¿Cuál es la mejor manera de salvar el planeta?

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los lectores preguntan
a eduardo punset
¿Cuál es la mejor
manera de salvar
el planeta?
"De lo que
salustiano gómez. correo electrónico
R
ecuerdo cuando Steven J. Gould me dijo,
en Boston, EE.UU.: «Al
planeta no le pasará
nada, seguirá su curso como si
tal cosa». Al poco tiempo moriría, provocando el alivio de los
variados adversarios del más
brillante de los paleontólogos,
al que no le perdonaron ni su
sabiduría ni su mal humor.
No puedo por menos de
acordarme de Gould ante los
que se emocionan con el lema
«Salvemos el planeta» a propósito del cambio climático,
la desaparición de la capa de
ozono que recubre la atmósfera o la contaminación creciente
e incesante de CO2. Siempre
tuve la sospecha de que la
mejor manera de salvar el planeta consistía en organizar el
salvamento de la humanidad; a
ésa sí que no la salva nadie si
no se sabe salvar a sí misma.
Su travesía ha sido un verdadero vía crucis de espanto y
dolor. En pleno siglo XV, hace
nada, –agárrese el cinturón,
por favor–, los incas ofrecieron a sus dioses la vida de
dos niñas provistas de varios
xlSemanal 7 de noviembre de 2010
zapatitos y vestidos para la
larga travesía que iniciarían
después de quemarlas insensiblemente sus familias. Las
momias de sus cadáveres se
han mantenido intactas y pude
contemplar su fotografía en
una revista científica.
Resulta que, hasta hace bien
poco, era común ofrecer a los
dioses sacrificios humanos
alucinantes. Siglos después
de ese relato se seguía encarcelando o martirizando a la
gente –no suelte el cinturón,
por favor– cuando sus convicciones no coincidían con las
de los que mandaban.
Hace unos siete años, uno
de mis científicos preferidos
recordaba una cifra espeluznante: un veinticinco por
ciento de los adultos del sexo
masculino moría rutinariamente en la guerra. Siempre fue
así. Los humanos a los que
dejaban vivir se han matado
entre ellos desde tiempo
inmemorial porque no tenían
más remedio que elegir entre
morir de hambre o robar a
sus vecinos. No les gustaba,
necesariamente, contribuir
a la extinción de sus vecinos,
pero siempre prefirieron esta
alternativa a la otra.
se trata es
de salvar a la
humanidad
y para ello
hay que
rentabilizar el
conocimiento"
No, no se trata de salvar el
planeta, sino de salvar a la
humanidad. Por primera vez
en la historia de la evolución,
mujeres, hombres y niños
pueden recurrir a la ciencia y a
la tecnología, al conocimiento,
para desentrañar la ecología
del planeta y controlar la
sostenibilidad de las poblaciones. Como dijo hace siete
años el científico LeBlanc, también de Harvard, «por primera
vez tenemos la oportunidad
de romper el círculo de conflicto y crisis».
Por ello es necesario, en
primer lugar, recuperar el
optimismo en el alcance de la
tecnología y de la ciencia. No
se trata tanto de añadir recursos que no tenemos como de
rentabilizar el conocimiento. El
ejemplo más llamativo de este
marina cano
Excusas
para no
pensar
planteamiento es la futura
energía nuclear de fusión que
es inextinguible, no contamina
y apenas ocupa espacio. Sólo
falta mucho conocimiento.
El segundo peldaño
del futuro que se avecina
consiste en invertir cantidades
insospechadas en políticas
de prevención orientadas
a las necesidades de las
grandes mayorías para que
no colapsen el sistema de
prestaciones más tarde. Una
política educativa adecuada
que incluya la gestión
emocional vaciaría las cárceles
del futuro. Ahora bien, esto
requiere conocimiento ahora.
El último escalón de la
reforma exigirá plantearse
objetivos hasta ahora
marginados porque no
sabíamos de su enorme
trascendencia: la salud mental
de las personas, la necesidad
de la inteligencia social y los
sistemas de comunicación, la
transformación del llamado
Estado-Nación que, desde
luego, no está a la altura de
nuestras necesidades y, en
términos más generales, cómo
gestionamos la diversidad
desatada por la mezcla
genética y el proceso de
globalización. n
Si quiere participar en la sección, envíe sus preguntas a
xlsemanal@tallerdeeditores.com o a XLSemanal. 'Excusas para
no pensar'. Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 6. 28027 Madrid
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