Notas de prensa - Galeria Presenta

Anuncio
DEL
NEGRO,
MONOCROMIA
Y
BINARIEDAD
EN
LA
PINTURA
DE
ANSESA
Arnau
Puig
En
materia
de
sensibilidad
uno
no
sabe
a
ciencia
cierta
hacia
donde
tirar.
Lo
que
me
importa
de
Velázquez
son
las
afecciones
hu‐
manas
evidentes
que
transparentan
sus
cuadros
y,
también,
aquello
que
me
arrastra
de
ellos
son
sus
pasos
del
negro
al
verde
o
del
ver‐
de
al
azul
en
"el
bufón
Calabazillas',',
llamado
también
"el
bobo
de
Coria",
o
en
el
"Menípo"
y,
para
no
dejarme
nada
importante,
las
obscuridades
tostadas
de
los
sienas
hacia
negros,
verdes
y
azules
de
"Las
Meninas".
No
quisiera,
en
absoluto,
dejar
como
estéticamen‐
te
menos
impresionantes
los
deslizamientos
desde
el
rosa
hacia
las
tintas
terrosas
de
los
retratos
de
las
infantas
del
museo
de
Viena.
Ah,
en
este
Velázquez
que
estoy
comentando,
de
luz,
nada
de
nada.
Aquí
solo
hay
pintura
y
afecto;
digamos:
en
el
fondo,
solo
expresio‐
nismo
abstracto.
El
caravaggismo
se
quedó
en
el
camino
y
el
impre‐
sionismo
no
tiene
sentido.
Digo
todo
esto
porque
ante
estos
cuadros
de
Enrié
Ansesa,
pintor
gerundense
nacido
el
1.945,
se
podría
pensar
que
es
uno
más
de
los
pruritos
genialoides
que
ha
sembrado
en
nuestro
tiempo
el
arte
con‐
temporáneo.
Nada
de
ello;
creo
que
acabo
de
indicar
que
también
Ve‐
lázquez
‐
tampoco
fue
el
único,
piénsese
en
Giorgione
‐
se
preocupa‐
de
ba/que
el
ejercicio
de
la
pintura
fuera
mucho
más
que
alertar,
des‐
cribir
o
informar,
fuera
expresar
sus
sentimientos,
su
actitud
ante
el
mundo,
y
hacerlo
de
una
manera
directa,
sin
narraciones,
sin
con‐
tar
historias
alegres,
bélicas
o
lacrimosas
y,
no
obstabte,
que
fue‐
ran
ciertas,
denotaran
afecto
y
no
claudicaran,
antes
al
contrario,
exaltaran,
el
oficio
de
la
pintura.
Aquello
que
nos
recuerda
Palomi‐
no
de
que
se
decía
que
"Las
Meninas"
son
la
metafísica
‐
o
la
teolo‐
gía,
algo
así
‐
de
la
pintura.
Esto
que
estamos
diciendo
está,
sin
tanta
altura
escolástica,
en
la
obras
de
Ansesa:
sus
negros
nacieron
de
su
amor
y
de
su
dolor
ante
el
prójimo
y
de
su
goce
por
realizarse
a
sí
mismo
‐
es
como
él
sabe
hacerlo
‐
pintando.
Pintar
para
saber
de
sí
mismo
y
pintar
para
po‐
ner
en
evidencia
los
silencios
de
la
información
y
del
poder
o,
tam‐
bién,
pintar
para
gozarse
del
vivir
y
enfrentarse
a
sus
dificulta‐
des
.
Los
cuadros
se
le
fueron
obscureciendo
porque
la
luz
no
tenía
sen‐
tido
en
ellos;
‐en
cambio
sí
que
tenía
sentido
el
empuje
con
el
que
to‐
maba
sus
pinceles.
Es
evidente,
pues,
que
para
él
pintar
no
era
una
cuestión
de
disposición
de
colores
en
un
plano
según
un
cierto
orden,
como
había
dicho
Maurice
Denis
para
justificar
lo
narrado
sin
renun‐
ciar
a
la
fuerza
narradora,
sino
que
'en:
:.
Ansesa
pintar
era
una
ac‐
ción
gestual,
una
actitud,
una
caligrafía
se
podría
también
decir
y,
en
efecto,
la
obra
de
Ansesa
es
una
obra
eminentemente
y
básicamente
caligráfica,
que
no
necesita
de
un
color
determinado
puesto
que,
pa‐
ra
ello,
todos
son
válidos.
Malevitch,
en
su
segundo
‐
o
tercero
o
cuarto;
en
fin,
el
que
hizo
después,
en
otras
circunstancias,
cuando
el
ideal
había
fracasado
‐
"Negro
sobre
negro"
puso
toda
laWmargura
de
una
realidad.
