Gemeinschaftsfremden o cómo ser clavado/a por tus amigos/as

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Gemeinschaftsfremden o cómo ser clavado/a por tus amigos/as
Gemeinschaftsfremden o cómo ser clavado/a por tus
amigos/as
Requisitos de esterilización y reconocimiento del estatus legal
de las personas transexuales
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Título original: “Gemeinschaftsfremden or How to be Shafted by your Friends: Sterilisation Requirements and Legal Status Recognition for the Transsexual”. En Whittle, Stephen. Respect and Equality.
Transsexual and Transgender Rights. Londres: Cavendish Publishing, 2002. Traducción: Mauro
Cabral.
Gemeinschaftsfremden o cómo ser clavado/a por tus amigos/as
Gemeinschaftsfremden1
o cómo ser clavado/a por tus amigos/as
Requisitos de esterilización y reconocimiento del estatus legal
de las personas transexuales
Este artículo explora el problema de la “exigencia de esterilización” que emerge en el
momento en que se busca legislar sobre los “derechos” transexuales, a la luz de los movimientos recientes de la comunidad trans hacia la autodefinición, tanto legal como médica.
Centrándose en la cuestión de los derechos reproductivos, ilumina el modo en que los
discursos eugenésicos —considerados como históricamente inactivos— gobiernan los procesos políticos que tienen lugar en las contradictorias posturas regulativas sobre nociones
de derechos familiares. Ilustra los procesos hegemónicos de control, que continúan estableciendo los límites en cuyo interior se permite la normalización y la absorción de extraños
y extrañas por parte de la sociedad. En la medida en que a la persona trans se le concede
una aceptación limitada, esos límites excluyen aquello que es construido como su invasión
potencial de la integridad corporal de otros y otras; en este caso, de niños y niñas.
No les ha resultado sencillo a las personas no trans reconocer tanto la existencia
imperativa de las personas trans como su demanda de protección bajo la ley; pero el
aceptar por completo las consecuencias del discurso interruptus que la comunidad trans
está ofreciendo, en su nueva teorización del sexo y los roles de género, les ha resultado
todavía más difícil debido a que dicha teoría remueve obligadamente el sexo y el género
de la praxis legal. El fracaso persistente a la hora de comprender la naturaleza reconstructiva de esta postura ha significado que los sitios “genéricamente neutrales” o “genéricamente cruzados” de los cuerpos trans continúen siendo percibidos como en falta de algún
aspecto esencial de humanidad.
Resistir la cuestión
Los años noventa fueron testigos, en todo el mundo, de las demandas crecientes de
personas transexuales que estaban en busca del reconocimiento legal de su estatus de
género en su nuevo rol.2 En Gran Bretaña, esta campaña condujo a la formación de un
foro parlamentario interpartidario que está procurando redactar legislación apropiada sobre el tema.
1
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Gemeinschaftsfremden es el título en alemán de un anteproyecto de ley nazi de 1943 sobre el “manejo de intrusos/as sociales”, el
cual proveyó el marco para la castración compulsiva de homosexuales en los campos de concentración nazi. Este capítulo fue publicado originalmente en Beresford, S., Monk, D. y Moran, L. (eds.). Legal Queeries, 1998, London: Blackwell, pp. 42-56. Ha sido
revisado y actualizado para esta publicación.
Las personas transexuales han estado involucradas recientemente en demandas por el reconocimiento (o ampliación del reconocimiento)
de su estatus legal en Italia, Francia, Australia, Tailandia, Japón, Brasil y Argentina.
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Una pregunta que se presentó en este contexto fue la siguiente: ¿debería certificarse
la esterilidad permanente de la persona transexual que busca reconocimiento legal —por
ejemplo, la enmienda de su certificado de nacimiento— al momento de otorgarse ese
reconocimiento? La legislación de diferentes jurisdicciones, incluyendo Alemania, Suecia,
Holanda y algunos estados de América del Norte, requiere esta certificación, como cuestión de hecho, antes de que sea autorizado un cambio legal de “sexo” o “género”. Por
ejemplo, la legislación alemana (Transsexuellengesetz, TSG) requiere que la persona transexual sea “continuamente no reproductiva” (TSG 1980, Second Section, Subsection 8, 1,
iii). De modo similar, la ley sueca requiere que el o la solicitante de reconocimiento legal a
los efectos de cambio de sexo deba “haber sido esterilizado/a o al menos ser incapaz de
procrear” (Lag om andring i lagen, 1972, p. 119, Section 2).
