La máscara de la muerte roja; Edgar Allan Poe

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La máscara de la muerte roja
Narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe
Personajes:
El príncipe Próspero: vive en un suntuoso palacio, rodeado de sus súbditos y de las personas que le sirven
sin ponerle condición alguna. Es el principal protagonista de este corto relato y es de vital importancia, ya que
su comportamiento influye mucho en el rumbo que toma la historia. Alejado de todo contacto con la peste que
estaba acabando con su pueblo, lo celebra con una mascarada, en la que irremediablemente, muere.
La Muerte Roja: Esta es una peste que terminó con la vida de todo un pueblo y que se volvió la principal
razón de ser de la historia. Su encarnación era la sangre: el rojo y el horror de la sangre. Se producían dolores
agudos, un repentino vértigo, luego los poros rezumaban abundante sangre, y la disolución del ser. Manchas
púrpuras en el cuerpo y particularmente en el rostro de la víctima, segregaban a ésta de la humanidad y la
cerraban a todo socorro y a toda compasión. La invasión, el progreso y el resultado de la enfermedad eran
cuestión de media hora. Al parecer esta misma peste, disfrazada pobremente, se introdujo en la ya mencionada
mascarada del príncipe Prospero, arrebatándole su propia vida.
La Ruina: este personaje, aparece de forma metafórica en la ultima línea del cuento: `Y las Tinieblas, y la
Ruina, y la Muerte Roja tuvieron sobre todo aquello ilimitado dominio'. Cualquiera diría que no puede
considerársele como un personaje, sino como un simple recurso del que Poe se vale para asustar a los lectores,
pero este personaje, que ni siquiera interactúa en la historia, tiene mucha importancia en la misma. La Ruina
aparece para los vasallos del príncipe Próspero cuando éste muere. La ruina es todo lo malo que le sucede a un
mal hombre que se reservó su orgullo para sí mismo. Esta es la principal connotación que Poe le da a la ruina,
como una suposición.
Las Tinieblas: Las Tinieblas, al igual que la ruina, es la oscuridad del alma, la oscuridad del corazón. Aparte
de las ya existentes en el palacio, las Tinieblas representan la oscuridad que desde ese momento embargaría de
manera permanente todo recuerdo existente del príncipe Próspero. Al parecer, éstas también aparecieron en la
mascarada, acompañadas de la Máscara de la Muerte Roja, presagiando el destino del príncipe.
Ensayo:
El príncipe Próspero es un príncipe que vive en su palacio. Como ya sabemos, un príncipe siempre vive
suntuosamente en su palacio, rodeado de todo placer y comodidad. Embarcándonos a otros lindes, viendo este
cuento desde otro punto de vista, éste nos transmite un mensaje claro: el egoísmo, el cinismo y la increíble
tranquilidad con la que un hombre que tiene poder, puede dejar morir a sus semejantes y, como en este cuento,
llegar a abandonar al pueblo al que supuestamente sirve, hasta tal punto de dejarlo morir enteramente
consumido por una plaga que él no podía eliminar, pero sí podía remediar. `El príncipe Próspero', es nombre
ficticio que Poe usa para designar a todas las personas que creen que han hallado su salvación en la ruina de
los otros, pero cuando en realidad la fiesta que celebran para festejarlo, los mata.
El peor defecto de toda la humanidad es el egoísmo. El egoísmo ha sido y, con mucha razón, considerado uno
de los actos más viles que han contribuido a la ruina de la humanidad, a la pérdida de la conciencia del
hombre y la condición civilizada del mismo. Es extraño mezclar este elemento en un relato de terror, pero Poe
lo utiliza de una manera clara y concisa para darnos a conocer la personalidad que forja la mente del príncipe
Próspero, protagonista de la misma. El príncipe tiene muchos súbditos, a los que obliga a construir una
muralla por la que no se filtrara la peste que estaba acabando con el pueblo, la de la muerte roja. Es egoísta,
porque un hombre que tiene tanto poder y que puede ayudar a tantas personas por medio de esa muralla, la
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construye rodeando su palacio y no la comarca entera. Sabemos que Poe era un hombre desanimado,
alcohólico, desilusionado de la vida, pero en esta situación precaria escribe esta historia poniendo a
consideración, de manera muy puntual, mediante este corto relato, los defectos y los actos que se
constituyeron, ya sea de manera directa o indirecta, en su ruina personal. No sabemos si Poe quiso alertar a las
demás personas que leyesen su cuento sobre cuán malo es reservarse todas las cosas buenas a sí mismo y no
velar por los demás, pero lo que si sabemos con mucha certeza es que quiere dejar un claro mensaje, ya sea de
manera amenazadora, que el hombre debe servir y ayudar a los demás y mucho más si tiene las posibilidades
y el poder necesarios.
