IDENTIDAD, CULTURA Y NACIONALIDAD

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Trabajo Practico Nº
 IDENTIDAD, CULTURA Y NACIONALIDAD
La cultura es la abstracción de las formas culturales reales, y aun las
posibles, cuyos fenómenos concretos, sus modalidades de transmisión,
reproducción y cambio, sus rupturas y contradicciones, sus mecanismos más
ocultos de generación e interpretación simbólica, y sus conexiones directas o
mediadas con las interacciones sociales, constituyen el objeto de siempre
desafiante que perseguimos en nuestra profesión.
Existe una dimensión universal de la identidad, como atributo
indispensable de cada miembro de la especie humana. No hay sujeto social sin
identidad.
El derecho de todo sujeto a la identidad, Declaración Universal de los
Derechos humanos de 1948, es sin embargo una afirmación genérica,
producida por un esfuerzo de abstracción realizado sobre la multiplicidad de
formas concretas que la identidad asume, y que compone un rasgo ineludible
particular de cada miembro de la especie.
Se adquiere identidad con la incorporación satisfactoria de un modo
particular de significar la realidad, y sin duda esa identidad tiene un protocolo
de expresión pública, diferente de otro de expresión privada.
Estas distintas modalidades de expresión de identidad no constituyen
rupturas internas al sujeto, no formalizan discontinuidades abruptas que
puedan disolverlo en tantos sujetos como situaciones distintas exijan la
demostración de aspectos diversos: este sujeto es el haz de manifestaciones
cambiantes de su identidad culturalmente provista, así como la cultura es el
haz de significaciones posibles, creadas y a crear, en cuanto manifestaciones
de un pueblo en un tiempo y un espacio determinados.
La identidad es la cultura internalizada en sujetos, subjetiva, apropiada
bajo la forma de una conciencia de si en el contexto de un campo ilimitado de
significaciones compartidas con otros.
La identidad es un aspecto crucial en la constitución y reafirmación de
las relaciones sociales. Esa identidad permite la aparición de esferas de
identificación, experimentadas como “hermandad” o pertenencia, consistentes
en su interior y coextensivas con las restantes, bajo las mas diversas
combinaciones.
La identidad del sujeto externalizada y compartida con otros provee
campos de mutua referencia e identificación como el designado por sus
relaciones.
Esas identificaciones múltiples y sucesivas no son, infinitas: el límite en
que se contienen, el alcance máximo de las potenciales identificaciones propias
de una cultura, es el de la expresión de la otra edad radical. Es en este punto
que surge la identidad étnica. El limite en el cual las identificaciones ceden
lugar a la confrontación.
La identidad étnica seria aquel plano donde las identidades diversas se
licuan en sus diferencias para componer un espacio lógico, social, pero
también real y pragmático, y las identidades variadas son consagradas bajo la
forma de la cultura en abstracto.
Podríamos decir que la cultura occidental contemporánea se expresa
como una matriz extraordinariamente abierta a la proposición de formas
singulares de manifestación y, consecuentemente, de identidades posibles,
generada dentro de un molde social mas rígido, sin embargo permeable a la
aplicación de espacios de interacción para la incorporación de esas identidades
de en cuanto correspondientes sus sujetos sociales nuevos.
Diferencias entre el estatuto del sujeto social. Hay dos tipos sociales:
Las universitas, sociedad holística, jerarquica, donde las “relaciones entre
hombres son más importantes que las relaciones con las cosas”, y las societas,
en la que inscribe a las sociedades de tipo moderno, donde el valor supremo es
el individuo y el igualitarismo, donde “las relaciones entre hombres estan
subordinadas a las relaciones entre los hombres y las cosas”.
Las universitas, es ese orden social, característica área de trabajo de la
antropología etnográfica tradicional, donde los sujetos sociales se exponen en
un numero limitado de posibilidades de expresión, aun bajo las normas
complejas de variación simultanea a las que me referí antes.
