Rafael Blanco Menéndez Tesis Doctoral El pensamiento lógico desde la perspectiva de las neurociencias cognitivas DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA UNIVERSIDAD DE OVIEDO TESIS DOCTORAL EL PENSAMIENTO LÓGICO DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS NEUROCIENCIAS COGNITIVAS RAFAEL BLANCO MENÉNDEZ Copyright Eikasia ISSN: 1885-­‐‑5679 Eikasia. Oviedo. 2013. www.eikasia.es AGRADECIMIENTOS: Deseo recordar, en primer lugar, la figura del primer inspirador y director de esta tesis doctoral, el Profesor Dr. D. Enrique Vera de la Puente, Médico Especialista en Neurología y Doctor en Medicina, responsable de la Unidad de Neuropsicología y Neurología de la Conducta del Hospital Universitario Central de Asturias, con el que comencé a dar mis primeros pasos en el apasionante mundo de la Neuropsicología y de las Neurociencias Cognitivas, allá por la década de 1990. Su contribución a esta tesis doctoral resulta capital, dado que las primeras formulaciones de las ideas defendidas en la presente investigación provienen de diversas consideraciones desarrolladas por su parte, fruto de su amplio conocimiento de la Neurolingüística, de la Neurología Clínica, de las Neurociencias Cognitivas, de la Lógica, de la Semiótica, de la Filosofía de la Mente y del Lenguaje, y de otros desarrollos en diversos campos científicos y filosóficos de diversa índole. La posibilidad que me brindó de realizar una estancia de formación post-graduada desde junio de 1995 hasta agosto de 2002 en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) me permitió completar con éxito mi formación como neuropsicólogo clínico y adentrarme en el campo de la investigación en Neuropsicología y Neurociencias Cognitivas. El Doctor Enrique Vera de la Puente había accedido a la dirección de la presente tesis doctoral, la cual está, en parte, basada en diversas consideraciones teóricas por él desarrolladas, fruto de su extenso conocimiento científico y profesional, particularmente, de aquellos aspectos que tienen que ver con la relación entre el pensamiento, el lenguaje y los mecanismos neurológicos que sustentan a ambos, así como a las implicaciones histórico-evolutivas y comparadas de la génesis y desarrollo de las funciones psíquicas en general. Su repentino y sentido óbito, desgraciadamente, retrasó considerablemente la presentación y defensa de esta tesis doctoral, debido a diversas vicisitudes académicas y profesionales que afectaron al autor de esta investigación. Recuerdo con nostalgia mis años de aprendizaje de los fundamentos de la Neuropsicología, de la Neurología de la Conducta, de la Neuropsiquiatría, de la Neurolingüística, de la Neurofisiología, de la Neurorradiología, de la Neurociencia Cognitiva y de la Neurobiología, entre otras materias con las que hube de tener contacto como neuropsicólogo en formación, de la mano del Profesor Vera; el equipo de estudiantes de doctorado y de post-grado, congregado en torno al Profesor Enrique Vera 5 de la Puente desde el año 1994 hasta el año 2002, aproximadamente, contribuyó, de forma decisiva, a mi formación como neuropsicólogo en las facetas relacionadas con el trabajo en equipo, la realización de sesiones clínicas y las actividades de investigación y asistenciales en la Unidad de Neuropsicología y Neurología de la Conducta del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). La presente tesis doctoral puede ser considerada como fruto de varias líneas de investigación empírica, así como de pensamiento filosófico, encarnadas en personas que han resultado relevantes y significativas en mi carrera profesional, científica y académica y a las que deseo hacer mención en estas líneas. En primer lugar, y aparte de la figura del Profesor Vera, antes mencionada, considero importante en los comienzos de mi carrera científica y profesional a la Profesora Dra. Dª Purificación Gil Carnicero, la cual me introdujo con talento y brillantez, en la Psicología del Desarrollo, en general y en la Epistemología Genética de Jean Piaget, en particular, además de en las ideas desarrolladas por Lev S. Vygotsky, Alexander R. Luria, y demás representantes de la Escuela Sociocultural Rusa. El Profesor Dr. D. Francisco Valle Arroyo además, contribuyó, de modo sustancial, en el incremento de mis conocimientos en el campo de la Neuropsicología Cognitiva del lenguaje, de la percepción, de la memoria, de la atención y de las funciones ejecutivas, además de presentarnos el complejo y amplio campo de la Psicolingüística Cognitiva, de modo brillante, a mí y a mis compañeros del tercer curso de Licenciatura en Psicología, durante los años 1993 a 1994, por lo que le estoy sumamente agradecido. A la Profesora Dra. Doña Mª Dolores Paz Caballero le debo, por otra parte, una excelente introducción, durante mis años de doctorado en Psicología, a la metodología psicofisiológica con potenciales evocados cognitivos y su aplicación a los diversos ámbitos de investigación en Psicología Cognitiva y Clínica, especialmente en el área de la memoria, de la percepción y de las diferencias individuales. Al Profesor Dr. D. Fernando Cuetos Vega le estoy agradecido por los numerosos seminarios y cursos impartidos por su parte, a los que asistí a lo largo de estos años, que versaron acerca de diversos aspectos relacionados con la Psicología Cognitiva, con la Afasiología y con otros ámbitos de la Neuropsicología Cognoscitiva de interés para esta investigación. Por otro lado, al Dr. D. Xavier Salas Puig, Médico Especialista en Neurología y experto en epilepsias, le guardo un entrañable recuerdo por las conferencias neurológicas que nos ofreció a todos los asistentes al curso de doctorado 6 titulado Neurología para neuropsicólogos, impartido en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) en el año 1996. Quiero mencionar, de forma cálida y entrañable, al Dr. D. Pedro GonzálezQuirós Corujo, neuropsiquiatra, por las largas y amistosas conversaciones que, durante muchos años compartimos acerca de diversos aspectos de la Psicopatología, de la Psiquiatría, de la Neuropsicología y de la Neurobiología, además de sobre profundas cuestiones relativas a la Teoría del Conocimiento, a la Fenomenología, a la Lógica y a las Ciencias Histórico-Culturales. Por otro lado, a los Dres. D. José Luis Mediavilla Ruiz y D. Jesús Fernández Sandonís, neuropsiquiatras, les agradezco sus orientaciones relativas a las líneas generales de la tesis doctoral que presento, en algunos aspectos relacionados con la Neuropsiquiatría y con la Psicopatología Clásica. En el seno del Departamento de Filosofía de la Universidad de Oviedo, deseo hacer mención de algunas figuras que me han guiado de forma señera en mi andadura por terrenos filosóficos. De este modo, considero obligada la mención al Profesor Dr. D. Santiago González Escudero, fallecido en la primavera de 2008, que me permitió acceder a la mejor formación posible en España (y probablemente, en toda la Unión Europea) en Filosofía Antigua, en general, y en las figuras de Aristóteles y de los eléatas, en particular. Su sentido fallecimiento sacudió de forma convulsa y dolorosa la prestigiosa Facultad de Filosofía de la Universidad de Oviedo, y por extensión, a todos los pensadores filosóficos de Asturias y del resto de España. Deseo, por otra parte, recordar a diversos docentes de esta Universidad que han contribuido, de modo notable, a forjar mis actuales ideas lingüísticas, lógicas, epistemológicas y filosóficas. Así, la Profesora Dra. Dª. Lucía Rodríguez Noriega, complementó de modo notable mis conocimientos relacionados con diversas áreas de la Lingüística (Pragmática y Retórica), y me introdujo magistralmente en la atmósfera social, cultural, literaria e intelectual de la Grecia Clásica y de los primeros tiempos del Imperio Romano. Puedo afirmar rotundamente que, en la formación de mis ideas acerca del conocimiento, de la comunicación y de la vida social humana, esta joven, aunque brillante profesora e investigadora de la Universidad de Oviedo, ha desempeñado un papel capital, por lo que esta tesis doctoral va dedicada, en cierto sentido, a ella y a sus magníficas enseñanzas. Por otro lado, el Profesor Dr. D. Alberto Hidalgo Tuñón debe ser mencionado por mi parte, dada la profundidad de sus tesis acerca del comportamiento de los sistemas complejos, expuestas durante los cursos monográficos de doctorado en 7 Filosofía, cursados por mi parte durante los años 2006 y 2007. Sus contribuciones a la Sociología del Conocimiento y de la Ciencia son ampliamente conocidas y valoradas por parte de la comunidad científica y filosófica asturiana y del resto de España, y han resultado de interés para delinear, de muchos modos, mis planteamientos acerca de la realidad social, cultural , política, económica, tecnológica y científica actual. Quiero mencionar, asimismo, el apoyo recibido por parte de las siguientes personas por su amistad y su apoyo desinteresados a lo largo del período de elaboración de esta tesis doctoral: Prof. Dr. D. Carlos Hernández Lahoz (Jefe de Servicio de Neurología, Hospital Universitario Central de Asturias), Dr. D. Alberto Tuñón Alvarez (Neurólogo adjunto, Servicio de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias), Dr. D. Xavier Salas Puig (Jefe de Sección, Servicio de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias), Dr. D. Manuel Lago Palomeque (Jefe de Sección, Servicio de Neurocirugía, Hospital Universitario Central de Asturias), Dr. D. Dionisio Fernández Uría (Neurólogo adjunto, Hospital de Cabueñes, Gijón), Dr. D. José Antonio Vidal Sánchez (Jefe de Servicio de Urgencias, y Neurólogo, Hospital Valle del Nalón, Langreo, Asturias), Dra. Dª María Edelmira Pérez Alvarez (Médico de Familia, Centro de Salud de Lieres, Siero), Dr. D. Valentín Pérez García (Médico de Familia, Centro de Salud de La Fresneda, Siero), Profesora Dra. Dª. Carmen G. Armengol De la Miyar (Departamento de Psicología, Northeastern University, Estados Unidos de América), Prof. Dr. D. Fernando R. Albuerne López (Departamento de Psicología, Universidad de Oviedo), Prof. Dr. D. Félix Junco Collera (Departamento de Psicología, Universidad de Oviedo), Prof. Dr. D. Roberto Secades Villa (Departamento de Psicología, Universidad de Oviedo), Prof. Dr. D. Serafín Lemos Giráldez (Departamento de Psicología, Universidad de Oviedo), Profesora Dra. Dª. Paula Fernández García (Departamento de Psicología, Universidad de Oviedo), Prof. Dr. D. Antonello Novelli Ciotti (Departamento de Psicología, Universidad de Oviedo), Dr. D. César Antuña Suárez (Médico General, Centro Médico Campoamor, Oviedo), Dr. D. Luis Alonso Buenaposada (Médico General, Centro Médico Campoamor, Oviedo), Dra. Dª Cristina Fernández Schmitz (Médico General, Centro Médico Gijón, Gijón), Dr. D. Carlos Alonso García (Psicólogo Clínico, Policlínica Cetco, Oviedo), Dr. D. Juan César Alvarez Carriles (Neuropsicólogo Clínico, Servicio de Neurología del Hospital Universitario Central de Asturias), Dª Myriam Moral Rato (Neuropsicóloga Clínica y Psicoterapeuta), Dª. Ana María Aguado Balsas (Neuropsicóloga Clínica y Psicoterapeuta, Servicios de Salud Mental de Miami, Florida, Estados Unidos de 8 América), Dª. Beatriz Lobo Rodríguez (Neuropsicóloga Clínica, Licenciada en Medicina y Cirugía y Médico Interno Residente en Urología, Hospital Universitario Central de Asturias), Dª Aida Suárez González (Neuropsicóloga Clínica, Hospital Virgen del Rocío, Sevilla), Dª. Balbina Leonor Rico Blanco (Neuropsicóloga Clínica, Establecimientos Residenciales de Asturias y Asociación de Discapacitados Nora, Pola de Siero), Dª. Rebeca González Mateos (Neuropsicóloga Clínica y Logopeda, Clínica Goa, Oviedo), Dª. Concepción Meana Gómez (Neuropsicóloga Clínica, Establecimientos Residenciales de Asturias) y Dª Ana María Torrico Perdomo (Logopeda, Centro Logopraxis, Pola de Siero). Asimismo, a D. Javier Fernández Méndez (Psicólogo Clínico, Servicios de Salud Mental del Principado de Asturias), D. José Enrique Burgueño Montañés (Psicólogo Clínico, Servicios de Salud Mental del Principado de Asturias), D. Juan García Haro (Psicólogo Clínico, Servicios de Salud Mental del Principado de Asturias), D. Mariano Carrero Moure (Psicólogo Clínico, Servicios de Salud Mental de la Xunta de Galicia), D. Luis María Cayrols López (Master en Psicología Clínica), Dª. María Esther Blanco García (Master en Psicología Clínica), D. Andrés Calvo Kalch (Psicólogo Clínico), Dª Lorena Mallada Villoria (Psicóloga del Trabajo), Dª. María García Martínez (Psicóloga del Trabajo), Dª. Silvia Villa Moreira (Psicóloga General), D. Pablo Infiesta Molleda (Licenciado en Filosofía), Dª María Luisa Carro Hevia (Arquitecta) y Dª María Menéndez- Sampil (Licenciada en Historia del Arte) deseo reconocerles también su apoyo emocional y personal, en unos momentos difíciles derivados de la pérdida de una persona tan excepcional como era el Profesor Enrique Vera de la Puente. He de mencionar, igualmente, la amistad, el apoyo y la calidez recibida de mis compañeros pertenecientes al Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias (COPPA), muy especialmente por las facilidades otorgadas por parte de su Junta Directiva para la creación y pervivencia del Grupo de Trabajo de Neuropsicología, cuya coordinación ejerzo desde el año 2004, permitiendo la difusión de la Neuropsicología, de la Neurología de la Conducta y de la Neurociencia Cognitiva entre los psicólogos asturianos. Además, resulta necesario hacer mención de la relevancia social y profesional que ha ido cobrando, desde su fundación, en 2002, la Sociedad Asturiana de Neuropsicología y Neurología de la Conducta (SANP-NC), cuya presidencia ejercí entre los años 2005 y 2008. La ilusión, el rigor científico y la alta cualificación profesional de sus miembros, han permitido que estas disciplinas, tan caras a nuestro 9 fundador, se hayan ido difundiendo de forma lenta, pero progresiva, entre los profesionales de otras disciplinas cercanas, y en la sociedad asturiana en general. La investigación realizada en la presente tesis doctoral pretende ser una contribución a un mejor conocimiento de la esencia y naturaleza del pensamiento y de la actividad psíquica en general, desde bases estrictamente racionales y científicas, que permita al ser humano utilizar más eficientemente su inteligencia en la consecución de una vida más plena, más coherente y más equilibrada. El conocimiento profundo de la estructura y de la función del cerebro y de los sistemas de procesamiento de la información que subyacen al pensamiento y al comportamiento inteligente, permitirá, sin ningún género de dudas, lograr algún día este objetivo tan ansiado. Deseo agradecer la dirección de la presente tesis doctoral a los actuales directores de la misma, los Profesores Dres. Dª. Eva María Arroyo Anlló (Universidad de Salamanca) y D. Alfonso Angel Domingo de Guzmán García Suárez (Universidad de Oviedo), por su apoyo y ayuda en la consumación final de esta investigación, tras los avatares y vicisitudes por las que hubo de transcurrir hasta su presentación y defensa postrera. Por último, considero obligado dedicar esta investigación a mis padres, Rafael Blanco Arredondo y Eulalia Menéndez Mahamud (†), a mis abuelos, Rafael Blanco Aguirre (†), María Lourdes Arredondo García-Becerra (†), Indalecio Menéndez González (†) y Arsenia Mahamud Carrancio (†), a mi tía, María Covadonga Blanco Arredondo, a mis hermanas, Blanca, Lucía, Eulalia y María Blanco Menéndez, a mis cuñados, Leonardo Moldes Vidal y José Arroyo Martos, a mis sobrinas, Olaya y Cecilia Moldes Blanco, y a mis entrañables amigos, Luis A. Alvarez-Santullano Martínez y María Teresa Méndez Gutiérrez, además de a sus hijos, Manuel, Luis, Teresa y Bernardo Alvarez-Santullano Méndez. 10 “Con esta mesma virtud animal entendemos, imaginamos y nos acordamos; pero si es verdad que cada obra requiere particular instrumento, necesariamente allá dentro en el celebro ha de haber órgano para el entendimiento, y órgano para la imaginativa, y otro diferente para la memoria. Porque si todo el celebro estuviera organizado de la mesma manera, o todo fuera memoria, o todo entendimiento, o todo imaginación. Y vemos que hay obras muy diferentes; luego forzosamente ha de haber variedad de instrumentos”. Juan Huarte de San Juan (Examen de ingenios para las ciencias, cap. V) “Así, conociendo que diez es más que tres, si alguno me dijere: “no, es al revés, tres es más que diez y como prueba de ello transformaré este bastón en serpiente”, y lo transformase efectivamente siendo yo testigo de tal cosa, no debería dudar, sin embargo, de mi conocimiento por ese motivo y no debería resultar de aquello más que mi admiración ante aquel poder suyo, pero sin dudar en absoluto de lo que conozco”. Algazel (Confesiones) 11 INDICE Página 1. INTRODUCCIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ................... 14 2. RELACIONES ENTRE LA LÓGICA Y LOS PROCESOS DE PENSAMIENTO ...............................................................................................39 3. LOS PROCESOS DE PENSAMIENTO LÓGICO EN PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL Y DEL DESARROLLO ..................................................54 3.1 MODELOS GENERALES DE PENSAMIENTO LÓGICO .................. 57 3.2 INVESTIGACIONES RELATIVAS AL RAZONAMIENTO DEDUCTIVO ............................................................................................... 64 3.3 INVESTIGACIONES EN EL CAMPO DE LA FORMACIÓN DE CONCEPTOS Y CATEGORIZACIÓN....................................................76 3.4 INVESTIGACIONES RELACIONADAS CON EL RAZONAMIENTO ANALÓGICO Y LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS .......................88 3.5 ESTUDIOS REALIZADOS DESDE LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO ...........................................................................................96 4. LOS PROCESOS DE PENSAMIENTO LÓGICO Y SUS TRASTORNOS EN NEUROLOGÍA CLÍNICA, NEUROPSICOLOGÍA Y PSIQUIATRÍA ............................................................................................105 4.1 ESTUDIOS REALIZADOS DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA NEUROLOGÍA CLÍNICA ....................................................................... 106 4.2 ESTUDIOS REALIZADOS DESDE LA APROXIMACIÓN DE LA NEUROPSICOLOGÍA EXPERIMENTAL Y CLÍNICA .....................109 4.3 INVESTIGACIONES REALIZADAS EN NEUROCIENCIA COGNITIVA.............................................................................................. 126 4.4 ESTUDIOS LEVADOS A CABO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA PSIQUIATRIA ....................................................................................134 4.5 LA NEUROLINGUISTICA EN RELACIÓN CON LA LOCALIZACIÓN DE LOS PROCESOS LÓGICOS EN EL CEREBRO .................................................................................................149 12 4.6 4.6 EL NÚMERO COMO CONSTRUCCIÓN LÓGICA Y SUS IMPLICACIONES NEUROPSICOLOGICAS Y EPISTEMOLOGICAS..............................................................................154 5. HIPOTESIS PRINCIPALES DE LOCALIZACIÓN DE LAS FUNCIONES LÓGICAS EN EL CEREBRO ....................................................................... 164 6. PROPUESTA DE METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN DEL PENSAMIENTO LÓGICO ............................................................................171 a. DISEÑO DE INVESTIGACIÓN PROPUESTO ..............................173 b. SUJETOS PARTICIPANTES EN EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN .............................................................................. 177 c. PRUEBAS NEUROPSICOLOGICAS PROPUESTAS PARA EL EXAMEN DEL PENSAMIENTO LÓGICO ....................................179 7. DISCUSIÓN ....................................................................................................... 189 8. CONCLUSIONES ........................................................................................... 200 9. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................. 201 10. APÉNDICE ......................................................................................................227 13 1. INTRODUCCION Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA Los procesos de pensamiento lógico han sido abordados desde diversos puntos de vista, tanto científicos como filosóficos. De este modo, diversas disciplinas como la Lógica (Boole 1847/1984; Husserl, 1913; Wittgenstein, 1922; Frege, 1918; Hilbert y Ackermann, 1972; Falguera y Martínez, 1999), la Epistemología (Russell 1948; Piaget, 1970), la Filosofía de la Mente (Searle,1984; Rabossi, 1995; García Carpintero, 1995; Ezquerro, 1995; Corbí y Prades, 1995; García Suárez, 1995; Vázquez Sánchez, 2007) y del Lenguaje (Acero, Bustos y Quesada, 2001), la Semiótica (Bobes Naves, 1979), la Filosofía de la Matemática (Russell, 1956) e incluso la Metafísica (Leibniz, 1686/1983) han abordado el fenómeno del pensamiento en el contexto de la vida mental y del conocimiento humano. Por otro lado, diversas ciencias empíricas, tanto naturales como sociales, se han ocupado de definir, estudiar y dar cuenta de los fenómenos mentales, en general, y de pensamiento, en particular; entre ellas, se cuentan la Psicología del Pensamiento y de la Inteligencia (Wason y Johnson-Laird, 1972; Bolton, 1972; Oerter, 1975; González Labra, 1998) la Psicología Diferencial (Anastasi, 1958; Eysenck, 1979) la Psicología del Desarrollo Intelectual (Donaldson, 1979; Piaget, 1923, 1933, 1952, 1953, 1964, 1967; Vygotsky, 1934), la Psicolingüística Genética y la Cognitiva (Valle Arroyo, 1992; Díez-Itza, 1992; Hernández Pina, 1990; Pinker, 1994), la Neuropsicología del Lenguaje (Goldstein, 1948; Lecours y Lhermitte, 1979; Goodglass y Kaplan, 1983; Luria, 1974, 1975, 1980, 1995; Ellis y Young, 1988; Peña Casanova y Barraquer Bordás, 1983; Manning, 1992; Kertesz, 1999; Caplan, 2003) y de las Funciones Ejecutivas (Kimberg, D´Esposito y Farah, 1997; Blanco Menéndez y Aguado Balsas, 2002), diversos desarrollos de las Neurociencias Cognitivas (Gazzaniga, 1994), además de diversas ramas actuales de las Ciencias de la Computación y de la Cibernética, como la Teoría de las Redes Neuronales (Reggia et al, 1994) y la Inteligencia Artificial (Schank y Abelson, 1977) Los procesos de pensamiento lógico han sido, por tanto, abordados desde la perspectiva filosófica y también desde las ciencias comportamentales, como queda apuntado anteriormente. No obstante, existen menos investigaciones en lo que respecta a las bases neurológicas de estos procesos, es decir, que se dispone de menos evidencia 14 empírica acerca de la posibilidad de atribuir el procesamiento de las estructuras y/o funciones lógicas a determinadas áreas, núcleos u órganos del encéfalo humano (e incluso animal), en particular, e incluso, del Sistema Nervioso en su conjunto, en general. Además, el pensamiento lógico y su corolario necesario, el método científico, contribuye de forma sustancial a la resolución de los diversos problemas planteados al ser humano y a los animales superiores en su adaptación. De este modo, pueden considerarse sinónimos (hasta cierto punto) los términos “pensamiento lógico”, “inteligencia” y “metodología”, si entendemos que los problemas planteados al ser humano y a los animales deben ser resueltos con éxito empleando una metodología racional que considere la situación de partida, el fin perseguido, los medios disponibles, y las restricciones del proceder, al llevar a término la solución intentada. Por otro lado, las consideraciones lógico-metodológicas afectan de modo sustancial al conjunto de las ciencias, en general, y a la Psicología y a las Neurociencias en particular, dado que, para el estudio de los procesos mentales, resulta de capital importancia la observación pura del comportamiento de los organismos, conjuntamente con la realización, por parte del observador, de las inferencias correctas (lógicas) de los mecanismos (cognitivos o mentales) responsables de la conducta. No obstante, parece que desde determinadas orientaciones de la moderna Filosofía de la Ciencia, el panorama dista de ser tan esquemático como el propuesto (Kuhn, 1962), a pesar de que, en todo caso, es de utilidad en la investigación en Neurociencias Cognitivas y en Psicología. Asumiremos, a grandes rasgos, una posición epistemológica de partida, que representará una síntesis entre las asunciones piagetianas y constructivistas (Piaget, 1970), en general, por un lado, con los postulados teóricos del enfoque cognitivo o del procesamiento de la información, por otro (Fodor, 1983; García Albea, 1993). Considerando el problema desde una perspectiva histórica, las primeras aproximaciones al pensamiento como actividad lógica, pueden encontrarse en Platón, el cual consideró la Lógica como un canon de las actividades del intelecto y de la razón (Agazzi, 1964). Asimismo, Zenón de Elea y Parménides (Gomperz, 1910-1912/2000; Colli, 1998), desde una aproximación cercana al anterior, desarrollaron diversas reglas dialécticas, y formularon varias aporías o paradojas lógicas que afectaron al desarrollo de las ciencias formales y al pensamiento filosófico hasta nuestros días, y que surgen con naturalidad en las discusiones y en las acciones de los seres humanos, 15 constituyendo, en determinados momentos, una fuente de contradicciones teóricas y de problemas prácticos, para los que se han buscado soluciones que distan, en algunos casos, de ser definitivas. Deben mencionarse, asimismo, las sistematizaciones lógico-gramáticas y retóricas de Aristóteles, el cual, en el conjunto de escritos conocidos como Organon (Reale, 1982; Gomperz, 1910-1912/2000) aborda determinados aspectos de la ciencia del discurso (Logos) que competen a las argumentaciones, demostraciones y procedimientos de prueba en las ciencias y en las discusiones de la vida diaria. Además, en esta obra, el Estagirita expone la doctrina del silogismo, con sus tres primeras figuras (la llamada cuarta figura fue expuesta por Galeno, según cuenta la tradición en Lógica), así como determinadas cuestiones generales que afectan a los términos de un discurso (sujeto, cópula y predicado), introduciendo diversas consideraciones de Lógica modal. Los desarrollos posteriores en la Ciencia de la Lógica, en la Psicología y en las Neurociencias, así como en las disciplinas filosóficas serán tratados más adelante, pero pueden considerarse como punto de partida de la investigación del pensamiento humano, las aportaciones clásicas antes mencionadas. Partiremos de la base de que los procesos de pensamiento lógico guardan una estrecha relación con el lenguaje, desde un punto de vista genético (Vygotsky, 1934), estructural (Seiffert, 1973; Deaño, 1999; Falguera y Martínez, 1999) y patológico (Goldstein, 1948). La Lógica formal, por otro lado, ha sido, en algunas ocasiones, definida como el arte de juzgar rectamente, o la disciplina que estudia el pensamiento humano (Boole, 1847/1984; Henle, 1962), a pesar de las acerbas críticas a las posiciones psicologistas en Lógica expresadas por Husserl (1900/1999) o por Frege (1918/1998). Existen, además, numerosas contribuciones al estudio de la mente y del pensamiento desde el campo de la Filosofía clásica, incluyendo las de autores como W. James (1890/ 1981), W. Wundt (sin fecha) o B. Russell (1948), que intentaron fundar el estudio del conocimiento humano desde presupuestos diversos. Hoy en día han comenzado a confluir diversas aportaciones filosóficas, lingüísticas, lógicas y científicas en la disciplina conocida como Neurociencia Cognitiva (Gazzaniga, 1994) que florece, especialmente, en el ámbito anglosajón y que integra, como queda dicho, el trabajo de neurobiólogos, neuropsicólogos, neurólogos de la conducta, lógicos, semióticos, filósofos de la mente, lingüistas, antropólogos, expertos en ciencias de la computación, matemáticos, cibernéticos, y teóricos de la 16 comunicación, entre otros. Efectivamente, el volumen editado por M. S. Gazzaniga en 1994 titulado The Cognitive Neurosciences marcó un hito, en su primera edición, en el desarrollo de esta disciplina, en plena “década del cerebro” (1990-2000). El propósito del presente trabajo de investigación lo constituye el avanzar diversas hipótesis en relación con la cuestión de la posible localización de diversos procesos y/o estructuras lógicas en el encéfalo humano. Para ello, nos basaremos en varias consideraciones teóricas y empíricas relacionadas con las Ciencias Neurológicas, con la Psicología Cognitiva y del Desarrollo, con la Lingüística y con la propia Lógica, además de tomar en cuenta diversos argumentos desarrollados por la perspectiva comparativa y evolucionista en Psicología. Así, desde la perspectiva empírica, el estudio de los procesos lógicos del pensamiento constituye un tema de gran importancia en la Psicología Cognitiva y del Desarrollo, al menos desde los trabajos pioneros de la escuela de Wurzburgo, así como de autores como Max Wertheimer, Alfred Binet, Lev S. Vygotsky o Jean Piaget (Sahakian, 1975). Sin embargo, numerosos autores provenientes del campo de la Filosofía se han ocupado de los procesos lógicos del pensamiento desde mucho tiempo antes de que la Psicología se configurase como ciencia empírica a partir del último tercio del siglo XIX. De esta manera, filósofos como Aristóteles o Filón de Megara en la Antigüedad clásica, Alberto Magno y Ramón Llull en el Medievo o Leibniz en la época posterior al Renacimiento, contribuyeron a desarrollar la Lógica como una ciencia a la vez descriptiva y normativa, de modo que, en general, fue considerada durante mucho tiempo como una descripción adecuada de las leyes que rigen el pensamiento, tratando, además, de codificar de manera normativa estas leyes con el fin de ofrecer un canon de corrección de las actividades intelectuales. No obstante, el desarrollo posterior de la Lógica como ciencia puramente deductiva y de la Psicología como disciplina empírica contribuyó a la eliminación de la mayoría de los presupuestos lógicos en la Psicología y de las consideraciones gnoseológicas, psicológicas e incluso ontológicas en la Lógica formal (Agazzi, 1964; Muñoz Delgado, 1972). En Psicología experimental y del desarrollo ha habido autores que (a pesar de la separación tajante entre Lógica y Psicología del pensamiento acaecida a finales del siglo XIX y principios del XX) se han ocupado de estudiar la relación entre el pensamiento natural y las estructuras lógicas. Un ejemplo paradigmático de este esfuerzo lo 17 constituyen los trabajos de Jean Piaget (por ejemplo, 1953; 1967) y, desde un enfoque algo diferente, las investigaciones de Wolfgang Köhler (1921) y de Max Wertheimer (1945). Empero, estos estudios fueron llevados a cabo en un momento en que el tema de los procesos de pensamiento había casi desaparecido del conjunto de las investigaciones en Psicología experimental a causa de la eliminación, por parte del paradigma conductista dominante, de toda referencia a las funciones cognitivas o “superiores”, dentro de las cuales se encuentran los procesos lógicos del pensamiento. Este panorama comenzó a cambiar desde el surgimiento de los modelos teóricos cognitivos en Psicología, el desarrollo de las investigaciones en Cibernética y la elaboración de la Teoría Matemática de la Información, llevados a cabo a mediados de la década de 1950. Así, al lado de las investigaciones clásicas de los autores anteriores, aparecieron otras que tratan de explicar los procesos de resolución de problemas por medio de operaciones de procesamiento de la información, que pueden guardar o no (según el modelo concreto de que se trate) una analogía con los mecanismos empleados por los ordenadores electrónicos en sus cálculos (Miller, Galanter y Pribram, 1960; Hunt, 1968; García Albea, 1993; González Labra, 1998). No obstante todo lo anterior, el estado del conocimiento en lo que concierne a las bases neuropsicológicas de estos procesos, no está suficientemente asentado, disponiéndose, hasta el momento, de un reducido número de investigaciones dispersas y fragmentarias, en las cuales se suelen atribuir los procesos generales de pensamiento y resolución de problemas a los lóbulos frontales del cerebro (sin mayores precisiones) o bien se utilizan tareas en las cuales no está suficientemente especificada la estructura lógica de las mismas. Una cuestión importante que debe ser aclarada es la de la razón por la cual utilizamos el calificativo de “lógicos” para caracterizar los procesos de pensamiento. Creemos que el tema acerca de si el pensamiento sigue o no las leyes de la Lógica es una cuestión abierta y que, en todo caso, puede y debe ser investigada de modo empírico, además de admitir un acercamiento teórico, histórico y conceptual a la misma. El caso es que existen opiniones y resultados experimentales a favor y en contra, como veremos más adelante. Sin embargo, podemos utilizar este calificativo dado que en todos los casos en que consideremos la actividad mental que conocemos como “pensamiento” o “resolución de problemas”, tomamos como criterio normativo los axiomas, principios, reglas y prescripciones admitidos por la ciencia de la Lógica para, a continuación, sostener que dichos procesos mentales siguen sus leyes (modelos logicistas, como el de J. Piaget), las violan (como en el caso de los modelos de 18 resolución de silogismos de Woodworth y Sells) o, finalmente, no tienen nada que ver con ellas (como en el caso de las teorías propuestas por Evans, relacionadas con el sesgo cognitivo de emparejamiento en la resolución de problemas con estructura condicional). La presente tesis doctoral pretende arrojar alguna luz acerca de la posible especialización de determinadas áreas cerebrales en el procesamiento de ciertas estructuras lógicas, principalmente, de las operaciones que exigen la comprensión de nociones de lógica de clases/predicados, y de lógica proposicional o de juntores, tomando en cuenta consideraciones teóricas y empíricas procedentes de diversos ámbitos científicos, lógicos, lingüísticos y filosóficos. Partiremos de la base de que los procesos lingüísticos representan una expresión de procesos de pensamiento lógico anteriores, filogenética y ontogenéticamente, al lenguaje, aunque parcialmente isomorfos con él (Agazzi, 1964; Ferrater Mora y Leblanc, 1962; Seiffert, 1973); de este modo, los procesos lingüísticos constituirían una parte muy relevante de lo que la Escuela de Ginebra denomina “función semiótica” o “simbólica”, aunque no sería la única, pues en ella se incluirían actividades tales como la resolución de problemas por métodos no verbales, la imitación, el juego simbólico, la representación mental en imágenes o las expresiones gráficas, como el dibujo o la escritura; en relación con lo anterior, sostenemos un paralelismo o isomorfismo entre las formas (o estructuras) lógicas y aquellas partículas que realizan funciones análogas en el plano lingüístico; por lo anterior, las formas lógicas expresan las relaciones estructurales abstractas presentes en el discurso y en la acción y, así, resulta posible hablar de un pensamiento no verbal (estudiado mediante tareas en las que la carga lingüística sea exigua o nula), al lado del pensamiento verbal, que ha sido tradicionalmente más estudiado en Psicología. El hecho constatado de que los animales y los niños preverbales resuelven problemas y exhiben cierta lógica implícita en su comportamiento, apoya la consideración anterior acerca de la existencia de un pensamiento no verbal, que puede evidenciarse en la resolución de determinadas tareas por parte de sujetos con alteraciones en las funciones lingüísticas (especialmente afásicos). Además, habrá que admitir que las características de la lógica que exhiben los diversos organismos en su comportamiento no es una cuestión de todo-o-nada, de posesión o no posesión de la competencia lógica sin más, sino que, por el contrario, habrá muchos niveles lógicos intermedios que irían desde la actuación de determinados organismos que no poseen lenguaje (mamíferos superiores, niños preverbales), hasta los elaborados procesos de pensamiento característicos de los lógicos profesionales, de los 19 matemáticos o de los científicos. Cada uno de esos niveles intermedios estaría caracterizado por una o varias estructuras lógico-matemáticas, que darían cuenta del comportamiento observado en cada nivel de desarrollo cognitivo (Piaget, 1953). Considerando la analogía (parcial) antes apuntada , entre estructuras lingüísticas y lógicas, tendremos especialmente en cuenta las investigaciones realizadas en Neurolingüística, en las que es conocido desde los trabajos de Luria (1974, 1975,1980, 1995) y otros (Lecours y Lhermitte, 1979; Goodglass y Kaplan, 1983; Peña Casanova y Barraquer Bordás, 1983; Ellis y Young, 1988; Manning, 1992; Kertesz, 1999; Caplan, 2003), el hecho de que los lóbulos frontales del cerebro guardan relación con la comprensión y uso de los marcadores sintácticos (que presentan una correspondencia con los juntores lógicos), mientras que los lóbulos temporales (y, por extensión, la porción posterior del córtex cerebral, incluyendo los lóbulos parieto-occipitales) estarían relacionados con aspectos semántico-conceptuales y categoriales (caracterizados por estructuras de lógica de clases y/o predicados); si realmente esto se cumple en el dominio del lenguaje, parece legítimo suponer que puede cumplirse también en el dominio del pensamiento, dado el isomorfismo parcial entre estructuras lingüísticas y lógicas que se asume. De este modo, y desarrollando los argumentos antedichos, trataremos de alcanzar una comprensión más exacta de la naturaleza de estos procesos y de su relación con las estructuras encefálicas que les sirven de base e intentaremos, asimismo, responder a interrogantes más generales, como la cuestión de la esencia e importancia del concepto de Inteligencia y su relación con la Lógica y los procesos de Pensamiento. Desde la perspectiva de la Psicología Científica, han sido tratados estos aspectos relacionados con la definición del pensamiento como un proceso mental. Así, desde la constitución de la Psicología como disciplina independiente en el último tercio del siglo XIX, comenzaron a emprenderse diversas investigaciones experimentales acerca de los procesos de pensamiento lógico. De esta forma, y apartándose de las convicciones de Wilhelm Wundt acerca de la imposibilidad de experimentación sobre los procesos psíquicos superiores (Leahey, 1980), los integrantes de la llamada “Escuela de Würzburg” (o de la Denkpsychologie), emprendieron un programa de investigación que concluyó con la publicación de determinados resultados que ponían de manifiesto la circunstancia de que gran parte de los procesos de pensamiento y resolución de problemas se desarrollaban en un nivel inconsciente (Burloud, 1927; Sahakian, 1975). De este modo, autores como O. Külpe, H. J. Watt, K. Marbe o K. Bühler, desarrollaron 20 diversas investigaciones acerca de la relación entre el pensamiento y los procesos representativos. A este respecto, resultan de especial interés para la presente investigación, los experimentos llevados a cabo por Marbe (1901, en Sahakian, 1975), en los que el juicio era examinado por métodos introspectivos y cronométricos, y que condujeron a este autor a postular la tesis de que el pensamiento y la resolución de problemas se desarrollan sin la intervención de imágenes de contenido sensorial, lo que se denominó “pensamiento sin imágenes” (Boring, 1978). Posteriores desarrollos, por parte de autores como N. Ach, A. W. Messer o K. Bühler ahondaron en el estudio de la relación entre los procesos de pensamiento y los volitivos, entre otros aspectos (Sahakian, 1975). Por otro lado, Harald Höffding (1926), desde una perspectiva empirista y asociacionista, caracteriza el pensamiento lógico de la siguiente manera: “Pensar es comparar, hallar diversidad o semejanza. La percepción de la diversidad es función más primitiva que la de la semejanza. […]. Considerado desde el punto de vista fisiológico, el acto de pensar se enlaza estrechamente con el papel importante que desempeñan, en la actividad del cerebro, la diferencia y la oposición, el ejercicio y el gasto espontáneo de la energía. […]. Considerado desde el punto de vista psicológico se enlaza estrechamente con la naturaleza general de la conciencia; la síntesis supone tanto la unidad como la multiplicidad; la percepción de la semejanza expresa la unidad de la conciencia en tanto pasa a nuevos estados, mientras que la percepción de la diversidad hace resaltar la multiplicidad de su contenido y de sus estados. […]. El pensamiento lógico tiene, en parte, carácter crítico: examina, mide y precisa la relación de semejanza, siempre condición última de la asociación de ideas, condición sin embargo, con que la actividad involuntaria de la conciencia adquiere más facilidad. Pero el pensamiento no se contenta con examinar las asociaciones dadas: trata también de sustituirlas por otras nuevas que concuerden mejor con la experiencia. Establece una medida y rechaza todas las asociaciones, hasta hallar una que le satisfaga. Esta elección, como todas, se basa en una asociación por semejanza o una comparación: lo que se escoge, es lo que responde lo más exacta y completamente posible a las condiciones del modelo” (páginas 277-278 de la edición española de 1926). Desde otra perspectiva teórica, el filósofo y psicólogo funcionalista norteamericano John Dewey (1910, 1930; citado por Bolton, 1972) considera el pensamiento como una actividad simbólica que permite resolver problemas planteados al sujeto en su interacción con el medio ambiente. Estos procesos de pensamiento, 21 según Dewey, se pondrían en marcha en lo que él denomina “situaciones de encrucijada”, es decir, en aquellos momentos en los que nos encontramos frente a un problema que no es posible solucionar mediante una conducta habitual. Los procesos de pensamiento, siguiendo a este autor, estarían caracterizados por dos rasgos fundamentales: por un lado, el de ser una actividad dirigida por un propósito o meta y, por otro, la exigencia de la novedad (o carácter creativo) de las actividades puestas en práctica para manejar esas situaciones. Además, Dewey enumera una serie de pasos hipotéticos de los que constaría todo acto de pensamiento (Sahakian, 1975, página 511): 1) percepción de una dificultad 2) localización y definición de la misma 3) formulación de una solución posible 4) desarrollo de las implicaciones y consecuencias de esta solución por medio del razonamiento y la inferencia 5) observación y experimentación posterior, las cuales llevan, al final del proceso, a la aceptación o rechazo de la solución intentada. Nótese la semejanza que ofrece esta descripción del proceso de pensamiento con la metodología usual de la investigación científica (hipotético-deductiva), la cual, después de plantear y delimitar el problema objeto de análisis, exige la formulación de hipótesis, el desarrollo de las consecuencias esperadas de las mismas, así como su verificación o refutación por medio de la experimentación o la observación. Por esta razón, algunas consideraciones epistemológicas generales revisten importancia en la investigación de los procesos lógicos del pensamiento, dado que ha habido autores (como Jean Piaget) que han ligado el estudio de las cuestiones epistemológicas a la investigación, desde una perspectiva psicogenética, de cómo se adquieren y desarrollan diversos conceptos científicos muy elementales, como las ideas de número, de tiempo o de causalidad (Piaget, 1970). También desde una perspectiva funcionalista y evolucionista, William James (1890; edición española de 1989) considera el pensamiento como el dato primario del que parte la Psicología en sus investigaciones y teorías, en lugar de las sensaciones, como preconizaba parte de la Psicología sensualista de su época. A este respecto, opina que: “La única cosa que la Psicología tiene derecho a postular desde el comienzo es el hecho del pensar en sí, el cual debe ser en principio estudiado y analizado. Si entonces las sensaciones muestran hallarse entre los elementos del pensar, no estaremos en peor situación respecto a ellas que si desde un principio las hubiéramos dado por sentadas. 22 Así pues, para nosotros, como psicólogos, el primer hecho es que existe el pensar de alguna especie” (página 181 de la edición española). Además, propone en esta misma obra, diversas propiedades inherentes a la actividad mental que llamamos pensamiento, y que serían las siguientes: 1) Todo pensamiento tiende a ser parte de una conciencia personal 2) Dentro de cada conciencia personal, el pensamiento está cambiando continuamente 3) Dentro de cada conciencia personal, el pensamiento es sensiblemente continuo. 4) Siempre parece ocuparse de objetos independientes de sí (es decir, es cognoscitivo, o posee la función de conocer) 5) Se interesa en una parte de estos objetos y excluye a otros, y en todo momento acepta o rechaza, en una palabra, escoge (op. cit. página 181) La perspectiva funcionalista en Filosofía y Psicología, de la que James fue uno de sus principales defensores, determinó (en parte) un cambio en las orientaciones dominantes en la investigación psicológica, especialmente en los Estados Unidos, pasando del interés por la estructura de la mente (o de la conciencia) al interés por su función en la adaptación general del organismo a las condiciones del medio en el que ha de sobrevivir, influyendo en el desarrollo de diversas corrientes de investigación, que, como la Psicología Comparada, estudian el funcionamiento psíquico en organismos que no pertenecen necesariamente a la especie humana (o que, en general, no están en posesión de las habilidades lingüísticas y cognitivas del humano adulto normal) (véanse, por ejemplo, las aportaciones clásicas de Jennings, 1930; desde un enfoque neurofisiológico reciente, véase Kandel, Schwartz y Jessell, 1995; como ejemplo de la investigación comparativa en nuestro ámbito, véase, por ejemplo, Loy, Fernández y Acebes, 2006; para el análisis detallado de las condiciones teóricas, históricas y metodológicas relacionadas con la perspectiva comparativa en Psicología, véase Fernández Rodríguez, 1988). Por su parte, Wolfgang Köhler (1921) opina que el pensamiento es una actividad estructurada del organismo que se pone en marcha en situaciones en que un objetivo no es alcanzable por un procedimiento habitual o directo, haciéndose necesario realizar una acción encaminada a alcanzarlo a través de un procedimiento alternativo o “rodeo”. Köhler considera el término “pensamiento” como equivalente a “inteligencia” o “resolución de problemas” y éste es el sentido en que lo utiliza en su célebre trabajo 23 sobre las capacidades cognitivas de los monos antropoides, llevado a cabo en la isla de Tenerife a comienzos del siglo XX. Las investigaciones de Köhler sobre la inteligencia de los monos antropoides son muy interesantes, ya que demostraron que se podían producir ciertas actividades de resolución de problemas sin intervención del lenguaje, hallazgo que amplió en gran medida las posibilidades de estudio de los procesos de pensamiento en el caso de sujetos (tanto animales como humanos) que no disponen de las habilidades lingüísticas de los adultos normales. Para este autor, además, los procesos lógicos del pensamiento se caracterizan por poseer una estructura que se pone de manifiesto ante la percepción de una situación problemática, haciendo necesaria una reestructuración cognitiva de la misma por parte del sujeto. En esta actividad revisten gran importancia los factores perceptivos, así como la comprensión (Verstehen) de las relaciones entre los objetos que componen la situación global. El trabajo de Köhler marcó un hito en el desarrollo de la Psicología de la Gestalt. No obstante, no fue el único planteado desde esta perspectiva para explicar los procesos lógicos del pensamiento, pues otros autores como Duncker o Wertheimer plantearon investigaciones experimentales con el fin de ilustrar la pertinencia de las leyes estructurales de la Gestalt en el dominio del pensamiento, de manera análoga a como habían hecho con los procesos de percepción (Oerter, 1975). Así, Wertheimer (1945) define de esta manera lo que él considera un acto de pensamiento genuino o “productivo” (página 199): “El pensamiento consiste en: concebir las características y requerimientos estructurales y comprenderlos; proceder según estos requerimientos y en la forma que ellos determinen; modificar así la situación dirigiéndola hacia mejoras estructurales, lo cual implica: - visualizar y tratar estructuralmente las lagunas, las zonas molestas, las perturbaciones, las superficialidades, etc. - buscar las relaciones estructurales internas – encaje o falta de encaje- entre dichas perturbaciones y la situación dada, vista como un todo, y entre sus diversas partes; - efectuar operaciones de agrupamiento y segregación estructurales, centramiento, etc; - ver y tratar las operaciones en su lugar y papel estructurales, así como su significado dinámico estructural, incluida la comprensión de los cambios implícitos; 24 - darse cuenta de la transponibilidad y la jerarquía estructurales, separando las directrices estructuralmente periféricas de las fundamentales (es un caso particular de agrupamiento); - buscar la verdad estructural, más que una verdad que vaya por partes”. Además, Wertheimer establece una distinción muy clara entre el pensamiento meramente “reproductivo” y ciego, guiado por el hábito y la costumbre, y el pensamiento “productivo” o genuino, caracterizado por la comprensión de las relaciones estructurales presentes en la situación global; en ella, el sujeto que piensa debe, en algunos casos, efectuar un cambio en la forma de concebir los elementos del problema para llegar a una solución que satisfaga todas las premisas y restricciones del mismo. Desde posiciones cercanas a las anteriores, Karl Lashley (1930) asume los postulados generales de la Psicología de la Gestalt, y los aplica a sus investigaciones en Neuropsicología. En especial, este investigador realiza una crítica fundamentada de las posiciones asociacionistas en el estudio de las funciones del Sistema Nervioso Central animal y humano, y se hace eco, por ejemplo, de las investigaciones de los autores de la Escuela noética, como W. Köhler, W. Poppelreuter, A. Gelb o K. Goldstein, que ya habían sido realizadas en su época. Además, se alinea con la concepción que, en el estudio de las afasias, sostenían Pierre Marie o Sir Henry Head, que conceptualizaban este síndrome neuropsicológico como una alteración del pensamiento simbólico a nivel global. Más recientemente, Richard Meili (1981) investigó el pensamiento y las funciones intelectuales desde la perspectiva unificada de la teoría de la Gestalt, conjuntamente con el acercamiento psicométrico y diferencial. A este respecto, Meili opina que: “1. Los procesos psíquicos se desarrollan en un sistema complejo y abierto en el que todo sistema parcial está determinado por sistemas superiores, más amplios. 2. Un sistema es un todo dinámico, determinado por la relación de las partes entre sí. 3. La dinámica del estado psíquico se caracteriza por una tendencia de los estados óptimos, es decir a estructuras con relaciones dinámicas equilibradas. Desde el punto de vista fenoménico, tales estados se viven en el campo cognitivo como “Gestalten buenas”, orden correcto, pregnancia significativa, etc.” (op. cit, pág.60). Además, este mismo autor elabora un sistema de organización de las funciones intelectuales humanas integrado por los siguientes factores: 1. Complejidad; 2. Plasticidad; 3. Globalización; 4. Fluidez; 5. Factores del material. Este modelo implica diversas repercusiones desde el punto de 25 vista de la teoría diferencial de la inteligencia, además de para el enfoque cognitivo o del procesamiento de la información (Meili, 1981, páginas 48-59) Desde una óptica muy diferente, los procesos lógicos del pensamiento han sido también abordados desde una perspectiva asociacionista o conductista. Como ejemplo, cabe mencionar que John B. Watson opinaba que el pensamiento se reducía a movimientos subvocales realizados por los órganos fonatorios (Watson, 1913). De acuerdo con esta visión, el pensamiento no desempeña ningún papel en las actividades de resolución de problemas, dado que queda reducido a un mero epifenómeno sin relevancia en la conducta efectiva del sujeto. Watson comparte con Thorndike el convencimiento de que la resolución de problemas se lleva a cabo por medio de los mecanismos básicos asociativos, es decir, por la contigüidad entre situaciones estimulares y respuestas motoras, ejecutadas por ensayo y error y seleccionadas posteriormente por su valor hedónico para el organismo. Además, el notable neurofisiólogo ruso Iván Petrovich Pavlov (1924), afín a la escuela conductista, sostuvo, en relación con la “actividad nerviosa superior”, que incluye al pensamiento representativo, al lenguaje y a las diversas formas de la actividad mental consciente, y a este respecto, declara que: “El fisiólogo ruso I. Sechenov, basándose en los datos conocidos en su época sobre la fisiología del sistema nervioso, dio un paso decisivo extendiendo la idea de reflejo a los hemisferios cerebrales de los animales y del hombre. En una monografía publicada en ruso en 1863 con el título de Los reflejos del cerebro intentó demostrar que la actividad de los hemisferios cerebrales es refleja, es decir, determinada. Para él, los pensamientos son reflejos cuya actividad ha sido inhibida, y los estados afectivos son reflejos intensos con irradiación difusa de la excitación. Esta tentativa ha sido repetida en nuestros días por Ch. Richet, que introduce la noción de reflejo psíquico, en la cual- según él-la reacción a un estímulo definido está determinada por la combinación de éste con los vestigios de los estímulos previos en los hemisferios cerebrales. De modo general, para los fisiólogos de nuestra época la actividad nerviosa superior está relacionada con los hemisferios cerebrales y se caracteriza por la asociación de las estimulaciones presentes con los vestigios de las previas (memoria de asociación de J. Loeb; aprendizaje; utilización de la experiencia en otros, etc.)” (páginas 96-97 de la edición española). Puede considerarse a B. F. Skinner, con sus obras La conducta de los organismos y, sobre todo, Conducta verbal (Leahey, 1980), como el investigador que, en el seno del 26 enfoque asociacionista-conductista, llevó más lejos y de modo más radical, las ideas esbozadas anteriormente por J. B. Watson, además de sostener una visión claramente darwinista en relación con los comportamientos humanos y animales. Así, Skinner, consideró los procesos cognoscitivos como irrelevantes para la comprensión de la conducta animal y humana (quizá teniendo muy presentes constructos psicológicos tradicionales como, principalmente, las imágenes mentales y los contenidos de la consciencia, en general) llegando a sostener que “el pensamiento es simplemente conducta” (Leahey, 1980, página 465). Además, aplica su modelo del condicionamiento operante, además de a la conducta manifiesta, al lenguaje y a los procesos simbólicos, que deben ser objetivados en todo momento, por medio de manifestaciones motoras, fisiológicas o verbales. No obstante, en el seno de la misma tradición asociacionista ha habido formulaciones teóricas más flexibles que han intentado incorporar los procesos “mediacionales” o cognitivos (en sentido amplio) en la explicación de las actividades de resolución de problemas. Así, Maltzman (1955) acude al concepto de Hull de “jerarquías de hábitos” (Hull, 1930) para proponer un modelo en el que las respuestas quedan integradas en un sistema de carácter conexionista, con distintos pesos asociativos y en el cual las respuestas con mayor fuerza asociativa no son eliminadas cuando no se logra el objetivo deseado, sino que dan paso a otras respuestas o hábitos con un menor grado de asociación hasta que la meta es alcanzada. En esta misma línea, E.C. Tolman (1932; en Sahakian, 1975) defendió una formulación de la resolución de problemas que contase con la presencia de factores cognitivos. Su propuesta, enmarcada en el conductismo mediacional o metodológico, incluye variables de marcado carácter cognoscitivo, como los “mapas mentales” o diversos conceptos provenientes de la teoría de la Gestalt, que tratan de dar cuenta del carácter propositivo, molar e intencional del comportamiento. Estas interpretaciones asociacionistas, de marcado carácter reduccionista, (con la excepción del conductismo propositivo de Tolman, ya comentado) comparten el postulado básico de que todos los procesos psicológicos pueden ser explicados por medio de un pequeño número de principios sencillos, entre ellos, la asociación por contigüidad (espacial y/o temporal) y los mecanismos de condicionamiento, los cuales podrían dar cuenta de la mayor parte de funciones cognitivas (entre ellas, el pensamiento y la resolución de problemas), por complejas que pudieran parecer a primera vista. No obstante, y aunque los enfoques asociacionistas en Psicología del 27 pensamiento cuentan con una larga tradición (Locke, 1690, edición española de 1992; Hume, 1748, edición española de 1980; Mercado, 2002) y han cosechado algunos éxitos en la explicación de determinados fenómenos de este campo (Hull, 1920, en Bolton, 1972; Hull, 1930) puede considerarse que presentan numerosas anomalías a nivel experimental, que no pueden explicar adecuadamente; además, globalmente considerados, los enfoques asociacionistas-conductistas presentan una importante desatención hacia extensas áreas del funcionamiento cognitivo, como la percepción, la atención, la memoria, el lenguaje o los procesos de razonamiento y solución de problemas, en los que investigadores con otras perspectivas teóricas más progresivas han logrado, a nuestro juicio, explicaciones más satisfactorias y avances más sustanciales en el conocimiento de estos procesos (Valle Arroyo, 1992; Pozo, 1989). Desde una perspectiva diferente, Jean Piaget, psicólogo, lógico y epistemólogo suizo, y uno de los principales investigadores del desarrollo intelectual, opina que el pensamiento es una forma particular de adaptación (biológica) al medio, en un proceso dialéctico de intercambios entre las estructuras del organismo y el entorno (Piaget, 1964; 1967). Este autor sostiene que los procesos lógicos del pensamiento prolongan las regulaciones de carácter orgánico, de modo que se van alcanzando diversos estados de equilibrio (en la adaptación al medio) sucesivamente más perfeccionados y estables, dependiendo del nivel de desarrollo cognitivo en el que el sujeto se encuentre. Piaget considera que todos los procesos de pensamiento (incluidos los complejos sistemas de carácter científico y lógico-matemático) tienen su origen ontogenético en las coordinaciones de esquemas sensoriales y motores que el niño pone en práctica durante los dos primeros años de su vida, período que ha sido denominado “sensoriomotriz” (Flavell, 1977). Además, este autor considera prácticamente equivalentes los términos “inteligencia” y “pensamiento lógico” y su opinión es que las funciones intelectuales se desarrollan mediante un proceso de construcción de operaciones integradas en esquemas, los cuales están caracterizados por una estructura de conjunto de carácter lógico-algebraico, que irán evolucionando y adquiriendo mayor complejidad, en función de la edad del sujeto y de la progresiva coordinación de sus acciones y operaciones. En general, nos basaremos en la interpretación de este autor acerca de las relaciones entre la Lógica y la Psicología del pensamiento, formuladas, por ejemplo, por Piaget en 1952 (Piaget, 1952), según la cual la Lógica, en su desarrollo histórico, habría pasado de ser una ciencia que describe las leyes del pensamiento, a constituirse 28 simplemente en una descripción del correcto pensar, pero no de cómo se piensa de hecho, tarea ésta encomendada a la Psicología del pensamiento o de la inteligencia. De esta forma, la Lógica formal constituiría fundamentalmente una axiomática de los estados de equilibrio hacia los que tiende el pensamiento, es decir, una reconstrucción ideal de los niveles más avanzados a los que pueden llegar los procesos intelectuales; sin embargo, ésta no ofrecería una descripción de las leyes que rigen el pensamiento real, tarea ésta encomendada a la “Lógica operatoria o psicológica”, e indicaría, a lo sumo cómo hay que pensar para alcanzar el suficiente rigor, pero no cómo se piensa de hecho. Se reserva, no obstante, la posibilidad de que ambas disciplinas converjan en el caso de ciertos sujetos (científicos, matemáticos, lógicos) que hayan alcanzado un determinado nivel de desarrollo intelectual, denominado por este autor pensamiento formal. Dentro de la corriente epistemológica constructivista y piagetiana, Leo Apostel (1976) defiende la construcción, por parte de los lógicos de esta orientación, de una lógica de la acción, basada en los presupuestos psicogenéticos de la Escuela de Ginebra. Apostel propone el concepto de “inteligencia práctica”, susceptible de ser formalizada en los términos de la Lógica piagetiana, para lo cual propone un cálculo con 6 axiomas y un operador práctico modal-binario, al que denota como M (p, q). Establece, posteriormente, unas hipótesis relativas a la psicogenésis de la inteligencia práctica según este esquema, que emplea los conceptos clásicos establecidos por J. Piaget en la caracterización del pensamiento infantil (objeto permanente, coordinación de esquemas y acciones, asimilación, acomodación, etc.) y concluye proponiendo cuatro etapas de construcción de la “lógica de las acciones” o “inteligencia práctica”, entendida como una epistemología de las técnicas, y que quedarían caracterizadas de la siguiente manera: I. Acciones puramente prácticas (sensorio-motoras) II. Comprensión de las acciones prácticas por la síntesis del pensamiento teórico y el pensamiento práctico III. El pensamiento puramente teórico, causal y lógico-matemático IV. El pensamiento teórico al servicio del pensamiento práctico en un nivel superior. Además, la autora franco-canadiense Therèse Gouin-Décarie (en Piaget e Inhelder, 1969) aplicó el concepto de permanencia del objeto, derivado de las investigaciones de la Escuela de Ginebra, a las relaciones afectivas y sociales 29 establecidas por los niños de corta edad, siendo de importancia capital en su desarrollo emocional posterior, debido a la relevancia concedida por numerosos autores en Psicología del Desarrollo a los primeros años de la vida del bebé. Gouin-Décarie propone una vinculación teórica entre los aspectos afectivos, establecidos por la teoría dinámica de las relaciones objetales, y los conceptos piagetianos relacionados con la construcción del esquema de objeto permanente, así como de otras características de la inteligencia sensorio-motora en el niño de corta edad. Recientemente, han sido avanzados diversos modelos teóricos, sustentados por una amplia base experimental y observacional, que tratan de conciliar las tesis de Piaget, con las de los representantes del enfoque cognitivo o del Procesamiento de la Información. A este respecto, Annette Karmiloff-Smith (1992) defiende una idea del desarrollo de las funciones cognitivas, del pensamiento y de otras funciones mentales, que representa una síntesis entre las posiciones clásicas de la Escuela Constructivista de Ginebra (Inhelder, Piaget, Sinclair, Szeminska, Flavell, Lunzer, Gelman, De Ajuariaguerra) y las del enfoque modularista o cognitivista, en la que resulta clave el concepto de redescripción representacional, que implica la idea de que, con el desarrollo, la información va adquiriendo grados sucesivos de explicitación o abstracción, desde aquella información que es procesada de forma implícita, hasta aquella que resulta accesible a la mente consciente, y que, además, es verbalizable. Existiría, asimismo, un grado intermedio de redescripción representacional, en el que el conocimiento se encontraría representado de forma explícita, sería accesible a la consciencia, pero no podría ser lingüísticamente manejado por el sujeto. Contemporáneo de Piaget, y parcialmente coincidente con sus tesis, Sir Francis C. Bartlett (1958/1988) sostiene que la génesis del pensamiento lógico se encuentra relacionada con la de las funciones motoras y que, en todo caso, dichas capacidades cognoscitivas deben considerarse como habilidades (skills) de alto nivel, incluidas en los procesos de conocimiento. Por otro lado, e iniciando la llamada “Fenomenología Biológica”, Maturana y Varela (1990) intentaron, en su célebre monografía titulada El árbol del conocimiento, un acercamiento biológico y organísmico al pensamiento y a la inteligencia, en la que resulta de suma importancia el concepto de Autopoiesis (autoorganización) de los seres vivos. Además, estos investigadores conceden, en el capítulo VII de su obra, “Sistema Nervioso y Conocimiento”, una importancia capital a los procesos motores en la génesis de las funciones cognoscitivas, y declaran a este respecto: “En realidad, desde el punto de vista de la aparición del sistema nervioso, la 30 posibilidad de movimiento es esencial, y es esto lo que hace que la historia del movimiento sea tan fascinante[…].Es en estas circunstancias en que se da, como vimos en el capítulo II, la aparición de los sistemas autopoiéticos, hecho posible por la existencia de esta variedad de moléculas orgánicas de gran tamaño. Una vez formadas las células, de un tamaño mucho mayor, es cuando la curva muestra ese brusco giro, en el que la historia de las transformaciones celulares permite la aparición de estructuras, tales como flagelos o pseudópodos, que hacen otra vez posible un movimiento considerable porque ponen en juego fuerzas mucho mayores que las de viscosidad”. (páginas 122-124). Más recientemente, y en esta misma línea, pero desde el punto de vista de la Neurociencia Cognitiva, R. Llinás (2003) sostiene, a propósito de la cuestión de la génesis de los procesos de pensamiento lógico que: “lo que hemos dado en llamar pensamiento es la interiorización evolutiva del movimiento” (página 41). Tratando de ofrecer una definición filosófica del pensamiento, el lógico y presbítero polaco J. M. Bochenski (1962) sostiene que: “De modo muy general, se llama pensamiento todo movimiento en nuestras ideas, imaginaciones, conceptos y demás […] Así pues la definición más general de pensamiento puede ser: un movimiento de ideas y conceptos” (pág. 54); además Bochenski (op. cit., págs. 54-55) opina que: “El pensamiento científico no es un pensamiento cualquiera. Es un pensamiento serio. Y eso quiere decir primeramente que es disciplinado. Un hombre que piensa con seriedad no deja que sus ideas y conceptos floten libremente ante él, sino que los endereza rigurosamente a un fin.Y en segundo lugar, quiere decir que el fin es saber. El pensamiento científico es un pensamiento disciplinado que se ordena al saber”. Con el surgimiento y desarrollo de la teoría matemática de la información, se comienza a aplicar el esquema del control cibernético a diversos aspectos relacionados con la Neurofisiología, la Psicología Cognitiva y la Inteligencia Artificial. De este modo, Stanoulov (1962) propone un esquema funcional del pensamiento humano basado en este marco teórico, mientras que Zeman (1962) defiende la aplicación de la Lógica matemática, de la Semiótica y de la Teoría del Control a la investigación en este campo, y lleva a cabo un análisis neurofisiológico y cibernético de los procesos de tratamiento de la información que subyacen al lenguaje, al pensamiento y a la actividad fisiológica cerebral. Además, este autor propone el empleo del análisis armónico de series de Fourier en el estudio experimental del pensamiento humano, asumiendo que éste podría poseer una estructura ondulatoria, a nivel neurofisiológico. 