"LA MUJER COMO JEFA DE HOGAR PROVEEDORA" Hernán Beltrán R. Patricio Vallette F. INTRODUCCION Cuando se le pide a un niño que dibuje a su familia, aparecen racimos de personas de los más diversos; desde esa niña que se dibuja a sí mismo al lado de una enorme mamá cuatro a cinco veces más grande que ella, o ese niño que se dibuja con sus padres y hermanos, pero en la escena falta alguien o esta lejano. Sí, hace 40 años era difícil pensarlo, pero hoy cada vez más y más mujeres madres se ven en la obligación de tener que salir fuera del hogar para traer el sustento a la familia o colaborar con el jefe de hogar. Expresiones tan básicas de un niño nos permiten visualizar claramente un diagnóstico que hoy día se hace cada vez más frecuente y que induce a pensar que la institución más antigua que Dios puso sobre la tierra ya no es la misma sino que el modernismo y en general nuestro tipo de economía social de mercado lleva a la familia a un cambio organizacional, estructural y valórico que se reflejan en la sociedad chilena haciendo que antiguos absolutos ya no lo sean y pasen a relativizarse siendo esta sociedad la de "los absolutos relativos". Todo hace pensar, entonces, que esta institución, con uno u otro ribete, seguirá cambiando la convivencia social desde el núcleo más íntimo de la sociedad, sobreviviendo de una u otra forma, mientras exista la especie humana. La expresión de Mark Twain de que nada es tan continuo y duradero como el matrimonio resulta cierto dependiendo del sentido que le demos sin embargo las etapas por las cuales atraviesa en el curso de su desarrollo no son propiamente en un sentido de unificación, sino más bien de disociación. El matrimonio tiene por finalidad la conservación de la especie mediante la agrupación humana natural que precede a la asociación indisoluble (intra tuero) madrehijo lo que obedece a una necesidad de amor y sustento. La conjugación de estos dos procesos naturales de agrupación da origen a la "familia" , la cual ha existido, existe y existirá mientras se mantengan las determinantes biológicas elementales que la originan. Ahora bien, que la familia sea estable, crezca y se desarrolle y por lo tanto se eleve por sobre los niveles de la mera subsistencia y reproducción depende sin duda de los roles que los individuo ocupen, los valores que en ella existan y todas las determinantes estructurales y funcionales que en ella se dan. La situación que las mujeres ostentan actualmente en la sociedad ha sido influido por los cambios que se han producido en los últimos años, producto de distintas situaciones que las han llevado desde un mundo privado (la crianza) a un mundo público reconocido como un espacio mayoritariamente masculino, lo que ha determinado un doble rol para ellas impulsado además por movimientos feministas y discursos genéricos. Es por esto que nuestro motivo de discusión se radica fundamentalmente en analizar los diversos aspectos en los cuales esta "unión indisoluble" bien esta "unión elemental" llamada familia está sufriendo cambios tan profundos y radicales. Cuando el pilar fundamental del hogar ya no lo es sino pasa ocupar otro rol, el de proveedora. La sociedad chilena actual, a pesar de caracterizarse por ser una sociedad conservadora, vive la constante pugna entre mantener los modelos y estructuras socialmente aceptados y la necesidad de modernizarlas. El intento por responder al modelo globalizador imperante a nivel mundial e integrarse de mejor forma a la modernidad, ha provocado cambios en todos los ámbitos de la sociedad chilena, (económico, político y social), que son coherentes con el modelo dominante a nivel mundial. La situación de la mujer en la sociedad no está al margen de este proceso de cambios que vive el país. Durante décadas la mujer ha tenido que enfrentar la desigualdad enraizada en la mayoría de la humanidad y en las diversas culturas existentes. El sistema patriarcal, en base al cual se ha organizado la sociedad por milenios tiene vigencia hasta hoy en día, siendo el hombre el jefe de familia y el que ejerce la autoridad. Es así como la mujer históricamente ha sido relegada a un plano de subordinación, basado en la división sexual del trabajo, donde el hombre es el proveedor de la familia desempeñándose en el ámbito público social y la mujer se encuentra a cargo fundamentalmente de las funciones en el hogar. Los problemas que muchas mujeres presentan para acceder y permanecer en el trabajo se asocian a limitantes como la falta de capacitación, falta de cuidado infantil para sus hijos, dificultades para compatibilizar su rol