TENENCIA ILEGITIMA DE ARMA DE GUERRA SA L A PRIMERA : 'HER GHFLU DGHPiV T XH ²D~Q FXDQGR FRLQFLGR HQ TXH XQD sim ple utilizaci—n de un arm a de guerra provista al solo efecto de cometer un delito, que no preceda al m ism o ni se continœe tras el P LVPR SRGUtD QR LPSRUWDU WHQHQFLD² HO VXSXHVWR GH DXWRV HV SRU entero diverso de ese. En efecto, aœn cuando se tuviera por cierto el relato del im putado, ello bastar’a para el encuadram iento t’pico puesto que el delito de que se trata consiste en esa relaci—n de hecho sobre un elem ento cuya posesi—n reclama una autorizaci—n OHJDO TXH &KWHQtD SRU XQ WLHP SR DSUHFLDEOH ²HQ OD HPHUJHQFLD por varios d’as- y, adem‡s, con voluntad de mantenerla en su poder. Conforme Sala Prim era, sentencia del 6/06/2001 en causa 2124: Chacom a, Claudio G ustavo s/ Recurso de Casaci—n. (del voto del Dr. Piombo) Al integrar la Sala II de la C‡m ara Tercera del Departamento Judicial con sede en esta ciudad, adhiriendo a un voto del entonces ²\ WDPELpQ DKRUD GLVWLQJXLGR FRPSDxHUR GH 6DOD GRFWRU Benjam ’n Sal LlarguŽs (ver causa 81.785), me pronunciŽ favorablemente acerca de que la falta de autorizaci—n configura en el art. 189 bis del C.P. elemento normativo del tipo, con las consiguientes repercusiones probatorias. En el d’a de hoy, al adelantar una adhesi—n condicionada al voto del preopinante, debo a precisar el sentido que cobra m i opini—n. II. Desde el punto de vista sustantivo, el rŽgim en legal y reglam entario prohibe, salvo los supuestos de leg ’tim os usuarios y de ciertas piezas de colecci—n, la tenencia de arm as de uso bŽlico (ley 20.429, art. 13, ap. 4). Para lograr autorizaci—n que la legitim e corresponde satisfacer no s—lo recaudos de orden fiscal, sino tam biŽn concernientes a la persona y a su historial desde el punto de vista de la tranquilidad pœblica. Adem‡s, y esto es fundamental, el perm iso de tenencia debe acompa–ar el arma en todo mom ento y ser exhibido para acreditar que se han satisfechos los extremos legales (decreto 4693/73, art. 30, decreto 395/75, art. 62). A–ado que la portaci—n del arma cuya tenencia ha sido autorizada, cae tam biŽn en el ‡m bito de la prohibici—n (decreto citado en prim er lugar, art. 111; ’dem indicado en segundo lugar, art. 112). C o n f o r m e S a l a P r i m e r a , s e n t en c i a d e l 29 /0 6 /2 0 0 0 Ro d r ig u ez, Ho r ac io s / Rec u rs o d e Cas ac i— n . en c au s a 618: El delito de tenencia de arma de guerra constituir’a un tipo de peligro abstracto. En rigor constituye un supuesto de tipificaci—n aut—nom a de actos preparatorios toda vez que importa por s’ m isma un peligro para bienes jur’dicos. Creo con Zaffaroni (Tratado T. IV p g. 411) que estas conductas "en caso de tentarse o cometerse el delito del que fueron preparatorias, quedan 1 t’picas y, adem‡s, son punibles en la m edida en que el injusto afecte otros bienes jur’dicos, que no son alcanzados por la tentativa o por el delito." C o n f . S a l a I, s en t e n c i a d e l 1 6 /2/2 0 0 0 en c au s a 1 5 0: R o m e r o , R o b e r t o Clau d io y o t ro s / Rec u r s o d e Cas ac i— n . (del voto del Dr. Sal LlarguŽs adhiere el Dr. Piom bo) ...No puede prosperar en cambio el reclam o referido a la LQWHOLJHQFLD TXH FDEH DVLJQDU D OD YR] ³DUPD GH JXHUUD´ HQ RUGHQ D SURSLFLDU ±FRP R OR KDFH OD TXHMRVD TXH VH GHVFDUWH HVD ILJXUD GH la tenencia por la carencia de proyectiles correspondientes a la m isma. Mucho mas all‡ de que un arma de fuego sea del tipo de las lanzadoras y que se integre de un lanzador y un proyectil, el trato que de esos elementos (lanzador y proyectil) hace el art. 189 bis del C—digo Penal, no autoriza la preposici—n que la recurrente formula. En efecto, el tratam iento separado que esa norm a hace respecto del arma y su munici—n (œltim o p‡rrafo) permite prim ero