En el XXIII coloquio en legislación europea, realizado en 1993, Transexualismo,
Medicina y Derecho, el profesor Michael Wills, de la Universidad de Berna, adoptó la
perspectiva de que “la esterilidad [de la persona transexual] debe ser absolutamente cierta
y permanente” (Wills en Council of Europe 1995: 88) antes de que la ley autorice un
cambio completo y reconocible. Pero Wills no explica su razonamiento, sino que éste es
presentado como una presunción de sentido común. También aparece como una presunción de sentido común de muchos/as médicos/as que brindan tratamientos de reasignación de género. En el coloquio de 1993, no menos de cuatro relatores/as mencionaron el
requisito de la esterilidad “sin un parpadeo” (ver Wills, Hage, Delvaux y Doek en Council
of Europe, 1995).
Esta presunción de esterilidad anterior al reconocimiento legal da por sentada la
cuestión. Parece una demanda casi obsesiva dado que, en realidad, en casi todos los
casos, la terapia hormonal que siguen las personas transexuales las habrá dejado, luego
de pocos años, estériles para todos los propósitos legales en el momento en que podrían
ser consideradas lo suficientemente comprometidas con su nuevo rol como para cualquier
reconocimiento de un cambio de estatus. Si pasan por cirugías de reconstrucción genital,
serán por cierto, y de modo permanente, incapaces de procrear.
Sin embargo, existen algunas personas trans que, por razones de salud, no pueden
recibir los altos niveles de hormonas prescritos normalmente; tampoco pueden pasar, necesariamente, por grandes cirugías. ¿Se les debe negar, entonces, el reconocimiento, en
virtud de su incapacidad para transformarse de modo permanente en estériles? Más aún,
considerando a los transexuales de mujer a varón: incluso si fueran físicamente capaces,
¿deberían ser forzados a pasar por una histerectomía, una cirugía mayor, que involucrará
cierto nivel alto de riesgo, sin otra razón terapéutica que calificar para un “cambio de
sexo” legal?
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La legislación alemana, además, requiere que haya una “clara aproximación al fenotipo del sexo deseado” (TSG 1980, Second Section, Subsection 8,1, iv). Un transexual
de mujer a varón ¿debería haber tenido una cirugía para ocluir su vagina, lo cual podría
acarrearle la pérdida de sensación sexual, y además cirugía para crear un pene, un procedimiento notoriamente difícil y a menudo insatisfactorio? (Hage en Council of Europe 1995:
107). Los individuos ¿deberían ser obligados a pasar por procedimientos quirúrgicos específicos, y sus riesgos de salud asociados, antes de ser reconocidos por la ley como el
hombre social o la mujer social que son? Están también aquellas personas que se identifi-
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can como transexuales pero no quieren recurrir a los procedimientos quirúrgicos implicados en la reasignación de género. El despliegue del término transgénero en las comunidades trans incluye específicamente a estas personas en los procesos políticos relacionados
con el acceso a la salud y a políticas y prácticas antidiscriminatorias y contra el odio.
Los requisitos legales de esterilidad y cirugías específicas claramente ejemplifican el
discurso médico legal sobre el cuerpo transexual, discurso que visibiliza los modos en
que ciertos cuerpos son construidos y controlados por el Estado. Aún más: arrojan luz
sobre los discursos eugenésicos y de higiene mental que, todavía hoy, rodean a los cuerpos
desviados.
El movimiento eugenésico, construido sobre el principio de Galton3 —mejorar un
grupo biológico sobre la base de un mérito biológico supuesto, sólidamente basado en el
darwinismo social— fue una fuerza poderosa bien entrado el siglo XX. Percibido en demasía, en nuestros días, como una cosa del pasado —que resultara en una serie de errores
monumentales de política, como la decisión de la Suprema Corte de los Estados Unidos en
Buck versus Bell,4 en la cual se sostuvo que “tres generaciones de imbéciles son suficientes”, o en la encarnación práctica de racismo extremo, como la esterilización nazi y los
programas de exterminio de los años treinta y cuarenta—, el movimiento eugenésico puede, aparentemente, haber desaparecido, 5 pero en realidad sus principios están vivos.
David Smith (1994) argumenta que la eugenesia continúa influyendo sobre las actitudes
y conductas dirigidas hacia personas que son percibidas como no productivas o defectuosas.
En todo el mundo, las decisiones judiciales relativas a la esterilización no consensuada de aquellos y aquellas mentalmente discapacitados/as pueden declamar acerca del
“derecho básico a reproducirse”, pero eso aparentemente se vuelve irrelevante cuando se
consideran los mejores intereses de esas mujeres (Little, 1992).6 Tales mejores intereses
son definidos y delineados por “expertos/as calificados/as”, quienes son, por supuesto,
expertos/as en medicina.