No
se
nece‐
sitaba
nada
más.
Quizá
en
cunas
circunstancias
de
otro
signo
hubiera
pintado
su
"segundo"
‐
o
tercero
o
cuarto
‐
"Blanco
sobre
blanco".
LoS
que
queremos
decir
con
ello
es
que
el
color
es
prácticamente
in‐
se
diferente
cuando
no/trata
de
reproducir
algo
natural
sino
de
exterio‐
rizar
algo
del
alma.
El
negro
es
un
color
como
otro
cualquiera:
trans‐
^
"I
Q
17
1
1
1
porta
con
la
misma
intensidad
y
densidad
que
el
siena,/o
amarillo
lo
que
en
él
se
le
eche
(recuérdese,
solo
por
alusiones,
a
Van
Gogh,
o,
también,
a
Tapies).
Pero
al
parecer,
en
la
contemporaneidad,
los
que
hayan
podido
ser
los
padres
cromáticos
de
Ansesa
‐
sin
que
él,
en
el
momento
inicial,
de
sinceridad
explosiva,
lo
supiera
muy
bien
‐
son
los
americanos
gestuales
caligráficos.
Ad
Reinhardt,Cliffort
Still
o
Robert
Motherweil,
entre
otros,
todos
ellos
empujados
únicamente
a
expresarse,
como
Franz
Kline.
Ansesa
entendió
en
un
principio
que
el
negro
era
suficiente
y
que
la
sucesión
de
victimas
o
de
gozos
se
podían
indicar
siguiendo
la
serie
de
los
números
o
la
tabulación
de
los
puntos.
Años
después
des‐
cubriría
que
también
la
silicona
sirve
para
ello
que,
además,
se
presta
muy';bíen
a
la
caligrafía;
una
auténtica
plumilla
clásica
que
resigue
dócil
y
obediente
lo
que
los
dedos
de
la
mano
trazan
al
im‐
pulso
del
sentimiento
y
de
la
razón.
Pero
añadamos
un
secreto,
si
se
quiere
hegeliano
o,
sino,
de
otras
o
a
otra
culturas,
como
la
del
yin
y
del
yan,/cualquier/forma
binaria
para
re‐
ferirse
a
lo
que
nos
afecta,
como
practica
ahora
la
ciencia,
secreto
que
consiste
en
que
para
hacer
más
efectivo
lo
de
arriba
hay
que
opo‐
nerle
lo
de
abajo,
para
que
se
note
más
la
dureza
hay
que
oponerle
lo
blando,
o
para
que
se
sienta
más
la
sinrazón
contraponerle
la
ra‐
zón
y,
para
el
caso
de
Ansesa,
al
negro
el
blanco.
El
negro
y
el
blanco
se
convirtieron
en
él
en
un
discurso
tan
eficaz
como
lo
pudie‐
ra
alcanzar
la
paleta
más
rica
y
variopinta.
El
ojo
al
contemplar
el
plano
plástico
transmite
al
cerebro
una
inmensa
emoción
y
nuestra
sen‐
sibilidad
se
siente
inmediatamente
afectada
y
provoca
el
temblor,am‐
bivalente
entre
el
gozo
y
el
terror.
Ahí
está
el
secreto
de
estas
obras.
Pero
igualmente
hubieran
fun‐
caligráfícos
Clonado
com
otras
monocromias
asistidas
de
otros
complementos/bina‐
o
ternarios.
rios/
El
arte
contemporáneo
o
es
un
arte
de
la
expresión
o
es
un
ar‐
te
del
concepto;
lo
que
no
es,
es
un
arte
de
la
reproducción.
Ansesa,
pasada
la
fuga
iconoclasta,
podríamos
decir,
del
negro
dual,
pagadas
las
combinaciones
en
relive
o
de
reflejos,
vista
y
observada
directa‐
mente
la
realidad
americana
‐
tan
dramática
como
todas,
pero
quizá
menos
solemne
que
la
europea
‐
fue,
como
hemos
dicho
al
principio,
desgajando
de
un
tono,
otros
tonos;
una
materia
segregaba
otras
mate‐
rias.
El
blanco
le
pudo
venir
de
lo
opuesto,
pero
un
verde
le
ha
veni‐
do
de
un
sentimiento
ecológico
que
emergió
del
siena
de
la
tierra.
El
discurso‐plástico
continua
con
toda
su
fuerza;
los
sentimientos
y
sensaciones
también
están
ahí.
Se
mantiene
íntegro
el
impacto
estético.
Obse
vérnoslo.

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