. La investigación convencional sobre los procesos tecnológicos deja intacto este punto de partida, pues los requerimientos pragmáticos del "desarrollo" están al final de esta compleja cadena de determinaciones".(14) No se trata ahora de si lo alcanzamos o no, pareciera que lo importante en América Latina es reforzar constantemente de alguna manera esa imposibilidad. Que en 30 años la aplicación de dos modelos económicos no hayan podido lograr equiparar el desarrollo de las fuerzas productivas latinoamericanas al de los países desarrollados aún cuando se trate de un sistema capitalista a nivel mundial, nos hace coincidir con los pensadores latinoamericanos que en este momento se refieren a "lastres décadas perdidas". Se concluiría con Méndez (1987): "ante tan decepcionantes resultados cabe pensar que lo absolutamente utópico e irreal para nosotros es seguir sosteniendo las ilusiones del desarrollismo tecnocratizante". No nos sentimos en la posibilidad de elaborar un proyecto alternativo y consideramos responsablemente que a esta altura, las llamadas tecnologías alternativas tropezarían con los obstáculos económicos que ya señalamos y que pasan a constituir a nivel de la teoría social latinoamericana verdaderos supuestos epistemológicos previos que habría que superar en la realidad económico-social como condición para la construcción de una alternativa distinta. Desde una posición pesimista ante "el futuro latinoamericano" creemos que estamos lo suficientemente acompañados: "Después de tres décadas de aplicación de diferentes variables desarrollistas, la realidad de los países atrasados contradice las proposiciones anteriores (que se podía alcanzar una rápida transformación del aparato productivo de los países atrasados a partir de la difusión de ciertas tecnologías de los desarrollados), las que han dejado, la mayor parte de las veces, resultados magros y decepcionantes".(16) ¿Y América Latina, mientras tanto? Con su forma de producción actual, continúa esperanzada en su acceso a las "nuevas tecnologías". NOTAS (1) 22. (2) Armando Córdova (1991): "Crisis económica mundial y futuro de América Latina". Pág. Pierre Fougeyrollas (1981): Ciencias Sociales y Marxismo. Pág. 191. (3) Edgardo Lander (1991): Contribución ala crítica del marxismo realmente existente: Verdad, Ciencia y Tecnología. Págs. 208 y 209. (4) Mario Bunge (1.986): Seudociencia e Ideología. Pág. 32. (5) Rocío Grediaga (1987): "Reconstrucción de la tecnología como objeto de estudio". Pág. 224. (6) Franz Hinkelammert (1991): "La libertad académica bajo control en América Latina". Pág. 132. (7) Rodolfo Quintero (1987): "La ciencia y la tecnología como factores del desarrollo nacional". Pág. 21. (8) UNESCO (1982): "Introduction a I' analyse politique en science et technologie". Pág. 6. (9) Francisco Sagasti (1987): "Perspectivas de la ciencia y la tecnología en América Latina". Pág. 96. (10) Carlos Díaz-Alejandro (1986): "Algunos aspectos de la crisis del desarrollo en América". Pág. 26. (11) Salgado Germánico/Rafael Urriola (1991): El fin de las barreras. (Pág. 11). (12) Carlos Contreras (1990): "Latinoamérica se queda fuera del impacto laboral de los cambios tecnológicos". Pág. 52. (13) Op. cit. Pág. 54. (14) Rigoberto Lanz (1987): "Algunos problemas sobre la investigación en tecnología". Pág. 52. (15) Jaime Carrillo (1991): Seminario "Implicaciones socio-económicas de las nuevas tecnologías". Mimeografiado. Pág. 5. BIBLIOGRAFIA ANDERSON, Perry (198311988): Tras las huellas del Materialismo Histórico. Siglo XXI. México. BUNGE, Mario (1986): Seudociencia e Ideología. Alianza Editorial. México. CARRILLO, Jaime (1991) : Seminario "Implicaciones socio-económicas de las nuevas tecnologías". Mimeografiado. Valencia. CLEPI (88-89): El desafío de la incertidumbre. Nueva Sociedad. Caracas. CONTRERAS, Carlos (1990): "Latinoamérica se queda fuera del impacto laboral en los cambios tecnológicos", en Nueva Sociedad. No 106. Marzo-abril. pp. 50-57. Caracas. CORDOVA, Armando (1991): "Crisis económica mundial y futuro de América Latina", en Lander/Sonntag editores: Universalismo y Desarrollo. Nueva Sociedad. Caracas. DIAZ-ALEJANDRO, Carlos (1986) "Algunos aspectos de la crisis del desarrollo en América ", en Rosemary Thorp y Laurence Whitehead editores: La crisis de la deuda en América Latina. 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