Los y las expertos/as en medicina, tanto científicos/as como médicos/as, han tenido,
de hecho, una larga y deshonrosa historia en el campo de la eugenesia, en el que han
creado un discurso común sobre la degeneración y el rol de factores tanto hereditarios
como biológicos en la producción de la “deficiencia” (Garton 1994: 181). Durante gran
parte del siglo XX, el movimiento eugenésico promovió, siguiendo la decisión en Buck
versus Bell, la esterilización masiva forzosa y la segregación de los miembros “mentalmente débiles” de la sociedad. Numerosos estados norteamericanos aprobaron leyes y, en
consecuencia, más de 60.000 individuos diagnosticados como mentalmente retardados
3
4
5
6
Francis Galton acuñó el término eugenesia en su libro de 1883 Inquiries into Human Faculty and its Development, reimpreso en
1973 por AMS Press en Nueva York.
Buck versus Bell 274 US 200 (1927).
El movimiento eugenésico puede ser mejor definido como una colección eurocéntrica de grupos militantes, médicos y formadores
de políticas que a lo largo del siglo XIX tardío y de los comienzos del siglo XX sostuvo que la generación equívoca y el empobrecimiento
racial eran las causas de la pobreza, los problemas de salud mental, las dificultades en el aprendizaje y otra suerte de “enfermedades
sociales”. En las últimas décadas del siglo XX, muchos aspectos de sus teorías, aunque vistos como racistas o fanatizados en un
ámbito intelectual, han ingresado en los discursos sociales que rodean los derechos materparentales.
Little (1992) prosigue enfatizando cómo la vasta mayoría de esterilizaciones son realizadas en mujeres antes que en hombres, más
allá del hecho de que los procedimientos de esterilización femenina son de lejos más peligrosos que una vasectomía.
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fueron esterilizados sin su consentimiento en Estados Unidos (Smith 1993). El movimiento
reprodujo el medio ambiente legal, social y ético en el que ya vivían quienes eran vistos/as
como diferentes o menos que humanos/as. Como explica Rafter (1992), la ciencia (eugenesia) ya no siguió el proceso de hacer afirmaciones para luego respaldarlas y de esa
manera provocar una respuesta; lo que hizo en cambio fue afirmar, generar una respuesta,
y que fuera esa respuesta por sí misma la que se constituyera en aval.
A lo largo y ancho del mundo occidental, y hasta los años sesenta, la sexualidad de
las personas racial y socialmente diferentes estuvo regulada por la negación y la supresión,
con el objetivo de controlar su reproducción (Kempton y Kahn 1991). El cuerpo “deficiente” se volvió el origen de la desviación y el sitio del control. Como afirma Rafter, las tempranas campañas eugenésicas “constituyeron un intento muy temprano de criminalizar no
una acción, sino el cuerpo en sí mismo” (Rafter 1992: 17).
De este modo, el cuerpo es, en sí mismo, el problema social; y la solución a los
problemas sociales es evitar su (re) producción, asegurando que el cuerpo no pueda producir más. La relación entre el Estado, la ciencia y el individuo fue irrevocablemente modificada a través de la eugenesia temprana. Este cambio de paradigma puede haber sido
cuestionado en términos de la práctica, pero no se ha disipado en lo absoluto con nuestra
entrada en el nuevo siglo.7 De hecho, los discursos teóricos respecto del/la “deficiente
hereditario/a” son aún hoy extremadamente poderosos. Si examinamos las líneas de la
planificación familiar en el contexto de la Conferencia de Población y Desarrollo de El
Cairo (1994) o las teorías sociales de Charles Murray (Murray 1990), vemos que éstas
cargan con recordatorios de algunos de los puntales teóricos concebidos y promovidos por
los movimientos eugenésicos a través de la historia.8 La eugenesia negativa (que es discutida aquí como opuesta a la eugenesia positiva) está interesada fundamentalmente en
prevenir la reproducción con el objetivo de suprimir a ciertos grupos sociales. Esto fue
adaptado, a su vez, por el movimiento de higienismo mental, un movimiento preocupado
por controlar quiénes podían convertirse en padre o madre (el derecho a la materpaternidad), así como los modos en los cuales la materpaternidad iba a ser practicada.
Preocupaciones transexuales
Pudiera parecer que las personas trans tienen más motivos por los cuales preocuparse que por su derecho a reproducirse. Sin embargo, los problemas que enfrentan están
siendo gradualmente resueltos en muchos Estados. Esto ha permitido que la comunidad
vaya ampliando su agenda hasta incluir otras cuestiones que son percibidas como derechos humanos fundamentales.
