Platón y el camino hacia la verdad: ζητησις, διαλεκτικη και αληθηια Por Rafael Romero A. lagrimas_de_gato@yahoo.com.mx Facultad de Filosofía y Letras UNAM, México Distrito Federal 2006. Contenido 1.- La pregunta en Platón. 2.- La dialéctica en Platón 3.- La distinción entre lo verdadero y lo falso en Platón. Resumen. La famosa tesis racionalista del eidos en la filosofía platónica conlleva toda una gran red y sistema de pensamiento que converge todo hacía un mismo fin, la des – ocultación del Ser en tanto que Ser, es decir, la realidad tal cual. Platón comprendió que para poder llegar a dicho entendimiento es necesario caminar atenta y metódicamente por aquel camino que contenga a todos los caminos, al tiempo y movimiento. Para apreciar a la verdad es imprescindible saber distinguir el camino, es decir; ser dialéctico. La realidad no es apariencia, la apariencia es, pero equívocamente; y la realidad tan sólo es una modalidad que se oculta ininteligible ante los sentidos y se manifiesta inteligible a la razón. Cual fuese el destino que le compete al hombre en su alcance absoluto por ello, es tarea de él tender hacia la verdad, de ser amante de ella. La pregunta dirige hacia toda posible respuesta, la respuesta compromete toda posible pregunta, y es función del hombre amar el conocimiento, la sabiduría y la verdad en forma de pregunta. Pregunta, dialéctica y verdad en el pensamiento de Platón, son los tópicos que se desarrollan en el presente escrito. Cierto es que la reflexión platónica es exhaustiva y posiblemente su temática interminable. Desde reflexiones éticas hasta religiosas y de ciencia, pueden encontrarse en los diálogos platónicos. No obstante a ello, en un intento por generalizar todo el sistema filosófico del ateniense, puede centrarse toda su obra entorno a la Teoría de la Formas. Tanto la pregunta como la dialéctica, serán los modos posibles de distinguir la verdad del error y así, poder acceder más allá de la apariencia. Las líneas siguientes tienen como objetivo primordial presentar un eje explicativo en general, sobre el pensamiento del filósofo ateniense Aristócles, mejor conocido como Platón. I. La ζητησις (Zétesis)1 en Platón. Comprender su filosofía como respuesta significa alcanzar la pregunta que se planteaba con el inicio temprano del 2 filosofar griego. ¿Qué se puede decir de la pregunta en los diálogos de Platón? Hay dos claras evidencias que muestran y dan sentido al preguntar platónico. La pregunta muestra un inacabado e insuficiente estado del saber humano y denota enfatizadamente el logos del diá – logo. Platón nos muestra en toda su obra que el diálogo es más que palabra, es un logos, la razón de la y en la palabra. El método socrático – platónico de pregunta y respuesta pone de manifiesto la capacidad intrínseca que posee el hombre para acceder más allá de lo inmediato. Sin embargo, adjudicar la pregunta como una capacidad para todo hombre no es decir que cualquiera la haga adecuadamente. No es tan fácil el preguntar ni toda pregunta es importante, según nos demuestran los diálogos platónicos. Para entender mejor esto, profundicemos el sentido del preguntar en Platón. La pregunta en Platón es una condición de posibilidad hacia la verdad. Es una apertura que abre el horizonte hacia la definición de las cosas. Empero, es necesario en la pregunta poseer y conservar una dirección a lo que se busca contestar. Heidegger y Gadamer, ya en pleno siglo XX, reconocieron la importancia de la pregunta adecuada. Toda pregunta debe tener una pre – dirección; debe existir una co – pertenencia entre el buscar y la dirección del buscar. Heidegger lo expresa así: Todo preguntar es un buscar. Todo buscar tiene su dirección previa que le viene de lo buscado. […] Al preguntar es inherente, además del aquello de que se pregunta, un aquello a que se pregunta.3 Gadamer lo dice brevemente así: La pregunta exige una apertura de manera determinada de acuerdo a un horizonte preciso.4 La pregunta viene a pedir en el diálogo platónico una delimitación específica y precisa de lo que se propone investigar. No puede ser ambivalente desde un principio, mucho menos adjudicar supuestos en ella. La pregunta en Platón conserva la función de llevar a cada cosa a una concepción universal; para que se logre esto es necesario e indispensable que la misma pregunta se caracterice de raíz por una determinada dirección. Ejemplo de ello se puede observar en casi todos los diálogos de Platón, Sócrates corrige a sus interlocutores al plantear la ζητησις en griego es “investigación,” sin embargo puede traducirse también como “búsqueda” o “pregunta.” 