En las societas, en cambio, el eje ideologico es el individuo, no el
personaje social previamente pautado. Para ese individuo el espacio de
expresión de sus singularidades idiosincráticas es, irrestricto. Cada sujeto
social puede encarar la identidad que mejor le plazca, como posibilidad de
manifestación el valor supremo, la individualidad o bien en términos de
Dumont: “el ser moral, independiente, autónomo, y por ende no social, tal como
se lo encuentra ante todo en nuestra ideología moderna del hombre y la
sociedad”.
La ideología deviene de la participación del contrato social, la aceptación
de las normas de convivencia que son en suma, la cara visible de la sociedad.
Si las formas diversas de expresión de la humanidad concebida por los
iluministas y refrendada por las ciencias sociales nacientes están
condicionadas al acuerdo básico de convivencia social, son también y
simultáneamente demostración de la coexistencia de sistemas culturales que
no se disponen en un espacio relativista. Hay formas arquetípicas de la
identidad social, a través de la puesta en práctica de varios modelos de política
colonial.
Pero esa libertad condicionada por el acuerdo, y esa igualdad que es el
ajuste progresivo a un molde arquetípico de humanidad, nacen unidas a un
derecho que, en el ejército expone crudamente la diferencia y más
profundamente, la desigualdad instaurada por las societas: la propiedad.
La ideología del individualismo impide a las ciencias sociales advertir a
la existencia de focos de jerarquía y de modalidades sociales de la naturaleza
holística en el seno de la sociedad moderna. Le impide comprender que
fenómenos como el rasismo y el totalitarismo no son “consecuencias
indeseables” de un desarrollo imperfecto de la democracia y la igualdad que
esta pretende garantizar, sino que son fenómenos “interiores al mundo
moderno, a la ideología moderna”. Resultan de la tentativa en una sociedad en
la que el individualismo se halla profundamente enraizado, y es predominante.
La insistencia en la afirmación de principios de convivencia bajo la
formación del enunciado jurídico: la discusión que mantenemos en estos días
acerca de la legalidad o ilegalidad del aborto. La versión oficial plantea una vez
más el condicionamiento de una libertad irrestricta individual al contrato social,
y decide que el valor de la condición de sujetos social pleno, de individuo,
reconocido del feto, es superior al valor de la libertad de la mujer, a la que se le
exige alinear su cuerpo y su futuro, suspender su libertad de la opción, bajo
pena de violentar el acuerdo social y atentar contra el derecho de otro sujeto a
la existencia. Es un absurdo desde el punto de vista de la cultura: confiere
identidad a quien no ha de venido aun sujeto cultural, sobre un ser que es aun
plena naturaleza, en tanto aun, no ha sido trabajado. No es sino la expresión
de como las societas adscribe espacios diferenciales para sus miembros, en
nombre de las mas estrictas desigualdades.
El advenimiento de esta ideología de la sociedades y el individuo se
produjo en coincidencia de la gran transformación económica occidental que
significo la diferencia del capitalismo.
La eclosión de identidades que polemizan la pretendida construcción de
estadísticas del individuo, son las manifestaciones del orden cultural
extraordinariamente sensible a la diferencia y consecuencia proclive a la
segmentación de modalidades del ser.
Un último legado de la ilustración: la nación, y muy particularmente su
realización jurídico-política, como estado-nación. La identificación nacional, de
democracias formal inestables, con segmentos sociales de tipo jerárquico
tradicional se presenta el énfasis puesto en la diferencia con lo que se extiende
más allá de sus límites. Las diferencias son generadas por los consumos
significativos.
La identidad nacional se manifiesta, bajo las formas del nacionalismo: la
creencia colectiva en una comunidad atemporal, de creencia, costumbre y
destino, soberana, y compuesta por sujetos que son depositarios y custodios
solidarios del valor supremo ideal: la propia nación.
Esa hermandad o comunidad se experimentan como una comunidad del
lenguaje. También como una comunidad de sentimiento, suscitados por la
participación en las ceremonias, los cambios patrióticos, la experimentación
emotiva de los rituales masivos de exaltación de lo nacional. Ni en la sociedad
donde la cultura componen repertorio limitado de personas sociales, ni en el
capitalismo y su sistema moderno de producción industrial de mercado, las
identidades posibles se reducen a una replica sintética de unas pocas notas
coherentes entre si.
Integrantes: 3”A”
Máspero
Moreira
Peiró
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Espeche
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