3. Itinerario. Moradas 10. Nacidos para volar

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10. Nacidos para volar
“La etapa más alta de la vida se alcanza en la convivencia con Dios.
Precisamente aquí radica la audacia de la aventura humana” (Joseph
Ratzinger).
“Da gracias por los rostros de las personas buenas y por el dulce
amor que hay detrás de sus ojos... Por las flores que se mecen al
viento” (Carta de Cary Grant a su hija antes de morir).
“Pocas cosas nos interesan tanto a nosotros, hombres y mujeres de
hoy, como los grandes fenómenos de cambio que marcan nuestra
vida y el rumbo de la historia humana. Ese inabarcable cambio de
nuestra humanidad, desde el hombre de las cavernas al hombre de
los rascacielos” (Tomás Álvarez).
“Quienes han vivido desde lo hondo esa experiencia de cambio: los
convertidos, los poetas, los místicos... la han expresado en imágenes
y símbolos que nos cuestionan mucho más que las palabras y que las
teorías” (Tomás Álvarez).
“En un plazo de tiempo brevísimo amplios sectores de la sociedad
han sufrido una especie de ataque nuclear espiritual, una especie de
big bang en la cultura cristiana que hasta ahora constituía nuestro
fundamento. Aunque las personas no nieguen a Dios, nadie cuenta ya
con que ejerza poder sobre el mundo y pueda hacer algo de verdad"
(Peter Seewald).
EL GUSANO DE SEDA
. La fuerza del deseo. El Señor es quien hace en nosotros obras grandes (cf M V,2,1). A
nosotros nos toca disponernos (cf M V,2,1). La oración comienza siendo lo que podemos
hacer para ponernos ante Jesús. Cuando este deseo es grande, no hay dificultad que se ponga
por delante. “Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el
gentío, levantaron unas teja encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y
descolgaron la camilla con el paralítico” (Mc 2,3-4). Santa Teresa es un testigo fuerte del
anhelo profundo del ser humano por ir a Dios. . Las filigranas de la naturaleza. Cuando contemplamos con ojos limpios la naturaleza que
nos rodea, nos nace el asombro y brota en nosotros la alabanza a Dios que hace maravillas y
muestra en cada pequeñita cosa su sabiduría (cf M V,2,2). Muchos oran así.
. La muerte de lo viejo. Lo que suena a muerte no nos gusta. Nos repugna la pena de
muerte, las muertes violentas. Tenemos miedo a la propia muerte o a la muerte de los que
más queremos. Y sin embargo hay muertes que nos llevan a la vida. “Matando, muerte en
vida la has trocado” (San Juan de la Cruz). Y somos nosotros los encargados de dar muerte a
lo que no nos da vida. Como hace el gusano de seda “que comienza a labrar la seda y edifica
la casa adonde ha de morir. Esta casa querría dar a entender aquí, que es Cristo” (M V,2,4).
“Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios” (Col 3,3-4). La
muerte “en vez de estar ante nosotros, está detrás” (R. Panikker).
. ¡Animo y a la tarea! Para dejar cualquier vicio que se nos ha pegado por el camino
necesitamos mucho ánimo. ¡Cuánto más para dejar todo lo viejo que llevamos dentro! “Pues
¡ea!, hijas mías, prisa a hacer esta labor y tejer este capuchillo, quitando nuestro amor
propio” (M V,2,6). “¡Muera, muera este gusano, como lo hace en acabando de hacer para lo
que fue criado!, y veréis como vemos a Dios y nos vemos metidas en su grandeza” (M
V,2,6). LA NUEVA CRIATURA
. Todo para la vida. Ese paso por la muerte es para renacer a otra manera de vivir, con
horizonte nuevo, con psicología nueva, con nuev apertura a lo transcendente, con insaciable
apetencia de más vida. Todo este proceso está envuelto en alegría. “La mujer, cuando va a
dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero en cuanto da a luz al niño, ni se
acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre” (Jn 16,21). “No
habremos acabado de hacer en esto todo lo que podemos, cuando este trabajillo, que no es
nada, junte Dios con su grandeza y le dé tan gran valor que el mismo Señor sea el premio de
esta obra” (M V,2,5).
. La mariposica blanca. “¡Oh grandeza de Dios, y cuál sale una alma de aquí, de haber
estado un poquito metida en la grandeza de Dios y tan junta con El” (M V,2,7). Aparece un
nuevo sentido para la vida. “El sacar forma parte desde el principio de la esencia de Dios.
Sacar de confusiones, sacar de la apatía, sacar de la soledad y del aislamiento” (Martin
Buber).