31 Los procesos lógicos del pensamiento habían sido analizados, también, desde un punto de vista neuropsicológico ya en esas fechas. De este modo, A.R. Luria (citado por Peña-Casanova y Barraquer Bordás, 1983, página 408) enuncia una serie de fases hipotéticas de las que constaría todo acto intelectivo o de solución de problemas, que incluirían: 1) Planteamiento de la tarea, implicando un motivo 2) Análisis de la situación o problema, con restricción de las respuestas impulsivas 3) Formulación de un plan o estrategia 4) Fase operativa 5) Solución real 6) Comparación de la solución real con las necesidades de la tarea Nótese la semejanza que presenta esta formulación de los actos de pensamiento lógico con diversas propuestas teóricas actuales de las llamadas por algunos autores “funciones ejecutivas” en Neuropsicología Cognitiva (Kimberg, D´Esposito y Farah, 1997), así como con determinados análisis computacionales, ya clásicos, de los procesos de razonamiento y solución de problemas (Newell, Shaw y Simon, 1958; Hunt, 1968; Oerter, 1975). Para Cohen (1977) los procesos lógicos del pensamiento constituyen actividades simbólicas de procesamiento de la información, las cuales se ponen de manifiesto en la resolución de problemas (lógicos o de otros tipos); para este autor, la investigación sobre los procesos lógicos del pensamiento debe comenzar en una situación experimental que sea observable, especificable y mensurable y debe dar como resultado respuestas igualmente observables y mensurables, siendo necesario, una vez conseguidos los resultados experimentales, realizar una labor de inferencia [lógica] acerca de los procesos simbólicos intervinientes en la resolución de la tarea planteada. Según Cohen, las investigaciones experimentales se suelen centrar en el razonamiento lógico dirigido a metas, la solución de problemas o los procesos de categorización y formación de conceptos, puesto que en ellos es posible identificar una situación experimental dada, con unas respuestas concretas por parte del sujeto. De esta manera, quedarían excluidos de la investigación empírica, a nuestro juicio, otros aspectos del pensamiento, como la imaginación, la meditación o la reflexión, ya que en ellos resulta difícil identificar entradas y salidas del sistema cognitivo (sin embargo, véase la magnífica investigación experimental llevada a cabo por E. Vera de la Puente, acerca de los procesos imaginativos, y de su relación con diversos aspectos perceptivos, mnésicos 32 y ejecutivos en sujetos con lesiones cerebrales) (Vera de la Puente y Botez, 1987; Vera de la Puente, 1993). Otros autores posteriores han identificado el término “pensamiento” con el razonamiento, tanto deductivo (Braine, 1978; Evans y Newstead, 1995; Johnson-Laird, 1995) como inductivo (Cosmides y Tooby, 1996), así como con otros procesos, como el razonamiento analógico (Sternberg, 1977) o la solución de problemas, de tipo científico-matemático o práctico (Oerter, 1975). Intentando ofrecer un marco epistemológico de la Ciencia Cognitiva o del Procesamiento de la Información, entendida como una ciencia unificada del funcionamiento mental de los organismos, José E. García Albea (1993) contempla una serie de postulados o principios básicos que podrían ser aplicados a esta nueva ciencia emergente, que serían: 1) “El dualismo cede en sus pretensiones ontológicas; en adelante, ya no habrá que hablar de dos tipos de sustancias. Sin embargo, mantiene la necesidad de explicar los fenómenos mentales; ello será posible cuando se dé con el nivel de abstracción adecuado para expresar las regularidades pertinentes. 2) El dualismo renuncia a buscar explicaciones sobre el origen de la mente fuera de este mundo; si es que hay leyes científicas que gobiernen lo mental, no podrán ser otra cosa que leyes naturales. Sin embargo, mantiene que lo mental funciona de un modo peculiar; se reivindica su carácter intencional, que no es susceptible de descripción o explicación en términos físicos. 3) El mecanicismo, por su parte, cede en su reduccionismo fisicalista; en este sentido, reconoce que el comportamiento de una máquina no depende tanto de las propiedades físicas de sus componentes como de la organización de los mismos y sus propiedades funcionales. Sin embargo, mantiene la necesidad de que la máquina tenga que realizarse físicamente; la física seguirá siendo el prototipo de ciencia básica, es decir, aquella cuyas leyes se pueden aplicar a todas las cosas. 4) El mecanicismo admite la posibilidad de que haya máquinas que sirvan para realizar operaciones que, en sí mismas, no son susceptibles de una descripción física; en esto respeta la tradición de las máquinas 33 de cálculo o máquinas lógicas. Sin embargo, mantiene que, incluso para dar cuenta de este tipo de máquina, se deben evitar las explicaciones teleológicas o providencialistas; la causalidad eficiente sigue siendo el prototipo de causalidad prescrito por la ciencia” (páginas 186-187). No obstante, han sido avanzadas diversas criticas al concepto de Inteligencia Artificial en sentido fuerte, tal y como sostienen García Albea y otros investigadores de orientación computacional. De este modo, Roger Penrose (1989) opina que la mente humana no podrá ser nunca reducida por completo al funcionamiento algorítmico de una máquina de computar, por complejas que pudieran ser sus operaciones lógicomatemáticas y su substrato físico. Además, Penrose opina que dicha simulación computacional encuentra unos límites en el caso de la mente humana, y sostiene una visión realista y platónica en lo relativo a la Epistemología de la nueva Ciencia Cognitiva. Por otro lado, Angel Rivière, en su monografía de 1986 que lleva por título Razonamiento y representación postula, al tratar los diferentes planos en los que se articulan los modelos de procesamiento de la información de la Psicología Cognitiva, tres niveles de implementación de la información: a) El nivel fenoménico, correspondiente a la experiencia consciente del sujeto que percibe, recuerda, atiende o piensa. b) El nivel cognitivo o representacional, en el que se produce realmente el procesamiento computacional de la información, causa de la conducta de los organismos, conjuntamente con las entradas sensoriales. c) El nivel (o plano) máquina, base neurobiológica de los niveles anteriores. Este modelo expuesto por Rivière está basado en las concepciones de teóricos cognitivo-computacionales, como Marr o Fodor y Pylyshin, defensores a ultranza de los modelos tradicionales de procesamiento serial (o modelos simbólicos) en los que, hasta mediada la década de 1980 descansaba el fundamento de la Psicología Cognitiva de orientación computacional. Podría añadirse que, actualmente, se considera la posibilidad de añadir un cuarto nivel a dicho esquema, el conexionista, que se encontraría situado entre el plano neurobiológico y el cognitivo. A este respecto, ya en 1986, la filósofa de la mente Patricia Smith Churchland, se hace eco, en su tratado Neurophilosophy, de nuevos desarrollos en Psicología Cognitiva, Inteligencia Artificial, Teoría de la Computación y Filosofía de la Mente que 34 se basan en la idea de que el sistema cognitivo humano funciona como una red de neuronas que computa la información en paralelo, y en la que no puede hablarse con propiedad de procesamiento simbólico de la información. Concretamente, Churchland, menciona los trabajos de Hinton y Sejnowski o McClelland y Rumelhart en los que se explora la posibilidad de construir modelos computacionales de esta clase. Esta autora hace referencia a la circunstancia de que, al menos en aquella época, los modelos simbólicos de procesamiento serial explicaban de modo satisfactorio las funciones más “superiores” de la mente humana (lenguaje, comprensión, razonamiento, pensamiento), mientras que los modelos conexionistas implementaban de modo más eficiente aquellas capacidades de bajo nivel, que deben ser ejecutadas con rapidez y seguridad, de modo más flexible que las anteriores (sistemas de reconocimiento perceptivo, lectura y memoria asociativa, fundamentalmente). Concretamente, los modelos de redes neuronales artificiales sustituyen la metáfora del computador por la del cerebro vivo. Más recientemente, Paul M. Churchland y Patricia Smith Churchland, en un influyente artículo, publicado en Scientific American (1990/1993) se plantean si resultaría posible atribuir inteligencia consciente a una máquina de computar al estilo de las propuestas por A. Turing o las que se derivan de los teoremas de A. Church, y realizan una crítica matizada a las posiciones de científicos cognitivos como John Searle, el cual sostiene, en uno de sus axiomas relacionados con su crítica a la Inteligencia Artificial, que “la sintaxis, por sí misma, no es constitutiva ni suficiente para la semántica” (en Churchland y Churchland, 1990, traducción española de 1993). Estos investigadores, en fin, se muestran defensores de los modelos conexionistas o de redes neuronales en paralelo, además de abogar por una posición eliminativista en el problema ontológico de la relación entre la mente y el cerebro. Los modelos conexionistas , hoy en día ya clásicos, podrían considerarse como la microestructura de la cognición o como la “materia pensante” (Novelli Ciotti, 2009, comunicación personal), y permiten el reajuste continuo del procesamiento de la información dependiendo de las condiciones de funcionamiento empíricas (mediante algoritmos matemáticos complejos, como la regla de retropropagación o las reglas de Boltzmann), relacionadas tanto con las entradas al sistema como, sobre todo, con la retroalimentación que estas redes reciben del exterior, una vez que ha sido ejecutada la conducta, lo cual permite a la red “aprender” de la experiencia, de forma flexible y con muy poca información de partida. Las redes neuronales conexionistas suelen constar, estructuralmente de, al menos tres capas de neuronas o unidades de procesamiento 35 distribuido: unidades de entrada (input), unidades ocultas (hidden) y unidades de salida (output) (Hinton, 1993) y en referencia a los sistemas cognitivos que sustentan, cabría la posibilidad de que las redes neuronales en paralelo pudieran dar cuenta , de forma principal, de los mecanismos de cognición implícita, incidental o inconsciente, mientras que los sistemas proposicionales explicarían, hipotéticamente, las capacidades mentales explícitas, conscientes, o declarativas. Además, los fenómenos mentales, en estas redes, resultan de los patrones de activación global del sistema, acercándose, desde el punto de vista epistemológico, a las concepciones de Head, Goldstein o Luria de la función cerebral. Una cuestión teórica relevante, que deberá ser solucionada en el futuro, es la de la posible síntesis o ajuste entre los modelos simbólicos y los conexionistas en modelos integrados del funcionamiento cognitivo, lo que se conoce como arquitecturas cognitivas (Corbí y Prades, 1995; Ezquerro, 1995). En una monografía dedicada a la Psicología del Pensamiento desde la perspectiva cognitiva, González Labra (1998 a) ofrece la siguiente definición de los procesos lógicos del pensamiento (página 40): “El pensamiento sería [entonces] una acción intencional y deliberada en la que la iniciación de la secuencia de pasos para alcanzar el objetivo es función de la aprehensión de la estructura de la situación y del estado del sistema, y el resultado es producto de la actualización de las operaciones comprendidas en dicha secuencia. La actualización de estas operaciones correspondería a las inferencias del razonamiento deductivo y del inductivo”. En nuestra opinión, y basándonos en las investigaciones anteriores, lo que tienen en común estos procesos es que representan adaptaciones del sistema cognitivo para enfrentarse eficazmente al medio ambiente y solucionar los problemas planteados al organismo en su supervivencia, por medio de operaciones de procesamiento y elaboración de la información relevante para ésta. La estructura de dichos problemas puede variar enormemente, desde los que exigen simples rodeos y coordinaciones de esquemas sensoriales y motores, hasta los que implican la deducción de conclusiones basadas en premisas (planteadas en forma lógico-verbal), pasando por actividades como las clasificaciones de objetos, las seriaciones o la realización de operaciones aritméticas sencillas. Las características de la lógica implícita, presente en el comportamiento de los diversos organismos de la escala evolutiva, variarán en gran medida según el nivel de desarrollo tanto filogenético como ontogenético de cada sujeto; así, será posible atribuir una o varias estructuras lógico-matemáticas al comportamiento característico de ese organismo, de manera que la posesión de las habilidades lógicas no constituirá una 36 cuestión tajante de racionalidad o no racionalidad, sino que la lógica de las acciones contendrá muchos niveles intermedios, por los que irán evolucionando los sujetos a lo largo de la filogénesis y la ontogénesis (Piaget, 1970). Además, desde nuestro punto de vista, los procesos lógicos del pensamiento se caracterizan por movilizar y emplear todas las funciones cognitivas de nivel más básico, como atención, memoria, o habilidades lingüísticas, sin quedar, no obstante, reducidos a ellas; los procesos lógicos del pensamiento constituirían una totalidad emergente que emplearía en la resolución de problemas todos los recursos cognitivos, ejecutivos, e incluso emocionales del sujeto y , lo que es más importante aún, estas capacidades cognitivas de nivel más básico estarían, en muchos casos, infiltradas por información proveniente de las funciones de nivel más elevado (lo que se ha venido denominando procesamiento de tipo top-down). En este sentido, existe evidencia de que los procesos de inferencia (deductiva e inductiva) están presentes en la memoria semántica (Baddeley, 1976), en la percepción (recuérdese que ya Helmholtz, uno de los padres de la Psicología Experimental alemana del siglo XIX, sostenía que el acto de la percepción suponía la aplicación de lo que él denominaba el principio de la “inferencia inconsciente” – Boring, 1978), o también los trabajos experimentales de Bruner, citados por Bohm, 1988) además de en la comprensión del lenguaje (Bransford y Johnson, 1973, en Valle, Cuetos, Igoa y del Viso, 1990; Valle Arroyo, 1992; GutiérrezCalvo, 1999), es decir, en todos aquellos casos en los que el sistema cognitivo va más allá de la información contenida en los estímulos (González Marqués, 1991). Además, existen modelos teóricos que intentan explicar, desde este punto de vista, fenómenos psicopatológicos como las alucinaciones que experimentan algunos pacientes neurológicos y psiquiátricos (Frith, 1992; David y Cutting, 1994). En este sentido, una figura tan influyente en la Psicopatología y en la Filosofía alemanas del siglo XX como Karl Jaspers (1946) opina que: “El pensamiento se da en toda función, desde el acto de la percepción hasta el lenguaje. Pero de la perturbación del juicio hablamos tan solo cuando la percepción, la orientación, la memoria, el sistema motor, el lenguaje, están en orden o se pueden distinguir sus perturbaciones específicas de lo que produce un falso juicio” (página 222 de la edición española). Puesto que los organismos procesan activamente la información, y no son meros receptores pasivos de sensaciones, resulta claro que la influencia de los procesos lógicos del pensamiento podría investigarse en casi todos los tipos de funciones cognitivas, especialmente, en el ámbito de la percepción, de la memoria y del lenguaje, además de en aspectos más globales como la 37 personalidad y los procesos afectivos y emocionales. Esta investigación puede tener repercusiones teóricas importantes en varios campos, entre ellos las Neurociencias, la Psicología del Pensamiento, la propia Lógica e incluso la Cibernética y las Ciencias de la Computación, toda vez que se pueden establecer una serie de interesantes analogías entre la manera en que el cerebro procesa la información contenida en las estructuras lógicas, y el modo en que pueden modelarse, mediante cálculos lógico-algebraicos, determinados circuitos presentes en los ordenadores electrónicos, los cuales pueden ser descritos, por ejemplo, en términos de operadores de la lógica proposicional bivalente (conjunciones, disyunciones, condicionales, bicondicionales, etc.) (Muñoz Delgado, 1972; González Carlomán, 1976); además, esta investigación puede tener relevancia para comprender mejor la manera en que el cerebro categoriza la información con la que trabaja, siendo posible aplicar la teoría de los conjuntos o asambleas neuronales de Hebb (1949) en la caracterización del sistema conceptual, el cual se halla organizado por medio de categorías lógicas, constituyendo la base sobre la que se desarrollan todos los procesos de pensamiento (Pfänder, 1933). 38 2.RELACIONES ENTRE LA LÓGICA Y LOS PROCESOS DE PENSAMIENTO Históricamente, se han conceptualizado de diferentes maneras las relaciones entre la Lógica, como disciplina científica y filosófica y los procesos de pensamiento. Suele considerarse a Aristóteles como el fundador de la Lógica como ciencia propiamente dicha (Gomperz, 1910-1912) y, si bien esta opinión parece básicamente correcta, cabe señalar que existieron anteriormente a él diversas aportaciones que prepararon el camino a su obra. En este sentido, puede destacarse a Zenón de Elea, el cual formuló diversas reglas dialécticas (Colli, 1998) y, especialmente a Platón, quien consideró la Lógica como una investigación de las leyes universales del pensamiento y de la razón (Agazzi, 1964). No obstante, estos filósofos no profundizaron en las cuestiones lógicas de la manera a como, posteriormente, haría el Estagirita. Aristóteles es el primer sistematizador de la Lógica y concibe ésta como la ciencia, a la vez empírica y normativa, de las operaciones del pensamiento. Desarrolla de manera amplia la lógica de clases (silogística), considerando de manera bastante exhaustiva las tres primeras figuras del silogismo y sus relaciones recíprocas. Trata, asimismo, algunos otros tipos de estructuras, como las correspondientes a la lógica modal, siendo básico su planteamiento, por primera vez en la Lógica, del método axiomático, que tanta importancia habría de desempeñar en las posteriores investigaciones lógicas, hasta la actualidad (Reale, 1982). No obstante, no realizó casi ninguna aportación a otras ramas de la Lógica que, como las correspondientes a las estructuras proposicionales (desarrolladas por los estoicos), desempeñan hoy en día un papel central en las investigaciones lógicas y en la Psicología del pensamiento (Wason y Johnson-Laird, 1972). Las ideas del Estagirita sustentan una visión básicamente empirista en Psicología, Lógica y Epistemología, e identifica ampliamente las leyes lógicas con las operaciones reales puestas en práctica por el pensamiento a lo largo del proceso deductivo. Además, Aristóteles, en su obra De Anima (Acerca del Alma) establece los fundamentos de una teoría noética de tipo naturalista, e introduce la diferenciación, al tratar de las funciones intelectivas, entre Intelecto agente (Nous poietikós) e Intelecto paciente (Nous pathetikós), distinción de gran trascendencia a lo largo de la Historia de la Filosofía Occidental. También en Oriente fueron realizados trabajos de gran relevancia teórica en cuestiones de Lógica, desgraciadamente poco conocidos en los medios científicos y 39 filosóficos occidentales. En particular, y aparte de los trabajos llevados a cabo por filósofos árabes inspirados por Aristóteles, como Averroes y Avicena en la Edad Media (Averroes, probablemente, 1159-1186, edición española de 2004; Sahakian, 1975) , son destacables las aportaciones realizadas en el marco de la filosofía budista hindú y china, especialmente las investigaciones que Dignaga realizó en los siglos V-VI de nuestra era sobre las relaciones entre clases (que divergen en varios aspectos de las formulaciones aristotélicas sobre la silogística), así como los desarrollos teóricos llevados a cabo por diversas escuelas filosóficas chinas (Moista y Ming-Kia), centradas en cuestiones como la detección de algunos sofismas enunciados en las argumentaciones (Chi, 1969; Muñoz Delgado, 1972). A lo largo de la Edad Media y el Renacimiento fueron realizadas interesantes contribuciones al desarrollo de las disciplinas lógicas. En todo este período siguen identificándose de manera casi total las leyes y principios lógicos con las operaciones del pensamiento real. Fueron importantes, en el desarrollo de la investigación lógica, los siglos de la Escolástica, en el que se ampliaron de manera notable las aportaciones de la Antigüedad clásica (Hirschberger, 1961), profundizándose en muchas cuestiones, como la silogística, las estructuras modales, la lógica proposicional o los temas relativos a la Semántica lógica. Pueden considerarse figuras claves de esta época a S. Alberto Magno y a Sto. Tomás de Aquino, los cuales realizaron numerosos comentarios al Organon aristotélico, y a Guillermo de Ockham, que destaca, entre otras cosas, por sus estudios referentes a las paradojas lógicas (De insolubilibus) (Muñoz Delgado, 1972, volumen II). Es obligado hacer referencia en este período al mallorquín Ramón Llull, considerado actualmente como un genial precursor de las ideas posteriormente desarrolladas por Leibniz, entre las que destaca el planteamiento del cálculo lógico como un ars combinatoria, formado a partir de conceptos elementales, que se podrían relacionar entre sí de manera mecánica, según ciertas reglas (Agazzi, 1964). Algunos autores (por ejemplo, Rivière, 1986) han relacionado estas intuiciones de Llull con el posterior desarrollo de la concepción logicista basada en el establecimiento de un lenguaje universal del pensamiento, que ha tenido mucha relevancia en las investigaciones en el campo de la Cibernética y la Inteligencia Artificial, así como en el surgimiento y desarrollo de los modelos cognitivos en Psicología. En el paso del Renacimiento a la Edad Moderna se produce en Occidente una expansión general del deseo de conocer y un desarrollo importante de la investigación 40 científica (Hirschberger, 1961), enmarcada en la concepción humanista del hombre, del conocimiento y de la ciencia. Se empiezan a cuestionar, en muchas ocasiones, las ideas legadas por la tradición antigua y medieval, (como en el caso de Galileo Galilei), y contempladas de manera crítica las doctrinas de diversos pensadores que, como Aristóteles, habían sido consideradas por las autoridades eclesiásticas y académicas como incuestionables, constituyendo sus opiniones casi “dogmas de fe”. En general, la orientación dominante en la ciencia y la filosofía de la época cambiará del aristotelismo escolástico medieval a un nuevo auge del platonismo. Los principales pensadores de estos tiempos albergarán un sentimiento algo desdeñoso por todos los elementos escolásticos y aristotélicos, identificando el estudio de la Lógica formal con este período medieval, considerado oscurantista por el Zeitgeist renacentista (Wundt, s.f.). En esta época renacentista, resulta esencial la figura de John Locke, que sintetiza diversas líneas de pensamiento filosófico de clara raigambre empirista. De este modo, Locke, en su capital Ensayo sobre el entendimiento humano (1690, edición española de 1992) declara que “la idea es el objeto del acto del pensar” (página 83) y que “no hay conocimiento sin discernimiento” (página 135), implicando dicha aserción la capacidad que tienen los órganos del conocimiento humano de discernir, distinguir y comparar ideas y conceptos entre sí, con vistas al ejercicio del pensamiento. Por otro lado, este filósofo, al tratar de los modos que conciernen al pensamiento, sostiene que “cuando la mente se contempla a sí misma y considera sus propias acciones, lo primero que se le presenta es el pensar. En ello, la mente observa una gran variedad de modificaciones de donde recibe ideas distintas” (página 207). Por último, Locke opina, con respecto al principio lógico de identidad, que: “Otra ocasión para comparar, frecuentemente aprovechada por la mente, es el ser mismo de las cosas, cuando al considerar una cosa como existente en un tiempo y lugar determinados, la comparamos con ella misma como existente en otro tiempo; de donde nos formamos las ideas de identidad y de diversidad. Cuando vemos una cosa en un lugar dado, durante un instante de tiempo, tenemos la certeza (sea la cosa que fuere) de que es la misma cosa que vemos, y no otra que, al mismo tiempo, exista en otro lugar, por más semejante e indistinguible que pueda ser en todos los demás respectos. Y en eso consiste la identidad, es decir, en que las ideas que les atribuimos no varían en nada de lo que eran en el momento en que consideramos su existencia previa y con la cual comparamos la presente” (páginas 310311). 41 Hubo de transcurrir cierto tiempo hasta que la gran figura de Leibniz hiciera justicia a los descubrimientos y desarrollos efectuados en la Lógica formal por los autores clásicos y medievales. Además, Leibniz es considerado rival antagónico de John Locke, especialmente, por su defensa de la existencia de ideas innatas en la mente y por su método racionalista. En efecto, Gottfried Wilhelm Leibniz, a pesar de su racionalismo cartesiano y su defensa del nativismo en lo referente al origen del conocimiento (Sahakian, 1975), valoraba positivamente la aportación de los filósofos escolásticos (véase, por ejemplo el parágrafo XI de su Discurso de Metafísica) (Leibniz, 1686, edición española de 1983), considerando, en general, valiosos sus trabajos lógicos. Leibniz (por ejemplo, en sus Nuevos Ensayos sobre el entendimiento humano, publicados en 1704) es un importante predecesor de la Lógica matemática (o simbólica) moderna; en sus obras defiende la creación y utilización de un simbolismo apropiado para ser empleado en un procedimiento de cálculo en el que pasaran a segundo término los aspectos semánticos y de contenido de las proposiciones. Leibniz sostiene la idea de que la Lógica (o ciencia del razonamiento) debe constituirse en una mathesis universalis, es decir, en un simple operar formal con símbolos de acuerdo con ciertas reglas sintácticas a fin de que el lenguaje filosófico adquiera la exactitud y precisión presente en otras ciencias formales (como el Álgebra), favoreciendo de este modo, la resolución de las disputas metafísicas entre partidarios de diferentes escuelas de pensamiento filosófico (Agazzi, 1964). En esta misma época, inclinado hacia las posturas racionalistas y seguidor de los métodos formalistas basados en la Geometría, Benedictus Spinoza, en su Tratado de la reforma del entendimiento (1677; edición española de 1988) considera las siguientes propiedades esenciales del pensamiento lógico, inteligencia o entendimiento: “I. Que implica la certeza, esto es, que sabe que las cosas son formalmente, tal como están objetivamente contenidas en él. II. Que percibe algunas cosas o forma ciertas ideas absolutamente, y algunas a partir de otras. Así, la idea de cantidad, la forma absolutamente, sin atender a otros pensamientos; en cambio, las ideas del movimiento, no las forma, sino atendiendo a la idea de cantidad. III.Las ideas que forma absolutamente, expresan la infinitud; en cambio, las determinadas, las forma a partir de otras. Y así, la idea de cantidad, si la percibe por su causa, determina la cantidad, como cuando percibe que del movimiento de un plano 42 surge un cuerpo, del movimiento de la línea surge el plano y, en fin, del movimiento del punto surge la línea; sin duda que estas percepciones no sirven para entender la cantidad, sino tan solo para determinarla. Lo cual resulta claro del hecho de que concebimos que esas ideas surgen del movimiento, siendo así que el movimiento no es percibido sin que sea percibida la cantidad, y de que incluso el movimiento realizado para trazar la línea podemos prolongarlo al infinito, lo cual no podríamos hacer en absoluto si no tuviéramos la idea de una cantidad infinita. IV. Que forma las ideas positivas antes que las negativas. V.Que percibe las cosas, no tanto bajo la (idea de) duración, cuanto bajo cierta especie de eternidad y en número infinito. Mejor dicho, para percibir las cosas, no atiende al número ni a la duración. En cambio, cuando imagina las cosas, las percibe en un número fijo y con determinada duración y cantidad. VI. Que las ideas que formamos clara y distintamente, de tal modo parecen derivarse de la sola necesidad de nuestra naturaleza, que parecen depender exclusivamente de nuestro poder; y, al revés las confusas, ya que muchas veces se forman contra nuestra voluntad. VII. Que las ideas, que forma el entendimiento a partir de otras, las puede determinar la mente de muchas formas. Y, así, para determinar el plano de la elipse, finge que un lápiz, sujeto a una cuerda, gira en torno a dos centros o concibe infinitos puntos que mantienen siempre una misma relación fija respecto a una línea recta dada o concibe un cono cortado por un plano oblicuo, de tal modo que el ángulo de inclinación sea mayor que el ángulo del vértice del cono, o de infinitas otras formas. VIII. Que las ideas son tanto más perfectas, cuanta más perfección expresan de un objeto. Puesto que no admiramos tanto al arquitecto que ideó un templo cualquiera como a aquel que ideó un templo magnífico.” (páginas 121-122 de la edición española). En pleno auge de la Ilustración europea, Immanuel Kant (a decir de muchos, el más profundo pensador de la Edad Moderna y, sin lugar a dudas, uno de los principales autores que han contribuido de manera sustancial a la Teoría del conocimiento, y al desarrollo de otras disciplinas, tanto filosóficas como científicas), considera las capacidades cognoscitivas como resultado de la síntesis de lo aportado por la sensibilidad, y aquello proveniente de las cualidades formales de la razón, consideradas como condiciones a priori de todo conocimiento (esto es, universalmente necesarias para que éste pueda tener lugar); entre estas condiciones apriorísticas necesarias, incluye los conceptos fundamentales de tiempo, espacio y causalidad. 43 De esta forma, Kant, en su Crítica de la razón pura (1781, edición española de 1996) establece una distinción muy clara e interesante entre dos tipos de Lógica; por un lado, estaría la Lógica pura, que constituiría un canon de corrección de la actividad racional a lo largo del proceso deductivo, introduciendo, por otro lado, la noción de una Lógica aplicada, que se ocuparía de las condiciones efectivas, empíricas, del uso de la razón. En nuestra opinión, se trataría de una delimitación clara entre los campos de estudio que hoy en día corresponden con la Lógica simbólica, por un lado y, por otro, los integrados en la Psicología del pensamiento o de la inteligencia. Como ejemplo de su postura general en esta cuestión puede valer el siguiente párrafo de su Crítica de la razón pura (página 59 de la edición española de 1996) el cual resulta revelador de la postura antes comentada: “La lógica general es o lógica pura o lógica aplicada. En la primera hacemos abstracción de todas las condiciones empíricas bajo las cuales nuestro entendimiento se ejercita, v.g., del influjo de los sentidos, del juego de la imaginación, de las leyes de la memoria, de la fuerza de la costumbre, de la inclinación, etc., y por lo tanto, también de las fuentes de los prejuicios y, en general, de todas las causas que pueden originar o introducir en nosotros ciertos conocimientos, porque éstas se refieren al entendimiento sólo bajo ciertas circunstancias de su aplicación y para conocerlas es necesaria la experiencia. Una lógica general pero pura, tiene sólo que ocuparse de principios a priori y es un cánon del entendimiento y de la razón; pero sólo por lo que se refiere a la parte formal de su uso, sea el contenido el que quiera (empírico o trascendental). Mas la lógica general se llama luego aplicada cuando se refiere a las reglas de uso del entendimiento, bajo las condiciones subjetivas, empíricas que nos enseña la psicología. Tiene pues, principios empíricos, si bien es general en cuanto se ocupa del uso del entendimiento, sin distinción de objetos. Por eso no es ni un cánon del entendimiento en general, ni un órganon de ciencias particulares, sino solamente un khatartikon del entendimiento común”. Georg Friedrich Wilhelm Hegel, en los albores del siglo romántico, contribuyó también al desarrollo de la Lógica, estableciendo el concepto de Lógica Dialéctica, la cual difiere en múltiples aspectos de la Lógica formal o aristotélica tradicional (Mure, 1965). Hegel, en su Enciclopedia de las Ciencias Filosóficas (1830, edición española de 1997) ofrece la siguiente definición de la ciencia de la Lógica, así como de su objeto principal: “La lógica es la ciencia de la idea pura; esto es, de la idea en el elemento abstracto del pensamiento. […] La lógica es la ciencia más difícil porque no opera sobre 44 intuiciones, ni tampoco, como la geometría, con representaciones sensibles abstractas, sino con abstracciones puras, y requiere la fuerza y el hábito de retirarse al puro pensamiento, cerrarle y moverse dentro de él. Por otra parte, puede ser considerada como la ciencia más fácil porque su contenido no es otra cosa que nuestro pensamiento y sus ordinarias determinaciones, las cuales son al mismo tiempo las más simples y las más elementales. También puede decirse que son las más conocidas: el ser, el no ser, la determinabilidad, la magnitud, el ser en sí, el ser para sí, lo uno, lo múltiple, etc. […].La utilidad de la Lógica se refiere a su relación con el sujeto, puesto que contribuye a la educación de la inteligencia, cualquiera que sea el fin que se proponga, y contribuye ejercitándola en el conocimiento de las leyes del pensamiento, pues es el pensamiento del pensamiento o la ciencia del pensamiento puro” (página 17 de la edición española de 1997). La cuestión de las relaciones entre la Lógica formal y los procesos de pensamiento atraviesa un momento de amplio debate en los medios científicos y filosóficos a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En estos años comienza a configurarse la Psicología como ciencia empírica y experimental, mientras que, por otro lado, se producen notables desarrollos en la Lógica simbólica, empezando a ser considerada por algunos de sus cultivadores como una disciplina puramente deductiva y formal y tratando de eliminar (en ciertos casos) cualquier alusión a los procesos psicológicos reales de pensamiento. A partir de este momento podrán distinguirse, a grandes rasgos, dos posturas teóricas principales en lo referente a esta cuestión: la concepción psicologista y la logicista o platónica. Los autores psicologistas en Lógica entenderán que los procesos de razonamiento deductivo e inductivo se llevan a cabo por parte de un sujeto psicológico real, que dispone de un sistema cognitivo (o mente) y que desarrolla lo que, en términos modernos se podrían calificar de procesos mentales u operaciones de procesamiento de la información. Los autores psicologistas piensan que ciertas entidades lógicas (como el concepto de número) se corresponden con características físicas presentes en los objetos y en cuyo proceso de conocimiento juegan un papel preponderante las actividades de abstracción. Por otro lado, los logicistas o platónicos sostienen que las estructuras lógicas y matemáticas son algo objetivo, independientes en su existencia de que alguien piense en ellas o se las represente de tal o cual manera, es decir, entidades eternas e inmutables. 45 Además, los logicistas argumentan que las entidades y procesos lógicos no son perceptibles por los sentidos y no dependen ni están relacionados con ninguna representación en concreto. Adoptando una posición mentalista y empirista en esta cuestión, George Boole (1847) sostiene unas tesis psicologistas en Lógica y sigue considerando a ésta como una disciplina íntimamente ligada a las operaciones de la mente humana que se ponen en práctica al razonar. Propone un sistema de carácter algebraico, limitado a los números 0 y 1, aplicado en un primer lugar a las relaciones entre clases (“proposiciones primarias”) y, posteriormente extendido a los silogismos hipotéticos y disyuntivos (a los que denomina “proposiciones secundarias”), considerando, además a la Lógica como íntimamente ligada a la actividad lingüística (ejerciendo influencia en los trabajos actuales en Neuropsicología, que luego comentaremos, que ligan el procesamiento de las estructuras lógicas al funcionamiento de las áreas del lenguaje del hemisferio izquierdo, véase Goel, Gold, Kapur y Houle, 1997). Un resumen de la postura booleana en lo referente a la naturaleza de la Lógica lo constituye el siguiente párrafo de su obra El análisis matemático de la lógica (1847, páginas 42 y 43 de la edición española) en el que expresa: “Lo que hace posible a la Lógica es la existencia en nuestras mentes de nociones generales, nuestra capacidad de concebir una clase y designar a sus miembros individuales por un nombre común. La teoría de la Lógica está así íntimamente conectada con la del lenguaje. Un intento satisfactorio de expresar proposiciones lógicas por símbolos, cuyas leyes de combinación se fundarían en las leyes de los procesos mentales que representan sería, en tal medida, un paso hacia un lenguaje filosófico. Pero es esta una perspectiva que no necesitamos seguir aquí al detalle. Suponiendo la noción de una clase, somos capaces de separar por un acto mental, de cualquier colección concebible de objetos, los que pertenecen a la clase dada y contemplarlos aparte del resto. Podemos concebir que un acto de elección tal, u otro similar, se repita. El grupo de individuos que resta bajo consideración puede limitarse aún más, seleccionando mentalmente entre ellos los que pertenecen a alguna otra clase reconocida, a la par que a la anteriormente contemplada. Y este proceso puede ser repetido con otros elementos de distinción, hasta que lleguemos a un individuo que posea todos los caracteres distintivos tomados en cuenta y sea miembro, al mismo tiempo, de toda clase que hayamos enumerado. De hecho, es éste un método similar al que empleamos, en el lenguaje común, al acumular epítetos descriptivos con vistas a una definición más precisa”. Parece evidente que el proceso de 46 pensamiento descrito por Boole en el párrafo anterior podría representarse hoy en día por medio de la teoría de conjuntos moderna, axiomatizada por Zermelo en 1908 (Agazzi, 1964). Boole considera las leyes lógicas como inherentes a la esencia del entendimiento humano, hasta el punto de manifestar que “puede afirmarse confiadamente que si estas leyes fueran distintas de las que son, el mecanismo entero del razonamiento, e incluso las leyes genuinas y la constitución del entendimiento humano, experimentarían un cambio vital. Podría, ciertamente, existir una Lógica, pero no sería ya la Lógica que poseemos” (Boole, op. cit. págs. 43-44). Desde otro punto de vista, Gottlob Frege (1906; 1918) sostiene una posición logicista-platónica en cuanto a la naturaleza de la Lógica y sus relaciones con los procesos de pensamiento. En concreto, Frege considera que la Lógica no tiene nada que ver con los fenómenos mentales, de modo que, por ejemplo, un teorema matemático es siempre verdadero (siempre y cuando no sea contradictorio) independientemente de que tal o cual persona piense en él o lo tenga por verdadero o por falso (según esta posición, al deducir un teorema lógico o matemático descubrimos algo ya preexistente e independiente de nuestra actividad pensante). A este respecto, Frege expone su postura de manera concisa en una carta a Husserl (Frege, 1906) en la que expresa: “Los pensamientos no son entidades mentales y pensar no consiste en generar internamente tales entidades, sino en captar pensamientos que ya están presentes de modo objetivo” (página 189 de la edición española). Frege, a diferencia de Boole, sostiene la opinión de que el estudio de la Lógica debe independizarse del de las actividades lingüísticas, dada la ambigüedad e imprecisión que caracterizan a los lenguajes naturales y declara a este respecto: (Frege, op. cit. pág. 190): “No puede ser tarea de la Lógica investigar el lenguaje y determinar lo que está contenido en una expresión lingüística. Aquel que quiera aprender Lógica a partir del lenguaje es como el adulto que quiere aprender cómo pensar a partir de un niño. Cuando los hombres crearon el lenguaje estaban en un estadio de pensamiento figurativo infantil. Los lenguajes no están hechos para encajar con la vara de medir de la Lógica. Incluso el elemento lógico del lenguaje parece estar oculto bajo figuras que no siempre son exactas [...]. La principal tarea de la Lógica es librarse del lenguaje y simplificarlo. La Lógica debería ser el juez de los lenguajes.” En este mismo sentido, Frege (1918) alberga la opinión de que la Lógica ha de adoptar un papel normativo, siendo su criterio principal la noción de verdad (adoptando, por tanto, una visión semántica de la Lógica), de la misma forma que la esencia de la 47 Ética radica en lo “bueno” y la de la Estética en lo “bello”; asimismo, piensa que la Lógica no trata de las leyes psicológicas del pensamiento, dado que éstas tienen un carácter empírico y no ideal o normativo. De acuerdo con esta visión, expresa que: “Una ley del pensamiento sería, en este sentido, una ley psicológica. Y se podría llegar a creer que la Lógica trata del proceso mental del pensar y de las leyes psicológicas de acuerdo con las cuales éste tiene lugar. Pero esto sería no comprender la tarea de la Lógica, puesto que la verdad no ocupa aquí el lugar que le corresponde. El error, la superstición tienen sus causas al igual que el conocimiento correcto. Tanto el tomar por verdadero lo falso como el tomar lo verdadero por verdadero se lleva a cabo de acuerdo con leyes psicológicas. Una derivación a partir de esas leyes, y una explicación de un proceso mental que finaliza en un tomar por verdadero, no puede jamás reemplazar a una demostración de aquello hacia lo que apunta ese tomar por verdadero. [...] Para evitar cualquier mala comprensión e impedir que se borre la frontera entre la Lógica y la Psicología, asigno a la Lógica, la tarea de encontrar las leyes del ser verdad, no las de tomar algo por verdad o las del pensar. En las leyes del ser verdad se despliega el significado de la palabra verdad” (Frege, op. cit., página 190 de la edición española). En definitiva, la posición de Frege se inscribe dentro del punto de vista platónico tradicional, que considera a las entidades lógicas y matemáticas como algo objetivo (aunque, paradójicamente, no perceptible por medio de los sentidos) y cuya existencia es atemporal, no dependiendo de ninguna manera, de que alguien las considere verdaderas o falsas o de que sean relacionadas con tal o cual representación perceptiva o imaginativa. En cierto modo, esta forma de pensar es coherente con el hecho de que, efectivamente, las estructuras lógicas y matemáticas son asombrosamente exactas y objetivas, al margen del punto de vista subjetivo de quien las considere. No obstante, si estas entidades no se corresponden con ninguna propiedad perceptiva o física de los objetos, ni con ninguna construcción mental o representacional ¿qué son?; la postura logicista tradicional (y por tanto, Frege) entiende que estarían incluidas en una especie de “reino de las ideas” (o tercer reino), independiente de los anteriores y al que hace referencia implícitamente en algunos escritos sobre Filosofía de la Lógica, concretamente en El pensamiento: Una investigación lógica (Frege, 1918) donde sostiene que: “ El pensamiento no pertenece ni a mi mundo interior como representación, ni tampoco al mundo exterior, al mundo de las cosas perceptibles por los sentidos” (página 221 de la edición española). 48 Una posición análoga a la de Frege (y parcialmente contemporánea suya) es sustentada por Edmund Husserl, el cual, en sus Investigaciones lógicas (1899/1900) (fundamentalmente, en los Prolegómenos a la lógica pura), realiza una amplia crítica del psicologismo en Lógica, especialmente el de aquellos tratados de Lógica de finales del siglo XIX (inspirados en los trabajos de John Stuart Mill) que fundaban esta disciplina en los procesos psíquicos del ser pensante, convirtiéndola, por consiguiente, en una rama de la Psicología. Husserl opina que la Psicología no puede ser la base de la Lógica, puesto que la primera es una disciplina empírica sobre hechos (de conciencia), mientras que la Lógica es una ciencia que trabaja con conexiones ideales, que trascienden toda actividad psíquica. Para Husserl, el error del psicologismo estriba fundamentalmente en la confusión de lo ideal con lo real y en sus implicaciones empiristas y escépticas en lo relativo al conocimiento, y establece que las proposiciones y teoremas de la Lógica y de la Matemática son entidades atemporales y estrictamente objetivas, independientes del mero juzgar subjetivo. Además, sostiene que la Lógica ha de adoptar un papel normativo (un canon de corrección del pensamiento), mientras que la tarea de la Psicología radicaría en ofrecer una descripción y explicación de los procesos naturales de pensamiento. Posteriormente, en su obra de 1910-1911, Problemas fundamentales de la Fenomenología, Husserl realiza una distinción básica entre la “actitud empírica o psicológica” (basada en el cuerpo propio, en el yo natural y sus vivencias, en los otros yoes- experimentados de modo empático-, en las cosas del mundo, en el espacio y en el tiempo), y la actitud “fenomenológica”, “apriórica” o “trascendental” (que pone entre paréntesis la existencia espacio-temporal de los fenómenos de conciencia y analiza su esencia), y lleva a cabo la siguiente afirmación, respecto a la naturaleza del pensamiento y del juicio, ejecutados en “actitud natural”, la típica de la vida psicológica: “En general, mantenemos que la experiencia tiene su derecho o, más exactamente, que el juzgar en actitud natural tiene su derecho evidente “sobre la base de la experiencia”; en el lugar más bajo, el juzgar simplemente descriptivo, pero luego también, en un nivel superior, el juzgar científico inductivo de las ciencias descriptivas y, finalmente, el juzgar de las ciencias exactas objetivas que, trascendiendo más allá de lo inmediatamente experienciado, extrae conclusiones sobre lo no experienciado y al mismo tiempo se remite siempre, sin embargo, al fundamento último de derecho [letzen Rechtsgrund], a donaciones inmediatas de experiencia” (página 57 de la edición española). Sin embargo, Edmund Husserl, en esta misma obra (1910-1911), sostiene que existen, según el esquema desarrollado por la 49 Fenomenología, otras ciencias y modos de conocimiento que surgen del pensamiento llevado a cabo en actitud no-empírica, apriórica o trascendental, y que tratarían de objetividades esenciales, por oposición a las objetividades existentes de modo espaciotemporal en la Naturaleza. A este respecto, opina que: “Hay otro grupo de disciplinas aprióricas, de un carácter esencialmente diferente, de cuyas verdades tienen que hacer uso frecuente las ciencias de la Naturaleza: pienso en la Lógica pura de las proposiciones afirmativas, en la teoría pura de la probabilidad, en la Aritmética pura y, finalmente, en la teoría pura de la multiplicidad […] Si la Lógica formal trata de la verdad de las proposiciones, la idea de proposición no comprende en su generalidad incondicionada únicamente cualquier proposición que tenga un contenido de pensamiento científico-natural, sino proposiciones tales que tengan, por ejemplo, un contenido cualquiera de pensamiento aritmético. Se puede mostrar que los grupos de disciplinas señalados también pueden ser interpretados como una Ontología apriórica universal referida al ser en general pensado” (páginas 63-64 de la edición española). Además, Husserl, en esta obra, se muestra partidario de resucitar la antigua dicotomía entre Psicología empírica y Psicología racional, la cual se correspondería, a grandes rasgos, con la nueva disciplina, por él creada, de la Fenomenología. Siguiendo la estela de Husserl, y en la línea fenomenológico-existencial, Martin Heidegger (1927/1993) considera, en su obra capital Ser y tiempo que la esencia del discurso y del lenguaje radica en su carácter temporal, y a este respecto, declara que: “Ni los tiempos de los verbos, ni tampoco los otros fenómenos tempóreos del lenguaje, como son los “modos verbales” y las “subordinaciones temporales”, surgen del hecho de que el discurso “también” se expresa acerca de procesos “temporales”, es decir, de procesos que comparecen “en el tiempo”. Tampoco tienen su fundamento en el hecho de que el hablar transcurre “en un tiempo psíquico”. El discurso [Logos] es tempóreo en sí mismo, por cuanto todo discurrir que hable sobre…, de… y a… está fundado en la unidad extática de la temporeidad. Los modos verbales arraigan en la temporeidad originaria del ocuparse, se relacione o no con lo intratempóreo. Con el concepto tradicional y vulgar del tiempo, al que la ciencia del lenguaje se ve forzada a recurrir, el problema de la estructura tempóreo-existencial de los modos verbales no puede siquiera ser planteado. Pero, puesto que el discurso discurre siempre acerca del ente, aunque no lo haga primaria ni preponderantemente en el sentido del enunciado teorético, el análisis de la constitución tempórea del discurso y la explicación de los caracteres tempóreos de las estructuras del lenguaje sólo podrán emprenderse cuando el 50 problema de la conexión fundamental entre ser y verdad haya sido desarrollado desde la problemática de la temporeidad. Entonces se podrá también definir el sentido ontológico del “es”, que una superficial teoría de la proposición y del juicio ha desfigurado convirtiéndola en simple “cópula”. Solo desde la temporeidad del discurso, es decir desde la temporeidad del Dasein en general, podrá ser aclarado el “origen” de la “significación”, y hacerse comprensible ontológicamente la posibilidad de una conceptualización” (páginas 365-366) Además, Heidegger, en su obra de 1927 titulada Los problemas fundamentales de la fenomenología (1975/2000) realiza la siguiente afirmación acerca de la esencia de la proposición enunciativa, unidad significativa del pensamiento y del discurso: “La característica primaria de la proposición enunciativa es άπόφανσις , una determinación que ya vio Aristóteles, y en lo fundamental , también Platón. Traducida literalmente, significa la manifestación, el dejar ver algo, tal como es en sí, φαίνει, a partir de sí mismo, άπό. La estructura fundamental de la proposición enunciativa es la manifestación de aquello sobre lo que enuncia. Aquello sobre lo que la oración enunciativa enuncia, lo que es primariamente mentado en ella, es el ente mismo” (página 256). La llegada del siglo XX coincide con una nueva expansión y desarrollo de las investigaciones en Lógica y en Psicología experimental. Diversos lógicos de renombre optaron por la separación tajante entre las investigaciones lógicas y las psicológicas, siguiendo la línea de pensamiento de Frege. En este sentido, Bertrand Russell (1904, citado por Henle, 1962) opina que: “En cualquier parte de la Lógica y de las Matemáticas la existencia de la mente humana o de cualquier otra es totalmente irrelevante; los procesos mentales son estudiados mediante la Lógica, pero el objeto de la Lógica no presupone procesos mentales y sería igualmente verdadero si no hubiera procesos mentales”. Desde el punto de vista de la Filosofía de la Mente, Reinhardt Grossmann (1964) opina que “todos los actos mentales son proposicionales” y que “sus intenciones se expresan por proposiciones completas y no por palabras simples” (página 86), defendiendo, además, una posición realista en la filosofía de la percepción. Más recientemente, Richard Rorty (1979), en su influyente trabajo titulado La Filosofía y el espejo de la Naturaleza resume las diferentes direcciones seguidas por la Psicología, la Lógica formal, la Filosofía de la Mente y la Epistemología en el siglo XX y sostiene que: “Sin embargo, el espíritu festivo que parecía a punto de invadir la Filosofía alrededor del año 1900, quedó cortado de raíz. Igual que la Matemática había 51 inspirado a Platón a inventar el “pensamiento filosófico”, los filósofos más graves volvieron la vista a la Lógica matemática para rescatarla de la sátira exuberante de sus críticos. Las figuras paradigmáticas en este intento de recuperar el espíritu matemático fueron Husserl y Russell. Husserl vio a la Filosofía atrapada entre el “naturalismo” y el “historicismo”, ninguno de los cuales ofrecía la clase de “verdades apodícticas” que Kant había dicho que constituían patrimonio de los filósofos. Russell se unió a Husserl en su denuncia del psicologismo que había infectado la Filosofía de las Matemáticas, y anunció que la Lógica era la esencia de la Filosofía. Llevado por la necesidad de encontrar algo sobre lo que ser apodíctico, Russell descubrió la “forma lógica” y Husserl descubrió las “esencias”, los aspectos “puramente formales” del mundo que permanecían cuando “se ponían entre paréntesis” los aspectos no formales” (páginas 158-159). En el siglo XX ha habido intentos de superar la dicotomía entre la postura psicologista (por ejemplo, de Boole) y la postura logicista (representada por Frege o por Husserl). Una de las principales aportaciones en esta línea la constituyen los trabajos de Jean Piaget, que han tratado de establecer una Psicología y una Epistemología genéticas de corte naturalista y constructivista, en la que la actividad del sujeto desempeña un importante papel en los procesos de construcción del conocimiento científico y lógicomatemático, tratando además, de realizar una síntesis entre ambas posiciones tradicionales (correspondientes al racionalismo y al empirismo, en el plano epistemológico). En los trabajos epistemológicos de Piaget hay numerosas menciones a la posición de la Lógica en el sistema general de las ciencias, e indicaciones de cómo surgen y se desarrollan en el curso evolutivo (filogenético y ontogenético) del sujeto que conoce (Piaget, 1970). Piaget considera que ambos campos (Lógica y Psicología del pensamiento) deben mantenerse separados en principio, pues la Lógica formal constituiría una axiomatización (o reconstrucción ideal) de los niveles más elevados a los que pueden llegar los procesos intelectuales, mientras que la Psicología del pensamiento sería una ciencia empírica que investiga cómo se piensa de hecho. Empero, Piaget establece que pueden existir conexiones entre las dos disciplinas, especialmente en el caso de los sujetos que (como los lógicos y científicos profesionales) disponen de la estructura de pensamiento conocida como “operacional formal” (Piaget, 1952). No obstante, como se indicará más adelante, hoy en día existe evidencia de que esta estructura cognitiva postulada por Piaget no es el último estadio del desarrollo intelectual, sino que podrían 52 existir niveles más avanzados de pensamiento, relacionados con esquemas complejos de tipo dialéctico (Corral Iñigo, 1998; Fernández Berrocal y Carretero, 1995). De este modo, Hoffman (2008) estudia la estructura formal de las operaciones dialécticas y las aplica a la Psicología constructivista de Piaget y de la Escuela de Ginebra, basándose en autores como Riegel y Hegel. Concretamente, este investigador sostiene, en línea con Riegel, que en el pensamiento y en la resolución de problemas, el sujeto recorre de forma libe los cuatro estadios del desarrollo cognitivo propuestos por la escuela constructivista, de acuerdo con las demandas de la tarea que debe ser resuelta. En esta Lógica dialéctica, de aplicación al desarrollo cognitivo humano, se ponen de manifiesto tres leyes fundamentales del pensamiento: 1. La unidad y la lucha entre los opuestos 2. La transformación de lo cuantitativo en cambios cualitativos 3. La negación de la negación Hoffman popone un algoritmo lógico-matemático, basado en la teoría de conjuntos y en la topología modernas, al que encuentra, posteriormente, diversas aplicaciones dentro de la vida mental, en diversas funciones cognitivas, entre ellas, la memoria y el aprendizaje, la inteligencia, el desarrollo cognitivo, el pensamiento cuantitativo y la toma de decisiones relacionadas con el comportamiento, las capacidades creativas y determinados aspectos de la Psicología Social En todo caso, nuestra postura en el presente trabajo de investigación asumirá, a grandes rasgos, las explicaciones piagetianas acerca de las relaciones entre la Lógica y la Psicología, el desarrollo de los conceptos lógico-matemáticos y científicos en el niño, así como su posición general en Epistemología y Teoría del conocimiento. 53 3. LOS PROCESOS LÓGICOS DEL PENSAMIENTO EN PSICOLOGÍA EXPERIMENTAL Y DEL DESARROLLO En general, el campo de los procesos de razonamiento y pensamiento lógico se ha venido dividiendo, tradicionalmente, en tres apartados generales, dependiendo de la estructura lógica (y, en algunos casos, de los requerimientos cognitivos) de las diferentes tareas planteadas. A grandes rasgos, se suele hablar habitualmente de inducción, deducción y resolución de problemas (González Marqués, 1991). Este autor considera (en línea con las hipótesis taxonómicas de Johnson-Laird) que la diferencia entre estos tipos de pensamiento radica en que, mientras que la inducción conduce a un conocimiento sólo probablemente verdadero, los procesos deductivos permiten inferir conclusiones verdaderas necesariamente; en el caso de los procesos inductivos habría un aumento de la información semántica del sistema, mientras que la deducción se movería en un ámbito puramente sintáctico, en el cual no aumentaría la información semántica del mismo. Asimismo, este mismo autor propone una clasificación de diversas tareas de pensamiento lógico basada en esta división, en la cual no se incluye la resolución de problemas, que englobaría situaciones experimentales con una estructura más compleja y no tan bien especificada como en el caso de la deducción o la inducción. De esta manera, dentro de la inducción, González Marqués (op. cit.) contempla los siguientes tipos de procesos: 1) Categorización 2) Conceptualización 3) Detección de la covariación 4) Generalización 5) Razonamiento por analogía 6) Seriación 7) Clasificación 8) Predicción de sucesos y pensamiento estocástico En el apartado de deducción, incluye las siguientes tareas: 1) Problemas de silogismos lineales (inferencia transitiva) 2) Silogismos categóricos 3) Tareas que implican la comprensión de estructuras lógicas proposicionales, como la tarea de selección (condicional) o el problema THOG (disyunción). 54 En esta clasificación de tareas experimentales de pensamiento lógico es discutible, a nuestro juicio, el establecer una dicotomía rígida entre inducción y deducción. Así, al incluir las habilidades de clasificación y categorización en el apartado de inducción, se olvida que a todos estos comportamientos subyace una estructura perteneciente a la lógica de clases (Piaget, 1953), la cual constituye uno de los capítulos más antiguos y estudiados, al menos desde Aristóteles, en el seno de la lógica deductiva (Hilbert y Ackermann, 1973). En este mismo sentido, las tareas de formación de conceptos participan de la deducción tanto como de la inducción, pues existen numerosas pruebas a favor de la importancia de la formación y verificación (o falsación) de hipótesis en estos procesos, en los que se manejarían estructuras lógicas proposicionales (deductivas). En suma, parece claro que no puede hablarse de una distinción rígida entre razonamiento deductivo (lógico) e inductivo (probabilístico), ya que las personas, al ejercitar el pensamiento, emplean parte de sus conocimientos del mundo (almacenados en el sistema de memoria semántica) y, por tanto, tienen en cuenta algo más que la simple estructura formal del problema (su contenido); a la inversa, cuando realizamos actividades de inducción, nos guiamos por expectativas previas y formamos hipótesis, las cuales tienen una forma lógica expresada en términos proposicionales (disyunción, condicional, bicondicional) o categóricos (relaciones entre clases). En cuanto a las actividades de resolución de problemas hay que señalar que tienen una estructura lógica y psicológica más compleja y ponen en práctica capacidades tanto deductivas como inductivas, además de procesos de planificación, memoria de trabajo, atención sostenida, etc. (Martínez Arias, 1991). Dentro de este apartado de resolución de problemas podrían quedar englobadas tareas variadas, como las habilidades aritméticas y geométricas, la inducción experimental de leyes físicas (tarea del péndulo de Piaget e Inhelder), las destrezas en el juego de ajedrez o los naipes, la ejecución en el test de la torre de Hanoi (y sus variantes) o aquellas tareas diseñadas por los psicólogos de la Gestalt con el fin de investigar los fenómenos de “insight” y de “einstellung” (fijeza funcional) (Christensen, 1979; León Carrión, 1995; Inhelder y Piaget, 1955; Wertheimer, 1920, en Delval, 1977; Wertheimer, 1945; Oerter, 1975). A continuación, expondremos de manera esquemática los modelos teóricos más importantes que se han desarrollado en la Psicología cognitiva con el fin de dar cuenta de los procesos lógicos del pensamiento, de diversas habilidades de resolución de 55 problemas y de actividades incluidas en la literatura sobre inteligencia que, generalmente, utilizan tareas de razonamiento y resolución de problemas de diversos tipos. Esta revisión de los modelos teóricos de los procesos de pensamiento (desde la perspectiva de la Psicología cognitiva) estará dividida en dos partes principales: a) En primer lugar, trataremos de los modelos generales propuestos para explicar la totalidad de los procesos intelectuales b) A continuación, haremos referencia a modelos teóricos más restringidos, planteados con el propósito de explicar sólo ciertas clases de procesos lógicos (como el razonamiento sobre series, el categórico, el pensamiento analógico, las habilidades de clasificación y categorización, determinadas tareas de resolución de problemas, etc.). 56 3.1MODELOS GENERALES DE PENSAMIENTO LÓGICO En referencia a los modelos de carácter general propuestos en la Psicología Cognitiva para explicar los procesos de pensamiento, cabe citar como los más significativos, dos: el modelo de Sternberg (englobado en el seno de su teoría triárquica de la inteligencia) y el modelo taxonómico de pensamiento de Johnson-Laird, enmarcado en su teoría de los modelos mentales semánticos (González Marqués, 1991). En referencia al modelo de Sternberg, debe señalarse que se trata de una teoría general de la inteligencia y de la resolución de problemas, en la cual se encuentran incluidas, como sendos subapartados, las capacidades de pensamiento deductivo e inductivo. La teoría triárquica de la inteligencia de Sternberg se compone de tres grandes niveles o subteorías (Martínez Arias, 1991; Fernández Berrocal y Carretero, 1995): a) Subteoría componencial, que engloba determinados procesos cognitivos, denominados componentes, que actúan sobre representaciones simbólicas de objetos y situaciones y que subyacen a la resolución de problemas y el pensamiento b) Subteoría experiencial, que incluye dos grandes tipos de habilidades: la capacidad para manejar situaciones novedosas y la de automatizar el procesamiento de la información. c) Subteoría contextual, dividida en dos teorías, la de la inteligencia práctica y la de la inteligencia social. Las capacidades cognitivas básicas (o componentes) de procesamiento de la información quedan englobadas en la teoría componencial; además, las habilidades de resolución de problemas quedan divididas en fluidas y cristalizadas (siguiendo la terminología factorialista en inteligencia), quedando incluidas las capacidades inductivas y deductivas en la inteligencia fluida, mientras que aquellas habilidades que dependen más estrechamente del conocimiento previo y de los factores culturales estarían clasificadas dentro de la inteligencia cristalizada. Sternberg (1980) clasifica los componentes cognitivos de resolución de problemas según dos grandes criterios: a) Según el nivel de generalidad y, b) según su función; en cuanto al nivel de generalidad, distingue tres tipos de componentes: 1) los generales, aplicables a cualquier clase de tarea de resolución de problemas 57 2) los componentes de clase, aplicables a un conjunto más o menos amplio de tareas 3) los componentes específicos, que se encuentran implicados en tareas singulares. Nótese la afinidad de esta división de los componentes de resolución de problemas con algunas concepciones factorialistas de la inteligencia, especialmente con el modelo jerárquico de Vernon (Eysenck, 1979). Asimismo, Sternberg (1980) considera los siguientes tipos de componentes cognitivos, atendiendo a su función: 1) Metacomponentes: Son aspectos ejecutivos y de control de los procesos cognitivos elementales. Sternberg distingue seis metacomponentes básicos, como por ejemplo, la identificación de una situación problemática, la comprensión de su estructura, la selección de uno o varios tipos de organización y representación de la información, la selección de una estrategia de combinación de los componentes de nivel inferior, la decisión del ajuste entre velocidad y exactitud en la resolución del problema y la monitorización y control de la solución al mismo. 