Cartilla N°° 295 Agosto de 2010 Cuidar a nuestros jóvenes hoy, es preservar la familia del futuro. “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres. No sea que yo venga, dice el Señor, y hiera la tierra con maldición. Y ustedes padres, no provoquen la ira de sus hijos, sino edúquenlos en la disciplina y amonestación del Señor” (Mal 4,6) P. Ricardo E. Facci Una de las mayores preocupaciones que muchos tenemos, de un modo especial unos cuantos padres e hijos, se refiere a la construcción de las familias del futuro. Hay miedos concretos al fracaso de la familia que va a emprender el hijo, la hija. Por otro lado, éstos no se lanzan a un compromiso de por vida por el mismo temor. El ambiente social no ayuda, como en otros tiempos, especialmente por la pérdida de valores, el individualismo reinante que quita sentido al amor, generando la incapacidad del encuentro con el otro, impidiendo que el fruto del salir de sí mismo se encamine al descubrimiento del tú. ¡Cuántas veces escuchamos de boca de los abuelos, al referirse al nieto, y ante la degradación de los valores familiares, “qué será de éste en el futuro”! Cuando recorro los diferentes templos de distintos lugares del mundo, veo demasiadas caras envejecidas, muchas canas, y pienso que en 15 ó 20 años no estarán más, ¿quién los sucederá? Y si no hay Dios en la vida de las personas, ¿cómo sostener la familia que se construye en el amor, sabiendo que éste se carga de sentido en Dios? El futuro dependerá de lo que hoy hagamos por los niños, adolescentes y jóvenes. Mejor dicho, lo que se haga en la familia por los hijos. No por repetido debemos dejar de mencionarlo: “El futuro de la humanidad se fragua en la familia” (Juan Pablo II). Entonces, ¿qué hacer? La propuesta de Hogares Nuevos, haciendo propia la llamada de Juan Pablo II, es clave: que las familias vuelvan a remontarse más alto, que vuelvan a Cristo. Sin Cristo es imposible formar en los valores, en la rectitud de las conciencias. El mundo sólo quiere confundir, sin Cristo y sin formación, es imposible tener las ideas claras, las virtudes necesarias para llevar adelante un matrimonio y una familia. El desamor de muchas familias, en la actualidad, genera en los jóvenes heridas, enfermedades en el alma que repercute negativamente en el futuro. El hogar es el lugar principal donde nuestros jóvenes y adolescentes pueden recibir la formación necesaria en una manera sensible y franca, apoyándose con la fuente de valores morales inagotable que produce el encuentro con Cristo y su Palabra. La familia es el ámbito propicio para aprender a amar, recibiendo y dando amor. Qué importante es el padre en el hogar. El padre debe estar presente; que no solamente llegue a casa fatigado, prende el televisor, el móvil o el internet y se olvida de sus hijos sin ver la necesidad de ellos. Imprescindible la madre, que en muchas oportunidades en lugar de ser la guía para sus hijos, no es más que condescendiente con el riesgo de las opciones de los hijos, a veces, por querer ser una madre “moderna”, o para “liberarse” de la carga de los hijos. Quiero hacer un llamado urgente a las familias: volvamos y hagamos que muchas familias vuelvan a los valores de Dios, sino seremos víctimas de una sociedad que nos fagocitará, y lo que es peor, cortará las alas de realización plena de los hijos. “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres. No sea que yo venga, dice el Señor, y hiera la tierra con maldición. Y ustedes padres, no provoquen la ira de sus hijos, sino edúquenlos en la disciplina y amonestación del Señor”. Los padres son los responsables de educar a los hijos en una vida disciplinada, templada, donde sean capaces de enfrentar los retos que se les presentan. En la medida en que los padres se vuelvan a los valores de Cristo, se vuelvan al Cristo Vivo y verdadero, volverá el corazón de los padres hacia los hijos. Ellos serán el centro de sus vidas y los hijos se convertirán a sus padres, de tal manera que seguirán su ejemplo, seguirán sus consejos y los podrán guardar de las problemáticas que están rodeando a los adolescentes y jóvenes. De unos 30 millones de adolescentes (es solamente la cifra de los que habitan en EEUU) diariamente: 1.000 adolescentes solteras se convierten en madres; 1.106 adolescentes tienen un aborto; 4.219 adolescentes contraen enfermedades venéreas; 500 adolescentes comienzan a usar drogas; 1.000 