reproductivo y productivo, entre otros. Sin embargo, es nuestra percepción que aún cuando se facilita a las mujeres elementos necesarios para superar estos problemas y acceder así a un trabajo más estable, no se obtiene de ellas la respuesta y el cambio esperado. Esto nos llevo a interrogarnos si existen otros factores aparte de las dificultades mencionadas, de índole cultural, valórica, de identidad, etc. Este ensayo pretende servir de base para reflexionar acerca de la identidad de las mujeres en esta sociedad, las que poseen una visión o autopercepción acerca de su rol como mujer que está fuertemente marcada por los roles de género influyendo en su situación laboral (inestabilidad) aún siendo mujeres proveedoras, es decir, a pesar de su necesidad imperiosa de trabajar para sustentar a su familia y paliar al menos su situación de pobreza. Esto nos lleva a interesarnos en el tema de las mujeres jefas de hogar frente al problema laboral. Y pensamos que las dificultades que enfrenta la mujer laborante para asumir definitivamente su rol de proveedora, radica en factores adquiridos de índole cultural, valórico y de género. Esta postura nos hace plantearnos como objetivo al conocer las dificultades que presenta la mujer para empoderarse en este nuevo desafío que los tiempos actuales le impone el cual trataremos de esclarecer en el presente trabajo DISCUSIÓN Los cambios que se han producido en la sociedad chilena como producto del proceso de modernización, han afectado todas las esferas, aunque con diferencias según el área de que se trate. A nivel de la familia, estos cambios han influidos la estructura de los hogares, manifestándose especialmente en el aumento de la jefatura de hogar femenina, situación que llama la atención no sólo por su constante aumento sino que también por la importancia que tiene la familia para el bienestar de sus integrantes. La falta de uno de los miembros de la pareja en la mayoría de estos hogares, trae problemas económicos, sociales y emocionales; lo que, aunado al hecho de la condición género del jefe de familia, ésta resulta ser objeto de una discriminación que dificulta aún más el cumplimiento de las funciones asignadas a la familia. A pesar de que las estructuras familiares se han multiplicado, hoy sigue considerándose como normal sólo a la familia biparental, denominando a las familias monoparentales y especialmente a las que poseen jefatura femenina, como “familias incompletas”, término que denota una expresión valórica que las estigmatiza socialmente. De este modo la autoimagen de las propias familias es de desvalorización. El hecho de que estas familias no se reconozcan como tales, también provoca una subvaloración de esta condición, sin embargo existe una cantidad mayor de hogares dirigidos por una mujer de lo que se cree y se cuantifica, es decir, los datos estadísticos existentes (fundamentalmente de Censos y Encuestas Casen), aún cuando demuestran un aumento de esta situación, no la cuantifica totalmente, dado que se considera a un hombre como jefe de familia, aún cuando no cumpla con el rol de proveedor. Dicha situación se da especialmente en la mayoría de los núcleos secundarios dirigidos por mujeres, las que suelen reconocer como jefe de familia al jefe del núcleo primario en el cual están insertas y que, generalmente, es un hombre. En el caso de las familias dirigidas por una mujer, se puede apreciar su vulnerabilidad, debido a la forma como las mujeres adquieren la jefatura de hogar. Las principales causas de aumento de la jefatura de hogar femenina son, entre otras, abandono de las mujeres por parejas que han migrado o, en la ciudad, mujeres migrantes que enfrentan la maternidad en soltería; el aumento en la esperanza de vida en las mujeres, lo que sumado al hecho cultural de la diferencia de edad entre el hombre y la mujer que componen la pareja, se vincula a la alta tasa de viudez femenina; el incremento de madres solteras y de embarazos adolescentes. Pero es indudable que la causa de mayor importancia es el abandono del padre o las separaciones en el caso de uniones consensuales o legalmente constituidas, es decir, en general son mujeres abandonadas que deben enfrentar la mantención económica del hogar y la crianza de los hijos sin el apoyo de la pareja en un momento inesperado y sin estar preparadas para ello, a diferencia de los hombres quienes asumen mayoritariamente la jefatura del hogar con un pareja que desarrolla tradicionalmente las labores domésticas y la crianza de los hijos. Cabe destacar el hecho que a las mujeres al hacerse cargo de la jefatura del