2) Componentes de ejecución: Son los procesos de manipulación y transformación de la información, propiamente dichos. Sternberg postula los siguientes tipos: 2.1) Codificación: Actividad por medio de la cual el sujeto codifica los términos del problema y recupera de la memoria a largo plazo el conocimiento del que dispone acerca de ese tipo de problemas. 2.2) Inferencia: Detección de relaciones entre dos objetos o conceptos, la cual puede ser de tipo concreto o abstracto. 2.3) Cartografiado o “mapping”: Trasvase de información de una situación conocida a la nueva situación problemática. 2.4) Aplicación: En ella, el sujeto usa las relaciones entre los elementos pasados de la situación y la decisión tomada acerca de ellos en el pasado, para tomar decisiones en la actualidad. 2.5) Justificación: Consiste en verificar cuál es la mejor de entre varias alternativas de solución del problema. 2.6) Respuesta: Dependiendo de la situación, puede consistir en la comunicación oral de la solución requerida o cualquier otra forma de ejecutarla, por ejemplo, una respuesta gestual o motriz. 58 3) Componentes de adquisición, retención y transferencia: Los de adquisición implican procesos mediante los cuales se pone a disposición del sistema cognitivo información nueva. Los componentes de retención tienen que ver con la habilidad para recuperar información previamente aprendida desde el sistema de memoria a largo plazo y los componentes de transferencia incluyen procesos de generalización de la información entre un contexto previo y otro nuevo. Respecto de la subteoría experiencial, Sternberg (1984) considera que los componentes de resolución de problemas interactúan con el nivel de experiencia del que el sujeto dispone acerca de situaciones similares. Por ello, en el contexto de esta subteoría son importantes las habilidades para enfrentarse a problemas nuevos, dado que se ha encontrado en diversas investigaciones que los sujetos más capaces en la resolución de problemas son los que poseen mayor flexibilidad a la hora de tratar con situaciones novedosas (característica, por otro lado, de la “inteligencia fluida” de los factorialistas). Además, Sternberg considera que otra habilidad muy relevante en el marco de la teoría experiencial es la de automatizar el procesamiento de la información, con el fin de reservar el máximo de recursos cognitivos para otras tareas nuevas o de mayor relevancia. En referencia a la última subteoría del modelo, la contextual, Sternberg (1984) trata en ella temas de inteligencia práctica e inteligencia social, en relación con aspectos de adecuación a la realidad del contexto socio-cultural del sujeto. En esta subteoría, la inteligencia queda definida como el pensamiento dirigido a una o más metas de comportamiento, incluyendo en ellas la adaptación al ambiente, la conformación del ambiente a las propias exigencias y la selección de ambientes en los que el sujeto actúa. En esta parte de la teoría triárquica se tienen en cuenta los resultados de las investigaciones transculturales y de orientación contextualista. Otra aportación importante al estudio de los procesos intelectuales y de pensamiento la constituye la teoría de los modelos mentales semánticos de JohnsonLaird (1988, en González Marqués, 1991; Fernández Berrocal y Carretero, 1995; González Labra, 1998), el cual establece una taxonomía de los diversos procesos que se pueden calificar como de pensamiento. En un primer nivel, distingue entre procesos dirigidos a meta y procesos no dirigidos a meta (asociación y ensoñamiento). Entre los dirigidos a meta, se pueden distinguir los que persiguen metas deterministas y no deterministas. En el primer caso, estamos ante el llamado “cálculo mental”, mientras que si la tarea tiene una meta no determinista, podemos encontrarnos con situaciones 59 con una estructura bien definida (pensamiento deductivo e inductivo) o mal definida (en cuanto que no estén bien especificadas la situación de partida o la meta, los medios para alcanzarla, etc.) En las actividades con estructura bien definida, puede ocurrir que la solución aporte un incremento de información semántica al sistema cognitivo (pensamiento inductivo) o que no aporte tal incremento (pensamiento deductivo); en este último caso, el proceso de razonamiento se movería (teóricamente) en un ámbito puramente sintáctico. Johnson-Laird (1995 a) se centra fundamentalmente en los procesos de pensamiento deductivo, a los que aplica su teoría de los modelos mentales. Esta teoría pone el énfasis en los aspectos semánticos del pensamiento, es decir, en el significado de los fenómenos descritos en las situaciones problema y no tanto en los aspectos formales de las mismas. En este modelo, se sostiene que al presentársenos un problema o un enunciado textual, formamos un “modelo mental” o representación de la situación descrita en él y de nuestra comprensión del mismo, más que de la forma literal en sí. De esta manera, introducimos conocimiento previo y realizamos inferencias sobre la situación descrita, yendo más allá de los datos presentados. En opinión de Johnson-Laird (1995 a), en el sistema cognitivo de los sujetos no existe ningún tipo de regla, ni de carácter formal (como en los modelos de lógica mental), ni dependientes del contexto (como en las teorías que ponen el énfasis en los aspectos pragmáticos, ejemplificados en los trabajos de Cosmides y colaboradores). En este modelo se propone una descripción de los mecanismos psicológicos que se ponen en funcionamiento al resolver un problema de razonamiento deductivo, el cual presentaría hipotéticamente, una secuencia de tres estadios (Santamaría, 1995; Fernández Berrocal y Carretero, 1995): 1. Interpretación de las premisas: Se elabora un modelo sobre el estado de cosas representado en las premisas, que dependerá de la naturaleza del problema y de su estructura lógica. Así, para un problema de relaciones espaciales como “Juan está a la izquierda de Pedro y éste a la izquierda de Andrés”, “¿cuál es la situación de Juan y Andrés?” Se formaría una representación del tipo JUAN PEDRO ANDRÉS. 2. Formulación de una conclusión que satisfaga el modelo: Consiste en avanzar algo concordante con el modelo mental, pero no contenido directamente en las premisas. 60 3. Búsqueda de modelos alternativos: Se trataría de construir representaciones alternativas que satisfagan las premisas y que hagan falsa la conclusión. En caso de que no pueda realizarse otro modelo mental alternativo, se responde con la conclusión anterior. Si existen otros modelos, el sujeto puede considerarlos más o menos exhaustivamente y aceptar la conclusión de manera probabilística. La seguridad de la conclusión será mayor cuantos más modelos alternativos de las premisas se hayan considerado. Johnson-Laird y Byrne (1991, en Santamaría, 1995) han propuesto una relación de los modelos mentales construidos para el caso del razonamiento proposicional y el silogístico. Así, presentan la siguiente lista correspondiente a algunas conectivas lógicas binarias, en donde p y q son las representaciones de las respectivas proposiciones y los corchetes hacen referencia a que están representadas exhaustivamente CONECTIVA MODELOS MENTALES Conjunción (p y q) [p] [q] (p ∧ q) En este caso, el modelo mental hace referencia a que la conectiva toma valor de verdad 1 cuando son verdaderas ambas proposiciones, p y q, siendo falsa en cualquier otro caso. CONECTIVA MODELOS MENTALES Disyunción inclusiva (p o q, o ambas) (p ∨ q) [¬p] [q] [p] [q] [p] [¬q] Los modelos mentales correspondientes en este caso indican que la conectiva toma valor 1 (verdad) en los tres casos representados, a saber, cuando al menos una proposición (o ambas) son verdaderas. CONECTIVA MODELOS MENTALES Disyunción exclusiva (p o q, pero no ambas) (p ⏐ q) [p] [¬q] [¬p] [q] En este caso, los modelos mentales hacen referencia a que la conectiva es verdadera cuando una proposición es verdadera y la otra falsa, y viceversa. 61 CONECTIVA MODELOS MENTALES Condicional (si p, entonces q) [p] [q] (p →q) [¬p] [q] [¬p] [¬q] Los modelos mentales de esta conectiva expresan que este operador lógico toma valor 1 (verdadero) en todos los casos excepto cuando el antecedente es verdadero y el consecuente es falso. En cuanto a los modelos mentales creados para el caso de los procesos de razonamiento silogístico, serían los siguientes: RELACIÓN CATEGÓRICA MODELOS MENTALES Universal Afirmativa Todos los A son B (A) [A] B [A] B Universal Negativa Ningún A es B (E) [A] [A] [B] [B] Particular Afirmativa Algunos A son B (I) A B A RELACIÓN CATEGÓRICA B MODELOS MENTALES Particular Negativa Algunos A no son B (O) A A A [B] [B] Como ejemplo, en la relación categórica A (Todos los A son B) se puede comprobar que, efectivamente, todos los elementos del conjunto A son miembros del conjunto B, pero hay miembros del conjunto B que no pertenecen al conjunto A (es decir, no se admite la conversión de las premisas). 62 En general, en el caso de las relaciones categóricas se procede de manera similar al de las relaciones proposicionales, construyendo un modelo mental sobre la información de las premisas, formulando una conclusión provisional de acuerdo con él y buscando contra-ejemplos que falsen la conclusión. En caso de que no se encuentren modelos alternativos, o no se consideren todos, por la sobrecarga de la memoria de trabajo, se elegirá una conclusión determinada que puede ser total, o sólo aproximadamente, válida. A continuación, expondremos determinados modelos propuestos para dar cuenta de la ejecución de los sujetos ante ciertas tareas concretas de pensamiento (deductivo e inductivo) y resolución de problemas. Estos modelos se caracterizarán por un menor nivel de generalización que los expuestos hasta ahora y tratarán de describir y explicar la manera por la cual los sujetos humanos realizan inferencias lógicas, matemáticas y probabilísticas, efectúan operaciones de abstracción y conceptualización y resuelven problemas de cualquier tipo, tanto de carácter abstracto como práctico y cualquiera que sea el formato de representación de los términos del mismo. 63 3.2 INVESTIGACIONES RELATIVAS AL RAZONAMIENTO DEDUCTIVO Un primer tipo de tareas incluidas en esta clase de actividades cognitivas es el de las series de tres términos o silogismos lineales. Se han construido varias teorías con el fin de explicar el comportamiento ante estos problemas, tanto desde el punto de vista diacrónico como sincrónico. Desde el punto de vista diacrónico (o evolutivo), debe tenerse en cuenta que autores como Jean Piaget (1953; 1967) o Bärbel Inhelder (1974) postulan que la capacidad básica para resolver este tipo de problemas no se encuentra suficientemente desarrollada hasta los siete años por término medio (estadio de las operaciones concretas), hallándose significativamente relacionada con el aprendizaje de las nociones de conservación e inclusión de clases lógicas. Por otra parte, y desde un punto de vista sincrónico (que es el característico de la Psicología Cognoscitiva), podemos hacer referencia a varios modelos conceptuales propuestos para explicar la actuación de los sujetos adultos ante este tipo de problemas. Así, siguiendo a JohnsonLaird (1972), se podría hablar de tres modelos teóricos principales. Uno de ellos (el primero en cuanto a su origen histórico) es el propuesto por Hunter y conocido como operacional. En este modelo, se postula que en la resolución de silogismos lineales, los sujetos aplican el llamado “principio fundamental de inferencia” de William James (1890, edición española de 1989), que consiste simplemente en que, ante una cadena del tipo a<b<c<d... se pueden eliminar el o los términos medios de forma que la conclusión se extrae de manera inmediata. En el caso de que el silogismo no siga el orden natural, Hunter propone que se realizan dos tipos de operaciones cognitivas: la reordenación de las premisas y la conversión de las mismas. Un caso de conversión sería el siguiente: A>B; C<B; en un silogismo como este, debe convertirse la segunda premisa en B>C, para que pueda resolverse eliminando el término medio. La otra operación mental que contempla el modelo es la reordenación, como en el caso de B<A; C<B, en el cual la segunda premisa debe colocarse en primer lugar, de modo que el silogismo quede en la forma C<B, B<A, pudiendo, una vez más, eliminarse los términos medios. El modelo predice que deben ser más difíciles los problemas que impliquen dos de estas operaciones, que los que sólo requieran la aplicación de una de ellas y éstos, a su vez, más difíciles que los que no demanden ninguna operación (A>B, B>C o C<B, B<A). En Johnson-Laird (1972) se exponen los otros dos modelos “clásicos” de series de tres términos, propuestos a continuación que el de Hunter, esto es, el modelo de la imagen de De Soto y colaboradores y el modelo lingüístico de Herbert Clark. 64 En el primero de estos modelos, se supone que, en la resolución de estos problemas, el sujeto se forma una imagen mental de carácter visuo-espacial y coloca en orden vertical (de arriba hacia abajo) u horizontal (de izquierda a derecha) una representación simbólica de las premisas. Así, una premisa del tipo “Juan es más estudioso que Pedro” se representaría colocando a Juan en una posición más elevada (en un eje vertical) que Pedro. El modelo sugiere que los sujetos, en este tipo de problemas prefieren trabajar en dirección arriba-abajo en vez de abajo hacia arriba; por ejemplo, refieren una estructura del tipo A>B, B>C a otra como C<B, B<A, contrariamente a lo predicho por el modelo anterior, en el cual ambas representaciones son equivalentes en dificultad; una explicación de esta preferencia direccional puede radicar (al menos en sujetos pertenecientes a la cultura occidental) en los hábitos de escritura practicados, que coinciden (de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo) con los efectos encontrados por De Soto en los procesos imaginativos visuales ante esta clase de problemas. El último modelo “clásico” propuesto para explicar el comportamiento ante estos problemas es el lingüístico de Herbert Clark (Bolton, 1972). Este modelo supone que el proceso deductivo es análogo al proceso de comprensión del lenguaje, considerándose, por tanto, este tipo de tareas como directamente relacionadas con el campo de la Psicolingüística Cognitiva. Así, un principio importante es el de “marcado léxico”, que implica que no son equivalentes expresiones como A es mejor que B y B es peor que A. El segundo de estos enunciados está marcado léxicamente, esto es, indica una zona específica de la escala en la que se ubican los términos comparados, en este caso en la zona inferior de la misma, a diferencia del primer enunciado, que no especifica qué región de la escala es la relevante. De esta manera, un enunciado con un comparativo marcado se interpretaría de la siguiente manera; B es más malo; A es menos malo (pero ambos son malos, en última instancia). En general, pues, serían más difíciles de realizar aquellos silogismos que se componen de comparativos marcados, que los que están constituidos por otros que no lo están. El problema es que la investigación experimental no ha resuelto satisfactoriamente la cuestión de qué modelo teórico es más correcto en cuanto al ajuste de los datos experimentales (sobre todo, entre el modelo de la imagen y el modelo lingüístico de Clark); es posible que ambas caracterizaciones sean parcialmente correctas, dependiendo del estilo cognitivo o dominancia hemisférica predominante en los diversos sujetos, así como respecto a otras variables diferenciales importantes en los procesos cognitivos, como el género. 65 Existen intentos de conciliar los modelos de la imagen y lingüístico. Así, Sternberg (1980, en Santamaría, 1995) propone un modelo de carácter mixto para los silogismos lineales. En forma esquemática, el modelo de Sternberg puede resumirse en los siguientes estadios de procesamiento: 1. Comprensión de la primera premisa: a) Codificación proposicional (según el modelo de Clark); b) Construcción de una representación espacial 2. Comprensión de la segunda premisa (con los mismos estadios que la primera) 3. Integración de las premisas 4. Búsqueda de la respuesta En nuestra opinión, la posición teórica más sólida en este tema es la representada por el modelo lingüístico. Por varias razones, estos procesos cognitivos se encuentran estrechamente ligados al lenguaje. Así, considerando el tipo de material sobre el que se razona (habitualmente verbal en este tipo de experimentos), hay que postular que, al menos una parte del procesamiento inicial de la información sigue las rutas establecidas por la investigación psicolingüística en el área de la comprensión del lenguaje. No obstante, cierto es que puede existir un procesamiento posterior de alto nivel, el cual, una vez desprovisto de los componentes puramente verbales, operaría exclusivamente con símbolos abstractos y conceptuales, de carácter lógico-matemático, que no serían fenomenológicamente accesibles a la conciencia del sujeto que resuelve el problema. Por otro lado, existen resultados experimentales en Neuropsicología, que apoyan la participación preferente de las áreas del lenguaje del hemisferio cerebral izquierdo en algunos tipos de procesos lógico-deductivos (Goel, Gold, Kapur y Houle, 1997), aunque dichas conclusiones distan de ser definitivas, pues, como intentaremos demostrar en el presente trabajo de investigación, dichos resultados pueden depender, en gran medida, de la estructura lógica de las tareas planteadas, en interacción con el tipo de material (verbal o pictórico) empleado. Otro tipo de problema lógico habitualmente empleado en la investigación sobre pensamiento deductivo es el de los silogismos categóricos, cuyo planteamiento inicial en Occidente tiene su origen en los escritos de Aristóteles, especialmente en el Organon (Reale, 1982; Hirschberger, 1961). Este tipo de cuestiones requieren del sujeto razonar acerca de relaciones entre términos incluidos en clases o categorías lógicas (formalizadas actualmente por medio de la teoría axiomática de conjuntos, véase 66 Badesa, Jané y Jansana, 1998; para una exposición detallada de los trabajos clásicos de esta temática en Psicología del pensamiento, véase Wason y Johnson-Laird, 1972). En esta clase de problemas resulta frecuente que los sujetos contesten a los mismos cometiendo un gran número de errores y no ateniéndose por regla general (aparentemente) a las prescripciones de la Lógica. No obstante, esta problemática se corresponde, en parte, con aquellas consideraciones generales apuntadas al tratar la cuestión general de las relaciones entre la Lógica y la Psicología del pensamiento. De este modo, dependiendo de la posición epistemológica adoptada en lo referente a esta cuestión, podremos considerar que estos errores se derivan directamente de una deficiente competencia lógica por parte de los sujetos o bien, será posible considerar estos errores como derivados de fallos en otros aspectos del funcionamiento cognitivo, por ejemplo, limitaciones en la capacidad de la memoria de trabajo, dificultades para considerar muchas alternativas compatibles con la información incluida en las premisas, interpretación inadecuada de los términos del problema, sesgos motivacionales derivados del contenido del mismo, introducción de premisas suplementarias (implícitamente) por parte del sujeto que razona, dificultad para aceptar la tarea en términos estrictamente lógicos y no, por ejemplo, probabilísticos o empíricos, etc. (véase, para una exposición detallada de estos aspectos, Henle, 1962). Una interpretación de la actuación de los sujetos ante estas tareas, de carácter marcadamente no lógico, la constituye la hipótesis del “efecto atmósfera” de Woodworth y Sells (1935), en la que se propone que los sujetos, al efectuar un razonamiento de este tipo, se guían por la “atmósfera” creada por las premisas, más que por una interpretación rigurosa de las mismas. Estos autores contemplan dos principios fundamentales que regirían la ejecución de los sujetos experimentales: una es que, si una de las premisas tiene una atmósfera universal, la conclusión lo será igualmente. Además, si hay alguna premisa particular, afirmativa o negativa, también lo será la conclusión. Estos dos principios constituyen la hipótesis del “efecto atmósfera”. Otro postulado de esta explicación lo constituye el principio de la “cautela”, por la que parece más sensato elegir una conclusión particular antes que una general, si una de las premisas tiene, por ejemplo, carácter particular. En este trabajo, Woodworth y Sells (1935) predicen que las conclusiones de los silogismos categóricos tenderán a ajustarse a la siguiente estructura: 1. Premisas AA-Æ Conclusión A 2. Premisas AE o EAÆ Conclusión E 67 3. Premisas AI, IA o IIÆ Conclusión I 4. Premisas AO, OA, EI, EO, OE, IO, OI, OOÆ Conclusión O (Siendo A Universal Afirmativa, E, Universal Negativa, I, Particular Afirmativa y O, Particular Negativa). Esta interpretación del pensamiento silogístico es, como queda apuntado, de carácter no-lógico y sólo explica los errores, pero no los casos en que los sujetos contestan de forma consistente con las reglas de la Lógica (Ceraso y Provitera, 1971). Otra explicación alternativa, más acorde con la interpretación lógica es la de Chapman y Chapman (1959), según la cual el efecto atmósfera se explicaría por que los sujetos razonarían de manera lógica sobre unas premisas convertidas de manera ilícita. Por ejemplo, algunos sujetos considerarían equivalentes Algunos A no son B y Algunos B no son A, y Todo A es B como equivalente a Todo B es A, puesto que es lícita la conversión de los otros dos tipos de premisas (E e I). De este modo, una vez aplicada la conversión, se aplicaría un procedimiento deductivo correcto sobre unas premisas equivocadas, proceso que sería responsable de los errores. Mary Henle (1962) también es de la opinión de que, en el razonamiento silogístico, los errores provienen más de una interpretación inadecuada de las premisas, que de un proceso de pensamiento incorrecto en sí. Además, esta autora menciona la posibilidad de que existan fallos de las funciones lógicas derivados de factores tales como una incapacidad para aceptar la tarea en términos estrictamente lógicos o la introducción subrepticia de premisas suplementarias por parte del sujeto (no explícitamente mencionadas). En este mismo sentido, también puede citarse el papel de los factores de carácter motivacional y actitudinal a la hora de introducir sesgos en el pensamiento y en las funciones cognitivas en general (Morgan y Morton, 1944; Henle, 1955; Henle y Michael, 1956), que en el caso del razonamiento silogístico pueden jugar también un papel importante, dependiendo de las actitudes y emociones experimentadas por el sujeto con respecto al contenido temático del material presentado y sus opiniones acerca del mismo. Un modelo teórico propuesto para explicar la actuación de los sujetos ante tareas de silogismos categóricos es el de Erickson (1974, en Santamaría, 1995). Este autor se muestra de acuerdo con la hipótesis básica de que los errores cometidos por los sujetos ante estas tareas se deben, fundamentalmente, a una deficiente interpretación de las premisas. Erickson es de la opinión de que las personas manejamos mentalmente, al 68 resolver este tipo de problemas, representaciones basadas en círculos de Euler-Venn; por ello, utiliza un paradigma experimental en el que se pide a los sujetos que construyan una serie de diagramas con el propósito de representar las premisas de los silogismos. A partir de sus investigaciones, propone un modelo teórico que consta de tres estadios de procesamiento: 1. Interpretación de las premisas: Es en esta fase en la que se pueden producir los errores, dado que se trata de la traducción de las premisas a un diagrama de Euler-Venn, en cuyo caso se suelen considerar una o unas pocas posibilidades a las que dan lugar dichas premisas, en lugar de tener en cuenta todas las posibilidades alternativas. 2. Combinación de las premisas: En este estadio se produce el análisis conjunto de ambas premisas, combinándolas. Es el componente estrictamente lógico del modelo y, puesto que existe un gran número de posibilidades en cuanto a la conclusión, los sujetos pueden seguir dos vías, una que implica la combinación exhaustiva de todas las premisas (poco plausible psicológicamente, debido fundamentalmente a limitaciones en la memoria de trabajo) y otra que supone la elección al azar de una o de unas pocas combinaciones de premisas para su análisis. 3. Elección de la forma verbal adecuada para efectuar la respuesta. Existen propuestas de explicación del pensamiento silogístico posteriores al modelo de Erickson. Una de ellas la constituye el modelo de resolución de problemas lógicos de Newell (1981, en González Labra, 1998), que emplea representaciones de las premisas y la conclusión basadas en diagramas de Venn. Newell propone que la combinación de premisas y conclusión tiene lugar por medio de representaciones de conjuntos, de acuerdo con unas reglas de combinación de las cadenas de símbolos formados. Se trata de una propuesta estrictamente teórica, en la que no se ofrecen datos empíricos ni predicciones de respuesta de los sujetos ante cada problema lógico concreto. Lo que sí parece plausible es que la utilización de diagramas de Venn y la representación de conjuntos es una alternativa compatible con otros acercamientos al problema por parte del sujeto. Resulta posible pensar que esta estrategia de pensamiento puede tener lugar, especialmente, en personas con alguna formación en Lógica Formal o Álgebra, mientras que en el caso de sujetos más ingenuos, pueden proceder de acuerdo con estrategias alternativas. 69 Las propuestas recientes del razonamiento silogístico se inscriben en el seno de la teoría de los modelos mentales semánticos de Johnson-Laird (por ejemplo, JohnsonLaird y Byrne, 1991, en González Labra, 1998). Este modelo constituye un marco general para el estudio de los procesos de pensamiento lógico y resolución de problemas, que ha sido aplicada con éxito incluso a otros ámbitos distintos del original, como el razonamiento probabilístico o la toma de decisiones (Artieta Pinedo y González Labra, 1998 a y b), no obstante haber sido concebida originariamente como una explicación de las actividades de pensamiento silogístico. La teoría de Johnson-Laird propone que, posteriormente a la comprensión de las premisas, se produce la construcción de una representación semántica de la información contenida en las mismas, resultando crucial en el modelo, la búsqueda ulterior de modelos alternativos de la representación original que pueden falsar la conclusión. A nivel neuropsicológico, Johnson-Laird (1995 b) propone que, en el proceso de construcción de representaciones alternativas, resulta dominante la actividad del hemisferio cerebral derecho. Resulta muy probable que este aserto sea correcto, dado que, a nivel neurolingüístico se conoce que dichas estructuras neurológicas participan en mayor o menor grado en diversos aspectos del lenguaje (especialmente semánticos), así como en otros procesos complejos, como la comprensión de metáforas, el procesamiento de las proposiciones con doble sentido o el humor (Junqué y Barroso, 1994; Kolb y Whishaw, 1996; Gil, 1996). En referencia a los procesos de pensamiento implicados en la resolución de problemas con estructura proposicional, han sido realizadas diversas investigaciones sobre algunas conectivas (especialmente, la negación, la disyunción y el condicional), en donde se destaca fundamentalmente, tres paradigmas experimentales diferentes: a) El inspirado por los trabajos de Piaget y la escuela de Ginebra, centrados en el desarrollo del pensamiento lógico-formal y la comprensión de las estructuras proposicionales (o Grupo INRC, véase Piaget, 1967; Piaget e Inhelder, 1969; González Carlomán, 1991). Se trata de una aproximación evolutiva, en la que se enfatiza el proceso de construcción activa de las operaciones lógicas, cuyo origen se encontraría en las coordinaciones entre esquemas sensoriales y motrices que el lactante pone en práctica con anterioridad al surgimiento de la función representativa o “simbólica” (también denominada a veces, “semiótica”), y que tendría una continuación natural durante todo el desarrollo del niño hasta llegar al pensamiento 70 formal, estado de equilibrio hacia el que tiende la construcción progresiva de las operaciones lógicas. Los paradigmas experimentales utilizados desde esta aproximación suelen incluir tareas de tipo manipulativo, sin demasiada acentuación del factor verbal (tarea del péndulo de Inhelder y Piaget, tarea de la balanza, tarea de cuantificación de probabilidades, tareas que implican el uso de nociones combinatorias, etc.; véase Inhelder y Piaget, 1955; Longeot, 1978). b) Otra aproximación a que nos referíamos, la representa el paradigma de la Psicología cognoscitiva actual, que emplea lo que se conoce como “tarea de selección de Wason” o “de las cuatro tarjetas” (Wason, 1968). Este tipo de acercamiento se concentra más en los aspectos lógico-lingüísticos y formales de las tareas planteadas, exigiendo, generalmente, un procesamiento más controlado, consciente y explícito, por oposición a los tipos de problemas planteados por la orientación piagetiana (más centrada en aspectos manipulativos e implícitos). c) Por otro lado, existen acercamientos lógico-computacionales, provenientes del campo de la Inteligencia Artificial (Schank y Abelson, 1977) que también han tratado el problema de las relaciones entre el pensamiento y la comprensión del lenguaje, por medio de la aplicación de modelos teóricos basados en el empleo de una semántica computacional, acompañada de la utilización de inferencias con estructura (generalmente) condicional, análogas a las empleadas por los ordenadores electrónicos en sus cálculos. Respecto a la mencionada “tarea de selección de Wason”, es sabido desde hace bastante tiempo que presenta un alto grado de dificultad psicológica, a pesar de la sencillez de su estructura lógica (Bolton, 1972; Cohen, 1977). En concreto, exige la comprensión de la conectiva lógica conocida como “condicional” o “implicación material”, que se presenta como un enunciado hipotético del tipo si p, entonces q (simbolizado por p →q). Es conocido, desde los primeros trabajos de Peter Wason en la década de 1960, que esta tarea presenta un alto índice de dificultad, dado el porcentaje de sujetos que actúan en ella de forma no congruente (aparentemente) con la Lógica formal. En esta tarea, que se plantea como la verificación de un enunciado condicional (con contenido tanto concreto como abstracto), se pone de manifiesto una acusada tendencia por parte de personas adultas, sanas e inteligentes, a confirmar, en vez de a falsar, la regla que se presenta (escogen, por regla general, las tarjetas correspondientes 71 a la combinación de p∧q o solamente p, en vez de p∧¬q, como prescribe la Lógica formal; sin embargo, para los factores que facilitan la correcta actuación en este problema, véase González Labra, 1998). Este hallazgo parece ir en contra de la afirmación de Piaget de que, en general, los adultos normales (a partir de los quince años), se encuentran en posesión de la estructura de pensamiento denominada operacional formal, caracterizado, entre otros aspectos, por la comprensión de enunciados proposicionales y el acceso a la combinatoria formal (caracterizada, a nivel lógico-algebraico, por el Grupo INRC) (Piaget, 1953; Inhelder y Piaget, 1955). Han sido avanzados, además, varios intentos de explicación de estos resultados experimentales; por ejemplo, Wason (1968) opina que los sujetos suelen enfrentarse a este problema con la creencia implícita de que un enunciado condicional puede tener tres consecuencias: p∧q es verdadero, p∧¬q es falso y ¬ p con q o ¬q es irrelevante (obsérvese que considerada de esta forma, la tabla de verdad del condicional difiere de la forma establecida por la Lógica formal convencional). Así, se puede entender por qué es afirmado el consecuente (q es seleccionada con objeto de comprobar si se asocia con p, haciendo que el condicional sea verdadero) y también permite explicar por qué es tan inusual que se produzca la negación del antecedente, dado que el valor de ¬p es irrelevante para comprobar la veracidad o falsedad del enunciado condicional. Otra explicación plausible de estos hallazgos consiste en afirmar que los sujetos presentan, generalmente una fuerte tendencia a confirmar en vez de a falsar los enunciados hipotéticos o condicionales. Una interpretación alternativa que se ha ofrecido con el fin de explicar el fracaso ante la tarea de selección es la del llamado “sesgo de emparejamiento” o “matching bias”, propuesto por Evans (Evans y Newstead, 1995). En ella, se insiste en afirmar que los sujetos no resuelven el problema por medio de una inferencia lógica, sino mediante una estrategia mucho más primitiva e irracional, cual es la de seleccionar los términos mencionados en el enunciado. Esta hipótesis se ha tratado de combinar con los resultados de las primeras investigaciones de Wason de la década de 1960, dando lugar a la llamada “teoría del proceso dual” del pensamiento deductivo. Según ella, las verbalizaciones de los sujetos (procesos de tipo 2) tienen la función de racionalizar elecciones originadas por procesos que se desenvuelven en un nivel inconsciente (procesos de tipo 1) y que son los que verdaderamente causan el emparejamiento en la tarea de selección (nótese la analogía sorprendente con la distinción establecida por Freud en su clásica monografía, titulada La interpretación 72 de los sueños, entre procesos psíquicos primarios y secundarios (Freud, 1900, edición española de 1997). Se han ofrecido numerosas explicaciones alternativas de la conducta ante la tarea de selección, distintas de las anteriores. Por ejemplo, se puede mencionar la perspectiva de la llamada “lógica mental”, que postula que el pensamiento deductivo sigue, en términos generales, las leyes prescritas por la Lógica formal y que los errores cometidos por los sujetos ante estos problemas están causados más bien por una mala interpretación de las premisas o limitaciones atencionales, de memoria de trabajo, etc., más que por un proceso de pensamiento incorrecto en sí. Como ejemplo de estas teorías pueden citarse la de Braine (1978) o la explicación ofrecida por O´Brien (1995). O´Brien (1995) apuesta por la hipótesis logicista en la interpretación de los procesos de razonamiento deductivo, en general. Admite que la Lógica mental no es exactamente igual a la Lógica que se expone en los manuales de esta disciplina y que las habilidades lógicas que poseen la mayoría de los sujetos tienen un carácter limitado, en el que también ejercen influencia los factores extralógicos. Ahora bien, aparte de estas consideraciones, O´Brien opina que, en general, los sujetos humanos disponemos de un repertorio de reglas lógicas (sintácticas) de carácter general, que utilizamos al razonar acerca de una gran variedad de problemas y situaciones. No obstante, estas reglas de inferencia lógica coexisten con reglas de inferencia pragmáticas, como las que ponemos en marcha ante la comprensión de textos, por ejemplo. Este autor considera que sólo cuando la dificultad del problema es de tal magnitud que los sujetos no pueden resolverlo aplicando las reglas de inferencia lógica (o esquemas de inferencia, como él las denomina), se ponen en funcionamiento los heurísticos, los sesgos y toda una serie de actividades no concordantes con las reglas de la Lógica. De esta manera, O´Brien sostiene que la tarea de selección de Wason tiene tal dificultad que es normal que los sujetos la resuelvan mal, debido a que no puede ser resuelta por medio de una rutina general de inferencia, sino que exige “orquestar” una sofisticada estrategia deductiva, que impone una pesada carga al sistema cognitivo, en términos de recursos de procesamiento de información. Así, O´Brien (op. cit.) muestra los pasos que deben ser seguidos en un proceso de deducción correcto (referido a esta tarea), y que según pone de manifiesto, envuelve numerosos pasos hasta conseguir la solución final. Otra aproximación diferente es la que defiende la existencia de reglas de inferencia sensibles al contexto, en la cual cobran importancia los factores pragmáticos, así como el conocimiento previo de la situación por parte del sujeto (Santamaría, 1995). 73 Esta perspectiva postula que dicho conocimiento semántico del sujeto, así como las inferencias que realiza a partir del mismo tienen una importancia capital para explicar las actividades de resolución de estos problemas. Como muestra de estos modelos, se pueden citar los de Holyoak y Cheng (1995), así como la teoría del contrato social de Leda Cosmides (Tooby y Cosmides, 1989 a y b). Estas teorías hacen uso de las nociones de esquema, guión y marco, que son estructuras de conocimiento almacenadas en la memoria semántica y que guían la comprensión de las situaciones de la vida cotidiana. Según estos modelos, utilizaríamos dichas reglas contextuales en el razonamiento acerca de actividades que implican obligaciones, permisos y otras actividades de carácter pragmático, movilizándose todo el conocimiento semántico y pragmático del que disponemos referente a situaciones análogas. Esta sería una razón que explicaría la influencia beneficiosa de los contenidos temáticos y, sobre todo, de aquellos enunciados que implican permisos y obligaciones de tipo social. Estas reglas se habrían ido adquiriendo, en el caso del modelo expuesto por Holyoak y Cheng, en el curso del desarrollo individual en relación con los intercambios sociales. En cuanto a la teoría del contrato social de Cosmides, puede decirse que se trata de un modelo análogo al anterior en cuanto a que defiende la existencia de reglas sensibles al contexto social; sin embargo, a diferencia de él, considera que el razonamiento proposicional, como todos los procesos cognitivos, tiene su génesis en las condiciones ecológicas filogenéticas de la evolución humana durante el Pleistoceno, en la cual cobraron valor de supervivencia determinadas habilidades de detección del engaño en los intercambios sociales en lo referente a obligaciones (presuntamente no cumplidas), costes y beneficios. Así, se postulan mecanismos psicológicos muy determinados por factores innatos y que se caracterizarían por poseer especificidad de dominio en relación con determinadas situaciones y contenidos cognitivos, circunstancias que explicarían la facilitación del pensamiento deductivo ante materiales realistas y de carácter social. Recientemente, Sloutsky y Goldvarg (2004) han ofrecido una interpretación de los procesos de razonamiento deductivo, en general, y proposicional, en particular. Estos autores toman como referencia la teoría de los modelos mentales semánticos de Johnson-Laird (antes mencionada) para hipotetizar que los errores, frecuentemente hallados , en el procesamiento de algunas de las conectivas lógicas binarias (en especial, 74 la disyunción y el condicional) derivan de la tendencia, espontánea en la mayoría de los sujetos normales, a construir una única representación “minimalista” del estado de cosas representado en la proposición considerada; de este modo, el procesamiento de la conjunción resulta más sencillo que el de las otras conectivas proposicionales, a causa de que éstas implican la construcción de múltiples representaciones compatibles entre sí, de modo que, en muchos casos, la disyunción y el condicional son interpretados erróneamente como conjunciones. Por último, deben mencionarse los diferentes modelos elaborados para explicar el razonamiento condicional, desde el enfoque de la teoría de la relevancia de Sperber y Wilson (en González Labra, 1998), considerando que las inferencias condicionales y en general, los procesos cognitivos, se guían por la información que se considere relevante, dependiendo esta relevancia de la expectativa acerca de los costes y beneficios cognitivos y de los efectos de esta información para el sujeto. Existen, asimismo, modelos cognitivos de este tipo de procesos, que consideran que la relevancia es el resultado de un juicio probabilístico, en el que, además, se establece una comprobación de hipótesis relativas a la información que tiene que ver con el proceso de razonamiento en cuestión, por medio de un modelo de inferencia bayesiano (Oaksford y Chater, 1994, en González Labra, 1998). 75 3.3INVESTIGACIONES EN EL CAMPO DE LA FORMACIÓN DE CONCEPTOS Y CATEGORIZACIÓN Además de los procesos de razonamiento deductivo revisados hasta aquí, el sistema cognitivo humano posee otras formas de procesar la información y efectuar inferencias. De esta forma, nos referiremos también a las funciones catalogadas habitualmente como de razonamiento inductivo, así como a los procesos de resolución de problemas y los trataremos con el convencimiento de que, en el fondo, comparten la mayoría de los componentes básicos apuntados al tratar el pensamiento deductivo. Existe cierta controversia teórica acerca de si las inferencias inductivas se rigen por modelos normativos (Teoría de la probabilidad) (Cosmides y Tooby, 1996) o bien están guiadas por sesgos y heurísticos que distorsionan la información (Kahneman y Tversky, 1973). Si optamos por la primera alternativa, debemos asumir que el razonamiento inductivo sigue las leyes estadísticas generales, mientras que si lo hacemos por la segunda opción, habremos de describir en detalle la naturaleza de los procesos cognitivos que distorsionan dicha información y la apartan, en su caso, de las predicciones de la Teoría de la Probabilidad. Por otro lado, como se indicó al enumerar los tipos de actividades incluidos bajo el término general de pensamiento lógico o actividad intelectual, una de las más importantes la constituyen los procesos de categorización, formación de conceptos y clasificación. Dichas actividades suelen ser consideradas comúnmente como características del pensamiento inductivo, aunque es muy probable que participen en su funcionamiento componentes tanto deductivos como inductivos. Bruner, Goodnow y Austin (1956, en Cohen, 1977) definen el comportamiento conceptual de la siguiente manera: “Categorizar es expresar cosas discriminablemente diferentes [perceptivamente diferentes] como equivalentes; agrupar los objetos, acontecimientos y personas de nuestro alrededor en clases, y responder de ellos en términos de su pertenencia a una clase más que a su carácter único”. De la misma manera, para Oerter (1975), los conceptos serían reglas de clasificación que permiten agrupar los objetos según ciertas notas o atributos comunes a todos los miembros de la categoría. En el presente trabajo de investigación defendemos, en vista de las consideraciones anteriores (especialmente, de la definición de Bruner, Goodnow y Austin) que el comportamiento conceptual y las actividades de clasificación y categorización pueden considerarse como conteniendo procesos complejos, de carácter tanto deductivo como inductivo. Su 76 componente deductivo estaría representado por los procesos que, desde un punto de vista lógico suelen estudiarse en el capítulo de Lógica de clases de la mayoría de tratados de Lógica formal disponibles en la actualidad (véanse, por ejemplo, los de Hilbert y Ackermann, 1972; Ferrater Mora y Leblanc, 1962) y que se encuentran formalizados desde un punto de vista matemático por medio de la moderna teoría de conjuntos (Badesa, Jané y Jansana, 1998). A este respecto, no debe olvidarse que el primer tratado de Lógica formal de la tradición occidental, el Organon aristotélico, fue concebido por su autor como una teoría de las relaciones entre clases lógicas y ha sido traducido al simbolismo moderno por ejemplo, por Łukasiewicz (Łukasiewicz, 1957; Agazzi, 1964). Además, la Escuela de Ginebra, con Jean Piaget al frente, sostiene, en su caracterización del desarrollo del pensamiento lógico, que la comprensión implícita de las nociones básicas de lógica de clases precede, a nivel evolutivo, a la aparición del pensamiento lógico-formal (o proposicional), constituyendo aquéllas un prerrequisito de este último (Piaget, 1953, 1964, 1967, 1969, 1970). En la caracterización lógicoalgebraica de la evolución del pensamiento infantil, llevado a cabo por este autor, se muestra la necesidad teórica de dicha sucesión de estadios, generalmente confirmados por las investigaciones empíricas llevadas a cabo en Psicología del desarrollo (Flavell, 1977). El componente lógico-deductivo de las actividades de clasificación y conceptualización también se encuentra explícitamente enunciado en uno de los tratados fundacionales de la Lógica matemática moderna, concretamente en la obra de George Boole El análisis matemático de la Lógica (1847; edición española de 1984). En ella, Boole define explícitamente la actividad lógica como una actividad mental y psicológica, llevada a cabo por medio de un cálculo de relaciones entre clases (aplicando este procedimiento, no solo a la silogística tradicional, sino también a los silogismos hipotéticos y disyuntivos, es decir a partes importantes de la Lógica proposicional. A este respecto, el énfasis de las diversas tradiciones epistemológicas en Lógica (Racionalismo y Empirismo) en capítulos diferentes de dicha ciencia (o, para ser más exactos, en aspectos o problemas distintos dentro del corpus teórico de la misma) puede tener origen en las diversas asunciones a priori (ontológicas, epistemológicas y psicológicas) de estas corrientes de pensamiento, las cuales han influido en el tipo de problemas elegidos para su discusión. No parece casual el que George Boole (representante del psicologismo en Lógica, con concepciones nominalistas y empiristas 77 en Ontología y Epistemología) haya partido, como base, de las relaciones entre clases, describiendo las distintas operaciones mentales especificadas anteriormente, dado que, en general, las clases están compuestas de objetos (generalmente concretos) perceptibles a los sentidos, que se pueden manipular y con los que resulta posible efectuar acciones sensoriomotoras de carácter empírico. Por el contrario, el hecho de que la mayoría de cultivadores de la Lógica provenientes del lado racionalista se hayan concentrado más especialmente en la fundamentación de la Matemática en la Lógica (como Husserl, Frege o Russell en su primera época), y en los cálculos proposicionales, puede deberse, posiblemente a la circunstancia de que las proposiciones son enunciados generales y abstractos, aplicables, en principio a cualquier objeto (real o posible). Este carácter de abstracción, no representabilidad y generalidad es coherente con una serie de postulados básicos de las doctrinas racionalistas (Rivière, 1986). Un tipo de actividades muy estudiadas a este respecto son las correspondientes al pensamiento clasificatorio- conceptual, tanto en sus aspectos de formación (experimental) de conceptos en situaciones de laboratorio como en los de su desarrollo en el niño o los de su utilización en la vida cotidiana (los llamados conceptos naturales). Además, su estructura y organización en la memoria semántica ha sido frecuentemente analizada. En la investigación sobre la formación de conceptos en situaciones de laboratorio, se han empleado fundamentalmente 2 procedimientos experimentales (Oerter, 1975): a) El paradigma de recepción b) El paradigma de selección En el primero de estos métodos, el experimentador presenta un solo elemento estimular de cada vez y se pide al sujeto que juzgue si se trata de un elemento positivo o negativo del concepto en cuestión. A continuación, se le proporciona información (feedback) acerca de la corrección o incorrección de su respuesta. Los ensayos continúan hasta que el sujeto responde correctamente de forma consistente. Esta metodología de investigación es la adoptada, entre otras, por técnicas de evaluación neuropsicológica que, como el Test de Clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST), son especialmente sensibles a lesiones y disfunciones de la corteza prefrontal del cerebro humano, así como de las áreas encefálicas subcorticales que forman un circuito anatómico-funcional con ella (Lezak, 1995). 78 En el paradigma de selección, el experimentador pone a la vista del sujeto la población completa de estímulos y, a continuación se le ofrece un ejemplo positivo o negativo del concepto, señalando uno de los estímulos. El sujeto debe ir seleccionando éstos según crea que son o no ejemplos del concepto y recibe retroalimentación informativa después de cada ensayo. Este procedimiento de investigación tiene su reflejo en la clínica neuropsicológica, en tareas como el Test de formación de conceptos de Hanfmann-Kasanin (o Test de Vygotsky), en el que se procede, aproximadamente, como en el método de selección, siendo esta prueba especialmente útil en el examen de las perturbaciones formales o estructurales del pensamiento esquizofrénico (Vygotsky, 1934/1995; Lezak, 1995). De los dos paradigmas, parece que el más indicado para analizar las estrategias de identificación de conceptos es la de selección, dado que permite reproducir las hipótesis que el sujeto va formando durante el proceso de resolución del problema. Sin embargo, el paradigma de recepción es especialmente útil para identificar las dimensiones estimulares relevantes en la respuesta del sujeto, como queda patente en el análisis de cualquier protocolo del Test de clasificación de tarjetas de Wisconsin (Lezak, 1995). De este modo, Bruner, Goodnow y Austin (1956, en Bolton, 1972) emplearon, en una célebre serie de experimentos, el paradigma de selección con el fin de investigar la formación de conceptos lógicos, con diferentes estructuras formales (conjuntivos y disyuntivos, especialmente). Estos autores identificaron 4 estrategias diferentes que empleaban los sujetos, que se pueden caracterizar de las siguientes maneras: a) Enfoque conservador: En él, el sujeto adopta la hipótesis inicial de que todos los atributos del ejemplo positivo son relevantes y la comprueba mediante la selección de estímulos que difieren en un solo atributo. b) Enfoque del juego: En él, se seleccionan ejemplos que difieren en más de un atributo y se van eliminando atributos irrelevantes con las siguientes selecciones. c) Escudriñamiento sucesivo: En esta estrategia, el sujeto alberga una sola hipótesis, que va revisando según los ejemplos confirmatorios o no confirmatorios que va recibiendo. d) Escudriñamiento simultáneo: Es análoga a la anterior, con la salvedad de que el sujeto considera simultáneamente varias hipótesis a la vez, que imponen 79 una carga bastante pesada a las capacidades atencionales, de concentración y de memoria de trabajo o a corto plazo. Estas investigaciones de Bruner y colaboradores ilustran claramente, a nuestro juicio, las aseveraciones teóricas que realizábamos anteriormente, según las cuales el pensamiento denominado inductivo, lejos de consistir solamente en una mera acumulación y comparación estadística de la información recibida por medio de los sistemas sensoriales y perceptivos, constituye un proceso activo, en el que se ejercitan capacidades típicamente consideradas como deductivas; entre éstas se encuentran, especialmente, la elaboración y contrastación de hipótesis por medio de diferentes estrategias, de manera análoga a como actuaría cualquier sistema de procesamiento de información natural o artificial. En esta misma línea y, dado que la realización de estas tareas exige poner en práctica un pensamiento hipotético-deductivo con el fin de resolverlas adecuadamente, parece claro que la frontera entre pensamiento deductivo e inductivo no es tan rígida como podría parecer. En efecto, Bolton (1972) sostiene que, al deducir una conclusión a partir de unas premisas, la mayoría de las personas utilizan también su conocimiento del mundo (incluyendo también, por ejemplo, el del lenguaje que maneja habitualmente) y, por otro lado, al aprender conceptos, se supone, generalmente, que formamos hipótesis acerca de la regla de clasificación en cuestión (incluso podría sostenerse que la formación de hipótesis es consustancial al pensamiento y la actividad cognitiva en general y que trasciende la mera resolución de problemas lógicos o matemáticos, para incluir la formación de modelos de representación de la realidad en general, que podrían calificarse como ontológicos y que todo ser humano realiza, con una mayor o menor complejidad y refinamiento conceptual). De esta manera, cualquier aspecto de la realidad puede ser interpretado de manera inteligible, aunque, obviamente, con más o menos corrección lógica, dependiendo del grado de información previa que se posea acerca de esa parcela de conocimiento y de las operaciones inferenciales que se pongan en funcionamiento para el desarrollo de nuevas estructuras cognoscitivas. Se conocen varios factores que pueden influir en el comportamiento ante un problema de formación de conceptos (Cohen, 1977) y que se pueden resumir de la siguiente manera: a) Número de dimensiones relevantes (complejidad del concepto) b) Número de dimensiones irrelevantes (dado que han de ser eliminadas para obtener el concepto) 80 c) Número de dimensiones redundantes d) Número de dimensiones en cada dimensión relevante e) Tipo de dimensión relevante: A este respecto, las dimensiones físicas [color, forma, por ejemplo] son más fáciles de identificar que las no-físicas [número, paridad, relaciones geométricas como la simetría, etc.]. f) Tipo de regla de combinación de los atributos: Parece que la complejidad psicológica de la regla lógica de combinación- composición- de los atributos de un concepto también es un factor relevante ante estas tareas. A este respecto, Bourne (1970) realizó una investigación en la que se les daban a los sujetos ejemplos positivos y negativos de la regla de clasificación y debían averiguarla a través de la retroalimentación informativa del experimentador. Bourne encontró el siguiente orden de dificultad para las conectivas binarias: conjunción, disyunción inclusiva, condicional y bicondicional (la más compleja). Naturalmente, la dificultad psicológica aumenta con reglas más complejas, como las que incluyen negaciones o aquellas formadas por dos o más proposiciones. g) Secuencia de ejemplos positivos y negativos h) Carga de memoria [de trabajo, o working memory] i) Otros factores: A título de ejemplo, cabe mencionar las estrategias diferenciales de los sujetos, sus estilos cognitivos, su edad, su sexo, su nivel intelectual, su capacidad lingüística, su motivación, su nivel de stress, etc. Se han elaborado varias teorías generales a fin de explicar el fenómeno de la formación de conceptos. Así, Clark L. Hull (1920, citado en Bolton, 1972) defendió una explicación asociacionista en la cual se postula una asociación progresiva de los atributos relevantes del concepto. En este proceso, las dimensiones irrelevantes se irían extinguiendo progresivamente, al no resultar reforzadas. La formación de conceptos sería, por consiguiente, un proceso en el cual intervendrían, por un lado, la discriminación (según el esquema dimensiones relevantes → refuerzo positivo, y dimensiones irrelevantes→ no refuerzo) y, por otro, la generalización (las conexiones estímulo→ respuesta se generalizarían progresivamente a otros ejemplos distintos del concepto). Según esta visión, estrictamente conductista, no sería necesario postular ningún tipo de actividad simbólica para dar cuenta de la formación de conceptos; además, los animales y los seres humanos actuarían ante este 81 tipo de problemas de la misma manera, respondiendo a los mismos mecanismos psicológicos subyacentes. Una versión revisada de esta teoría es la que ofrecen los Kendler (Kendler y Kendler, 1962) según la cual la actuación ante estos problemas dependería, en gran medida, del nivel de desarrollo ontogenético (y filogenético) del organismo que resuelve el problema. A este respecto, los Kendler plantearon a sus sujetos diversas tareas de formación de conceptos en los que había que discriminar entre diferentes dimensiones (color, forma) o bien diferentes atributos dentro de la misma dimensión (color rojo frente a verde, por ejemplo); hipotetizaron, además, que los cambios intradimensionales se explicarían mejor por medio de un modelo simple E-R, mientras que los cambios extradimensionales se ajustarían mejor a un esquema mediacional tipo E-(r-e)-R, al estilo de los postulados por los neoconductistas de la escuela de Hull. De este modo, estos investigadores encontraron que se producía, en la resolución de estos problemas, una distinción muy clara , por un lado, entre animales y niños que no habían adquirido el lenguaje todavía y, por otro, niños más mayores (con lenguaje ya desarrollado) y adultos, ajustándose los datos del primer grupo a un modelo simple E-R, mientras que los del segundo grupo lo hacían a la teoría mediacional. Kendler y Kendler, a la luz de estos resultados concluyeron que la presencia de un sistema mediador de tipo simbólico ligado al lenguaje explicaba adecuadamente la actuación diferencial observada entre ambos grupos y que resultaba clave para que el proceso de formación de conceptos fuera optimizado. Un modelo teórico distinto es el que asume que la formación de conceptos se realiza por medio de un proceso de comprobación de hipótesis, que va teniendo en cuenta la información de retroalimentación recibida tras cada elección (más evidente en el paradigma de selección). A este respecto, Restle (1962) sostiene que muchos sujetos actúan según el principio “ganar-mantener-perder-cambiar”, de manera que si se recibe información positiva, se mantiene la hipótesis, mientras que si se recibe retroalimentación negativa, la hipótesis es sustituida por otra. También contempla la posibilidad de que se comprueben varias hipótesis simultáneamente, aunque esta estrategia implica una mayor complejidad psicológica, dado que requiere una mayor carga de atención, concentración y memoria de trabajo. Según este modelo de Restle, el aprendizaje de la regla se realizaría después de los ensayos erróneos, ya que una respuesta correcta no modifica las hipótesis del sujeto. En suma, que puede mantenerse 82 que desde este enfoque, resulta mucho más apropiado, en el aprendizaje de conceptos la información negativa (que falsa las hipótesis), derivada de los errores, desempeñando un papel más importante que la información positiva o confirmatoria (que las verifica), ajustándose claramente a los postulados de tipo popperiano en Teoría de la Ciencia (Popper, 1977, en Muñoz Delgado, 1972, volumen II). No obstante, parece que es posible un gran abanico de posibles estrategias que pueden ser utilizadas por los sujetos, dependiendo éstas, asimismo, de las características de la tarea. Un aspecto importante que se encuentra muy ligado al aprendizaje y formación de conceptos es el de que éstos se encuentran relacionados entre sí de modo sistemático, formando estructuras de conocimiento integradas en lo que se conoce como “Memoria Semántica”. Estas estructuras cognitivas almacenan e integran el conocimiento semántico del que dispone el sujeto y que puede haber adquirido por medio de la escolarización, o por modos de enculturación menos sistemáticos pero igualmente efectivos, encontrándose especialmente vinculadas al uso del lenguaje (aunque también quepa pensar en conceptos no lingüísticos, ligados a distintas modalidades sensorioperceptivas). Además, a nuestro entender, las estructuras de la Memoria Semántica representarían una interface o territorio limítrofe entre la memoria, el lenguaje, el pensamiento y determinados aspectos de otras funciones cognoscitivas, como las praxis o la percepción visual (como muestran numerosos modelos propuestos en la Neuropsicología Cognitiva actual para explicar estos fenómenos mentales) (Ellis y Young, 1988; Cuetos Vega, 1998). Por otro lado, estas estructuras cognitivas pueden explorarse por medio de tareas diversas, como por ejemplo las propuestas por AnneLise Christensen (1987) en El Diagnóstico Neuropsicológico de Luria y que serían, entre otras, las siguientes: - Definir palabras y conceptos verbales - Establecer relaciones de semejanza o diferencia entre conceptos - Dar nombres de ejemplares de una categoría determinada (ciudades o animales, por ejemplo) - Decidir, en relación a un determinado ejemplar, a qué categoría (o categorías) semántica(s) puede pertenecer - Expresar el concepto opuesto en significado a otro que se presenta - Determinar el elemento diferente en significado al ser presentados varios de ellos de contenido cercano desde el punto de vista semántico. 83 - Realizar juicios referentes a relaciones de la parte con respecto al todo y del todo con respecto a la parte, relativos a conceptos que se presentan Sería posible plantear otros muchos tipos de tareas experimentales y/o clínicas para determinar la estructura y funcionamiento de las habilidades de memoria semántica en un determinado paciente o sujeto experimental; a título de ejemplo, pueden mencionarse actividades consistentes en dar el nombre de un concepto cuya definición se ofrece, o bien efectuar juicios de sinonimia o antonimia respecto de determinados conceptos verbales. Además, la Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos, en sus sucesivas versiones (WAIS, WAIS-R, WAIS-R-NI, WAIS-III) (Zimmermann y Woo-Sam, 1973; Lezak, 1995) plantea diversas tareas de exploración de las capacidades de memoria semántica; entre los subtests que implican más directamente este tipo de funciones se encontrarían los de Vocabulario, Información, Semejanzas y, en menor medida, Comprensión. La organización de los conceptos que integran la memoria semántica podría establecerse, hipotéticamente por medio de, al menos, tres tipos de modelos teóricos distintos. Uno de ellos sería el modelo de rasgos semánticos, basado en los trabajos de Katz y Fodor (Cohen, 1977; Baddeley, 1976) según el cual los conceptos se encontrarían almacenados en una especie de “diccionario mental”, en el cual las palabras y los conceptos en general están definidos mediante una lista de rasgos o marcadores semánticos (macho/hembra), (animado/inanimado), (duro/blando), etc. El sistema conceptual incluye también unas reglas de proyección, que especifican, para cada concepto, si puede ser sujeto de una acción, receptor de la misma, con qué otros conceptos puede combinarse, etc. El problema de este modelo teórico es que requiere, para cada uno de los conceptos, un listado tremendamente extenso de rasgos semánticos, acompañado de un elevado número de reglas de proyección, con el consiguiente problema de almacenamiento de esta información en el sistema cognitivo. Además, parece que un sistema como éste encuentra dificultades para entender frases metafóricas, en las cuales es necesario trascender el significado literal de las palabras (y de la frase entera), con vistas a atribuirle un significado totalmente distinto (del modo en que ocurre, por ejemplo, en la comprensión de los enunciados irónicos o en la interpretación de proverbios o refranes). Una segunda propuesta teórica es la de los modelos de red semántica, de los cuales el más importante es el de Collins y Quillian (Collins y Quillian, 1969, en Baddeley, 1976). 84 En esta propuesta, la red de memoria semántica está formada por unidades y propiedades. Las unidades son palabras que designan objetos o conceptos (gato, coche, árbol, etc.), que se encuentran caracterizados por una serie de propiedades (o predicados lógicos, que se enuncian de una serie de sujetos en las distintas proposiciones). Así, por ejemplo, para la unidad (o concepto) CANARIO existen varias propiedades relacionadas con ella: es amarillo, puede cantar, es doméstico, etc. Cada propiedad tiene un cuantificador o valor; por ejemplo, la propiedad “color” puede tomar el valor “amarillo” en este caso u otros distintos en el caso de otros conceptos. La estructura que adoptan las unidades es la de un árbol jerárquico, con varios niveles, que hace que se propague la activación a lo largo de los nodos de la red. Cuantos más niveles haya de atravesar la activación, mayor será el tiempo de reacción para comprender una afirmación o juzgar su veracidad o falsedad. Una estructura de red semántica como la postulada por Collins y Quillian podría representarse del modo siguiente: 1. ANIMAL: - Tiene piel - Se mueve - Se alimenta - Tiene sensaciones - Respira - Incluye: ave, pez - AVE: - Tiene alas - Puede volar - Tiene plumas - Incluye: Canario , avestruz, águila, buitre - PEZ: - Tiene aletas - Nada - Tiene branquias - Pone huevos - Incluye: salmón, trucha, tiburón, pez-espada Esta información puede representarse gráficamente por medio de un árbol jerárquico o también mediante un diagrama de Euler-Venn, mostrando la inclusión de las clases específicas en las más generales. 