2 H. G. Gadamer, El inicio de la sabiduría, p. 110 3 M. Heidegger, El Ser y el Tiempo, p. 14 4 H. G. Gadamer, Verdad y Método, p. 441 1 pregunta adecuada. En el Menón (70 a) la pregunta es la de saber si es enseñada o no la virtud, sin embargo, Sócrates corrige a Menón en dicha pregunta y hace plantear de nuevo la cuestión dirigida al qué es la virtud (79 c) debido a que realmente se desconocía qué era en sí. En este preguntar apropiado que presenta Platón, se puede ver uno de los grandes errores de una investigación, los pre – supuestos. No obstante todo esto, no se ha mencionado cuál es el sentido y la adecuada interrogante para Platón. Dirijamos la atención, en primera instancia, hacia las cosas mismas, pues por ellas se pregunta. Al observar las cosas nos percatamos que existen ciertas similitudes y diferencias entre ellas. Ciertamente es más fácil captar las diferencias que se presentan entre ellas y muy complejo hallar su similitud. Puede decirse que se reconocen las manifestaciones de las cosas en un grado de accesibilidad más fácil. Platón pone énfasis en la dificultad que esto presenta. Por ejemplo, en el Teetetes (146 a) Sócrates interroga a su interlocutor sobre lo que es el saber o conocimiento, éste contesta con todas las manifestaciones, ejemplificaciones y diferencias que presenta el saber (su multiplicidad). Pareciera una necedad por parte del propio Platón el presentar en casi todos sus diálogos esta problemática, sin embargo no lo es. Toda la filosofía platónica es un camino a través de la interrogante por el <en sí>; por saber la Forma de las cosas. Entonces, reconociendo la problemática que presenta la definición y sus modos de ser de las cosas, puede decirse que las diferencias adquieren sentido cuando hay algo común, es decir, las divergencias no se sustentan por sí mismas. La búsqueda por este común es lo que da sentido a la pregunta en Platón. Por lo tanto, Platón dirige su pregunta a la definición general que dé muestra de universalidad y necesidad de las cosas, es decir, Platón pregunta por el Τ⎨ εστι; , el qué es. ¿Qué es lo que hace originar la pregunta? De entrada puede indicarse que es el deseo por conocer. Todo hombre desea saber sobre algo al menos alguna vez en su vida. Pero esta respuesta poco satisface; en el sentido platónico puede responderse con analogía en las características que el filósofo presenta. Para poder preguntar hay que querer saber, esto es, saber que no se sabe. Es necesario reconocer que no se sabe para abrir la posibilidad de la existencia de la pregunta. Por lo tanto, es necesario el reconocimiento de la ignorancia para que exista la pregunta. El preguntar implica una disposición; ésta debe ser honesta con la aceptación de reconocer las capacidades del hombre, es decir, la pregunta debe conllevar la buena voluntad de aceptar los límites del conocimiento de uno mismo. Por todo esto, la pregunta es manifestación de ignorancia y búsqueda incesante de conocimiento, es amor por el saber, filo – sophía. ¿Qué características posee la pregunta en Platón? La pregunta ostenta intrínsecamente asombro y compromete duda. Esto expresa que la pregunta reduce la confiada convicción de lo cotidiano o puede hacer surgir sorpresa de algo que se sale de lo acostumbrado. De una u otra forma, la duda evita todo asentamiento del asombro, es decir, impide que se quede como una mera impresión. La duda compromete un impulso hacia la investigación: “Intentara des – anormalizar de lo asombrado y reincorporarlo a la cotidianeidad” (Lo mencionado entre comillas no es pensamiento de Platón, sino del autor de este escrito). Por consiguiente, el saber demanda duda; Platón mismo ha escrito en la Apología (23 a) la fundamental relevancia de la duda para la investigación filosófica. Lo interesante e importante en la pregunta platónica es poder observar que es posible descubrir y encontrar cosas infundadas en lo más familiar y cotidiano. La interrogante promete cambio, transporta al eterno retorno de los orígenes y aleja toda apariencia. Las interrogaciones, más que soluciones, son las promotoras del cambio,5 dice Nicol. La pregunta en Platón también contribuirá en sustentar a la doxa; el preguntar, en cierta forma, será el encontrar fundamentos para las opiniones que se tengan. Finalmente, lo que se logra en toda búsqueda, en toda pregunta, es ser mejor en algo. “Hasta que preguntamos nos percatamos de que existe algo 6 <en sí>”. 