ENSAYO SOBRE LA HISTORIOGRAFÍA DE CHILE Y SU ESTADO ACTUAL EN NUESTRO PAÍS. El objeto de éste ensayo son variados. Uno de ellos es buscar la tesis que postula el autor del libro, además de relatar el proceso de evolución que ha vivido y que ha sufrido la historiografía chilena, además de hacer un comentario al respecto. Este texto nos muestra cómo la historiografía de Chile ha ido variando, cambiando, evolucionando con el transcurso del tiempo, para finalmente llegar a la actualidad, siendo el autor capaz de demostrarlo mediante ejemplos clarísimos y apoyándose en los factores que han influido para ello. Entonces, podemos comenzar señalando que debido al carácter curioso del hombre, se puede conjeturar respecto del por qué nace este tema, y es que el hombre siempre esta en búsqueda del pasado y espera respuestas de ello para así sanear sus inquietudes. Por esto la historia esta constantemente escribiéndose y rescribiéndose, dependiendo en esto de las distintas épocas de la cual se trate, ya que éstas significan una ruptura en los esquemas a los que ya se ha acostumbrado o adecuado el hombre en su diario vivir, y por lo tanto, esto es una tarea que jamás será concluida. Esto es muy simple de comprobar, sólo es cosa de tomar y ver las distintas ediciones de los diversos libros de historia de un país determinado, para darnos cuanta de que siempre se están actualizando; están en una búsqueda incesante de la culminación de dicha historia la cual no esta ni siquiera pronta a la cercanía. Es por ello, que nuestra época tiene una especie de obligación consistente en repensar e iluminar a la historia sobre la base de los criterios del presente, para así ampliar la visión del diario acontecer y captar la compleja realidad del pasado en su cabalidad. Ahora, adentrándonos al tema principal de éste ensayo, tenemos que tener en cuenta que hay que llevar a cabo la interpretación de la historia de nuestro país de acuerdo a la interpretación de ella con el pensamiento moderno y es así como luego de mucho tiempo, en los últimos períodos hemos sido testigos de un despertar de la historiografía económica y social de las tres últimas décadas la cual ha hecho grandes aportes para poder estudiar temas que antes de esto estaban completamente ignorados y tenidos como sin importancia. Relacionado con esto, tenemos que señalar que Chile, nuestro país, es conocido como un país de historiadores, lo que obviamente denota un desarrollo en la historiografía, y por ende, una preocupación constante y desde siempre por conocer las épocas pasadas. Pero, hay que destacar que su mayor desarrollo se dio en el siglo XIX. Cabe mencionar que todo esto nace con los soldados de la misma conquista, quienes se convirtieron en una especie de narradores improvisados, que se encontraban deseosos de transmitir el recuerdo de sus vivencias íntimas. Luego, a través de los siglos coloniales, nacen un sin fin de cronistas, los cuales son destacados como los mejores de América, quienes recogían la huella de antiguos sucesos y a la vez iban forjando a trama que deseaban legar con posterioridad. Más tarde, en la época republicana, la historia se transforma en una ciencia, y los investigadores, con nuevos métodos y sometidos a mayor rigor, redactan el recorrido del país. Como se señaló previamente, el mayor desarrollo que sufrió la historiografía en Chile, se dio en el siglo XIX, y con más fuerza en su segunda mitad, lo cual captó la mirada de extranjeros tan renombrados como el autor de los heterodoxos españoles, Marcelino Menéndez y Pelayo. Pero, independiente de esto, esto tiene un trasfondo, o una consecuencia mucho más importante, que es notar o darnos cuenta del desarrollo de los estudios históricos dados en aquellos días, y que habla del proceso instructivo de un pueblo o de una nación como tal. En éste sentido en Chile, este fenómeno se daba, no en un círculo cerrado de intelectuales, sino que 1 se extendió a toda la nación, fascinando a todo el pueblo chileno de la época quienes se encontraban deseosos de conocer su antigua imagen y de enorgullecerse del camino recorrido. Y esto a lo largo del tiempo lo hemos visto plasmado en la nació chilena, como un país que ha sido capas de cumplir metas, de haber labrado un destino en conjunto, de haber definido rasgos como propios, en fin, de tener un trayecto histórico recorrido. Tiene historia y, por ello, historiadores. Lo que el autor de éste texto postula como tesis, es que a pesar de este gran desarrollo sufrido por la historiografía chilena, esto no es significado de percepciones reales, eficaces ni tampoco completas, sino que por el contrario, el desarrollo fue tal que se llevó a cabo con falencias, como las percepciones falsas e incompletas respecto del pasado de Chile y todo esto debido a una visión histórica que predominaba hasta mediados del siglo actual, y que incluso aún perdura., y esto es por la persistencia que se tiene respecto del enfoque positivista, que redujo la historia a un mero relato, por esto, se le ha restado estructura a la historia y se la ha dejado sin proyección alguna. Pero, todo esto, sostiene el autor, es por la posición cómoda que asume el historiador y el lector, que no son capaces de exigir inteligencia al estudio ni tampoco imaginación en la creación, manteniéndose una superficie tranquila, pero perezosa , lo cual, por ende, se transmite al campo de la historiografía y también a los hombres cultos e intelectuales del país, puesto que la historia tiene claramente una responsabilidad y cierta