85 Han sido propuestos otros modelos de organización categorial, como los que suponen que los conceptos se definen como referencia a un prototipo o elemento característico y definitorio del mismo, con respecto al cual se realiza una operación de comparación de los demás elementos de la categoría, juzgándose su inclusión o no en ella según su parecido mayor o menor con respecto a este elemento típico. Se puede entender el prototipo como una medida de tendencia central de los atributos relevantes del concepto; en caso de que las desviaciones con respecto a esta tendencia central sean muy acusadas, se dudará acerca de la pertenencia de ese elemento a la clase. Cabe señalar, a este respecto, que según esta concepción, los límites de las categorías no están perfectamente definidos, como en otros modelos, sino que se oscila entre la pertenencia al conjunto con probabilidad p=1 (en el caso del prototipo), hasta casos dudosos ante los cuales no queda claro si pertenecen o no al conjunto (por ejemplo, el caso del ornitorrinco o del murciélago, con respecto a la clase de los mamíferos). Un modelo de este tipo fue elaborado por Rosch y colaboradores (Rosch y Mervis, 1975, en Cohen, 1977); en él se sostiene que, al menos para las categorías naturales, como el color o los seres animados o inanimados, hay elementos centrales prototípicos (que configuran un nivel básico) y otros elementos o conceptos pertenecientes al nivel supraordinado o subordinado, a los que se accede más tarde en el curso del desarrollo. Por ejemplo, un concepto como el de “perro” estaría incluido en el nivel básico; la categoría supraordinada sería “carnívoro” o “mamífero”, mientras que en el nivel subordinado habría ejemplares como “dogo”, “galgo”, “pointer” o “mastín”. Los trabajos de Rosch demostraron que existe un cierto consenso a través de las distintas culturas acerca de los elementos prototípicos de determinadas categorías de nivel básico, por ejemplo, para el caso de los colores (habría 4 básicos), la orientación de líneas (horizontal, vertical o diagonal) o los números naturales (serían prototípicos los múltiplos de diez). Por otro lado, existirían buenos y malos ejemplares de las categorías y los niños aprenderían antes, además de las categorías de nivel básico, los buenos ejemplares de las mismas, esto es, aquellos elementos que cumplen de una manera más completa con los atributos definitorios de ella. En suma, según este modelo, al considerar un elemento de una clase, lo juzgamos como más o menos perteneciente a ella, según la comparación que efectuamos con respecto al elemento que representa la tendencia central de esta clase (el prototipo). 86 De este modo, Anderson (1991) propuso un modelo teórico que trata de explicar los fenómenos de categorización humana observados en el laboratorio, asumiendo que al realizar esta actividad, efectuamos una comparación con la medida de tendencia central que caracteriza a los atributos relevantes de la clase en cuestión. Según Anderson, este comportamiento se realiza a través de un proceso de inferencia bayesiana, que trata de minimizar el error cuadrático medio en la predicción acerca de la pertenencia de un elemento a una categoría dada. En relación con lo anterior, Anderson y Fincham (1996) aplicaron el modelo anterior en una serie de experimentos en los cuales se pedía a los sujetos que categorizasen, en una labor taxonómica, diversos estímulos (flores), que diferían en cuatro posibles dimensiones de carácter continuo. Además, se solicitaba de ellos que tratasen de predecir algunos de los valores de ciertas dimensiones dados los de las otras. Anderson y Fincham encontraron que el comportamiento de los sujetos se podría predecir como resultado de una combinación entre dos tipos de procesos: sensibilidad a la correlación de los atributos intracategoriales, además de un sesgo cognitivo con respecto a la dirección esperada de estas correlaciones, que también estaría presente. Estos autores interpretan la actividad de categorización mediante un modelo de inferencia bayesiano, análogo al comentado anteriormente. 87 3.4 INVESTIGACIONES RELACIONADAS CON EL RAZONAMIENTO ANALÓGICO Y LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS Otro tipo de tareas que suelen ser incluidas en diversas pruebas de inteligencia y pensamiento lógico son aquellas correspondientes al razonamiento analógico, es decir, actividades tales como el completamiento de series de letras o números, la resolución de analogías verbales, así como las que exigen diversos tipos de inferencias sobre material no verbal; en este último grupo pueden incluirse pruebas como las de dominós o de matrices progresivas. Este tipo de problemas han sido utilizados generalmente en las pruebas de inteligencia tradicionales y parece que son las que mayor saturación alcanzan en el denominado factor “g” (Alonso Tapia, 1987; 1992). Algunas de estas actividades han sido analizadas desde el enfoque cognitivo, al objeto de describir los procesos intervinientes en la resolución de estos problemas. A este respecto, Simon y Kotovsky (1963) analizaron el test de series de letras de Thurstone e hipotetizaron los requisitos cognitivos necesarios para su correcta realización. Así, consideraron como condiciones indispensables las siguientes: a) El conocimiento del orden de las letras en el alfabeto, tanto en orden directo como inverso b) La posesión del concepto de “igualdad” (c=c, por ejemplo) c) La posesión del concepto “elemento siguiente”, con respecto a un conjunto de elementos ordenados d) La capacidad para producir un patrón cíclico en una lista e) La capacidad de mantener un determinado número de símbolos en la memoria de trabajo (ellos asumen un número de dos símbolos a la vez) Además, Simon y Kotovsky postulan una serie de operaciones que deben ser llevadas a cabo por el sistema cognitivo para realizar la tarea, caracterizadas de la manera siguiente: 1) Búsqueda de una relación periódica en la secuencia de letras 2) Caso de que no se encuentre la relación anterior, se busca un patrón que resulte interrumpido a intervalos regulares 3) Además, se hace necesario un mecanismo de carácter ejecutivo que controle, supervise y dé las órdenes para que se realicen las diferentes operaciones. 88 Estos autores realizaron, además, una comparación entre la actuación de una muestra experimental de sujetos en esta tarea y los resultados de la simulación por medio de un programa de computadora creado para probar el modelo teórico postulado, comprobando que los datos de ambas fuentes correlacionaban en un grado significativo. En esta misma línea, Sternberg (1977) propuso un modelo de resolución de problemas analógicos, que consta de varios estadios de procesamiento, que son: a) Codificación de los términos de la analogía b) Inferencia de la relación entre los primeros términos c) “Cartografiado” de la relación entre el primer y el tercer miembro de la analogía d) Aplicación de una relación análoga a la detectada en los primeros términos entre el tercer término y las opciones de respuesta, escogiendo la más cercana e) Justificación de la decisión f) Respuesta Este autor comprobó mediante un análisis de regresión múltiple, el ajuste a los datos experimentales proporcionados por las respuestas de un grupo de sujetos, de cuatro modelos alternativos distintos de procesamiento, que diferían en un componente cada uno (asumiendo una estructura serial de procesamiento). Según este análisis estadístico, el modelo más plausible es aquel en el que los procesos de inferencia tienen un carácter exhaustivo, mientras que el “cartografiado” y la aplicación son procesos auto-terminados. Además, Sternberg analiza la relación entre el razonamiento analógico y la inteligencia, haciendo notar que las latencias del componente de respuesta están altamente correlacionadas con la habilidad intelectual general, habiendo encontrado también correlaciones significativas entre las latencias de respuesta de los componentes centrales de procesamiento y diversas medidas de inteligencia general. En esta misma línea, Carpenter, Just y Shell (1990) analizaron la ejecución en el test de Matrices Progresivas de Raven por parte de sujetos que puntuaban alto y bajo en esta prueba. Utilizando medidas de los movimientos oculares, patrones de errores e informes verbales, investigaron los procesos que tienen lugar en la realización de esta tarea y llegaron a la conclusión de que el Test de Raven es una buena medida de razonamiento abstracto, inducción de relaciones y deducción, y en el que no es muy relevante el contenido específico de la tarea. Además, opinan que su resolución exige una buena carga de función ejecutiva, procesos de control y elaboración de estrategias, e 89 identifican 5 clases de reglas diferentes (en la Escala superior) que se combinan entre sí y que dan cuenta de los diversos niveles de dificultad de los elementos. Posteriormente, comparan la ejecución de estudiantes de college con la simulación de un programa computacional creado para probar el modelo, encontrando un adecuado ajuste a los datos empíricos y hallando, asimismo, una elevada correlación entre los resultados del Raven y los obtenidos en el test de la Torre de Hanoi, poniendo esto de manifiesto la importancia de los factores ejecutivos y de planificación en esta tarea. No obstante, estos factores ejecutivos y de control, con ser importantes, no agotan, en nuestra opinión, la gran multiplicidad de funciones cognoscitivas exploradas por medio de este test; en nuestra experiencia clínica hemos observado, por ejemplo, que la tarea es sensible también a las alteraciones en el procesamiento del color (acromatopsia), a los problemas de percepción de las formas, a las alteraciones afásicas de comprensión, o a las negligencias contralaterales, por citar solo algunos ejemplos. Anteriormente habíamos comentado las diferencias que algunos autores apuntaban entre los procesos de pensamiento deductivo e inductivo y los de resolución de problemas. Recogíamos la opinión de que esta distinción se basaba en que la situación estuviese bien o mal definida, así como que los medios para alcanzar la meta estuviesen o no suficientemente especificados, y que ésta se encontrase adecuadamente definida o no. En el caso de que tanto los medios como las metas no estén totalmente definidos, estaremos ante una situación de resolución de problemas. El abordaje teórico de estas actividades se ha producido desde múltiples perspectivas, siendo las más importantes históricamente, las de la tradición Asociacionista (Thorndike, 1898, en Reuchlin, 1980), la escuela de la Gestalt (Köhler, 1921; Wertheimer, 1920), así como el enfoque Cognitivo o del Procesamiento de la Información (Miller, Galanter y Pribram, 1960). La tradición Asociacionista en el campo de la resolución de problemas considera que todo problema es resuelto mediante la conexión asociativa entre los elementos estimulares de la situación y las respuestas motoras ejecutadas por ensayo-y-error, que son reforzadas progresivamente en función de si conducen a una solución que aporte una consecuencia de valor hedónico para el organismo. Este modo de considerar la resolución de problemas comienza con los experimentos de Thorndike en 1898, en los que colocaba a gatos en cajas-problema, que contaban con múltiples dispositivos, algunos de los cuales, al ser accionados accidentalmente por los animales, conducían a un reforzador (alimento) o a la apertura 90 de la caja (Boring, 1978). Los autores posteriores de la tradición conductista adoptarán esta interpretación de la resolución de problemas sin muchas modificaciones (Maltzman, 1955). Según esta teoría, los procesos inteligentes son reducidos a conexiones Estímulo→Respuesta o hábitos simples, no pudiendo hablarse propiamente de una comprensión por parte del organismo de la estructura de las situaciones planteadas. De esta manera, el pensamiento lógico y la inteligencia son considerados, a lo sumo, como una jerarquía de hábitos con distintas probabilidades de ser ejecutados, dependiendo de la magnitud del reforzamiento recibido previamente. En la actualidad, vuelven a plantearse modelos de tipo computacional, que postulan que la resolución de problemas se sirve de una jerarquía de conexiones asociativas, con distintos pesos o fuerzas de conexión entre las unidades encargadas de realizar la computación, dependiendo de que la respuesta alcance o no un criterio dado (reforzamiento). Ejemplos de estos modelos pueden ser el programa Pushdown Stack (PDS) (Cohen, 1977) o los basados en redes neuronales artificiales (modelos conexionistas) (Reggia et al., 1994). Otro acercamiento a este tema aparece con las investigaciones de la Escuela de la Gestalt, realizadas en Austria y Alemania, principalmente, en el primer tercio del siglo XX. Esta aproximación se encuentra emparentada directa o indirectamente con diversas corrientes de pensamiento en Filosofía (Fenomenología de Brentano y Husserl) y Psicología experimental (Escuela de Würzburg) (Sahakian, 1975), y considera, en esencia, que en la resolución de problemas juegan un papel muy importante los factores perceptivos, así como los procesos de reestructuración activa de la situación percibida (y concebida) por parte del sujeto (Oerter, 1975). Según esta perspectiva, resulta vital la comprensión de la estructura problemática y, en ocasiones, se hace necesario cambiar nuestro modo habitual de percibir o concebir las cosas, a fin de verlas de otra manera y resolver el problema (caso, por ejemplo, del cubo de Necker o de otras imágenes ambiguas). Esta reestructuración se suele producir después de unos instantes de meditación, en los cuales el organismo no realiza (aparentemente) ninguna conducta, y que es seguida de un momento en el cual se produce una comprensión súbita del problema (Köhler, 1921). Este fenómeno es denominado Einsicht o “insight”, que puede ser traducido al castellano como “comprensión”, “evidencia intelectiva” o “inteligencia” (en su sentido etimológico de “entendimiento”). Los autores gestaltistas piensan que existen ocasiones en las que la función habitual de un objeto nos impide considerar en él otros usos alternativos, que nos pueden servir para resolver el problema 91 planteado. En este caso, se habla de Einstellung o “fijación funcional”, como los fenómenos observados en las experiencias de Luchins o Duncker (Oerter, 1975), en los cuales se comprobaba que la experiencia pasada con los objetos entorpecía (en vez de facilitar) la llegada a la solución. Esto implica que cuanto más mecánico sea el proceso de pensamiento, menores posibilidades tendrá el sujeto de resolver problemas inusuales (que demandan percibir y conceptualizar los objetos y situaciones de manera distinta a la habitual). Curiosamente, una de las características de los sujetos con lesión en los lóbulos frontales, es su incapacidad para cambiar las hipótesis o estrategias que están utilizando para resolver un problema (perseveración), así como su falta de “insight” o de comprensión de las situaciones (en ausencia de alteraciones sensorio-perceptivas, dependientes del córtex posterior). También se habla en ellos de una deficiencia en el pensamiento divergente, que entronca claramente con las investigaciones gestaltistas antes citadas; en estas tareas es necesario considerar muchas alternativas posibles como respuesta a una única cuestión, a diferencia del pensamiento convergente, típico de los tests de cociente intelectual, en los que sólo existe una contestación correcta y en las que, en general, suelen rendir adecuadamente estos sujetos (Kolb y Whishaw, 1996). Gracias a los avances tecnológicos que siguieron al final de la II Guerra Mundial, en especial, el desarrollo de los ordenadores electrónicos y la formulación matemática de la Teoría de la Información, surgió un nuevo paradigma científico en Psicología, el llamado enfoque Cognitivo o del Procesamiento de la Información, que recoge entre sus principios básicos, la analogía establecida entre los procesos mentales y cognoscitivos humanos y los programas de los computadores digitales (Bruner, 1990; Miller, Galanter y Pribram, 1960). Este enfoque se considera continuador de algunas tradiciones en Teoría del Conocimiento y Filosofía en general (especialmente, de las corrientes racionalistas y kantianas) que ponen de relieve la importancia de la actividad del sujeto en los procesos de representación del conocimiento, así como la dimensión racional de su comportamiento (en todo caso, no total, sino dialécticamente relacionada con el aspecto irracional o emotivo-motivacional de su conducta). De este modo, se vuelven a investigar temas que habían sido apartados durante décadas por parte de la escuela Conductista en Psicología, en especial aspectos complejos de la actividad humana, como el lenguaje o el pensamiento lógico. Así, Earl Hunt (1968) pasa revista a las principales aportaciones de las Ciencias de la Computación en el campo de la Psicología, sobre todo en aspectos que habían sido descuidados por la investigación precedente. Cita los trabajos de Newell y 92 colaboradores (Newell, Shaw y Simon, 1958) los cuales consiguieron que un programa de computador de carácter heurístico (el Logic Theorist) demostrase correctamente 38 de los 52 teoremas lógicos del cálculo de predicados de primer orden, que aparecen en un capítulo de la obra Principia Mathematica de Whitehead y Russell. También menciona el General Problem Solver, construido por Newell y Simon, que era capaz de resolver problemas como el de los misioneros y los caníbales, y el Artificial Geometer, que prueba con éxito teoremas de geometría plana. Además, Hunt señala las aportaciones de la Inteligencia Artificial a la investigación en el campo del pensamiento inductivo, señalando la aparición de modelos computacionales de aprendizaje de conceptos (como el Concept Learning System o CLS) o de reconocimiento perceptivo de patrones (el caso de los perceptrones de Rosenblatt, que están formados por elementos análogos a las redes neuronales actuales). Asimismo, en el razonamiento por analogía menciona programas que habían sido construidos en esas fechas, como el de Evans (que resolvía analogías de carácter geométrico) o el ARGUS de Reitman, que se enfrentaba con éxito a problemas consistentes en analogías verbales. Otros avances significativos incluían modelos de toma de decisiones, con programas computacionales que simulaban el comportamiento humano en el juego del ajedrez o en los naipes. Hunt considera que estos estudios de simulación permiten hipotetizar los procesos que utilizan los seres humanos al resolver problemas y comprobar si los modelos postulados se ajustan a los datos empíricos de los sujetos experimentales ante estas tareas, además de contribuir al avance de la tecnología de la programación. Más recientemente, Hunt y Lansman (1986) propusieron un modelo unificado de procesamiento de información, que trata de combinar las capacidades de atención, memoria y resolución de problemas. Estos autores consideran necesaria una teoría de la ejecución de actividades complejas, en las cuales es imprescindible que el sujeto mantenga una atención sostenida (como la habilidad para conducir un vehículo en horapunta en una ciudad desconocida) y que, a la vez, integre actividades automáticas. El modelo contempla dos posibles rutas alternativas que puede seguir la información: una ruta de procesamiento controlado (consciente), en la cual juega un papel muy relevante la memoria de trabajo, y un procesamiento automático (inconsciente), que descansa sobre la memoria a largo plazo, conceptualizada en términos de red semántica. En esta red semántica, la activación se extiende a lo largo de los nodos de los que consta y permite realizar actividades automáticas y sobreaprendidas. El modelo se concreta en un programa de ordenador, mediante el cual se simula la ejecución de muestras 93 experimentales de sujetos en varias tareas (tiempo de reacción de elección, atención dividida y una tarea de tipo Stroop). El programa se configura como una red de carácter asociativo, con diferentes pesos en cada una de las conexiones de la misma, que se activan de manera diferencial para realizar las tareas. Este modo de entender los sistemas de procesamiento de la información sigue hoy en día muy en auge, ejerciendo influencia en el área de la cognición explícita versus la implícita, en la investigación de los trastornos amnésicos, por ejemplo (Shimamura, 1986, en Heilman y Valenstein, 2003; Moscovitch, Vriezen y Gottstein, 1993). El papel de la memoria en la resolución de problemas también es destacado en otras investigaciones, en las que se pone de manifiesto la importancia de los esquemas de conocimiento acerca de situaciones problema y la categorización o adscripción de las mismas a una clase por parte del sujeto que resuelve el problema. Así, Blessing y Ross (1996) realizaron una investigación en la cual presentaban problemas de Álgebra a estudiantes universitarios con un buen nivel intelectual y encontraron que los problemas cuya estructura superficial (contenido) era la típica para una estructura formal dada (algebraica) eran resueltos más fácil y rápidamente que aquellos cuyo contenido o forma de presentación eran atípicos. Blessing y Ross interpretaron estos resultados considerando que dicho contenido actúa como clave para la activación de esquemas de conocimiento almacenados en la memoria y que guían la solución de los problemas. Estos esquemas de conocimiento estarían basados en la correlación que se constata en la realidad, entre determinados contenidos temáticos de los problemas y su estructura lógico-matemática o algebraica. La diferencia entre expertos y novatos podría radicar, según estos autores, en la mayor o menor eficiencia de estas claves a la hora de categorizar el problema como perteneciente a una clase concreta conocida, así como de activar el esquema de conocimiento que permite resolverlo. Parece que resulta básica, asimismo, en la resolución de problemas, la capacidad para formular planes y estrategias. De acuerdo con esto, Ward y Allport (1997) proponen un modelo alternativo al de Baddeley y Shallice del “ejecutivo central” o “sistema supervisor atencional”. Su modelo difiere del de Baddeley y Shallice en que, mientras que el primero postula un sistema de memoria de trabajo de capacidad limitada y de propósito general, Ward y Allport proponen un sistema de carácter modular, en el que las capacidades de memoria de trabajo, así como las ejecutivas, estarían distribuidas en múltiples módulos de procesamiento. Según el modelo del “ejecutivo central” de Baddeley, los errores se producen fundamentalmente por una sobrecarga de información 94 en el sistema, mientras que para Ward y Allport, las dificultades aparecen cuando se produce un conflicto entre diversas metas alternativas propuestas simultáneamente y que son igualmente deseables. El modelo establece que las distintas metas y sub-metas compiten entre sí por asumir el control de las actividades secuenciales. Ward y Allport utilizan el test de la Torre de Londres (una versión modificada del test de la Torre de Hanoi) en varios experimentos con sujetos adultos sanos, llegando a la conclusión de que los procesos dirigidos a meta y su control son las características esenciales de las funciones ejecutivas; según esta visión, los errores se producen cuando aparecen estados del problema que implican metas y sub-metas igualmente deseables, que compiten por asumir el control ,y encontraron que son más problemáticos los movimientos que inician una sub-meta, puesto que deben ser inhibidas las otras sub-metas competidoras igualmente deseables; una vez que una sub-meta toma el control, los movimientos que siguen son más rápidos y ejecutados con mayor seguridad 95 3.5ESTUDIOS REALIZADOS DESDE LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO Otra perspectiva en el estudio del pensamiento lógico y la inteligencia es la derivada de la Psicología del Desarrollo o Evolutiva. Un acercamiento de este tipo centra su interés en la génesis de los procesos mentales y en su modificación a lo largo de las etapas de evolución que todo organismo atraviesa durante su vida. Un autor que ha realizado importantes contribuciones al estudio de la evolución del pensamiento lógico es el biólogo, psicólogo y epistemólogo suizo Jean Piaget (1923, 1933, 1967, 1970). Para Piaget, el pensamiento tiene su génesis en las actividades que pone en práctica el sujeto con el fin de adaptarse al medio. De esta manera, el comportamiento inteligente es construido progresivamente a lo largo de una serie de etapas, siendo cada una de ellas una forma de equilibrio más perfeccionada que la anterior. La inteligencia, según este autor, puede ser considerada como la síntesis de los intercambios entre las estructuras del organismo y del medio (Piaget, 1967), en las que se pueden distinguir dos fuerzas complementarias que actúan continuamente en todo proceso de conocimiento. Estas fuerzas reciben los nombres de asimilación y acomodación (Piaget, 1964; Tuddenham, 1966), consistiendo la primera en el proceso por el cual se adapta la información externa a las estructuras de conocimiento del sujeto, mientras que la segunda implica la modificación de estas estructuras debido a las presiones del medio y a las características de los objetos a los cuales se adapta el organismo. Piaget considera que el pensamiento se construye a lo largo de una serie de estadios sucesivamente más perfeccionados, representando éstos la forma de equilibrio del estadio precedente, que a su vez integra todas las adquisiciones previas. Estos estadios propuestos por Piaget son los siguientes (Piaget e Inhelder, 1966; Inhelder, Bovet, Sinclair y Smock, 1966; Tuddenham, 1966): 1. Estadio sensoriomotor: Abarca desde el nacimiento hasta los 18-24 meses. En esta etapa, el niño no dispone aún de un pensamiento representacional, sino que su comportamiento está ligado a la praxis directa sobre los objetos del mundo exterior, valiéndose de la progresiva coordinación de esquemas sensoriales y motrices. Al comienzo de este estadio, la actividad se centra en la puesta en funcionamiento de reflejos de carácter innato, que se irán modificando con las experiencias por las que va atravesando el sujeto. La caracterización lógicomatemática de este estadio se corresponde con el Grupo de los desplazamientos 96 (Poincaré, 1902/2002), que implica la comprensión (implícita) por parte del niño de las propiedades de reversibilidad (el desplazamiento desde A hasta B puede ser realizado inversamente desde B a A, volviendo por el mismo camino) y asociatividad (materializada en la capacidad de llegar a un lugar determinado por medio de desplazamiento alternativos). Además, otro logro fundamental de esta etapa consiste en la construcción del esquema del objeto permanente, por medio del cual el niño es capaz de buscar un objeto que ha desaparecido de su vista y de reconocerlo a pesar de las transformaciones perceptivas derivadas de los eventuales cambios de posición en el espacio (Piaget, 1953). 2. Estadio preoperacional: Abarca desde los 18-24 meses hasta los 7 años. El logro más importante de esta etapa es la adquisición de la función simbólica o semiótica, que permite al sujeto evocar sucesos y aspectos de la realidad aunque no esté en presencia de ellos. Consecuencia de este avance es la capacidad para formar imágenes mentales, la adquisición del lenguaje, el juego simbólico, los primeros dibujos y la imitación interiorizada. Este estadio supone una preparación de las primeras operaciones, cuya aparición tendrá lugar a partir de los siete años, por término medio. En esta etapa, el pensamiento se caracteriza por la incapacidad para realizar operaciones reversibles, que impliquen la compensación de diversas dimensiones cuando un objeto o situación cambian en algún sentido. Tampoco existen aún nociones de conservación de aspectos físicos como la cantidad de materia, el peso o el volumen. 3. Estadio de las operaciones concretas: Comprende desde los 7 años hasta los 1112 años. Surgen en él las primeras operaciones del pensamiento lógico, que son definidas por Piaget como “acciones interiorizadas, reversibles y caracterizadas por una estructura de conjunto”; esta estructura de pensamiento, en el caso del estadio operacional concreto, implica la capacidad para razonar en términos de lógica de clases y de relaciones (Piaget, 1953). En esta etapa, el niño adquiere la operación de inclusión de clases, la seriación (inferencia transitiva), los conceptos de número, tiempo y movimiento, así como diversas relaciones de carácter geométrico. Todas estas operaciones, según Piaget, no están aún interrelacionadas entre sí, sino que dependen de las características de los objetos sobre los que se aplican, es decir, que aún no están disociadas de los rasgos perceptivo-motrices de éstos. 97 4. Estadio operacional formal: Abarca desde los 12/15 años en adelante. La característica fundamental de este estadio es la capacidad del sujeto para pensar en términos hipotético-deductivos, así como de razonar atendiendo no solo al contenido de los enunciados, sino más bien a la forma de los mismos. Además, representa una nueva forma de considerar la realidad por parte del pensamiento, pasando a concebir lo real como un subconjunto de lo posible; esto implica que el sujeto que dispone de esta estructura de pensamiento, puede razonar en términos de las diferentes posibilidades que se plantean al considerar cualquier problema o aspecto de la realidad y no solo los aspectos empíricamente presentes en la misma. La caracterización lógica de este estadio se corresponde con las operaciones binarias de la Lógica proposicional: conjunción (pyq), disyunción inclusiva (p o q, o ambas), disyunción exclusiva (p o q, pero no ambas), condicional (p implica q), bicondicional (si y solo si p, entonces q), negación conjunta (ni p niq), etc. Piaget habla de la estructura del Grupo INRC, que integra las dieciséis operaciones lógicas a que dan lugar las conectivas binarias. Asimismo, en esta etapa, el adolescente comienza a adquirir otros esquemas operatorios, además de los proposicionales, como por ejemplo, las operaciones combinatorias, la comprensión de las proporciones, el equilibrio mecánico entre acción y reacción, la noción de probabilidad, las correlaciones, las compensaciones multiplicativas, etc. (Piaget, 1953). Todas estas operaciones comienzan a integrarse en una estructura interrelacionada, que engloba, además, a todas las conquistas de los estadios precedentes. Además de la caracterización precedente del desarrollo cognitivo desarrollada por la Escuela de Ginebra, existen varias propuestas de nuevos estadios más allá del operacional formal. Así, Arlin (1975) hipotetizó la posibilidad de un quinto estadio, posterior al operacional formal, que denominó estadio “del descubrimiento de problemas” (problem-finding-stage). Este estadio implicaría lógicamente al operacional formal de Piaget, pero su estructura se podría caracterizar por rasgos como la creatividad en la resolución de los problemas descubiertos, la formulación y el establecimiento de cuestiones generales correspondientes a problemas mal definidos o ambiguos, además del lento y constante desarrollo cognitivo representativo del pensamiento científico significativo. Sus resultados experimentales sugirieron que las estructuras operacionales formales de Piaget son condición necesaria, aunque no suficiente, para el desarrollo de este nuevo estadio. Además, Arlin concluye que este 98 quinto estadio estaría fundamentalmente relacionado con la creatividad en la resolución de los problemas, el planteamiento de nuevas cuestiones problemáticas y el descubrimiento y utilización de procedimientos heurísticos en el pensamiento adulto. Por otro lado, y en coincidencia parcial con los trabajos anteriores, se han propuesto también otras caracterizaciones del desarrollo cognitivo más allá del período de la adolescencia, normalmente desde posiciones neopiagetianas. De este modo, Corral Iñigo (1998) se hace eco de estas ideas, avanzando la posibilidad de que existan estructuras de tipo dialéctico en el pensamiento de algunos adultos, que trascenderían la forma de razonamiento formal establecida por Piaget como característica de la lógica de esta etapa. Estas estructuras dialécticas incluirían aspectos no contemplados por la Lógica formal de tipo aristotélico, como la no aceptación del principio de no contradicción o el de tercio excluso, por ejemplo. Además, las teorías piagetianas se han aplicado, por diversos autores constructivistas, pertenecientes a la Escuela de Ginebra, para la elaboración de una Epistemología o Teoría del Conocimiento y de la Ciencia, de matiz psicogenético. De este modo, Piaget (1952) considera que la Lógica, construida a través de las etapas del desarrollo cognoscitivo anteriormente expuestas, podrían ser empleadas para la formalización de numerosas disciplinas científicas y filosóficas, incluyendo la Física Matemática, la Genética Mendeliana, la Teoría de la Probabilidad, las diferentes Teorías del Aprendizaje o la Psicología del Pensamiento además de, en el campo filosófico, materias tan dispares como la Metafísica, la Moral o la Teoría del Conocimiento. Un aspecto importante en las teorías de Piaget radica en su interpretación de la relación entre el lenguaje y el pensamiento. Así, tanto Piaget como otros representantes de la Escuela de Ginebra, consideran que la fuente de la que nacen las operaciones lógicas del pensamiento radica en los esquemas de acción que se construyen en el período sensoriomotor preverbal y no en la adquisición de los signos lingüísticos, como postulan algunos antropólogos influenciados por las ideas de Durkheim, así como los seguidores del positivismo lógico (Piaget e Inhelder, 1966; Sinclair, 1974). El lenguaje es, por tanto, una manifestación muy importante de la función simbólica o semiótica, pero no es la única, puesto que también son productos de ella las imágenes mentales, el juego simbólico, la imitación interiorizada o la realización de los primeros dibujos. Para los investigadores de la Escuela de Ginebra, el pensamiento [lógico] posee un nivel de generalidad superior al del lenguaje y es anterior a éste, tanto desde el punto de vista ontogenético como filogenético. No obstante, tanto Piaget como otros investigadores 99 afines, sostienen que la adquisición del lenguaje potencia en gran medida el desarrollo intelectual; sin embargo, las operaciones del pensamiento lógico requieren en mayor medida la capacidad de representación del conocimiento, que la posesión de signos lingüísticos, como demostró Furth en sus trabajos con sordomudos (Sinclair, 1974). En todo caso, parece claro que las operaciones de procesamiento de la información requieren algún tipo de código para el manejo de la misma, dado que cualquier sistema cognoscitivo necesita que esa información esté vinculada a un determinado “lenguaje” (en sentido amplio); este lenguaje, ampliamente considerado puede ser matemático, lógico, lingüístico, pictórico, etc.; en nuestra opinión Piaget reconocía la importancia de estos códigos de representación de la información, aunque no deseaba reducirlos totalmente al lenguaje verbal convencional; por ello, enfatizó la importancia de la función simbólica o semiótica, que abarca muchas más formas de comunicación y de representación del conocimiento, como, por ejemplo, la elaboración de los primeros dibujos por parte del niño, el juego simbólico o las imágenes mentales (Vera de la Puente y Botez, 1987; Vera de la Puente, 1993). De forma análoga, y recientemente, han sido propuestos determinados argumentos a favor de la existencia de un lenguaje del pensamiento (García Albea, 1993; Pinker, 1994; González Labra, 1998 b) que constituiría la estructura formal [y lógica] de los enunciados lingüísticos, independientemente de sus características superficiales o del idioma concreto en el que se encuentren formulados. Estas ideas entroncan con determinadas concepciones que ya habían sido expuestas, por ejemplo, por Leibniz y que pueden, incluso, ser relacionadas con las posiciones filosóficas que, a este respecto, sostuvo Ramón Llull en la Edad Media (Rivière, 1986). Existen formulaciones y críticas (parciales) a la perspectiva piagetiana del desarrollo cognitivo, antes expuesta. Así, Margaret Donaldson (1978) expone algunos argumentos y pruebas empíricas en la investigación evolutiva, parcialmente divergentes de las teorías de la Escuela de Ginebra, considerando, por ejemplo, que los errores consignados en determinadas tareas de pensamiento lógico, propuestas por Piaget, pueden deberse a factores no contemplados por este autor. Entre éstos menciona las dificultades para comprender las tareas propuestas a los niños, o también la actitud desvinculada, necesaria para el completamiento de las mismas (y que generalmente, no se encuentra aún a disposición de ellos). Más recientemente, Annette Karmiloff-Smith (1992; véase también Karmiloff y Karmiloff-Smith, 2001) intentó alcanzar una síntesis entre las formulaciones piagetianas clásicas, y la perspectiva computacional o del 100 procesamiento de la información, constituyendo su monografía, Más allá de la modularidad, un avance importante en la adecuación de la teoría constructivista de Piaget con los datos empíricos generados por las investigaciones evolutivas recientes, llevados a cabo en bebés de muy corta edad por diversos autores cuyas investigaciones menciona. Las teorías constructivistas del desarrollo del pensamiento lógico y de la inteligencia operatoria, propuestas por la Escuela de Ginebra, han sido también aplicadas a la conceptualización de determinados aspectos de la Neuropsicología Clínica. De este modo, J. De Ajuariaguerra y sus colaboradores (en Peña-Casanova y Barraquer-Bordás, 1983) propusieron, basándose en el modelo de desarrollo de la inteligencia operatoria de Inhelder y Piaget, que en el caso de los síndromes de deterioro neuropsicológico (principalmente, en las demencias), la operatividad referida a los objetos y al propio cuerpo (praxias), sufre una regresión que sigue el patrón inverso al del desarrollo normal de estas capacidades en el niño. De un modo general, estos autores proponen que el pensamiento lógico y la inteligencia operatoria, en los casos de demencia (principalmente, en las de tipo cortical), los sujetos realizarían una involución operatoria, que finalizaría en el estadio sensorio-motor piagetiano, con liberación de reflejos primitivos (normalmente abolidos en el adulto normal), desintegración de la función simbólica y dependencia total del entorno, en los estadios finales. Además, hoy en día, las teorías propuestas por Piaget para el desarrollo del pensamiento y el lenguaje, son consideradas como las más congruentes con los conocimientos actuales disponibles en Neuropsicología del Desarrollo, habiéndose comprobado, por ejemplo, la existencia de etapas en el desarrollo, maduración y mielinización de determinadas estructuras del Sistema Nervioso, que coinciden, de modo sorprendente, con los períodos propuestos por este autor para el desarrollo de la inteligencia operatoria (Kolb y Whishaw, 1996). Por otro lado, han sido realizadas recientemente diversas propuestas teóricas y clínicas que estudian los problemas de la Neuropsicología del Desarrollo desde la perspectiva de la Ciencia Cognitiva (Temple, 1997). Asimismo, la construcción de las operaciones cognoscitivas, entendidas desde el punto de vista evolucionista y comparativo, encuentra una base adicional en la noción psicobiológica de neotenia, la cual implica que, con el desarrollo filogenético, las nuevas especies van retrasando su ritmo de desarrollo ontogenético, con lo cual, los sujetos pertenecientes a esa especie permanecen inmaduros, a nivel corporal y conductual, más tiempo que sus predecesores, lo que les concede más posibilidades para el establecimiento de 101 “programas abiertos” de aprendizaje, una mayor flexibilidad en el comportamiento y un incremento en la posibilidad de desarrollar nuevos órganos y funciones (Weisz, 1980; Kolb y Whishaw, 1996; Kolb y Whishaw, 2000). El autor francés Henri Wallon, en otro orden de cosas, propuso una teoría evolutiva del desarrollo de la inteligencia y de la personalidad, basada en las ideas del materialismo dialéctico, en la que el desarrollo del niño está caracterizado por la sucesión de varios estadios, separados entre sí por “crisis” o “conflictos”, que configuran un cuadro más discontinuo que el propuesto por otros autores como Piaget, por ejemplo (Wallon, 1968; 1982). Wallon (1982) concede una importancia capital a la motricidad en la evolución del psiquismo, dado que, para él, la inteligencia y el conocimiento tienen su origen en la acción del sujeto. Además, en la motricidad pueden distinguirse dos dimensiones distintas, aunque complementarias: por un lado, un aspecto efector, que será el origen de las funciones intelectuales y del pensamiento lógico y, por otro, un aspecto propioceptivo, que origina las funciones afectivo-emocionales. De este modo, en el esquema de Wallon, inteligencia y afectividad están intrínsecamente ligadas en una relación dialéctica, que dará cuenta de la sucesión de los estadios. Cada uno de estos estadios estará caracterizado por la predominancia de uno de estos polos, de modo que, si en un estadio predominan las funciones intelectuales, en el siguiente lo harán las afectivas, de acuerdo con la ley hegeliana de la “alternancia de los opuestos” o ambivalencia. Debe mencionarse la circunstancia de que Wallon realizó diversas investigaciones en Neuropsicología del desarrollo y también desarrolló una importante labor neuropsiquiátrica clínica en el ámbito pediátrico y educativo (Palacios, 1987). Lev S. Vygotsky debe ser mencionado, igualmente, al comentar los aspectos evolutivos de las actividades intelectuales, pues investigó extensamente el tema de las relaciones entre el pensamiento y el lenguaje, a la vez que estudiaba el desarrollo de las funciones psicológicas en el niño y en el adulto. Vygotsky, en su obra capital Pensamiento y Lenguaje (1934; edición española de 1995) opina que el pensamiento no debe ser considerado equivalente totalmente al lenguaje (como pensaban algunos conductistas de su época) ni tampoco totalmente distinto de él (al estilo de la Escuela de Würzburg), sino que ambas funciones se encuentran relacionadas de forma dialéctica. Además, sostiene que el pensamiento tiene unos determinantes filogenéticos y ontogenéticos que lo hacen anterior al lenguaje. No obstante, con la adquisición de éste, el pensamiento se torna verbal y el lenguaje, 102 racional. La adquisición de los signos lingüísticos enriquece profundamente al pensamiento, ya que aquéllos actúan como instrumentos de la actividad psíquica. Además, Vygotsky (1978) considera que el desarrollo de las funciones psicológicas en el ser humano está intrínsecamente relacionado con los procesos de socialización y de acceso a la cultura, y que en esta actividad son fundamentales tanto la capacidad de emplear signos (lingüísticos o de cualquier otro tipo), como también la habilidad para usar instrumentos, hechos que posibilitaron el intercambio social a través de los procesos de producción y de cooperación laboral y económica, y que dieron lugar, según este autor, a la aparición de las diversas culturas. De esta manera, las funciones psíquicas tienen una génesis eminentemente social y el hombre se torna humano en tanto que se encuentre socializado en un determinado entorno cultural, el cual le provee de los instrumentos básicos para el ejercicio del pensamiento lógico y representativo. Vygotsky opina que la resolución de problemas se beneficia en gran medida de la utilización de signos verbales mediadores y sostiene que el lenguaje (externo o interiorizado) desempeña un papel fundamental como guía ante una situación problemática; a este respecto, hace mención de las observaciones de niños y adultos ante situaciones de este tipo, en las cuales, cuanto mayor era el grado de dificultad de la tarea, mayor era la cantidad de verbalizaciones explícitas que se registraban y mayor era el uso que hacían los sujetos de instrumentos mediadores de todo tipo (dibujos, diagramas, esquemas, etc.). En suma, la teoría de Vygotsky es una interpretación de la evolución de los procesos psicológicos, basada en la doctrina del materialismo dialéctico, que enfatiza el papel de la cultura y de los procesos comunicativos y de socialización en el desarrollo de las actividades intelectuales y de pensamiento lógico. Además, este autor influyó de manera relevante en el nacimiento de la Neuropsicología actual, pues a través de la obra de su discípulo Alexander R. Luria, muchas de sus ideas tuvieron cabida en la práctica actual de esta disciplina, (tanto a nivel teórico como aplicado). Esto es especialmente cierto en lo referente a la dimensión cualitativa y procesual puesta en práctica en la exploración neuropsicológica y en los procesos de rehabilitación de las funciones cognitivas, lingüísticas, ejecutivas y de la personalidad en pacientes que han sufrido una lesión cerebral de cualquier tipo (Luria, 1975, 1980). Además, el propio Lev S. Vygotsky inició, al final de su carrera profesional, diversas investigaciones clínicas en la Psicopatología, en la Neuropsicología y en la Paidopsicología de los niños deficientes sensoriales, motores, intelectuales y emocionales, estableciendo las bases para la 103 rehabilitación cognoscitiva, emocional y social de estos pacientes (Vygotsky, sin fecha; Vygotsky, 1934). Asimismo, este investigador llevó a cabo una serie de célebres experiencias transculturales en las repúblicas del Asia Central Soviética, durante los años 1931-1932, con sujetos cuya escolarización era todavía precaria o distinta de la occidental, y encontró que los procesos de pensamiento lógico que exhibían, diferían notablemente del patrón habitual, presentando un razonamiento “concreto” o “prelógico”, descubrimiento que apoya las tesis de este autor acerca de la determinación socio-cultural e histórica de las funciones cognitivas (Luria, 1987). Existen diversas opiniones epistemológicas, expresadas por este investigador, acerca del proceder del pensamiento científico y filosófico, en relación con la construcción del conocimiento. De este modo, Vygotsky (sin fecha/ ed. española de 1997), en un texto dedicado a los fundamentos de la Pedagogía Terapéutica y de la Tiflopedagogía, se hace eco de la similitud de sus teorías con respecto a las sostenidas por Alfred Adler, en Austria, en aquella época, y considera que en la construcción de las teorías científicas, se procede a través del método dialéctico, hasta el punto de declarar que la verdadera creación y progresión del conocimiento humano se ajusta a las leyes del materialismo dialéctico, expresadas por Karl Marx y Friedrich Engels en sus escritos clásicos. En la línea de la escuela sociocultural, aunque más recientemente, R. Montealegre (2007) emplea este marco teórico, inspirado en Luria, Leontiev y Vygotsky, para interpretar diversos fenómenos cognitivos de orden superior, como el lenguaje, el pensamiento abstracto, el razonamiento, la inteligencia o la creatividad. Además, aborda determinados aspectos de la moderna Ciencia Cognitiva, en especial el problema de las representaciones distribuidas y los sistemas de procesamiento de la información, realizando, además, desde este marco teórico, una reflexión acerca de determinados fenómenos relacionados con el desarrollo cognitivo y social, concretamente, los aspectos relativos al denominado conflicto sociocognitivo por la Escuela de Ginebra. Asimismo, Montealegre (2007) entiende que el pensamiento se forma, según la aproximación vygotskiana, dentro del proceso de evolución histórica y social, constituyéndose inicialmente, como actividad objetiva de nexos y relaciones lógicas, adquiriendo, posteriormente y a través del desarrollo psicológico, el carácter de operaciones mentales interiorizadas. 104 4. EL PENSAMIENTO LÓGICO Y SUS TRASTORNOS EN NEUROLOGÍA CLÍNICA, NEUROPSICOLOGÍA Y PSIQUIATRÍA: En este apartado examinaremos las aportaciones al estudio de los procesos lógicos del pensamiento, realizadas desde la Neurología Clínica, la Neuropsicología y la Psiquiatría. Como ya hemos señalado al comienzo del presente trabajo de investigación, existen relativamente pocos estudios sistemáticos de estos procesos en sujetos con alguna patología del Sistema Nervioso, con la excepción de algunos trabajos llevados a cabo en determinadas afecciones de tipo neuropsiquiátrico (esquizofrenia, trastornos delirantes o psicosis maníaco-depresivas). El campo de la neuropsicología de los trastornos del pensamiento lógico registraba hasta hace pocos años una relativa carencia de investigaciones, sobre todo si se las comparaba con las llevadas a cabo, por ejemplo, en el campo de las afasias o en el de los trastornos de la memoria. El pensamiento lógico ha sido muy poco estudiado en el caso de sujetos con alguna patología focal del cerebro, derivada de traumatismos craneoencefálicos, enfermedades vasculares cerebrales o tumores, por ejemplo. Debido a estas razones, los mecanismos neurológicos y cognitivos que se encuentran en la base de estos procesos permanecen todavía sin aclarar satisfactoriamente, a nuestro juicio. 105 4.1 ESTUDIOS REALIZADOS DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA NEUROLOGÍA CLÍNICA Desde el campo de la Neurología Clínica, Adams y Victor (1993) enumeran una serie de condiciones patológicas del Sistema Nervioso Central (o Sistema de la Vida de Relación) que suelen estar asociadas a alteraciones en los procesos de pensamiento. Estas patologías, según los mencionados autores, son: a) Delirium y estados confusionales agudos b) Manía e hipomanía c) Síndromes esquizofrénicos d) Demencias (especialmente las que cursan con afectación cortical) Al analizar los trastornos ocasionados por lesiones focales del cerebro, estos autores consideran que los procesos intelectuales de alto nivel, como el juicio y el razonamiento, pueden afectarse, sobre todo, por lesiones en los lóbulos frontales del cerebro; sin embargo, no especifican clara y suficientemente qué clases de tareas se afectan en mayor medida por el daño en estas áreas cerebrales, ni tampoco cuál sería (hipotéticamente) su estructura lógica y los mecanismos cognitivos responsables de llevarlas a cabo (a pesar de los trabajos pioneros de A. R. Luria acerca de la función de los lóbulos frontales en el ser humano, véase Luria, 1979). Además, el examen clínico del pensamiento realizado por los neurólogos en su praxis habitual es, en la mayoría de los casos, insuficiente, dado que las funciones cognitivas generales son exploradas de manera sumaria, generalmente, por medio de una breve prueba conocida como Mini Mental State Examination (MMSE), que fue propuesta por Folstein y colaboradores (1975) y que no incluye ningún elemento relativo a examinar la capacidad de abstracción o la comprensión y uso de conceptos lógicos, ni tampoco del contenido del pensamiento del paciente, al modo como era llevado a cabo, por ejemplo, por los neuropsiquiatras clásicos alemanes y franceses, que desarrollaron el denominado método clínico de exploración del pensamiento (Piaget, 1933). Esta tarea queda, por tanto, a merced del juicio subjetivo del neurólogo, el cual debe basarse en la observación del comportamiento y del lenguaje espontáneo del paciente, al objeto de inferir si sus procesos de pensamiento son correctos o no. En estas condiciones, por consiguiente, no resulta posible profundizar adecuadamente en la estructura y contenido de estas funciones psíquicas. A pesar de ello, existen métodos clásicos, propuestos por clínicos como Levi-Valensi (1936) o Monrad-Krohn (1943) 106 para la exploración más detallada de las funciones cognoscitivas, del lenguaje y del razonamiento en los pacientes afectados por lesiones o disfunciones del Sistema Nervioso, que incluyen tareas y cuestiones relacionadas con el pensamiento conceptual y simbólico. En relación con lo anterior, en los principales tratados actuales de Neurología Clínica y Quirúrgica, encontramos tan solo alusiones esporádicas a los trastornos del pensamiento, relacionándolos a menudo con lesiones en los lóbulos frontales o con otras afecciones del Sistema Nervioso Central, como el síndrome confusional agudo (Hernández Lahoz, 1994). En esta misma línea, Lee y Loring (1995) consideran que los trastornos de las funciones intelectuales generales pueden ser relacionados con las demencias (sobre todo, las corticales), así como con los estados confusionales agudos. Como puede apreciarse, estos autores no hacen mención de las alteraciones producidas por lesiones cerebrales focales ni por patologías neuropsiquiátricas, como la esquizofrenia o la manía. No obstante lo anterior, existen algunas aportaciones, ya clásicas, al estudio de los trastornos del pensamiento lógico desde una perspectiva neuropsiquiátrica. Así, H. Oppenheim (1901) menciona la circunstancia de que determinadas afecciones del Sistema Nervioso Central, como la parálisis general progresiva, producían, en su época, graves alteraciones cognoscitivo-ejecutivas y del comportamiento de estos enfermos, y que un rasgo prominente lo constituían, a su entender, los errores y trastornos del juicio, del razonamiento y de la inteligencia, entre otras manifestaciones. De forma análoga, H. Schüle (1888), al analizar los trastornos de las funciones psíquicas básicas en diversas patologías del Sistema Nervioso, distingue claramente entre anomalías de la esfera representativa-ideativa o del contenido del pensamiento, por un lado, de los desórdenes formales del mismo, por otro. En el primer epígrafe mencionado, cita los diferentes tipos de delirios conocidos en aquel entonces, además de diversos aspectos clínicos y etiológicos de los mismos, mientras que el capítulo dedicado a los desórdenes formales del pensamiento, lo divide, a grandes rasgos, en: I. Alteraciones de la conducción y reproducción [ de las imágenes ] II. Alteraciones de la forma gramatical y lógica de las imágenes III. Alteraciones de la apreciación o crítica IV. Alteraciones de la conciencia y de la unidad personal 107 Esta distinción entre los aspectos del pensamiento ligados al contenido y los relacionados con la forma (o estructurales) es, a nuestro juicio, importante, dado que las investigaciones posteriores en Psicología del pensamiento (Piaget, 1933; Piaget e Inhelder, 1955; Piaget, 1967), y en Psicopatología, (Jaspers, 1913; Schneider, 1946) siguieron respetando esta diferenciación, que nosotros creemos fecunda y que adoptamos, a grandes rasgos, en el presente trabajo de investigación. 108 4.2ESTUDIOS REALIZADOS DESDE LA APROXIMACIÓN DE LA NEUROPSICOLOGÍA EXPERIMENTAL Y CLÍNICA Desde el campo de la Neuropsicología experimental y clínica, se encuentra un mayor interés en los aspectos relacionados con la inteligencia, la resolución de problemas y el pensamiento. Así, Anne-Lise Christensen (1979), basándose en la metodología de investigación de A. R. Luria, propone una serie de tareas de exploración sensibles al daño en diversas áreas encefálicas. Clasifica dichas tareas según funciones, comenzando por las más básicas (como la sensibilidad cutánea o la regulación voluntaria del acto motor) hasta las más complejas, como la lecto-escritura, la comprensión del lenguaje hablado o los procesos intelectuales de solución de problemas y pensamiento. Al referirse a estas funciones, considera que las tareas de formación de conceptos, la resolución de analogías y la comprensión de estructuras lógicogramaticales complejas resultan afectadas por lesiones en los lóbulos frontales y pueden asociarse a este tipo de lesiones (según su opinión), déficits en otro tipo de actividades intelectuales, como la capacidad de realizar cálculos aritméticos, la comprensión de imágenes temáticas y textos, además del razonamiento sobre problemas sencillos de tipo aritmético. No obstante, Christensen opina que existen otras actividades intelectuales que resultan afectadas por lesiones en zonas encefálicas distintas de las frontales; entre ellas incluye las siguientes actividades, que implican la comprensión de relaciones lógicas: a) Generar miembros de una categoría lógica dada b) Decidir a qué categoría pertenece un objeto o evento determinado c) Expresar el concepto opuesto en significado a uno que se presenta d) Seleccionar, de entre 3 o 4 conceptos verbales, cuál no pertenece a la misma clase lógica que las demás. En opinión de Christensen, estas tareas son más sensibles a las lesiones parietotemporales (especialmente, del hemisferio izquierdo) del cerebro; también sostiene esta posición, relativa al pensamiento conceptual verbal, A. R. Luria, en diversas investigaciones dedicadas a la Psicología del Lenguaje (Luria, 1995) y a la Neurolingüística (Luria, 1980). A este respecto, el neuropsicólogo ruso se hace eco, en varios de sus trabajos, de la distinción establecida en la Lingüística por Jakobson y otros investigadores de la escuela de Praga, entre aspectos sintagmáticos del discurso verbal, frente a los aspectos paradigmáticos del mismo. Los aspectos sintagmáticos del 109 lenguaje estarían relacionados con la combinación de las distintas unidades léxicas en una estructura ordenada, donde cobran gran importancia los elementos que ligan dicho discurso en una unidad coherente (functores), mientras que los aspectos paradigmáticos tendrían que ver con el eje de selección de dichas unidades lingüísticas. Este eje paradigmático obedece a principios de organización jerárquica, al modo como se organizan los conceptos de mayor a menor generalidad, y se rige, a nuestro entender, por algunos principios de la lógica de clases. Por contra, las unidades léxicas, consideradas desde la perspectiva sintagmática, se relacionarían con algunos principios de la lógica proposicional, en la que los enunciados lógico-lingüísticos se conectarían entre sí por medio de los diversos operadores binarios (disyunción, conjunción, implicación, negación conjunta, bicondicional, etc), que guardan una relación de analogía con los elementos del lenguaje que se encargan de dar cohesión gramatical al discurso (functores) (Luria, 1980). Al abordar esta cuestión desde el punto de vista de la Neuropsicología Cognitiva, Mc Carthy y Warrington (1990) consideran que algunas tareas de resolución de problemas, como el test de la Torre de Londres, la tarea de clasificación de Weigl, la prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin, o los tests de categorización y formación de conceptos son , en general, sensibles a las lesiones de la corteza prefrontal del cerebro (tanto derecha como izquierda) y que otros componentes importantes del pensamiento lógico, del razonamiento y de la resolución de problemas, como la capacidad para formular planes de acción y la realización de inferencias de alto nivel, se encuentran entre las actividades que se afectarían ante esta clase de lesiones, aunque no mencionan la posibilidad de que existan otras estructuras cerebrales relacionadas con los procesos de pensamiento lógico. Kimberg, D´Esposito y Farah (1997) sostienen, en relación con este tema, que los lóbulos frontales del cerebro intervienen en una serie de funciones cognoscitivas [y ejecutivas], entre las que se encontrarían las capacidades de conceptualización y la formulación de planes y estrategias y exponen una serie de propuestas teóricas desarrolladas para dar cuenta de la naturaleza y funcionamiento de estas funciones psíquicas, siendo algunas de ellas las siguientes: a) Modelos unificados versus multicomponenciales: esta distinción hace referencia a la existencia de propuestas de la función ejecutiva como un “ejecutivo central” o, por el contrario, a la posibilidad de encontrar 110 disociaciones entre diversas tareas que, habitualmente, son consideradas como de naturaleza ejecutiva o frontal. b) El modelo del pensamiento concreto versus el abstracto de Kurt Goldstein: Según este modelo, los sujetos afectados por una lesión frontal tendrían alterada la capacidad para pensar en términos abstractos, es decir, su pensamiento estaría ligado esencialmente a los rasgos concretos e intuitivos de los objetos y situaciones (Goldstein, 1948) c) El modelo de uso de los errores (o de la información negativa): Según él, se postula que los sujetos con este tipo de daño son incapaces de aprender de sus errores y por esta razón cometerían perseveraciones y fallos en las actividades dirigidas a meta. Según esta propuesta, los pacientes serían más incapaces de utilizar la información negativa que los sujetos normales. d) El modelo de la función frontal como estructura de planificación: Siguiendo este modelo, los sujetos frontales actuarían deficientemente en la resolución de problemas debido a su incapacidad para establecer planes y estrategias que guíen su comportamiento. e) La función frontal como estructura inhibitoria: Para este modelo, los pacientes frontales presentarían problemas debido a que no serían capaces de inhibir las respuestas automáticas y estereotipadas, adquiridas con anterioridad. Este modelo explicaría la deficiente actuación ante tareas como la de Stroop o las perseveraciones en el test de Wisconsin. f) La función frontal como base del sistema supervisor atencional: Daría cuenta de la ejecución ante tareas de carácter novedoso, que requieren un procesamiento controlado y consciente. Los sujetos con lesión frontal, según este modelo, encontrarían dificultades a la hora de realizar actividades con una gran carga atencional, como la manipulación de imágenes mentales de carácter visual (Vera de la Puente y Botez, 1987; Vera de la Puente, 1993; Vera de la Puente, Blanco Menéndez, Villa Moreira y Rico Blanco, 2006) o el recuerdo de dígitos (especialmente, en orden inverso) (Lezak, 1995). 