5 E. Nicol, La idea del hombre, p. 284 Frase del Filósofo Horneffer Mengdehl Ricardo René mencionada en su cátedra de Historia de la Filosofía I y II. FFyL UNAM. 6 II. La διαλεκτικη (dialéctica) en Platón. Extr. Dividir según Géneros, no tomando a la misma Forma por una diferente o a una diferente por la misma, ¿no es ésa 7 la tarea de la ciencia dialéctica? Platón fundamenta su teoría de las Formas con el llamado método dialéctico, pues la interrogante en su teoría, como máximo problema, era saber qué relación había entre eidos (Unidad) y fenómeno (Multiplicidad). La dialéctica fundamentará la relación entre eidos y fenómeno de la forma en que participen ambas una de otra, es decir, la dialéctica abrirá la posibilidad de la interrelación de las Formas con el mundo fenoménico. Platón expresará esta idea con la tesis ουκ – οντο, εστι, el no – Ser, es; la cual rescatará la importancia del tiempo sobre el Ser. No obstante, es necesario revisar el pensamiento joven de Platón con referencia a lo que entendía por dialéctica que, aunque toda su obra está hecha bajo este método y constantemente Platón lo define, no se expresa en la misma complejidad como en la etapa del pensamiento maduro y de vejez (diálogos como el Teetetes, Parménides o Sofista son un claro ejemplo). La dialéctica en el modo socrático – platónico deberá entenderse en la forma de la propia Mayéutica, que tenía como fines el reconocimiento de la ignorancia, la participación de la filía en la búsqueda y el objetivo de encontrar la verdad común. El método cobrará sentido en cuanto se entienda que no se puede hablar de todo por hablar; se requiere dar razón de lo tratado, o sea, hablar de las causas en las cosas. Los participantes en el diálogo deberán limitarse de hablar de lo que no se sabe, sólo será factible hablar de lo que no se sabe desde lo que se sabe. Consciente de esto, podrá observarse que el método discurre hacia la fecundación de algún conocimiento verdadero; Sócrates mismo, en el Teetetes (148 a – 151 d) manifiesta su arte de poder dar a luz un saber a sus interlocutores, como las parteras lo hacen con las mujeres embarazadas. La pregunta y respuesta en el método dialéctico socrático – platónico tiene una evidencia clara: la necesidad de confrontación entre posturas para ascender al entendimiento correcto de lo que se habla, hacia su verdad.8 El método dialéctico, para Sócrates y Platón, perseguirá la verdad de lo tratado y no la victoria de la discusión. En una de sus dos partes de la dialéctica, el método opera 7 Platón, Sofista, 253 d. Cfr. con la dialéctica heraclítea en referencia a la necesidad de la lucha de los contrarios (Pólemos) para la existencia de la armonía del Logos. 8 haciendo evidentes las posturas falsas de los interlocutores en torno al tema tratado y mostrando en dónde reside la falsedad de dichas posturas. Aquí, la identificación de lo falso es tomado como un paso esencial para poder indagar respecto a lo verdadero y, además, se considera difícil combatir la ignorancia sin haber reconocido primero que ésta es padecida. En la otra parte del método, los dialogantes buscan dominar tanto la Unidad (definición) como la multiplicidad del tema sobre lo que se versa. El tratamiento de la Unidad tiende a predecir y fundamentar el tratamiento de la multiplicidad. He aquí donde la dialéctica platónica supera a la mayéutica socrática y avanza hacia concepciones más complejas relacionadas al Ser. Las cuestiones a tratar ahora son dos principalmente: el saber distinguir y separar la unidad de la multiplicidad (discernir entre las Formas y los entes) y el saber cómo se intercomunican las Formas entre sí y con el mundo fenoménico. Por lo tanto, la dialéctica permitirá la intercomunicación de los mundos diferenciados; la labor será profundamente ontológica. ¿Qué es propiamente dialéctica para Platón? Es dialéctico, dice Platón (República VII, 534 b – d), solamente quien sabe definir la esencia de las cosas con las que trata. Pues para conocer una cosa es preciso definirla; y si no se le define, no se le conoce. La dirección y la adquisición del sentido mismo de la dialéctica, será el Τ⎨ εστι; , el qué es la cosa en sí. Empero, Platón reconocerá que la dialéctica no define las cosas, sino se aproxima a su definición, o mejor dicho, da razón de ellas (Sofista, 254 b). No obstante, y con más exactitud, ¿de qué da razón la dialéctica? A Platón le interesa dar razón de la existencia del no – Ser; la tesis concreta es la de reconocer que todo “es” y “no es” bajo la misma condición. Este principio ontológico va encaminado a señalar el error brutal del principio lógico de Parménides9, y con