hogar, se les agudiza la problemática de tener una doble jornada de trabajo que les impide desempeñar de un modo íntegro la labor de crianza y de socialización de los hijos. Lo que conlleva a una mayor vulnerabilidad de estos hogares, sufriendo riesgos que afectan especialmente a los hijos, tales como deserción escolar, vagancia, drogadicción, delincuencia, etc. Históricamente el trabajo se constituye como una forma de mejorar las condiciones de vida de las personas. En la actualidad, el trabajo femenino ha adquirido una creciente importancia para el logro del bienestar de la familia, situación que adquiere mayor relevancia en los sectores de menores ingresos donde se presenta como un mecanismo para superar la pobreza de muchos hogares, siendo ésta una de las razones que ha impulsado a una gran cantidad de mujeres a incorporarse al mundo laboral. La incorporación de la mujeres al mundo laboral reviste una serie de dificultades, relacionadas con su condición de género, como por ejemplo bajos ingresos, diferencia de remuneraciones con respecto de los hombres, tipos de trabajo a los que pueden acceder, la socialización y educación que han recibido y que a diferencia de los hombres, no las prepara para enfrentar al mundo laboral, la presión cultural que tiende a mantener los roles tradicionales, etc. Esta situación se agrava para las mujeres pobres quienes se ocupan en empleos más precarios, donde el trabajo se convierte más en una obligación que en una opción de desarrollo personal que tienda a la autorealización; además, enfrentan mayores dificultades objetivas que el resto de las mujeres, en los que respecta a compatibilizar su rol productivo, con las actividades propias del hogar y la menor preparación que poseen para enfrentar el trabajo, en cuanto a niveles de escolaridad y capacitación para el trabajo. Para las mujeres laborantes jefas de hogar en condición de pobreza el trabajo reviste mayor obligatoriedad que para las mujeres que no son jefas de hogar, y las dificultades para compatibilizar ambos roles (productivo y reproductivo), son mayores aún, pues deben cumplirlos sin apoyo alguno. Este hecho sumado a que el ingreso que ellas perciben es el único del núcleo familiar, deriva en que les resulte más difícil superar su condición de pobreza y la de sus hogares. Desde el punto de vista de la identidad de género ; según Montecino, la identidad de genero se forma tomando elementos “desde la cultura ala que pertenece, de la clase, de la familia, de los modelos femeninos y masculinos en que ha sido socializado”. Se estructura a partir de múltiples elementos o variables que se entrecruzan y que son vividas como experiencia por cada individuo. Así la identidad femenina y masculina estará marcada por la posición etárea, étnica, de clase, entre otras, que vivan hombres y mujeres. Sin embargo se plantea que existe un elemento que marca a la formación de la identidad de los géneros en América Latina. Según Montecino ésta sería la forma que toma el proceso de conquista y colonización. Durante este proceso surge el mestizaje, que se origina con la unión de un español y una mujer indígena, en el contexto de una relación ya sea amorosa o violenta, no legítima, con la consecuencia del nacimiento de hijos que sólo tuvieron el referente materno de filiación, careciendo del referente paterno. Esta imagen primaria del nacimiento de la cultura latinoamericana, da origen al surgimiento de “la imagen de la madre como presencia y la del padre como ausencia” (Montecino). Así en nuestra cultura, la identidad femenina se construirá desde el modelo de la madre y la identidad masculina desde el modelo del padre ausente o del hijo. Si bien la identidad femenina y masculina está cruzada por variables particulares, existe un “universal” que estaría dotando de contenidos a las identidades genéricas. Las identidades que adoptan lo femenino y lo masculino en nuestra cultura, determina que la relación entre los géneros no sea equivalente, “constitución de géneros en donde no se pone en relación a una mujer y a un hombre (a pares en su condición de sujetos), sino a madres e hijos (masculinos ausentes) en una relación filial” (Montecino). Ahora bien, los papeles o roles de género hacen referencia a las funciones que cada sexo realiza en la sociedad. Estos roles son diferentes para cada género, lo que implica que a hombres y mujeres se les asignan actividades distintas en la vida social. Dichos roles, siendo parte de la construcción social del género, presentan diferencias asociadas con la clase social, la etnia, la edad, etc., sin embargo, se