sostener que no puede asim ilarse el fundamento de su punici—n a TXH ±SRU FDVR DJUDYD HO URER SRU HO HP SOHR GH XQ DUPD GH HVWD clase (peligro concreto) (Q VHJXQGR OXJDU TXH ±FRPR OR SODQWHD HO GRFWRU +HUEHO HV figura de las denom inadas de peligro abstracto, lesivo de la seguridad pœblica, peligro Žste que- en este contexto- puede predicarse de las partes. En efecto, para que un arm a de fuego represente un riesgo concreto que aumenta el poder ofensivo de quien la porta, debe estar cargada; en cambio para que se afecte la seguridad pœblica por un peligro concreto (abstracto) basta que se tenga cualquiera de las partes de un todo. N—tese que el acopio alcanza no s—lo a armas y proyectiles por separado sino que tam biŽn alude a piezas de las armas o instrum ental para producirlas. (del voto del Dr. Natiello) Adhiero al resultado final al cual arribara el colega preopinante, dejando a salvo m i opini—n en lo tocante a las referencias que hace a la incidencia entre elemento lanzador y proyectil, para la entidad que deber‡ d‡rsele al concepto de arma, DVt FRPR TXH ´SDUD TXH XQ DUPD GH IXHJR UHSUHVHQWH XQ SHOLJUR concreto que aumenta el poder ofensivo de quien la porta, debe HVWDU FDUJDGD´ GHVGH TXH WHQJR H[WHULRUL]DGR HQ HVSHFLHV anteriores mi criterio discrepante que en l’neas generales tributa con el sostenido por el Sr. Juez doctor Hitters en el precedente jurisprudencial del Acuerdo del 2 de Mayo de 2002, en la causa P. ³0DQVR0LJ XHO)HOLFLDQR5RERFDOLILFDGR´ USO DE ESCOPETA . A RMA DE GUERRA Incluso, al hilo de las precedentemente enunciadas se cometido de enriquecer el reflexiones perfila otro 2 hontonar en el arsenal de atenuaciones. Si bien a partir del decreto 395/75 y las reformas posteriores el tipo GHDUP DSXHGDVHUFDOLILFDGDFRPR³GHJXHUUD´ WDO HQFXDGUDPLHQWR constituye una consagraci—n del absurdo o, mas precisamente, de la irrazonabilidad; este œltim o concepto catarb—n indiscutido para medir la constitucionalidad de los m andatos del legislador, segœn lo ense–ara la doctrina vern‡cula de manera un‡nime a partir de Juan Francisco Linares. Va de suyo que nadie seriamente pensar’a llevar un medio ofensivo de las caractrŽsiticas del utilizado en el hecho juzgado a un conflicto bŽlico. Se trata de un arma arma de caza a la que simplemente se le ha cortado un ca–o. Con ello no se ha conseguido que cumplim ente en m ayor medida la finalidad q ue orient— su creaci—n, porque es del caso que el arma perdi— alcance, precisi—n y potencia sacrificada en aras de una m ayor portabilidad. Es decir que lo œnico que se hizo es transformar un artilug io creado para cazar, o sea para voltear patos o perdices, en arma de defensa. Pero de all’ a poder parificarla aun ametralladora o un lanzagranadas hay una distancia sideral. Es cierto que la falta de planteo concreto acerca de la inconstitucionalidad veda a esta sede entrar en disquisiciones acerca de la invalidez normativa que denuncio ( s a l a I , s e n t e n c i a d e l 2 3 / 9 / 9 9 e n c a u s a 3 0 : R u i z ±DJUDYDGD en el caso por tratarse de una acriminaci—n creada por el Poder Ejecutivo extravasando una potestad delegada propia del lesgilador-; pero nada impide tener en cuenta la problem ‡tica para que, al momento de componer la pena a la luz de las reglas del concurso, la acrim inaci—n de que se trate no gravite en una sanci—n cuyos m ’nimo y m‡xim o son harto superiores. C o n f . Sal a I, s en t en c i a d el 7/06/2001 en c au s a 964: M o r en o , J u an C a r l o s s / R e c u r s o d e C a s a c i — n . (r eg . 2 1 5 /2 0 0 1) SA L A SEGUNDA : CONFIGURA CION: La tenencia ileg ’tima de arma de guerra se verifica con la sola acci—n de tener el objeto sin la debida autorizaci—n, sin que sea necesario para que resulte punible que la tenencia perdure por un tiem po prolongado, mas all‡ de situaciones de extrem a peculiaridad que pudieran permitir el debate... C o n f . S a l a II, s e n t en c i a d el 1 7/1 2 /02 en c au s a 5 5 9 6: L ap r o v i t o l a , O s c ar Ed g ar d o s / R ec u r s o d e C as ac i — n (r eg . 