ello, manifestar que el Ser “es” en cuanto se muestra en el no – Ser. Los entes participan “entre ellos mismos” y “en sí mismos” de la forma de Ser y no – Ser. La condición de posibilidad de participación de los entes es la separación. Una cosa se entiende que es en sí misma en cuanto difiere de otra. La capacidad para distinguir las cosas unas de otras será la técnica de la dialéctica. El saber distinguir claramente, y por qué, será ya propiamente la epistéme. Platón llamará a la dialéctica la ciencia por excelencia. La τηχνη, o técnica, es la aplicación hábil sobre determinado objeto, es el arte de manejar de diversas maneras al objeto; la técnica se orientara al para qué de las cosas. Por esto mismo la dialéctica se distingue de todas las demás ciencias, pues en ella 9 El principio de Parménides es: lo que “es,” “es,” y lo que “no es,” “no es” ni puede ser de modo alguno. no radica solamente la técnica, le es necesaria pero no se reduce a ella. La dialéctica poseerá el carácter de la epistéme, de aquel saber de las aplicaciones en las cosas; su enfoque va hacia el por qué de las cosas. Por lo tanto, la dialéctica es la ciencia que trata sobre el saber distinguir las Formas entre unas y otras. Platón lo expresa de una forma muy bella en dos modos: • La dialéctica es la propia filosofía. • La dialéctica es la ciencia de los hombres libres (Sofista, 253 c). Tomando ambas ideas, se puede percibir que Platón resalta algo muy relevante: “en la dialéctica no existen los prejuicios ni pre – supuestos,” por lo mismo es ciencia libre, es filosofía. La dialéctica platónica da razón del cómo se intercomunican las Formas, del cómo es posible que algo sea no siendo. Es necesario, para entender mejor esto, confrontar las tesis de Parménides y Platón. Parménides negaba al no – Ser y a la Nada. Su imagen del Ser y de la verdad como una redondez, atribuían a lo real una in – movilidad, pues de existir algún movimiento, el Ser dejaría de ser. Los atributos del Ser parmenídeo, limitado, inmóvil, intemporal, único, etc. hacían ya su definición (Platón se opone a ello). Sin embargo, Platón no niega al Ser en cuanto rechaza la teoría del eleata; sino que hace volver a mover la realidad detenida por la cosmovisión radical de Parménides. Platón sigue siendo racionalista e idealista como el padre Parménides, pero descubre y entiende la importancia, que es clara y evidente empíricamente, del devenir de la realidad. Por ello, Platón no concibe que sea definible el Ser y el no – Ser, pues aunque existen los dos, son los grandes límites del saber humano (el Ser y el no – Ser son límites del método dialéctico). Pareciera que Platón es un heracliteano, sin embargo, no sería correcto reducirlo a ello; Platón se acerca de algún modo a la filosofía de Heráclito, al Panta – rei, sin embargo va más allá de él. Mientras el efesio decía que Nada es jamás, todo está en proceso, Platón en su dialéctica reconoce que las Formas son, y para siempre; las Formas no están en proceso ni se engendran, sino están dadas en sí y por sí mismas. Lo único que Platón negará, y convergerá con Parménides, será con respecto a la Nada. No puede confundirse al no – Ser con la Nada, esto lo señala bastante Platón. El no – Ser hace referencia a algo que es erróneamente; la Nada no lo hace. El método dialéctico discurre entre el Ser y el no – Ser, son sus límites. La Nada no debe intervenir en el pensar ni mucho menos en la dialéctica; simplemente es nada, sin referencia y posible refutación. En la dialéctica platónica participan cinco formas mayores: el Ser, el cambio, el reposo, la mismidad y la diferencia (Sofista, 254 b – 255 e). Todas ellas en conjunción dan la adecuada razón de existencia del no – Ser. La intercomunicación de todas las demás Formas de la realidad (la belleza, lo bueno, la templaza, etc.) se manifestarán y ejemplificarán, en cuanto a estas cinco anteriores Formas. Las cinco participan del Ser en cuanto que son ellas. Entonces, el Ser atraviesa toda Forma de existencia y, en tanto que se extiende a todo género, es difícil definirlo. Las cosas participan del Ser en tanto que son, y del no – Ser en tanto que no son partícipes de algunas otras. Todo referente a algo, es, pero no es en referencia a otro; la propia mismidad es diferente en cuanto a la diferencia, y así con toda Forma o Género. El común de todos es el Ser pero divergen (no son) en tanto que son. Esto viene a ser la inteligibilidad pura del conocimiento platónico; la dialéctica ya no es nada más el medio del saber humano para el acceso y entendimiento de lo