111 g) Los modelos de memoria de trabajo: Ésta sería un sistema de memoria a corto plazo que mantiene la información que está siendo procesada, con el fin de manipularla de manera consciente, por ejemplo, al realizar inferencias lógicas o al ejercitar otras actividades cognoscitivas con una gran carga atencional. En referencia a las investigaciones experimentales realizadas en Neuropsicología en el campo del pensamiento y la resolución de problemas, podemos mencionar, por ejemplo, el trabajo de Read (1981), el cual estudió las habilidades de pensamiento lógico en sujetos a los que se les había extirpado parte del lóbulo temporal derecho o izquierdo, así como en controles sanos; Read utilizó silogismos lineales o tareas de inferencia transitiva, con la intención de comprobar el posible uso por parte de estos pacientes, de estrategias verbales o imaginativo-visuales en su resolución. Este autor encontró que los lobectomizados izquierdos mostraron un mayor déficit en la resolución de estos problemas que los lobectomizados derechos y que los controles, e interpreta estos datos postulando que los sujetos lobectomizados izquierdos fallan en la categorización y organización del material verbal, produciendo este hecho, una disminución en la eficiencia de su memoria operativa , y especula con la posibilidad de que existan dos clases de códigos imaginativos: el perceptual (dependiente del hemisferio derecho) y el simbólico [verbal] (dependiente del hemisferio izquierdo). Basso, De Renzi et al. (1973) realizaron un estudio en el que aplicaron el test de matrices progresivas de Raven (escala de color) a una muestra de lesionados cerebrales, tanto derechos (con y sin defecto del campo visual) como izquierdos (afásicos y no afásicos), además de a un grupo de sujetos de control, encontrando que el peor rendimiento se registraba entre los lesionados derechos que tenían un defecto en el campo visual, así como entre aquellos lesionados izquierdos que presentaban afasia, y llegan a la conclusión, al analizar sus respuestas, de que los lesionados derechos con defecto campimétrico debían su deficiente actuación a un verdadero déficit intelectual o de pensamiento y no a causa de este defecto campimétrico per se. En cuanto a los lesionados izquierdos con afasia, estos autores consideran que su bajo rendimiento es debido también a un verdadero trastorno del razonamiento, no provocado por el déficit lingüístico, dado que las correlaciones entre las puntuaciones en el test de Raven y en otras medidas psicolingüísticas, como el Token-test o pruebas de denominación, resultaron prácticamente nulas. Concluyen hipotetizando la existencia de, al menos, dos estructuras cerebrales críticas en la resolución de problemas y el pensamiento lógico: 112 una, post-rolándica en el hemisferio derecho (especializada en problemas en los que la información es presentada visualmente) y otra, coincidente en parte con las áreas del lenguaje del hemisferio izquierdo, que se encargaría de la resolución de problemas tanto verbales como no verbales, y que actuarían de manera coordinada en la resolución de problemas. En el análisis del pensamiento lógico con contenido visuo-espacial, Owen et al. (1990) emplearon el test de la Torre de Londres, una tarea de amplitud de memoria visuo-espacial (cubos de Corsi) y un test de memoria de trabajo de carácter visual, en un estudio realizado con pacientes con daño frontal derecho y/o izquierdo. Sus resultados indican que los sujetos frontales realizan mal las tareas que implican la capacidad de planificación en la resolución de problemas, así como en las que evalúan la memoria de trabajo, pero rendían igual que los controles en el test de los cubos de Corsi, que es una medida de amplitud de memoria inmediata no verbal. Owen et al. consideran que un aspecto importante que influye en la deficiente ejecución de estas tareas es la impulsividad de estos sujetos a la hora de realizar una actividad dirigida a meta, así como sus dificultades en memoria de trabajo. Tratando de investigar las capacidades de razonamiento y solución de problemas de tipo no verbal, Glosser y Goodglass (1990) investigaron mediante métodos de este tipo (como el test de la torre de Hanoi o la prueba de clasificación de tarjetas de Wisconsin), las funciones ejecutivas y de resolución de problemas en sujetos lesionados cerebrales afásicos y no afásicos, y con daño frontal o post-rolándico; encontraron que las habilidades lingüísticas eran independientes de las ejecutivas, es decir, que resultaba irrelevante que los sujetos fueran o no afásicos y que lo importante, a la hora de explicar los resultados era que hubieran sufrido una lesión frontal, comprobando, además, que aquellas tareas que tenían una mayor carga visuo-espacial resultaban más difíciles para los sujetos con lesión frontal derecha y las que exigían alguna habilidad lingüística eran más difíciles para los pacientes con lesión frontal izquierda. Al analizar las habilidades de planificación y función ejecutiva, Shallice y Burguess (1991) informan de las dificultades de formulación de estrategias en el caso de 3 sujetos con daño en la corteza prefrontal, cuyas habilidades perceptivas, lingüísticas e intelectuales se encontraban preservadas y que, no obstante, mostraban marcadas dificultades para la realización de actividades simples de la vida cotidiana, tales como las conductas de higiene y cuidado personal o la realización de tareas domésticas, constatando en ellos una gran falta de iniciativa, una marcada desmotivación y una 113 acusada dependencia de los estímulos del entorno. Shallice y Burguess opinan que los déficits de estos pacientes se encuentran ligados a un mal funcionamiento de una estructura mental conocida como “sistema supervisor atencional”, localizada a nivel de la corteza prefrontal y que se encarga de la supervisión de los procesos dirigidos a meta. Otras funciones deficitarias en este tipo de pacientes serían la formulación de metas e intenciones, así como su consecución en el momento apropiado. Las habilidades de categorización han sido también investigadas desde el punto de vista de la Neuropsicología experimental. Así, Owen, Roberts et al. (1991) realizaron una investigación acerca de la formación de conceptos en sujetos con diversas lesiones cerebrales. En concreto, emplearon 20 sujetos con lobectomía frontal, 20 sujetos con lobectomía temporal unilateral (izquierda o derecha) y 11 sujetos que habían sufrido una resección amígdalo-hipocampal para el tratamiento de la epilepsia. Estos sujetos fueron comparados con sujetos sanos, tanto jóvenes como ancianos. Estos autores emplearon una tarea de formación de conceptos, en la cual era posible realizar cambios (“shiftings”) tanto intradimensionales como extradimensionales, utilizando una metodología experimental similar a la empleada por Kendler y Kendler (1962) en sus estudios sobre categorización; sus resultados mostraron que los sujetos con lesión frontal realizaron peor el cambio extradimensional (de color a forma, por ejemplo), no mostrando problemas con el intradimensional (color rojo a verde, por ejemplo), y hallaron que los sujetos con lobectomía temporal y con resección amígdalo-hipocampal realizaron adecuadamente la tarea, pero mostraron latencias de respuesta superiores a los otros grupos de sujetos en el momento del cambio extradimensional. Otro hallazgo relevante de este trabajo fue que el comportamiento ante la tarea de formación de conceptos por parte del grupo de ancianos sanos fue cuantitativa y cualitativamente similar al del grupo de lesionados frontales, hecho que estos autores consideran como indicativo de que las estructuras anteriores del cerebro son las que más precozmente se deterioran con el proceso de envejecimiento, y concluyen señalando que los sujetos con daño frontal son incapaces de avanzar hipótesis globales acerca de la información de la que se les provee, manejando con dificultad la información negativa (en este caso, la retroalimentación que el examinador les ofrece con los aciertos y con los fallos). Karnath y Wallesch (1992) realizaron, asimismo, una investigación acerca de la flexibilidad de pensamiento puesta de manifiesto en actividades de planificación y encontraron que los sujetos lesionados frontales agudos (cuya lesión era reciente), pero 114 no los crónicos (lesionados hacía bastante tiempo) mostraban dificultades en dichos procesos de planificación evaluados mediante una tarea de laberintos aplicada por computador. Los sujetos lesionados posteriores agudos realizaron adecuadamente la tarea, circunstancia en la que se basan los autores para descartar que sea el daño cerebral agudo per se el responsable de la deficiente actuación en esta tarea por parte de los sujetos con lesión frontal aguda (reciente). En otro orden de cosas, Eslinger y Grattan (1993) estudiaron diversos aspectos de la flexibilidad cognitiva o de pensamiento en sujetos con daño frontal, posterior y en los ganglios de la base (neoestriado) y pudieron distinguir entre flexibilidad reactiva o capacidad para cambiar la respuesta en una tarea de formación de conceptos (“shifting” en el test de Wisconsin) y flexibilidad espontánea (habilidad para producir un gran número de respuestas alternativas a una misma cuestión o pensamiento divergente). Eslinger y Grattan hallaron además que, mientras que los sujetos con lesiones frontales y de los ganglios de la base presentaron el mismo déficit en flexibilidad reactiva (test de Wisconsin), no apreciaron diferencias significativas en una tarea de pensamiento divergente entre los sujetos con daño en el neoestriado y los de la corteza posterior, aunque se registraron diferencias muy significativas entre los sujetos con lesión frontal (que actuaron muy pobremente en esta tarea) y los sujetos pertenecientes a los dos grupos anteriores. Estos resultados configuran una auténtica disociación doble, que es interpretada por Eslinger y Grattan avanzando la hipótesis de la existencia de dos circuitos neuroanatómicos, que estarían en la base de diferentes formas de flexibilidad del pensamiento; uno sería el responsable de las capacidades de pensamiento divergente (localizado a nivel frontal, exclusivamente) y otro, que estaría relacionado con la habilidad para efectuar el cambio de categoría ante tareas de formación de conceptos, como el test de Wisconsin, y que integraría circuitos córtico-estriados. También ha sido investigada la relación entre la resolución de problemas y la capacidad de representación mental en imágenes visuales. De este modo, Vera de la Puente (1993), empleando como base los diferentes tipos de formatos representacionales propuestos por Bruner y por Piaget, característicos de los sucesivos estadios del desarrollo cognitivo, propone que el empleo de la representación en imágenes visuales juega un importante papel en la creatividad, en la resolución de problemas y en los procesos que implican flexibilidad cognitiva, y llega a la conclusión de que, para ello, resulta de una gran importancia la función de los lóbulos prefrontales del cerebro humano. 115 El papel de determinadas estructuras cerebrales en la resolución de tareas clásicas de inteligencia ha sido, asimismo, estudiada por algunos autores. Así, Duncan, Burguess y Emslie (1995) investigaron la capacidad de resolución de problemas novedosos (lo que ha sido denominado “inteligencia fluida” por los autores de la tradición factorialista) mediante una batería de tests de factor “g” de Cattell en sujetos con daño frontal, así como en sujetos con daño post-rolándico y en individuos sanos, emparejados con los primeros en cociente intelectual (evaluado mediante la Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos, WAIS), edad, sexo y status socio-económico, encontrando que los pacientes frontales conseguían unas puntuaciones elevadas en el WAIS o el WAIS-R, comparables con los controles, mientras que exhibían puntuaciones significativamente más bajas que éstos y que los sujetos con daño en la corteza posterior en las tareas de inteligencia fluida, y concluyen postulando que la base neuroanatómica de la inteligencia general (o factor “g”) se encuentra localizada en la corteza prefrontal, dado que es ante estas tareas novedosas (en las cuales no resulta muy relevante el conocimiento adquirido), que exigen un procesamiento controlado y habilidades de planificación, en las que los sujetos con daño frontal exhiben mayores deficiencias. Estos autores consideran que son estas mismas capacidades las que resultan relevantes en la resolución de problemas novedosos, característicos de las pruebas de inteligencia fluida, y apuntan la relación que guarda esta clase de inteligencia con la memoria de trabajo, que se encuentra muy asociada, a su vez, con la función del córtex prefrontal del cerebro. Con vistas a analizar las capacidades de pensamiento lógico de tipo no verbal, Miller y Tippett (1996) estudiaron la resolución de problemas con contenido visual en 73 pacientes con daño cerebral focal, comparados con 20 sujetos de control sanos. La tarea experimental estaba basada en las investigaciones de Guilford sobre inteligencia e implicaba, para su resolución, el procesamiento visuo-espacial de formas geométricas, además de incluir un componente de flexibilidad cognitiva o pensamiento divergente, relacionado con la generación de diferentes estrategias de resolución de problemas, y los resultados mostraron que los pacientes lesionados témporo-parietales (tanto derechos como izquierdos) y frontales (izquierdos) no encontraron ninguna dificultad en la resolución de los problemas planteados; por el contrario, se halló que los pacientes con lesiones parietales y/o centrales, además de frontales (todas del hemisferio derecho) actuaban de modo significativamente deficiente en las pruebas incluidas en la investigación. No obstante, el patrón de déficit era diferente en este último grupo, 116 siendo los lesionados parieto-centrales los más afectados en los aspectos de procesamiento perceptivo del material visual, a la vez que los pacientes que habían sufrido una lesión frontal derecha fallaban especialmente en la capacidad para generar estrategias alternativas y cambiarlas cuando fuera necesario. Miller y Tippett concluyen indicando que, en el caso de la resolución de problemas visuales con contenido geométrico, las regiones suprasilvianas juegan un papel más importante que las infrasilvianas. Además, defienden la dominancia del hemisferio derecho en el pensamiento visuo-espacial, y hacen notar la circunstancia de que las porciones orbitales y ventro-mediales del lóbulo frontal (derecho, en este caso), se encuentran muy relacionadas con el componente de flexibilidad cognoscitiva o pensamiento divergente necesario para la resolución de estos problemas. Los estilos cognitivos de ambos hemisferios cerebrales han sido, asimismo, analizados por ejemplo, por Deglin y Kinsbourne (1996), los cuales realizaron una investigación en la cual se estudiaba el razonamiento silogístico en pacientes sometidos a terapia electroconvulsiva para el tratamiento de la esquizofrenia o el trastorno bipolar. El tratamiento se circunscribía solamente (en cada sesión) a un hemisferio, suprimiéndose temporalmente las funciones del mismo durante un intervalo variable (entre 30 y 45 minutos). El contenido temático de los silogismos podía ser familiar o no familiar y verdadero o falso. Así, estos pacientes cuando se encontraban bajo los efectos de la supresión del hemisferio derecho, respondían a los silogismos de manera totalmente acorde con las prescripciones de la Lógica formal, inclusive ante aquellos que contenían afirmaciones absurdas o irreales o que incluían material temático desconocido para el sujeto. Por el contrario, estos mismos pacientes se enfrentaban a los mismos silogismos con un proceso de pensamiento concreto o empírico cuando se hallaban bajo los efectos de la supresión del hemisferio izquierdo, registrándose respuestas no acordes con la Lógica, rechazando la tarea, apelando a la experiencia personal o al conocimiento previo de la situación descrita o incluso realizando comentarios cargados de un intenso tono emocional ante lo absurdo de algunas premisas. Deglin y Kinsbourne interpretan estos resultados considerando que existen dos procesos de pensamiento distintos, que coexisten en la actividad mental adulta y que sólo experimentalmente pueden ser disociados, como en esta investigación. Uno de ellos (el pensamiento formal o teórico) se aplicaría ante situaciones no conocidas, en las cuales no puede sernos de utilidad la experiencia personal. Esta clase de pensamiento estaría ligado a la actividad del hemisferio cerebral izquierdo y sería preponderante en 117 científicos, matemáticos y, en general, en sujetos que han recibido una escolaridad de tipo occidental. El otro proceso de pensamiento, ligado al hemisferio cerebral derecho, podría ser caracterizado como “empírico”, “prelógico” o “concreto” y actuaría ante problemas cotidianos, en los cuales se hace necesario un razonamiento concreto y ligado al sentido común. También sería característico del pensamiento “mágico” o “primitivo”, del que hablan algunos antropólogos. Además, este tipo de actividad cognoscitiva se encargaría de velar por la adecuación a la realidad del otro (el del hemisferio izquierdo), el cual tiene fundamentalmente en cuenta la estructura formal del razonamiento y no su contenido concreto. De esta manera, la dicotomía forma/contenido tendría un paralelismo en la actividad conjugada de ambos hemisferios, que daría cuenta de la actividad mental unitaria, sintética y adaptada al entorno. En un trabajo teórico acerca de las funciones lingüísticas y no lingüísticas de ambos hemisferios, Bogen (1997), considera la literatura más importante sobre las habilidades cognoscitivas dependientes del hemisferio derecho en sujetos con resecciones del cuerpo calloso y hemisferectomizados y opina que es perfectamente plausible la existencia de una actividad mental consciente en ausencia de lenguaje, incluso en lo referente a los aspectos más elaborados de la cognición, como las habilidades de comprensión de los sucesos de su entorno, y para ello, pone como ejemplo la circunstancia de que numerosos pacientes aquejados de afasia global demuestran estar, por otro lado, perfectamente conscientes y comprenden adecuadamente la mayoría de los acontecimientos que ocurren a su alrededor, y considera un error la extendida creencia de que el hemisferio derecho es un hemisferio “menor”, creyendo probado el hecho de que es posible un pensamiento sin lenguaje, es decir que se puede dar una actividad cognitiva que maneje conceptos no verbales; así, en nuestra opinión, multitud de animales superiores resuelven problemas complejos en el curso de su adaptación al medio, como demostró Köhler y, sin embargo, no están en posesión del lenguaje; por otro lado, como demostró Piaget en sus investigaciones evolutivas, los niños preverbales realizan actividades dirigidas a meta y resuelven problemas que exigen coordinar sus esquemas sensorio-motrices sin disponer aún de habilidades lingüísticas (poniendo de manifiesto un comportamiento inteligente, que puede caracterizarse incluso por medio de determinadas estructuras lógico-algebraicasel Grupo de los desplazamientos-). No obstante, las ideas expresadas por Bogen en esta investigación, pensamos que han de ser matizadas convenientemente. De este modo, al 118 realizar una exploración neurológica o neuropsicológica, habitualmente, valoramos el grado o nivel de conciencia del paciente, y después, una vez comprobado que éste es normal, podemos continuar con aspectos más propiamente cognoscitivos, como las praxias, la percepción sensorial, el lenguaje o los aspectos más elaborados de la cognición y el pensamiento lógico- abstracto. Por ello, si bien es cierto que es perfectamente posible la existencia de actividad mental consciente (especialmente, de carácter sensorial, perceptivo y mnésico) sin la existencia de lenguaje, la cuestión se modifica al entender el pensamiento desde un punto de vista más restrictivo, como el que hemos adoptado en el presente trabajo de investigación. De este modo, si identificamos el pensamiento con la elaboración de inferencias tanto deductivas como inductivas y con la elaboración discursiva de nuestras ideas y conceptos anteriores al lenguaje, parece que la posición de la escuela de Vygotski y Luria, expuesta anteriormente, resulta, a nuestro entender, más realista. Es decir, que parece claro que no se puede identificar sin más actividad consciente y pensamiento, dado que, si bien la existencia de un adecuado nivel de conciencia es indispensable para el pensamiento discursivo y lógico, la contraria no es cierta, o sea que puede encontrarse en algunos pacientes un nivel de conciencia normal y, sin embargo, los aspectos cognitivos de alto nivel estar totalmente abolidos, como en algunos casos avanzados de la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo (Alberca Serrano, 1998). Desde otra perspectiva diferente a la de Bogen, Davis, O´Neil-Pirozzi y Coon (1997) investigaron diversos aspectos del discurso verbal de pacientes afectados por patología vascular del hemisferio derecho (con lesiones frontales, posteriores y mixtas). Estos autores realizaron un análisis lingüístico de las producciones orales de estos pacientes, estudiando la cohesión referencial, la coherencia lógica y la exactitud en una tarea de descripción de dibujos temáticos, encontrando alteraciones significativas en las variables relacionadas con estos aspectos lingüísticos, más ligados a la actividad del hemisferio cerebral derecho. Davis, O´Neil-Pirozzi y Coon concluyen con la idea de que los lesionados cerebrales derechos manifiestan también alteraciones lingüísticas, aunque éstas se relacionan con los aspectos globales del discurso y no con aquellos estudiados habitualmente por la Neurolingüística (fonología, morfología, sintaxis y semántica). Estos resultados tienen interés para el presente trabajo de investigación, dado que los niveles globales o elaborados del discurso lingüístico (y, especialmente, los aspectos asociados con su cohesión lógica) guardan relación con algunas de las hipótesis sustentadas en este estudio. Así, debemos tener en cuenta que la cohesión lógica del 119 discurso lingüístico se encuentra muy vinculada a los elementos que regulan la sintaxis del mismo (functores), los cuales guardan una relación de isomorfismo, a nivel lógico, con los operadores proposicionales (Ferrater Mora y Leblanc, 1962; Agazzi, 1964; Hilbert y Ackermann, 1972). La capacidad para establecer juicios lógico-lingüísticos con varios valores posibles de verdad (lógica polivalente) también ha sido investigada. De este modo, Pollina y Squires (1998) utilizaron metodología psicofisiológica (potenciales evocados cognitivos) en sujetos normales, a los que se les presentaba una historia de ficción en la que no resultaba apropiado realizar un juicio de tipo verdadero/falso, sino más bien un juicio de carácter polivalente; estos autores hallaron, en primer lugar, un componente temprano positivo, con mayor amplitud en proposiciones asumidas como verdaderas; en segundo lugar, fue hallado un segundo componente (onda P-300), con mayor amplitud ante aquellas proposiciones cuyo valor de verdad era conocido por los sujetos (verdadero o falso), respecto de aquellas frases cuya veracidad era incierta, además de una onda negativa posterior (N-400), que no se vio afectada por el valor de verdad, aunque sí lo fue por el número de valores de verdad implicados en la proposición, localizándose este último componente, preferentemente, a nivel de los lóbulos frontales del cerebro. Los procesos de toma de decisiones han sido también investigados desde la perspectiva de la Neuropsicología y la Neurología de la Conducta. De este modo, Godefroy y Rousseaux (1997) estudiaron estos aspectos cognitivo-ejecutivos en pacientes con lesión frontal o posterior, así como en controles sanos, hallando que los lesionados frontales encontraban dificultades en la elaboración y toma de decisiones, especialmente cuando se referían a situaciones novedosas. Estos resultados se pueden relacionar fácilmente con los ya comentados de Duncan, Burguess y Emslie (1995), que ponían de manifiesto la circunstancia de que los pacientes con lesión frontal encuentran especiales dificultades con el procesamiento de la información ante estímulos y situaciones no conocidas, y que exigen una actividad cognitiva controlada y consciente, movilizando, en gran medida, los recursos atencionales y de memoria de trabajo del paciente, además de sus capacidades inferenciales de alto nivel. En otro orden de cosas, Morris, Miotto, Feigenbaum, Bullock y Polkey (1997) estudiaron la resolución de problemas en una muestra de pacientes neuroquirúrgicos sometidos a lobectomías prefrontales o temporales, del hemisferio derecho o izquierdo, además de controles sanos. Utilizando como tarea experimental el test de la Torre de 120 Hanoi, analizaron el proceso de razonamiento de estos pacientes, teniendo en cuenta tanto el componente ejecutivo, como el de memoria, presentes en el problema. Recuerdan, además, que, si bien la función frontal puede ser concebida como un “ejecutivo central” (unitario), también se puede entender como un conjunto de capacidades coordinadas o “modulares”, que intervienen en los procesos de razonamiento (entre otras, anticipación, planificación, ejecución de la respuesta, además de monitorización y control de la misma). Sus resultados mostraron que, efectivamente, los pacientes lobectomizados frontales rindieron peor en el componente ejecutivo y los afectados por lobectomías temporales mostraron alteraciones en los componentes mnésicos del problema. También se encontró una afectación diferencial del rendimiento de los pacientes con lesión en el hemisferio derecho (tanto a nivel frontal como posterior), debido a la naturaleza visuo-espacial de la tarea experimental, y concluyen que el córtex prefrontal y el temporal actúan coordinadamente en la resolución de problemas y el razonamiento. Además, estos mismos autores (1997) analizaron también el efecto del conflicto entre metas y submetas en la resolución del test de la torre de Hanoi, en pacientes con lesión frontal y temporal, tanto del hemisferio derecho como del izquierdo, y hallaron que los mayores déficits relacionados con los conflictos entre diferentes metas y submetas, aparecían en los pacientes lesionados frontales del hemisferio izquierdo y en los que presentaban una lesión en el córtex temporal del hemisferio derecho, interpretando estos resultados como dependientes de una incapacidad para inhibir respuestas inadecuadas, en el caso de los lesionados frontales izquierdos y de una alteración específica en los procesos de memoria visuo-espacial, en el caso de los pacientes con lesión temporal derecha. Planteando una investigación acerca del funcionamiento ejecutivo en la enfermedad de Parkinson, Brown, Soliveri y Jahanshahi (1998) investigaron determinados componentes del funcionamiento ejecutivo y atencional en pacientes afectados por esta patología neuropsicológica, utilizando como tareas experimentales la generación aleatoria de números por parte de los pacientes, así como una tarea con un componente atencional significativo. Encontraron que los pacientes parkinsonianos (en los que se encuentran alteraciones neuroanatómicas y funcionales en determinados circuitos fronto-basales) exhibían un efecto de sesgo más acusado que los sujetos de control, en una tarea de generación aleatoria de secuencias numéricas, y concluyen que el córtex prefrontal dorsolateral (afectado en estos pacientes) interviene en la supresión 121 (o inhibición) activa de las respuestas asociativas que presentan un determinados sesgo habitualmente, y que esta actividad cognitiva debe ser controlada por una estructura ejecutiva con un gran componente atencional destacado. Existen indicios, asimismo, de la presencia de alteraciones cognitivas de nivel superior (capacidades lingüísticas, práxicas, espaciales y de razonamiento abstracto) en algunos pacientes afectados por lesiones localizadas en el tálamo. Concretamente, Karussis, Lekker y Abramsky (2000) investigaron las habilidades neuropsicológicas de orden superior en 16 pacientes afectados por lesiones vasculares en diversos núcleos del tálamo, y hallaron la presencia de dificultades cognitivas, lingüísticas, visuo-espaciales y anosognosia en la mayoría de los pacientes estudiados, hallazgos sugerentes de la posibles participación de diversas redes neuronales córtico-subcorticales en la elaboración e integración de las habilidades neuropsicológico-cognitivas complejas. También han sido realizados diversos trabajos de investigación en los que se ha empleado la metodología de caso único para el estudio de los procesos de pensamiento lógico en sujetos con lesión cerebral. De este modo, Blanco Menéndez y Aguado Balsas (2002) estudiaron algunos aspectos del razonamiento, la solución de problemas y el pensamiento lógico en un paciente afectado por una lesión parieto-frontal del hemisferio izquierdo, de etiología vascular, hallando que, si bien la ejecución en la mayoría de tareas experimentales resultaban afectadas por la lesión, eran especialmente aquellas que incluían componentes de lógica proposicional, contrastación de hipótesis y tareas de resolución de problemas con un importante contenido frontal (como el test de la Torre de Hanoi) en las que se registraba una ejecución más deficiente. Por el contrario, aquellas tareas relacionadas con el pensamiento lógicoconceptual y semántico, además del que implica la comprensión de determinadas nociones de lógica de relaciones (inferencia transitiva) eran las que resultaban afectadas en menor medida en el paciente objeto de estudio. Estos investigadores concluyen apuntando que sus resultados sugieren la participación predominante de la corteza prefrontal en el procesamiento de determinadas estructuras lógicas relacionadas con los operadores proposicionales, mientras que los aspectos ligados al procesamiento semántico y conceptual (estructurado por principios de lógica de clases), se encontrarían más vinculados a la función de los lóbulos posteriores del cerebro. En esta misma línea, Blanco Menéndez, Rico Blanco, Núñez Núñez, Villa Moreira y Vera de la Puente (2005) mostraron la existencia de una disociación doble en procesos de pensamiento lógico. Estos autores aplicaron una batería de pruebas de 122 razonamiento y pensamiento lógico, que incluía tanto tareas de razonamiento categorial como de pensamiento proposicional, analógico y de resolución de problemas (Torre de Hanoi), a dos pacientes lesionados cerebrales, ambos con afectación del hemisferio izquierdo, de etiología vascular. En el primero de estos pacientes (afectado por un ictus a nivel del córtex parietal superior y frontal izquierdo) se pudo constatar un pobre rendimiento en las tareas que implicaban pensamiento proposicional, analógico y resolución de problemas, mientras que sus capacidades semánticas, conceptuales y categoriales se encontraban totalmente indemnes. Sin embargo, en el segundo de estos pacientes (cuya lesión se encontraba situada en el hemisferio izquierdo, a nivel parietal inferior y temporal), fue posible verificar el patrón opuesto de resultados, afectándose significativamente el pensamiento categorial y semántico-conceptual, mientras que era, por ejemplo, capaz de resolver una tarea como la torre de Hanoi empleando el mínimo número de movimientos requerido, entre otras pruebas planteadas. Recientemente, han sido estudiados, además, los efectos de las lesiones localizadas a nivel de los lóbulos frontales en el razonamiento con contenido social. De este modo, Goel, Shuren, Sheesley y Grafman (2004) emplearon como técnica de evaluación del pensamiento lógico la tarea de selección de Wason (o de “las cuatro tarjetas”), que implica, a nivel lógico, la comprensión de la conectiva conocida como condicional o “implicación material”. Estos autores aplicaron dicha tarea a 19 pacientes afectados por lesiones frontales, además de a 19 sujetos de control, equivalentes a los anteriores en edad y nivel educativo. La tarea fue administrada en dos condiciones experimentales: en una, con contenido arbitrario y en la otra, con contenido social, encontrándose que ambos grupos de sujetos actuaron al mismo nivel en la primera de dichas condiciones, mientras que pudo observarse una facilitación de la tarea en los sujetos de control, en el caso en que la prueba incluía contenido social. Por el contrario, este efecto de facilitación no pudo constatarse en el grupo de pacientes lesionados frontales, hallándose, además, un efecto de lateralidad del daño cerebral, según el cual realizaron la tarea con un nivel de eficiencia inferior los lesionados en el hemisferio izquierdo, respecto de aquellos que se encontraban afectados por una lesión localizada en el córtex frontal derecho. Estos autores interpretan estos resultados hemisferios cerebrales, hipotetizando que la porción anterior de los especialmente su parte izquierda, se encuentra 123 significativamente implicada en los procesos de razonamiento y pensamiento lógico, sobre todo cuando su contenido versa sobre aspectos sociales. En otro estudio neuropsicológico cognitivo, Girelli, Semenza y Delazer (2004) estudiaron la relación entre el pensamiento inductivo y los procesos de memoria implícita. De este modo, estos autores analizaron la ejecución de varios sujetos sanos y de un paciente amnésico, en una tarea de resolución de problemas consistente en el completamiento de series de números (análoga a las incluidas en las diversas pruebas de inteligencia tradicionales). Estos autores hallaron un importante efecto facilitador de diversos procesos de memoria implícita (priming) sobre los componentes centrales de la resolución de problemas, y concluyen apuntando la importancia de la relación entre el razonamiento inductivo, la resolución de problemas y la memoria implícita. En esta misma línea, Cooper, Schwartz, Yule y Shallice (2005) realizaron un análisis neuropsicológico-cognitivo de las alteraciones disejecutivas que presentan los pacientes afectados por lesiones frontales extensas y que presentan cuadros de desorganización conductual en las actividades de la vida diaria. Estos autores hipotetizan que los síndromes disejecutivos que presentan estos enfermos se deben a una falta de equilibrio entre las activaciones top-down (conceptuales y ejecutivas) y bottom-up (ambientales), y hacen referencia a la existencia de dos patrones diferentes de alteración disejecutiva; en uno de ellos (conducta de utilización) podría comprobarse la presencia de un desequilibrio entre la activación topdown y bottom-up, mientras que en el caso de los síndromes disejecutivos que exhiben comportamiento desorganizado, podría ser explicado por una alteración general de la activación de los esquemas de respuesta; estos autores emplean este modelo teórico para explicar, además, la semiología neuropsicológica derivada de la apraxia ideatoria. En otro orden de cosas, Floden y Stuss (2006) comprueban la participación de determinadas estructuras del córtex cerebral frontal medial del hemisferio derecho en la regulación y el control de las actividades cognoscitivas, además de mostrar la importancia de estas estructuras neuroanatómicas en el control inhibitorio del comportamiento, el cual, para muchas líneas de investigación, constituye un componente fundamental de las funciones ejecutivas. La regulación mental y el control cognoscitivo-ejecutivo, con su substrato neurológico ha sido también analizado por Pellegrino, Ciaramelli y Lòdavas (2007), los cuales han mostrado, recientemente, la importancia del córtex cingulado rostral anterior en estas funciones neuropsicológicas, en el contexto de una aproximación modular 124 similar a la adoptada por Ward y Allport (1997), en la que se hace hincapié en la importancia del conflicto entre diversas alternativas en la toma de decisiones y en la resolución de problemas. En esta investigación, los autores mencionados analizaron la ejecución de varios grupos de pacientes lesionados en este sector del cíngulo anterior, otros afectados por lesiones no frontales, además de en controles sanos, comprobando la importancia de esta estructura neuronatómica en el control y en la regulación de las actividades cognoscitivas. 125 4.3INVESTIGACIONES REALIZADAS EN NEUROCIENCIA COGNITIVA Desde el punto de vista neurobiológico, que trata los niveles más moleculares que pueden distinguirse en la función neurológica, han sido propuestos diversos modelos cibernéticos, lógicos, estadísticos y matemáticos en orden a explicar el comportamiento de dichos niveles de los sistemas nerviosos animales y humanos. Pionero del estudio de las funciones del Sistema Nervioso Central desde el punto de vista de la conducta, D. O. Hebb (1949), propuso un esquema de organización de las capacidades mentales, en general, y conceptuales, en particular, que implica el trabajo coordinado de conjuntos o “asambleas neuronales”, y que podrían dar cuenta de la actividad categorial del Sistema Nervioso animal y humano, además de proponer diversas reglas o algoritmos de funcionamiento de dichos circuitos neuronales. Además, G. Pask (1962) adopta un enfoque cibernético y lógico en la interpretación de la actividad nerviosa implicada en el aprendizaje y la memoria. Este investigador introduce una conceptualización y un lenguaje lógico-matemático en la explicación de la conducta de las redes neuronales en los seres vivos, haciéndose eco de diversos desarrollos teóricos neuro-computacionales contemporáneos suyos, como el perceptrón de Rosenblatt, el autómata de George, las “tortugas” de Grey Walter y Angyan o los trabajos neurofisiológicos de Mc Culloch y colaboradores de la década de 1940 (que empleaban la lógica booleana como herramienta de análisis, en Piaget, 1952“Estructuras operacionales y Cibernética”). Además, este autor se hace eco de otros desarrollos neurofisiológicos coetáneos, que emplean diversos instrumentos de análisis lógico, estadístico y matemático. En este mismo sentido, Pask menciona los trabajos de Ashby, en los que se adopta un enfoque cibernético al estudiar las bases neurofisiológicas del aprendizaje y de la memoria, y sostiene que las estructuras neurológicas son sistemas autorregulados y auto-organizadores, cuyo comportamiento se puede describir por medio de algoritmos o funciones lógicas y estadísticas de elevada complejidad, que implican un continuo proceso de toma de decisiones por parte del Sistema Nervioso. Debe tenerse en cuenta que actualmente vuelven a proponerse modelos “conexionistas”, basados en las investigaciones de Hebb (1949) o de Rosenblatt (1961, en Pask, 1962) sobre redes neuronales artificiales (Reggia et. al. 1994), que pueden convertirse en un contrapunto parcial de los modelos computacionales clásicos que se 126 han propuesto para la modelización de la función neurocognitiva (véase, vgr. Fodor, 1983; Rivière, 1986; García Albea, 1993). Por otro lado, J. Zeman (1962) defiende la aplicación de la Lógica matemática, de la Semiótica, de la Teoría de la Información y de la Teoría del Control en la caracterización de la actividad psicofisiológica en la que se basa el pensamiento, el lenguaje y la actividad mental en general. Además, propone el empleo de los análisis armónicos basados en las series de Fourier, con vistas a explicar el pensamiento y las funciones lógicas en el cerebro humano. También desde el punto de vista neurofisiológico, Stanoulov (1962) sostiene que, en el estudio del pensamiento humano, deben emplearse, como herramientas básicas y fundamentales, los conceptos emanados de la Teoría de la Información y de la Cibernética, en consonancia con las investigaciones anteriormente mencionadas. Propone, además, un esquema funcional del pensamiento humano, en el que la idea de autorregulación u homeostasis resulta de capital importancia. A este respecto, Michel Habib (1994) sostiene que existen determinados centros reguladores del equilibrio interno del organismo, de acuerdo con la noción neurobiológica de homeostasis, anteriormente expuesta, que implicarían, preferentemente, a estructuras cerebrales relativamente antiguas desde el punto de vista filogenético, situadas, principalmente, en la cara interna del lóbulo temporal, en el gran lóbulo límbico de Broca (amígdala, circuito de Papez, septum pellucidum) y en el diencéfalo (hipotálamo), cuya función radicaría en la regulación de las manifestaciones conductuales y fisiológicas más básicas, relacionadas con la supervivencia del organismo y de la especie. Kandel, Schwartz y Jessell (1995) proponen, al analizar la función neuronal implicada en la descarga del impulso nervioso, el que dicha actividad se manifiesta según la ley del “todo-o nada”, de forma que resulta isomórfica con aquella que relaciona los valores de verdad de la Lógica clásica bivalente (verdadero- falso) y a los que se puede aplicar, por tanto, el cálculo proposicional tradicional, según el esquema avanzado por Mc Culloch y Pitts en 1943. En esta misma línea, pero más recientemente, Poon (2006) expone la posibilidad de crear un cálculo cerebral, basado en formalizaciones lógico-matemáticas. Este investigador en Neurociencia Comparativa estudió el clásico reflejo respiratorio de Hering-Breuer en mamíferos, en relación con los fenómenos de habituación, sensibilización y desensibilización. Poon emplea, para la formalización de estos 127 procesos psicofisiológicos, diversas herramientas de carácter lógico-matemático. En su análisis, este investigador hace corresponder a los procesos de toma de decisiones en el Sistema Nervioso, varias estructuras lógicas, principalmente el Álgebra de Boole, mientras que los procesos de habituación y desensibilización guardarían un paralelismo con los mecanismos de integración matemática. La diferenciación matemática, por el contrario, podría explicar, en su modelo, las conductas de sensibilización ante nuevos estímulos. Desde un punto de vista formal, González Carlomán (1976) propone la caracterización lógico-matemática de diversos circuitos abstractos que pueden ser modelizados según los principios de la Lógica proposicional bivalente, que implicaría a los juntores principales (negación, disyunción, conjunción, condicional) y que, a nuestro entender, podrían ser parcialmente isomorfos con determinadas redes neuronales presentes en el encéfalo humano. Al llevar a cabo el estudio neurofisiológico de la percepción humana y animal Goldstein (1984) menciona el fenómeno de la inhibición lateral, presente en diversos receptores sensoriales animales y humanos, responsable, entre otras propiedades del sistema visual, de la aparición de las llamadas bandas de Mach en la visión humana. Este fenómeno implica la inhibición selectiva de impulsos eléctricos de uno o de varios receptores sensoriales por el mero hecho de formar un circuito paralelo, en el que, según comenta este investigador, el monto total de la estimulación eléctrica que abandona los órganos sensoriales, en dirección al cerebro (en el caso de que se dé inhibición lateral entre las diversas células del receptor considerado) no constituye la suma de las estimulaciones de cada una de las células receptoras por separado sino, más bien, una cantidad menor a la que sería enviada al cerebro si no se produjese este fenómeno, que implica un cálculo lógico-matemático, y la aplicación de la disyunción inclusiva, de la negación y del condicional, entre otros operadores lógicos, con procesos de excitación e inhibición operando continuamente con vistas a la optimización del proceso sensorial (cabe apuntar que G. von Békésy- op. cit- demostró la existencia del fenómeno de la inhibición lateral también en los receptores sensoriales de la piel). De este modo, se puede comprobar cómo, en el nivel neurofisiológico, el Sistema Nervioso Central presenta actividades de toma de decisiones que implican el procesamiento de operadores lógicos como la disyunción (suma lógica), la conjunción (producto lógico), la negación o el condicional. 128 Las posibilidades que ofrecen las tecnologías modernas para visualizar el funcionamiento del cerebro mientras realiza diversas tareas de tipo sensorial, cognitivo o motor han sido aprovechadas también para el estudio de los procesos lógicos del pensamiento. Así, Osherson, Perani, Cappa, Schnur, Grassi y Fazio (1998) estudiaron las diferentes áreas cerebrales involucradas en el razonamiento, tanto deductivo como probabilístico, en 10 varones diestros, sin patología del Sistema Nervioso Central. Analizaron, por medio de la Tomografía de Emisión de Positrones (PET), la activación cerebral durante la resolución de silogismos categóricos, que podían ser abordados desde el punto de vista de su validez, de su probabilidad o de su plausibilidad (anomalías semánticas), configurando 3 condiciones experimentales: razonamiento deductivo, razonamiento probabilístico y comprensión semántica. Los resultados sugieren que las áreas cerebrales encargadas de procesar el material varían, dependiendo de la intención del sujeto al abordar el material del problema. De este modo, la mera actividad de comprensión de los silogismos indujo la activación del córtex frontal medial izquierdo (área 6), del cerebelo y de varias estructuras subcorticales. El razonamiento probabilístico produjo activaciones significativas en el córtex frontal dorsolateral izquierdo (áreas 8 y 10 de Brodmann), además de en la corteza insular derecha, mientras que las actividades de pensamiento deductivo implicaron la intervención del córtex posterior (bilateralmente, aunque con una dominancia derecha), concretamente, de las áreas visuales asociativas, además del lóbulo parietal superior y del tálamo. Goel, Gold, Kapur y Houle (1997) realizaron, asimismo, un estudio de neuroimagen por Tomografía de Emisión de Positrones (PET), en el que analizaron la ejecución de 10 sujetos voluntarios sanos en varias tareas de razonamiento deductivo e inductivo, además de una tarea de comprensión de control. Sus resultados mostraron, para la condición de pensamiento deductivo, activaciones significativas en el lóbulo frontal inferior izquierdo (áreas 45 y 47 de Brodmann), a la vez que las actividades de razonamiento inductivo produjeron la intervención de la porción mesial del lóbulo frontal izquierdo, de las áreas cingulares anteriores izquierdas y del giro frontal superior izquierdo (áreas 8, 9, 24 y 32 de Brodmann). Según este estudio, existirían 2 áreas que establecerían la diferencia entre inducción y deducción, que serían las áreas 8 y 9 de 129 Brodmann, activas en los problemas de inducción, pero no en los que implicaban al pensamiento deductivo. En un estudio posterior, Goel, Gold, Kapur y Houle (1998) investigaron los posibles correlatos neuroanatómicos del pensamiento lógico deductivo. Para ello, llevaron a cabo un estudio de neuroimagen funcional por Tomografía por Emisión de Positrones (PET) en una muestra experimental de 12 sujetos voluntarios sanos, a los que se les planteaban 3 tipos de problemas deductivos: silogismos categóricos, inferencias transitivas con contenido espacial e inferencias transitivas de contenido no espacial, además de una tarea de comprensión de control. Estos autores encontraron que los patrones de activación en los tres tipos de problemas eran muy similares, involucrando, principalmente el giro frontal inferior izquierdo (áreas 45 y 47 de Brodmann), una zona del giro frontal mesial (área 46), diversas áreas del lóbulo temporal izquierdo (21, 22, 37), además de una porción del cíngulo izquierdo (áreas 32 y 24 de Brodmann). A diferencia del estudio de Osherson, Perani y colaboradores, antes citado, estos investigadores no hallaron activaciones significativas en ninguna región parietal, ni tampoco del hemisferio derecho, e interpretan estos datos como una prueba de que el pensamiento deductivo-formal se encuentra muy relacionado con los procesos simbólicos y lingüísticos y tiene, por tanto, una representación cerebral muy vinculada al hemisferio izquierdo (especialmente, a su porción perisilviana). Posteriormente, Goel y Dolan (2001) investigaron el fundamento neuroanatómico-funcional de algunos aspectos del razonamiento deductivo. Utilizando la Resonancia Magnética Funcional (fMRI) como técnica de neuroimagen, analizaron las activaciones cerebrales que se producían en 14 sujetos diestros sanos, al serles planteados diversos problemas de razonamiento sobre series de tres términos (inferencias transitivas) y con contenido concreto o abstracto. Sus resultados mostraron que tanto los problemas concretos como los abstractos produjeron la activación de zonas cerebrales similares, pertenecientes a una red neuronal occipito-parieto-frontal (bilateralmente), verificándose, no obstante, una mayor activación parietal en la condición de razonamiento abstracto, con respecto a la condición de razonamiento sobre contenido concreto. Estos autores llegan a la conclusión, a la vista de sus resultados, de que este tipo de inferencias implican el funcionamiento de un sistema visuo-espacial, independientemente del contenido concreto o abstracto de los problemas. La relación entre los procesos de razonamiento y la memoria de trabajo ha sido también estudiada por medio de las tecnologías modernas de neuroimagen por Ruff, 130 Knauff, Fangmeier y Spreer (2003), los cuales emplearon la Resonancia Magnética funcional (fMRI) en el análisis de la ejecución de 12 sujetos normales en tareas de razonamiento relacional (o inferencia transitiva), además de en una tarea de memoria de trabajo y hallaron activaciones significativas (tanto en la condición de razonamiento, como en la de memoria de trabajo) bilateralmente, a nivel del córtex visual secundario, del córtex cingulado posterior, además del córtex prefrontal medial, poniendo de manifiesto una mayor activación, en la condición de razonamiento, del córtex prefrontal dorsolateral y medial, mientras que la condición de memoria de trabajo se asoció, preferentemente, con una activación parietal lateral. Estos investigadores concluyen señalando que sus datos apuntan a que el razonamiento sobre relaciones se produce, fundamentalmente, por la aplicación de modelos mentales semánticos de carácter visuoespacial. Además, las redes neuronales corticales responsables del procesamiento sintáctico de tipo lingüístico han sido investigadas por medio de las tecnologías modernas de neuroimagen funcional por parte de Heim, Opitz y Friederici (2003), que emplearon la Resonancia magnética funcional (fMRI) en el estudio de determinadas tareas que implicaban el procesamiento sintáctico verbal (tareas de decisión del género en sustantivos alemanes, así como en una tarea de decisión categorial sintácticapalabras versus preposiciones). Analizando la ejecución de 18 sujetos diestros sanos en estas tareas, encontraron activaciones significativas en el área 44 (área de Broca), así como en el área 45, y concluyen que estas áreas prefrontales dorsolaterales del cerebro resultan fundamentales para el procesamiento sintáctico de carácter lingüístico. De acuerdo con las asunciones realizadas en la presente investigación, es posible que estas capacidades sintácticas de carácter verbal, localizadas en dichas estructuras prefrontales, guarden también relación con los aspectos de la sintaxis lógica del discurso, y también con la del comportamiento inteligente (considerado como resultado de la planificación y la organización de la conducta dirigida a metas). Estudiando las actividades de resolución de problemas, Newman, Carpenter, Varma y Just (2003) emplearon la Resonancia Magnética funcional (fMRI) en el análisis de la ejecución del Test de la Torre de Londres por parte de sujetos normales. Estos autores hallaron que ambos lóbulos frontales (izquierdo y derecho) se encontraban igualmente implicados en la resolución de problemas moderados y difíciles, aunque la activación del córtex frontal derecho se encontraba atenuada en el caso de los problemas sencillos. Además, sus resultados pusieron de manifiesto, también, que los índices de 131 activación del córtex frontal derecho correlacionaban en un grado muy significativo con medidas independientes de memoria de trabajo, encontrándose, asimismo, diferentes patrones de conectividad funcional en el caso del córtex frontal derecho, respecto del izquierdo. Estos autores concluyen indicando que, a la luz de sus resultados, pueden establecer algunas hipótesis acerca del funcionamiento neuropsicológico implicado en la resolución de esta tarea. En concreto, apuntan que el córtex prefrontal derecho puede encontrarse más implicado en la generación de planes, mientras que el córtex prefrontal izquierdo se encargaría, preferentemente, de la ejecución de los mismos. Además, indican también que el córtex parietal superior derecho se encontraría especializado en los procesos atencionales, y la región homóloga del hemisferio izquierdo estaría implicada en el procesamiento visuo-espacial. En un reciente estudio en el que fue empleada la Resonancia Magnética funcional como método de investigación, Goel y Dolan (2004) examinaron los procesos de razonamiento deductivo e inductivo en 16 sujetos diestros sanos (8 hombres y 8 mujeres). A estos sujetos le fue planteada la resolución de diversos silogismos sencillos que podían ser completados atendiendo a criterios de validez (deducción) o plausibilidad (inducción), y encontraron activaciones parcialmente diferentes en ambos tipos de tareas, atendiendo a su estructura lógica, de modo que las actividades de inducción provocaban una mayor activación, especialmente de las áreas prefrontales dorsolaterales izquierdas (área 9 de Brodmann), mientras que las tareas de deducción activaban preferentemente la circunvolución frontal inferior izquierda (área 44 de Brodmann o área de Broca). Goel y Dolan interpretan estos resultados señalando que las actividades de deducción incluyen un mayor componente de memoria de trabajo, además de la circunstancia de que en esta forma de pensamiento lógico resulta muy relevante la estructura sintáctica de las proposiciones consideradas, constituyendo el área de Broca una de las zonas dominantes para este tipo de procesamiento lógicolingüístico. Sin embargo, las actividades de inducción, más relacionadas con el conocimiento y con las inferencias prácticas de la vida diaria, se afectarían, según diversas investigaciones que citan, por la disfunción del córtex prefrontal dorsolateral, en caso de lesión cerebral. Una tarea típica de resolución de problemas, como el test de la Torre de Hanoi, ha sido recientemente analizada, además, por medio de neuroimagen funcional. De este modo, John R. Anderson y colaboradores (Anderson, Albert y Fincham, 2005) 132 realizaron un estudio experimental de la ejecución en esta tarea de sujetos sanos a los que se les realizaba un estudio de neuroimagen por Resonancia Magnética funcional (fMRI), y evidenciaron activaciones significativas a nivel de las áreas motoras, parietales y frontales, principalmente, de las correspondientes al hemisferio cerebral izquierdo. En un reciente estudio experimental que emplea Resonancia Magnética funcional, realizado por Fangmeier, Knauff, Ruff y Sloutsky (2006), se trató de poner a prueba, por medio de esta metodología, la validez de un modelo teórico referido al razonamiento sobre series de tres términos (inferencia transitiva), de contenido espacial. Estos autores hipotetizaron que estos procesos intelectuales constarían de, al menos, 3 estadios de procesamiento de la información, de carácter serial, y que se corresponderían, en primer lugar, con una fase inicial de procesamiento de las premisas, seguida de una fase de integración de las mismas, proceso que finalizaría con una tercera fase de validación [o juicio] acerca de la validez de la conclusión a la que se ha llegado. En relación con la localización anatomofuncional que encuentran estos autores, la fase de procesamiento de las premisas produciría activaciones significativas (bilateralmente) a nivel de las estructuras corticales occipito-temporales (en especial, las áreas de Brodmann 21 y 22, relacionadas con el procesamiento de la información visuoespacial). En cuanto a la fase de integración de las premisas, estos investigadores confirmaron la presencia de activaciones significativas a nivel del córtex prefrontal anterior (en especial, del área 10 de Brodmann), mientras que para la fase de validación de la conclusión, Fangmeier y colaboradores pudieron confirmar activaciones bilaterales de las cortezas parietal posterior y prefrontal, siendo relacionados estos datos con la capacidad de integración visuo-espacial, la memoria de trabajo (o a corto plazo), y las habilidades imaginativas de tipo visual. Estos autores encuentran, para esta última fase, activaciones significativas de las áreas 6 y 8 de Brodmann (circunvolución frontal mesial), bilateralmente, además de otras zonas del córtex prefrontal dorsolateral, así como del área 7 (parietal), y concluyen señalando la relación que puede establecerse entre sus hallazgos y algunas propuestas conceptuales, como la teoría de los modelos mentales semánticos de Johnson-Laird (ya comentada) 133 4.4 ESTUDIOS LLEVADOS A CABO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA PSIQUIATRÍA Otro campo en el que se han investigado tradicionalmente los trastornos del pensamiento lógico ha sido el de la Psiquiatría, dado que un rasgo definitorio de algunas patologías psíquicas es precisamente la pérdida de contacto con la realidad y el deterioro de la capacidad de juzgar adecuadamente los acontecimientos del entorno. Así, Serrallonga (1991a) considera varias patologías neuropsiquiátricas que pueden cursar con alteraciones del pensamiento, entre los que cita algunos procesos tóxico-infecciosos y traumáticos, además de ciertas psicosis, como la esquizofrenia o la parafrenia. Con respecto a la primera de estas psicosis, este autor (Serrallonga, 1991 b) considera que el trastorno del pensamiento es una característica esencial en su diagnóstico y que éste está caracterizado por el uso de conceptos que impresionan por su fantasía y su subjetividad; además, menciona que este tipo de pacientes frecuentemente toman, en el pensamiento categorial, la parte por el todo, y pasan inadvertidamente, de un significado concreto a otro abstracto; asimismo, son frecuentes en su discurso, asociaciones inconexas, fruto, en su opinión, de silogismos incorrectos y de aglutinaciones de ideas. H.Schüle (1888) efectúa una clasificación de las psicosis desde una perspectiva neuropsiquiátrica, basada en los conocimientos de su época, en cuanto a su clínica, a su patogenia y a sus bases anatomofisiológicas. Incluye, en esta clasificación de los estados psicóticos, múltiples cuadros, con afectación tanto estructural (parálisis progresivas, delirios febriles, psicosis del puerperio, etc.), como funcional (afecciones maníaco-melancólicas, delirios sistematizados agudos y crónicos, demencia primitiva aguda, estupor alucinatorio, etc.). Este mismo autor ofrece detalladas descripciones clínicas de las alteraciones del lenguaje y del pensamiento en algunas de estas patologías neuropsiquiátricas; así, al tratar los “desórdenes de la inteligencia” en los pacientes en fase maníaca, menciona el siguiente cuadro sintomático (Schüle, 1888, páginas 468-469): “ Existe [en el maníaco] una excitación intelectual general; y el primer signo y el más frecuente en muchos estados maniacos es una superabundancia de ideas que inmediatamente se traducen por palabras (verbosidad profusa) […]. Si se analiza el contenido y la marcha de ese “delirio verbal” se observa que en los estados maníacos iniciales no es de ningún modo confuso este delirio, sino que, por el contrario, las ideas y su asociación son lógicas en el fondo […]. Esta coordinación en la fuga de ideas (nombre que damos a la “logorrea maníaca”) consiste en una sucesión de ideas 134 que no son provocadas primitivamente por el estado expansivo, sino que se producen a consecuencia de las asociaciones lógicas de los pensamientos y de las palabras: una idea lleva tras sí todas las asociaciones posibles, a consecuencia de la actividad desordenada de la memoria; si una palabra nueva o una nueva idea se presenta, constituyen un nuevo camino que el enfermo recorre. Al principio se conserva aún cierta lógica, pero con la desaparición de muchas ideas intermediarias. A veces, en medio de este caos de ideas que se precipitan, llama la atención el ver que el enfermo ha conservado una idea distinta y clara de las personas que le rodean. En estas asociaciones desempeñan un papel muy importante el grado de educación del enfermo, su humor actual y, sobre todo, la fatiga intelectual.” En contraste con lo anterior, este autor ofrece la siguiente descripción de las actividades de pensamiento lógico en el delirio sistematizado (paranoia) (Schüle, 1888, páginas 515-516): “Este grupo patológico importante descansa esencialmente en un desorden primitivo del funcionamiento intelectual; dicho desorden consiste en una suspensión o en un aumento de actividad de tales facultades, acompañado de interpretaciones erróneas (ilusiones) o de una escisión del Yo, provocada por la brusca aparición de errores de los sentidos, cuyo influjo es predominante. En los dos casos, la génesis del proceso morboso presupone una imperfección del razonamiento, o bien la debilidad o la falta completa de examen o de reflexión (debilidad o supresión de las funciones del cerebro anterior, que explica también la disminución de la facultad de suspensión) […]. La forma crónica es la que presenta los caracteres clínicos más claros, debiendo por lo tanto ser descrita aquí como tipo. Al contrario de lo que sucede en la melancolía y la manía, las cuales, y sobre todo la primera, contienen en sí mismas los elementos psicológicos de la suspensión o de la aceleración de la marcha de los pensamientos, el delirante sistemático no se detiene ante el sentimiento de un elemento extraño introducido en la conciencia o de un engrandecimiento del Yo; objetiva inmediatamente, y busca en el mundo exterior la causa de lo que en él pasa. Si este razonamiento erróneo puede producirse, si es psicológicamente posible, débese a que el delirante sistemático no se para ante el sentimiento de suspensión o de aceleración, sino que va más lejos y se atiene a las concepciones mismas; se ve obligado por la naturaleza de la afección cerebral, hallándose debilitada la facultad crítica del Yo. Al hacerse consciente, la idea determina la necesidad de objetivación; en ese razonamiento falso que produce el delirio se trata de un acto primitivo del conocimiento; la ilusión se efectúa “en el estado naciente” como una impulsión psíquica inconsciente, aunque la 135 necesidad de encontrar una causa explicativa contribuya a formarla […]. Cuando se realiza este primer acto ilusorio de conocimiento, el sentimiento interno de incertidumbre cesa pasajeramente para reaparecer en seguida, hasta que el delirio todo se organiza”. Nótese, a tenor de las anteriores descripciones clínicas, la evidente diferencia entre los enfermos con trastornos psicóticos del humor (maníacomeláncólicos) y aquellos pacientes con afecciones de tipo delirante (paranoides). En el primer caso, se habla de que no existe un verdadero trastorno del razonamiento en sí mismo, sino que la aparente falta de lógica de su discurso se debe, en gran parte, a la presión de las ideas que pugnan por acceder a la conciencia, además de por el influjo de las asociaciones, lógicas, pero irrelevantes en ese caso concreto. El cuadro que se dibuja en el caso de los enfermos delirantes es muy distinto: en este caso, sí se habla explícitamente de fallos en diferentes estadios del proceso lógico del pensamiento, además de otros fenómenos patológicos, como ilusiones de los sentidos o, incluso, una escisión de las funciones sintéticas del Yo, que confieren coherencia a los actos mentales y al comportamiento. Por otro lado, se menciona el hecho de que parte de dicha semiología neuropsiquiátrica se deba a una disfunción [estructural y/o funcional] del cerebro anterior (lóbulos frontales), que daría cuenta de los errores en el razonamiento lógico antes apuntados por este autor. No obstante, autores posteriores a Schüle, como Ernst Kretschmer (1966) consideran que debe establecerse una distinción entre los cuadros “sensitivoparanoides” (con conservación del núcleo de la personalidad y ausencia de deterioro de las funciones intelectivas), y las verdaderas esquizofrenias procesuales (al modo de E. Kraepelin), las cuales manifestarían las alteraciones formales del pensamiento antes mencionadas. Desde la Psicopatología Psiquiátrica han sido avanzadas, desde comienzos del siglo XX, diversas caracterizaciones de la inteligencia y del pensamiento lógico. Así Hermann Rorschach (1922), empleando su método de Psicodiagnóstico basado en la interpretación perceptiva de formas, considera que los factores o componentes de las funciones intelectuales serían los siguientes (página 65 de la edición española): 1. Capacidad de atención sostenida y activa (F+ [formas bien vistas]y sucesión) (en el protocolo) 2. Óptima agudeza de la percepción de los engramas y de los procesos asociativos en la labor de asimilación (F+) [formas bien vistas] 136 3. Óptima capacidad de disciplinar las funciones lógicas (sucesión); disciplina que ha de ser en lo posible automatizada y espontánea 4. Un grado óptimo de cierta energía disposicional del proceso asociativo, o sea una voluntad consciente o inconsciente de alcanzar resultados complejos (W)[ respuestas globales] 5. Capacidad de distribuir los factores afectivos y asociativos mediante una representación final que mantenga tensa la atención (tipo aperceptivo) 6. Óptima capacidad de establecer disposiciones asociativas estereotipantes 7. En contraste con lo anterior, óptima soltura y capacidad de liberar las asociaciones de las disposiciones asociativas estereotipantes, que de otro modo adquirirían desmesurado poderío (proporción zoomórfica) 8. Óptima cantidad de engramas individualmente determinados; óptima originalidad o capacidad de producir asociaciones originales. Estas facultades deben ser óptimas, en el sentido de que no dificulten la capacidad de adaptación al mundo asociativo del prójimo (proporción de respuestas originales) 9. Riqueza de asociaciones (variabilidad y respuestas originales) 10. Disponibilidad de las asociaciones (particularmente W) [globales] 11. Capacidad de creación interior (M) [respuestas determinadas por el movimiento]. En otro trabajo clásico, Von Domarus (1944) realizó un análisis de las leyes que rigen el pensamiento esquizofrénico, en el que se mostró que los sujetos normales normalmente infieren relaciones de identidad a partir de enunciados con sujetos idénticos, mientras que, en el caso del pensamiento paralógico (esquizofrénico), los pacientes infieren conclusiones de identidad a partir de enunciados cuyos predicados son idénticos; de este modo, basta con que dos sujetos lógicos compartan tan sólo una propiedad para que se deduzca la identidad entre ellos. Este autor señala, además que mientras que el pensamiento normal suele operar mediante el modo Barbara, el paralógico sigue un proceso diferente, que se puede ilustrar con el siguiente silogismo: Si Algunos indios son rápidos Y Todos los ciervos son rápidos, Entonces, Algunos indios son ciervos 137 en el cual se observa que la identidad entre los indios y los ciervos es concluida (erróneamente) a partir de la existencia de una propiedad común a ambos (la rapidez). En este trabajo de Von Domarus se muestra un fenómeno que puede ser incluido en el apartado de trastornos formales del pensamiento, dado que afecta, no tanto al contenido de las representaciones manejadas, como al modo en el que se relacionan dichos conceptos. No obstante, y a pesar de la diferenciación entre forma (o estructura) del pensamiento, y contenido conceptual o representacional del mismo, al que más arriba hacíamos mención, han sido propuestos actualmente diversos modelos teóricos que relacionan algunos desórdenes formales del pensamiento lógico (o del razonamiento) con las alteraciones del contenido del mismo (delirios, fundamentalmente); Así, el modelo de Garety y Hemsley que enfatiza el papel de los errores de la percepción y/o del juicio en la formación de las estructuras delirantes paranoides (1994, en Luque y Villagrán, 2000), y el de Bentall (1994), acerca de los sesgos cognitivos atribucionales en este tipo de enfermos, establecen una vinculación teórica y experimental entre las alteraciones del contenido y de la estructura lógica del pensamiento en estas patologías neuropsiquiátricas. Al analizar las actividades ideatorias de los esquizofrénicos, Norman Cameron (1944, en Barrera y Villagrán, 2000) describe una serie de características de las funciones cognitivas en los esquizofrénicos con trastornos formales del pensamiento lógico. Hace mención, por ejemplo, de la incapacidad de estos enfermos para establecer conexiones adecuadas entre pensamientos sucesivos (pensamiento asindético), la interpenetración de temas reales e imaginarios, la fragmentación del pensamiento en ideas o partes aisladas, la sobreinclusión conceptual y el uso excesivo de metonimias en el lenguaje de estos pacientes. Siguiendo las directrices de la Escuela noética en Neuropsicología y Psicopatología, Kurt Goldstein (1944, en Luria, 1980; Goldstein, 1948) hace referencia a las características del lenguaje y el pensamiento en los enfermos lesionados cerebrales (afásicos), y sostiene que las deficiencias observadas en su comportamiento depende de una “pérdida de la actitud abstracta”, necesaria para la formulación y uso de los conceptos lógicos verbales. En el caso de los esquizofrénicos, este autor (Goldstein, 1944, en Barrera y Villagrán, 2000) opina que sufren una forma especial de “concretismo”, más rica y productiva que en los sujetos con daño neurológico estructural conocido. 