886/02) REQUISITOS DEL TIPO. La tenencia requerida por el tipo del art. 189 bis del C.P. representa algo mas que una mera yuxtaposici—n local, y supone un v’nculo entre una persona y un objeto que, desde el punto de vista externo, se traduce en la posibilidad f’sica de disposici—n, y desde lo subjetivo, supone el conocim iento y la voluntad de detentar el objeto m anteniŽndolo dentro de la propia esfera de custodia. Surge de la m aterialidad 3 il’cita descripta en el veredicto que el arm a fue encontrada escondida, debajo de un alm ohad—n ubicado sobre el asiento del conductor del autom—vil propiedad de Padula que era conducido en esos mom entos por su novia, pero ninguna otra referencia ni indicio racional se vislumbra en torno al conocimiento y voluntad del im putado de mantener la pistola dentro de su esfera de custodia para disponer de ella. Por el contrario, en base a ello y a las reducidas dimensiones del veh’culo y a que el encartado viajaba en el asiento del acom pa–ante, s—lo puede afirmarse un mero v’nculo externo caracter’stico de la simple yuxtaposici—n local, pero nada se podr’a precisar, al m enos con el grado de certeza que requiere todo pronunciamiento condenatorio, respecto de los elementos VXEMHWLYRV ±FRQRFLP LHQWR \ YROXQWDG ± TXH FDUDFWHUL]DQ OD WHQHQFLD endilgada. (se cas— la sentencia y se absolvi— al imputado) C o n f . S a l a II, s e n t en c i a d el 1 7/0 9 /20 0 2 en c a u s a 5 9 37 : Ezaq u i el N o r b er t o s / R ec u r s o d e Cas ac i — n . (r eg . 565/02) Pad u la, En el tipo descripto en el art. 189 bis cuarto p‡rrafo del C.P. pueden diferenciarse dos aspectos, uno positivo, consistente en la conducta de tener un arma de guerra, y otro negativo, cual es la falta de autorizaci—n para realizar dicha conducta, siendo am bos ig ualm ente esenciales en la configuraci—n del delito, de m anera que la falta de verificaci—n fehaciente de uno de ellos torna incorrecta su aplicaci—n. C o n f . Sal a Seg u n d a, s en t en c i a d el 20/05/2003 en c au s a R ac ed o , Ro b er t o Raœ l s / R ec u r s o d e Cas ac i — n . (r eg . 306/03) 8694: TENENCIA DE A RMA DE GUERRA EN CONCURSO REA L CON ROB O CA L IFICA DO POR EL USO DE A RMA S SA L A PRIMERA El tipo legal lleva a que la tenencia de armas de guerra se consume l—g icamente antes que el robo calificado por el uso de las armas. S—lo es pensable el delito del art. 166, inc. 2, del C.P. tal como se lo describe en la sentencia, si los artefactos fabricados para agredir se hallaban a disposici—n de los atracadores antes de encarar la empresa. El concurso no pueda ser otro que el real, desplazando este encuadram iento toda consideraci—n en punto a la existencia de concurso aparente o concurso formal, sin que gravite sobre el particular el presunto desacierto en que haya incurrido la construcci—n de la m aterialidad efectuada por el —rgano jurisdiccional de grado. Co n fo r m e Sala p rim er a, " L OPEZ, J u an Car lo s y Cas ac i— n s en t en c i a d el 15/08/02 en c au s a 3204: L OPEZ, J es œ s Nazar en o s / r ec u r s o d e Tiene reiteradamente dicho el Tribunal a partir del precedente ³ 9 H Q H Q F L R ´ S R U H O Y R W R G H P L G L V W L Q J X L G R F R O H J D ' U 3 L R P E R 6 D O D , F D X V D Q ), que el encuadramiento efectuado por el a quo no resulta an—m alo atento que una 4 nutrida corriente jurisprudencial acompa–a el criterio adoptado. Asi se ha dicho que la tenencia de arma de guerra es conducta independiente del uso que despuŽs puede hacerse de ella para configurar otro suceso, delictivo o no. Por consiguiente