Oliver Fohrmann <fohrmann@iwr.uni-heidelberg.de> El libro ”Noticia de un secuestro” de Gabriel García Márquez Trabajo por escrito con ocasión de una exposición de Oliver Fohrmann Zentrales Sprachlabor der Universität Heidelberg Español - Curso superior WS 1997/98 Oliver Fohrmann <fohrmann@iwr.uni-heidelberg.de> El tema Con Noticia de un secuestro el premio Nobel de literatura colombiano, escritor famoso y periodista, Gabriel García Márquez ha escrito un relato impresionante y conmovedor después de varios años de pesquisas. Nos describe a la perfección todo lo que sucece alrededor de los secuestros de diez personas, perpetrados en 1990 por el narcotraficante Pablo Escobar, jefe del cártel de Medellín. Los secuestrados son todos miembros de familias de políticos y periodistas influyentes. Así los narcotraficantes intentan forzar al gobierno a declarar ilegal el tratado suscrito bajo el presidente Turbay, en el cual se acuerda por primera vez la extradición de nacionales para pagar sus delitos en otras naciones. Es que tienen temor de ser extraditados a los Estados Unidos dónde les esperaría una pena de al menos 150 años por narcotráfico en una cárcel de máxima seguridad. Aterrorizados por el largo brazo de los Estados Unidos en el mundo entero se han dado cuenta de que no tienen otro lugar más seguro que Colombia. Tratan de conseguir la protección del estado por la razón y por la fuerza con un terrorismo inclemente y al mismo tiempo con la propuesta de entregarse a la justicia e invertir sus capitales en Colombia con la sola condición de no ser extraditados. El eslogan "Preferimos una tumba en Colombia a una celda en los Estados Unidos" ya muestra las brutales intenciones de los llamados »Extraditables«. El lector se traslada con los dos principales personajes, Maruja Pachón de Villamizar y su cuñada Beatriz Villamizar de Guerrero. Vive con ellas sus experiencias, sus temores, sus sufrimientos y sus limitaciones durante su secuestro de seis meses hasta la feliz liberación. El autor recabó sus datos hablando con Maruja Pachón y su esposo que le propusieron en 1993 que escribiera un libro con las experiencias de ella y las arduas diligencias en que él se empeñó hasta que logró liberarla. Sus relatos personales son el hilo conductor de este libro. Además entrevistó a cuantos protagonistas le fue posible. Así Noticia de un secuestro es una crónica veraz y auténtica hasta el último detalle. El autor Gabriel García Márquez nació en 1928 en Aracataca, Colombia. Después de haber estudiado Derecho trabajó como periodista en Bogotá y Nueva York. Hasta 1967 vivió en México y después hasta 1975 en Barcelona. Su novela más famosa es Cien años de soledad de 1967 - una descripción crítica del pasado y del presente de Colombia, escrito con mucha fantasía. En su segunda novela grande, El otoño del patriarca de 1975, escribe sobre el fenómeno de los dictadores latinoamericanos. Terminó este libro en 1996. En 1982 recibió el premio Nobel de Literatura. Hoy vive en México. Se ocupa mucho del proceso de paz en Colombia. Oliver Fohrmann <fohrmann@iwr.uni-heidelberg.de> El trasfondo de la historia La situación en Colombia en 1990 durante los secuestros era muy tensa, casi como en una guerra civil. Como todavía hoy, había tres organizaciones en pie de guerra: Primero los narcotraficantes que entretanto con la muerte de Pablo Escobar han perdido su importancia. Segundo la guerrilla izquierdista. Aquí hay dos grupos principales: Las »FARC« (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) con 10.000 hombres en armas, que imponen su ley en un amplio territorio de la zona amazónica y el »ELN« (Ejército de Liberación Nacional) de origen guevarista. Tercero hay varias grupos paramilitares derechistas, llamados »AUC« (Autodefensas Unidas de Colombia) que nacieron en los años sesenta como reacción a la guerrilla y que han adelantado una feroz campaña de »limpieza