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8
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Las controversias que rodean la eugenesia teórica están todavía en gran medida entre nosotros/as, tal y como puede ser comprobado
con la publicación del libro The Bell Curve (Hernstein y Murray 1994), el hecho de que se cancelara la publicación del libro de
Christopher Brand de la Universidad de Edimburgo (Ofori 1996) y las críticas al financiamiento del Pioneer Fund para académicos/
as americanos/as y europeos/as
En mayo de 1995, China sancionó una ley que promueve la esterilización de personas que sufran de trastornos hereditarios. Si a
alguna persona se le diagnosticara un “serio trastorno genético”, sólo se autorizaría su matrimonio si ambos contrayentes acordaran
o contracepción a largo plazo o esterilización quirúrgica, como informó France Press en 1995. La ley fue propuesta en todo momento en tanto “ingeniería social”, con un informe del primer ministro Li Ben en el que afirmaba: “Todo lo referido a las políticas de
planificación familiar en China —ordenar matrimonios tardíos, restringir a un hijo por familia— ha apuntado a mejorar la población
de China tanto en cantidad como en calidad” (Maier 1995: 26 ).
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Más aún, los cambios que la comunidad ha experimentado en los años recientes
—incluyendo los cambios en la autoidentificación, junto con las nuevas tecnologías reproductivas— han hecho posible que, para la persona transexual postransicional, la procreación no esté excluida. La materpaternidad transexual, aunque no genética, está ciertamente en la agenda, como atestigua el caso ECHR de X, Y y Z versus UK.9 No es posible
contemplar estas cuestiones aisladamente; los discursos de “sentido común”, que han
rodeado la proposición de cualquier legislación relacionada con las personas transexuales, pueden ser percibidos como informados por principios eugenésicos. Estos principios
sostienen la idea de que algunas personas son menos valiosas que otras, y debido a que
son menos “persona” —y con esto quiero decir “menos humanas”—, tienen menos derecho a reproducirse, a convertirse en madres-padres y a ejercer la materpaternidad. No
obstante, como en otros movimientos antidiscriminatorios, las personas transexuales argumentan que no debieran utilizarse factores arbitrarios e irrelevantes para excluir a nadie de
las formas básicas de interactividad social, tales como el conseguir y conservar un trabajo,
la crianza de niños/as o el registro legal de sus relaciones. La nueva comunidad trans exige
que el cuerpo sea retirado de las prácticas de género.
Retirar el cuerpo del estatus significa problematizar los juicios basados en el estatus,
pero impuestos sobre el cuerpo. Las prácticas eugenésicas negativas tienen su asiento de
manera sustantiva en jurisdicciones que rigen sobre el cuerpo. Si las organizaciones normativas, el estatus y la identidad abandonan el sitio jurisdiccional, entonces el valor estructural de la tesis acerca de lo “hereditariamente deficiente” resulta fallido. Las teorías académicas dominantes acerca de la desviación —tales como la tradición durkheimiana o de
rotulamiento, así como las teorías foucaultianas y feministas de la desviación— localizan
la identidad como una formulación que se da tardíamente en la vida, de causa y efecto, en
lugar de vincularla con la ascendencia y el nacimiento. Puede darse el caso de que teóricos/as trans puedan negar el género como causa y efecto, pero tampoco lo ven en términos de proceso biológico.
Materpaternidad: ¿un estado natural?
En este momento puede afirmarse, por lo general, que la ley previene interferencias
en el derecho del individuo a convertirse en madre o padre. Desde la decisión en Roe
versus Wade,10 en la cual la Corte Suprema de Estados Unidos sostuvo que los derechos
reproductivos de una mujer estaban protegidos por la cláusula de privacidad de la Constitución y lecturas posteriores del artículo 12 de la Convención Europea —que protege el
derecho a fundar una familia—, el derecho a convertirse en madre o padre puede ser
pensado como una regla general a la que tienen acceso todas y todos.
Sin embargo, no debemos asumir que todo el mundo tiene el derecho de convertirse
en madre o padre —el derecho a fundar una familia es principalmente, como dice Feldman (1993: 906), “un derecho negativo, el derecho a estar libre de la interferencia estatal”—. Sin embargo, esta libertad respecto de la interferencia estatal no está, entonces,
disponible para todos y todas, y en Gran Bretaña, como en todas partes, el paternalismo
9
10
X, Y y Z versus UK (1997) 24 EHRR 143, EHRR, www.echr.coe.int
Roe versus Wade 410 US 113-52 (1973).