no existe obst‡culo para que el robo o su tentativa efectuada mediante uso de arm as de fuego concurra materialmente con la tenencia de arma de guerra sin autorizaci—n. Esto porque la tenencia de arma de guerra es delito de peligro abstracto de car‡cter permanente, q ue se consuma durante todo el desarrollo de la acci—n que el tipo penal describe, y que precede en el tiem po al com ienzo de ejecuci—n del robo. Este œltimo es un delito de car‡cter instant‡neo , en el cual el arm a juega un papel jur’dico aut—nomo y que se consuma con independencia y en mom ento distinto al desapoderam iento ileg ’timo. El tipo del art, 166 inc. 2 del C—dig o Penal, se refiere a toda arm a. Mientras que la figura del art. 189 ELV SiUUDIR GHO P LVPR WH[WR OHJDO VH UHILHUH D XQ PHGLR vulnerante espec’f ico, dotado de particular poder con m iras a poner en severo riesgo la vida humana en funci—n de su potencial destructivo adaptado a la conflagraci—n bŽlica, donde prioritariamente importa destruir al adversario, O sea que no existe inconveniente para que, aœn de no tipificarse la tenencia del delito, OD XWLOL]DFLyQ GHO DUP D ±QR \D WHQHQFLD RSHUDUD FRPR DJUDYDQWH lig ado al modo de ejecuci—n del robo con armas. Asi es, parece claro que resulta legalm ente adm isible la integraci—n concursal por la v’a del concurso real entre un robo calificado por el uso de un arma y la tenencia ileg ’tim a de un arma de guerra, puesto que esta œltima figura penal, configura un delito de peligro en abstracto de car‡cter permanente, resultando independiente del uso que pueda hacerse del arm a con posterioridad, sea con la finalidad de m aterializar otro suceso, delictivo o no, desde que tiene mom ento consumativo propio del tipo anteriormente descripto. C o n f . Sal a Pr i m er a, s en t en i a d el 15/04/03 en c au s a 3420 y ac o l l ar ad a 3421: Niz, M an u el A u g u s to y So t elo , M ar io L u is s / Rec u r s o d e C as ac i — n . (r eg . 311/03), en el m i s m o s en t i d o d el 24/05/1999 en c au s a 256: Ven en c io , L u is A d r ian y o t r o s / Rec u r s o d e Cas ac i— n . 358(% $ $ &5(',7$ &,21 '( )$ / 7$ '( $ 8725,=$ &,Ï1 PA RA PORTA R O TENER A RMA S SA L A PRIMERA : (Del voto del Dr. Piombo, en concordancia Dr. Natiello, en disidencia Dr. Sal LLarguŽs Aun cuando en el marco del proceso penal acusatorio incum ba al accionante la prueba del extremo que hace a la base m isma de la acrim inaci—n, en dicho ‡m bito funciona plenam ente el principio de adquisici—n (sent. del 7/9/99 en causa nro. 24, "Mari–o") . En tal virtud, el —rgano jurisdiccional actuante puede servirse de todos aq uellos elementos que de m odo leg ’timo han sido incorporados a las 5 actuaciones escritas u orales que conforman el tr‡mite. De ninguna actuaci—n producida o reproducida en el debate, fluye que se haya cumplido con la ley a travŽs de la exhibici—n de la pertinente autorizaci—n. Esto, en cualquier sistema procesal determ ina una presunci—n contraria a quien debe producir el acto legalm ente debido o posee un elem ento cuyo uso depende de autorizaci—n gubernativa previa. A esto se aduna que la C‡m ara de Apelaci—n y G arant’as ha establecido, a travŽs de la prueba rendida ante s’, que por sus condiciones personales el encartado no pod’a ser beneficiario de la licencia de que se trata. En definitiva, entonces, obran dos indicios (uno expl’cito y el otro impl’cito, este œltimo emergente de un rŽgimen legal que se presume conocido segœn el art. 20 del C—digo Civil), que perm iten articular convicci—n cuyo contenido puede ser discutible, pero nunca tachable de arbitrario. Disidencia Dr. Sal LlarguŽs: Com o Juez de la C‡mara de Apelaciones en lo Penal del 'HSDUWDPHQWR &DSLWDO VRVWXYH HQ FDXVD Q VHJXLGD FRQWUD David Daniel Pache por el delito de tenencia de arm a de guerra esta argumentaci—n: "La materialidad il’cita -naturalmente- implica la exacta correspondencia de un hecho con una descripci—n t’pica. As’ podr’a decirse que la descripci—n del hecho anticipa el juicio de subsunci—n o tipicidad (calificaci—n) y entonces debe contener todos los datos de la figura penal... ...la conducta atribuida al nombrado -tenencia de armas sin autorizaci—n en los tŽrm inos del art. 189 bis del C.P.