culpabilidad, en la formación de la información que rodea o circunda a los cerebros, que sólo captan atención con anécdotas o datos curiosos. El autor del texto, sostiene que, la mentalidad positivista nos ha llevado a la adoración por los datos, a la erudición por la erudición, que carecen de sentido y proyección, y se cultivan por costumbre. Culpa a nuestros historiadores y estudiosos del pasado de vivir sepultados en libros y documentos, sin ser capaces de comprender la perspectiva que lleva al horizonte, pero también señala, que éste método funcionó en el pasado, sólo que para nuestros días es injustificable e incomprensible. También, postula, que otro problema ha sido los enfoques políticos que se le han dado ha períodos históricos, como por ejemplo, llamar a un cierto período; la República conservadora, en donde más bien se habla de gobiernos o tendencias políticas e ideológicas que de historia propiamente tal. Aunque esto, no es negar que la política forma parte importante de la historia, sólo que no es su esencia. Lo mismo ocurre en el campo jurídico, vale decir, que es usual que se inicie el estudio de las diversas épocas o materias específicas, con una sistematización basada en el orden jurídico, ya que existe una confianza en el poder de la ley. Otro aspecto, también dañino para la historia de un país es, dejar recaer períodos históricos en personas determinadas, como por ejemplo, llamar a un período de renovación política y social iniciado en 1920, como la época de Alessandri. Estos son aspectos a los cuales se remite el autor para explicar el problema que ha sufrido la historiografía en nuestro país independiente de su desarrollo, para explicar por qué es carente en algunos aspectos o tan llena de datos curiosos y anécdotas. O es sólo esto aquello que logra captar nuestra atención hacia nuestra propia historia? Decir esto, resulta difícil, pero puede resultar ser verdad, y es que a un niño de la escuela es imposible mantenerlo conectado a la historia sino es a través de estos métodos. Y es que la historia, para alguien que no es estudioso de ella, no le interesa. Respecto del tema del estado actual de la historiografía chilena podemos señalar que ésta se encuentra en un estado de reposo, dotada de un sin número de anécdotas y datos curiosos hasta mas no poder, colmada de períodos acreditados a personajes, tanto heroicos como políticos, con una fuerte influencia ideológica, y, sin olvidar, política, aunque con un aspecto jurídico atenuado. Nuestra historiografía actual, o nuestra historia, presenta todas estas falencias en una, no menos importante, cantidad dentro de ella, y es por esto, por su constitución carente, que su estado actual esta dado así. 2 Sin embargo, y dado que la historia depende de los propios hombres, que la hacen y que la plasman en relatos, es que está en manos de los hombres de hoy y del futuro, cambiar esta condición precaria del estado de ella actual, de los chilenos del futuro; cambiar nuestra historia, extraer de los textos futuros las tendencias a acreditar periodos históricos a personas determinadas, o a tendencias políticas, o a ideologías, o bien a aspectos jurídicos, y eliminar, aunque no del todo, datos y anécdotas históricas, porque son parte de la historia, y tornarla o volverla en algo que involucre todos los aspectos de la sociedad chilena, la razón real y lícita de por qué los hechos han ocurrido de tal forma y no de otra, denominar o identificar a estos periodos por su naturaleza, por su especie, y no por los personajes que se han involucrado en ellos. Solo así, teniendo una historia pura, exenta de todos estos factores que la contaminan, podemos tener una identificación real de la sociedad chilena, en este caso, y podremos sanear también todas las dudas respecto de nuestro origen y nuestra evolución como nación. Pero, cabe destacar, por último, que todo esto, no está sólo en manos de la nación chilena del futuro, de las próximas generaciones, sino que también, se encuentra en manos de aquellos que son estudioso del tema, de los historiadores, quienes deben ser objetivos y neutros al momento de plasmar un hecho histórico en un texto, pues de otro modo lo único que estarían haciendo sería confundir al lector, e incluso, en algunos casos, influirlo, a veces con una intención directa de hacerlo y otras veces no, pero al fin, de todos modos se hace, y no se cumple el objetivo principal de la historia como tal, que es aclarar las dudas que una nación sustenta respecto de ella misma, tanto de sus orígenes como de su evolución. Así, y por lo tanto, ya a modo, de conclusión, podemos señalar, que el estado actual de nuestra historiografía se encuentra contaminada por todos los factores ya nombrados, pero, que sin embargo, su limpieza o depuración, está a cargo o en manos de las futuras generaciones de Chile, tanto de ciudadanos comunes, como de los historiadores peritos, quienes tendrán el deber de plasmar en futuros textos históricos la realidad de nuestro país y de nuestra sociedad como nación que constantemente está en cambio por su naturaleza o esencia, pero extrayéndose de todos aquellos factores que ya en el pasado la contaminaron, asumiendo una posición neutra y objetiva frente a ella, para así guiar a las generaciones futuras en su camino a aclarar sus dudas respecto de su origen como individuo parte de la sociedad chilena y crear una sociedad sin resentimientos y más lista para asumir retos como un grupo común y unitario sin rencillas pendientes, como lo es hoy en día el Chile actual. 3