puede identificar un denominador común que es la división sexual del trabajo. La división sexual del trabajo establece a partir de los diferentes roles que ambos sexos cumplen en la reproducción social. Esta división se establece a partir de la correlación realizada por la sociedad entre la reproducción biológica y el cuidado familiar. Para las mujeres esto tiene implicancias fundamentales: dado que son ellas las que tienen los hijos, ellas son quienes los cuidan. De esta manera el papel que la mujer cumple en la reproducción biológica, además del control que se hace de su sexualidad a través del matrimonio, han sido los principales fundamentos de que la actividad de las mujeres se reduzca y concrete primariamente en el hogar. Los roles femeninos por lo tanto se componen principalmente de las actividades necesarias de realizar para llevar a cabo la reproducción biológica y cotidiana de los seres humanos: madre, esposa, dueña de casa. La esfera en la que estos roles se realizan es básicamente el hogar, es decir el espacio doméstico, lo privado. A los hombres en cambio se les asignan roles que los llevan a desempeñarse en el espacio exterior al hogar, en la esfera pública de la vida social. Sus roles son el de proveedor económico para la familia y productor en el mercado de trabajo. Las consecuencias de esta división de roles al interior del hogar trae para la mujer consecuencias importantes, la representación social de que a la mujer no le corresponde trabajar remuneradamente pues el proveedor es el hombre, la pone en posición de desventaja tanto si se incorpora al trabajo remunerado como si no lo hace, pues enfrenta la exigencia social y la auto-exigencia dada por la socialización de roles, que considera que el trabajo doméstico es la responsabilidad primaria de la mujer y debe seguir realizándose y organizándose perfectamente. En la actualidad se puede afirmar que los roles que desempeñan efectivamente mujeres y hombres se han flexibilizado. Dicha flexibilización se ha producido principalmente en relación a las mujeres, pues ellas con su incorporación a la esfera pública a través del trabajo han ampliado sus actividades y por lo tanto los roles que realizan como mujeres. Sin embargo, sigue persistiendo la asignación tradicional de roles femeninos y masculinos, lo que implica que la mujer sigue teniendo la responsabilidad de trabajo doméstico a pesar de desempeñarse en la esfera pública a través del trabajo remunerado. La sociedad en que vivimos actualmente se ha caracterizado por el predominio de la imagen masculina en todos los ámbitos de la vida social, especialmente en aquellos que tienen influencia en el sentido del desarrollo de ésta, es decir en los ámbitos de poder y autoridad. Históricamente ha sido así y sigue siendo a pesar de que las mujeres se han incorporado a la vida pública. Esto es lo que permite decir que nos encontramos en una sociedad patriarcal, en la cual la idea de liderazgo y autoridad se vincula al género masculino, idea que atraviesa todas las formas de relacionamiento social entre las personas. La teoría Patriarcal se plantea como el sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres. Algunas definiciones nos permiten visualizar los elementos que lo componen: Rummey y Maier, en la teoría Patriarcal dice “Los antropólogos trataron de buscar el origen de la familia en los instintos biológicos, como, por ejemplo, en los hábitos monógamos de ciertas especies animales. Como resultado de ello, la monogamia vino a ser considerada la forma natural del matrimonio. Destrúyase esta institución – afirmaban- y la sociedad misma se hará pedazos. Los políticos teóricos y los Sociólogos argumentaban que la familia constituía la unidad primaria de la organización social y que todas las demás instituciones, la educación, la religión, la división del trabajo, el Estado – se apoyaban en ella”. Según Victoria Sau "Patriarcado es una toma de poder histórico por parte de los hombres sobre las mujeres cuyo agente ocasional fue de orden biológico, si bien elevado a la categoría política y económica. Dicha toma de poder pasa forzosamente por el sometimiento de las mujeres a la maternidad, la represión de la sexualidad femenina y la apropiación de la fuerza de trabajo total del grupo dominado, del cual su primer pero único producto son los hijos"- Según otra autora, Adrienne Rich "el patriarcado consiste en el poder de los padres: un sistema familiar y social, ideológico y político con el que los hombres a través de la fuerza, la presión directa, los rituales, la tradición, determina cual es