Queridos hermanos y hermanas, Al empezar a rezar para hacer la homilía, yo me preguntaba: ¿Qué sentido tiene que en los inicios de la cuaresma contemplemos la escena de la transfiguración? ¿Por qué la liturgia sitúa esta escena en este momento de la cuaresma? Porqué ya sabemos que no hay nada casual... La cuaresma es dura, es exigente, hasta podríamos decir que está pensada para dejarnos en evidencia: Me explico: es el único tiempo litúrgico que nos propone unas prácticas concretas (oración, ayuno, caridad / limosna), y a demás estas prácticas constantemente son recordadas en las oraciones colecta, de las ofrendas, o de postcomunión, y también en los prefacios. Nos cuesta vencer la rutina. Nos cuesta coger fuerzas para fijar nuestras prácticas cuaresmales. Nos cuesta tener esperanza... Nos cuesta, nos cuesta... Pero la liturgia es muy sabia y en este segundo domingo de cuaresma sale a nuestro encuentro para motivarnos y exponernos claramente que todo esto es para nuestra transfiguración y para ser más felices, “qué bien se está aquí”. Para Jesús la transfiguración es una anticipación de la pascua, de la resurrección. También para nosotros. Contemplando esta escena entendemos que nos hace falta la cuaresma, nos hacen falta las prácticas cuaresmales, para poder vivir la pascua, para poder resucitar con Cristo. Por tanto, si no hemos establecido unos compromisos personales en estas prácticas, quedamos en evidencia (cada uno delante de Dios). Nadie nos señala, pero al participar de la eucaristía, nuestra propia conciencia nos acusa: “aquí todo habla de conversión, de prácticas Si no vivimos la cuaresma no podemos quedar transfigurados. Jesús transfigurado no parecía Jesús... Nosotros hemos de esperar una gran transfiguración, un gran cambio, una gran conversión... que los que nos rodean nos digan “no te conozco”. es como la voz de Dios en nuestro interior... Esta escena tiene aún una gran enseñanza que hará posible esta gran transfiguración... cuaresmales, de oración, de ayuno, de limosna, y tú nada, de nada, ir haciendo... ”. Y recordemos que la conciencia Dice el evangelista que Jesús “los llevó... a una montaña alta”. El papa en su libro sobre Jesús de Nazaret dice: “La montaña como lugar de la subida, no sólo externa, sino sobre todo interior; la montaña como liberación del peso de la vida cotidiana, como un respirar el aire puro de la creación y su belleza; la montaña que me da altura interior y me hace intuir al Creador”. La montaña como el lugar de la oración, el espacio donde, nos liberamos del peso – a veces angustioso- de la vida cotidiana, el espacio donde cogemos aire para seguir caminando por el camino del bien, el espacio donde el Señor va cambiando nuestros corazones, nuestra mirada y en este espacio podemos decir como Pedro: “qué bien se está aquí”. Y en este contexto Dios Padre nos da hoy su gran enseñanza: “Éste es mi Hijo amado; escuchadlo”. No es casualidad que en el inicio de la cuaresma la Iglesia nos presente un texto donde Dios Padre nos exhorta a escuchar a su Hijo. Porqué no se puede vivir la Cuaresma sin escuchar a Jesús. ¿Y cómo lo escucharemos? El camino es claro: el evangelio, donde Jesús nos habla, y su palabra quiere cambiar nuestras vidas. Y esto es así. ¡Atención a los evangelios (de lunes a viernes) de la primera semana de cuaresma!: El lunes, el juicio final donde Jesús se identifica totalmente con los pobres, los que pasan hambre, los enfermos, etc.... El martes, Jesús que explica como no se ha de rezar y después les enseña el Padrenuestro. El miércoles, habla de su identidad: “aquí hay uno que es más que Jonás...” “aquí hay uno que es más que Salomón...”. El que nos dice todo esto es el Hijo de Dios, ¡no lo olvidemos! El jueves, “Pedid y se os dará... Quien pide recibe... Si vosotros que sois malos... cuánto más vuestro Padre del cielo...”. Invitación radical a la confianza... El viernes, el perdón “si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda...” Estos textos son bombas atómicas espirituales. Cuando nosotros meditamos, debidamente, estos textos nos remueven por dentro, nos cuestionan, nos hacen repensar nuestra vida... nos llevan a la conversión... Los evangelios de la cuaresma son textos escogidísimos. Y los evangelios de la semana que viene son aún más fuertes... Ninguno de nosotros quiere desobedecer a Dios Padre...,...pues, escuchemos al Hijo... Que esta eucaristía, que este encuentro con Jesucristo, Hijo de Dios, nos motive a escucharlo más, porqué como Pedro podamos decir: “Señor, qué bien se está aquí”.