El cinismo se demuestra cuando un hombre se realiza personalmente, alcanza sus metas y se cruza de brazos
con respecto al futuro de los demás. En el relato encontramos cuánto cinismo existe en la persona del príncipe
Próspero cuando, tras haber dejado morir a sus vasallos en las afueras de la comarca, pestosos, él celebra una
gran mascarada con otra gente de igual importancia que él. El hombre debe servir a los demás y si las cosas le
salen bien y le benefician a lo largo de su vida, debe compartir un mínimo de felicidad con las personas que
poco o nada de ella tienen. Es importante resaltar que la linde humana es caracterizada por poseer inteligencia,
razonamiento, pero no solo de eso se puede servir un príncipe para gobernar un pueblo, sino también de el
corazón y el alma. Buscar el bien común es el factor primordial con el que este componente de la novela se
identifica. Poe no es un idealista y muchos menos un político excéntrico ni nada por el estilo, pero la manera
en la que las personas que tanto lo apreciaban antes y que en ese momento de su vida se reían de su ruina
personal y laboral, creo yo, lo incentivaron a escribir este relato.
La tranquilidad se define como un estado de paz en la que vive el hombre. Pero ojo, la tranquilidad solo se
realiza de una manera íntegra, completa, cuando el hombre alcanza la felicidad realizando bien sus actos,
sabiendo que los realizó no solo para su compensación personal, sino también para la de los demás. En las
salas donde se festejó la mascarada del príncipe Próspero, no había luz alguna, no había claridad. Esta es una
metáfora que utiliza Poe para demostrarnos que nadie puede ser feliz con su conciencia si no está tranquilo
con su corazón. De nada servía toda la suntuosidad del palacio si el príncipe estaba tan corruptamente
tranquilo consigo mismo, alabándose por haber salvado su vida y dejado perder la de su pueblo. No quiero
definir la tranquilidad como ha sido definida antes por muchas personas: como un simple estado de ánimo que
se alcanza cuando estás feliz por algo o piensas que ese algo te va a salir bien sin haber siquiera intentado
hacerlo. Como ya dije, la tranquilidad, aparte de esta connotación un poco peyorativa que le dan, es la paz
interna, la satisfacción que siente el hombre al haber logrado algo que beneficie a su persona y a la de los
demás. Sin duda, este príncipe, aparentemente Próspero, no sentía esa tranquilidad dentro de sí, como lo
revela la luminosidad nula en las salas de palacio.
Un libro no puede cambiar, de ninguna manera la forma de pensar o de vivir de una o varias personas que lo
lean, pero lo que si puede hacer es dejar un mensaje a cada persona que hojee sus páginas. Este relato, que a lo
más alcanza las dos páginas, no propone un modelo de vida nuevo, ni predica la eficacia que éste pueda tener
en los lectores, solamente muestra los verdaderos defectos de la humanidad e intenta exhortar a las personas
sobre la baja condición a la que ha llegado el hombre. No a la baja condición moral existente en la Edad
Media, época en la que seguramente se desarrolla la obra, sino a la baja condición moral de todos los tiempos,
ya que Poe escribió este relato a mediados del siglo XIX y las personas, como yo, que lo leemos, vivimos en
pleno siglo XXI y nos damos cuenta de le verdad que encierra este libro. Tampoco Poe predestina la muerte a
todo aquel que se porte de manera egoísta, como el príncipe Próspero, que murió a mano de la máscara de la
peste, sino que simplemente recuerda a los lectores que nada está dicho en este mundo de mortales y que cada
uno, tarde o temprano, recibe lo que se merece.
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