. Algo insospechado. “La misma alma no se conoce a sí... Vese con un deseo de alabar al
Señor... Luego le comienza a tener de padecer grandes trabajos... Los deseos de penitencia
grandísimos, el de soledad, el de que todos conociesen a Dios; y de aquí le viene una pena
grande de ver que es ofendido” (M V,2,7). “¡Oh grandeza de Dios!, que pocos años antes
estaba esta alma, y aun pocos días, que no se acordaba sino de sí, ¿quién la ha metido en
penosos cuidados?” (M V,2,11).
DISEÑO DE LA PERSONA NUEVA
- Tiene alas para volar. “Ya no tiene en nada las obras que hacía siendo gusano, que era
poco a poco tejer el capucho; hanle nacido alas, ¿cómo se ha de contentar, pudiendo volar,
de andar paso a paso? Todo se le hace poco cuanto puede hacer por Dios, según son sus
deseos. No tienen en mucho lo que pasaron los santos, entendiendo ya por experiencia cómo
ayuda el Señor y transforma un alma, que no parece ella ni su figura” (M V,2,8). La flaqueza
se le convierte en fortaleza, la esclavitud en libertad; sólo Dios es para ella su verdadero
gozo (cf M V,2,8). La fe cristiana, además de memoria, es también libertad, apertura al
futuro.
- Afronta nuevos trabajos. “¡Oh Señor!, y qué nuevos trabajos comienzan a esta alma!
¿Quién dijera tal después de merced tan subida? En fin, de una manera o de otra ha de haber
cruz mientras vivimos” (M V,2,9). “El contemplativo es la persona totalmente entregada a la
acción, pero teniendo el corazón totalmente puesto a los pies del Señor” (Tony de Mello). La
caridad se vive hasta el heroísmo.
- Todo lo vive con paz. “No quiero decir que no tienen paz los que llegan aquí, que sí tienen
y muy grande; porque los mismos trabajos son de tanto valor y de tan buena raíz, que, con
serlo muy grandes de ellos mismos sale la paz y el contento” (M V,2,10). Y de ahí nacen
caminos de paz.
- Todo su ser rezuma alabanza. Lo expresa muy bien el salmo 64: “Rezuman los pastos
del páramo, / y las colinas se orlan de alegría; / las praderas se cubren de rebaños, / y los
valles se visten de mieses / que aclaman y cantan”. La bendición de Dios se traduce en
abundancia, y la misma tierra parece sentir el gozo del don divino. - Tiene la mirada puesta en Jesús. “Veis aquí, hermanas, lo que nuestro Dios hace aquí
para que esta alma ya se conozca por suya; da de lo que tiene, que es lo que tuvo su Hijo en
esta vida; no nos puede hacer mayor merced” (M V,2,13). “Seguir a la luz es lo mismo que
quedar iluminados” (Ireneo de Lyon). Y con Jesús imagina la nueva humanidad, para dar
nuevas oportunidades al amor. Comienza
a
orar
con
la
alabanza. Dios es el que hace
maravillas.
YO TE ALABO Y TE BENDIGO, TU
ERES MI SEÑOR.
YO TE ALABO Y TE BENDIGO,
CANTO PARA TI.
Recuerda tu camino cristiano,
los momentos de dolor y de gozo,
la presencia siempre cercana del
Señor. Ten en cuenta que la
santidad es tu pobreza ofrecida
que se encuentra con la grandeza
de Dios.
Haz presente a los amigos de Dios, ellos son testigos de la madurez
de todo crecimiento espiritual.
Escucha esta parábola: LA MARIPOSA
“Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo. Un hombre
se sentó y observó a la mariposa por varias horas y cómo ella se
esforzaba para que su cuerpo pasara a través de aquel pequeño
espacio. Entonces parecía que se había dado por vencida pues no se
veía ningún movimiento y no parecía hacer ningún progreso. Parecía
que había hecho más de lo que podía y aun así no conseguía salir.
Entonces el hombre decidió ayudarla. Tomó una tijera y con ella cortó el capullo para que la mariposa
pudiese salir. La mariposa salió con una gran facilidad. Pero su
cuerpo estaba atrofiado, muy pequeño y con las alas maltratadas. El
hombre continuó observando a la mariposa porque esperaba que en
cualquier momento sus alas se fortalecieran, se abrieran con fuerza y
fueran capaces de soportar su peso afirmándose con el tiempo. Pero
nada pasó. En realidad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con el
cuerpo atrofiado y con las alas maltratadas y encogidas. Nunca fue
capaz de volar. Lo que el hombre en su gentileza y deseo de ayudar no comprendía
era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para salir por el
pequeño agujero era el modo en que Dios hacía que el fluido del
cuerpo de la mariposa fuese hacía sus alas de modo que estuviera
lista para volar una vez que hubiese salido del capullo".
AL ORAR NUESTRA VIDA SE HACE TRANSPARENTE
Cipecar
Cipecar
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cipe@cipecar.org
Información extraida del sitio web: CIPE
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