real, sino se encuentra intrínsecamente en la propia realidad total. La realidad es dialéctica. Para concluir, la dialéctica está comprometida a dar una explicación racional de la realidad. Es el método y la ciencia que hace capaz al hombre de observar a la realidad como una multiplicidad única. Es la ciencia que hace discernir lo verdadero de lo falso. Es un proceso que da acceso al desvelamiento de la verdad, no es concluyente en sentido absoluto, sería un contrasentido dialéctico, sino es conducir hacia. Es tendencia y filo – sophía; es posibilidad de uno y otro, y de uno entre otro. La dialéctica es el οδος más abierto para conducirse entre la razón de la realidad. η διαληκτικη εστιν ο µετα - οδος προς της αληθηιας III. Diferencia entre lo verdadero y lo falso en Platón. Extr. Así, lo que se enuncia acerca de ti, pero de modo tal que a lo que es diferente se lo enuncia como lo mismo, o lo que no es como que es, una combinación de verbos y nombres que responda a esa descripción parece, en fin, ser 10 real y verdaderamente un enunciado falso. La única vía correcta para llegar a la verdad del Ser, según Parménides, será el pensar correctamente, reconociendo que una cosa jamás es y no es condicionalmente. Parménides rechaza la doxa como posibilidad de camino hacia la verdad. En oposición, la dialéctica platónica señala que es necesario recorrer todos los caminos para poder saber discernir entre uno y otro. Platón también descubre que en el puro pensar se cometen errores. Es necesario recorrer ambos caminos de verdad y falsedad, pues ciertamente se parecen los dos en algo; este común es que uno y otro hacen referencia a algo que es, es decir, a algo que existe. Por lo tanto, en la verdad y la falsedad se suscita condicionalmente el Ser. El error se refiere a algo que es pero diferente de lo que es en sí mismo (Sofista, 263 b – d), mientras que lo verdadero se refiere a lo que es en sí (Sofista, 263 a – b). Platón comprende que el mundo del error es inseparable del mundo de lo verdadero por el hecho de que existen. Platón pone gran relevancia a lo falso, debido que a partir del conocimiento sobre él se podrá distinguir a lo verdadero. Lo que existe es lo que se podrá saber, y lo falso existe pero no realmente, sino en apariencia; si no fuese así, no se podría conocer que se está en el error. Entonces, lo que es fundamental para lo verdadero, en Platón, es tener conocimiento del error. Parménides nunca concibió esto y hacía, por lo tanto, poner en duda su legitimación sobre la comprensión del Ser. ¿Cómo sabía que en verdad se encontraba en la verdad y no en el error, sin haber conocido a este último? La episteme para Platón se compone de verdad y error, pues se refiere a algo que es, independiente del carácter de certitud o falsedad que tenga; lo único que no se puede incluir en absoluto, tanto en el conocimiento como en el pensar, es enunciar un juicio en referencia a la Nada (Sofista, 263 c). En el pensar debe coexistir tanto el error como la verdad. El pensar es un diálogo silencioso con nosotros mismos, donde nos afirmamos y nos negamos (Sofista, 263 e). El diálogo interno, que es una dialéctica, concibe a todos los caminos existentes (lo verdadero y lo falso) para poder llegar a hacer un juicio sobre lo que se piensa. 10 Platón, op. cit. 263 d La dialéctica es el método que hará saber distinguir entre el error y lo verdadero, entre la diferencia y lo mismo. Por último, para poder diferenciar la verdad del error, hay que reconocer todos lo caminos y vigilar como corresponde. Platón lo entenderá como aquella forma de conocer metódicamente; pensar y hablar con toda la atención debida hacia lo que se busca.11 No basta el saber lo que es aparente para situarse en lo que realmente es; se requiere de la atención adecuada, es decir, se necesita sensatez. Bibliografía: - H. G. Gadamer, El inicio de la sabiduría, Editorial Paidós, s/ed, Barcelona 2001. - “ - M. Heidegger, El Ser y el Tiempo, Editorial FCE, 2ª edición, México 1980. - E. Nicol, La idea del hombre, Editorial FCE, 1ª edición, México 1992. - Platón, Apología de Sócrates, Menón, Editorial Alianza, 3ª edición, Madrid, 2004. - F. M. Cornford, La teoría platónica del conocimiento, Editorial Paidós, s/ed, Barcelona 1983. “ “ “ “, Verdad y Método, Editorial Sígueme, s/ed, Salamanca 1977. (Libro consultado para los diálogos del Teetetes y el Sofista.). 11 Cfr. con el fragmento B 18 de Heráclito: “Hay que esperar lo inesperado […]” Es un estar atento, activo y en reflexión constante, con la única finalidad de ver por un instante la verdad.