138 Este mismo autor (Goldstein, 1948) considera que la “actitud abstracta” necesaria para el ejercicio del pensamiento conceptual se caracterizaría por los siguientes rasgos definitorios (página 8): 1. Asumir voluntariamente una situación mental, tomando la iniciativa incluso al comenzar una función que se nos ha exigido 2. Pasar de un aspecto de la situación a otro, eligiendo 3. Recordar simultáneamente varios aspectos de una situación, reaccionar frente a dos estímulos que no aparecen intrínsecamente unidos 4. Asimilar la parte esencial de un conjunto, dividiéndolo en diferentes partes, aislándolas voluntariamente y combinándolas luego en el conjunto 5. Considerar de un modo abstracto propiedades comunes, proyectar de antemano, adoptar una actitud con referencia a lo “posible” y pensar o ejecutar de un modo simbólico 6. Deslindar el ego del mundo circundante (Goldstein, 1948, página 8). En las ideas de Kurt Goldstein es posible detectar claras influencias del enfoque fenomenológico de Edmund Husserl (principalmente de su noción de Lebenswelt), además de las de la Escuela de Psicología experimental de la Gestalt, constituyendo, durante mucho tiempo, el pilar fundamental de la Psicopatología organísmica y holística, además de fundar una importante corriente neuropsicológico-clínica (Sahakian, 1975). También desde el punto de vista fenomenológico, el psicopatólogo francopolaco Eugène Minkowski (1927/2000) realiza una interpretación de las psicosis esquizofrénicas, cercana a la llevada a cabo por el psiquiatra suizo Eugen Bleuler. Minkowski elabora en esta obra, el concepto de demencia pragmática, paralela, hasta cierto punto de la demencia afectiva, característica de este síndrome psicopatológico, según el autor suizo. Además, este investigador considera como rasgo esencial de la esquizofrenia y de las personalidades esquizoides, las actitudes vitales conocidas como racionalismo y geometrismo mórbidos, y declara a este respecto, lo siguiente (op. cit., página 104 de la edición española): “Aquí sería imposible pasar revista a todas las consecuencias que conlleva, para la psicopatología de la esquizofrenia, el punto de vista que intentamos poner en evidencia. Nos limitaremos a mostrar, por medio de algunos ejemplos, hacia qué “hechos” este punto de vista orienta nuestras investigaciones y la forma que permite interpretarlos. De esta manera, veremos cómo la esquizofrenia, 139 privada de la facultad de asimilar todo lo que es movimiento y duración, tiende a construir su comportamiento con base en factores y criterios cuyo campo, en la vida normal, es únicamente la lógica y las matemáticas. La vida supera a cada instante esos factores. Toda tentativa de aplicarlos de manera continua y absoluta no puede llevar más que a aberraciones”. Asimismo, Minkowski (op. cit, página 107) ofrece una explicación de la esencia de esta enfermedad, cercana a la basada en el concepto de autismo esquizofrénico por parte de E. Bleuler: [En la esquizofrenia] “La riqueza, la movilidad de la vida desaparecen entonces. Tenemos, en su lugar, una fórmula abstracta que determina una actitud profundamente morbosa del individuo. Por poderosa que sea una inteligencia, no puede bastarse a sí misma. Pretender pensar y actuar sin tomar en cuenta las ideas de los demás, ni las contingencias exteriores, conduce, desde el punto de vista intelectual, al error, y, desde el punto de vista práctico, al absurdo”. La desorganización de la estructura y contenido del pensamiento en determinados tipos de alteraciones neuropsiquiátricas (singularmente, en las esquizofrenias) ha sido interpretada por destacados autores provenientes del campo de la Psicología del Desarrollo y de la Psiquiatría, como derivadas de un proceso de regresión de la actividad mental a niveles ontogenéticamente menos evolucionados. Así, autores como Lev S. Vygotsky (1934, en Barrera y Villagrán, 2000), Sigmund Freud (1900) o Jean Piaget (1933) identifican determinados fenómenos psicopatológicos con actitudes y mecanismos psíquicos típicos de la primera infancia. Por ejemplo, S. Freud (1900) considera que las alteraciones mentales que pueden comprobarse en los síndromes psicóticos guardan una estrecha relación con los mecanismos inconscientes que se encargan de la elaboración del material onírico y que, además, son responsables de numerosas características del pensamiento infantil. Además, desde la Psicopatología de orientación psicoanalítica, J. Bergeret (1975) sostiene que, desde la perspectiva freudiana, los procesos primarios, base del psiquismo a nivel inconsciente, se encuentran regidos por el principio del placer, y no por las leyes de la lógica convencional, no existiendo, en este estrato mental, el principio de contradicción, y no siendo válidas las leyes habituales del pensamiento, tal y como las conocemos en la vida consciente. Desde un punto de vista parcialmente análogo, Jean Piaget (1933) sostiene que determinados rasgos de la actividad ideatoria infantil, relacionados con ciertas nociones científicas, como la de causalidad (entre otras), se encuentran vinculados con mecanismos de regresión del psiquismo a estadios del desarrollo caracterizados por 140 actitudes narcisistas (coincidiendo significativamente con las opiniones sostenidas por Sigmund Freud a este respecto). Coincidiendo parcialmente con los autores anteriores, Lev S. Vygotsky, en su trabajo titulado Thought in schizophrenia (El pensamiento en la esquizofrenia) (1934, en Barrera y Villagrán, 2000, páginas 363-365) realizó un análisis del pensamiento esquizofrénico desde los postulados de la Psicología del Desarrollo, y llegó a la conclusión de que estos enfermos se encuentran en un nivel de funcionamiento cognoscitivo y emocional característico de la pre-adolescencia. Asimismo, la psicopatóloga rusa Bluma Zeigarnik (1976), compartiendo la misma orientación teórica que L. S Vygotsky, distingue tres tipos diferentes de alteraciones del razonamiento y del pensamiento lógico; concretamente, esta investigadora menciona en su tratado de Psicopatología, las siguientes clases de trastornos intelectuales: a) Alteración del aspecto operacional del razonamiento b) Alteración del dinamismo del pensamiento c) Alteración del componente motivador del pensamiento Al tratar las alteraciones operacionales del razonamiento, esta autora menciona dos grandes tipos de trastornos, antagónicos entre sí y que se corresponderían con diferentes condiciones psicopatológicas y neuropsicológicas. De este modo, el llamado por esta autora “descenso del nivel de generalización” en la formación de conceptos y en el pensamiento, se encontraría vinculado a las psicosis epilépticas, a la deficiencia mental, y a diferentes procesos orgánicos difusos; por el contrario, en la llamada “alteración del proceso de generalización”, el razonamiento de estos enfermos reflejaría el lado casual de los fenómenos, y no las relaciones sustanciales entre los objetos, siendo característico de los síndromes esquizofrénicos. Estas concepciones de la regresión mental en el pensamiento esquizofrénico a niveles de organización ontogenéticamente menos evolucionados, se encuentran directamente relacionadas con las ideas evolucionistas, provenientes de la Embriología y sostenidas por Ernst Haeckel (1913, en Barrera y Villagrán, 2000) según las cuales en el desarrollo de los procesos biológicos y psicológicos se produce una recapitulación (parcial) de la filogenia en la ontogenia. Estas consideraciones de Haeckel han ejercido una notable influencia en numerosos investigadores que han contribuido de manera significativa a la Psicología del Desarrollo y a la Psicopatología, aunque actualmente han sido notablemente matizadas (Tinbergen, 1951, Weisz, 1980). 141 En otro orden de cosas, parece que los esquizofrénicos manifiestan desórdenes en sus procesos conceptuales, tal y como queda de manifiesto en el estudio de Hogben y Jacobs (1972), en el que controlaron el efecto del nivel intelectual de esquizofrénicos y controles sanos, y evaluaron la capacidad de emparejar una palabra con un sinónimo. Los sinónimos iban acompañados por distractores semánticos (antónimos y homónimos) y se encontró que los esquizofrénicos escogían significativamente más antónimos y homónimos que los sujetos sanos. Este resultado parece apuntar hacia la existencia de una alteración en sus procesos de pensamiento conceptual (en este caso, en la modalidad verbal), correspondiente a una anomalía en el Sistema Semántico (en la terminología de la Neuropsicología Cognitiva). King y Phillips (1985) investigaron las habilidades de resolución de problemas en esquizofrénicos crónicos hospitalizados, agudos (o reactivos), así como en pacientes con alteraciones del humor (también hospitalizados), utilizando varias tareas de formación de conceptos, una de las cuales requería la discriminación de dos dimensiones relevantes, mientras que la otra implicaba discernir entre cuatro dimensiones relevantes. Estos investigadores hallaron que los esquizofrénicos crónicos y los sujetos con trastornos afectivos institucionalizados consiguieron un perfil de resultados análogo en ambas tareas, registrándose, además, un efecto de la dificultad de la tarea en ambos grupos (dos dimensiones más fácil que cuatro). Además, los esquizofrénicos agudos actuaron en todas las tareas a un nivel inferior al de los otros grupos de sujetos y cometieron un mayor número de perseveraciones en la formación de conceptos. Estos autores concluyen expresando la opinión de que no existe un déficit cognitivo específico de la esquizofrenia, al menos a tenor de los resultados del presente estudio. No obstante, parece que existen datos desde hace bastante tiempo acerca de que los déficits cognitivos en la esquizofrenia y trastornos afines [en la fase crónica] serían cualitativamente diferentes con respecto a los que presentan los pacientes afectados por patologías psicóticas de tipo afectivo; empero, la sintomatología que presentan estos pacientes cuando experimentan un brote psicótico agudo (tanto delirante como maníaco o melancólico) se asemeja mucho debido, a nuestro juicio, a la pérdida de contacto con la realidad que se produce con la eclosión de la psicosis, sea del tipo que sea; esta circunstancia, unida a la presencia de alucinaciones, delirios, trastornos del lenguaje y de la afectividad, además de alteraciones formales del pensamiento, común en los momentos de pérdida de contacto con la realidad o de deterioro de la capacidad de juicio, configura, a nuestro entender, la esencia de la psicosis aguda, tanto de tipo 142 afectivo como esquizofrénico. Posteriormente, la sintomatología predominante del cuadro se decantará hacia la vertiente delirante-esquizofrénica o hacia la maníacodepresiva, dependiendo, tal vez, de factores relacionados con diversos aspectos como el estilo cognitivo, la dominancia relativa de uno u otro hemisferio cerebral o propensiones ligadas a los rasgos de personalidad del paciente, además de a componentes de naturaleza neuroquímica y neurobiológica. Los errores lógicos cometidos por los enfermos delirantes han sido, también, objeto de investigación clínico-experimental. Huq, Garety y Hemsley (1988) intentaron comprobar la hipótesis de que los pacientes con sintomatología paranoide requerirían menos evidencia o cantidad de información en la toma de decisiones que aquella que sería pertinente de acuerdo con los principios del teorema de Bayes. Estos autores compararon la ejecución de 15 esquizofrénicos con sintomatología delirante, pero sin trastorno formal del pensamiento, y compararon su ejecución, en una tarea de razonamiento probabilístico, con la de 10 pacientes con otros diagnósticos psiquiátricos (depresión, trastorno bipolar, fobias, estados de ansiedad y trastornos de la alimentación), además de con la de varios voluntarios sanos sin historia psiquiátrica previa. Los resultados obtenidos en esta investigación pusieron de manifiesto que los sujetos con sintomatología delirante se muestran más de acuerdo, en su razonamiento, con las predicciones del teorema de Bayes, que los normales, y no muestran el sesgo cognoscitivo “conservador” de estos últimos, y llegan a la conclusión de que los pacientes paranoides (delirantes) no razonan mejor que los sujetos normales, sino que, por el contrario, ponen de manifiesto un sesgo anormal consistente en efectuar la toma de decisiones con menos evidencia y en mostrar un exceso de confianza en éstas, anulando la tendencia “conservadora” de los sujetos normales al efectuar este tipo de juicios. En la actualidad los síndromes esquizofrénicos comienzan a ser considerados trastornos neuropsicológicos (Frith, 1992) y como tales, le son aplicadas las técnicas de investigación propias de la Neuropsicología y de la Neurobiología. De este modo, T. Freeman (1969) aplicó la tesis de la evolution-dissolution, formulada por el neurólogo inglés John Hughlings Jackson (1894, en Freeman, 1969), para la caracterización de determinados rasgos del pensamiento conceptual, de la afectividad y de la vida psíquica en general, en los desórdenes esquizofrénicos, haciendo notar, ya en esa época, las similitudes existentes entre la sintomatología presente en las psicosis esquizofrénicas y aquella evidenciada en algunos síndromes 143 “orgánicos”, presentes en los pacientes afectados por cuadros de deterioro neuropsicológico de diversos tipos (especialmente, en las demencias y en los alteraciones por lesión en los lóbulos frontales del cerebro). Las alteraciones neurológicas, neuroanatómicas y neurofuncionales presentes en las psicosis comenzaron a ser abordadas antes de la así denominada “década del cerebro” (1990-2000). De este modo, Gruzelier (1985), enumera una serie de alteraciones estructurales y funcionales típicas de las psicosis esquizofrénicas. Entre otras, menciona, ya en esa época, la presencia de aumento del volumen de los ventrículos cerebrales, atrofia cortical (especialmente, de la porción anterior), atrofia cerebelosa, alteraciones en el equilibrio interhemisférico (evaluado por medio de tests neuropsicológicos y por estudios de electroencefalografía), además de múltiples signos neurológicos menores (“soft-signs”). Entre éstos últimos, figurarían alteraciones de coordinación motora, reflejos anormales, dificultades del equilibrio y de la marcha, anomalías sensoriales, defectos en el habla, movimientos coreiformes, así como alteraciones diversas en la función de los nervios craneales. Por su parte, R. Morice (1990) realizó un estudio comparando la actuación de un grupo de esquizofrénicos, otro de sujetos maníacos y de un grupo de control en una tarea sensible a la disfunción de la corteza prefrontal (y que es, además, un test de pensamiento conceptual , formación de conceptos y flexibilidad cognitiva), el Test de Clasificación de tarjetas de Wisconsin, hallando resultados análogos entre esquizofrénicos y maníacos y poniendo de manifiesto la existencia de una disfunción del córtex prefrontal en ambos grupos. Morice apunta la posibilidad de que exista una asociación entre disfunción del córtex prefrontal izquierdo y esquizofrenia, por un lado, así como una relación significativa entre trastorno bipolar y disfunción del córtex prefrontal derecho, por otro. Al analizar los síndromes de deterioro neuropsicológico en las psicosis, Liddle y Morris (1991) administraron a una muestra de sujetos esquizofrénicos una batería de pruebas neuropsicológicas sensibles a disfunción frontal (el test de Stroop, una tarea de fluidez verbal, una versión modificada del Test de Wisconsin, así como el Test del Trazado) con el fin de distinguir entre determinados tipos de síntomas, como la pobreza psicomotora o la desorganización del pensamiento. Estos autores encontraron que, mientras que la pobreza psicomotora correlacionaba fundamentalmente con las puntuaciones en la tarea de fluidez verbal y en la lectura de nombres de colores del Test de Stroop, la desorganización del pensamiento estaba más relacionada con el 144 rendimiento en la parte B del Test del Trazado, con el subtest Palabra-Color del Test de Stroop y con las puntuaciones en la versión modificada del Test de Wisconsin. Estos autores concluyen considerando que la desorganización del pensamiento esquizofrénico tiene su origen en una incapacidad para inhibir actividades mentales irrelevantes, así como en una dificultad para seleccionar las metas apropiadas en la realización de acciones autorreguladas. En un estudio que emplea los métodos propugnados por la Neuropsicología Cognitiva de caso único, Shallice, Burguess y Frith (1991) abogan por este tipo de aproximación a los síndromes esquizofrénicos, puesto que consideran que los sujetos afectados por esta patología psíquica son demasiado heterogéneos entre sí como para que de los estudios de grupos se puedan extraer conclusiones adecuadas. Así, estos autores estudian exhaustivamente a 5 sujetos diagnosticados de esquizofrenia mediante una serie de tareas y tests utilizados comúnmente en Neuropsicología; algunos de ellos fueron: a) Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos (WAIS) b) Batería de Reconocimiento de Warrington (memoria) c) Escala de Memoria de Wechsler (subtests “Dígitos”, “Pares Asociados” y “Reproducción Visual”) d) Peabody Picture Vocabulary Test e) Test de Matrices Progresivas de Raven f) Diversas tareas de tipo perceptivo (gnosis visual de objetos en perspectivas usuales e inusuales, discriminación figura-fondo, etc.) g) Tareas sensibles a disfunción frontal: Programas Alternantes, una versión modificada del test de Wisconsin, una tarea de fluidez verbal, el test de Clasificación de Weigl-Goldstein-Scheerer, etc. En general, encuentran que aunque se da una gran variabilidad en los resultados, todos los sujetos tienden a obtener puntuaciones deficientes en los tests sensibles a disfunción frontal e incluso uno de ellos muestra un deterioro de sus funciones gnósicas visuales. Shallice, Burguess y Frith consideran que estos resultados sugieren un mal funcionamiento de la estructura cognitiva conocida como Sistema Supervisor Atencional, que evalúa los procesos dirigidos a meta y las actividades que requieren un procesamiento controlado y consciente. 145 Un último aspecto que debe ser mencionado (debido a las implicaciones que tiene para algunas de nuestras suposiciones teóricas acerca de la posible especialización de determinadas áreas encefálicas en la comprensión y uso de ciertas estructuras lógicas) es la circunstancia de que, en el caso de los esquizofrénicos, su pensamiento (tal y como queda expresado a nivel del discurso) está deficientemente ligado entre sí, es decir, que se registra una incorrecta articulación entre las ideas o proposiciones expresadas; asimismo, puede observarse una deficiencia en el uso de las partículas gramaticales que proporcionan cohesión al discurso, las cuales guardan un paralelismo con los operadores proposicionales o functores lógicos. Al analizar las actividades psicolingüísticas en los síndromes psicóticos, Mc Grath (1991) pasa revista a la literatura concerniente a la relación del trastorno formal del pensamiento en la esquizofrenia y su similitud con las producciones lingüísticas que tienen lugar en pacientes con lesiones cerebrales y llega a la conclusión de que estas anomalías en el pensamiento y en el discurso pueden ser asociados al mal funcionamiento de circuitos neuroanatómicos que conectan determinadas estructuras subcorticales con la corteza prefrontal. Además, Fraser, King et al. (1986) realizaron un análisis de diversas variables lingüísticas en sujetos esquizofrénicos, maníacos y controles sanos, y encontraron que la producción hablada de los esquizofrénicos era sintácticamente menos compleja que la de los otros dos grupos y que, además, contenía muchos más errores gramaticales, mientras que Mc Pherson y Harvey (1996) investigaron las diferencias entre los trastornos del pensamiento en esquizofrénicos y en sujetos en fase maníaca (trastorno bipolar) e intentaron confirmar la hipótesis de que, mientras en los esquizofrénicos el trastorno del pensamiento se debe a una mala articulación lógica, en los maníacos éste se produce por una sobrecarga de información. En los esquizofrénicos se observaría una deficiencia a la hora de articular cadenas adecuadas de proposiciones. Grabando el habla espontánea a que dio lugar una entrevista de unos quince minutos, se pudieron obtener muestras del discurso de estos pacientes. Los resultados apuntan a que, en las producciones de los maníacos parece existir una sobreabundancia de información irrelevante, por lo que les resulta difícil a estos sujetos no atender a ella [recuérdese lo apuntado por H. Schüle al describir los trastornos del pensamiento y del lenguaje en los maníacos]. En cuanto a su coherencia, ésta parece adecuada en los maníacos, observándose incoherencia tan sólo en los episodios de desconexión, cuando fallan los procesos referenciales. En cambio, en la esquizofrenia, la cantidad de información es la 146 misma en los episodios coherentes que en los incoherentes, aunque está más pobremente conectada entre sí en los segmentos del discurso en que se registra incoherencia. Más recientemente, han sido avanzadas diversas propuestas teóricas en Psicopatología Descriptiva, en orden a dar cuenta de las alteraciones del pensamiento. De este modo, Berrios y Fuentenebro (1996) consideran que los desórdenes de la esfera ideatoria pueden comprenderse de modo más adecuado adoptando el modelo de la “doble articulación lógico-retórica” del discurso, que tiene en cuenta diversos desarrollos de la Lingüística y de la Lógica modernas. De este modo, estos autores aplican, en su análisis de los delirios y de los desórdenes del pensamiento, la teoría de los actos de habla de Austin, considerando estos fenómenos psicopatológicos como actos de habla vacíos, de modo que su comprensión cabal debería realizarse en un nivel metalingüístico, o de segundo nivel del discurso, y no teniendo en cuenta el contenido estrictamente representacional (lógico- semántico) del mensaje. Además, en el análisis del discurso de estos enfermos podría verificarse la presencia de numerosas figuras retórico-estílisticas cualitativamente diferentes a las que presentan los sujetos normales, entre ellas, por ejemplo, el uso de mecanismos metafóricos, o basados en imágenes, así como de otros tipos. Además, estos investigadores, siguiendo a autores como Blondel o Wertsch consideran que, en el caso de estos pacientes, nos encontramos ante procesos de pensamiento cualitativamente distintos del que presentan las personas sin patología psiquiátrica. Un autor clásico en la interpretación de los trastornos del pensamiento de origen psquiátrico es Carlos Castilla del Pino (1998). Este investigador adopta una metodología lingüístico-lógico-semiótica en el análisis de los sistemas paranoides, en especial de sus componentes delirantes. Introduce la noción de delirema, que resulta central en su explicación de las creencias sustentadas por los enfermos paranoides, y que define de la manera siguiente: “Los materiales mentales para el sistema delirante (deliremas) son los mismos que maneja el sano para la construcción de su sistema (no delirante) de explicación e interpretación del mundo físico y social. La diferencia estriba en el tratamiento lógico que uno y otro hacen de estos materiales (perceptos y representaciones y las interpretaciones subsiguientes). Como he dicho anteriormente, del percepto o de la representación –denotaciones externas e internas- se extraen las connotaciones que hipotéticamente nos sugieren, es decir, las ineludibles interpretaciones. A la denotación del percepto y/o de la representación aplicamos juicios 147 de existencia”. (página 137-138). Además, Castilla del Pino, en esta misma obra, diferencia entre deliremas de tipo I y deliremas de tipo II, correspondiéndose los primeros a entidades semánticas en las que se produce una interpretación delirante sobre denotados, es decir sobre objetos externos (perceptos) e internos (representaciones), mientras que los deliremas de tipo II, se corresponderían con interpretaciones delirantes de denotados externos o internos, a su vez anómalos. 148 4.5 LA NEUROLINGÚISTICA EN RELACIÓN CON LA LOCALIZACIÓN DE LOS PROCESOS LÓGICOS EN EL CEREBRO Las estructuras y procesos lógicos del pensamiento humano guardan relación con los del lenguaje, desde muchos puntos de vista. Así, Falguera y Martínez (1999) opinan que la Lógica formal, matemática o simbólica se ocupa de argumentaciones expresadas de modo lingüístico, que implican esquemas universalmente válidos, y probados de modo formal, de razonamiento. Además, a tenor de las consideraciones realizadas acerca de las relaciones entre lenguaje, lógica y pensamiento, llevadas a cabo en el capítulo 2, pueden recordarse las diversas posiciones epistemológicas que, en este sentido, enfrentan a los autores psicologistas-empiristas en Lógica, con aquellos que defienden posturas logicistas-platónicas, que fueron expresadas al tratar los argumentos defendidos, respectivamente, por G. Boole y por G. Frege en este sentido. En todo caso, parece fuera de discusión actualmente, el que la Lógica se ocupa, en uno u otro sentido, del lenguaje (aunque éste implica, de forma evidente, al pensamiento y al discurso) (Falguera y Martínez, 1999; Deaño, 1999; Seiffert, 1973). Además, desde el punto de vista psicológico, investigadores de la talla de Jean Piaget (1923), Lev S. Vygotsky (1934), John B. Watson (1913), Jean Lhermitte (1962) o Max Wertheimer (1945), estudiaron los procesos de pensamiento desde diversos puntos de vista, además de tratar las relaciones entre las funciones intelectuales y el lenguaje. De este modo Jean Lhermitte (1962) considera que el plano del lenguaje verbal se encuentra muy próximo al del pensamiento, aunque opina que: “Evidentemente, el pensamiento desborda al lenguaje, de la misma manera que, en ciertas condiciones, el lenguaje sobrepasa al pensamiento; pero no es menos cierto que en el individuo normal tiende a realizarse un estado de equilibrio entre el proceso de las ideas y los mecanismos automáticos que presiden la emisión y la comprensión de los símbolos verbales, equilibrio que sólo puede ser mantenido mientras se conservan ciertas estructuras del cerebro” (página 126 de la edición española). Por otro lado, la posición de L. S. Vygotsky (1934) permite, de forma especial, articular pensamiento y lenguaje de modo coherente y comprehensivo, dado que sostiene que las funciones lingüísticas y las intelectuales se encuentran relacionadas de modo dialéctico, aunque reconoce que el lenguaje implica, lógicamente, al pensamiento, y que, además, éste tiene unas raíces filogenéticos y ontogenéticas que lo hacen anterior al mismo. No obstante, el autor ruso emplea, en su conceptualización, la noción de 149 instrumento, que aplica tanto al lenguaje como a cualquier otro método que pueda, en un momento dado, servir como auxiliar en la resolución de problemas (esquemas, diagramas, dibujos, anotaciones, signos pictográficos, etc.). Esta posición vygotskyana influyó, pasado el tiempo, en autores posteriores de la escuela rusa, que desarrollaron de forma sustancial la Neuropsicología y la Neurolingüística, contándose entre sus más destacados representantes, la figura de Alexander R. Luria (por ejemplo, 1980; 1995), el cual se hace eco, además, de las ideas que, con respecto al lenguaje proposicional, enunció el neurólogo inglés John Hughlings Jackson en el siglo XIX, quien sostenía que la esencia del lenguaje humano consiste en la formulación de pensamientos en forma de proposiciones (Luria, 1974). A. R. Luria, en su obra seminal Fundamentos de Neurolingüística, se hace eco de las posiciones que, en el estudio de las afasias adoptó Roman Jakobson y la Escuela de Praga, en relación con la distinción entre eje sintagmático y eje paradigmático del discurso, que se verían diferencialmente alterados en caso de lesión cerebral que curse con afasia. El eje paradigmático incluye partículas lingüísticas con contenido semántico (sustantivos, especialmente), y se vería específicamente afectado en aquellos casos de afasia por lesión en la corteza posterior del hemisferio cerebral izquierdo, mientras que el eje sintagmático, relacionado con las partículas lógico-lingüísticas que confieren coherencia gramatical y sintáctica al discurso, y que vinculan las distintas partes del mismo entre sí, se encontrarían selectivamente afectadas por lesiones del hemisferio cerebral izquierdo, situadas en las porciones anteriores del mismo, principalmente, en el área de Broca. Resulta, asimismo, interesante, acudir a la clasificación que R. Tissot (1966, en Peña Casanova y Barraquer Bordás, 1983, página 123) realizó de los síndromes afásicos, parcialmente en paralelo con las tesis que, a este respecto, desarrolló Sir Henry Head, y que distingue una afasia “sintáctica” (con afectación del eje sintagmático del discurso verbal), de otra “semántica”, correspondiente con la afasia nominal de Head, más relacionada con la afasia de Wernicke, y de la que, siguiendo a este investigador, debería ser apartada la afasia amnésica. Relacionada con la distinción entre ejes sintagmático y paradigmático, se encuentra la posición de Antonio y Hanna Damasio (1993) respecto del origen filogenético y ontogenético de las capacidades verbales, para los cuales el lenguaje humano encuentra su origen en la facultad de formar conceptos abstractos, referidos a experiencias psicológicas, que debe ser distinguida de la capacidad para usar una 150 gramática, correspondiéndoles a estos componentes psicolingüísticos, localizaciones neurológicas diferenciadas en el cerebro humano. En todo caso, si realizamos una operación de abstracción (Seiffert, 1973) y verificamos los isomorfismos (parciales) entre lenguaje y pensamiento, antes apuntados y, por tanto, entre partículas lingüísticas y lógicas, podríamos establecer una conexión (por generalización) entre los trastornos afásicos y los de resolución de problemas que implican determinadas estructuras lógicas. Esta generalización permitiría la enunciación de determinadas hipótesis de localización de las estructuras lógicas en el encéfalo humano, entendiendo dicha localización de forma compleja, en el sentido de la teoría dinámica de Luria de los “sistemas funcionales” (Luria, 1972, en Christensen, 1987). La caracterización lingüística actual de las afasias, generalmente, admite que dichos trastornos presentan características semiológicas diferenciales según sea la localización de la lesión responsable del cuadro, y coincide, en esencia, con las formulaciones anteriormente mencionadas, constituyendo, actualmente, un patrimonio común de la Neurología y Neuropsicología del Lenguaje, y de la Afasiología (Brock y Krieger, 1966; Lecours y Lhermitte, 1979; Peña Casanova y Barraquer Bordás, 1983; Goodglass y Kaplan, 1983; Ellis y Young, 1988; Manning, 1992; Kertesz, 1999; Caplan, 2003). Desde la perspectiva de la Psicolingüística Genética o Evolutiva, Karmiloff y Karmiloff-Smith (2001) sostienen que diversas características del lenguaje infantil, que se constatan en los niños de 2-3 años, pueden guardar similitudes diversas con algunos errores o deficiencias observadas en las producciones lingüísticas de los afásicos, principalmente, de aquellos que presentan una lesión en los lóbulos frontales (afásicos de Broca), sobre todo en los componentes verbales que constituyen el llamado “habla asintáctica” o “telegráfica”. Concretamente, estas investigadoras comentan que: “La combinación de palabras, una de las formas más precoces de habla gramatical, suele comenzar cuando los niños disponen de entre 50 y 150 palabras en sus vocabularios productivos. Este es también el momento en el que comienzan a aparecer algunos morfemas gramaticales. A menudo, cuando los niños inician su producción gramatical, su lenguaje se parece al abreviado de los telegramas […]. Por eso, en el pasado, se llamaba a este tipo de expresión precoz “habla telegráfica”. En esta etapa, los niños omiten los artículos determinados e indeterminados, así como las preposiciones y otras partes de la oración por el estilo. También dejan morfemas, como el “s” del plural, el “ing” progresivo y el “s” posesivo [en inglés]. No obstante, el calificativo “telegráfico” es equívoco, porque esos morfemas no se omiten en el lenguaje de los telegramas, cuyo 151 objetivo consiste en reducir al mínimo el número de palabras, pero no el de morfemas” (pp.145-146). Naturalmente, este tipo de producciones verbales se encuentra más cercano a las emisiones, no de los telegramas, sino de aquellos afásicos de Broca (adultos) con afectación de las porciones perisilvianas del lóbulo frontal izquierdo, generalmente, cuyo lenguaje adolece de una (relativa) incoordinación gramatical y sintáctica, observándose deficiencias en el uso de los juntores o partículas conectivas. Además, estas autoras (2001, op. cit.) consideran dos síndromes neuropsicológicos del desarrollo (síndrome de Williams y trastorno específico del lenguaje) como configurando disociaciones dobles en referencia a la competencia lingüística y gramatical; además, la comparación entre el síndrome de Williams y el síndrome de Down pueden configurar, según los argumentos presentados por estas dos investigadoras, una prueba de la especificidad del lenguaje como capacidad independiente en el seno de la mente humana, respecto del intelecto y el pensamiento lógico-abstracto (sirviendo de apoyo a las tesis expresadas por el lingüista Noam Chomsky en numerosas obras). Las Neurociencias Cognitivas también han ofrecido, recientemente, notables aportaciones a la comprensión de las bases neurológicas del lenguaje y del pensamiento. De este modo, en una investigación reciente publicada en 2002 en la revista Brain, Blank, Scott, Murphy, Warburton y Wise, llevaron a cabo un estudio de neuroimagen funcional que empleaba metodología PET (Tomografía por Emisión de Positrones) en el que analizaban los sistemas cerebrales implicados en 2 formas de actividad verbal: lenguaje proposicional (en el sentido de J. Hughlings Jackson) y no proposicional (contar, recitar rimas sobreaprendidas, etc). En el estudio, los investigadores trataron de demostrar que las actividades verbales se hallan más extensamente representadas en el encéfalo que lo que establecían las teorías clásicas de Broca y de Wernicke. Concretamente, para las actividades articulatorias, hallan activaciones bilaterales cerebrales y cerebelares. Además, encuentran una extensa red neuronal implicada en las actividades del lenguaje, tanto proposicional como aposicional, correspondiente al hemisferio izquierdo, y coincidente con la cisura de Silvio, que son: la parte más posterior del plano supratemporal, la parte lateral de la circunvolución frontal posteroinferior izquierda (opérculo frontal) y la ínsula anterior. El lenguaje de carácter proposicional, además, depende, según este estudio, de una extensa red neuronal del hemisferio izquierdo, que incluye regiones amodales y supramodales del lóbulo parietal inferior, córtex temporal anterolateral y mesial, y corteza prefrontal mesial. 152 Por último, debe destacarse la circunstancia de que afasiólogos como Lichtheim (Berthier, 1999) llevaron a cabo diversas investigaciones sobre las afasias transcorticales, en las que se presume que existe un problema en el acceso a la información semántica y conceptual (el llamado Begriffsfeld o “centro de los conceptos”). Además, este clínico elaboró, junto con Wernicke, el conocido modelo de las afasias de Wernicke-Lichtheim, empleado por los autores asociacionistas y localizacionistas para la interpretación de los trastornos del lenguaje por lesión cerebral. No obstante, el modelo anterior fue criticado por diversos investigadores del lenguaje patológico, entre ellos S. Freud y K. Goldstein; en relación con el problema del Begriffsfeld, Goldstein lo considera relacionado con dos áreas de la corteza cerebral del hemisferio izquierdo, una anterior, vinculada con las funciones motoras, y otra posterior, que tiene que ver con los aspectos sensoriales de las funciones neuropsicológicas y del lenguaje. De este modo, lenguaje y pensamiento, relacionados desde el punto de vista cognitivo, genético y patológico, serían susceptibles de ser estudiados desde el punto de vista neuropsicológico, permitiendo la enunciación de diversas hipótesis de localización de las estructuras y procesos lógicos del pensamiento. Para concluir, debe mencionarse la circunstancia de que las actividades intelectuales y lógicas que se podrían incluir en la investigación teórica, conceptual y empírica planteada deberían tratar aspectos no verbales tanto como verbales. En este sentido resultaría posible, quizá, el suponer la posibilidad de la existencia de un pensamiento no verbal, que podría ser investigado en diversas actividades de resolución de problemas en sujetos con trastornos del lenguaje, en niños preverbales e incluso en animales capaces de realizar tareas que implican algún grado de inteligencia y de comportamiento organizado “lógicamente”. Estas actividades deberían incluir, en su caracterización teórica, una integración entre aspectos dinámicos e instrumentales, que implicasen la coordinación racional entre medios y fines, así como una base motivacional que dirija el comportamiento hacia una meta deseada. 153 4.6.EL NÚMERO COMO CONSTRUCCIÓN LÓGICA Y SUS IMPLICACIONES NEUROPSICOLÓGICAS Y EPISTEMOLÓGICAS Entre los diversos productos del pensamiento lógico, se encuentran varias estructuras formales abstractas, entre las que se encuentra el número, base fundamental de la Matemática y de sus variadas ramificaciones (Geometría, Aritmética, Álgebra, Análisis, Topología, etc.). El concepto de número ha sufrido numerosas ampliaciones y extensiones, comenzando por los primitivos números naturales, continuando por los números enteros, los números racionales (e irracionales), los números reales, hasta llegar a entidades matemáticas más recientemente formalizadas, como los números complejos, los trascendentes, o aquellos creados por el matemático Georg Cantor, que reciben el apelativo de transfinitos (Russell, 1956; Martínez Salas, 1985; Spivack, 1986). Sin ánimo de llevar a cabo una historia sistemática de la Ciencia Matemática, cabe apuntar a que sus cultivadores más antiguos y egregios se encontraban en Súmer, Babilonia, Egipto, la India y, posteriormente, en Grecia, donde comenzaron a realizarse diversas síntesis de las aportaciones de las civilizaciones mesopotámicas y orientales, junto con desarrollos propios del mundo heleno (no desprovistos de elementos mágicos, místicos y metafísicos, como en el caso de la Filosofía Matemática desarrollada por Pitágoras en el siglo VI antes de Cristo) (Chevalier, 1953; Gomperz, 1910-1912), pudiendo considerarse la invención del cero y el desarrollo de la actual numeración hindo-arábiga (Russell, 1956) como sus hitos más importantes. Además, el desarrollo en la Antigüedad de la idea de número, en particular, y de la Matemática, en general, se encontraba notablemente influida por las nociones geométricas para, con el desarrollo histórico de esta ciencia, convertirse en una disciplina cada vez menos ligada a la intuición sensible y a la representación mental (como en el caso de las ideas sostenidas respecto del pensamiento lógico y matemático por Gottlob Frege; Kenny, 1995) y, también, menos vinculada con lo estrictamente cuantitativo (González Carlomán, 1976). En cuanto a la conceptualización del número por parte de los propios matemáticos, cabe apuntar que éstos han ido desarrollándolo históricamente, desde una concepción intuitiva o basada en representaciones predominantemente geométricas (como las manejadas por los filósofos pitagóricos y por Platón; Chevalier, 1953), pasando por diversos intentos de axiomatización de las estructuras matemáticas, como 154 las llevadas a cabo por Peano o por Hilbert (Agazzi, 1964), hasta las concepciones de la Matemática Abstracta contemporánea (González Carlomán, 1976). De este modo, el lógico piamontés del siglo XIX Giuseppe Peano intentó realizar una fundamentación de la Aritmética elemental, empleando como herramienta la Lógica Matemática o Formal. De este modo, Peano establece los fundamentos de la Aritmética por medio de tres nociones primitivas, “número”, “cero” y “sucesor”, además de a través de los cinco axiomas siguientes: Axioma I: 0 es un número Axioma II: El sucesor de cualquier número es un número Axioma III: Dos números distintos no tienen nunca el mismo sucesor Axioma IV: 0 no es el sucesor de ningún número Axioma V: Toda propiedad perteneciente al 0 así como al sucesor de todo número que posea esa propiedad, pertenecerá igualmente a todos los demás números (Russell, 1956, página 14) Aproximadamente una década después de las investigaciones de Peano, se verificaría el intento de axiomatización de la Geometría por parte de David Hilbert, empleando, también herramientas lógico-formales en dicho trabajo (Agazzi, 1964). Actualmente, la conceptualización de las estructuras matemáticas, en general, y de la del número, en particular, se basa de modo importante en la moderna teoría de conjuntos, además de en diversas nociones pertenecientes al Algebra Abstracta y a la Lógica formal. De este modo, hoy en día se considera, por parte de diversos matemáticos y filósofos, que el número se define por medio de operaciones que ponen en correspondencia los elementos de dos conjuntos, y en los que se pueden verificar, según sean las características de la operación en concreto, diversas propiedades que definen la existencia de aplicaciones (inyectivas, biyectivas, suprayectivas, inversas), correspondencias (unívocas, biunívocas), equivalencias, etc. y que se producen entre los elementos de cada uno de los conjuntos (Martínez Salas, 1985). Concretamente, se sostiene que para comprobar la cardinalidad (o numerosidad), deben tomarse dos conjuntos, estableciéndose una correspondencia uno-a uno entre sus elementos, y verificándose, a continuación, si a cada uno de los elementos del primer conjunto (conjunto origen) le corresponde uno y solo un elemento del segundo conjunto (conjunto imagen), siendo posible, en principio la asignación de una etiqueta verbal a cada una de esas correspondencias, constituyendo dicho acto cognoscitivo-lingüístico lo que se conoce como contar. Sin embargo, como se desprende de lo mencionado 155 anteriormente, resulta posible averiguar la cardinaliad de un conjunto, en principio, sin ser capaz de realizar dicha operación de contar, dado que ésta presupone la realización de un juicio acerca de la igualdad o diferencia entre dichos conjuntos; por lo menos, cabe sostener el que la acción de contar supone, de forma previa, la realización de operaciones elementales con conjuntos, clases y relaciones (Russell, 1956). Paralelamente, no parece casual que, desde el punto de vista de la Escuela Constructivista de Ginebra, se sostenga, asimismo, el que la estructura numérica se adquiere y se comprende de forma cabal a partir del estadio de las operaciones concretas (7-11 años, aproximadamente) y que, según Piaget y colaboradores, exija el manejo de operaciones de inclusión de clases lógicas, seriación y conservación, además de, naturalmente, el desarrollo de conceptos físicos, como los de espacio, tiempo y movimiento (Piaget, 1953; Piaget, 1970; Inhelder, 1974; Flavell, 1977). Además, los matemáticos modernos distinguen varios tipos de estructuras abstractas, basándose en la moderna teoría de conjuntos, además de en algunas nociones de Lógica formal contemporánea y de Álgebra. De este modo, dependiendo de las operaciones permisibles entre los elementos de un conjunto, y de sus propiedades, Martínez Salas (1985, páginas 131-152) expone las características correspondientes a las estructuras de grupos, anillos y cuerpos, que son entes lógico-formales abstractos que pueden ser definidos sobre conjuntos con características diversas. De estas construcciones matemáticas, resulta de la mayor importancia para las cuestiones de las que tratamos en la presente tesis doctoral, la llamada estructura de grupo, dado que investigadores de la talla de Jean Piaget la consideran la estructura fundamental del pensamiento adulto normal; efectivamente, este investigador del desarrollo de la inteligencia lo sostiene en el capítulo III de su monografía Lógica y Psicología, publicada en el año 1953, haciendo corresponder la estructura matemática de las operaciones formales o proposicionales a la del grupo de cuatro transformaciones (Vierer-gruppe), además de a la del retículo. Concretamente Piaget (1953) expone esta postura teórica en las páginas 68-69 de la edición española de este trabajo, donde sostiene: “En contraste con los agrupamientos elementales, que tienen la estructura de semi-retículos y grupos imperfectos, el conjunto de todos los subconjuntos, en el que se basan las operaciones proposicionales tiene la estructura dual de un retículo completo y de un grupo. Las estructuras de retículo y de grupo se combinan en un único sistema que obedece las leyes de los agrupamientos, puesto que es un agrupamiento de segundo orden, sin las restricciones señaladas arriba (contigüidad, 156 etc.). Es innecesario insistir en el hecho de que esta estructura forma un retículo cuyo join es (p v q) y cuyo meet es (p ^ q). En cambio, lo que se pasa generalmente por alto es el aspecto de “grupo” de las operaciones proposicionales. Ahora bien: esta estructura está sujeta a las leyes de un grupo de cuatro transformaciones (Vierer-gruppe), que, desde el punto de vista de los mecanismos operatorios, es de gran importancia”. A este respecto, a la estructura de grupo le corresponden, según la Matemática Moderna, los siguientes axiomas y propiedades, que definen a los conjuntos a los que les corresponden dicha denominación (Martínez Salas, 1985; Badesa, Jané y Jansana, 1998): Sea un conjunto G y una ley de composición interna entre sus elementos a la que se simbolizará por *, el conjunto G es un grupo si cumple con los axiomas: Axioma I: Asociatividad: [Para todo a, b, c pertenecientes a G] (a*b)*c=a*(b*c) Axioma II: Existe al menos un elemento e perteneciente a G neutro por la derecha, tal que: a*e=a Axioma III: Todo elemento a de G admite al menos un simétrico por la derecha a´, tal que: a*a´=e La estructura matemática de grupo, parece que resulta de capital importancia, como queda apuntado, para la formalización de los aspectos cognoscitivos del pensamiento humano adulto. No obstante, es posible que también pueda reflejar la estructuración de las capacidades perceptivas, estéticas, creativas y artísticas, a través de la noción de simetría, la cual resulta capital en la caracterización de la estructura de grupo (Axioma III) (Vera de la Puente, 2004, comunicación personal). Por otro lado, la propiedad de la simetría resulta recurrente a lo largo de numerosos sistemas biológicos y psicológicos, de forma que, por ejemplo, en la gran mayoría de animales capaces de movimiento, resulta posible verificar la existencia (aproximada) de simetría bilateral a lo largo de un eje que recorre su estructura corporal en sentido céfalo-caudal (Weisz, 1980) y, además, desde el punto de vista psicológico, este principio resulta de gran importancia en las leyes postuladas por la Escuela de Psicología de la Gestalt para la percepción y para el pensamiento (principio de Prägnanz, tendencias a la “buena” Gestalt , así como las leyes que rigen estas estructuras) (Goldstein, 1984; Wertheimer, 1945; Bender, 1938/1993). 157 Además, esta tendencia a la simetría y a la buena forma, presente de forma ubicua en la Naturaleza (incluso en aspectos como la cristalización geométrica de determinados elementos químicos, como el cuarzo o el diamante) podría entenderse como una manifestación de leyes y tendencias supraestructurales de la realidad, que se corresponderían, en último término, con principios fundamentales de la Lógica, de la Matemática y de la Física. Esta determinación (parcial) de lo natural por parte de este tipo de tendencias, constituye hoy en día lo que se conoce como teoría de la complejidad (Pinker, 1997) la cual contempla las entidades naturales como estructuras autoorganizadoras, que tienden al equilibrio de forma innata. Estos modelos formales, en palabras de Pinker, se aplicarían, de la misma manera, a numerosos sistemas complejos, como las galaxias, los cristales, los sistemas climáticos, las células, los organismos, los cerebros, los ecosistemas, las sociedades, los fenómenos financieros, las epidemias, etc. En palabras de uno de sus defensores actuales, Stuart Kaufmann (en Pinker, 1997, página 214) hechos como la autoorganización, el orden, la estabilidad y la coherencia posiblemente constituyan una propiedad innata de ciertos sistemas complejos. Para este autor, en palabras de Pinker (op. cit., página 214), la evolución podría tal vez representar un “matrimonio de la selección con la autoorganización” (debemos recordar en este punto la posición expresada por Maturana y Varela, respecto del concepto de Autopoiesis o autoorganización de los seres vivos). Además, las posiciones de la teoría de la complejidad resultan asimismo, compatibles con determinadas tesis expresadas por Jean Piaget, al hacer referencia a la noción de equilibrio en Psicología y en Ciencias Sociales. De este modo, Piaget, en su trabajo “El papel de la noción de equilibrio en la explicación en Psicología”, de 1959, expresa de forma explícita lo siguiente: “Debemos señalar, en primer lugar, que el equilibrio no es un carácter extrínseco o sobreañadido, sino una propiedad intrínseca y constitutiva de la vida orgánica y mental. Una piedra, en relación a su entorno, puede encontrarse en los estados de equilibrio estable, inestable e indiferente y esto no modifica en absoluto su naturaleza. Un organismo, en relación con su medio presenta, al contrario, múltiples formas de equilibrio, desde el de las posturas hasta la homeostasis y estas formas son esenciales para su vida: se trata, por tanto, de caracteres intrínsecos, y los desequilibrios duraderos constituyen estados patológicos, orgánicos o mentales. Es más, en el organismo, existen órganos esenciales de equilibrio. Lo mismo ocurre con la vida mental, cuyos órganos de equilibrio están constituidos por mecanismos reguladores especiales, y esto en todos los niveles: desde las regulaciones elementales de la 158 motivación (necesidades e intereses) hasta la voluntad, en lo que respecta a la vida afectiva, y desde las regulaciones perceptivas y sensorio-motrices hasta las operaciones propiamente dichas, en lo que se refiere a la vida cognoscitiva” (página 127 de la edición española). Por otro lado, Piaget aplica los modelos del equilibrio a determinados fenómenos socio-económicos, en su “Ensayo sobre la teoría de los valores cualitativos en Sociología estática (“Sincrónica”)”, publicado en 1941. En otro orden de cosas, numerosos filósofos se han ocupado de las relaciones entre el conocimiento humano y el mundo de los entes matemáticos. Así, Pitágoras, Platón, Aristóteles, Descartes, Spinoza, Locke, Leibniz o Kant realizaron consideraciones filosófico-matemáticas en sus obras, llegando algunos a hacer descansar la esencia de su pensamiento filosófico en la metodología de la Ciencia Matemática; éste es el caso de Benedictus Spinoza, el cual tituló uno de sus principales tratados Etica demostrada según el orden geométrico (1677; edición española de 2007), en la que intenta construir un sistema metafísico de filosofía racionalista, cercano al desarrollado por René Descartes. Por otro lado, Aristóteles, en el libro XIII de su Metafísica (edición española de 1999) se dedica a considerar la esencia y naturaleza de los seres matemáticos, comparando las diversas opiniones que sobre este tema existían entre sus contemporáneos y antecesores, como Pitágoras y Platón, entre otros, además de sentar las bases, entre otras cosas, del método axiomático en Lógica y Matemáticas. Además, filósofos matemáticos como Hilbert y Ackermann (1972) consideran que a los números, desde el punto de vista lógico, les corresponde la siguiente definición: “Los números aparecen, por tanto, como predicados de predicados, y un número determinado es un predicado de predicados con determinadas propiedades. La importancia de esta representación de los números reside en que los predicados de predicados que representan a aquéllos pueden expresarse enteramente por medio de los símbolos lógicos; por ello es posible incluir la teoría de números en la lógica” (página 171 de la edición española); adicionalmente, estos autores ofrecen una definición axiomática de los números 0, 1 y 2, del siguiente modo: 0 (F): No existe ningún x al cual convenga el predicado F 1 (F): Existe un x para el cual Fx es verdadero, y tal que todo y para el cual Fy es verdadero, es idéntico a x 2 (F): Existen dos objetos distintos, x e y a los cuales conviene F, y todo z para el cual Fz es verdadero, es idéntico con x o con y (Hilbert y Ackermann, 1972, páginas 171-172 de la edición española) 159 El concepto de número, desde el punto de vista epistemológico, tiene un origen psicogenético, como han mostrado los investigadores de la Escuela Constructivista de Ginebra (Piaget, 1970), entre otros estudiosos del desarrollo cognoscitivo humano. De este modo, en una célebre serie de experimentos realizados con niños del estadio preoperatorio y operatorio concreto, Gelman (1972, en Flavell, 1977), investigó las principales destrezas relacionadas con el desarrollo de la conservación del número, además de las etapas de su comprensión, a nivel conceptual; además, otros investigadores, como Piaget y Szeminska, Brush, Klahr y Wallace, y Flavell (todos ellos en Flavell, 1977), realizaron diversos estudios acerca de varias características del procesamiento numérico (relacionados con la estimación inmediata [subitizing], el contar, los aspectos cardinales y ordinales del número, la comprensión del sistema numérico arábigo a nivel hablado y escrito, la comparación del tamaño de conjuntos, la realización de transformaciones relevantes e irrelevantes, etc.). Más recientemente, Karmiloff-Smith (1992) se hace eco de diferentes estudios, llevados a cabo con niños de edades menores a seis u ocho meses, en los que se pone de manifiesto la circunstancia de que éstos son capaces, según todos los indicios, de mostrar sensibilidad a magnitudes iguales o inferiores a tres elementos. Cabría pensar que, a la vista de estos descubrimientos, el desarrollo de algunas habilidades vinculadas con el pensamiento numérico, podría encontrarse relacionado con el incremento de la amplitud de la memoria de trabajo u operativa con la edad, con el progresivo desarrollo de otras funciones cognoscitivas, además de con la complejidad de las relaciones conceptuales que el sujeto puede procesar a lo largo de su desarrollo cognoscitivo (Halford, 1998). Resulta posible entender la cuestión del origen del concepto de número desde una perspectiva comparativa o evolucionista. Así, Gallistel (1990, en Karmiloff-Smith, 1992) revisa una serie de investigaciones llevadas a cabo con animales y con bebés neonatos, que tratan esta temática. De este modo, por citar solo un ejemplo, Gallistel (op. cit.) se hace eco de algunas investigaciones, como las de Rilling en 1967 que verificó el que algunas especies animales son capaces de distinguir entre, por ejemplo, 45 y 50 picotazos en diversos experimentos de aprendizaje. La diferencia entre los seres humanos y los animales radicaría, para Gallistel (op. cit) en la circunstancia de que los animales serían sensibles a la magnitud, pero no al orden, mientras que los seres humanos sí serían capaces de esto. Además, para este investigador, los animales usarían la magnitud para representar el número, mientras que el ser humano haría lo contrario. 160 Las habilidades numéricas y las capacidades matemáticas tienen, además, una representación en el cerebro, que hace susceptible al ser humano de ver afectada su cognición lógico-matemática en caso de sufrir una lesión cerebral. Desde comienzos del siglo XIX, los frenólogos Gall y Spurzheim intentaron ofrecer una imagen estrictamente localizacionista de las capacidades mentales humanas en el cerebro, estableciendo el primer sistema de organización neuropsicológica de las mismas. Dentro de este marco teórico (aún precientífico en muchas de sus características metodológicas y empíricas), Spurzheim, en su tratado Observations sur la phraenologie ou la connaissance de l´homme moral et intellectuel fondée sur les fonctions du systeme nerveux, publicado en París en 1818 dedica unas consideraciones a la facultad numérica, clasificándola dentro del segundo género de facultades intelectuales (facultés perceptives), conjuntamente con el sentido del tiempo, la facultad de la melodía o las habilidades lingüísticas, entre otras; no obstante, este autor incluye dentro de otro género las facultades reflexivas (Comparaison y Causalité), a pesar de que, desde un punto de vista lógico, podrían considerarse como capacidades mentales relacionadas con la facultad numérica y con el pensamiento matemático. En el tratado colectivo de 1983, editado por J. Peña- Casanova y Ll. BarraquerBordás, que lleva por título Neuropsicología, las alteraciones neuropsicológicas del cálculo ocasionadas por lesiones cerebrales o enfermedades neurológicas son abordadas en el capítulo XIX, por J. Peña- Casanova y por M. Juncadella Puig. En este capítulo, ambos autores realizan una síntesis de las diversas aportaciones realizadas en torno a las acalculias hasta la fecha de publicación de esa monografía, y destacan la existencia de la alexia y/o agrafia para los números, las acalculias de tipo espacial y la anaritmetía, principalmente, relacionando dichos síndromes clínicos con diversas lesiones cerebrales de uno u otro hemisferio, o de ambos. Además, mencionan la existencia de síndromes especiales que cursan con alteraciones de la cognición numérica, como el llamado síndrome de Gerstmann, cuyos signos clínicos incluyen agnosia digital, desorientación derecha-izquierda, agrafia y acalculia (a pesar de haber sido criticada la entidad de este síndrome neuropsicológico por investigadores como Arthur L. Benton, véase Peña Casanova, en este mismo volumen). Grafman y Rickard (1997) realizan una exposición de los principales puntos relevantes en el tema de la acalculia y consideran, entre otros aspectos, la circunstancia de que, al menos, algunos componentes de las habilidades numéricas y matemáticas se 161 encuentran organizados de forma modular. Además, estos investigadores mencionan el hecho de que las alteraciones neuropsicológicas del cálculo se encuentran, de modo principal, en el inicio de las enfermedades neurodegenerativas, en los accidentes cerebrovasculares y como uno de los síntomas principales en numerosas alteraciones del desarrollo neuropsicológico. Grafman y Rickard se hacen eco de que han sido documentados casos de pacientes cuyos déficits se circunscribían al procesamiento de determinados números, como el 7 o el 9, o con determinadas operaciones aritméticas y no con otras, y mencionan la existencia de tres tipos de acalculia, la tipo I, asociada a déficits verbales y afasia (más frecuente en lesiones del hemisferio izquierdo), la tipo II, asociada a dificultades de carácter visuo-espacial (más frecuente en lesiones del hemisferio cerebral derecho), y la de tipo III, o acalculia primaria, en principio independiente de otros tipos de alteraciones neuropsicológicas (que se encontraría asociada a lesiones cerebrales bilaterales, aunque más relacionadas con las del hemisferio izquierdo). Por otro lado, Temple (1997) dedica uno de los capítulos de su tratado acerca de los trastornos del desarrollo neuropsicológico, a las alteraciones del cálculo en los niños en edad escolar; señala, siguiendo a Kosc, que los niños afectados por discalculia evolutiva tienen una inteligencia normal, signos de falta de maduración o lesiones congénitas en determinadas áreas de su cerebro (generalmente, parietales), además de, probablemente, una base genética, conclusión basada en la historia familiar del trastorno. Esta investigadora, además, presenta un modelo neuropsicológicocognoscitivo, elaborado por Mc Closkey y colaboradores, y en el que pueden postularse los siguientes principios de procesamiento de la información: I. II. III. Procesamiento del número i. con comprensión distinta de la producción ii. con elementos léxicos y sintácticos iii. con procesos arábigos distintos de los numerales-verbales Conocimiento de los hechos numéricos i. incluyendo conocimiento del significado de los signos ii. incluyendo conocimiento de las tablas Conocimiento procedimental i. incluyendo los algoritmos precisos para la aritmética: adición, substracción, multiplicación y división 162 Modelos cognitivos del procesamiento de la información numérica, análogos al anterior, son expuestos también en los tratados de Neuropsicología Experimental y Clínica publicados por Denes y Pizzamiglio (1999) y por Heilman y Valenstein (2003), ofreciéndose en ellos, asimismo, formulaciones alternativas más actuales, basadas en modelos de redes neuronales artificiales o conexionistas. En suma, el pensamiento lógico genera estructuras abstractas cualitativas (proposiciones, clases, relaciones, conjuntos, axiomas, argumentos, teorías y modelos, entre otras), así como cuantitativas, como el concepto de número. El problema de las escalas de medida (nominal, ordinal, de intervalo y de razón), establecidas por la Metodología de la Ciencia, entronca de forma clara con los problemas antes abordados y constituye una cuestión relevante en la Epistemología de la Matemática, de la Lógica y de las Ciencias positivas en general, dadas las repercusiones obvias que, para el proceder científico, tiene la posibilidad de verificar o falsar algún hecho o circunstancia de la realidad por medio de la medida. 163 5.HIPÓTESIS PRINCIPALES DE LOCALIZACIÓN DE LAS FUNCIONES LÓGICAS EN EL CEREBRO A la vista de la revisión anteriormente realizada de la literatura más importante en Lógica, Lingüística, Psicología Experimental y del Desarrollo, Neuropsicología y Neurociencia Cognitiva, acerca de la estructura y función del pensamiento lógico, y de sus alteraciones en caso de lesión, existen varias conclusiones, a nuestro juicio, relevantes para la enunciación posterior de las principales hipótesis que sustentan el presente trabajo de investigación. Una de ellas concierne a la consideración del pensamiento lógico como una actividad simbólica de procesamiento de la información que implica, principalmente, la elaboración de inferencias deductivas e inductivas, la realización de operaciones de abstracción y generalización, así como la puesta en práctica de procesos de control ejecutivo que operan sobre el resto de actividades cognitivas, emocionales y de comportamiento. Esta actividad es llevada a cabo por determinadas funciones del sistema cognitivo-ejecutivo y, en última instancia, por el cerebro. Basándose en lo anterior, si se asume consecuentemente una concepción modular de las actividades cognitivas, puede defenderse, por hipótesis, el que, al menos, determinadas clases de operaciones lógicas pueden afectarse diferencialmente en caso de lesión cerebral, dependiendo tanto del contenido (o aspecto material) de la tarea, como de su estructura formal (lógico-matemática). En este sentido, debe hacerse mención de los trabajos teóricos de investigadores que, como Jerry Fodor, han tratado de fundamentar conceptualmente el campo de la Psicología Cognitiva y de la Neuropsicología actuales. Fodor (1983) en su trabajo seminal La modularidad de la mente hace referencia a diversos tipos de arquitecturas funcionales mentales que han sido propuestas a lo largo de la Historia de la Psicología (racionalismo cartesiano, asociacionismo, teoría de las facultades), decantándose por una versión actualizada de la Psicología de las Facultades como imagen más plausible de la arquitectura funcional de la mente humana. A este respecto, Fodor considera que, a pesar de su carácter precientífico, el modelo de organización neuropsicológica más concordante con sus propuestas, lo constituyen los trabajos realizados en el campo de la Frenología (Spurzheim, 1818). Fodor, además, propone considerar el sistema cognitivo como un conjunto de capacidades modulares de tipo vertical, que serían específicas de dominio, inaccesibles en su funcionamiento a la conciencia del sujeto y encapsuladas informativamente, además de contar con una arquitectura neural determinada 164 genéticamente. Estas capacidades modulares podrían funcionar de modo quasiindependiente en caso de lesión cerebral, afectándose algunas de ellas y permaneciendo intactas funcionalmente otras (por cierto que esta concepción modular se encuentra implícita en los planteamientos metodológicos de la Neuropsicología Cognitiva actual, especialmente en el procedimiento de investigación basado en el análisis de las disociaciones dobles; véase Parkin, 1996). No obstante, Fodor defiende el carácter modular de solamente algunos tipos de funciones cognitivas, en especial de los sistemas sensoriales, perceptivos, lingüísticos y, eventualmente, también, de los sistemas motores (o de output), pero se opone a considerar modulares lo que él denomina “sistemas centrales” (razonamiento, solución de problemas, pensamiento lógico). Fodor (1983), en efecto, considera que, si bien han sido halladas dos dimensiones principales en la investigación factorial sobre la inteligencia (verbal versus matemática/espacial), esta caracterización es, a su entender, demasiado imprecisa, aunque admite que podría corresponderse, a grandes rasgos, con la especialización hemisférica conocida en las investigaciones neuropsicológicas. No obstante, defiende explícitamente la tesis de que el pensamiento lógico, que hace equivalente a la “fijación de creencias” es básicamente un proceso holístico, global y, por ello, no localizable estrictamente en ningún locus cerebral concreto. No obstante, puede criticarse a Fodor que, en relación con esta aseveración, hace gala de una posición localizacionista estricta, ampliamente superada hoy en día, que, por ejemplo, no tiene en cuenta conceptualizaciones de la función cerebral más flexibles, como la teoría de Luria de los “sistemas funcionales cerebrales” (Luria, 1972; en Christensen, 1987), que permite combinar el carácter distribuido de la función psicológica con la localización de la misma a nivel del funcionalismo cerebral. De manera análoga, Norman Geschwind (1974) defiende un modelo localizacionista de las funciones neuropsicológicas, acorde con los conocimientos disponibles en su momento, haciéndose eco, en especial, de la distinción básica en las funciones psicolingüísticas, entre aspectos ligados a las estructuras frontales izquierdas (sintácticos y gramaticales), respecto de aquellos relativos a las funciones de la corteza temporal de ese hemisferio (semánticos y conceptuales). Nuestro planteamiento teórico considera como probablemente localizados a nivel cerebral también los procesos cognitivo-ejecutivos de orden superior (a diferencia de la posición de Fodor, antes comentada). No obstante, la localización que defendemos de estos procesos no es la que se encuentra implícita en la posición de este autor, sino 165 que está basada en otros planteamientos teóricos más flexibles y más acordes con los datos empíricos de los que se dispone actualmente en Neuropsicología (Feinberg y Farah, 1997). De este modo, a nivel teórico, el presente trabajo de investigación se apoya (además de en la evidencia empírica objeto de la revisión precedente) principalmente, en las siguientes asunciones: a) Las tesis piagetianas acerca de la génesis, estructura y desarrollo de la inteligencia y el pensamiento lógico, y de su relación con el lenguaje (Piaget, 1953, 1964, 1967; Inhelder y Piaget, 1955; Piaget, 1970). b) Las hipótesis teóricas y los hallazgos experimentales provenientes de la investigación en Neurolingüística (Luria, 1975, 1980, 1995; Lecours y Lhermitte, 1979; Peña Casanova y Barraquer Bordás, 1983), en especial aquellos que relacionan determinadas alteraciones a nivel lingüístico con localizaciones conocidas de algunos trastornos afásicos. c) La metodología experimental al uso en Neuropsicología, conocida como “método de las lesiones” (Damasio y Damasio, 1997), que relaciona los déficits constatados en una determinada función cognitiva o del comportamiento, con la existencia de una o varias lesiones verificadas a nivel cerebral (o, más en general, encefálico). Respecto de las asunciones teóricas provenientes de las investigaciones de la Escuela de Ginebra, existen algunas que son especialmente relevantes para el presente trabajo de investigación: a) La concepción del pensamiento como adaptación biológica al medio, que va alcanzando diversos estados de equilibrio, los cuales pueden ser descritos por medio de determinadas estructuras lógico-matemáticas (Piaget, 1953; 1967). b) La tesis de que el pensamiento determina (parcialmente) el lenguaje y que, en líneas generales, es anterior al mismo desde el punto de vista ontogenético y filogenético (Piaget, 1967; 1970), formando éste parte de la función simbólica (o semiótica). c) La atribución de un determinado conjunto de estructuras lógicas a cada estadio del desarrollo intelectual humano, el cual integra como casos particulares a las adquisiciones de los estadios anteriores (Inhelder, 1974; Inhelder y Piaget, 1955; Piaget, 1953; 1970). 