- se configura con un aspecto activo -la tenencia- y un aspecto negativo -la carencia de autorizaci—n-. En el sub lite se habr’a acreditado el primer extremo de la figura pero se ha om itido toda com probaci—n relacionada con el segundo aspecto... ...Esa insuficiencia que exhibe la acusaci—n del prim er grado es receptada por el fallo que se desentiende de la m ism a y as’ transforma la ilicitud a que alude en una comprobaci—n formal de la posesi—n de un arma del tipo de las atrapadas en la descripci—n legal...". Ese fallo cont— entonces -como lo destaca el Dr. Piombo en su voto- con su adhesi—n. Esa estructura t’pica no es la œnica que contiene el C—digo Penal integrada por dos aspectos. Otro caso es el consabido delito de libramiento de cheque sin provisi—n de fondos ni autorizaci—n de girar en descubierto. La comprobaci—n de la m aterialidad no se abastece s—lo de la circunstancia de haber librado el sujeto pasivo un cheque que resultara repulsado por falta de fondos, sin que reclam a adem‡s que medie prueba de cargo negativa de la autorizaci—n de hacerlo en descubierto. El Dr. Natiello cree -a mi juicio con error- que no constituye "arbitrariedad, irrazonabilidad o absurdo" el razonamiento del a quo. Sostengo lo contrario. Si la C‡m ara ha dicho que la ilicitud "consiste en la verificaci—n de la tenencia de un arma de guerra sin autorizaci—n..." , no puede afirmarse -como lo 6 hace el Sr. Juez del primer voto- que sea "de incum bencia de su tenedor, y es el que debe dem ostrar su perm iso especial para infring ir un mandato de abstenci—n de orden general". El error del colega -q ue cohonesta ese razonam ientoconsiste en la confusi—n de planos anal’ticos a nivel de la Teor’a del Delito: en efecto, para que pueda exig irse la acreditaci—n de una circunstancia que funcionar’a com o exim ente (por caso, un perm iso o causa de justificaci—n), debe estar acreditado que la conducta en exam en, adem‡s de ser una conducta, es t’pica. Luego sobrevendr‡ el problema del juicio de antijuridicidad. Pero la materialidad de la ilicitud debe estar necesariam ente acreditada antes de ese paso. M‡s claramente, la inversi—n del "onus probandi" se verifica palmaria cuando se sostiene que debe ser el propio imputado el que acredite un extremo t’pico. Un elemento del tipo -en este caso negativo- que consiste en la falta de autorizaci—n. Esa inversi—n de la carga de la prueba -adem‡simporta la irrazonabilidad de que sea el propio procesado el que deba probar que su conducta es t’pica. Es el Estado, por la parte acusadora, el que debe acreditar la tipicidad de la conducta que pretende delictuosa. Si se tratara de una "prueba diab—lica", podr’a tener algœn viso de razonabilidad la exigencia, aun cuando sostengo su ileg itim idad. Sin em bargo, la sola informaci—n del Renar cerrar’a el tipo. Las afirmaciones del a quo de que el procesado ser’a "changar’n y ex convicto" y que por ende "no se encontrar’a dentro de los presupuestos legales para ser autorizado por el ente correspondiente a la tenencia de una pistola calibre 9 mm., que, por disposici—n del decreto 395/75 arts. 4 y 5 inc. 2 -a contrario sensu-, se encuentra clasificada com o arma de guerra", me resultan descam inadas. All’ el juicio del a quo es doblemente errado. En prim er lugar presume -sin ser autoridad de aplicaci—n- que la condici—n de "changar’an y ex convicto" no hubieran permitido