anticomunista«, apoyados por el dinero de los grandes carteles de la droga. Algunos de ellos tienen como único objetivo ser una fuerza antisubversiva, mientras otros cumplen un doble papel, al defender también los intereses de los narcotraficantes. Todos son responsables de varias masacres. Los personajes principales Maruja Pachón de Villamizar periodista, directora general de Focine (compañía estatal de Fomento Cinematográfico) Alberto Villamizar su esposo en segundas nupcias, político Beatriz Villamizar de Guerrero su cuñada y asistente personal de Focine Marina Montoya hermana del secretario general de la presidencia de la república Francisco Santos redactor jefe de El Tiempo Pablo Escobar narcotraficante, jefe del cártel de Medellín César Gaviria presidente del gobierno colombiano El contenido El libro empieza con el secuestro de los personajes principales: Maruja Pachón, la directora de Focine, la compañía estatal de Fomento Cinematográfico y Beatriz, cuñada suya y su asistente personal. Ambas pertenecen a una familia de intelectuales notables con varias generaciones de periodistas. En la noche del siete de noviembre de 1990, el chófer de la empresa las lleva juntas a casa después del trabajo. No se dan cuenta de que dos coches las siguen y no saben que han sido observadas desde hace semanas. En un momento oportuno, los automóviles de los secuestradores bloquean por delante y por detrás el coche de Maruja y Beatriz. Tres hombres bajan, se dirigen al coche de las mujeres, disparan inmediatamente al chófer y secuestran a éstas llevándolas a una casa Oliver Fohrmann <fohrmann@iwr.uni-heidelberg.de> en Bogotá, dónde las echan en un cuarto oscuro de dos metros por tres con una sola ventana clausurada. Allí ya se encuentra otra secuestrada: Marina Montoya, la hermana del secretario general de la presidencia de la República, que ha sido secuestrada dos meses antes, igual que otros siete periodistas, entre ellos la hija del ex presidente Turbay y el jefe de redacción del diario El Tiempo, Francisco Santos, aunque esos son escondidos en otros lugares. Los secuestradores afirman a Maruja y Beatriz ser de la guerrilla; para calmarlas dicen que las han traído para que lleven un comunicado al Gobierno y prometen liberarlas dentro de unos días. Mientras tanto, los parientes de los secuestrados son informados por la policía y en el radio y la televisión anuncian la noticia. El marido de Maruja, Alberto Villamizar - también hermano de Beatriz y político conocido - empieza en seguida a hacer todo lo posible para salvar las vidas de su mujer y de su hermana. Negocia con el presidente Gaviria y con el Departamento Administrativo de Seguridad para que estos no actúen sin consultarlo antes. A las 48 horas del último secuestro Pablo Escobar manda una carta a las familias a través de uno de sus abogados en que avisa »que el grupo tiene a la Pachón«. En su cuarto Maruja, Beatriz y Marina viven bajo condiciones miserables. Sólo pueden hablar para asuntos urgentes y siempre en susurros. No pueden levantarse y todo lo que necesitan deben pedirlo a los dos guardianes de turno que están con ellas en el pequeño cuarto y nunca las pierden de vista. A los diez días, sin embargo, ya tienen una forma de rutina doméstica. Hay un solo baño para las tres y los cuatro guardianes. Ellas deben usarlo con la puerta ajustada pero sin cerrojo, y no pueden demorar más de diez minutos en la ducha, aun cuando tienen que lavar la ropa. En el cuarto hay un televisor y un radio para que las rehenes oigan noticias y los guardianes música. Algunos de los hijos de Maruja son gente de medios y tienen programas de televisión con horarios fijos que utilizan para mantener una comunicación unilateral con las rehenes. Una hija de Maruja hace una serie de ocho programas que ha preparado a base de una larga conversación con un siquiatra y que da consejos para mantener el ánimo en espacios cerrados. Una vez hay un llamado del papa, Juan Pablo II por la liberación de los secuestrados que es comentado por uno de los guardianes con »¿Y ese hijo de puta qué tiene que meterse en esto?