166 Además de los postulados anteriores, existen diversos datos empíricos provenientes de la Neuropsicología del Desarrollo que apuntan en la dirección señalada por Piaget. Así, se conoce que la maduración de los lóbulos frontales del cerebro es la más tardía de todo el desarrollo neurológico humano (Kolb y Whishaw, 1996); el hecho de que esta maduración concluya, por regla general, hacia el final de la adolescencia, y que sea esta estructura neurológica la responsable de determinadas capacidades de pensamiento lógico (Kimberg, D´Esposito y Farah, 1997) se puede relacionar con los datos hallados por Piaget y colaboradores (Inhelder y Piaget, 1955) que muestran cómo la estructura de pensamiento conocida como “operacional formal” (que implica la comprensión y uso del razonamiento hipotético-deductivo) se adquiere, generalmente, en esta etapa del desarrollo intelectual (y neurológico). De este modo, se comprueba cómo una determinada secuencia en el desarrollo de una función psicológica, se correlaciona de manera muy clara con una adquisición en el plano neurológico. Además, y en términos generales, se sostiene hoy en día que las teorías del desarrollo humano ofrecidas por Piaget son las que se relacionan de modo más claro y coherente con los conocimientos actuales en Neuropsicología del Desarrollo (Marcelli y Ajuriaguerra, 1993; Kolb y Whishaw, 1996). Las investigaciones realizadas en el campo de la Neurolingüística por la escuela soviética de Luria y colaboradores (Luria, 1974, 1975; 1980; 1995; Christensen, 1987), además de por autores pertenecientes a la escuela afasiológica francesa (Lecours y Lhermitte, 1979), y a otras orientaciones en Neuropsicología del Lenguaje ( Brock y Krieger, 1966; Peña Casanova y Barraquer Bordás, 1983; Goodglass y Kaplan, 1983; Ellis y Young, 1988; Manning, 1992; Kertesz, 1999; Caplan, 2003) han mostrado que, al analizar los patrones de afectación del discurso en pacientes aquejados por trastornos afásicos de diversos tipos, podía constatarse que, en general, las lesiones frontales (izquierdas) que provocaban afasias no fluidas (en las que se pueden observar, en los pacientes afectados, dificultades marcadas en la producción del lenguaje, con relativamente mejor comprensión), tipo Broca, (o determinados casos de transcorticales motoras y dinámicas tipo Luria) (Berthier, 1999), alteraban selectivamente, en el plano lingüístico, a determinadas partículas que confieren coherencia sintáctico-gramatical (y lógica) al mismo y que configuran el llamado eje sintagmático del discurso lingüístico (en la terminología de R. Jakobson y de la Escuela de Praga). Estos hechos, no obstante, ya eran conocidos, al menos desde la década de 1940, pues Kurt Goldstein (1948), en su monografía sobre los trastornos del lenguaje por lesión cerebral, se hace eco de 167 algunos informes de diversos investigadores (Saloz, Froeschels, Isserlin), que encuentran que sus afásicos motrices manifestaban dificultades en la repetición, producción y lectura de lo que él denomina “palabras pequeñas” (preposiciones, artículos, pronombres, formas gramaticales, etc.; Goldstein, 1948). Sin embargo, los pacientes afectados por cuadros afásicos fluidos (tipo Wernicke, generalmente) (caracterizados por dificultades de comprensión auditivo-verbal, que dominan el cuadro), que habían sufrido normalmente una lesión de los lóbulos posteriores (izquierdos) del cerebro mostraban una alteración selectiva del llamado eje paradigmático de su discurso, reflejada en los problemas que evidencian en el componente léxico-semántico (sustantivos, en especial) de su actividad lingüística. Si generalizamos estos hallazgos (ver capítulo anterior) desde el plano del comportamiento lingüístico al de los procesos lógicos del pensamiento, (llevando a cabo una operación, en principio, posible, dado que lenguaje y pensamiento son procesos cognoscitivos intrínsecamente relacionados y con muchos componentes comunes, como ya indicó en su día L. S. Vygotsky (1934)), resulta que podemos postular un isomorfismo parcial entre estructuras lingüísticas y lógicas, según el cual diversos tipos de estructuras lingüísticas guardarían un paralelismo con otras a nivel de los procesos lógicos del pensamiento. Así, las partículas lingüísticas afectadas selectivamente en las lesiones que provocan afasias no fluidas, antes mencionadas, y que confieren coherencia sintáctica al discurso (functores) (Alexander, 1997), se corresponderían, a nivel lógico, con los operadores binarios de la lógica proposicional (Ferrater Mora y Leblanc, 1962; Agazzi, 1964), mientras que aquellos aspectos lingüísticos alterados en las afasias [fluidas] producidas por lesión en las porciones post-rolándicas de la corteza (generalmente, del hemisferio cerebral izquierdo), se encontrarían más relacionados con los aspectos conceptuales y léxico- semánticos del discurso verbal, y se organizarían según algunos principios de la lógica de clases, que incluiría, entre otros, el de la organización jerárquica de los conceptos verbales en “campos semánticos” susceptibles de investigación experimental objetiva (Luria, 1995). Además, diversos trabajos publicados recientemente en el campo de la Lógica Matemática (Falguera y Martínez, 1999), señalan que el objeto de esta disciplina, en la actualidad, lo constituyen, a su entender, las argumentaciones expresadas de modo lingüístico, en las que se evalúa su grado de coherencia, tomando como criterio determinadas formas universalmente válidas (y probadas de modo formal), de razonamiento (véase también la opinión, a este respecto, de A. Deaño, 1999), como fue expuesto anteriormente. 168 Tomando este aspecto en consideración , resulta natural que pueda llevarse a cabo la generalización antes mencionada, de las estructuras lingüísticas a las estructuras lógicas, que constituye una de las bases conceptuales fundamentales del presente trabajo de investigación; no obstante ha de tenerse en cuenta el que las estructuras lógicas presentan un nivel de generalización que sobrepasa el de la mera actividad lingüística, haciendo posible, por tanto, concebir tareas experimentales de tipo no verbal, (al lado de las de carácter verbal), que impliquen estructuras lógicas de uno u otro tipo y que, por hipótesis, mostrarían un efecto de lateralidad cerebral, siendo más sensibles al daño en el hemisferio cerebral derecho, mientras que aquellas tareas de pensamiento lógico que contuviesen material verbal, se encontrarían afectadas por las lesiones en el hemisferio cerebral izquierdo. Podría suponerse, consecuentemente, que, dado que las lesiones frontales (izquierdas) tienden a afectar selectivamente a los términos relacionales que ligan el discurso y le confieren coherencia sintáctica (functores), aquellas tareas que impliquen la comprensión y uso de estos operadores (a nivel lógico) podrían ver alterada su ejecución en el caso de aquellos pacientes aquejados por las lesiones antes mencionadas (tanto del hemisferio izquierdo como del derecho). En segundo lugar, cabe suponer también que, a la vista de la alteración selectiva del componente léxico-semántico presente en las afasias producidas por afectación de los lóbulos posteriores (izquierdos) del cerebro, aquellas tareas cuya estructura implique la comprensión de algunos aspectos de lógica de clases, se verán más afectadas, en su ejecución, en el caso de los pacientes que presenten las lesiones más arriba indicadas (tanto del hemisferio izquierdo como del derecho). Independientemente de la estructura lógica de las diversas tareas experimentales planteadas, cabría suponer, razonablemente, que puede encontrarse un efecto de lateralización hemisférica, dependiendo del tipo de material (verbal o no verbal) empleado en las mismas (circunstancia ampliamente conocida en el campo de la Neuropsicología, al menos desde los trabajos pioneros de Paul Broca, Carl Wernicke, y otros (Kolb y Whishaw, 1996; Feinberg y Farah, 1997). Asimismo, y aparte de la evidencia experimental y clínica anteriormente revisada, hoy en día se dispone de datos acerca de la presencia de alteraciones en los procesos semántico-conceptuales y categoriales en otros trastornos neuropsicológicos, como la agnosia visual asociativa (Farah y Feinberg, 1997), la prosopagnosia (De Renzi, 1997), diversos aspectos relacionados con la agnosia y la anomia del color (Tranel, 1997), además de en las alteraciones de la memoria semántica (Farah y Grossman, 1997), entre otros. En todos estos casos, es conocida la participación de diversas estructuras del 169 lóbulo temporal (junto con otras áreas cerebrales, generalmente localizadas a nivel postrolándico), que se encontrarían implicadas en estas funciones. Más formalmente, cabe enunciar las hipótesis principales de la presente tesis doctoral del modo siguiente: HIPÓTESIS 1: Si un paciente se encuentra afectado por una lesión frontal izquierda, cabe esperar que su ejecución se vea alterada significativamente en el caso de tareas de tipo verbal cuya estructura lógica implique la comprensión de (determinadas) nociones de lógica proposicional o de functores. HIPÓTESIS 2: Si un paciente se encuentra afectado por una lesión frontal derecha, cabe esperar que su ejecución se vea alterada significativamente en el caso de tareas de tipo no verbal cuya estructura lógica implique la comprensión de (determinadas) nociones de lógica proposicional o de functores. HIPÓTESIS 3: Si un paciente se encuentra afectado por una lesión post-rolándica (parieto-occipito-temporal) izquierda , cabe esperar que su ejecución se vea alterada significativamente en el caso de tareas de tipo verbal cuya estructura lógica implique la comprensión de (determinadas) nociones de lógica de clases. HIPÓTESIS 4: Si un paciente se encuentra afectado por una lesión post-rolándica (parieto-occipito-temporal) derecha cabe esperar que su ejecución se vea alterada significativamente en el caso de tareas de tipo no verbal cuya estructura lógica implique la comprensión de (determinadas) nociones de lógica de clases. 170 6.PROPUESTA DE METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN DEL PENSAMIENTO LÓGICO EN SUJETOS CEREBROLESIONADOS La presente investigación pretende demostrar, como ha sido enunciado en las hipótesis expuestas en el capítulo anterior, la especialización de determinadas áreas cerebrales en el procesamiento y comprensión de ciertas estructuras lógicas, relacionadas tanto con material verbal como no verbal (generalmente, de tipo manipulativo-visual). Con vistas a conseguir estos fines, planteamos una metodología de investigación en la que proponemos una batería amplia de tareas de razonamiento, solución de problemas y pensamiento lógico de dos tipos, lógico-conceptual (referido a clases) y lógico-proposicional (referido a functores), que pueden ser aplicadas a determinados pacientes afectados por los tipos de lesiones antes comentadas, además de a sujetos de control sanos. Los grupos de pacientes propuestos en este trabajo de investigación pueden ser configurados según las asunciones teóricas enunciadas en las hipótesis del capítulo V. A este respecto consideraremos dentro del hipotético grupo de pacientes cerebrolesionados, como variables relevantes (entre otras) la localización de las lesiones, tanto en su dimensión hemisférica (izquierda/derecha) como en la referente a la dimensión anteroposterior (frontal/postrolándico) del daño cerebral, constatado en la mayoría de los casos por medio de pruebas de neuroimagen estructural y/o funcional. La metodología propuesta en la presente tesis doctoral se inscribe, preferentemente, en la estrategia desarrollada por la orientación cognitiva en Neuropsicología (Valle, Cuetos, Igoa y del Viso, 1990; Semenza, Bisiacchi y Rosenthal, 1988; Shallice, Burguess y Frith, 1991; Manning, 1992; Mc Closkey, 1993, en Parkin, 1996; Cuetos Vega, 1999), que consiste en el análisis exhaustivo, con un gran número de pruebas y de elementos por prueba, de la ejecución de uno o de una serie de pacientes afectados por alguna lesión cerebral estructural, (normalmente de carácter traumático o derivada de una patología vascular cerebral) a lo largo de diversas tareas expresamente diseñadas para poner a prueba determinadas hipótesis relativas al funcionamiento cognitivo o ejecutivo humano. Se considera, además, que esta metodología permite llegar a conclusiones más válidas que en el caso de los estudios de grupo, dado que en éstos, los pacientes que los integran suelen ser bastante heterogéneos, con lo cual los resultados estadísticos del grupo no acostumbran a ser representativos de ninguno de los integrantes del mismo. Por otro lado, esta manera de 171 proceder parece más idónea para investigar de manera más fina los mecanismos de resolución de las tareas a nivel tanto estructural como funcional. Asimismo, esta clase de estudios (por oposición a los basados en grupos) suelen integrar un mayor número de pruebas y de elementos por prueba, hecho que facilita la obtención de una mayor fiabilidad y validez. Suele ser habitual oponer este tipo de metodología a la desarrollada por la orientación de la Neuropsicología clásica, que emplea métodos de carácter estadístico en muestras amplias de pacientes afectados por determinadas patologías o daños estructurales cerebrales, aunque creemos que ambos acercamientos son complementarios y no se excluyen entre sí. No obstante, debe ser mencionado el hecho, a nuestro juicio muy importante, de que los principales descubrimientos y avances en Neuropsicología y Neurología de la Conducta, fueron realizados por medio de la metodología de “caso único”, (véase, por ejemplo, la excelente monografía de Code, Wallesch, Joannette y Lecours, 1996), adoptado actualmente por la Neuropsicología Cognitiva. 172 6.1.DISEÑO DE INVESTIGACIÓN PROPUESTO El diseño de investigación que se propone en la presente tesis doctoral se inscribe en el marco metodológico de la Neuropsicología Cognitiva (Parkin, 1996; Cuetos Vega, 1999) en la que se tiende, como fue apuntado en la introducción de este capítulo, a emplear un número más reducido de pacientes, junto con un conjunto de tareas exhaustivas y más específicamente relacionadas con los procesos cognitivos y/o ejecutivos que se pretende estudiar. Además, desde esta aproximación cognitiva, se enfatiza el papel de la metodología basada en las disociaciones (a ser posible, dobles), en lugar de las asociaciones de síntomas, método más empleado en la Neuropsicología Clásica; De este modo, el presente diseño de investigación considerará las siguientes variables: 1) Variables independientes: En Neuropsicología, la metodología usualmente aplicada considera como variables (s) independiente (s) la localización de la (s) lesión (es) cerebral (es) (Vera de la Puente, 1993) y, en algunos casos, la etiología de las mismas. En el presente diseño de investigación, se considerará como variable independiente la localización de las lesiones cerebrales, de carácter (generalmente) cortical, que sufrieron los pacientes objeto de estudio. Esta variable, por las razones expuestas en el capítulo de Hipótesis, toma 4 valores, medidos en una escala nominal, constituyendo, por tanto, una variable de tipo politómica. Estos valores son los siguientes: a) Lesiones parieto- occipito-temporales izquierdas; b) Lesiones parieto-occipito-temporales derechas; c) Lesiones frontales izquierdas; d) Lesiones frontales derechas. 2) Variables dependientes: Los estudios neuropsicológicos tradicionales (Damasio y Damasio, 1997) consideran como variable dependiente cualquier respuesta cognitiva, emocional o comportamental, tanto normal como patológica, que puedan, objetivamente, poner de manifiesto los sujetos afectados por lesiones cerebrales, que constituyen las variables independientes. En el presente diseño de investigación, las variables dependientes vendrán dadas, en general, por las puntuaciones obtenidas por los pacientes objeto de este estudio en las diferentes tareas 173 experimentales aplicadas, correspondientes a estructuras de lógica de clases frente a aquellas con estructura proposicional o de functores, así como, en la mayoría de las tareas, por los tiempos de latencia de las respuestas, medidas en segundos. Además, y considerando en puridad la cuestión, también podrían incluirse como variables dependientes los diferentes signos neuropsicológicos clínicos que, eventualmente, puedan poner de manifiesto estos pacientes a lo largo de la exploración neuropsicológica practicada, y que pueden resultar de interés en la interpretación posterior de los resultados puramente cuantitativos 3) Variables consideradas en el análisis: a) Sexo a) Edad de los sujetos experimentales y de los controles b) Escolaridad (años) de los sujetos experimentales y de los controles. c) Tiempo transcurrido desde la lesión. d) Etiología de la lesión. e) Estructura lógica de las tareas. f) Tipo de material de las mismas (verbal o no verbal). A continuación, pasamos a justificar la inclusión, en este diseño de investigación, de las variables antes mencionadas. a) Sexo: Es conocida la diferente estructuración anatómica y funcional de los cerebros humanos masculino y femenino (Lezak, 1995; Kolb y Whishaw, 1996; Kolb y Whishaw, 2000; Rains, 2002). Además, existen numerosas pruebas provenientes del campo de la Psicología Diferencial (Eysenck, 1979; Witkin y Goodenough, 1981), que ponen de manifiesto la existencia de diferentes aptitudes y estilos cognitivos en la resolución de numerosas tareas, además de en otros factores, como la afectividad y las reacciones emocionales, parcialmente diferentes en el caso del varón y de la mujer (Bohm, 1988; Loosli-Usteri, 1979; Springer y Deutsch, 1981; Lezak, 1995). No obstante, otros autores que han contribuido a la investigación en Psicología del pensamiento no consideran que esta variable pueda resultar relevante en el funcionamiento de estas capacidades cognitivo-ejecutivas (por ejemplo, Inhelder y Piaget, 1955; Wason y JohnsonLaird, 1972). 174 b) Edad: La edad de los sujetos participantes en las investigaciones neuropsicológicas constituye una variable muy relevante, dado que existen numerosas pruebas de la influencia de la edad en el funcionamiento cognitivo (Lezak, 1995), además de existir patologías neuropsicológicas específicamente asociadas a la edad y/o al envejecimiento (Gil, 1996; Alberca Serrano, 1998). c) Escolaridad: Desde un punto de vista evolutivo y cultural, la escolaridad de los sujetos participantes en los estudios neuropsicológicos resulta muy relevante a la hora de interpretar los resultados de las mismas. De este modo, Luria (1987; 1995) mostró, en unas experiencias ya clásicas, como mejoraba sustancialmente el rendimiento de sujetos centroasiáticos en tareas de razonamiento y pensamiento lógico, dependiendo de la alfabetización o no de estas personas, encontrando un tipo de razonamiento formal de tipo occidental solamente en aquellos sujetos que comenzaban a ser alfabetizados y que empezaban a entrar en contacto con el modo de vida predominante en la Unión Soviética en aquella época. d) Tiempo transcurrido desde la lesión: El tiempo transcurrido desde que un paciente sufre una lesión cerebral, hasta que es evaluado o, en su caso, le es implementado un programa de rehabilitación neuropsicológica, constituye una variable relevante, dado que existen teorías que proponen que el tejido nervioso sufre una reorganización de sus patrones de conectividad neuronal, que pueden influir en los resultados de una investigación neuropsicológica (Ponsford, Sloan y Snow, 1995). En este caso, se ha optado por que un porcentaje significativo de los pacientes participantes en el estudio propuesto, hayan sufrido recientemente su lesión y no hayan sido sometidos a rehabilitación neuropsicológica. En concreto, se propone que la mayoría de los sujetos integrantes de los grupos experimentales sean explorados en un plazo máximo de dos años desde el momento de haber aquejado su lesión y el resto aquejan lesiones de carácter crónico, estables desde el punto de vista sintomatológico. e) Etiología de la lesión: La etiología de las diferentes lesiones cerebrales pueden, en ciertos casos, constituir una variable relevante a la hora de realizar inferencias acerca de las consecuencias de ellas, a nivel neuropsicológico. De este modo, existen patologías neurológicas que cursan con afectaciones típicas de las diferentes funciones neuropsicológicas (caso, por ejemplo, del síndrome frontal provocado por los traumatismos craneoencefálicos o por la ruptura de 175 aneurismas de la arteria comunicante anterior, las alteraciones de memoria y categorización de la información, típicas del síndrome de Wernicke-Korsakoff, los problemas emocionales, de personalidad y mnésicos, característicos de la encefalitis por herpes simplex, las alteraciones sensorio-perceptivas, psicomotoras y cognitivas, típicas de determinados tipos de epilepsia, etc.) (Adams, 1993; Parkin y Leng, 1993; Gil, 1996; Cambier, Masson y Dehen, 2000). En el presente diseño de investigación deberán incluirse, preferentemente, pacientes con patología cerebrovascular (ictus), localizada, generalmente, a nivel cortical (aunque puedan participar, además, algunos pacientes con patología cerebrovascular localizada en determinadas estructuras integradas en varios circuitos córtico-subcorticales o, más específicamente, fronto-subcorticales y fronto-basales). f) Estructura lógica de las tareas: Como fue indicado en el capítulo en el que se formulan las hipótesis de la presente tesis doctoral, se pretende demostrar la posibilidad de establecer disociaciones entre procesos de pensamiento que implican nociones sencillas de lógica de clases, frente a aquellos otros que implican pensamiento proposicional o de functores. g) Tipo de material (verbal o no verbal) de las tareas: Se trata de una variable relevante en la investigación neuropsicológica, habiéndose constatado su importancia desde, al menos, los trabajos pioneros de Paul Broca en el siglo XIX ( Springer y Deutsch, 1981;Vera de la Puente, 1993; Gil, 1996), constituyendo el tema de la lateralización hemisférica de las funciones lingüísticas y visuoespaciales una cuestión aceptada generalmente en la actualidad por todos los profesionales e investigadores en Neuropsicología (Kolb y Whishaw, 1996). 176 6.2SUJETOS PARTICIPANTES EN EL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN Se propone, en la investigación aplicada de esta tesis doctoral, un diseño experimental, que incluiría los siguientes grupos de sujetos y su etiología lesional, con vistas a ser explorados en futuros trabajos: GRUPO I: Lesiones parieto-occipito-temporales derechas: 10 sujetos GRUPO II: Lesiones parieto-occipito-temporales izquierdas: 10 sujetos GRUPO III: Lesiones frontales derechas: 10 sujetos GRUPO IV: Lesiones frontales izquierdas: 10 sujetos GRUPO V: Lesiones hemisféricas derechas (anteroposteriores): 5 sujetos GRUPO VI: Lesiones hemisféricas izquierdas (anteroposteriores): 5 sujetos GRUPO VII: Lesiones frontosubcorticales, talámicas y basales: 3 sujetos Total: 53 sujetos cerebrolesionados Etiología de las lesiones en el grupo experimental 1. Accidentes vasculares cerebrales: 35 sujetos 2. Traumatismos craneoencefálicos: 10 sujetos 3. Anoxia, Hipoxia: 3 sujetos 4. Tumores cerebrales, primarios o metastásicos: 5 sujetos Descripción de la muestra de sujetos cerebrolesionados: 1. Sexo: 26 varones y 27 mujeres diestros según el Inventario de lateralidad de Humphrey 2. Rango de edad: 18-80 años 3. Escolaridad: Estudios primarios finalizados, en adelante 4. Tiempo transcurrido desde la lesión: Máximo 2 años, sin haber recibido rehabilitación neuropsicológica. Porcentaje reducido de pacientes crónicos (15%) con semiología neuropsicológica estable y sin haber recibido rehabilitación neuropsicológica. 5. Otras características: Adecuada comprensión del lenguaje oral (Percentil 95º en el subtest “Comprensión verbal” del Test Barcelona), capacidades visuognósicas normales (Test de Organización Visual de Hooper) y ausencia de criterios de demencia al uso (Mini-Mental State Examination> 24/30 en la exploración neurológica) 177 GRUPO DE CONTROL: 20 sujetos diestros sanos o sin patología del Sistema Nervioso Central, similares en edad y escolaridad al grupo experimental (10 varones y 10 mujeres) 178 6.3PRUEBAS NEUROPSICOLOGICAS PROPUESTAS PARA EL EXAMEN DEL PENSAMIENTO LÓGICO EN SUJETOS CEREBROLESIONADOS En general, las tareas incluidas en el protocolo experimental propuesto en esta investigación tratan de explorar, por diferentes medios, las capacidades de pensamiento lógico con una estructura formal proposicional versus categorial, e incluyendo material verbal y no verbal, tal como queda reflejado en las hipótesis enunciadas en el capítulo correspondiente de la presente tesis doctoral. Además, se deben plantear a los posibles pacientes objeto de la investigación, una serie de pruebas standard de evaluación neuropsicológica que traten de ofrecer una imagen del funcionamiento cognitivo global de los mismos, de modo que se pueda descartar, por medio de ellas, el que los errores o alteraciones eventualmente consignados en las pruebas de pensamiento lógico, se puedan explicar por otros factores de carácter más elemental, como por ejemplo, alteraciones en los procesos básicos de comprensión lingüística, problemas en las funciones perceptivo-gnósicas o disfunciones en atención o procesos mnésicos, por ejemplo. Asimismo, algunas de las tareas experimentales propuestas han sido concebidas y desarrolladas por el autor de la presente investigación, tomando como base diversas aportaciones precedentes en Psicología Cognitiva y del Desarrollo, mientras que otras fueron tomadas de la literatura concerniente a la exploración neuropsicológica de las funciones y procesos intelectuales en general. A continuación, se ofrece una relación de las tareas que forman parte del protocolo de pruebas del presente estudio, ofreciéndose, posteriormente, la justificación de su inclusión en el mismo. 179 SUMARIO DE PRUEBAS PROPUESTAS EN LA PRESENTE INVESTIGACION TAREAS DE EXPLORACIÓN NEUROPSICOLÓGICA STANDARD 1. Cuestionario de lateralidad de Humphrey 2. Figura Compleja de Rey-Österrieth (Copia, evocación inmediata y evocación diferida) 3. Symbol Digit Modalities Test 4. Test de Organización Visual de Hooper 5. Subtest “Dígitos” de la Escala de Memoria de Wechsler 6. Subtest “Aprendizaje de Pares Asociados” de la Escala de Memoria de Wechsler 7. Test de Palabras y Colores de Stroop 8. Subtest “Comprensión verbal” del Programa Integrado de Exploración Neuropsicológica (Test Barcelona) TAREAS DE EXPLORACIÓN DE PROCESOS DE LÓGICA DE CLASES 1. Test de procesos categoriales de Luria-Christensen (modificado por el autor) (verbal) 2. Test de semejanzas conceptuales (original) (verbal) 3. Test de relaciones de inclusión de clases (original) (verbal) 4. Test de matrices progresivas de Raven (Escala general) (no verbal) 5. Escala de madurez mental de Columbia (no verbal) TAREAS DE EXPLORACIÓN DE PROCESOS DE LÓGICA DE FUNCTORES 1.Test de los “alimentos envenenados” (Arenberg) (verbal) 2. Test de razonamiento proposicional no verbal (original) (no verbal) 3. Test no verbal de comprensión de functores lógicos (original) (no verbal) 4. Token-test (Test de las fichas) (Partes IV y V) (verbal) 5. Test de clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST) (no verbal) 6. Test de la Torre de Hanoi (no verbal) 180 A continuación, se detalla, una a una, todas las pruebas que han sido mencionadas anteriormente, los aspectos evaluados por ellas, así como la justificación de su inclusión en el protocolo de examen. En el caso de pruebas diseñadas originalmente por el autor de la presente tesis doctoral, se presentan, en el anexo final, los estímulos de los que constan las mismas. 1. Cuestionario de lateralidad de Humphrey: El examen de la lateralidad cerebral, tanto de la mano, como del ojo y del pie, constituye un aspecto fundamental en toda exploración neuropsicológica, dado que las inferencias acerca de la posible localización de las funciones cognitivas y ejecutivas ha de contar con datos acerca de las preferencias de dominancia lateral. El cuestionario, tal como aparece en Gil (1996) es aplicado en su totalidad. Consta de 22 elementos, explorando, como queda dicho, la preferencia lateral para la mano dominante, el pie dominante y el ojo dominante. Constituye una adaptación de Hécaen y Ajuriaguerra (1963, citado por Gil, 1996), y le son planteadas diversas cuestiones al sujeto acerca de con qué mano, ojo o pie realiza determinadas acciones que le son enunciadas. Al final se obtiene una puntuación final, que permite clasificar al sujeto como diestro, zurdo o ambidextro. 2. Figura Compleja de Rey-Österrieth: Se trata de una prueba que permite la evaluación de las praxis constructivas, la discriminación cromática, la atención visual, la memoria visuo-espacial, además de los procesos de planificación del grafismo, entre otros aspectos (Peña- Casanova y Barraquer- Bordás, 1983; Lezak, 1995). 3. Symbol Digit Modalities Test: Tarea que permite la evaluación de los procesos de atención y concentración (Lezak, 1995), además de permitir la exploración cualitativa de otras funciones, como la atención visual, la comprensión de órdenes de relativa complejidad, la escritura y la discriminación visual de estímulos gráficos. 4. Test de Organización Visual de Hooper: Prueba que consta de 30 láminas, en las que aparecen diversos dibujos troceados y girados, debiendo el sujeto decidir qué objeto constituirían dichos trozos si se unieran adecuadamente. Explora, por tanto, procesos perceptivos visuales (gnósicos) (Lezak, 1995), además de ser sensible a alteraciones semánticas ligadas a la percepción visual, así como a dificultades de denominación por vía óptica. 5. Subtest “Dígitos” de la Escala de Memoria de Wechsler: Se trata de una tarea en la que se solicita al sujeto que repita series de dígitos de longitud creciente, primero en orden directo, y después, en orden inverso. Se trata de una buena medida de la amplitud 181 y eficiencia de los procesos atencionales y de memoria de trabajo (working-memory) (Lezak, 1995; Gil, 1996; Kaufman y Lichtenberger, 1999). 6. Subtest “Aprendizaje de Pares Asociados” de la Escala de Memoria de Wechsler: Prueba que exige la memorización de una lista de pares de palabras asociadas, la cual le es leída tres veces consecutivas al examinando. Permite la evaluación de la memoria verbal anterógrada y resulta preferentemente sensible a la disfunción de los lóbulos temporales (especialmente, el izquierdo) (Lezak, 1995). 7. Test de palabras y colores de Stroop: Se trata de una tarea que evalúa la flexibilidad atencional y los procesos ejecutivos, entre otras funciones, resultando especialmente sensible a la disfunción de la corteza prefrontal (especialmente del hemisferio izquierdo) (Lezak, 1995). 8. Subtest “Comprensión verbal” incluido en el Programa Integrado de Exploración Neuropsicológica (Test Barcelona): Se aplica solamente aquella parte que demanda del sujeto señalar un determinado objeto, figura geométrica, acción o número, cuyo nombre es enunciado verbalmente por el examinador. Permite verificar si el sujeto presenta problemas de comprensión lingüística incompatibles con la aplicación del resto de las pruebas. 9. Test de procesos categoriales de Luria: Anne Lise Christensen (1987; Lezak, 1995), basándose en la metodología de A.R. Luria (1969; 1975) para la investigación de las funciones cognitivas en pacientes lesionados cerebrales, propuso una serie de tareas para la exploración de las capacidades intelectuales, algunas de las cuales presentan una estructura lógica categorial, precisando, para su completamiento correcto, la comprensión de nociones sencillas de lógica de clases, a nivel verbal. Según las hipótesis de esta investigación, esta tarea deberá resultar preferentemente selectiva a las lesiones y/o disfunciones de la corteza post-rolándica (de predominio izquierdo). 10. Test de semejanzas conceptuales: Se trata de una prueba análoga a las empleadas en la Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos, 3ª edición (WAIS-III, Wechsler, 1997) para la exploración de las habilidades de pensamiento conceptual (Kaufman y Lichtenberger, 1999). Se exige del sujeto la comparación de dos conceptos entre sí, debiendo realizar éste un juicio de semejanza entre los mismos. Permite la exploración clínica de habilidades de pensamiento abstracto, “inteligencia fluida”, “inteligencia cristalizada”, procesos semánticos y razonamiento categorial, entre otros factores (Kaufman y Lichtenberger, 1999). Según las hipótesis de la presente investigación, esta 182 tarea resultará preferentemente sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza postrolándica (de predominio izquierdo). 11. Test de relaciones de inclusión de clases: Tarea basada en las experiencias de Piaget y colaboradores acerca de las habilidades clasificatorias y de pensamiento categorial (Piaget, 1953; 1967; Piaget e Inhelder, 1969; Inhelder, Sinclair y Bovet, 1974; Longeot, 1978), en la que se trata de evaluar la capacidad de los sujetos de comprender relaciones de inclusión de clases lógicas por medio de material verbalmente presentado. Según las anteriores investigaciones citadas, este comportamiento se encuentra adecuadamente desarrollado a partir de los siete años de edad, siendo indicativo, junto a otras adquisiciones de este período, de la adquisición de las estructuras operatorias relacionadas con el estadio operacional concreto. Según las hipótesis de la presente investigación, esta tarea resultará preferentemente sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza post-rolándica (de predominio izquierdo). 12. Test de matrices progresivas de Raven (Escala general): Prueba ampliamente empleada en la Psicología Aplicada, así como en la investigación básica, permite evaluar el grado de “inteligencia general” o factor “g” (Alonso Tapia, 1992). Se trata de una prueba compleja, que según Piaget e Inhelder, (1969) demanda, para su correcto completamiento, la comprensión de la estructura lógica conocida como “multiplicación de clases”, accesible a los sujetos a partir del período operacional concreto. No obstante, resulta posible que esta tarea demande la participación de otros procesos subyacentes, como la capacidad para resolver problemas novedosos, así como para razonar por analogía y utilizar, en el pensamiento, relaciones obtenidas a partir de diversos niveles de abstracción. De hecho, Sternberg (1977) y Carpenter, Just y Shell (1990) realizaron diversos análisis que versaban sobre las características de los procesos cognitivos que se encuentran implicados en la ejecución de esta tarea. Además, diversos trabajos experimentales realizados con este tipo de pruebas apuntan a que su característica esencial la constituye el grado en el que desencadenan procesos de manipulación mental consciente y simbólica de la información, especialmente ante situaciones en las cuales no resulta suficiente la aplicación de esquemas de acción habituales. Por ello, una característica relevante de este test lo constituye el grado de “procesamiento controlado” que demandan, por oposición a los procesos “automáticos” (Shiffrin y Schneider, 1977, en León-Carrión, 1995). Según las hipótesis de la presente investigación, este test debe resultar preferentemente sensible a disfunciones y/o lesiones de la corteza postrolándica (de predominio derecho). No obstante, dada la complejidad de la tarea, antes 183 indicada, resulta posible que diversos grupos de sujetos lesionados en zonas distintas de las mencionadas, puedan verse afectados en la ejecución de esta prueba (en especial, los pacientes con alteración disejecutiva). 13. Escala de Madurez Mental de Columbia: Se trata de una prueba que explora el pensamiento conceptual de manera no verbal (Reuter y Mintz, 1970) que la hace útil para la evaluación de la capacidad intelectual en sujetos lesionados cerebrales, afásicos, niños con parálisis cerebral, deficientes mentales o sujetos con deficiencias psicomotrices de cualquier tipo. Consta de 92 elementos presentados en otras tantas tarjetas, que muestran varias figuras (de 3 a 5) y de contenido tanto concreto como abstracto. Exige del sujeto señalar el elemento que pertenece a una clase distinta de las demás que aparecen en la tarjeta. Aunque fue construida primordialmente para niños, existen varios estudios que documentan su aplicabilidad en sujetos adultos con diversos tipos de patologías, como lesiones cerebrales y hemiplejía (Shontz, 1957) o retraso mental (Warren y Collier, 1960). En el presente diseño de investigación se propone la aplicación de todos los elementos, computándose, asimismo, los tiempos de latencia ante cada uno de ellos y su corrección o incorrección. Según las hipótesis de la presente investigación esta tarea debe resultar preferentemente sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza post-rolándica (de predominio derecho). 14. Test de los “alimentos envenenados”: Tarea ideada por Arenberg (1968, en Lezak, 1995) que consta de una serie de problemas de razonamiento en los que se presentan a los sujetos diversas combinaciones de alimentos, de los cuales uno de ellos (o ninguno) puede estar envenenado, así como la consecuencia para el sujeto que ha ingerido esas combinaciones de alimentos (se especifica si está muerto o vivo). El sujeto debe aplicar un esquema de control de variables para la resolución de estos problemas, que se encuentra íntimamente ligado al desarrollo del pensamiento lógico proposicional, característico del estadio operacional formal (Inhelder y Piaget, 1955). Según las hipótesis de la presente investigación, la tarea debe resultar especialmente sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza frontal (de predominio izquierdo). 15. Test de razonamiento proposicional no verbal: Test totalmente original del autor de la presente tesis doctoral, pretende explorar la capacidad de comprender nociones sencillas de lógica proposicional o de functores, evitando la elevada dificultad de determinadas tareas experimentales frecuentes en la literatura (como la tarea de selección de Wason), haciéndola, asimismo, accesible a pacientes con trastornos psicolingüísticos (afásicos), puesto que la carga verbal se ha reducido al mínimo. Los 184 operadores lógicos estudiados en esta tarea son la conjunción, la disyunción inclusiva, la disyunción exclusiva y la negación conjunta (ni…ni). El sujeto debe realizar un juicio de tipo verdadero/falso acerca de proposiciones lógicas presentadas por escrito, que versan sobre varias imágenes expuestas al sujeto en un cuadernillo preparado al efecto. Se anotan las respuestas del sujeto y su tiempo de latencia ante cada una de ellas. Según las hipótesis de la presente investigación, esta tarea debe resultar preferentemente sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza frontal (de predominio derecho). 16. Test no verbal de comprensión de functores lógicos: Tarea totalmente original del autor de esta investigación y resulta un complemento de la prueba anterior; en vez de pedir un juicio verbal del tipo verdadero/falso, se solicita del sujeto que seleccione todos los ejemplos de tarjetas que caigan bajo un determinado concepto lógico proposicional dado, expresado verbalmente por el sujeto (leído en voz alta) y que aparece por escrito en una tarjeta que permanece a la vista del sujeto. El test tiene una carga verbal muy reducida, especialmente en lo que se refiere a producción lingüística, que es casi nula. Emplea una lógica muy similar a la del Token-test, basándose en un material análogo (aunque no idéntico) al empleado en los trabajos de Bruner, Goodnow y Austin (1956, en Oerter, 1975). Los operadores lógicos (functores) estudiados son la negación, la conjunción, la disyunción inclusiva, la disyunción exclusiva y la negación conjunta de Sheffer (ni…ni). Según las hipótesis del presente trabajo de investigación, esta tarea debe resultar especialmente sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza frontal (de predominio derecho). 17. Token-test (o test de las fichas) (De Renzi y Vignolo, 1962, en Lezak, 1995): Prueba que evalúa la comprensión, especialmente en lo referente a sus aspectos sintácticos, en la que el sujeto debe tocar una serie de fichas de diferentes tamaños, colores y formas, como respuesta a determinadas órdenes verbales enunciadas por el examinador. En el presente diseño de investigación se propone la aplicación de las partes IV y V, dado que en ellas se encuentran implicados diversos términos relacionales y proposicionales (functores lingüísticos). Según las hipótesis de la presente investigación, esta prueba debe resultar especialmente sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza frontal (de predominio izquierdo). Además, deben recordarse las investigaciones de Caramazza y Zurif (1976, en Valle Arroyo, 1992), en las que se pudo demostrar que los afásicos de Broca encontraban dificultades de comprensión lingüística cuando el componente sintáctico era relevante para la misma, constituyendo dichas alteraciones, la llamada “comprensión asintáctica”. 185 18. Test de clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST): Esta prueba constituye una buena medida de la capacidad para el razonamiento abstracto, la formación de conceptos y la habilidad para mostrar flexibilidad en el comportamiento (Lezak, 1995; Kolb y Whishaw, 1996). En general esta prueba es considerada como un buen instrumento de evaluación de la función de los lóbulos frontales, aunque otros estudios encuentran que esta prueba resulta también sensible al daño situado en otras áreas del cerebro. Así, Anderson et al. (1991) no encontraron diferencias significativas entre un grupo de pacientes frontales y otros con daño en la corteza posterior, hallando, además, que algunos sujetos con daño frontal importante realizaban (relativamente) bien la tarea, mientras que otros sujetos con daño post-rolándico fallaban en su ejecución. Por otro lado, Upton y Corcoran (1995) realizaron el estudio del caso de un sujeto que había sido sometido en primer lugar a una lobectomía frontal derecha para el tratamiento de la epilepsia y que, tras ella, no mostró ningún cambio significativo en la ejecución de una versión modificada de la prueba. Sin embargo, este mismo paciente empeoró de manera importante en ella tras la realización de otra lobectomía, esta vez del córtex temporal derecho y de la corteza parahipocampal, realizada debido a la recurrencia de sus crisis comiciales. Un estudio de Barceló et al. (1997), realizado con potenciales evocados trató de identificar los componentes cognitivos y neuroanatómicos implicados en la ejecución del WCST. Estos autores utilizaron una versión aplicada por computador a sujetos sanos, a los que les eran registrados los potenciales cognitivos durante la realización de la tarea, encontrando un potencial temprano visual (P 100), un potencial fronto-polar (P 200) y la onda P3B en la región parietal y vértex. Estos autores interpretan los resultados postulando que existen, al menos, dos procesos cognitivos implicados en la realización del test: a) Un proceso de búsqueda del principio de categorización al comienzo de la serie (primeros elementos de la categoría), relacionado con la función del córtex prefrontal (¿formación de una hipótesis?), y b) Un proceso de consolidación del principio de clasificación correcto al final de la serie (más relacionada con la región de unión parieto-temporal del cerebro) ( que pudiera interpretarse como reflejando actividad de retención mnésica de la información). En consonancia con las hipótesis de la presente investigación, esta prueba debe resultar (preferentemente) sensible a lesiones y/o disfunciones de la corteza frontal del cerebro (principalmente, del hemisferio derecho, dado el carácter no verbal de la tarea). 186 20.Test de la Torre de Hanoï: Esta tarea ha sido ampliamente utilizada en la exploración de las habilidades de razonamiento y planificación en sujetos afectados por lesiones cerebrales (véase, Mc Carthy y Warrington, 1990; Lezak, 1995), además de en la investigación básica de estos procesos con sujetos normales (Oerter, 1975). Existe evidencia de que esta tarea resulta específicamente sensible a disfunciones de la corteza prefrontal. En este diseño de investigación se emplea la tarea con cuatro aros y tres pivotes, siguiendo las instrucciones clásicamente establecidas para este test. Se computan el número de movimientos necesarios para el completamiento de la tarea, además de la secuencia de movimientos que el sujeto pone en práctica para llevarla a cabo, haciendo posible una reconstrucción, a posteriori, de las estrategias cognitivas empleadas por el mismo. Dado el carácter no verbal de la tarea, es de suponer que resulte especialmente sensible a las lesiones y/o disfunciones de la corteza frontal (de predominio derecho). Además, puede hipotetizarse que resulta necesario, para la resolución del problema, la comprensión de nociones de lógica proposicional, concretamente, del operador lógico conocido como condicional o implicación material, pues las secuencias medios- fines requieren la formulación de hipótesis condicionales acerca del posible estado de cosas al que conduce el movimiento siguiente, con vistas a la optimización de la solución. 187 7.DISCUSION En suma, los resultados obtenidos en nuestra investigación pueden considerarse como provenientes de dos fuentes principales: a) Desarrollos teóricos en Filosofía General, Filosofía de la Lógica, Semántica y Epistemología. b) Trabajos con base empírica o experimental en las diversas áreas de las Neurociencias Cognitivas, de la Psicología Cognitiva y de la del Desarrollo. Además, se ofrece una metodología de exploración de estas funciones para investigar de modo empírico las mismas en sujetos cerebrolesionados. Las aportaciones a que se hace referencia en el apartado b) han sido revisadas in extenso en los primeros capítulos de la presente tesis doctoral, permitiéndonos afirmar que los resultados teóricos y experimentales que se encuentran más en línea con nuestras asunciones hipotéticas han sido, principalmente, aquellas que se han obtenido con métodos modernos de neuroimagen en Neurociencia Cognitiva, así como los provenientes de estudios de Neuropsicología Experimental. Los resultados presentados en esta investigación nos permiten concluir con determinadas reflexiones acerca de la relación entre los procesos lógicos del pensamiento, las estructuras encefálicas que se encuentran en su base, y el concepto de Inteligencia (el cual, como hemos comprobado al comienzo de esta investigación, ha sido identificado por numerosos autores con el término “pensamiento” (Dewey, 1910, 1930, citado por Bolton, 1972; Köhler, 1921; Wertheimer, 1945; Piaget, 1952, 1964, 1967, 1970; Sternberg, 1977; 1980; 1984)). De este modo, puede sostenerse (en base a la evidencia mostrada en la presente investigación), que el concepto de Inteligencia puede plantearse como una función global del organismo (Goldstein, 1948, edición española de 1950), destinada a la resolución de problemas en su adaptación vital implicando, por ello, a todas las funciones cognoscitivas, lingüísticas, mnésicas, emocionales, motivacionales y de la personalidad, además de a la conducta manifiesta, objetivada por medio del comportamiento motor o verbal espontáneo en respuesta a dichas demandas. Esto implica, necesariamente, la existencia de una dimensión racional (coordinación medios – fines) que optimice el comportamiento de resolución de problemas y que debe 188 relacionarse con la posesión (implícita o explícita) de habilidades lógicas objetivables en el comportamiento manifiesto. Además, las consideraciones teóricas, históricas y metodológicas aportadas en la presente investigación resultan, en general, compatibles con determinados datos, relacionados directamente con las hipótesis enunciadas al comienzo del presente estudio, además de con diversos resultados empíricos aportados por otros autores y que han sido revisados de forma crítica al comienzo de la presente investigación. Así, el trabajo de Read (1981), que señala la importancia de las estructuras del lóbulo temporal en los procesos de categorización resulta altamente significativo en relación con los datos obtenidos en la presente investigación, y resulta compatible, en términos generales, con nuestras asunciones. Asimismo, el papel de las estructuras prefrontales en el pensamiento, en la resolución de problemas y en el razonamiento, puesto de manifiesto por Shallice y Burguess (1991) y por Glosser y Goodglass (1990) apoyan, en general, nuestras hipótesis, y además, la participación de ambos hemisferios cerebrales en las actividades intelectuales de alto nivel, señaladas en los trabajos de Basso et al. (1973), Miller y Tippett (1996) y Deglin y Kinsbourne (1996), resultan, también, congruentes con las asunciones expresadas por nuestra parte. Otro aspecto hallado por determinados investigadores y coincidentes con nuestras hipótesis, lo constituyen los resultados de Morris, Miotto, Feigenbaum, Bullock y Polkey (1997 a y b), que enfatizan la elevada complejidad de determinadas tareas de resolución de problemas que, como la Torre de Hanoï, se encuentran relacionadas, para su completamiento, con estructuras cerebrales tanto frontales como de los lóbulos posteriores. Estas ideas, vinculadas con la concepción modular de las funciones ejecutivas, encuentran su apoyo en la investigación experimental de Ward y Allport (1997), crítica con el modelo propuesto por Alan Baddeley de la función frontal como “ejecutivo central” (Baddeley, 1976). Debe tenerse en cuenta, a este respecto, que han sido explorados varios pacientes en nuestro estudio que se encuentran afectados por diversas disfunciones de su pensamiento lógico (tanto categorial como proposicional) y que, no obstante, presentan un funcionamiento de sus estructuras ejecutivo-atencionales casi compatible con la normalidad (Blanco Menéndez y Aguado-Balsas, 2002; Blanco Menéndez, Rico Blanco, Núñez Núñez, Villa Moreira y Vera de la Puente, 2005). 189 Han sido realizadas, asimismo, determinadas experiencias clínicas llevadas a cabo por nuestra parte, (entre otras, el trabajo ya citado de Blanco Menéndez y Aguado Balsas (2002), que describía determinados casos con una clara semiología disejecutiva), junto con algunos pacientes estudiados posteriormente, que sustentaban lesiones específicamente localizadas en las porciones temporales, parietales inferiores y silvianas del hemisferio cerebral izquierdo, y que fueron interpretadas, en su momento, como una disociación doble en procesos de pensamiento lógico, referida a la distinción entre funciones lógicas proposicionales, y funciones lógicas semánticas y categoriales, sostenida por nuestra parte (Blanco Menéndez, Rico Blanco, Núñez Núñez, Villa Moreira y Vera de la Puente, 2005). Los datos obtenidos finalmente por nosotros parecen confirmar con un elevado grado de verosimilitud, las hipótesis planteadas al comienzo de la presente investigación, falsando, probablemente, las asunciones teóricas de Jerry Fodor (1983) acerca de la imposibilidad de localización estricta de las estructuras lógicas del pensamiento en el encéfalo humano. No obstante, esos datos resultan también compatibles con determinadas formalizaciones de la función cerebral, realizadas desde la perspectiva de la Ciencia Cognitiva actual (que incorporan modelizaciones basadas en la Lógica difusa) y que se encuentran vinculadas con la concepción conexionista y holística de la función neuropsicológica (Goldstein, 1948; Luria, 1972), que contempla las funciones del pensamiento humano como una actividad global de alto nivel, que implica la interconexión de ingentes cantidades de redes neuronales funcionando en paralelo y de forma simultánea. Resulta posible concebir el que, en línea con las asunciones de J. Fodor, antes mencionadas, las funciones neuropsicológicas de nivel más elemental se encuentren localizadas de forma más estricta, mientras que, conforme van adquiriendo complejidad, dichas capacidades van perdiendo su carácter modular, y se van integrando en circuitos cada vez más extensos, que podrían adquirir propiedades emergentes, relacionadas con los conceptos neurofisiológicos y neuropsicológicos (principalmente, la teoría del campo de K. Lewin, en Sahakian, 1975) manejados por la Escuela noética o de la Gestalt. Asimismo, el trabajo de Osherson, Perani et al. (1998) resulta parcialmente congruente con nuestros hallazgos, al apuntar la relevancia de la corteza frontal, de determinadas estructuras subcorticales, de la ínsula de Reil y del córtex posterior de ambos hemisferios en estas actividades cognoscitivo-ejecutivas. Asimismo, el mencionado trabajo de Osherson et al (1998) pone de manifiesto la importancia, 190 resaltada por nuestra parte, de determinadas estructuras subcorticales en las actividades de pensamiento lógico. En otro orden de cosas, Ruff, Knauff, Fangmeier y Spreer (2003), a pesar de emplear un material diferente al utilizado en la presente investigación (inferencia transitiva), demuestran, en parte, que los procesos de razonamiento también se relacionan con las funciones del cerebro posterior, en línea quizá con las hipótesis piagetianas, que relacionan intrínsecamente las estructuras de pensamiento categorialsemántico (lógica de clases) con el razonamiento sobre relaciones (inferencia transitiva) y que, en la presente investigación, hemos tratado de atribuir a la función de la corteza posterior, tanto del hemisferio izquierdo como del derecho. Asimismo, los hallazgos de Goel y Dolan (2004) resultan compatibles con nuestros resultados, que resaltan la importancia del área de Broca y, por extensión, de la corteza prefrontal izquierda en el procesamiento deductivo, circunstancia que puede ser relacionada con el establecimento de la sintaxis lógico-lingüística de la actividad mental, del lenguaje y del comportamiento. En referencia a determinadas asunciones teóricas propuestas por nuestra parte acerca de la relación entre lenguaje, pensamiento y actividad mental consciente, el artículo de Bogen (1997) resalta la circunstancia de que el pensamiento no resulta totalmente reducible a la actividad lingüística (caso de los afásicos explorados por nuestra parte en la presente investigación), además de que la capacidad para tomar consciencia de los principales aspectos de la realidad circundante, se conserva aun en ausencia (parcial o total) de lenguaje. Según los resultados generados por la presente investigación, los procesos de pensamiento lógico resultarían ser un concepto cercano, aunque no idéntico, al de “función ejecutiva”. La función ejecutiva se encontraría vinculada, entonces, con determinadas capacidades localizadas funcionalmente a nivel de las porciones anteriores de los hemisferios cerebrales (lóbulos frontales), principalmente, atención, memoria de trabajo, planificación y procesos de control en general (Kimberg, D´Esposito y Farah, 1997) y se encontraría, especialmente vinculada con el establecimiento del componente sintáctico del lenguaje, así como de aquel relacionado con la programación, secuenciación y planificación de la conducta, es decir, en la formación y control de la sintaxis lógica de los programas de comportamiento (Blanco Menéndez y Aguado Balsas, 2002). Deseamos resaltar, además, el que, a nuestro entender, el funcionamiento ejecutivo implica procesos no específicamente cognoscitivo-representacionales, sino de 191 control sobre la actividad sensorio-perceptiva, mnésica, lingüística, emocional, motivacional, motora y de la conducta, en general. Consideramos, asimismo, que, a la luz de los resultados aportados, los procesos de pensamiento lógico constituirían una función más global y que incluirían, además de las capacidades anteriores , procesos semánticos, relacionados con el funcionamiento mnésico y lingüístico, e incluso con algunos componentes de otras funciones neuropsicológicas, como la gnosis, la praxis, las habilidades relacionadas con el esquema corporal, e incluso la dinámica afectivo-emocional, y la integración global y coherente de la personalidad y de la conducta manifiesta. Este aspecto semántico se encontraría vinculado con las habilidades categoriales, de clasificación y de formación de conceptos, e implicaría, en términos generales, la capacidad para atribuir un significado a una experiencia perceptiva, lingüística, mnésica e incluso emocional. Otro resultado que parece desprenderse de los resultados de la presente investigación se refiere a la participación de determinados componentes subcorticales en las funciones de pensamiento lógico. A este respecto, cabe recordar que determinados pacientes participantes en algunos estudios revisados (Karussis, Lekker y Abramsky, 2000) se encuentran afectados por lesiones localizadas en diversas estructuras subcorticales, como el tálamo, los ganglios de la base o diversas áreas corticales paralímbicas; de este modo, la circunstancia de que, en su ejecución en las pruebas planteadas, estos pacientes hayan rendido de modo muy similar a los sujetos lesionados en otras áreas corticales (especialmente, frontales) parece indicar que el pensamiento depende de circuitos complejos córtico-subcorticales (en especial, fronto-basales, fronto-diencefálicos y fronto-límbicos). De esta circunstancia se puede colegir la íntima relación existente entre las funciones de pensamiento y cognoscitivas, en general, con respecto de las emociones, la motivación y las principales tendencias del carácter y de la personalidad. Este modo de considerar la cuestión permite plantear que la conducta puede ser entendida como una actividad global y orgánica (en el sentido del Organon aristotélico), llevando a cabo las acciones más diversas de relación con el medio interno y externo, la adaptación al medio y la resolución de problemas, considerada en sentido amplio. Además, el pensamiento lógico, en condiciones normales, constituiría una función unitaria, que se encontraría vinculada con el trabajo coordinado de ambos hemisferios, derecho e izquierdo, además de implicar, en línea con nuestros resultados, a ambos lóbulos frontales, trabajando conjuntamente con la mayoría de las estructuras 192 córtico-subcorticales del cerebro posterior. Asimismo, podría distinguirse, también (en base a un criterio de clasificación ligado al contenido ideatorio y al estilo cognitivo de su procesamiento), un pensamiento lógico-formal, en oposición a un pensamiento intuitivo-concreto, relacionados, a nivel neuroanatómico, con el funcionalismo de los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho, respectivamente. En este sentido, y tal y como se desprende del trabajo de Deglin y Kinsbourne (1996) ambos modos resultarían necesarios para el equilibrio psíquico y la adaptación al entorno, pudiendo interpretarse la sintomatología de determinadas afecciones neuropsiquiátricas, como un desequilibrio entre ambos modos. Nuestros datos son, asimismo, compatibles con la posibilidad de un desarrollo creciente y continuo de las estructuras del pensamiento a lo largo del ciclo vital, pudiendo hablarse de la existencia de sucesivos estadios posteriores al operacional formal de Piaget (1964, 1967, 1970), y relacionados con la aparición progresiva de esquemas intelectuales y afectivos de tipo dialéctico, relativista, flexible, lingüístico (véase el concepto de razonamiento informal, Fdez. Berrocal y Carretero, 1995; para el concepto de pensamiento dialéctico, véase Corral Iñigo, 1998), etc. Esta progresión del pensamiento tendría que ver, posiblemente, con el aumento y complejización del conocimiento semántico y de la “inteligencia cristalizada”, que se produce a lo largo de toda la existencia del organismo humano (Stuart-Hamilton, 2002), y que puede reconocerse por la persistencia del conocimiento y por las habilidades semánticas residuales demostradas por varios pacientes cerebrolesionados estudiados en algunas investigaciones revisadas por nuestra parte Los resultados obtenidos por nuestra parte tienen, además, determinadas implicaciones teóricas vinculadas con la cuestión de la relación entre pensamiento y lenguaje. Así, está claramente establecido en la Neurolingüística (Luria, 1980; Lecours y Lhermitte, 1979; Goodglass y Kaplan, 1983) que las funciones psicolingüísticas generales (producción, comprensión, repetición, denominación, fluidez verbal, lectura y escritura) se encuentran localizadas en circuitos y/o áreas cerebrales situadas en torno a la porción perisilviana del hemisferio cerebral izquierdo (en general). En contraste con lo anterior, nuestras hipótesis apuntan hacia un mayor nivel de generalidad del pensamiento lógico respecto del lenguaje, en línea con las asunciones formuladas por Jean Piaget y la Escuela de Ginebra (Piaget, 1923), que defiende una (relativa) primacía de las funciones lógicas sobre las lingüísticas, en el sentido de que algunos de los pacientes explorados en nuestra actividad profesional, demostraban poseer unas 193 capacidades lógicas y/o de comprensión preservadas hasta cierto punto, a pesar de encontrarse aquejados por cuadros afásicos moderados o severos. Por otro lado, los resultados generados por nuestra investigación ponen de manifiesto la circunstancia de que la mera cognición visuo-espacial (dependiente, principalmente, de la función del hemisferio cerebral derecho) no es exactamente idéntica al pensamiento ejercido sobre material no verbal, dado que, como en el caso del lenguaje, existen casos de determinados pacientes con lesiones extensas en su hemisferio cerebral derecho, que conservan, de forma residual, determinadas capacidades inferenciales y lógicas. De este modo, cobra sentido neuropsicológico el concepto de función “simbólica” o “semiótica”, originario de la Escuela constructivista de Ginebra (Piaget e Inhelder, 1993), que engloba, además del lenguaje, a manifestaciones representativas como las imágenes mentales, las producciones gráficas o las actividades relacionadas con el juego simbólico o la imitación. Finalmente, deben reconocerse unos límites al pensamiento lógico-formal. De este modo, podría postularse, por un lado, una relación dialéctica continua con la dimensión irracional de la actividad psíquica (emoción afecto, connación, etc.). En este sentido, puede reconocerse que el psicoanálisis y las psicologías dinámicas, en general, ofrecen una importante formulación teórica de estos planteamientos, al introducir diferentes conceptos que vinculan al pensamiento representativo con estos aspectos motivacionales y emocionales del psiquismo humano (fantasías inconscientes, simbolización del conflicto psíquico, pensamiento onírico, etc) (Freud, 1900; edición española de 1997; Klein, 1930; Bion, 1962; Jung, 1971; Winnicott, 1988). Así, los resultados empíricos aportados en la presente investigación parecen mostrar que las dimensiones cognoscitivo-ejecutivas y las emocionales se encuentran íntimamente conectadas entre sí, y son indisociables en su funcionamiento, dadas las estrechas relaciones entre los circuitos que controlan las emociones y aquellos que intervienen en los procesos lógicos del pensamiento (generalmente, frontosubcorticales o, más genéricamente, córtico-subcorticales). Las emociones y el pensamiento se encontrarían, según la evidencia presentada en la presente tesis doctoral, estrechamente vinculados, en su funcionalidad, de modo que podrían asumirse las consideraciones evolucionistas formuladas por J. Hughlings Jackson, según las cuales las funciones nerviosas más