que el procesado gozara de la tenencia leg ’tima y -en segundo lugar- amŽn de ese juicio propio del Renar, se conforma con la sola suposici—n de que "no se encontrar’a dentro de los presupuestos legales". Esta concesi—n -la afirm aci—n de que deber’a ser el propio procesado quien acredite un extremo del tipo- importa un peligroso sesgo tributario del derogado sistema inquisitivo en el que -ello no obstante- reg ’a la obligaci—n de la carga de la prueba en cabeza de la acusadora. As’ ser’a posible considerar t’pica una conducta q ue no se hubiera probado subsum ible en ning œn tipo legal. Tampoco -en mi sentir- mejora la situaci—n cuando -como lo afirm a el Dr. Piombo- mediar’a el principio de adquisici—n. El problema aqu’ es previo al ejercicio de alg œn permiso. Com o lo he se–alado, las exim entes (en sentido general y haciŽndome cargo de la im precisi—n del tŽrmino en estos tiem pos de la elaboraci—n dogm‡tica) deben ser ejercidas a condici—n de que la imputada sea una conducta t’pica, lo que - 7 como lo vengo diciendo- no ocurre en autos en donde se pretende que con s—lo la comprobaci—n de la tenencia, se ha acreditado la falta de autorizaci—n. Siem pre he sostenido que los juicios fundados en criterios de pol’tica crim inal no pueden interferir en los propios de la dilucidaci—n de la delictuosidad de una conduta. C o n f o r m e S a l a P r i m e r a , s e n t en c i a d e l 29 /0 6 /2 0 0 0 Ro d r ig u ez, Ho r ac io s / Rec u rs o d e Cas ac i— n . en c au s a 618: SA L A SEGUNDA ...Lo cierto es que la conclusi—n a la que arriba el a quo con relaci—n a la prueba de la m aterialidad il’cita resulta arbitraria y por lo tanto violatoria del sistem a que regula la valoraci—n probatoria SUHYLVWD HQ HO DUW GHO &33 TXH H[LJH D ORV MXHFHV ³HO desarrollo escrito de las razones que llevan a aquella convicci—n (sobre la verdad de los hechos juzgados). ....Ninguno de los elementos que utiliza para acreditar tales hechos se refiere a la autorizaci—n para la portaci—n o la carencia de la m isma por el imputado, ya que se cita..., constancias que sim plemente tiene entidad para probar el efectivo secuestro de un arma en la oportunidad referida y las caracter’sticas de la m ism a, asi com o la situaci—n social del im putado. ...Habiendo preclu’do la instancia de recolecci—n de prueba , no cabe sino concluir que con los elementos reunidos en autos no puedo darse por acreditada la carencia de autorizaci—n para la portaci—n del arma incautada, circunstancia que convierte a la conducta atribuida al imputado en at’pica, por lo que corresponde su libre absoluci—n. C o nf. S a la II, se n te nc ia d e l 14 /1 1/0 2 en c a us a 87 9 3 : B a rrios; H ec to r R a u l s / R ec urs o d e C as ac i— n. (re g . 7 5 3 /02 ). 6L ELHQ SDUHFLHUD T XH QR SXHGD GDUVH D OD H[SUHVLyQ ³WHQHQFLD´ HO VHQWLGR WpFQLFR GHO GHUHFKR FLYLO ±GHVGH TXH QR SRGUtD VRVWHQHUVH que solamente se refiere a los casos en que teniendo el sujeto la cosa (corpus) reconoce su propiedad en otro (animus) sino tam biŽn aquellos casos en que se com porta com o due–o- esta claro que la figura exige en el agente un conocim iento acerca de lo que tiene, pues si tal conocim iento falla, el hecho no podr’a atribuirsele. En el caso de autos la circunstancia de que en el veh’culo viajaran cuatro personas, tres de las cuales se dieron a la fuga al advertir la presencia policial, impide acreditar quien de ellas ten’a el arma en su poder, pues esta se encontraba en el interior de una bolsa hallada en el veh’culo. Y parecer’a, adem ‡s, que de continuar la investig aci—n con el curso que se le ha dado hasta el mom ento, tampoco podr’a acreditarse tal circunstancia en el futuro. ..Igual soluci—n debe darse al tema si lo evaluamos a partir de las figuras de la participaci—n puesto que, aœn suponiendo la posibilidad de una tenencia com partida que com portara un caso de coautor’a, lo cierto es que deber’a probarse igualmente que cada uno de los sujetos a los que se atribuye tal tenencia se encontraban en conocim iento de la presencia del 8 arma en el veh’culo en que circulaban, circunstancia que, como hemos dicho, no se ha verificado en el caso de autos. (Se rechaz— el recurso y se confirm— el sobreseimiento) C o n f . S a l a II, s e n t en c i a d el 1 4/1 1 /02 en c au s a 6 3 8 4: L at a p a r i s , J es u s s / r ec u r s o d e Cas ac i — n (r eg . 