Tratamiento del cáncer pediátrico

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Tratamiento del cáncer pediátrico
Hospital de Día
En el diseño de los tratamientos oncológicos de pacientes pediátricos, la atención profesional
es tan importante como el apoyo y la contención familiar. Son niños - desde bebés hasta
adolescentes - que deben enfrentar situaciones complejas y difíciles de sobrellevar. Vencer la
enfermedad demanda muchas horas de permanencia en el hospital, varios días de la semana
donde hay que ir a recibir la medicación o la terapéutica apropiada y consultas a distintos
especialistas.
El Hospital de Día oncológico del Hospital de Pediatría SAMIC "Prof. Dr. Juan P. Garrahan", de
la ciudad de Buenos Aires está especialmente equipado y diseñado para la atención de los
niños con cáncer. Esta estructura se organizó junto con el hospital, hace 14 años, y es la única
institución pública pediátrica que trabaja con este abordaje dentro del sistema de salud público
en Argentina. Atiende a 70 pacientes por jornada. En total, recibe un promedio de 350
pacientes oncológicos nuevos por año.
El concepto de hospital de día nace en instituciones psiquiátricas y fue ganando terreno en el
mundo para los tratamientos complejos y multidisciplinarios, basados en una internación
transitoria durante las horas diurnas. En el caso de los tratamientos oncológicos, los pacientes
requieren internaciones cortas para la administración de quimioterapia, someterse a
procedimientos quirúrgicos o terapéuticos simples con anestesias cortas, y la valoración y
tratamiento de complicaciones clínicas secundarias a la enfermedad de base.
Allí oncólogos y pediatras clínicos trabajan en el mismo espacio físico y en forma
interdisciplinaria. Los niños se benefician al evitar la internación clásica pernoctando en el
hospital, lo cual siempre es más nocivo desde el punto de vista del estrés y el impacto
psicológico, sumado al trastorno familiar de tener al niño hospitalizado.
Día a día
El tiempo que insume curar un cáncer varía. Las leucemias tardan dos años, algunos tumores
tienen tratamientos de 6 meses, otros 12. En general, los primeros meses son muy activos.
Después hay programas de mantenimiento y seguimiento en forma frecuente y programada.
El oncólogo tiene a cargo el tratamiento de base de la enfermedad. El clínico, por su parte, se
ocupa de los efectos adversos de las drogas y la acción sobre sus síntomas. Además trabajan
en permanente consulta: cirujanos, neurocirujanos, infectólogos, psicólogos, los especialistas
en cuidados paliativos. Llegado el caso, deciden la necesidad de cambios en el tratamiento
(ante metástasis y otras complicaciones) o la internación del paciente.
Los niños, debido al cáncer y la acción de la radioterapia o los drogas tienen un déficit
inmunológico. "Esto significa que hay que cuidarlo de cualquier recurrencia adversa de tipo
infecciosa que son muy frecuentes. No es lo mismo la fiebre en un paciente sano que con
cáncer. Hay antibióticos que se controlan cada 24 hs. y esto nos permite diseñar cada vez
mejores protocolos ambulatorios de infecciones que son severas", explica la Doctora Marta
Lamberti, médica pediatra y Coordinadora del Hospital de Día oncológico.
Otro aspecto muy importante desde el punto de vista clínico es el cuidado sobre los aspectos
nutricionales sobre todo en los casos donde el niño tiene dificultades para comer debido al
efecto de la radioterapia. Por ejemplo - señala la doctora - "en los tumores del sistema nervioso
central se irradia la médula y el sistema central, que produce trastornos en el tragar, el gusto y
la falta de apetito. Entonces, los niños necesitan alimentación por sonda gasogástrica, y todo
un cuidado de tratamientos paliativos para que se mantenga mejor. Si no traga, se desnutre y
eso ocasiona riesgo de infecciones o puede llegar a influir en la continuación misma del
tratamiento oncológico si el estado general se torna complicado".
Con respecto a los efectos adversos de las drogas oncológicas y sus síntomas (vómitos y
nauseas son constantes), trabajan en conjunto con los especialistas y técnicas específicas en
el manejo del dolor.
La infraestructura
En el Hospital de Día se aplican todas las quimioterapias. Mientras en algunos casos, los
fármacos se inyectan en forma endovenosa y en una sola aplicación, en otros tienen que ser
administrados en transfusiones que duran hasta seis horas. Para ello cuenta con tres salas de
internación durante el día.
Otros casos, sobre todo los tumores del sistema nervioso, reciben radioterapia fraccionada en
dos veces: una a la mañana más una por la tarde durante cuatro o seis semanas. En el tiempo
intermedio, los niños almuerzan y, si pueden, permanecen en el Taller de actividades
recreativas.
Este Taller recreativo es una gran sala a cargo de dos psicólogas sociales en donde los niños y
sus padres acuden en forma libre y voluntaria. Allí los niños y sus familiares juegan, se
encuentran, intercambian experiencias. También organizan charlas sobre temas de
alimentación e higiene, y distribuyen material informativo para la familia.
Otro sector del Hospital está destinado a los procedimientos. Allí se realizan las punciones de
la médula ósea y punciones lumbares para terapias o diagnósticos. Algunos pacientes tienen
catéteres especiales, llamados implantables, y otros semi-implantables que tienen varias vías y
se usan para algunos transplantes para poder infundir varias sustancias al mismo tiempo.
Estos catéteres se colocan en forma quirúrgica y hay un sector exclusivo con enfermeras
especiales y condiciones de asepsia.
Otro sector es específico para los chicos post transplantados de médula. Superado el período
agudo del transplante, el tratamiento posterior es largo. Son pacientes que acuden durante tres
o cuatro meses, dos o tres veces por semana a infundirse gammaglobulina, drogas, y controlar
la enfermedad de rechazo. Para ellos hay otro grupo de enfermeras especialmente
capacitadas.
Lamberti explica que también se observa el aspecto emocional de la familia. Para ello,
organizan reuniones con los clínicos de salud mental y se solicita el apoyo de los especialistas
ante los casos que enfrentan conflictos psicológicos más serios.
El rol de los padres es clave porque son el sostén básico del paciente. Toda la información se
habla y discute con ellos. Por otra parte, son la contención psicológica del niño fuera del
hospital: en su casa, cuando tiene que reincorporarse a su vida social (colegio, club, amigos,
etc.), y tienen a cargo los cuidados higiénicos y alimentarios del enfermo.
Una vez superada la enfermedad, los niños siguen con sus defensas bajas. Requieren
controles clínicos permanentes hasta un año después. El control oncológico, en cambio, se va
espaciando en períodos de dos, tres, seis y doce meses pero se mantiene, en la mayoría de
los casos, durante toda la vida.
El presente artículo fue realizado con la colaboración de la Doctora Marta Lamberti, médica
pediatra y coordinadora del Hospital de Día Oncológico del Hospital de Pediatría SAMIC "Prof.
Dr. Juan P. Garrahan", de la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
Fuente: Latinsalud.com
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