evolucionadas filogenética y ontogenéticamente (pensamiento y lenguaje) dependerían, para su correcto funcionamiento, de estructuras y funciones más antiguas desde el punto de vista evolutivo (Barraquer Bordás, 1963). Además, existen actualmente intentos de 194 explicación de determinados aspectos tradicionalmente considerados como de naturaleza psicodinámica, vinculadas al funcionamiento emocional preconsciente e inconsciente, desde el paradigma de la Neuropsicología Clínica (Jones, 1994). El razonamiento lógico-formal también encontraría otro límite en el desarrollo del pensamiento dialéctico, estructurado de modo diferente al aristotélico tradicional, que implicaría, en su génesis psicológica, a éste, sin quedar, no obstante, reducido al mismo (Corral Iñigo, 1998). De este modo, podría ser posible explicar determinadas inconsistencias detectadas en las disciplinas formales (paradojas clásicas, teorías de los tipos lógicos de B. Russell, teorema de Gödel, resultados de Brouwer, etc) y su resolución satisfactoria (Nidditch, 1980; Hilbert y Ackermann, 1962; Agazzi, 1964; Muñoz Delgado, 1974), además de la aparición reciente de diferentes lógicas (polivalentes, combinatorias, modales, temporales, deónticas, relacionales, lingüísticas, difusas, etc.) (Apostel, 1965; Muñoz Delgado, 1974; Ferrater Mora y Leblanc, 1975) como nuevos marcos de referencia para el razonamiento, la solución de problemas y el pensamiento humano. En este sentido, debemos recordar que K. Gödel (1931, en Agazzi, 1964; Hilbert y Ackermann, 1962; Muñoz Delgado, 1974; Casanovas, 2005) estableció, en sus célebres investigaciones lógicas, que no era posible, en general, conseguir, a la vez, para un sistema formal dado de suficiente complejidad, una consistencia y completitud perfectas; de este modo, deberíamos sacrificar (parcialmente) la consistencia del sistema, en aras a obtener un grado determinado de completitud (y viceversa). Existen por otro lado, desarrollos de la Ciencia del Siglo XX, paralelos a estos resultados. De este modo, los físicos de orientación cuántica postularon que, para un determinado sistema de partículas subatómicas, que se esté considerando en un momento dado, no resulta posible calcular, con un grado absoluto de certeza, y de forma simultánea, la posición y la velocidad de una partícula en concreto, cuyos parámetros (de aquel tipo) deseamos determinar (Principio de Incertidumbre de Heisenberg) (Russell, 1948; edición española de 1950; Sears y Zemansky, 1954; Babor e Ibarz, 1962; Kane y Sternheim, 1992). Asimismo, existen líneas filosóficas y lingüísticas que han abordado el tema de las relaciones entre el pensamiento y el discurso, que trascienden el acercamiento de la Lógica formal tradicional. De este modo, la tradición retórica, desde Isócrates, Gorgias, Lisias o Aristóteles (Gomperz, 1910-1912), hasta autores modernos, como Perelman (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1989) han tratado el Logos, considerándolo como una 195 actividad de comunicación, argumentación y persuasión, por medio de la cual se trata de convencer y de suscitar el apoyo a unas determinadas tesis a través de argumentos de mayor o menor fuerza, y que pueden provocar, asimismo, una serie de reacciones emocionales, de adhesión o rechazo, en el auditorio al que van dirigidos. Recuérdese que Aristóteles, en la Retórica (Gomperz, 1910-1912) clasifica los mecanismos argumentativo-retóricos según que vayan determinados por el logos (aspecto formal o racional del discurso), el pathos (aspectos emocionales y afectivos, que tratan de conmover al auditorio y suscitar su apoyo) o al ethos (referido a características personales y psicológicas del emisor del mensaje, que pueden tener relevancia a la hora de establecer la credibilidad del mismo). Asimismo, Perelman (op. cit. 1989), principal tratadista en nuestros días de la teoría de la argumentación, y defensor de su aplicación a numerosas ciencias humanas, como la Sociología, la Psicología, la Filosofía o el Derecho, considera a la Retórica como fundamentada, de forma principal, en la idea de verosimilitud; los mecanismos del pensamiento, en este tipo de procesos, se encontrarían guiados por los principios de la argumentación, por oposición a los que rigen la demostración científica (que sería característica de los procesos lógicoformales, hipotético-deductivos y matemáticos). Además, en la tradición retórica resulta de gran importancia el concepto de auditorio, habiéndose realizado, incluso, estudios en Psicopatología y Psiquiatría basados en esta idea (Sullivan, 1953, en Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1989; página 55); además, el principio de razón suficiente (Pfänder, 1933), característico de la Lógica formal tradicional, se vería complementada, en Retórica, por aquel que enuncia que las diferentes argumentaciones deben estar construidas de forma razonable. Además, Aristóteles, al tratar de los diversos tipos de silogismos, opone los silogismos demostrativos o científicos a los silogismos retóricos o entimemas, los cuales se construyen de acuerdo con la fuerza persuasiva que deseemos conferir a nuestro discurso, y que usamos en nuestras actividades cotidianas, por oposición a los principios que rigen la investigación y la demostración científicas. Por fin, podría hablarse también de la posibilidad de la construcción de una Lógica emocional, en la cual las dimensiones valorativas o axiológicas funcionarían como los axiomas de los cálculos tradicionales, y que constituirían una especie de canon de racionalidad inherente a la vida afectiva, al igual que la Lógica formal lo es de las funciones intelectuales y representativas en general. En este sentido, y desde un punto de vista fenomenológico, Max Scheler (1913) opina que la Lógica de los sentimientos y de las emociones respondería a 196 consideraciones de índole valorativo; además, este mismo autor (1916) sostiene que, al igual que existe una Lógica formal, que sirve como punto de referencia para los procesos del pensamiento representativo, debería existir una logique du coeur, referida a la racionalidad inherente a la vida afectiva. De este modo, Scheler (1916) opina a este respecto que: “El corazón posee un análogo estricto de la lógica en su propio dominio, que, con todo, no se adecua a la lógica del entendimiento. En él hay leyes – como ya enseña la doctrina del nomos agraphos de los antiguos- inscritas que se corresponden con el plan según el cual ha sido dispuesto el mundo y el mundo de los valores. Es capaz de amar y de odiar ciega y evidentemente; no es una cosa distinta al hecho de que podamos juzgar ciega y evidentemente” (página 84 de la edición española). Por lo tanto, parece claro el hecho de que tanto los procesos intelectuales como los afectivo-emocionales, dispondrían de puntos de referencia “lógicos” en los que se basaría la racionalidad (Logos) inherente a su funcionamiento y que, como se ha mostrado en esta investigación, permitiría su estudio mediante el método científico, como cualquier otro proceso de la Naturaleza. Por último, realizaremos unas reflexiones acerca de la entidad mental que denominamos consciencia, y de su relación con el pensamiento lógico. La consciencia fue considerada, durante siglos, la pieza capital de numerosos sistemas filosóficos y psicológicos, hasta bien entrado el siglo XX. La revolución que supuso el conductismo lógico y psicológico, la psicología gestáltica, con su ataque feroz al elementalismo y al atomismo, así como las nuevas ideas desarrolladas por el psicoanálisis, por la psicología funcional y por la neurofisiología experimental y clínica, llevaron al concepto de consciencia al margen de la teorización filosófica y psicológica durante gran parte del siglo XX. Incluso los primeros investigadores del enfoque cognitivo o del procesamiento de la información (Miller, Galanter y Pribram, 1960) se definían a sí mismos como “conductistas subjetivos”, encontrándose, desde el punto de vista teórico, muy cercanos al llamado “conductismo mediacional” o “metodológico” propugnado por C. L. Hull o E. C. Tolman. Sin embargo, el concepto de consciencia se encuentra relacionado, de una u otra manera, con el funcionamiento neuropsicológico y noético, debido a que los aspectos “explícitos” e “implícitos” de la cognición (consciente-inconsciente) se encuentran hoy en día en el centro de las investigaciones teóricas, experimentales y clínicas en Neuropsicología y Neurociencias Cognitivas, tratándose de explicar, por medio de estos conceptos, por ejemplo, diversos fenómenos psicopatológicos (Berrios y Hodges, 2003; 197 Luque y Villagrán, 2000), constituyendo una noción básica en Neurología Clínica (Plum y Posner, 1972). Además, desde el campo de la Psicología y la Filosofía funcionalista norteamericana de finales del siglo XIX, debemos recordar la posición de W. James, que vinculaba las funciones intelectivas superiores, y en concreto, el pensamiento, con la conciencia personal. Por otro lado, la llamada “consciencia trascendental” de Husserl (1910-1911) abría todo un campo de posibilidades de construcción de ciencias y de saberes no relacionados con lo empírico, sino con los aspectos noéticos o lógicos, entre los que se encontraban, como fue mencionado en su momento, la Aritmética pura, la Teoría pura del tiempo, la Teoría pura de las multiplicidades o la Lógica pura de las proposiciones (en palabras del propio E. Husserl). La recuperación de la consciencia para la Ciencia y la Filosofía se encuentra hoy en día vinculada con la llamada cuestión de los qualia (cualidades fenomenológicas y cualitativas de la experiencia consciente), relacionándose su estudio con la labor de numerosos investigadores en Filosofía de la Mente (García Suárez, 1995). Además, la consciencia se encuentra en el centro de sistemas filosóficos, éticos y religiosos, como el budismo, que intentan alcanzar un conocimiento profundo de la vida mental y que hacen del análisis de la consciencia, la piedra angular de su pensamiento lógico, ético, gnoseológico y ontológico (Dalai Lama, 2006). El pensamiento consciente sería así, la mayor manifestación de la que es capaz un ser inteligente, considerado como entidad biológica, capaz de realizar la comprensión de las realidades que le circundan y que incluso trascienden su experiencia inmediata, como en el caso de las entidades matemáticas, lógicas o abstractas en general. La consciencia, en relación con el pensamiento lógico, puede otorgar una flexibilidad a los sistemas cognitivos y al comportamiento, de la que carecen los sistemas informáticos basados en la Inteligencia Artificial actual; la consciencia constituiría una propiedad biológica que ha evolucionado a lo largo de la filogénesis, que cuenta con sistemas y circuitos neurológicos especializados en el Sistema Nervioso Central de numerosas especies animales y del ser humano (principalmente situados en el tronco cerebral, en el diencéfalo y en la corteza cerebral de estos organismos). Debemos recordar, asimismo, que un investigador de la talla de L. S. Vygotsky desarrolla, en sus obras, el llamado “segundo sistema de señales”, esbozado por el fisiólogo ruso I. P. Pavlov, que incluye el pensamiento representativo, el lenguaje y la consciencia como entidad simbólica. Por ello, consideramos el pensamiento consciente como la cima del 198 pensamiento lógico, debiéndose, a nuestro juicio, hablar con propiedad de pensamiento lógico consciente para referirse a las actividades más elaboradas de la Inteligencia Orgánica, puesto que, como hemos mostrado, desde el punto de vista de la Neurología Clínica, de la Neuropsicología y de las Neurociencias Cognitivas, las actividades más elaboradas de nuestro pensamiento, y nuestros procesos cognoscitivos más complejos no pueden entenderse sin la intervención de la capacidad biológica y mental que conocemos como consciencia. Esta propiedad mental constituye una condición sine qua non para la elaboración discursiva de nuestras ideas desde el punto de vista neuropsicológico (Luria, 1969) y se encuentra estrechamente vinculada a la problemática teórica derivada de la noción de representación, clave en la Psicología Cognitiva y en la Filosofía de la Mente actuales (Rivière, 1986; García Albea, 1993; Dennett, 1996). A pesar de ello, no cabe duda de que puede existir un pensamiento ligado a estados alterados de la consciencia (como el sueño o los procesos psicóticosFreud, 1900; Rignano, 1922), que se encontraría estructurado, desde el punto de vista formal, por otros principios diferentes a los aceptados por la Lógica formal o aristotélica tradicional. Tal vez futuros estudios puedan explorar, desde un punto de vista teórico y empírico, la esencia de los procesos del pensamiento inconsciente, a la vez que podrían determinar las estructuras lógicas implicadas en su funcionamiento. 199 8.CONCLUSIONES 1. Los procesos de pensamiento lógico pueden ser caracterizados teóricamente, y sometidos a investigación científica y filosófica, en función de sus analogías con las funciones lingüísticas, principalmente. 2. El cerebro humano y, posiblemente el de otras especies animales, puede ser conceptualizado como un sistema de procesamiento de la información que opera según principios lógico-matemáticos y estadísticos, semejantes a los que integran los computadores digitales y/o las redes neuronales artificiales. 3. Las lesiones cerebrales que afectan al cerebro humano, en particular, y al encéfalo en su conjunto, en general, pueden causar diversas alteraciones en los procesos de pensamiento lógico, dependiendo de su estructura formal, y de la localización de las lesiones consideradas, además del tipo de material (icónico o verbal) que se emplee para la investigación de estos procesos. 4. Las consideraciones relativas al desarrollo cognoscitivo humano resultan de interés para la caracterización de la relación entre lenguaje, pensamiento y procesos lógicos. 200 BIBLIOGRAFÍA Acero, J. J., Bustos, E y Quesada, D. (2001): Introducción a la Filosofía del lenguaje. Madrid: Cátedra. Adams, R. 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Con qué mano utiliza el cuchillo para comer, al mismo tiempo que el tenedor 14. Si usted tiene dos maletas, en qué mano llevaría la más pesada 15. Qué mano pone en la parte alta del mango de una escoba 16. Qué mano pone en la parte alta de un rastrillo 17. Con qué mano desenrosca el tapón de un frasco 18. Con qué mano coge una cerilla para encenderla 19. Con qué mano distribuye las cartas de la baraja 20. Con qué mano enhebra el hilo en una aguja Tercera parte: 21. Con qué pie golpea el balón 22. Con qué ojo apuntaría para disparar con una escopeta Normas de puntuación: 1→mano izquierda preferente; 0,5→ ambidextro; 0→mano derecha preferente. Obtener la puntuación total, sumando los valores de cada item, según la correspondencia anterior y dividir esa cantidad por el número de items evaluados, es decir, 22 PUNTUACIÓN TOTAL BRUTA=LATERALIDAD= 1/ 0,5/ 0 (Zurdo / Ambidextro/ Diestro) 230 FIGURA COMPLEJA DE REY-ÖSTERRIETH- COPIA, EVOCACIÓN INMEDIATA Y EVOCACIÓN DIFERIDA Instrucciones de aplicación: “Copie esta figura lo más fielmente posible en esta hoja”. Una vez terminada la tarea, se pide al sujeto que reproduzca de memoria la figura, y se realiza la misma operación a los veinte minutos. 231 SYMBOL DIGIT MODALITIES TEST Se trata de una prueba de atención sostenida y concentración, además de evaluar la velocidad en el procesamiento de la información visuo-gráfico. Resulta sensible al daño cerebral en general (inespecífico), aunque más al situado en las áreas subcorticales. Instrucciones de aplicación: “Aquí le presento esta hoja y Vd. tiene que rellenar todas las casillas que pueda teniendo en cuenta la clave que se encuentra en la parte superior de la hoja”; tiene, para su completamiento, 1 minuto y medio (90 segundos). No se deje ninguna casilla sin rellenar, por favor, y tenga en cuenta que existen, en algunos casos, símbolos simétricos o muy similares” EJEMPLO DE HOJA DE RESPUESTAS DE LA PRUEBA (PÁGINA SIGUIENTE) 232 233 TEST DE ORGANIZACIÓN VISUAL DE HOOPER Se trata de una prueba que implica a procesos de síntesis perceptiva visual, procesos semánticos y denominación. Resulta sensible a las lesiones en las áreas implicadas en el procesamiento visuognósico, principalmente del hemisferio derecho. Permite detectar con un alto grado de fiabilidad la presencia de un síndrome de deterioro neuropsicológico (demencia, tumor, ictus, traumatismo craneal). Instrucciones de aplicación: “A continuación, le voy a presentar unas figuras que se encuentran troceadas o partidas, consistiendo su labor en determinar o detectar a qué objeto o figura pueden corresponder. En caso de que no sepa el nombre del objeto, puede realizar un gesto que indique que Vd. ha comprendido de qué se trata. Puede emplear todo el tiempo que necesite para la prueba” EJEMPLOS DE ELEMENTOS DE LA PRUEBA 234 235 SUBTEST “ DÍGITOS” DE LA ESCALA DE MEMORIA DE WECHSLER Instrucciones de aplicación: “Le voy a leer una serie de números, y Vd. deberá repetirlos en el mismo orden que yo se los digo. Si falla, puedo plantearle otra serie; si falla otra vez, paramos y pasamos a otra tarea” DÍGITOS En orden directo (3) 4 3 9 (4) 6 4 3 9 (5) 3 9 6 2 5 (6) 9 1 8 5 6 2 (7) 2 6 1 9 3 7 4 (8) 4 1 8 2 6 5 9 7 / / / / / / 2 8 6 2 1 9 9 3 9 8 8 6 5 9 4 3 3 3 6 7 6 9 7 1 1 9 4 6 2 2 5 1 8 Orden___________/8 Instrucciones de aplicación: “Ahora yo voy a leerle unos números y Vd. los deberá repetir en orden inverso a como yo se los digo, es decir, al revés; también tiene dos intentos posibles para cada serie; debe poner mucha atención, porque la tarea es más complicada que la anterior En orden inverso (2) 1 7 (3) 2 5 8 (4) 9 6 2 8 (5) 7 5 9 3 8 (6) 1 7 4 9 2 6 (7) 4 7 3 9 1 2 8 / / / / / / 3 1 1 5 6 8 7 8 7 2 4 1 4 4 1 9 2 9 7 6 2 7 1 9 3 6 7 Orden___________/7 236 SUBTEST “APRENDIZAJE DE PARES ASOCIADOS” DE LA ESCALA DE MEMORIA DE WECHSLER Se trata de una prueba de aprendizaje verbal asociativo, siendo especialmente sensible a las disfunciones de los lóbulos temporales del cerebro, preferentemente el izquierdo en los manidextros. Instrucciones de aplicación: Evocación inmediata: Voy a leerle una lista de palabras, dos de cada vez. Escuche cuidadosamente, porque después le preguntaré para ver si las recuerda. P. ej., si las palabras eran “Este-Oeste”, “Oro-Plata”, cuando yo diga la palabra “oro”, Vd. deberá responder “Plata”, ¿entendido?. Ahora, escuche cuidadosamente la lista que yo le leeré. *Si el paciente responde correctamente, decir “muy bien” y seguir con el par siguiente. Si el paciente responde incorrectamente, decir “No”, descubrirle la palabra correcta, y seguir con el siguiente par. Dejar pasar 10 segundos entre cada presentación de la lista. 1ª PRESENTACIÓN Metal-Hierro Bebé-Llanto Machacar-Oscuro Norte-Sur Escuela-Almacén Rosa-Flor Arriba-Abajo Obedecer-Centímetro Fruta-Manzana Col-Lapicero F Norte Fruta Obedecer Rosa Bebé Arriba Col Metal Escuela Machacar 2ª PRESENTACIÓN Rosa-Flor Obedecer-Centímetro Norte-Sur Col-Lapicero Arriba-Abajo Fruta-Manzana Escuela-Almacén Metal-Hierro Machacar-Oscuro Bebé-Llanto D F Col Bebé Metal Escuela Arriba Rosa Obedecer Fruta Machacar Norte Fáciles 1)____ 2)_____ 3)_____ Total Fáciles (A):______ 3ª PRESENTACION Bebé-Llanto Obedecer-Centímetro Norte-Sur Escuela-Almacén Rosa-Flor Col-Lapicero Arriba-Abajo Fruta-Manzana Machacar-Oscuro Metal-Hierro D F D Obedecer Fruta Bebé Metal Machacar Escuela Rosa Norte Col Arriba Difíciles1)____ 2)_____ 3)_____ Total Difíciles (B):______ Puntos: A/2+B______/21 237 TEST DE PALABRAS Y COLORES DE STROOP Se trata de una tarea que explora los procesos de flexibilidad atencional, función ejecutiva, programación conductual e inhibición del comportamiento inadecuado. Consta de 3 partes: Palabras, Colores y Palabra-Color. Instrucciones para la parte “Palabras”: “Vd. puede ver en esta hoja una serie de nombres de colores los cuales deberá Vd. leer en columna, lo más rápidamente que pueda y sin equivocarse, disponiendo para ello de 45 segundos” Instrucciones para la parte “Colores”: “Vd. puede ver aquí unas cruces impresas en diferentes colores, y su labor consiste en decir el color de la tinta con la que las cruces se encuentran impresas” “Dispone para ello de 45 segundos”. Instrucciones para la parte “Palabra-Color”: “Aquí puede ver unos nombres de colores impresos con una tinta que no corresponde nunca con el nombre cuyo color designa”. “Su labor consistirá en decir, en 45 segundos, el color de la tinta de esas palabras, pero no leer el nombre del color” EJEMPLOS DE ESTÍMULOS CONTENIDOS EN LA PRUEBA PARTE PALABRAS PARTE COLORES PARTE PALABRA- COLOR ROJO XXXX ROJO VERDE XXXX VERDE AZUL XXXX AZUL VERDE XXXX AZUL ROJO XXXX ROJO AZUL XXXX VERDE AZUL XXXX AZUL ROJO XXXX VERDE VERDE XXXX ROJO 238 SUBTEST “COMPRENSIÓN VERBAL” DEL TEST BARCELONA Instrucciones de aplicación: “Aquí puede Vd. ver diversas figuras geométricas, números, objetos y acciones que pueden realizar las personas”. “Su labor consiste en señalar con el dedo el objeto o figura que se corresponda con el nombre dicho por el examinador” La prueba se realiza sin tiempo límite, aunque puede tenerse en cuenta de modo clínico si su realización resulta lenta o se aprecian dificultades visuognósicas. EJEMPLOS DE ESTÍMULOS CONTENIDOS EN LA PRUEBA 239 TEST DE PROCESOS CATEGORIALES DE LURIA (MODIFICADO) El test consta de varias subtareas que tratan de explorar la capacidad del sujeto para efectuar un proceso de pensamiento de carácter categorial, preferentemente por medios de conceptos de tipo verbal. Consta de diversas pruebas en las que el sujeto debe decidir a qué categoría lógica pertenece una palabra determinada, dar ejemplos de elementos pertenecientes a una categoría, pensar en términos parte-todo y todo-partes y otras varias de carácter preferentemente categorial y semántico- conceptual. La prueba está subdividida en seis subtareas, que son: RELACIONES LÓGICAS (a,b,c,d) VALORES OPUESTOS INTELIGENCIA CATEGORIAL Aplicación: Realizar las tareas verbalmente, leyendo las cuestiones al sujeto. Anotar las respuestas del sujeto en los espacios reservados para ello en la hoja. Conceder un punto por cada respuesta correcta y aplicar todos los elementos a todos los sujetos. Contabilizar también los tiempos de latencia ante cada respuesta. RELACIONES LÓGICAS (PARTE A): Leer al sujeto la siguiente consigna: “La palabra mesa pertenece lógicamente al grupo de objetos llamados muebles. Ahora dígame a qué grupo pertenecen las siguientes palabras” (Las respuestas correctas más usuales a priori aparecen entre paréntesis; no obstante, dar por buena cualquier respuesta que cumpla la propiedad de pertenecer a esa clase) 1. Rosa (flores): TR: 2. Trucha (peces): TR: 3. Francia (países): TR: 4. Rojo (colores): TR: 5. Roble (árboles): TR: 6. Coche (vehículos, medios de transporte): TR: 7. Oxígeno (elemento natural o químico; gas): TR: 8. Unamuno (escritor, novelista): TR: 9. Zorro (animal salvaje, carnívoro): TR: 10. Galicia (región española, autonomía): TR: 11. Gripe (enfermedad, afección): TR: 12. Vino (bebida alcohólica): TR: 240 13.Atlántico (océanos, mares): TR: 14.Gorrión (aves, pájaros, animales): TR: 15. Pulmones (órganos del cuerpo): TR: 16.Cama (muebles): TR: 17. Cuchara (cubiertos): TR: 18. Hormiga (insectos, animales): TR: 19. Duero (ríos): TR: RELACIONES LÓGICAS (PARTE B): Leer al sujeto la consigna siguiente: “ Si comenzamos por ejemplo, con el grupo animales, el caballo será entonces un miembro de ese grupo; ¿puede usted darme un ejemplo de un miembro de los grupos o categorías siguientes? (Se dan ejemplos no exhaustivos de las respuestas correctas; dar por buena toda contestación que cumpla con el criterio de pertenencia a la clase, aunque no esté incluida en la lista de respuestas más comunes). Anotar respuesta del sujeto a cada elemento, así como el tiempo de latencia de cada respuesta. 1. Vehículos (coche, avión, barco, tren): TR: 2. Herramientas (destornillador, tenaza, martillo, sierra): TR: 3. Continentes (Europa, Asia, Africa, etc.): TR: 4. Frutas (manzana, pera, naranja, fresa, cereza): TR: 5. Regiones españolas (Asturias, Galicia, Castilla, etc.): TR: 6. Bebidas alcohólicas (vino, sidra, cerveza, ron, etc.): TR: 7. Arboles (castaño, roble, fresno, haya, pino): TR: 8. Animales domésticos (perro, gato, vaca, oveja): TR: 9.Utensilios de cocina (sartén, olla, cuchillo): TR: 10. Profesiones (zapatero, albañil, contable, médico): TR: 11. Marcas de coches (SEAT, Volvo, Renault): TR: 12. Prendas de vestir (chaqueta, camisa, pantalón, falda): TR: 13. Enfermedades (gripe, cáncer, hepatitis): TR: 14. Ríos de España (Nalón , Tajo, Duero, Ebro): TR: 15. Peces (salmón ,trucha, merluza, bonito): TR: 16. Países europeos (Francia, Italia, Alemania): TR: 17. Escritores españoles (Cervantes, Baroja, Cela): TR: 18. Instrumentos musicales (violín, guitarra, piano): TR: 19. Colores (rojo, azul, violeta, verde): TR: 241 RELACIONES LÓGICAS – PARTE C (TODO-PARTES): Leer al sujeto la siguiente consigna: “Si consideramos la mesa como un todo, entonces las patas serían partes de ese todo, así como el tablero, etc.; ¿puede usted decirme alguna parte integrante de las siguiente cosas?” (Se dan ejemplos no exhaustivos, pero en todo caso se dará por buena toda respuesta que cumpla con la relación todo-partes requerida). Anotar respuesta del sujeto y tiempo de latencia de cada respuesta. 1. Coche (ruedas, motor, asientos, faros): TR: 2. Cuerpo humano (cabeza, corazón, hígado, brazos): TR: 3. Casa (pared, puertas, habitaciones, cocina): TR: 4. Libro (páginas, cubierta, título): TR: 5. Arbol (tronco, raíces, hojas, ramas): TR: 6. Cara (ojos, boca, nariz, frente): TR: 7. Ciudad (calles, avenidas, edificios, parques): TR: 8. Bosque (Arboles, arroyos, rocas, caminos): TR: 9.Tienda (escaparate, mostrador, artículos, caja): TR: 10. Silla (patas, respaldo, asiento): TR: 11. Potaje (chorizo, morcilla, berzas, garbanzos): TR: 12. Granja (casa , establo, huerta, animales, jardín): TR: RELACIONES LÓGICAS- PARTE D (PARTES-TODO): Leer al sujeto la consigna siguiente: “Si comenzamos por ejemplo, con la parte pared, el todo correspondiente será casa o edificio; ¿cuál será el todo de las partes siguientes?”. (Se dan ejemplos no exhaustivos de las respuestas correctas; no obstante, dar por buena toda respuesta que cumpla con los criterios exigidos). Anotar respuesta del sujeto y tiempo de latencia de cada respuesta. 1. Páginas (libro, periódico, revistas): TR: 2. Arboles (bosque, jardín, parque): TR: 3. Ruedas (coche, moto, bicicleta): TR: 4. Postre (comida, cena): TR: 5. Alas (pájaros, gallinas, gorriones, aves, moscas): TR: 6. Calles (ciudad, pueblo, barrio, villa): TR: 7. Músicos (orquesta, banda, grupo): TR: 8. Soldados (ejército, batallón, división): TR: 9. Ovejas (rebaño, granja): TR: 10. Gatillo (pistola, escopeta): TR: 242 11. Regiones (país, continente): TR: 12. Filo (espada, hacha, cuchillo, navaja): TR: 13. Alumno (colegio, escuela, clase): TR: 14. Diente (boca, dentadura): TR: 15. Cerradura (puerta, portón, casa): TR: VALORES OPUESTOS: Leer al sujeto la consigna siguiente: “Ahora deberá decirme cuál es la palabra opuesta en significado a las que voy a decirle”. (Entre paréntesis aparece la respuesta considerada como correcta). Anotar respuesta del sujeto y tiempo de latencia ante cada cuestión. 1. Frío (calor, caliente): TR: 2. Lento (rápido): TR: 3. Oscuro (claro): TR: 4. Alto (bajo): TR: 5. Flaco (gordo, grueso): TR: 6. Viejo (joven): TR: 7. Arriba (abajo): TR: 8. Menos (más): TR: 9. Entrar (salir): TR: 10. Derecha (izquierda): TR: 11. Invierno (verano): TR: 12. Loco (cuerdo, sano): TR: 243 13. Norte (sur): TR: 14. Antes (después): TR: 15. Bonito (feo): TR: 16. Reír (llorar): TR: 17. Subir (bajar): TR: 18. Triste (alegre): TR: 19. Acabar (empezar, comenzar): TR: 20. Blanco (negro): TR: INTELIGENCIA CATEGORIAL: Leer al sujeto la siguiente consigna: “Le voy a mencionar ahora una serie de palabras y usted deberá decirme, de entre ellas, cuál no pertenece al grupo o es de distinta clase que las demás (Anotar respuestas del sujeto y tiempo de latencia ante cada cuestión). 1. Sierra, tronco, pala, hacha (tronco): TR: 2. Cuchara , tenedor, mesa, cuchillo (mesa): TR: 3. Trucha, sardina, atún, merluza (trucha): TR: 4.Tren, coche, barco, moto (barco): TR: 5. Mallorca, Tenerife, Ibiza, Madrid (Madrid): TR: 6. Argentina, Uruguay, Japón, Chile (Japón): TR: 7. Baroja, Unamuno, Machado, Franco (Franco): TR: 8. Pino, roble, castaño, fresno (pino): TR: 9. Violín, silbato, piano, flauta (silbato): TR: 10. Enero, domingo, abril, septiembre (domingo): TR: 11. Jersey, chaqueta, camisa, manta (manta): TR: 12. Alcalde, coronel, sargento, general (alcalde): TR: 13. Verde, brillante, rojo, azul (brillante): TR: 14. Conde, duque, juez, marqués (juez): TR: 244 15. Ayer, lunes, miércoles, sábado (ayer): TR: 16. Fernández, Rodríguez, Pedro, López (Pedro): TR: 17. Francia, Alemania, Holanda, Egipto (Egipto): TR: 18. Televisión, correo, radio, periódico (correo): TR: 19. Literatura, Física, Matemáticas, Química (Literatura): TR: 20. París, Berlín, Madrid, Europa (Europa): TR: 21. Uno, tres, dos, cinco (dos, número par): TR: OBSERVACIONES CONDUCTUALES GENERALES: 245 TEST DE SEMEJANZAS CONCEPTUALES Naturaleza de la prueba: Se trata de una prueba verbal en la que se solicita del sujeto que encuentre la propiedad o característica que hace semejantes dos conceptos determinados. Para ello, hipotéticamente el sujeto debe encontrar la propiedad definitoria de la clase a la que pertenecen ambos conceptos y razonar de acuerdo con ella (se trataría de emplear una lógica de clases de carácter intensional). Algunos de los pares de conceptos están basados en los correspondientes ítems del subtest “Semejanzas” del WISC y del WAIS. Al tratarse de una prueba semántico- conceptual (Zimmerman y Woo-Sam) se espera que los sujetos con daño en la corteza posterior (especialmente en el lóbulo temporal izquierdo) rindan en esta prueba de manera significativamente peor que el resto de lesionados y que los controles. Instrucciones de aplicación: Leer al sujeto la consigna siguiente: “A continuación le voy a decir varios pares de palabras, de manera que, para cada par que yo le diga, usted deberá decirme en qué se parecen o qué propiedad o característica tienen en común. Por ejemplo, si yo le digo ¿en qué se parecen un tomate y una cebolla?, usted deberá decirme que se parecen en que son vegetales u hortalizas, por ejemplo, ¿lo ha entendido?, bien, pues ahora comenzaremos con la prueba propiamente dicha”. (Leer cada par al sujeto y tomar nota de su respuesta y su tiempo de latencia ante cada elemento). ELEMENTOS DE LA PRUEBA 1. Rojo y amarillo (colores): TR: 2. Gato y ratón (animales, mamíferos): TR: 3. París y Madrid (ciudades, capitales): TR: 4. Manzana y pera (frutas): TR: 5. Círculo y cuadrado (figuras geométricas): TR: 6. Papel y lápiz (útiles de escribir): TR: 7. Clavo y martillo (útiles de carpintero): TR: 8. Hombre y mujer (seres humanos): TR: 9. 5 y 9 (números impares): TR: 10. Madera y alcohol (sustancias orgánicas, combustibles): TR: 246 11. Primero y último (extremos de una serie): TR: 12. Mesa y silla (muebles): TR: 13. Roble y fresno (árboles): TR: 14. Japón e Irlanda (países): TR: 15. Renault y Mercedes (marcas de coches): TR: 16. Machado y Unamuno (escritores españoles): TR: 17. Sal y agua (sustancias esenciales para la vida): TR: 18. Cerveza y vino (bebidas alcohólicas): TR: 19. Metro y kilo (unidades de medida): TR: 20. Chaqueta y pantalón (prendas de vestir): TR: 21. Ojo y oído (órganos de los sentidos): TR: 22. Sinfonía y novela (obras de arte): TR: 23. Huevo y semilla (germen de vida): TR: 24. Serpiente y helecho (seres vivos): TR: 25. Corazón y mano (órganos del cuerpo humano): TR: 26. Albañil y contable (profesiones, trabajos): TR 27. Invierno y verano (estaciones del año): TR: 28. Árbol y margarita (vegetales, plantas) TR: 29. Pedro y Juan (nombres de persona; apóstoles) TR: 30. Lápiz y bolígrafo (útiles para escribir) TR: OBSERVACIONES CONDUCTUALES 247 TEST DE RELACIONES DE INCLUSIÓN DE CLASES (ORIGINAL) Tarea basada en los estudios de Piaget con niños del estadio operatorio concreto, trata de evaluar la capacidad de los sujetos de comprender relaciones de inclusión de clases lógicas. Según Piaget, este comportamiento se encuentra adecuadamente desarrollado a partir de los siete años de edad (en el estadio conocido como “operacional concreto”). La tarea exige la comprensión de diversas nociones elementales de lógica de clases; de esta manera, según la hipótesis del presente trabajo de investigación, la tarea resultará más difícil para los sujetos lesionados en la porción post-rolándica de la corteza cerebral que para el resto de lesionados y de controles. Aplicación: Le son leídas al sujeto diversas cuestiones sobre relaciones lógicas clasificatorias y éste debe responder oralmente. Se contabilizan los aciertos y errores, así como el tiempo de latencia de la respuesta. Instrucciones de aplicación: Decir al sujeto: “A continuación, le presentaré una serie de problemas muy fáciles en los que se trata de razonar para encontrar la respuesta; yo le voy a leer primero el problema y luego le haré determinadas preguntas acerca de él, y usted deberá razonar para encontrar la respuesta adecuada; además, deberá decir la solución a cada pregunta en el menor tiempo posible, aunque sin equivocarse; ¿lo ha entendido bien?”. (Si tiene alguna duda, aclarársela). (En caso de que el sujeto olvide el contenido de la pregunta en cuestión, se le puede repetir hasta que la haya comprendido adecuadamente). PROBLEMA 1: En una granja hay vacas y caballos 1. ¿Hay más vacas o más animales? Respuesta: TR 2. ¿Qué quedará si sacamos las vacas? Resp: TR 3. ¿Qué quedará si sacamos los animales? Resp: TR 248 4. Si metemos dos vacas más en la granja, ¿habrá más vacas o más animales? Respuesta: TR 5. Si sacamos un caballo de la granja, ¿habrá más animales o más vacas? Respuesta: TR PROBLEMA 2: En un ramo de flores hay dos tipos: rosas y claveles. 1.¿Hay más flores o más rosas? Resp: TR 2. ¿Qué quedará si tiramos las flores? Resp: TR 3. ¿Qué quedará si regalamos las rosas? Resp: TR 4. Si quitamos un clavel del ramo, ¿habrá más rosas o más flores? Resp: TR 5. Si añadimos dos rosas más, ¿habrá más flores o más rosas? Resp: TR PROBLEMA 3: En un campo hay cabras y ovejas. 1. ¿Quién tendrá más, el que coja las ovejas o el que coja el rebaño? Resp: TR 2. ¿Qué quedará si nos llevamos las ovejas? Resp: TR 249 3. Si nacen dos ovejas más, ¿quién tendrá más animales, el que coja las ovejas o el que coja el rebaño? Resp: TR 4. ¿Qué quedará si nos llevamos el rebaño? Resp: TR 5. Si se muere una cabra, ¿quién tendrá más animales, el que coja el rebaño o el que coja las ovejas? Resp: TR PROBLEMA 4: En un bosque hay árboles de hoja perenne (pinos y acebos) y de hoja caduca (robles y castaños) 1. ¿Qué hay más, pinos o árboles? Resp: TR 2. ¿Qué hay más, robles o árboles de hoja caduca? Resp: TR 3. Si talamos dos robles, ¿qué habrá más, árboles de hoja caduca o más castaños? Resp: TR 4. ¿Qué hay más, árboles de hoja perenne, o árboles? Resp: TR 250 5. ¿Qué queda si talamos los acebos y los árboles de hoja caduca? Resp: TR 6. ¿Qué queda si talamos los pinos y los árboles que no son castaños? Resp: TR PROBLEMA 5: En un ejército hay militares de dos clases: soldados y oficiales. 1. ¿Qué hay más, militares o soldados? Resp: 2. Si mueren todos los oficiales, ¿qué queda? Resp: TR TR 3. Si añadimos cien soldados más, ¿qué habrá más, militares o soldados? Resp: TR 1. ¿Qué queda si mueren los oficiales y los militares que no son oficiales? Resp: TR 2. Si mueren cincuenta oficiales, ¿qué habrá más, soldados o militares? Resp: TR 251 TEST DE MATRICES PROGRESIVAS DE RAVEN (ESCALA GENERAL) Se trata de una tarea que, según Piaget e Inhelder exige la comprensión de la estructura lógica conocida como agrupamiento multiplicativo (o multiplicación de clases), correspondiente al estadio de las operaciones concretas del desarrollo. De esta manera, al requerir la comprensión de esta estructura lógico-matemática, incluimos esta prueba en la evaluación de las nociones de lógica de clases en los sujetos cerebrolesionados; según las hipótesis de la presente investigación, se debería hallar un rendimiento más pobre en los sujetos lesionados en la corteza posterior que en los lesionados frontales y que en los sujetos normales. Aplicación: Entregar al sujeto el cuadernillo con los elementos de la prueba e ir anotando aquella opción que señale el sujeto como respuesta. Contabilizar el tiempo de latencia ante cada elemento y el tiempo total de trabajo del sujeto. Aplicar todos los elementos a todos los sujetos y no establecer límite de tiempo para completar la prueba. Anotar las respuestas y los tiempos de latencia en la parte de la hoja preparada al efecto (ver más abajo). Leer al sujeto la siguiente consigna: “A continuación le voy a presentar una prueba en la que aparecen unos dibujos o imágenes que están incompletos, acompañados de varias opciones que pueden, completarlos de manera lógica y adecuada. Su labor consiste en señalar aquella opción o elemento que complete de manera lógica y adecuada el espacio que está en blanco en la imagen superior. No se preocupe por el tiempo, puede pensar todo el tiempo que necesite para realizar correctamente la tarea”. (Aplicar todos los elementos del test y tomar nota de las respuestas y sus respectivos tiempos de latencia). EJEMPLOS DE ESTÍMULOS INCLUIDOS EN LA PRUEBA (PÁGINA SIGUIENTE) 252 253 ESCALA DE MADUREZ MENTAL DE COLUMBIA (CMMS) Prueba destinada a evaluar las habilidades de comprensión de nociones elementales de lógica de clases en un formato eminentemente no verbal, que requiere señalar en una serie de elementos, aquél que no pertenece a la misma clase o categoría lógica que los demás. Este tipo de prueba, según Piaget e Inhelder, empieza a realizarse correctamente a partir del período de las operaciones concretas del desarrollo del niño. Aplicación: Realizar contabilizando en cada elemento la respuesta elegida por el sujeto y el tiempo empleado en realizar cada ítem, utilizar la hoja de respuestas original del test. Aplicar completa la escala. Dar al sujeto la siguiente consigna: “A continuación le voy a ir presentando una serie de tarjetones, los cuales muestran diversos dibujos e imágenes. Usted deberá señalar en cada imagen el elemento que no se corresponde con los demás o sea, que es de distinto tipo o clase que los demás (enfatizar); dicho de otra manera, se trata de señalar el dibujo que no pertenece al mismo conjunto que los otros que figuran en la 254 tarjeta. No se preocupe por el tiempo, tiene todo el que necesite para pensar, ¿de acuerdo?. (Realizar todos los ejemplos, aclarar todas las dudas del sujeto y después comenzar con la prueba hasta su finalización). EJEMPLOS DE ESTÍMULOS PRESENTES EN LA PRUEBA (PÁGINAS SIGUIENTES) 255 256 257 258 TEST DE LOS “ALIMENTOS ENVENENADOS” DE ARENBERG (Basado en Lezak, 1995, páginas 633-634, modificado por el autor) Test originario de Arenberg, permite examinar la habilidad para razonar efectuando un control de variables, hipotéticamente de manera análoga a como Piaget e Inhelder conceptualizan la ejecución en la tarea del péndulo. Se realiza con material verbal y exige variar sistemáticamente las diferentes variables del problema (alimentos) una a una para descubrir cuál es la causa de la muerte de una persona que ha ingerido una combinación de alimentos, la cual le es presentada por escrito en diferentes tarjetas. Además, tiene implícita, para su resolución, diversas habilidades combinatorias. Todo ello es característico del comportamiento típico del periodo de las operaciones formales de Piaget y por tanto, según las hipótesis del presente estudio, deberán realizarlo peor los sujetos con daño frontal que los sujetos con daño post-rolándico y que los sujetos de control. Instrucciones de aplicación: Leer al sujeto la consigna siguiente: “Seguidamente le presento una serie de problemas sencillos en los cuales aparecen varias combinaciones de alimentos que puede haber comido una persona. Algunos de estos alimentos pueden estar envenenados, con lo cual la persona puede estar muerta o viva, dependiendo de qué alimentos haya comido. Cada una de esas combinaciones de alimentos va acompañada de la consecuencia para la persona que los ha comido, es decir, se especifica si está muerta o viva. Su tarea consiste en adivinar cuál es el alimento responsable de la muerte de esa persona, es decir, cuál estaba envenenado. Yo le presento cada problema en una serie de tarjetas y usted deberá basarse en su contenido, para razonar qué alimento estaba envenenado. Cuando esté seguro de la respuesta, deberá comunicármela diciendo en voz alta el nombre del alimento envenenado. Además, al serle presentado cada problema nuevo, tendrá que leer lo que dice la tarjeta correspondiente en voz alta. Ahora vamos a realizar algunos ejemplos de práctica y a continuación empezaremos el test propiamente dicho. Además, me gustaría que, al efectuar su razonamiento, piense en voz alta o diga las razones que va encontrando para concluir que un determinado alimento es el que estaba envenenado” (Realizar los ejemplos, explicando al sujeto detalladamente las razones de la solución del problema). (Controlar tiempo de latencia en cada respuesta, y anotar las respuestas del sujeto en los espacios dedicados a ello más adelante; anotar también en hoja aparte los pensamientos expresados por el sujeto en voz alta, de la manera más fiel posible). 259 NÚMERO DE RESPUESTAS CORRECTAS= TIEMPO MEDIO DE LATENCIA: EJEMPLO 1: CAFÉ- CORDERO- GARBANZOS→ MURIÓ CAFÉ- TERNERA- GARBANZOS→ MURIÓ CAFÉ-CORDERO- MAÍZ→ VIVO En este caso el alimento envenenado eran los garbanzos (Presentar lo anterior en una tarjeta y controlar tiempo de latencia y respuesta del sujeto en los elementos subsiguientes) EJEMPLO 2: LECHE- ARROZ- POLLO→ MURIÓ LECHE – FABES- POLLO→ MURIÓ LECHE –ARROZ- FABES→ VIVO ARROZ- FABES- POLLO→ MURIÓ En este caso, el alimento envenenado era el pollo. EJEMPLO 3: AGUA- VINO- PAN→ VIVO AGUA –PAN-GALLETAS→ VIVO VINO- PAN- GALLETAS→ VIVO En este caso, no había ningún alimento envenenado. PROBLEMAS: 3. Leche- Buey – Maíz: Murió Té –Buey- Maíz: Murió Leche- Buey- Fabes: Murió (Buey) Respuesta: Tiempo de latencia: 4. Café-Ternera-Maíz: Murió Café –Ternera –Arroz: Vivo (Maíz) Respuesta: Tiempo de latencia: 260 5. Té- Buey- Arroz: Vivo Leche- Ternera- Arroz: Vivo Té –Ternera- Fabes: Vivo Té- Cordero- Arroz: Vivo Leche- Buey- Arroz: Vivo (Ninguno) Respuesta: Tiempo de latencia: 4. Leche- Cordero- Arroz: Murió Té – Cordero- Arroz: Murió Café- Cordero- Arroz: Murió Leche- Ternera- Arroz: Murió (Arroz) 5. Respuesta: Té- Cordero- Maíz: Tiempo de latencia: Murió Café- Cordero- Arroz: Vivo Leche- Buey- Arroz: Vivo Té- Buey- Maíz: Murió Café- Ternera- Maíz: Vivo (Té) Respuesta: Tiempo de latencia: 6. Té- Ternera- Maíz: Murió Té – Ternera- Arroz: Murió Té- Ternera- Fabes: Murió Leche- Ternera- Maíz: Murió (Ternera) Respuesta: Tiempo de latencia: 7. Té- Buey- Fabes: Murió Café- Buey- Maíz: Vivo Café- Buey- Arroz: Vivo Té- Cordero- Fabes: Murió Té- Ternera- Arroz: Vivo (Fabes) 261 Respuesta: Tiempo de latencia: 8. Café- Cordero- Maíz: Vivo Café- Buey- Fabes: Vivo Café- Ternera- Fabes: Vivo Leche- Ternera- Fabes: Té- Ternera- Maíz: Vivo Vivo (Ninguno) Respuesta: Tiempo de latencia: 9. Café- Cordero- Fabes: Café- Buey- Fabes: Murió Vivo (Cordero) Respuesta: Tiempo de latencia 10. Leche- Cordero- Maíz: Murió Leche- Cordero- Fabes: Murió Leche- Ternera- Maíz: Murió (Leche) Respuesta: Tiempo de latencia: 11. Tomate- Lechuga- Cebolla: Murió Tomate- Lechuga- Pan: Murió Tomate- Huevo- Cebolla: Murió Lechuga- Huevo- Cebolla: Vivo (Tomate) Respuesta: Tiempo de latencia: 12. Café- Pastas- Azúcar: Murió Té- Pastas- Azúcar: Murió Café- Pastas- Pan: Café- Té- Pan: Murió Vivo (Pastas) Respuesta: 262 Tiempo de latencia: 13. Chorizo- Queso- Pan: Murió Chorizo- Queso- Jamón: Chorizo- Jamón- Pan: Vivo Murió (Pan) Respuesta: Tiempo de latencia: 14. Sopa- Tocino- Fabes: Vivo Caldo- Jamón- Fabes: Vivo Sopa- Jamón- Tocino: Sopa- Caldo- Fabes: Vivo Vivo (Ninguno) Respuesta: Tiempo de latencia: OBSERVACIONES GENERALES DE CONDUCTA: 263 TEST DE CLASIFICACIÓN DE TARJETAS DE WISCONSIN (WCST) Prueba de formación de conceptos, pensamiento hipotético-deductivo y funciones ejecutivas, es sensible además (según diversas investigaciones) a disfunciones estructurales y/o funcionales del córtex prefrontal del cerebro. Exige formar y contrastar hipótesis concernientes a la dimensión relevante en cada momento, así como ejercer un control de variables, variando en algunas ocasiones una sola manteniendo todo lo demás constante (método ceteris paribus).Exige también flexibilidad cognitiva para cambiar la direccionalidad de la respuesta cuando cambia el criterio de refuerzo por parte del experimentador. Aplicación: Usar la hoja de respuesta original del test. Aplicar según las normas standard del test, hasta que el sujeto forme seis categorías o, en su defecto, agote las 128 cartas del test. Tomar nota de las siguientes variables dependientes: a) Número de categorías formadas (mínimo=0 y máximo=6) b) Porcentaje de elementos acertados respecto del total administrado c) Tiempo de ejecución del test (en minutos) Instrucciones de aplicación: “Ahora le voy a colocar una serie de tarjetas encima de esta mesa y, a continuación yo le voy a ir dando, una a una, diversas tarjetas similares y en algunos casos iguales a las que están colocadas encima de la mesa delante de Vd.” “Su tarea consiste en emparejar de la manera que Vd. considere más oportuno dichas tarjetas con las de muestra y yo solamente le voy a decir si están bien colocadas o están mal colocadas pero nada más” EJEMPLOS DE ESTÍMULOS INCLUIDOS EN LA PRUEBA (PÁGINA SIGUIENTE) 264 265 TEST DE RAZONAMIENTO PROPOSICIONAL NO VERBAL Test totalmente original del autor de la presente investigación, pretende explorar la capacidad de comprender nociones sencillas de lógica proposicional o de functores, evitando la elevada dificultad de determinadas tareas experimentales frecuentes en la literatura (como la tarea de selección de Wason) y además la hace accesible a pacientes con trastornos lingüísticos (afásicos) puesto que la carga verbal se ha reducido al mínimo. Los operadores lógicos estudiados en esta tarea son la conjunción, la disyunción inclusiva, la disyunción exclusiva y la negación conjunta (ni… ni). El sujeto debe realizar un juicio verdadero/ falso acerca de proposiciones lógicas presentadas por escrito, que versan sobre varias imágenes expuestas al sujeto en un cuadernillo preparado al efecto. Según las hipótesis de la presente investigación, se debería verificar un peor rendimiento en los sujetos con daño frontal que en los lesionados posteriores y que en los controles. Modo de aplicación: Presentar al sujeto las tarjetas una por una, tanto las de las imágenes como las correspondientes a las proposiciones escritas. Leer el contenido de cada proposición en voz alta al serle presentadas las tarjetas y dejarlas a la vista del sujeto. Anotar las respuestas del sujeto (verdadero o falso), así como su tiempo de latencia ante cada proposición. Realizar previamente los ejemplos. Decir al sujeto: “A continuación, vamos a hacer una tarea en la cual yo le voy a decir unas frases que tratan acerca del contenido de unos dibujos y usted deberá indicarme si son verdaderas o falsas, dependiendo del contenido de esos dibujos que yo le mostraré y que irán impresos en diferentes tarjetas. Por ejemplo, si yo le digo “6 Y 8”, esto indicará que usted deberá decidir si en la imagen aparecen los números 6 y 8 o no; en caso de que le diga “CASA O ARBOL O AMBOS” usted deberá decidir si en la correspondiente imagen aparece o bien un árbol, o bien una casa, o ambas figuras a la vez; si yo le digo “COCHE O MOTO, PERO NO AMBOS” usted deberá decidir si en la imagen presentada aparece o bien un coche o bien una moto, pero no ambas figuras a la vez; por último, si yo le digo “NI PERRO NI PÁJARO” usted deberá decidir, en fin, si en la imagen presentada se cumple que no hay ni un perro ni un pájaro. Ahora vamos a hacer algunos ejemplos de prueba y luego pasaremos a la tarea propiamente dicha. (El experimentador realiza los ejemplos, explicando al sujeto la razón de sus respuestas hasta que entiende la tarea). 266 PROPOSICIONES TARJETAS EJEMPLO 1: N Y A, ¿Verdadero o falso? N A (Verdadero) EJEMPLO 2: S Y H, ¿Verdadero o falso? S P (Falso) EJEMPLO 3: T o K o ambas, ¿verdadero o falso? EJEMPLO 4: Ni P ni L, ¿verdadero o falso? T P M (Verdadero) L (Falso) Decir al sujeto: “ Ahora vamos a hacer algunos ejemplos más, pero en vez de emplear letras, aparecerán figuras geométricas, como por ejemplo, cuadrados, círculos o triángulos; naturalmente, la lógica sigue siendo la misma que hasta ahora; sólo va a cambiar el material gráfico sobre el que vamos a trabajar, pero las reglas seguirán de la misma manera que antes, ¿de acuerdo?” (Realizar los siguientes ejemplos): PROPOSICIONES EJEMPLO 5: Cuadrado y círculo, ¿verdadero o falso? TARJETAS Cuadrado y círculo (V) EJEMPLO 6: Cuadrado o círculo o ambos, ¿V o F? Cuadrado y cruz (V) EJEMPLO 7: Cruz o círculo, pero no ambos, ¿V o F? Cruz y círculo (F) EJEMPLO 8: Ni cruz ni triángulo, ¿Verdadero o falso? Triángulo y círculo (F) Decir al sujeto: “En los siguientes elementos, la frase que tendrá que verificar vendrá escrita en una tarjeta, la cual, como en los ejemplos anteriores será presentada con a la vez de otra que contendrá algunos dibujos o imágenes y usted deberá indicarme si la frase es verdadera o es falsa, atendiendo al contenido de las tarjetas dibujadas, ¿de acuerdo?; además, para empezar me gustaría que me dijese cómo llama usted a estas figuras” (Presentar en diversas tarjetas, en solitario, las diversas figuras empleadas en el test, para que las denomine una a una; en caso de que no conozca el nombre de alguna de ellas, enseñárselo y asegurarse de que lo aprende; una vez hecho esto, comenzar con la prueba propiamente dicha). Functores investigados: Conjunción, disyunción inclusiva, disyunción exclusiva y negación conjunta. Imágenes empleadas: León, Paloma, Flor, Estrella y Reloj. Para llevar a cabo el experimento, presentar los elementos en el orden que se expone más adelante. La prueba consta del mismo número de proposiciones verdaderas y falsas y del mismo número de proposiciones para cada functor. Anotar las respuestas en el espacio reservado para ello más abajo; controlar también el tiempo de latencia de la respuesta ante cada elemento. 267 ELEMENTOS DE LA PRUEBA PROPOSICIONES 1. IMÁGENES LEON Y PALOMA LEON Y PALOMA(V) VERDADERO/ FALSO 2. TR: NI PALOMA NI RELOJ ESTRELLAY FLOR (V) VERDADERO/FALSO 3. TR: LEON Y ESTRELLA LEON Y FLOR (F) VERDADERO /FALSO 4. TR: PALOMA Y ESTRELLA ESTRELLA Y LEON (F) VERDADERO/ FALSO TR: 5. PALOMA O ESTRELLA (PERO NO AMBAS) PALOMA Y LEON (V) VERDADERO /FALSO TR: 6. NI LEON NI PALOMA VERDADERO/ FALSO ESTRELLA Y RELOJ (V) TR: 7. PALOMA O FLOR (PERO NO AMBAS) VERDADERO /FALSO TR: 8. LEON O FLOR (O AMBOS) VERDADERO/FALSO LEON Y FLOR (V) TR: 9. PALOMA O FLOR (O AMBOS) VERDADERO / FALSO LEON Y RELOJ (F) TR: 10. NI LEON NI RELOJ VERDADERO / FALSO RELOJ Y PALOMA (F) TR: 11. FLOR O RELOJ (PERO NO AMBOS) VERDADERO /FALSO LEON Y RELOJ (V) TR: 13. LEON O ESTRELLA (O AMBOS) VERDADERO/ FALSO LEON Y ESTRELLA (V) TR: 14. LEON O PALOMA (PERO NO AMBOS) VERDADERO /FALSO LEON Y PALOMA) (F) TR: 12. NI PALOMA NI ESTRELLA VERDADERO /FALSO RELOJ Y LEON (F) ESTRELLA Y PALOMA(V) TR: 15. PALOMA O ESTRELLA (O AMBOS) PALOMA Y FLOR (V) 268 VERDADERO /FALSO TR: 16. LEON O RELOJ (O AMBOS) VERDADERO / FALSO PALOMA Y RELOJ (V) TR: 17. ESTRELLA O FLOR (PERO NO AMBAS) VERDADERO /FALSO TR: 18. NI FLOR NI RELOJ VERDADERO / FALSO RELOJ Y LEON (F) TR: 19. FLOR O RELOJ (O AMBOS) VERDADERO /FALSO ESTRELLA Y PALOMA (F) TR: 20. LEON O PALOMA (O AMBOS) VERDADERO /FALSO LEON Y ESTRELLA (F) TR: 23. FLOR Y RELOJ VERDADERO /FALSO FLOR Y RELOJ (V) TR: 24. LEON O ESTRELLA (PERO NO AMBOS) VERDADERO /FALSO FLOR Y PALOMA (V) TR: 22. ESTRELLA Y FLOR VERDADERO / FALSO RELOJ Y FLOR (F) TR: 21. FLOR O LEON (PERO NO AMBOS) VERDADERO / FALSO ESTRELLA Y RELOJ (V) RELOJ Y PALOMA (F) TR: 25. ESTRELLA O RELOJ (PERO NO AMBOS) ESTRELLA Y RELOJ (F) VERDADERO/ FALSO TR: 26. FLOR O ESTRELLA (O AMBOS) VERDADERO /FALSO TR: 27. NI ESTRELLA NI RELOJ VERDADERO /FALSO FLOR Y LEON (V) TR: 28. LEON Y FLOR VERDADERO/ FALSO LEON Y ESTRELLA (F) TR: 29. NI ESTRELLA NI FLOR VERDADERO /FALSO ESTRELLA Y FLOR (F) TR: 30. RELOJ O ESTRELLA (O AMBOS) VERDADERO /FALSO 32. PALOMA Y FLOR ESTRELLA Y LEON (V) TR: 31. NI PALOMA NI FLOR VERDADERO/ FALSO RELOJ Y LEON(F) LEON Y PALOMA (F) TR: PALOMA Y FLOR (V) 269 VERDADERO /FALSO TR: 33. PALOMA O RELOJ (O AMBOS) VERDADERO / FALSO TR: 34. ESTRELLA Y RELOJ VERDADERO / FALSO LEON Y FLOR (F) ESTRELLA Y RELOJ (V) TR: 35. NI LEON NI ESTRELLA VERDADERO /FALSO FLOR Y PALOMA (V) TR: 36. PALOMA O RELOJ (PERO NO AMBOS) VERDADERO / FALSO TR: 37. LEON O RELOJ (PERO NO AMBOS) VERDADERO /FALSO ESTRELLA Y PALOMA (V) FLOR Y ESTRELLA (F) TR: 38. NI LEON NI FLOR VERDADERO /FALSO LEON Y FLOR (F) TR: 39. RELOJ Y LEON RELOJ Y LEON (V) VERDADERO /FALSO TR: 40. PALOMA Y RELOJ VERDADERO /FALSO EJEMPLOS DE ESTÍMULOS PALOMA Y ESTRELLA (F) TR: INCLUIDOS EN LA PRUEBA (PÁGINA SIGUIENTE) 270 271 TEST NO VERBAL DE COMPRENSIÓN DE FUNCTORES LÓGICOS (ORIGINAL) El presente test es original del autor de la presente tesis doctoral y es complementaria de la anterior; en vez de pedir un juicio verbal del tipo verdadero/falso, se solicita del sujeto que seleccione todos los ejemplares de tarjetas que caigan bajo un determinado concepto lógico proposicional dado, expresado verbalmente por el sujeto (leído en voz alta) y que aparece por escrito en una tarjeta que permanece a la vista del sujeto. El test tiene una carga verbal muy reducida y emplea una lógica parecida a la del Token- test, basándose en un material análogo (aunque no idéntico) al empleado en los trabajos de Bruner, Goodnow y Austin (1956, en Oerter, 1975). Los operadores lógicos (functores) estudiados son la negación, la conjunción, la disyunción inclusiva, la disyunción exclusiva y la negación conjunta de Sheffer (ni...ni). Según las hipótesis del presente trabajo de investigación, deberán encontrarse dificultades especiales en esta tarea, en el caso de sujetos que presenten un daño o disfunción de las estructuras anteriores del cerebro (lóbulos frontales). Las características de los estímulos son las siguientes: Forma: Cruz Cuadrado Círculo Color: Verde Rojo Amarillo Número: Uno Dos Puntos: Cero Uno Tres (Resultan 54 tarjetas combinando las anteriores dimensiones) Instrucciones de aplicación: Colocar ordenadas las tarjetas encima de la mesa, de manera análoga a como aparecen en Oerter (1975, página 39). Explicar al sujeto lo siguiente: “ Aquí puede ver unas tarjetas que difieren en forma (cruz, círculo, cuadrado), color (verde, rojo, amarillo), número de elementos (uno, dos, tres) y que pueden tener o no tener un punto en el centro de cada figura. Entonces, yo le voy a decir unas frases acerca del contenido de esas tarjetas y usted deberá levantar todas aquellas tarjetas que cumplan con el contenido de esas frases. Por ejemplo, si yo le digo No verde, usted deberá levantar todas aquellas tarjetas que no tengan dibujadas figuras verdes (independientemente del número o la forma, etc.). Si yo le digo No tres, usted deberá levantar todas aquellas tarjetas que no tengan dibujadas tres figuras. Por otro lado, si yo 272 le digo amarillo y círculo, usted deberá levantar todas las tarjetas que tengan dibujadas círculos amarillos. Si le digo cruz o verde (o ambos) usted deberá levantar todas aquellas tarjetas en las que vengan dibujadas cruces o figuras verdes o ambas cosas a la vez. Asimismo, si yo le digo rojo o cuadrado (pero no ambos), usted deberá levantar todas aquellas tarjetas que sean, o bien rojas, o que contengan cuadrados, pero no ambas cosas a la vez (a diferencia del tipo anterior). Además, si yo pronuncio la frase Ni cuadrado ni uno usted deberá levantar todas aquellas tarjetas que no tengan cuadrados ni tampoco un elemento (aunque no sean cuadrados). ¿Ha comprendido?” (En caso de que diga que sí, pasar a los ejemplos; en caso contrario, aclararle las dudas hasta que lo entienda). Decir al sujeto: “Pues ahora yo voy a hacer unos ejemplos de las tareas que usted deberá realizar después. Debe poner mucha atención a todo lo que yo haga y diga, para que usted comprenda adecuadamente la tarea” (El examinador realiza los ejemplos, explicando las razones de su proceder) Ejemplos: 1) No cuadrado 2) No uno 3) Rojo y cuadrado 4) Verde y dos 5) Amarillo o cuadrado (o ambos) 6) Círculo o con punto (o ambos) 7) Verde o círculo (pero no ambos) 8) Uno o sin punto (pero no ambos) 9) Ni dos ni amarillo 10) Ni círculo ni rojo (Explicar convenientemente, hasta que el sujeto entienda la tarea). A continuación, decir: “Bueno, pues a continuación será usted el que realice los ejercicios siguientes, de la misma manera que yo he hecho hasta ahora. Las frases vendrán escritas en unas tarjetas aparte y usted deberá leerlas en voz alta para, a continuación, levantar todas aquellas tarjetas que cumplan con cada frase, igual que yo he hecho con los ejemplos; además, deberá avisarme cuando considere que ha terminado la tarea ¿de acuerdo?; ¿quiere hacerme alguna pregunta?” (caso de que diga que no, empezar la prueba). Tomar nota del tiempo de ejecución del sujeto, desde que termina de leer el 273 enunciado hasta que levanta la última tarjeta. Anotar la corrección o incorrección de la respuesta del sujeto. Considerar como correctas solo aquellas respuestas que incluyan todas y solas las tarjetas que caen bajo el concepto, ni más ni menos. Anotar respuestas y tiempos de ejecución en la hoja de respuestas preparada al efecto (ver más adelante). ELEMENTOS DE LA PRUEBA 1. No rojo Bien/Mal Tiempo de ejecución: 2. Verde o uno (o ambos) 3. Amarillo y cruz 4. Ni amarillo ni cuadrado Bien/Mal 5. Rojo o círculo (pero no ambos) Bien/Mal Tiempo de ejecución 6. Rojo y cuadrado 7. Amarillo y con punto Bien/Mal Tiempo de ejecución: 8. No círculo Bien/Mal Tiempo de ejecución: 9. No punto Bien/Mal Tiempo de ejecución: 10. Verde y cuadrado Bien/Mal Tiempo de ejecución Bien/Mal Bien/Mal Bien /Mal Tiempo de ejecución: Tiempo de ejecución: Tiempo de ejecución Tiempo de ejecución: 11. Círculo o amarillo (o ambos) Bien/Mal Tiempo de ejecución: 12. Amarillo o uno (pero no ambos) B/M Tiempo de ejecución: 13. Ni rojo ni dos Bien/Mal Tiempo de ejecución: EJEMPLOS DE ESTIMULOS INCLUIDOS EN LA PRUEBA (PÁGINA SIGUIENTE) 274 275 TOKEN TEST (Test de las fichas) (Boller y Vignolo, 1966) Nombre y apellidos:________________________________________________________ Edad:________________________Sexo:_____________________________________ Examinador/a:_________________Fecha del examen:____________________________ Instrucciones de aplicación: Colocar en cada parte, las fichas indicadas y solicitar al Sujeto que realice las órdenes verbales correspondientes. PARTE IV (Colocar sobre la mesa cuadrados y círculos grandes y pequeños) 1. Toque el círculo pequeño amarillo y el cuadrado grande verde (Bien/Mal) Observaciones: 2. Toque el cuadrado pequeño azul y el círculo pequeño verde (Bien/Mal) Observaciones: 3. Toque el cuadrado grande blanco y el círculo grande rojo (Bien/Mal) Observaciones: 4. Toque el cuadrado grande azul y el cuadrado grande rojo (Bien/Mal) Observaciones: 5. Toque el cuadrado pequeño azul y el círculo pequeño amarillo (Bien/Mal) Observaciones: 6. Toque el círculo pequeño azul y el círculo pequeño rojo (Bien/Mal) Observaciones: 7. Toque el cuadrado grande azul y el cuadrado grande verde (Bien/Mal) Observaciones: 8. Toque el círculo grande azul y el círculo grande verde (Bien/Mal) Observaciones: 9. Toque el cuadrado pequeño rojo y el círculo pequeño amarillo (Bien/Mal) Observaciones: 10. Toque el cuadrado pequeño blanco y el cuadrado grande rojo (Bien/Mal) Observaciones: 276 PARTE V (Colocar sobre la mesa sólo cuadrados y círculos grandes) 1. Ponga el círculo rojo sobre el cuadrado verde Observaciones: 2. Ponga el cuadrado Observaciones: blanco detrás (Bien/Mal) del círculo amarillo (Bien/Mal) 3. Toque el círculo azul con el cuadrado rojo Observaciones: (Bien/Mal) 4. Toque con el círculo azul el cuadrado rojo Observaciones: (Bien/Mal) 5. Toque el círculo azul y el cuadrado rojo (Bien/Mal) Observaciones: 6. Levante el círculo azul o el cuadrado rojo (Bien/Mal) Observaciones: 7. Ponga el cuadrado verde lejos del cuadrado amarillo (Bien/Mal) Observaciones: 8. Ponga el círculo blanco delante del cuadrado azul (Bien/Mal) Observaciones: 9. Si hay un círculo negro, levante el cuadrado rojo (Bien/Mal) Observaciones: 10. Levante los cuadrados excepto el amarillo Observaciones: (Bien/Mal) 11. Toque el círculo blanco sin usar su mano derecha (Bien/Mal) Observaciones: 12. Cuando yo toque el círculo verde, usted tocará el cuadrado blanco (esperar un par de segundos antes de tocar el círculo verde) (Bien/Mal) Observaciones: 13. Ponga el cuadrado verde al lado del círculo rojo (Bien/Mal) Observaciones: 14. Toque los cuadrados lentamente y los círculos rápidamente (Bien/Mal) Observaciones: 15. Ponga el círculo rojo entre el cuadrado amarillo y el cuadrado verde (Bien/Mal) Observ: 16. Excepto el verde, toque todos los círculos (Bien/Mal) Observaciones: 17. Levante el círculo rojo… ¡NO¡…. el cuadrado blanco (Bien/Mal) Observaciones: 18. En vez del cuadrado blanco, coja el círculo amarillo (Bien/Mal) Observaciones: 19. Junto con el círculo amarillo, coja el círculo azul (Bien/Mal) Observaciones: 277 20. Después de coger el cuadrado verde, toque el círculo blanco (Bien/Mal) Observaciones: 21. Ponga el círculo azul debajo del cuadrado blanco (Bien/Mal) Observaciones: 22. Antes de tocar el círculo amarillo, levante el cuadrado rojo (Bien/Mal) Observaciones: 278 TEST DE LA TORRE DE HANOI Se trata de una prueba de resolución de problemas lógicos, que implica el intento de conseguir una meta, partiendo de una situación inicial, y siendo sometido el sujeto a una serie de restricciones en su comportamiento de resolución de problemas. Se trata de una tarea clásica de razonamiento y pensamiento lógico, empleada tanto en Neuropsicología como en Psicología Experimental y del Desarrollo. Instrucciones de aplicación: Decir al sujeto: “Aquí tenemos un juego en el que, como podemos ver, existen varias piezas insertas en tres aros. Esas piezas deben ser colocadas en el mismo orden en el tercer pivote, al igual que se encuentran en el primero. Para realizar la tarea hay que seguir tres reglas básicas: 5. Mover una pieza y solo una de cada vez 6. No mover dos veces seguidas la misma pieza 7. No colocar, en ningún caso, una pieza más pequeña debajo de otra mayor. Para el completamiento de la tarea, Vd. puede, en los movimientos intermedios, valerse de cualquiera de los tres pivotes” IMAGEN DEL TEST DE LA TORRE DE HANOI (PAGINA SIGUIENTE) 279 TEST DE LA TORRE DE HANOI 280 "Rafael Blanco Menéndez (Oviedo, 1968) es Licenciado en Psicología, Neuropsicólogo, Psicologo Clínico y Doctor por la Universidad de Oviedo. Se formó en Neuropsicología Clínica con el Dr. Enrique Vera de la Puente, neurólogo conductual del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) entre 1994 y 2002. Ha realizado diversas investigaciones clínico-experimentales en el campo de la Psicología Clínica, la Neuropsicología Clásica y Cognitiva y la Ciencia Cognitiva. Ha ejercido la Neuropsicología Clínica, la Psicoterapia y la Neuropsicología forense durante las décadas de 1990 y 2000 en diversas instituciones públicas y privadas del Principado de Asturias y se doctoró por la Universidad de Oviedo, en su Departamento de Filosofía, en septiembre de 2009, con una tesis doctoral que trataba acerca de la relación entre el pensamiento lógico, el lenguaje, y los mecanismos neurológicos que sustentan a ambos, desde la perspectiva de las Neurociencias Cognitivas. Su tesis doctoral fue elaborada bajo la dirección de los Profesores Alfonso García Suárez, catedrático de Lógica y Filosofía del Lenguaje de la Universidad de Oviedo, y de Eva María Arroyo Anlló, profesora de Neuropsicología de la Universidad de Salamanca y vicepresidenta de la Sociedad Española de Neuropsicología (SENP). Ha impartido formación acerca de estas materias en diversos organismos públicos y privados de Asturias, en los campos de la Salud Mental, la Neuropsicología, la Psicología Jurídica y la Educación". Las Neurociencias Cognitivas constituyen un campo de nuevo desarrollo en las Ciencias de lo Mental, e incluyen, dado su carácter multidisciplinar, aportaciones de la Neurobiología, de la Neuropsicología, de la Biología Evolucionista, de la Psicología Cognitiva y del Desarrollo, de la Inteligencia Artificial y de la Cibernética, así como de otras Ciencias Humanas, como la Lingüística, la Lógica, la Semiótica, la Fenomenología o la Filosofía del Lenguaje. La posibilidad de localizar en diversos circuitos y áreas cerebrales los procesos del pensamiento lógico, se explora en este libro, y se analizan las diversas aportaciones que, a este tema, han realizado investigadores en Neurociencias, Neurobiología, Neuropsiquiatría, Psicología Cognitiva y del Desarrollo además de en Epistemología y Lógica, adoptando una perspectiva constructivista que incorpora la nueva síntesis entre las orientaciones de la Escuela de Ginebra, con la del paradigma cognitivo o del procesamiento de la información. Se establece una distinción, respecto a su esencia y a sus bases neurológicas, entre procesos de lógica de clases y relaciones (localizados fundamentalmente en las porciones posteriores de la corteza cerebral, así como en las estructuras subcorticales que se encuentran conectadas con ella), y procesos de lógica de functores o proposicional, que se encargaría de conectar los enunciados lógico-lingüísticos, así como de establecer la sintaxis lógica de los programas de comportamiento, vinculados a la función de los circuitos fronto-diencefálicos, fronto-basales y fronto-límbicos del cerebro humano. WWW.EIKASIA.ES / EIKASIA@EIKASIA.ES ISSN: 1885-5679