el papel que las mujeres deben interpretar con el fin de estar en toda circunstancia sometida al varón". Estas definiciones permiten visualizar que el patriarcado es una forma de orden en el cual los hombres están por sobre las mujeres y poseen la capacidad de determinar el papel de éstas en el orden social que ellos producen. El patriarcado es el único tipo de sociedad que se ha conocido en el mundo occidental y a través de su historia se ha visto influido por los cambios sociales y económicos producidos en las sociedades, los que ha cambiado las formas en que se manifiesta. Actualmente el patriarcado no se presenta con las características de antaño, es un tipo de dominación que no posee formas de concretarse tan explícitas y fuertes. Se plantea que el capitalismo ha sido un factor que ha debilitado el patriarcado y ha propiciado el desarrollo de la autonomía femenina. Los cambios producidos en la familia como consecuencia del advenimiento de la sociedad industrializada, han afectado las bases de legitimación del patriarcado. En la sociedad preindustrial, la constitución de la familia como una unidad reproductiva cohesionada por los lazos económicos, daba al patriarcado una amplia autoridad y dominio sobre los miembros de ésta. El cambio de la familia a partir de la fuerza de trabajo, provocó también el cambio en el tipo de lazos que la cohesionaban. El afecto reemplazó a los lazos económicos, y el papel de la mujer para preservar la unidad de la familia pasó a ser preponderante. Actualmente en la familia siguen reproduciéndose las relaciones antes descritas. Si bien este cambio en la forma en que se expresa el patriarcado permitió a las mujeres un cierto desarrollo en lo que se refiere al ejercicio de su subjetividad, sigue teniendo una condición de subordinación, desvalorizándose su contribución al desarrollo de la sociedad. La vigencia que tiene la cultura patriarcal aún hoy, se evidencia al observar cómo se organiza la familia. Es en este ámbito donde se mantenimiento y transmisión del patriarcado, el hombre continúa ejerciendo los miembros que conforman la familia (esposa e hijos) y este modo de familiar sigue siendo aceptado como el ideal. detenerse a evidencia el poder sobre organización CONCLUSIONES La primera conclusión que se puede establecer tiene y dice relación con que: Los cambios que vienen operando especialmente en la esfera económica han implicado transformaciones en la división sexual del trabajo lo que ha redundado en la redefinición de los roles en la unidad familiar. La valoración de las mujeres de los roles que desempeñan, maternidad, crianza y socialización de los hijos, labores domesticas, es producto de la socialización de roles aprendidos tanto en el ámbito familiar como educacional. Dicha socialización ha fomentado la adopción de roles tradicionales pero la familia se ha ido transformando cada ves más en una unidad de consumo, producto del sistema económico y cultural imperante, el cual a posibilitado a la mujer incorporarse al sistema laboral en forma definitiva. Por otro lado los prolongados periodos de desocupación del jefe de hogar (Hombre) ha favorecido el incremento del número de mujeres proveedoras y con ello ha ido paulatinamente modificando los roles dentro del núcleo familiar. No obstante a lo anteriormente mencionado podemos agregar una segunda conclusión basada en la postura y discusión desarrollada en el presente ensayo la cual dice relación con las dificultades que percibe la mujer proveedora para cumplir su doble rol el de madre-esposa y mujer proveedora. La cultura tradicional chilena valora las capacidades femeninas, de reproducción biológica, crianza y educación de los hijos, pero también muestra prejuicios respecto de la ampliación de los espacios de trabajo y participación de la mujer en la actividad pública. Al enfrentarse en este nuevo escenario la mujer laborante se ve expuesta a juicios culturales y valoricos por parte de la sociedad por las dificultades que enfrentaría para compatibilizar su nuevo rol productivo y el reproductivo y de crianza de los hijos, ya que el trabajo les impedirá desarrollar de modo integro esta labor de crianza y socialización de los hijos. BIBLIOGRAFIA 1) Alvarez, María de la Luz. La familia en riesgo. Santiago de Chile 1988 2) Chacón Arturo. El hombre y la mujer en la Sociedad Chilena. Revista Salud y Vida, Editorial Alianza. Temuco Chile 1994 3) Montecino Sonia y Conejeros Ana. Mujeres Mapuches. Serie Mujer y Salud. Centro de estudios de la mujer 1985 4) Montecino Sonia. 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