« En general, esto es lo más difícil para las tres rehenes: convivir con los guardianes. Son cuatro jóvenes sin ninguna educación, brutales e inestables. Saben que van a morir jóvenes y por eso sólo les importa vivir el momento. Con su trabajo sucio quieren ayudar a su familia y velar por la felicidad de sus madres, que adoran por encima de todo. Todo lo demás lo odian: los políticos, el gobierno, la policía, la sociedad entera. Dicen que »la vida es una mierda«. Al principio, es imposible para Maruja, Beatriz y Marina distinguir a sus cuatro guardianes, porque lo único que ven de ellos es siempre la misma máscara. Pero con el tiempo los guardianes no logran esconder el carácter. Cada rehén tiene su guardián preferido y mutuamente se desarrolla una forma de armonía. Juegan al dominó y se ayudan a solucionar crucigramas. Tienen un destino común: Oliver Fohrmann <fohrmann@iwr.uni-heidelberg.de> también los guardianes parecen secuestrados. No pueden moverse en el resto de la casa, duermen en otro cuarto cerrado para que no escapen. Cuando salen del servicio son llevados en el baúl de un automóvil para que no sepan dónde están. Sin regularidad aparecen jefes mejor vestidos para recibir informaciones y dar instrucciones. Sus decisiones son imprevisibles, y las secuestradas y los guardianes por igual están a merced de ellos. Las condiciones de Francisco Santos - escondido en otro barrio de Bogotá - no son tan severas como las de los demás. Recibe los periódicos puntualmente, ve televisión e incluso juega al ajedrez con sus guardianes. Su cama es confortable y su cuarto está limpio. De vez en cuando, puede mandar pruebas de supervivencia a su familia. Sorprende la familiaridad y el desenfado de sus guardianes. En El Tiempo puede leer cartas de sus hijos y de su padre que por ejemplo le ordena que no se le ocurra suicidarse. Para Villamizar - trabajando duramente para salvar la vida de su mujer y de su hermana - es difícil encontrar a Escobar y negociar con él. Están en una ciudad llena de violencia. En los primeros dos meses de 1991 hay 1.200 asesinatos y una masacre cada cuatro días. Años antes, los narcotraficantes estaban de moda en la población y por las obras de caridad que hacían en los barrios pobres donde pasaron sus infancias tenían un cierto prestigio popular. Con su fortuna Escobar se convirtió en una leyenda. En la cumbre de su esplendor se erigieron incluso altares con su retrato y se creía que hacía milagros. Pero entretanto esto ha cambiado y con el peligro de la extradición ha empezado una guerra permanente con masacres también del lado de la policía. Así Escobar vive totalmente en la clandestinidad. No recibe a Villamizar, porque teme que tenga un dispositivo electrónico instalado debajo de la piel que permita rastrearlo. Por eso, Escobar usa lo menos posible teléfonos o móviles y sólo desde vehículos en marcha. Para comunicar usa notas escritas. En total, los narcotraficantes tenían diez rehenes en varios lugares. Durante las negociaciones con Villamizar y el gobierno liberan a seis de ellos. En sólo un caso la policía consigue encontrar un escondite donde están dos de los siete periodistas secuestrados. Hay un tiroteo largo con los secuestradores en el que también muere uno de los secuestrados. A Marina Montoya, la tercera rehén en el cuarto de Maruja y Beatriz, la matan para vengar una traición. La sacan un día del cuarto con la promesa de liberarla. Al mismo momento, los guadianes recogen el televisor y el radio para que Maruja y Beatriz no puedan oír en las noticias sobre la muerte de Marina. Ambos sospechan naturalmente que la »liberación« de Marina de que les hablan los guardianes es una mentira. Algunas semanas después sacan a Beatriz del cuarto con la misma