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judicial juega un rol significativo al autorizar la esterilización de mujeres que podrían ser
incapaces de cuidar adecuadamente a cualquier niño o niña resultante.11
¿Madre o padre?
Hasta hace muy poco tiempo, la noción de lo que significa materpaternidad en sí no
había estado en cuestión, siendo considerada por todos los sistemas legales una relación
de progenitura real (aunque resultase de adopción estatutaria). Sin embargo, en Inglaterra, la Children Act de 1989, aunque privilegiando la relación de progenitura, ha venido
de algún modo a conceder y garantizar la existencia de un concepto de materpaternidad
social cuyo reconocimiento puede ser valioso. Al enfatizar la responsabilidad materpaternal
antes que la relación biológica, ha abierto el camino hacia el reconocimiento de que la materpaternidad trata de la calidad de la relación entre niños/as y adultos/as, antes bien que de
una serie de derechos que los y las adultos/as adquieren sobre el cuerpo de otro/a.
Pero los avances recientes en tecnología reproductiva han llevado a cuestionar qué
es, con exactitud, lo que significan los términos madre y padre (McKnorrie 1994). Nuevamente en la ley inglesa, la Human Fertilisation and Embryology Act de 1990 retiró los
imperativos genéticos que utilizaba para definir materpaternaje. Para ser reconocido legalmente como padre, no es más un requisito ser la persona que cumplió con el rol fecundativo en la concepción de un niño o una niña, ni la madre debe tener alguna relación
genética o de nacimiento con un/a niño/a. Sin embargo, las presunciones públicas y privadas aún prevalecen, puesto que se requiere que el padre sea un hombre y la madre una
mujer. Hay muchos problemas, sin embargo, con esta perspectiva simple y, en la ley, la
pregunta acerca de qué es un hombre o una mujer todavía requiere una cantidad inmensa
de clarificación, particularmente en relación con las personas transexuales, como puede
ser visto en el caso X, Y y Z versus UK.
Ni hombre ni mujer para la ley
Los problemas de definición asociados con la visión dicotómica del género y, en
particular, el derecho a reproducirse, no se limitan a Gran Bretaña. Para ilustrar estas
cuestiones, quisiera considerar dos ejemplos particulares: un Estado que requiere esterilidad en su provisión legislativa para las personas transexuales y otro que no.
La legislación alemana requiere que la persona transexual haya “sufrido una operación para alterar sus otras marcas sexuales, para que se haya obtenido una visible proximidad a la apariencia del otro sexo” (TSG 1980, Second Section, Subsection 8, 1, iv).
Sin embargo, no se especifica que dichas operaciones sean penectomía y vaginoplastia, o histerectomía y faloplastia. No obstante, en el caso de OLG Zweibruken,12 referido a un hombre transexual, se pidió a la corte que asevere lo que la ley requiere para
determinar que existe una “clara aproximación” al sexo opuesto. ¿Sería suficiente la mastectomía bilateral realizada por el solicitante? (Council of Europe 1995: 89). Una de las
razones más débiles para rechazar el argumento del Estado respecto de la oclusión vaginal
obligatoria fue, de manera interesante, que la oclusión de la vagina era innecesaria, en
11
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12
Para un ejemplo, véase Re F (Mental Patient: Sterilisation) [1990 2 AC 1].
OLG Zweibruken [1992 ] 47-53.
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tanto que la terapia hormonal haría que disminuya el tamaño de la vagina, impidiendo,
por lo tanto, la actividad sexual como mujer. Esta afirmación sostiene varias presunciones
falsas: primero, que la vagina disminuye de tamaño; segundo, que las mujeres siempre
tienen relaciones sexuales vaginales; y tercero, que los hombres trans nunca son gays. La
decisión y comentario que realiza Wills sobre el particular (Council of Europe 1995) es
indicativa de la falta de comprensión de la transexualidad, sus rasgos y los efectos del tratamiento de reasignación, y visibiliza los continuos problemas de ignorancia en esta área.
Un caso alemán anterior involucró a un hombre transexual que se había sometido a
una mastectomía bilateral, pero que era incapaz de continuar la terapia hormonal y no
deseaba realizar ninguna operación posterior. La legislación requiere que la persona transexual sea completamente no reproductiva. En este caso, la corte garantizaba sin problema un cambio de nombre, pero no permitía el cambio de designación de sexo porque la
menstruación regular evidenciaba que el solicitante era todavía fértil. En obiter, la corte
sostuvo que la ligazón irreversible de las trompas de Falopio podía ser suficiente, porque
sería bastante improbable que un hombre transexual buscara revertirla.13 Sin embargo,
Wills argumenta que esto no impide la posibilidad de fertilización in vitro; por lo tanto, de
acuerdo con su opinión, tal práctica no debe prevalecer (Council of Europe 1995: 88).