767/02= S A L A TERCER A : El elem ento de—ntico necesario para la configuraci—n del tipo previsto en el art. 189 bis, cuarto p‡rrafo, del C—digo Penal, consiste en el car‡cter de tenedor ileg ’tim o del arma, y la falta de prueba sobre dicho extremo, es lo que, en rigor, conduce a la absoluci—n dictada por el tribunal de m Žrito. En este sentido, m al podr’a afirmar el a quo la ausencia de prueba respecto de la autorizaci—n legal del im putado para detentar el arma, desde que si inocencia se encuentra presupuesta y es carga del Ministerio Fiscal probar la hip—tesis delictiva llevada a juicio y la perfecta adecuaci—n de la conducta del incrim inado a las notas t’picas del delito... No obstante, distinto es m i parecer respecto de la cr’tica efectuada a la absoluci—n dispuesta, por no ajustarse a las pruebas arrim adas a la causa. Es en este punto donde el pronunciamiento exhibe fisuras l˜gicas en torno a la valoraci—n probatoria, pues ni puede desentenderse el resolutorio en crisis de los plurales elementos de prueba que tornan irrazonable la convicci—n del a quo sobre el tema Es que el plexo probatorio, en particular....., adquieren armonizados en conjunto suficiente entidad incrim inante respecto de la ileg itimidad de su tenencia...Dicho extrem o habilita la censura del fallo en esta sede en tanto no aparece com o una derivaci—n razonada del derecho vigente con sujeci—n a las pruebas colectadas en la causa. (Casan parcialmente, asumen com petencia positiva y condenan por robo agravado por el uso de armas en concurso real con tenencia ileg “tima de arm a de guerra, proponiendo se fije la pena acordada por las partes en el marco del juicio abreviado. C o n f , S a l a III, s e n t en c i a d e l 2 4 /1 0/2 0 0 2 e n c au s a 61 6 4: r e c u r s o d e F D V D F L y Q L Q W HU S X H V W R S R U HO 0 U L R 3 F R ) L V F D O H Q F DX V D Q A G R A V A NTE Tal como lo ha dicho la defensa en ocasi—n de informar en derecho, el —rgano jurisdiccional de grado, al discernir la sanci—n, ha incurrido en "doble valoraci—n" de hechos para cuantificar la pena. Tal como lo dice el Defensor Adjunto de Casaci—n, "...si todo el injusto (mayor peligrosidad o mayor potencialidad lesiva) del uso del arma de guerra ya se encuentra contenido en la represi—n del delito de tenencia de arma de guerra por el cual medi— condena, no es posible, en consecuencia, considerar nuevamente dichos 9 factores para agravar, a su vez, la sanci—n impuesta por el delito de robo (en el caso, aclaro, tambiŽn calificado a travŽs de la agravatoria generada por el uso de armas), pues ello supone, en definitiva, una doble consideraci—n y, en consecuencia, un doble juzgamiento..." . M‡s aœn, tiene dicho esta sede que para que se configure quebrantamiento de la prohibici—n de doble valora-ci—n de una agravante (derivada del non bis in idem) la circunstancia ponderada como agravatoria de la sanci—n debe haber sido tom ada en cuenta para calificar jur’dicam ente la conducta prohibida (Sala ,, VHQW GHO HQ FDXVD 1 &KD]DUUHWD Y este es el caso de autos. C o n f o r m e Sal a Pr i m er a, m ay o r ’a, Sen t en c i a d el 17/12/02 en c au s a 2462: M ey er , D an i el A r n al d o s / r ec u r s o d e Cas ac i — n (r eg . 889/02). 10