adolescentes empiezan a tomar bebidas alcohólicas; 135.000 jóvenes llevan pistolas u otras armas a la escuela; 3.160 adolescentes son asaltados; 80 son violados; 2.200 adolescentes abandonan sus estudios; 2.750 jóvenes ven a sus padres separarse o divorciarse; 90 niños son tomados de la custodia de sus padres y colocados en hogares adoptivos temporales u orfanatos; 7 muchachos entre las edades de 10 y 19 años son asesinados; 7 jovencitos menores de 17 años son detenidos por homicidio; 6 adolescentes se suicidan. En un solo día ocurre esto en una pequeña porción de los adolescentes del mundo. No cabe duda, si no reaccionamos ante esta alarmante realidad sobre la desgracia entre los adolescentes y jóvenes, su futuro será la destrucción. Suena a profeta de calamidades, tal vez algo lejano de los propios hijos (gracias a Dios), pero ¡cuidado!, no tan lejano. Allí puede estar la esposa del hijo, el esposo de la hija. Los amigos de los hijos, o el futuro de sus retoños. Sin duda los jóvenes tienen problemas, necesidades y lidian con las presiones del mundo a su alrededor. Sin embargo, hay razón para el optimismo. Conozco entre los Hijos de Hogares Nuevos, jóvenes que aman al Señor más que al mundo, que se identifican más con la verdad anunciada por la Iglesia que con las corrientes de su generación, y que quieren que la sociedad y la Iglesia de mañana, ámbito en el que serán los líderes, sean capaces de construirse desde el evangelio de Jesucristo. Nos toca a nosotros, Iglesia de hoy, apoyarlos con enseñanzas de la verdad, fieles al Evangelio. Los jóvenes necesitan enseñanzas sobre asuntos que sean importantes para sus vidas tales como la naturaleza de la verdadera autoridad y del liderazgo, la sexualidad cristiana según el plan divino y cómo pensar de una forma académicamente válida y cristianamente fiel. Enseñarles lo que vale su vida, para no ser atrapados por las tristes propuestas del mundo en el que les ha tocado vivir. “Cuidar a nuestros jóvenes hoy, es preservar la familia del futuro”. Que los padres vuelvan a encontrarse con sus hijos, y que éstos descubran a sus padres. ¡Esta es nuestra tarea misionera! El desafío está planteado. Oración Señor Jesús, te ofrecemos en este momento la vida de nuestros hijos, deseamos en todo lo que hacemos por ellos que sea para el bien de sus futuros, especialmente, queremos que sean aptos para la formación de la familia, que no encuentren en nosotros los obstáculos que puedan empeñar su porvenir, embargándoles su felicidad. Por esto, te los ofrecemos, con el gran deseo de que nos ayudes con tu gracia, en esta inmensa responsabilidad de ser padres, bendice a nuestros hijos, haz que descubran el gran valor de la vida, y la belleza de ser familia, hoy entre nosotros, mañana en la que ellos construirán. Amén. Trabajo Alianza (sería interesante conversar este tema con los hijos) 1.- ¿Formamos a nuestros hijos en los valores que no cambian, o buscamos adecuarnos a un mundo que sus propuestas están muy lejos de Dios y del valor del ser humano? 2.- ¿Somos padres que quieren mostrarse como “modernos” o “condescendientes” o buscamos preparar a nuestros hijos con las virtudes que exige vivir en medio de nuestro mundo? 3.- ¿Tenemos proyecto educativo para nuestros hijos? ¿Qué queremos de ellos? ¿En qué debemos mejorar o cambiar para que encuentren en nosotros, sus padres, el ejemplo en el consejo y en la acción? Trabajo Bastón 1.- ¿Qué nos dice el lema del año: “Cuidar a nuestros jóvenes hoy, es preservar la familia del futuro”? 2.- Sería interesante intercambiar opiniones sobre las preguntas que hemos trabajado en Alianza en nuestros hogares. 3.- Algunos padres no distinguen entre el mundo en el que vivimos, con aceptar toda propuesta que la sociedad nos hace, especialmente sin pensar ante la invasión masiva que generan los medios de comunicación buscando lavar cerebros, cambiando los parámetros de la vida. 4.- ¿Cómo podemos ayudarnos y ayudar para que se pueda educar a los hijos en la verdad de la vida? MUY IMPORTANTE: Última llamada: Del 16 (20 hs.) al 19 (14 hs.) de agosto: encuentro de párrocos, en el Centro Internacional de Virrey del Pino “El carisma de Hogares Nuevos en la parroquia” (Invitemos a nuestro párroco, cierre de inscripción 10/08) ¡¡¡ESPERAMOS A TUS HIJOS EN EL CONGRESO DE LOS HIJOS DE HOGARES NUEVOS, del 9 al 11 de Octubre próximo, en Wanda (Diócesis de Iguazú, Misiones, Argentina) 2