Puede desafiar la imaginación pensar en un hombre dando a luz o en una mujer
fecundando y siendo el padre de un niño o una niña; sin embargo, ¿dónde define la ley
que madre deba ser una persona con cromosomas XX, con un útero y vagina, y padre una
persona con cromosomas XY, con testículos y un pene? En lo que a esta cuestión respecta,
¿dónde se define a un hombre como una persona con cromosomas XY y a una mujer como
una persona con cromosomas XX? Vemos sostenidos esos criterios en la francamente problemática decisión Ormrod L. J., en Corbert versus Corbett.
El requisito de que la persona transexual sea obligadamente incapaz de reproducirse
a través de mecanismos biológicos concordantes con la designación de su sexo natal no es
la única cuestión. ¿Qué pasaría si futuras técnicas quirúrgicas capacitaran a las mujeres
transexuales a quedar embarazadas?, ¿debería ser esto restringido? ¿Dónde trazar la línea? No es posible más que rozar este asunto; sin embargo, pienso que se trata de un
tema que será puesto cada vez más en la agenda por las mismas personas transgenéricas.
La verdad de la cuestión es que todas estas preguntas difíciles se eluden con demasiada
facilidad porque no consideramos a las personas ni a sus cuestiones suficientemente meritorias como para imponerse en nuestro tiempo y nuestros pensamientos.
El género y el sexo son meramente mojones lingüísticos, que deberían ser usados
para ayudarnos a tratar cuestiones difíciles, no para dictarlas. Y, en el campo de la ley,
realmente no deberíamos basar decisiones legislativas en sentimientos viscerales.14
En contraste, en varios estados estadounidenses y canadienses es posible obtener el
reconocimiento legal de un nuevo estatus de género sin haber sufrido esterilización. En la
Columbia Británica, bajo s21.ª of the Revised Statutes British Columbia 1974, Chap. 66,
una persona transexual no casada puede solicitar al director de Estadística Vital el cambio
13
14
OlG Hamm (15 febrero 1983).
En 1995 almorcé con el profesor Michael Wills, relator en el XIII European Colloquy, y le planteé algunas de estas cuestiones. Él
estaba auténticamente asombrado de que aquéllas pudieran preocuparme, puesto que para él se trataba de “verdades autoevidentes”.
53
de la designación de sexo en su registro de nacimiento, de manera tal que la designación
de sexo sea consistente con el resultado pretendido de la cirugía transexual, pero sin el
requisito específico de esterilidad. Sin embargo, los problemas que se han presentado bajo
la ley alemana han aparecido también bajo la ley canadiense. En C(L) v C(C)15 se sostuvo
que los transexuales de mujer a varón se habían transformado en hombres, pero no en
maridos —en tanto las únicas cirugías que habían pasado era una mastectomía bilateral y
una histerectomía—. Si no son hombres para los fines del matrimonio, ¿podrían ser hombres para los propósitos de la paternidad?
Resistir la cuestión II
En el proyecto de Ley Oficial de los Miembros Privados (Private Members), que fuera
infructuosamente presentado por Alex Carlile el 2 de febrero de 1996 ante el Parlamento
del Reino Unido, se incluyó una provisión similar, pero luego se la retiró por instigación de
los y las miembros transexuales del Foro Parlamentario. Ellas y ellos argumentaron que, en
realidad, la mayoría de los y las transexuales son médicamente estériles como resultado de
su tratamiento y reasignación quirúrgica, por lo que hablar de una persona transexual
postoperada estéril es una tautología. Sin embargo, en un nivel muy rudimentario, también
preguntaron: ¿quién más debe ser esterilizado/a antes de que se le permita tomar posesión de sus plenos derechos y responsabilidades legales?
La cuestión fue presentada de nuevo cuando el Grupo de Trabajo Interdepartamental sobre Transexuales (Interdepartmental Working Group on Transsexuals) también la
planteó:
La preocupación de la comunidad transexual acerca de la discriminación debe, sin
embargo, confrontarse con la gran preocupación experimentada por el público en
general acerca de ver a alguien que es legalmente un hombre dando a luz a un niño,
o a alguien que fuera legalmente mujer convirtiéndose en padre de uno. (Home
Office: 21).