promesa de liberarla. Ella tiene el miedo más grande de su vida cuando la llevan en el baúl de un coche a otro barrio de Bogotá, donde la dejan sola. Con un taxi va a casa. En esta ocasión le devuelven a Maruja - ahora sola en el cuarto - el televisor para animarla con la buena noticia de la liberación de Beatriz, aunque mezclada con la confirmación de la muerte de Marina. Oliver Fohrmann <fohrmann@iwr.uni-heidelberg.de> A pesar de los obstáculos la comunicación entre Villamizar y Escobar funciona, porque algunos jefes del cártel de Medellín que ya se han entregado a la justicia y que viven en una cárcel especial dan las cartas de Villamizar a Escobar. Se entregaría también este, si recibiera la garantía del gobierno de no ser extraditado y que pudiera también vivir seguramente en una tal cárcel. Además exige seguridad para su familia. Como medio de presión tiene los últimos dos rehenes, Santos y Maruja, ambos escondidos en distintos barrios de Bogotá. Pero la posición oficial del gobierno insiste todavía en la extradición y por eso hay negociaciones largas y duras. Finalmente se consigue la suspensión de la extradición y se trata de encontrar condiciones y un lugar adecuado para la cárcel de Escobar que aceptaría. Un gran obstáculo para la rendición es el ejército privado de Escobar. Se trata de conseguir que Escobar desarme y se lleve consigo a la cárcel a sus quince capitanes principales. No obstante se encuentra un acuerdo finalmente. Una finca en las afueras de Medellín es preparada para servir como cárcel segura, sólo para Escobar y sus secuaces. A finales de abril de 1991, los narcotraficantes anuncian la liberación de Francisco Santos y Maruja y en efecto son liberados después de unos días. Dejan a Maruja en un barrio de Bogotá. Ella corre inmediatamente a la próxima casa y llama a su marido que viene en seguida con los hijos y un montón de periodistas siguiéndoles. Los periodistas han llevado días esperando la liberacíon delante de la casa de Villamizar después del anuncio de los Extraditables de liberar a Maruja. Unas horas después también Santos es liberado. Así, ocho de los diez secuestrados viven el jubiloso regreso a casa. Dos años más tarde Maruja se hace Ministra de Educación de Colombia. En las días siguientes a las liberaciones, Villamizar se ocupa de las últimas negociaciones sobre la entrega de Escobar. La construcción de la cárcel está a punto de terminarse. Hay una doble cerca electrificada a cinco mil voltios y siete garitas de vigilancia - todo para impedir que Escobar se fugara como para impedir que lo mataran los miembros del cártel de Cali, sus rivales. El nueve de junio de 1991, Escobar se entrega en la gobernación de Medellín después de unos días de máxima tensión en todo el país. Un helicóptero lo lleva a la cárcel. Allí los esperan ya sus secuaces. Escobar agradece a Villamizar sus negociaciones y le califica de un hombre serio y valiente. Villamizar podría estar seguro de que ni a él ni a nadie de su familia volvería a pasarle nada de allí en adelante. Desde el día siguiente, la cárcel empieza a transformarse en una hacienda de cinco estrellas con toda clase de lujos y materiales de primera clase que son llevados poco a poco en un doble fondo, adaptado en el baúl de una camioneta. Además Escobar logra en los meses siguientes con soborno e intimidación poder seguir dirigiendo el narcotráfico desde la cárcel. Enterado el Gobierno de este escándalo, decide cambiar de cárcel a Escobar. Pero a él esta acción del gobierno le parece muy extraña y teme que sea matado o extraditado. Por eso, soborna a dos guardianes y escapa de la cárcel con sus escoltas. Pero no puede resistir la tentación de hablar por teléfono con su hijo Juan Pablo que acaba de ser rechazado por Alemania al pedir asilo. La policía localiza el origen de la llamada y unos minutos después un grupo especial de la policía toma la casa y mata a tiros a Escobar.