Una vez más, la comunidad trans respondió diciendo:
Cualquier restricción propuesta sobre la fertilidad aportará poco, si es que aporta
algo. Sin estas restricciones, las personas transexuales son, de hecho, generalmente
infértiles poco después de comenzar el tratamiento de reasignación. No obstante,
más allá de su infertilidad, muchos/as de ellos/as participan, de hecho, en la crianza
de niños y niñas. Cualquiera de tales restricciones fracasará, tal y como fracasa la
infertilidad médicamente inducida, en asegurar que no habrá niños y niñas que tengan la experiencia de ser criados/as por una persona transexual, y éste es indudablemente, de todos modos, el caso de los niños y las niñas que, cuidados y cuidadas
por personas transexuales, no sufren por tal cuidado (Home Office 2000: 47).
Ellos y ellas argumentaron que cualquier requisito de esterilidad obligatoria para el
reconocimiento legal del nuevo estatus de género no podría ser impuesto equitativamente.
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15
C(L) v C(C (1992) Lexis 1518 (Ont CJ).
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Hacerlo forzaría a personas transexuales con mala salud a sufrir procedimientos quirúrgicos inapropiados y peligrosos. Más aún, sería contrario a los principios de los derechos
humanos:
La idea de excluir de la materpaternidad a un conjunto de personas porque tienen
ciertas características que no tienen relevancia para su capacidad de ser un buen
padre o una buena madre debe ser proscrita, porque va contra la dignidad de los
seres humanos, que son únicos, libres y responsables por sus acciones (Home Office
2000: 48).
Finalmente, el requerimiento no podría ser controlado en la práctica, pues las personas transexuales han encontrado siempre formas de vivir en su nuevo rol de género más
allá de cualquier reconocimiento legal, y esto ha incluido la crianza de niños/as. Esto se
constata simplemente en el número de aquellos/a quienes de hecho lo hacen, más allá de
la falta de reconocimiento.
Desde los últimos años de la década de 1990, hemos visto a muchas personas
transexuales ignorar sencillamente las convenciones de la sociedad, tales como dar a luz y
criar a niños y niñas. Varios hombres transexuales han elegido retirarse de la terapia hormonal por un período, para concebir y dar a luz a un niño/a (Dylan Moore 1998). Algunos
están congelando sus óvulos con el fin de realizar posibles implantaciones en el útero de
una compañera o una madre sustituta, y muchas mujeres transexuales están eligiendo
congelar su esperma para un posible uso futuro.
El Acta Internacional de Derechos de Género (IBGR)16
Es un modo a través del cual la comunidad trans promueve cuestiones relacionadas
con el estatus legal y social de sus miembros. La versión más reciente, tal y como fuera
adoptada en Houston, Texas, Estados Unidos, el 17 de junio de 1995, es una propuesta
teórica que formula derechos humanos básicos desde una perspectiva trans. Estos derechos no son percibidos como derechos especiales, sino más bien como afirmaciones universales de derechos humanos. Ninguno de los rótulos habituales —gay, lesbiana, etcétera— se utilizan en este texto. Respecto a todos estos derechos, solamente hay un rótulo
necesario: ser un ser humano.
El décimo derecho declara:
No se les negará a los individuos el derecho a la concepción, el embarazo o la
adopción de niños y niñas, ni el de alimentarlos/as o el tener la custodia de niños y
niñas, ni de ejercer la capacidad materpaternal con respecto a niños y niñas, naturales o adoptados/as, sobre la base del sexo cromosómico, los genitales, el sexo
asignado al nacer, el rol de género inicial, o en virtud de una identidad de género
autodefinida o la expresión de esta, de la propia persona, su compañero/a o del
niño/a (ICTLEP, 1995)
Por lo tanto, se declara que el derecho de ser madre o padre no estará dictado por la
identidad de género, y que vivir en el rol de género opuesto no debería impedir la procreación, concepción o embarazo, dependiendo por supuesto de la capacidad. Esto significa
16
Su sigla en inglés es IBGR, es decir, International Bill of Gender Rights. (Nota del traductor).
55
que un individuo que vive y es legalmente reconocido como hombre podría quedar encinta
si por alguna razón no hubiera tomado suficientes hormonas ni atravesado suficientes
cirugías como para estar impedido de hacerlo. Ésta no es una idea remota: muchos hombres transexuales se identifican como gays y tienen relaciones sexuales penetrativas. De un
modo similar, muchas mujeres transexuales se identifican como lesbianas.
Aquellos y aquellas que no comprenden lo que es experimentar una identidad de
género que es discordante con el cuerpo ¿deberían decidir si las experiencias transgenéricas de vida de una persona son lo suficientemente valiosas como para ser transmitidas? La
investigación que se ha realizado muestra que es tan probable que los niños y niñas de
madres y padres transexuales crezcan tan adaptados/as (y como heterosexuales) como
cualquier otro niño o niña (Green 1974b). Sin embargo, se vuelve ilógico discutir el “mejor
interés” del niño o la niña si el niño o la niña nunca van a nacer. Tal y como ocurre en la
eugenesia, si la aserción es que las personas transexuales no son adecuadas para la materpaternidad, se les rehúsa por lo tanto el acceso a la materpaternidad, y esto apoya la
aserción porque no hay evidencia de lo contrario.
Los procedimientos de esterilización son generalmente irreversibles y lo es aún más la
cirugía genital, que implica remover tejidos relacionados. En el caso inglés de In Re D (A
Minor) (Wardship: Sterilization) se sostuvo, en la interpretación, que cualquier esterilización
realizada en ausencia de consentimiento y por razones no terapéuticas implica una pérdida de ese derecho (Lee y Morgan 1991: 136). La IBGR argumenta a favor del reconocimiento de ese derecho humano básico en el marco “revolucionario” de una humanidad
unificada. Lee y Morgan consideran que el argumento de que las libertades dependen del
uso que otros/as consideran razonable o valioso es muy peligroso, y citan a Bernard
Williams: “no hay pendiente resbaladiza mas peligrosa que aquella extendida por un concepto al que falsamente se asume como no resbaladizo” (Lee y Morgan 1991: 152, nota 25).
Asumir que la persona transexual quirúrgicamente reasignada ha renunciado voluntariamente al derecho a reproducirse es una petición de principio. Hay poco espacio, si es
que hay alguno, para dar o rechazar el consentimiento. El individuo se ve enfrentado al
menor de dos males: debe optar entre vivir como una persona completa o reproducirse y
dar vida a otra persona a costa de sí mismo. No hay elección real si no proveemos en la ley
(o en la medicina) un espacio en el cual el cambio de estatus legal, que a veces se le
permite a el/la genéricamente reasignado/a, no requiera procedimientos que demandan
esterilidad; o, alternativamente, un marco universal en el cual ni el sexo ni el género sean
más un delineador para la ley.
La IBGR promueve una nueva visión del mundo, en la cual el alumbramiento de
niños o niñas y su crianza sean por y acerca del desarrollo de las personas, antes bien que
por y acerca del desarrollo de hombres y mujeres. Esta visión simboliza el proyecto reconstructivo de la nueva comunidad trans: ir más allá de la empresa deconstructiva de la
modernidad, el feminismo y la teoría queer, todos los cuales privilegian el sexo y el género.
En su lugar, se privilegia la unidad de la humanidad.
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Para nosotros y nosotras, la ciencia y la sociedad están cambiando demasiado rápidamente como para poder saber ahora lo que nos espera en el futuro, pero no está tan
lejos en el pasado el tiempo en que la eugenesia negativa, la esterilización forzada de
grupos de personas asociales, que no encajan, eran prácticas médicas aceptadas en mu-
Gemeinschaftsfremden o cómo ser clavado/a por tus amigos/as
chos Estados. Quizás aquí sea interesante recalcar que los requisitos de esterilidad para la
persona transexual son rasgos de los sistemas jurídicos de países (occidentales), y no de
aquellos Estados que podrían ser considerados como poseedores de antecedentes mucho
peores en derechos humanos, tales como Turquía y Sudáfrica. Sin duda, los discursos que
guiaron las prácticas “higiénicas” en el pasado todavía están burbujeando bajo la superficie. La persona trans podría ser considerada como el último no-ser, ni hombre ni mujer,
agenérico y por lo tanto asocial; por consiguiente, un peligro para todos nuestros futuros.
Sin embargo, y al igual que el resto de las personas, a través de la historia, las y los
transexuales han estado llevando en sus genes la misma memoria que llevamos en los
nuestros:
El único modo de oponerse a la eugenesia es asegurar que los derechos humanos
vienen primero. La idea de fabricar científicamente a un conjunto de personas, exclusivamente compuesto de individuos con ciertas características, debe ser puesta fuera
de la ley porque va en contra de la dignidad de los seres humanos, quienes son
únicos, libres y responsables de sus acciones… En palabras del novelista americano
Paul Auster, “cada hombre es el mundo entero, llevando en sus genes una memoria
de toda la humanidad” (Elnadi 1994: 5).
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